Aquí llega otro capítulo de los olímpicos; esta vez, centrado en Neptunemon; con apariciones de Ancientmermaimon y Ceresmon, por supuesto.
Capítulo 19: Una Taza de Té en el Valle de Deramon
Ancientmermaimon se despertó con los primeros rayos de sol que penetraron en la habitación en la que se encontraba. Estaba tumbada, y algo mareada. Recordaba vagamente lo que había pasado. Había recibido un potente ataque de Seraphimon; y había caído, inconsciente.
Se levantó. Miró a su alrededor. Curiosamente, se encontraba en galeón. Era bastante extraño que estuviera allí. Examinó las distintas posibilidades que le ofrecían una explicación lógica. La primera que le vino a la cabeza era que Seraphimon habría hecho un trato con Neptunemon; y la había intercambiado por Ophanimon; lo cual era peligroso. Ahora, todos los olímpicos estarían en su contra. La segunda, menos plausible; era que alguien hubiera interrumpido el rapto en el último momento. Quizás algún habitante del Valle de las Sirenas. O incluso el propio Neptunemon. Sin embargo; Ancientmermaimon recordaba como Seraphimon la cargó en brazos. Aquella sensación... el roce frío de sus escamas contra la régia armadura del ángel... jamás se la olvidaría.
Decidió salir al exterior, y comprobarlo por ella misma. Hablaría con posibles testigos... Seguro que alguien tenía que saber algo.
Cuando salió del barco, Mermaimon la estaba esperando en la puerta. Estaba apoyada en el mascarón del navio, con aire expentante.
-¿Qué haces aquí?- preguntó Ancientmermaimon, sobresaltada. No esperaba que estuviese allí.
Mermaimon abrió los ojos como platos: algo muy típico en ella. Su segunda de abordo siempre había sido... enigmatica... misteriosa... e irremediablemente irritante.
-Montaba guardia.- contestó firmemente Mermaimon. Su tono mostraba molestia. La hubiera gustado enormemente estar al mando durante más tiempo. Incluso la hubiera gustado que Ancientmermaimon desapareciera para siempre.- Tal y como ordenó Neptunemon.- añadió. Pero debía serla fiel, al fin y al cabo.
-¿Neptunemon ha estado aquí?- preguntó la gobernante.
-No. Lo ordenó nada más marcharse, durante tu ausencia. No ha vuelto, desde entonces.-
-Entonces... ¿quién me ha traido hasta aquí?-
-Eso.- contestó su segunda de abordo; señalando hacia la parte de atrás del galeón.
Ancientmermaimon se acercó más, para comprobar a qué se refería. Desde su posición, se podía aprecia una enorme sombra, pero nada más. Su gran tamaño la asustaba. Claramente, era un monstruo marino. Sin embargo, tenía un buen presentimiento.
Cuando estuvo suficientemente cerca, lo observó todo con claridad. Ante ella, se encontraba un Plesiomon X. Los Plesiomon era una especie poco común; practicamente extinta. Ella sólo conocía a uno; el que habitaba en una equeña cueva en Island Zone...
Empezó a atar cabos. ¿Era posibe que el Plesiomon que ella conocía, y aquel ser primitivo fueran el mismo? Neptunemon podría haberlo utilizado para rescatarla. No tenía ni idea de dónde había podido su marido sacar el Anticuerpo X. Era lo único que ponía en duda su teoría.
Volvió hasta dónde se encontraba Mermaimon.
-¿Qué vamos a hacer con él?- preguntó la sirena, alarmada.
-Será nuestro protector. Para que no vuelva a pasarnos nada.- Hizo una seña a Plesiomon X. La bestia le hizo caso. Debía de recordar su vida pasada.- Manda construirle una guarida. Preferiblemente cubierta. Bajo nuestros dominios. Así, nadie salvo nosotros sabrá de su existencia.-
-Entendido.- respondió Mermaimon, mientras se marchaba a cumplir sus ordenes. Estaba convencida de que algún día; aquel lugar sería suyo. Sólo tendría que esperar.
Ancientmermaimon regresó a su morada. Seguramente, Neptunemon no tardaría en aparecer. Habría tenido alguna reunión con los olímpicos... Cómo odiaba esas reuniones... No era porque alejasen a su marido de casa... Los olímpicos eran su familia; y entendía que Neptunemon deberia pasar también tiempo co ellos. Era porque... allí, se tramarían esas maquinaciones, que en cualquier momento podrían volverse contra ellos. Y si Neptunemon se veía implicado en ellas... podría sucederle algo terrible...
