NI GLEE NI SUS PERSONAJES ME PERTENECE.
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- No es posible Santana! - Quinn caminaba de un lado a otro de forma exasperada. - Un mes López, ha pasado un mes desde que atacaron a Berry y aun no hemos encontrado a la responsable.
- Lo sé rubia, al igual que tu, yo también estoy desesperada por encontrar a la culpable de esto, pero Rachel Berry ha decidido no cooperar con nosotras.
- No lo entiendo Santana, ¿por qué? No ha dicho absolutamente nada desde que despertó, ¿por qué ha decidido callar? - la subdirectora miró a su amiga, quien se había quedado muy pensativa. - ¿Qué piensas?
- Quinn, no lo sé, ¿ y si no puede hablar? - La rubia miró a Santana sin entender de lo que hablaba.
- ¿Cómo?
- Desde que Rachel despertó, y fui a verla para saber lo que había pasado, ella tomó una actitud muy, ¿ A la defensiva?.
Y aunque no era muy social cuando llegó, logró entenderse con varias de sus compañeras, pero ahora resulta que no habla con nadie, cuando la interrogué, ella estaba asustada y me pidió que no preguntara más, que no diría nada.
- Si lo sé, yo también me di cuenta de eso.
- Que tal si, la persona, o mejor dicho, las personas, que la atacaron, la amenazaron?
- Eso no tiene sentido Santana, de igual forma nos hubiéramos enterado de quiénes fueron las responsables - Quinn trataba de encontrarle lógica a la idea de su compañera.
- ¿Acaso ya las encontramos?
- No.
- Exacto! Porque ellas se aseguraron de eso.
- Pero, ¿por qué?.
Que daño pudo haberles hecho Rachel para que la atacaran de esa manera tan brutal?
- Rubia, Rachel es nueva aquí, son contadas las personas con las que ha cruzado palabras, pero, por lo que anduve investigando, me enteré de que ella, Jones y Pierce, han tenido roces con wilde y su pandilla - silencio total.
- Crees que ellas son las responsables?
- No, ellas no fueron, al inicio lo creí, pero cuando hable con wilde, me dijo que no tenían nada que ver.
- Y le creíste?!
- Si.
- Tal vez mintió para protegerse, ¿por qué le creíste?
- Porque, digamos que no fui muy amable con ella, y , le dije que si no me decía la verdad, haría de su estancia en este lugar un verdadero infierno. - Quinn se sorprendió al escuchar aquello.
- Por Dios Santana, me das miedo.
- Si bueno, tenía que asegurarme de que no me mintiera.
- Pero seguimos igual Santana, seguimos sin una pista de quienes son las responsables.
- Quizás no estás tan loca rubia.
- ¿Perdón?
- Desde que Berry llegó, no has parado de decir que su caso tiene muchas incógnitas, incluso crees que puede ser inocente de todo lo que se le a acusado.
¿ Cierto? - la subdirectora estaba dudando de la cordura de su amiga.
- Cierto, pero, ¿A qué viene todo eso? - Santana se puso de pie y le dio la espalda a su jefa, eso de admitir que alguien más tenía razón y que ella se había equivocado, no era nada fácil.
- Quizás Rachel Berry Corcoran si es inocente como lo dijiste en un principio.
- Y por qué crees eso ahora López?
- Porque no quise ver las pruebas que tu si veías, el archivo que nos enviaron, por dios, no tiene sentido, y el perfil mucho menos.
Además, Emma Pillsbury también me puso a dudar.
Quizás allá afuera está el o la culpable de todo esto, y a Rachel solo le tocó ser una víctima, le tocó estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
- Y si es algo peor? - ahora era Santana la que no entendía.
- ¿De qué hablas?
- Si, digo, que tal si, Rachel estaba en el lugar y momento equivocado porque otra persona así lo hubiera planeado, esa misma persona que la envió a este lugar asegurándose de que no saliera?
