De nuevo, un capítulo muy corto el que os voy a presentar. Eso sí; tampoco se podía alargar mucho.
Capítulo 14: Derrota
El monstruo era una bestia terrible. Con la oscuridad de la noche, no se le veía bien, y sólo se podían apreciar formas difusas; y numerosos tentáculos que salían desde todas las partes de su cuerpo. Tenía un tamaño mucho mayor que el que Minervamon habría podido imaginar.
A pesar de parecer una sombra en la inmensa oscuridad; era real. Su cuerpo chorreaba gotas de agua, que caían sobre la superficie marina como una fina pero interminable y gélida lluvia.
Minervamon observaba al monstruo fríamente. A diferencia de Nefertimon; quién le recordaba con su inexpresiva máscara la incertidumbre del futúro; aquella bestia no le daba miedo alguno. Estaba acostumbrada a enfrentarse a digimons mucho más grandes que ella, y nunca había tenido mucha dificultad para derrotarlos.
Miró a Vikemon. Ahora, estaba muy concentrado. Sabía perfectamente que era el momento que marcaría su vida. Y la presencia de Minervamon le incomodaba. Era algo que tenía que hacer solo. Quel monstruo llevaba aterrorizando la vida de los habitantes de las Tierras Gélidasdesde siempre: era hora de acabar con él.
El monstruo comenzó a asestar golpes con sus tentáculos. Los primeros no fueron muy difíciles de esquivar, pero conforme avanzaba la pelea, los golpes iban siendo más fuertes y rápidos, lo que dificultaba los movimientos d Vikemon.
Minervamon se había quedado allí parada, como una mera espectadora de la batalla. Respetaba la petición de Vikemon de no intervenir, y sólo rompería su trato en caso de peligro de muerte del gobernante. Dudaba que Vikemon pudiera vencer al monstruo por si solo, si era tan terrible como él mismo había relatado. Aunque tampoco conocía las muy bien las habilidades ocultas de Vikemon: sólo había combatido una vez contra ella.
Vikemon golpeaba los tentaculos de la bestia con sus grandes mazos, frenando el avance del monstruo tierra adentro; pero tampoco podía hacer más: si se lanzaba contra él, acabaría hundiendose en el mar, lo cual sería una muerte segura. Aún así, aquella táctica defensiva, sólo estaba prolongando lo inevitable: o Vikemon tenía algún as escondido bajo la mano, o de lo contrario, estaría perdido.
Las olas salpicaban la costa helada cada vez con más fuerza. Minervamon sospechaba que era por culpa del monstruo, y que, si Vikemon no hacía nada rápido; el resultado podría ser terrible.
Vikemon rodó por el suelo para evitar ser apresado por laquellos tentáculos.
Minervamon se preguntó si Vikemon habría estado entrenando para aquella batalla. En caso de que lo hubiera hecho, no se notaba. Si la diosa estuviera en su lugar, hubiera adoptado otra estrategia muy diferente. Quizá si Vikemon la descubría, podría salir ileso.
Finalmente, y cómo Minervamon temía; una gran ola terminó derribando a Vikemon, quien se aferraba con todas sus fuerzas a la costa, ahora que los tentáculos trataban de arastrarle al agua.
Minervamon no pudo soportarlo más, y se acercó al campo de batalla. De un único golpe, partió en dos los tentáculos que agarraban a Vikemon. El monstruo pareció no sentir nada.
Minervamon se esperaba que soltara un alarido de dolor. Pero nada. Se sintió muy decepcionada.
Miró a Vikemon frente a frente. Estaba agotado, su cara estaba chupada y llena de sudor, respiraba muy aceleradamente, mientras que su pulso era casi inexistente. Parecía que aquella bestía le había absorvido toda su energía.
Le retiró los tentáculos que aún se aferraban sin vida al cuerpo de su compañero. Le argó sobre sus hombros. Vikemon pesaba algo más de lo que ella pensaba, pero podía con él.
Minervamon se fue alejano de la costa paulatinamente: la costaba moverse por esos lares llenos de nieve, y más con el peso adicional de Vikemon.
Miró hacia atrás. El monstruo estaba quiteo. Completamente quieto. Como si estuviera preparando algo.
-Tenemos que alejarnos de aquí lo más deprisa posible.- le decía la olímpica a Vikemon.
Pero este estaba ausente. No llegaba a estar inconsciente, pero se encontraba en un estado de trance. Minervamon desconocía si era por el cansancio, por el dolor o simplemente por el mero hecho de ser derrotado.
