Hoy descubriremos quien es la extraña visitante de Dianamon. Su nombre no se dice hasta el final, pero se da alguna que otra pista para que lo adivineis.

Capítulo 15:La pricesa entra en acción

Dianamon observó curiosa a la visitante. Hacía años que no se sabía nada de ella. Todos daban a aquella princesa por muerta. Bueno, todos salvo su padre. El cotilleo de su huía había sido uno de los más sonados del Mundo Digital. Con el tiempo se había dejado de hablar de ello.

Pero aquello lo cambiaba todo. Allí estaba, frente a ella, con un sonrisa pícara, mirándola de reojo.

La visitante presentaba una figura esbelta, y lucía su armadura metálica, con una combianación de negros, grises claros y oscuros. Los complementaba con otras partes, también metálicas, pero rosas, que la cubrían el busto, los hombros, y que formaban unas especie de falda con las espadas que utilizaba en combate. Hacíendo juego con estos accesorios, estaba su yelmo; el cual dejaba espacio para que cayera su pelo, casi blanco, en forma de cascada. Además, portaba una capa, a modode ornamento. Sin duda, era hermosa.

-Sí, sé quien eres.- respondió la olímpica a su pregunta.- Lo que no sé es por qué has venido.-

-Lo que en verdad te preguntás es dónde he estado todo este tiempo.- respondió.

Era cierto. La diosa tenía mucha curiosidad por el pasado de la princesa. Pero consideraba inapropiado preguntar. Así que, a menos que ella se lo confesase, se quedaría sin saberlo.

-Lo siento pero es un secreto.- contestó.- Pero respondiendo a tu pregunta, he venido para que me adiestres como una cazadora.-

-¿Quieres convertirte en una de mis cazadoras?- preguntó la olímpica, extrañada.

-En efecto.-

-Hace mucho que nadie que no viva en esta luna quiera hacerse cazadora. Actualmente la orden esta formada por Lekismon y Crescemon en su mayoría.-

Dianamon reprimió un "Ya no es como antes". En el pasado, el grupo de cazadoras era numerosísimo. Sin embargo, tras la caída de los olímpicos, las cazadoras fueron desapareciendo, así como las solicitudes de admisión, por llamarlas de alguna forma.

-No tengo ningún inconveniente en aceptar tu solicitud.-

-Sólo te pido que esto quede en secreto. No quiero que se revele mi paradero. Todavía no, al menos.- dijo la princesa.

-Repite conmigo el juramento. "Yo, juro solemnemente...-

-"Yo, juro solemnemente..."- comenzó a decir.

-"lealtadad a Dianamon y a las cazadoras..."- prosiguió Dianamon.

-"lealtad a Dianamon y a las cazadoras..."- repitió.

-"practicar la caza..."-

-"practicar la caza..."-

-"Y mantenerme doncella, renunciando al amor por siempre."- finalizó Dianamon.

-Espera un momento.- replicó la visitante.- Yo no puedo renunciar al amor: por amor hago todo esto.-

-Es la condición fundamental para convertirte en cazadora.-

-En ese caso no puedo.-

-"Es una lástima."- pensó Dianamon. La hubiera gustado pasar más tiempo con ella. Tenía un aire... enigmático.

-¿No podríamos llegar a una clase de acuerdo?- preguntó la visitante.

-¿Qué acuerdo?- preguntó Dianamon, sorprendida.

-Yo he venido aquí por el entrenamiento al que se someten las cazadoras, no ha convertirme en cazadora.- comenzó a explicar.

-Lo suponía.- respondió Dianamon.

-Entonces, ¿por qué no simplemente me entrenas?-

-¿Y por qué debería hacerlo?- preguntó Dianamon.

-Porque se que estás deseando hacerlo.- contestó firmemente.- Se que hace mucho que no tienes cazadoras que no seán digimons conejo. Además, nunca has entrenado a nadie de mi especie. Ni a nadie tan especial como yo.- dijo mientras se pasaba la mano por el pelo.

De nuevo, era cierto. La mayor parte de sus cazadoras estaban ya entrenadas de sobra. Los conocimientos se los pasaban de unas a otras, sin que Dianamon tuviera que intervenir.

Y de nuevo, la curiosidad de Dianamon ganó:

-Puede que me interese. Pero deberás ganartelo.- contestó Dianamon.

-Lo suponía. Me pondrás a prueba. Estoy de acuerdo.-

-Si demuestras ser digna del entrenamiento, conseguirás tu proposito. En caso de que falles, volverás por dónde has venido.- explicó la olímpica.

-Es un trato justo. ¿En qué consistirá la prueba?- preguntó.

-Un combate contra una de mis cazadoras.-

Dianamon dudaba que una persona como ella, estuviera hecha para el combate. Seguro que en su reino, gozaba de otra clase de actividades, mucho más entretenidas. Pero para Dianamon, ser una cazadora, implicaba... no solo fuerza de voluntad, sino también espíritu de lucha, y dotes para el combate.

-¿Cuándo será el combate?-

-Ahora mismo, si tienes suficientes fuerzas.- contestó Dianamon.

-Estoy lista para todo.- contestó firmemente. Parecía convencida de que iba a ganar.

-Sigueme.- dijo Dianamon, mientras salía de su despacho. La visitante obedeció.

Dianamon la condujo a una sala muy amplia, pero vacía. Las paredes de piedra, estaban insonorizadas, y el suelo, cubierto por colchonetas.

-Parece un gimnasio de época mediaval.- murmuró la jóven.