- la misma persona que la mandó a callar?
- Exacto - susurró Quinn.
- Esa persona debe ser muy poderosa.
- ¿ Lo crees?
- Por supuesto, solo una persona con mucho poder, pudo haber manipulado a la justicia, y eso complica más todo esto - las chicas se quedaron pensando y analizando la situación. - No me importa
- ¿Qué? - respondió Quinn sin entender nada.
- No me importa que tan poderoso sea esa persona, si Rachel es totalmente inocente, haré que salga de este lugar, así sea lo último que haga en esta vida. - Dio la media vuelta y se marchó de la subdirección.
Lo sabía, Quinn sabía que lo haría, conocía perfectamente a su compañera, tenían años de amistad y estaba segura que no se quedaría tranquila hasta no saber la verdad, pero aquello la asustaba.
Si antes sentía un cierto temor por la situación por la que estaría pasando Berry, ahora lo que sentía era pánico, estaban apunto de meterse a la boca del lobo, si se estaban, porque definitivamente no dejaría sola a Santana en esto.
Quizás habían dado en el clavo, o quizás no, pero ya no había manera de retroceder.
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Quinn seguía perdida en su mundo, tratando de encontrar las respuestas que necesitaba, Santana no había vuelto, no sabía a donde se había ido, y eso le preocupaba.
Su teléfono comenzó a vibrar, era un mensaje, pero aquel número no lo tenía registrado.
" Necesito que nos veamos para hablar sobre Rachel Berry, te espero en una hora en el restaurante del hotel del pueblo, por favor, no faltes"
- Que mierda? - pensó Quinn.
Por supuesto que iría, no sabía quién había enviado el mensaje, pero en el decía que hablarían de Rachel Berry, quizás esa persona tenía las respuestas a tantas preguntas en su cabeza.
Ahora más que nunca estaba dispuesta a buscar pistas que demostrarán la inocencia de Rachel, porque ella sabía que era inocente, el haberse pasado horas en su habitación de aquel hospital le bastaba para saberlo.
No le había contado a su compañera nada de eso, pues no sabía cómo iba a reaccionar esta.
Estaba preocupada e intranquila, por eso iba al hospital diariamente.
Aquello era tan raro, pues se pasaba más de dos horas frente a la camilla de Rachel Berry, mirándola, observando lo tranquila y diferente que era a la hora de dormir, hasta que uno de esos días despertó, descubriendola y tomándola por sorpresa, pues no sabía qué explicación dar.
No pudo evitar sonreír al recordar aquellos momentos.
Xoxoxoxoxoxo
- " Subdirectora?" - la rubia estaba leyendo una revista cuando escuchó la voz adormecida de la paciente.
- Rachel, no creí que despertarias ahora.
- ¿Qué hace usted acá? - la morena estaba demasiado dolorida, incluso hablar le provocaba dolor.
- Vine a hablar contigo, se que ya lo intenté, quise que hablaras pero nada, no me daré por vencida Rachel, quiero saber quién te hizo esto, tiene que recibir un castigo.
- Ya no importa quien lo hizo subdirectora, lo hecho, hecho está. - Rachel no podía mirarla a la cara.
- Por supuesto que importa Berry, no te das cuenta la gravedad del asunto? Casi te matan por dios!
- Pero no lo hicieron, así que ya deje esto tranquilo, ni siquiera recuerdo quién lo hizo.
- Mientes, pero esta bien, la doctora me ha pedido que no te presione ni nada por el estilo, pero dejame decirte Berry una cosa - la subdirectora se acercó peligrosamente a Rachel - No pienso darme por vencida, ni ahora, ni nunca. - tomó aire y continuó - hablemos de ti.
- No
- Hablemos de mi entonces - la rubia sabía que Rachel no hablaría bajo presión, lo que necesitaba era ganarse su confianza, y eso iba hacer.