Cuanto más se iban alejando, más pequeña se volvía la figura del monstruo. Sin embargo, no cesaba la precupación de Minervamon. Desde fuera, parecía un comate normal;desigual pero normal,a fin de cuentas. Por el contrario, al obsevrar a Vikemon, Minervamon se había percatado de que aquella bestia tenía poderes especiales. Era imposible que Vikemon acabara en este estado de otro modo. Tendría que investigar seríamente para averiguar qué podría ser.
Se puso en camino hacia su templo, mientras veía como el monstruo se sumergía de nuevo hacia las profundidades de aquel gélido océano.
Coaltmon les estaba esperando cuando llegaron al templo. Subió a Vikemon sobre su lomo, y le llevó al interior. Hacía frío; aunque menos que afuera.
-¿Qué a pasado?- preguntó la serpiente.
Minervamon le hizo un resumen de lo ocurrido.
-Nunca había oído hablar de esa criatura.- respondió Coaltmon.- A pesar de los muchos años que llevo aquí.- añadió.
-Vikemon dice que es la misión de todo rey combatirlo.-
-¿Crees que volverá?-
-Lo desconozco. He alerado el resultado de la pelea. Si Vikemon hubiera vencido, o empatado, según él, no le hubiera molestado durante el resto de su reinado. Si hubiera muerto, tampoco hubiera sobrevivido para descubrirlo.-
-¿Crees que has hecho bien?-
-Por supuesto.- su respuesta era firme, contundente.- ya se lo advertí a Vikemon. Si la cosa iba mal, le ayudaría.-
-Aún así, sabes que en cuanto despierte, se enfadará.-
-tienes razón, pero no hay por qué preocuparse: nunca le duran mucho los enfados; y menos conmigo.-
La diosa suspiró. No estaba muy convencida de lo que acababa de decir.
-Me parece que...- comenzó a decir Coaltmon.- Vikemon hubiera preferido perecer en batalla.-
Coaltmon tenía la capacidad de ver las cosas claras, y siempre desde un punto de vista objetivo; algo de lo que quizá carecía Minervamon.
-Ha sido por un bien mayor.- se limitó a responder.- No iba a satisfacer su orgullo permitiendo su muerte.-
-En eso te tengo que dar la razón.-
Vikemon comenzó a recuperarse. En cuanto pudo, se puso de pie e hizo ademán de marcharse. Minervamon se interpuso entre él y la puerta.
-Dejamé marcharme.- dijo, mientras trataba de apartarla de la puerta.
-No creo que sea lo más adecuado. Debes descansar. Además, deberíamos también hablar de lo que ha pasado.-
-Descansaré en mi castillo, que es dónde mejor puedo estar.-
-Vikemon ¿sabías que el monstruo tenía extraños poderes?-
-Pues claro que lo sabía.-
-¿Y por qué no me lo dijistes?-
-Porque no quería que intervinieras en la batalla.-
Vikemon sabía con certeza que iba a morir si tenía que enfrentarse al monstruo. Y sabía que si Minervamon se enfrentaba a él, también lo haría.
Minervamon supo entonces que Vikemon no estaba dispuesto a hablar, ni lo estaría en mucho tiempo.
Se apartó de la puerta, y el vikingo salió del templo dando un portazo.
-Lo mejor hubiera sido dejarle marcharse.- dijo Coaltmon.
-Lo mejor hubiera sido que se hubiera quedado aquí a reponerse; Coaltmon. Imaginate que ahora pasa con la costa, y vuelve a enfrentarse al monstruo.-
-En su estado no creo que lo haga.-
-No te confies.-
-Aunque no lo creas, Minervamon, Vikemon es mucho más inteligente de lo que tú te crees. Se alejará de la costa, y llegará sano y salvo a su morada.-
-Espero que tengas razón...- respondió Minervamon, apesadumbrada.- Me voy ya: demasiadas emociones para una estancia tan corta.-
Minervamon también se marchó: si quería llegar a tiempo a la nueva reunión de los olímpicos, tenía que hacerlo...
Nota:
Como os dije, no se podía alargar mucho. Termina de momento la parte de Vikemon y así Mineramon puede llegar a tiempo a la reunión de los olimpicos, que, d otro modo, no habría podido ser.
En el siguiente capítulo, descubriremos quien es la visitante de Dianamon.