-Sitúate al fondo de la sala.- ordenó Dianamon. La visitante obedeció inmediatamente.

Al poco tiempo llegó una Crescemon. Sin duda, era una de las cazadoras de Dianamon, e iba a ser su oponente. Caminaba a paso ligero, y segura, como si tuviera claro que iba a vencer.

Dianamon la observó atentamente. Presentaba una figura esbelta, al igual que la que iba ha ser su contrincante. Su cuerpo, femenino y humanoide, lucía una tez rosa pálido, cuyo color tornaba más oscuro cuanto más se acercaba a sus puntiagudas orejas de conejo. Su cara, pequeña en comparación con su cuerpo, estaba recubierta por un fino yelmo, y la parte superior de su torso, por una ligera armadura. Del resto de su cuerpo, descubierto, destacaban unas fuertes y musculadas piernas.

-Ella va a ser tu contricante.- anunció Dianamon.

-Que sorpresa...- murmuró la princesa.

-Que comience pues el enfrentamiento.- dijo Dianamon.

Crescemon fue dando grandes saltos hasta llegar a donde se encontraba su contrincante. Intentó asestar un golpe con sus cuchillas en forma de luna, pero la visitante las esquivo con relativa facilidad.

La princesa intentó asestarle un golpe con su mazo, pero Crescemon las frenó el golpe con sus cuchillas. El impacto hizo que saltaran chispas, y Crescemon tuvo que alejarse.

La visitante di´un golpe con su mazo al suelo, provocando un temblor que obligó a Crescemon a arrodillarse. La cazadora se levantó rápidamente, y asestó al dos golpes con sus cuchillas, que provocaron dos haces de color turquesa que se dirigían hacia su oponente. Esta se agachó, y los haces impactaron contra la pared, la cual se congeló.

Dianamon observaba el combate, entretenida. Quizás había sido algo mala, al elegir a na de sus mejores cazadoras, sin embargo, no quería que la prueba fuera fácil: y menos sabiendo los fines egoístas que perseguía la princesa.

Crescemon seguía lanzando esas cuchilladas al aire, obligando a la princesa a esquivar los golpes para evitar ser congelada. Se estaba cansando: creía que la táctica utilizada por Crescemon era de cobardes, así que se lanzó al ataque.

Empezó a correr hacia Crescemon. Esta la lanzó otro haz turquesa. La princesa congió una de las espadas de su falda y lo partió en dos. Instantaneamente, su espada se congeló.

Estaba lo sufientemente cerca de Crescemon, así que estiró los brazos, y le asestó un gran mazazo. Crescemon trató de pararlo con sus cuchillas, pero no llegó a tiempo. Sus brazos cedieron y el golpe de la princesa la hizo arrodillarse de nuevo.

Crescemon se levantó. Hizo el mismo movimiento de antes, y creó dos haces de energía. Sin embargo, esta vez presentaban una tonalidad morado oscuro. Se dirigieron hacia la visitante. Esta trató de apartarse, pero esta vez no pudo evitar el ataque. Desenvainó otra de sus espadas y partió un haz en dos. El otro la impactó en su pierna derecha, provocando que se derrubara.

Entonces, la princesa supo que no iba a poder vencerla de ese modo. Crescemon presentaba una mayor resistencia a los golpes. Sin embargo, tuvo una idea. Podría sacarla del aprieto satisfactoriamente.

-Crescemon, lucha de verdad.- dijo, provocandola.- Esos trucos baratos no funcionan conmigo. Demuestra para que sirven las cazadoras.-

Crescemon se sintió insultada y se dirigió al ataque. Corrió a gran velocidad hasta encontrarse frente a frente con la visitante. Crescemon era algo más alta que ella.

-Repitelo.- dijo Crescemon, con aire amenazante.

-Lo siento, perdistes.- dijo la visitante. Colocó su mano estratégicamente en el hombro de Crescemon.

Instantaneamente, Crescemon se notó distinta. Algo la había cambiado. No podía continuar. Su espíritu de lucha se había extinguido.

Se acercó a Dianamon.

-Ha ganado.- le dijo Crescemon a Dianamon.

-Bien.- responció la olímpica.- Acercate.- le ordenó a la princesa.

Esta obedeció y se posicionó a su lado.

-Recibirás tu entrenamiento como cazadora, Queenchessmon, como te prometí. Te hospedarás aquí hasta que tu entrenamiento finalice.-

-Sí.- respondió Queenchessmon, emocionada. Sabía que lo conseguiría.

-Y sobretodo, no hagas que me arrepienta.-

-Descuida.-

Dianamon hizo una seña a Crescemon. La susurró algo al oido.

Crescemon cogió de la mano a Queenchessmon y se la llevó a su habitación. Ambas estaban agotadas por el reto.

Nota:

Sí, es Queenchessmon (una de los personajes importantes de Digimon: La Amenaza de Arkadimon)

Por otro lado, respondiendo a una Review: lo de Merukimon y Mercurymon... A mi personalmente, me parece que suena muy mal (y leido, podemos decir que hace daño a los ojos) Teniendo en cuenta que el digimon deriva de Mercurio (dios romano)lo lógico sería Mercurymon. Sin embargo, como el ombre del espíritu digital del metal humano cambió el nombre de Mercuremon por "Mercurymon"; ahora que existe el verdadero Mercurymon, algo tenían que ponerle... Igualmente, podrían haber encontrado algo mejor... Por ello, yo empleo a Mercurymon. Espero haberme explicado.