- Soy una mujer de ciudad, mis padres se divorciaron cuando tenía diez años, fue algo difícil pero decidí enfocarme en el colegio, siempre he sido muy competitiva, y creo también demasiado perfeccionista. - Rachel escuchaba atentamente a la subdirección, se veía tan hermosa, y sus movimientos eran tan delicados, podría pasarse horas solo observándola.
- Mi padre me construyó una casa del árbol cuando cumplí 6 años, en la cual siempre me sucedía algo.
- Algo de que? - Quinn se sorprendió por la pregunta, Rachel estaba interesada en la conversación, eso era un avance cierto?
- Pues, siempre me caía, terminaba con severos raspones, también tuvieron que ponerme algunos puntos en la ceja y en la oreja.
- Habla en serio?
- Si - para la subdirectora no pasó desapercibida esa pequeña sonrisa en el rostro de la morena. - digamos que fui una niña demasiado inquieta, y eso tuvo sus consecuencias.
Cuando entré en los trece, la casa del árbol paso de mi lugar de travesuras, a mi escape.
- De que quería escapar?
- De la adolescencia Rachel, creo que hasta ahora, esa ha sido la etapa más difícil.
- Y qué de malo había en ese entonces, usted debió de haber sido la más hermosa de la escuela, la más popular.
- Te equivocas, en ese entonces yo era una perdedora, era gorda, tenía acné y no tenía amigos.
Rachel no podía creer lo que escuchaba, le parecía imposible que la hermosa rubia que estaba sentada frente a ella, tuviera un pasado así.
El colegio se convirtió en una pesadilla, tenía una compañera que siempre me molestaba, hacía comentarios muy dolorosos, y todos reían.
- Le contó a alguien? - la pequeña morena apretó sus puños con rabia.
- No, claro que no.
- ¿Por qué?
- Porque si hablaba, creo sería peor, y llegó el día en que ya no pude soportarlo más, cuando entré al instituto, esa chica me esperaba para seguir burlándose de mí, no se cansaba, solo que esta vez si hice algo al respecto.
- ¿Qué hizo?
- la golpee - sonrió - la golpee hasta que me cansé, hasta que ya no pude levantar las manos.
Sentí que unas manos fuertes me quitaron de encima de aquella niña, y fui arrastrada prácticamente a la dirección, llamaron a mis padres y me expulsaron.
- Supongo que su padre debió enfurecerse - ese comentario resonó en la cabeza de la rubia.
- No, ellos quisieron saber lo que había pasado, y si me llamaron la atención por no haberles dicho nada, pero entendieron todo, y mi padre pidió su traslado a otra ciudad.
Estaba tan asustada por mis problemas que, no me di cuenta que mis padres volvían a estar juntos.
Volvían a estar enamorados.
- Vaya, que historia.
- A veces vemos a las personas, pero no sabemos qué se esconde detrás de aquellas sonrisas.
Bueno, qué tal si ahora me cuentas algo de ti.
- Yo, me siento un poco cansada, creo que debería volver a dormir.
- Esta bien, por hoy te has salvado, deja te ayudo con esas almohadas - la rubia se acercó de nuevo a la morena, acomodo sus almohadas y sin querer quedó a escasos centímetros del rostro de la menor. - Así está bien? - preguntó a la pequeña sin moverse.
- Así está perfecto - respondió Rachel con un toque de picardía.
Se acercaron lentamente, hasta rozar sus labios, ninguna hizo nada, ninguna inicio nada, pero ambas sentían algo increíble en ese momento.
Alguien se acercaba a la habitación, y Quinn se puso de pie rompiendo aquel bello momento, pero no sin antes dejar un pequeño beso en la nariz de Rachel.
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Desde esa tarde, las visitas eran diarias, a pesar de no haberle sacado información alguna a Rachel, a ella le fascinaba estar ahí, mirándola.