Neptunemon no tardó en llegar. Iba con prisa. Comprobaía el estado de Ancientmermaimon, y se marcharía para su encuentro con Ceresmon. No le hacía mucha gracia tener que hablar con ella en privado. Pero, en cierto modo, era su deber. Además, sólo buscaría desahogarse. Tantos años de cautiverio... Debía de haber sido horrible.
Neptunemon se acercó a su esposa y la abrazó. Fue un abrazo corto; pero intenso y sincero.
-¿Cómo estás?- preguntó el olímpico, preocupado.
-Mejor de lo que yo esperaba. Sobre todo ahora, que estoy en casa y veo que estás a salvo.- respondió Ancientmermaimon. – Me tienes que explicar muchas cosas.-
-Es cierto. Dejame que empiece por el principio; como ha de ser.- dijo Neptunemon para comenzar su relato.- Regrese al Valle de las Sirenas tras terminar mis ocupaciones en Island Zone. Me dirigí a casa, nada más llegar, como siempre. Entorno al galeón, Mermaimon había convocado una reunión. Así me enteré de tu secuestro. Y decidí actuar. Me traje a Plesiomon de Island Zone; y me dirigí al Castillo de Cherubimon. Mientras Plesiomon distraía a los guardias; yo me colé en la prisión, my te liberé. Luego; ordené a Plesiomon que te llevara de vuelta a casa.-
-Eso explica muchas cosas. Sin embargo; no resuelve por qué Plesiomon ha sido infectado por el Anticuerpo X.-
-Ancientmermaimon, cariño; eso es algo que no puedo explicar.-
-Puedes; pero no quieres.-
-Déjame llevarme este secreto conmigo. Te lo ido por favor.-
-¿Acaso nuestro matrimonio se va a basar en secretos y mentiras?- le reprochó a su marido.
-No me vengas con esas. Sabes perfectamente que yo te quiero; y que haría cualquier cosa por ti.-
-¿Entonces por qué tienes que ocultarme cosas?-
-¿Tú sabes el peligro que implicaría que se supiera que todavía hay acceso al Anticuerpo X?-
-Entonces hay más. Y seguro que no es la primera vez que lo usas...-
-Es la primera, eso te lo aseguro. Y ha sido por una buena causa. En otras circunstancias, no lo habría utilizado.-
Entonces Ancientmermaimon supo que su marido no estaba mintiendo. Y decidió que no quería saber más. Cuanto más se acercaba al mundo de los olímpicos, más peligroso se tornaba todo.
-Vete.- le ordenó.- Necesito reflexionar; y estar sola.-
-Como gustes. Yo también tengo otras cosas que hacer. He quedado con otro olímpico. Trataré de volver antes del anochecer.- dijo Neptunemon mientras se alejaba del galeón hundido. El enfado de Ancientmermaimon le daba la oportunidad de alejarse de su rtina habitual; y poder dirigirse a su encuentro con Ceresmon.
Ancientemermaimon se quedo con la palabra en la boca. La hubiese gustado preguntar con qué olímpico había quedado. Pero no pudo. Neptunemon se había marchado rápidamente para evitar cualquier pregunta comprometedora.
Cuando Neptunemon llegó al Valle de Deramon; ya estaba atardeciendo. Era una zona que se encontraba en medio del continente, muy alejada del Valle de las Sirenas. Era una zona verde, plagada de plantas y flores; además de los árboles que rodeaban la zona, a modo de muralla. El interior, servía de morada para miles y miles de pequeñas aves, la mayoría Kiwimons; que seguían las directrices del rey Deramon. El monarca, era un viejo amigo de Ceresmon; así que no era de extrañar que la olímpica se hospedara allí.
Ceresmon ya le estaba esperando en la entrada. Se encontraba en su forma Medium. Neptunemon supuso que su otra forma sería demasiado grande para la pequeña zona.
Ceresmon le condujo más adentro. La vegetación, se volvía más verde y frondosa conforme se acercaban al trono de Deramon. El asiento en el que el monarca se encontraba sentado, era de lo más original. Tenía forma de sillón, al igual que cualquier trono; pero estaba formado por ramas doradas, que se entrelazaban y brillaban con la luz del sol.