Y esas citas siempre terminaban con un beso en la nariz por parte de la rubia hacía Rachel, quería hacerle saber que no estaba sola, y que podía contar con ella siempre.
Pero, aquellas visitas llegaron a su fin.
Tenía ya una semana sin verla, sin poder hablar con ella, sin besar su hermosa nariz.
La doctora le había dado el alta y había vuelto a su celda, esto complicaba la situación, no podía ir a verla cada que ella quisiera, pero algo tenía que hacer para volver a estar cerca de Rachel.
Tomó su bolso y se puso de pie dispuesta a marcharse, tenía una cita, si todo salía bien, podría ayudar a Rachel, pero si no.
Tenía miedo, no sabía con quién se vería, así que tenía que hablar con Santana para avisarle lo que iba hacer.
Buscó su móvil y comenzó a marcar el número de su amiga, dio tono una, dos, tres veces y la voz de Santana se escuchó.
" Hola soy Santana López, por el momento no puedo responderte, si lo deseas y es urgente deja tu mensaje"
- Rayos! Estupida Santana, donde estas cuando se te necesita ah? - Dijo la rubia, no tendría otra opción que dejarle un mensaje - "Santana, soy Quinn, recibí un mensaje de un número desconocido, donde decía que quería hablar de Rachel Berry, así que, debo ir allá y ver de qué se trata, si no regreso para la hora de la comida, buscame en el restaurante del hotel del pueblo" - Colgó.
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Durante el mes que había pasado desde el día de la golpiza hacía Rachel, Santana se había dedicado a interrogar a todas las presas, pero sin éxito alguno, sentía que nadaba contra corriente.
- Oficial López.
- ¿Qué pasa Sue Sylvester?
- Pues, resulta que la guardia de esta noche acaba de informar que no se presentará, problemas personales.
- Ok gracias por avisarme, yo me encargo de esa guardia.
- No! - Santana la miró fijamente queriendo entender el desafío. - Digo, no hace falta, pensé que yo me podría hacer cargo.
- No te parece que has trabajado mucho esta semana?, según mis datos, has doblado turno los últimos tres días, que no te cansas? O , ¿Acaso hay algo aquí por lo que no te quieres ir?
- Si bueno, algo de dinero extra no le cae mal a nadie no cree?
- Si, es cierto, solo te pido que estés atenta a la celda de la 1512.
- Entendido - dijo la mujer y se marchó victoriosa.
-"Dicen que al enemigo es mejor tenerlo de nuestro lado, cierto?" - susurró santana.
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Conocía el lugar como a la palma de su mano, pues en varias ocasiones había estado ahí, con su amiga e incluso con sus padres.
Pero no sabía qué esperar, mejor dicho, no sabía a quién esperar, se adentró al lugar, dirigiéndose a la mesa más aislada del restaurante, si aquella persona era un informante, no quería interrupciones, ni mirones.
- Buenos días señorita, espera a alguien? - un mesero se acercó a su mesa, y no supo qué responderle.
- Al parecer si, mi nombre es Quinn, si alguien pregunta por mi, podría traerlo?
- Con mucho gusto señorita, permiso.
El mesero se retiro y Quinn revisó su teléfono, Santana no le había marcado.
Volvió a marcarle, esperando esta vez tener más suerte.
Uno, dos, tres tonos…
" Hola soy Santana López, por el momento no puedo…
- Dios Santana! Que carajos estas haciendo que no puedes responder mi llamada.
- Subdirectora? - la rubia volteó enseguida.
- Emma? - "Qué está pasando?" pensó Quinn. - Tú me enviaste el mensaje?
- Así es Quinn.
- Porque? Acaso sabes algo que yo no se acerca del caso de Berry?
- Quizás, más de lo que debería Quinn.
- ¿De qué hablas Emma?
- Encontré a la madre de Rachel…
Definitivamente, eso no se lo esperaba.
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DISCULPEN LOS ERRORES