El rey se levantó y saludó efusivamente con una de sus alas. Deramon era un digimon de pequeño tamaño; más ancho que largo, llegando a la altura del pecho de Ceresmon.
-"Minervamon es un poco más alta."- pensó Neptunemon.
Deramon iba atabiado con su corona; objeto del que no se desprendía nunca; y de una pequña pajarita de color rojo alrededor del cuello. Su plumaje azul turquesa contrastaba con su cola; compuesta por un gran matorral verde oscuro, plagado de flores; que presentaban una tonalidad rosa palo.
-Buenas tardes, Neptunemon.- saludó Deramon. Su pico dorado se movía animadamente al hablar, reflejando el carácter jovial del monarca.- Ceresmon ya me que vendrías hoy a verla.- No parecía sorprendido con lo que acababa de decir. Tampoco parecía consternado por la repentina aparición de Ceresmon.
-Buenos tardes.- le devolvió el saludo Neptunemon. En el pasado, él y Ceresmon habían pasado muchas tardes con el monarca. Sin embargo, tras la desaparición de la olímpica, ya no había nada que unirera a Deramon con Neptunemon; y perdieron el contacto. Ahora eran meros conocidos.
-Me ha contado Ceresmon que has sido tú quien la ha rescatado.- dijo Deramon, con tono sarcástico.- ¿Por qué has esperado tanto para salvarla?-
-La verdad es que la encontré de casualidad. No conocía su ubicación hasta entonces.- contestó Neptunemon. El rey tenía un setido del humor retorcido.
Deramon soltó una estridente carcajada.
-Quería preguntarte qué hacías en el Castillo de Cherubimon; ya que estamos hablando del tema. Es muy extraño encontrar a alguien paseando tranquilamente por la prisión.- interrumpió Ceresmon. Estaba ansiosa por intervenir.
-¿Por?- preguntó Neptunemon; antes de responder a la pregunta que Ceresmon le había planteado.
-El sistema de seguridad es muy eficiente. Los Goatmons hacen guardia día y noche por los diferentes pisos. Mi jaula estaba adaptada para encerrame en mi otra forma. La vez que logre escaparme; conseguí llegar a la planta baja; que se encuentra por encima del piso más elevado de la prisión. Tuvistes suerte de que toda la seguridad se centrase en detener a tu monstruo.- dijo, refieriendose a Plesiomon X.- De no haber sido así; te hubieran detenido. Menudo espectáculo montastes. - respondio Ceremon. La vez que había tratado de escapar, casi lo consigue. De no ser por la intervención directa de Cherubimon. Recordaba lo bien que se sintió al estar tan cerca de la libertad. Y la desesperación que la abordó cuando la volvieron a atrapar. Ahora que estaba libre, no tenía por qué volver a preocuparse de eso.- Ahora, responde a mi pegunta.- insistió Ceresmon.
-Tenía la sospecha de que había algún olímpico preso en el Castillo de Cherubimon. Era una pregunta que siempre había rondado mi mente; y ahora que estamos en plena revolución; me decidí a comprobarlo.- mintió Neptunemon.
-Me alegra oir eso. Pensé que tras mi marcha; te habrías vuelto un soso de nuevo.- dijo Ceresmon, con una sonrisa.
Ceresmon tenía la habilidad de encender una mecha en Neptunemon; de sacar su lado, inquieto, impulsivo; incluso a veces, radical.
-Si quereís que os deje sólos, decidmelo. Seguro que teneís mucho de que hablar.- intervino Deramon; soltando otra carcajada.
-No es necesario.- contestó Neptunemon rápidamente. Temía enormemente lo que podría pasae si se quedaban a solas.
-Entonces, ¿qué os parece una taza de té?- propuso el monarca.
Al oirla palabara té, Neptunemon recordó viejos tiempos. La sensación agradable de la brisa. El sabor dulce del té... Las carcajadas de Deramon surcando la mesa blanca que los Kiwimopns había preparado...
Deramon dio una palmada con sus alas, y los Kiwimons aparecieron.
-Ya sabeís lo que teneís que hacer.- dijo. Los Kiwimons asintieron, y en unos minutos; a tenían una mesa con tres asientos preparada.
Tal y como Neptunemon recordaba, los asientos eran las sillas plateadas que Deramon siempre usaba cuando tenía visita. Y la mesa, también plateada; y con adornos de motivos florales; hacía juego con ella. Las tazas, de porcelana, estaban exquisitamente colocadas, y unas pastas con forma de corazón, estaban servidas en un cuento en el centro de la mesa.
Los dos olímpicos tomaron asiento y Deramon se situó entre ambos. Le complacía enormemente tener visita. Desde que se marchó Ceresmon; apenas las recibía. Y sin sus visitas; sólo le quedaban sus ocupaciones como rey... Él era un buen rey... pero sus ocupaciones podían definirse como rutinarias y tediosas... Eso había que reconocerlo...
Ceresmon cogió su taza, y dio el primer sorbo. Aquella maniobra le resultaba extremadamente difícil con sus garras de acero; pero tenía bastante práctica.
La olímpica meditó sobre lo que le iba a decir a Neptunemon. No quería asustarle, siendo directa; pero tampoco podía esperar. Además, la presencia de Deramon, lo dificultaba aún más. A pesar de que se había ofrecido a irse; no podía echarle y menos teniendo en cuenta todo lo que ha hecho por ella. En cuanto llegó al valle, la acogió con los brazos abiertos.
-Dime Neptunemon... ¿qué a pasado últimamente? ¿Y por qué Mercurymon está al mando? El poder no le pega nada. El siempre ha estado en un segundo plano.- dijo Ceresmon.
-¿A qué te refieres?- preguntó Neptunemon. Creía saber la respuesta, y lo que Ceresmon estaba insinuando, pero quería oirlo. Deseaba oirlo.
-Me refiero justamente a lo que he dicho. Hasta ahora, él ha estado en un segundo plano. Podíamos haber elegido otro lider más preparado...-
-Fue Mercurymon quien lo organizó todo. Lo justo es que él lo organice todo.-
-Es inexperto. E inmaduro. Busca aprobación. Lo sabes perfectamente.-
-¿Estás insinuando que se lo vas a poner difícil?-
-Estoy diciendo lo que estoy diciendo Neptunemon. Yo no soy la mala del cuento; ese papel ya lo tiene Marsmon y se le da muy bien. Yo me limitó a decir la verdad.-
Ceresmon había calado completamente a Mercurymon desde el momento en que lo vio en la reunión. Y también a Marsmon. Al resto, no. Ceresmon no conocía que rol desempeñaban los demás olímpicos. Eso sí; le interesaba que Neptunemon creyera que ella conocía el papel de cada uno.
-Tú podrías desempeñar ese papel mucho mejor...- dijo Ceresmon mientras se echaba otro poco de té en su taza.
-Lo dudo Ceresmon; lo dudo.-
Deramon escuchaba la conversación, entretenido. Estaba al corriente de que los olímpicos iban a intentar algo; aunque no sabía el que. Esperaba poder averiguarlo aquella tarde.
-No dejes que el miedo te nuble el juicio, Neptunemon... Tú podrías llegar a hacer grandes cosas; siempre y cuando te esforzaras un poco. -continuó Ceresmon. Esperaba tocarle la fibra sensible a Nepunemon.
-Aquí la única que trata de nublarme el juicio eres tú, Ceresmon.- protestó el olímpico.- Yo apoyó la revolución; pero a mi manera.-
Ceresmon se hizo la dolida.
-Eso a sido un golpe bajo.- murmuró la diosa.
-Esta a punto de anochecer; y debería regresar a Island Zone. Me están esperando.- se excuso Neptunemon, mientras se levantaba.- Una agrabable velada, Deramon; ha sido un placer verte de nuevo. Ya nos veremos, Ceresmon.-
Neptunemon abandonó el valle lo más rápido que pudo. Sabía que el encuentro con Ceresmon sería desastroso. Y aún así había accedido. Eso demostraba lo dificil que era borrar los errores del pasado...
Deramon sonrió a Ceresmon. Esperaba que Ceresmon se trajera a algún olímpico más al valle.
Pero Ceresmon no estaba por la labor. Neptunemon siempre había sido su único objetivo. Y así seguía siendo...
Nota:
*Como me gusta dejar los finales plagados de misterio...*
De nuevo; dejo a lo largo del capítulo preguntas sin resolver. Tales como: ¿qué errores cometió Neptunemon en el pasado?
En el próximo capítulo; descubriremos a quién visita Mercurymon para pedir refuerzos...
