Ni glee ni sus personajes me pertenece.

Advertencia Rachel G!P.

Capítulo Díez.


Danielle.

Danielle, mejor conocida en prisión como Dani, poco o nada se sabe de esta chica, solo uno que otro rumor que se a corrido por todo el reclusorio.

Se dice que tiene apenas veintisiete años, y que es hija de un matrimonio muy poderoso, pero no saben quienes sean los padres, también se rumoró que gracias al poder de su familia, su condena fue de dieciocho meses en el reclusorio de Folsom, esto último se debía a que el padre movió sus influencias para que quedara en esa prisión, y no corriera ningún peligro.

Desde que cayó en la prisión, se notó el poder que tenía, pues se le otorgó una celda para ella sola, la cual contaba con muchos lujos, entre ellos contaba con una pantalla, una computadora portátil, un minibar, una cama y un teléfono móvil.

Ante este abuso de autoridad, Quinn no pudo hacer nada, y es que nunca podía, solo le tocaba acatar las órdenes de su jefe, y este siempre llevaba una tajada de todo aquello.

Otro rumor que se regó de la chica de cabellera rubia, fue que era lesbiana, y al inicio quiso aprovechar todo su dinero para meterse con algunas de las reclusas, pero sólo las interesadas cedían.

Un día una chica se acercó a ella, y le pidió ayuda, quería encontrar a una hermana, y Danielle le ayudó, la chica dijo que le pagaría muy bien, pero Dani se terminó enamorando tanto, que jamás le cobró un solo peso.

Con cada día que pasaba, Dani se enamoraba e ilusionaba más, pero aquella chica solo se aprovecho de lo que tenía.

Se decía que tenían un romance, pero la chica lo desmintió de una manera muy cruel, y eso le rompió el corazón.

Desde ese día todo cambió para Danielle, el amor le había jugado una mala pasada y eso marcó su vida.

Dicen que después del dolor sigue la aceptación para terminar con el odio y el rencor, y en el caso de Dani no fue la excepción.

Pasó una semana encerrada en su celda, no salía ni para comer.

Pasaba las noche planeando la venganza perfecta en contra de aquella pequeña rubia que le destrozó el corazón.

Pero jamás pudo llevarla a cabo, la amaba demasiado, así que solo se dedicó a tratar de olvidarla, por esta razón dijo a todas las reclusas que lo que había dicho la pequeña rubia era cierto, se había acostado con ella solo para cobrarle el favor que le hizo, así mismo, también les dijo que el día que necesitarán un favor así, ella estaba dispuesta a ayudarles, a cambio de sexo o dinero, según lo que se le antojara en su momento.

Y pasó, se acostaba con cualquiera que necesitara su ayuda sin importarle nada, lo único que quería era sacar a cierta chica de la cabeza, pero sin éxito alguno.

XOXO


- Berry… - La oficial López llegaba hasta las gradas donde se encontraban las tres chicas, interrumpiendo la conversación. - Tienes visita.

- No puede ser. - las chicas miraron a Rachel sorprendidas, esta se veía preocupada, si la visita que tenía, se trataba de su madre, podía haber problemas.

Se puso de pie y Santana la esposó por el frente, sabía que eso era parte del reglamento pero lo odiaba, odiaba llevar ese metal en las manos.

Se dio la vuelta y les dijo a sus compañeras que las vería más tarde, solo asintieron.

Rachel iba cabizbaja, extrañaba a su madre, su comida, sus palabras, las charlas matutinas entre los tres, y en momentos como ese, extrañaba sus besos y abrazos.

Santana por su parte, se preguntaba si el plan ideado por Quinn, para descubrir toda la verdad sobre Rachel funcionaria, no estaba muy segura de que Berry les dijera la verdad, pero parecía la única opción, así que optó por seguir las indicaciones de su jefa, lo que no sabía Santana, es que Quinn tenía dobles intenciones, quería ver y hablar con Rachel.

- ¿Quien a venido a verme?

- Eso no lo puedo decir, más bien camina y pronto lo sabrás Berry.

Algo raro pasaba, Rachel lo sabía, pues no habían tomado el pasillo por donde supuestamente quedaba la sala de visitas, se dirigían a las oficinas, pero, ¿para qué?.

- ¿A dónde vamos oficial López?- se detuvo de golpe.

- Te dije que tenías visita Berry, sigue caminando. - no lo hizo.

- Tengo entendido que la sala de vistas está del otro lado de la prisión.

- Berry, cierra la maldita boca y camina quieres, conmigo estas segura ¿de acuerdo?

Decidió creerle y continuó caminando.

Llegaron hasta la subdirección, y Santana golpeó la puerta hasta que abrieron.

- Pasen - Quinn estaba en la puerta, miraba a Rachel de una manera tan intensa que a la menor le temblaron las piernas.

- Quinn, todas las celadoras creen que Rachel está en la sala de visitas, no tenemos mucho tiempo ¿de acuerdo?.

- Lo sé Santana tranquila. - la morena observaba la interacción entre las chicas y no entendía de qué iba todo aquello.

- Esperaré afuera.

Salió cerrando la puerta detrás de ella.

- Hola Rachel, ¿Como estás? - la morena levantó su cara y miró fijamente a Quinn.

- No entiendo, ¿no se suponía que tenía visita?

De las pláticas y risas que hubo en el hospital, ya no había nada, y eso le dolió a Quinn.

- Así es Berry. - respondió de manera fría. - Yo soy tu visita.

- ¿Cómo? ¿eso está permitido?

- Yo soy la subdirectora de este reclusorio Berry, y la que está al mando, no necesito tener el permiso de nadie para hacer lo que yo quiera.- la morena se dio cuenta que quinn respondía a la defensiva, se había molestado por la actitud con la que llegó, pero no la iba a cambiar.

- ¿y por qué estoy acá? ¿hice algo malo?

- No, nada de eso.

- Entonces no entiendo.

- Si te trajeron aquí fue para que podamos hablar sobre lo que pasó hace un mes Berry.

- No hay nada de qué hablar subdirectora. - Rachel no podía involucrar a la rubia, esta podía correr mucho peligro si se enteraba de la verdad.

- siéntate - Quinn estaba molesta, la haría hablar a como diera lugar.

- No! - alzó su voz - lo mejor será que me vaya .- también estaba molesta.

La rubia respiró profundamente, y contó hasta diez, no podía perder la cabeza, y tampoco podía perder el poco avance que se había dado entre ellas.

- Rachel, toma asiento por favor, necesito que hablemos y no hay mucho tiempo.

Además, por lo que ha pasado, es obvio que no podemos arriesgarnos a que alguien sepa de estos encuentros.

- ¿A que se refiere con eso?

- Por dios Rachel! ¿acaso crees que soy estúpida!?- y su paciencia se fue a la basura.

- No dije eso.

- Se perfectamente que alguien te mandó a callar hace un mes, se , que quizás significas peligro para una persona.

Hace un mes, una o varias chicas te golpearon en las regaderas, ¿por qué? Quizás para callarte pero, ¿Qué es lo que quieren que calles Rachel? Dímelo por favor

Confía en mi.

- ¿Qué confié en usted? Por favor subdirectora, hace un mes confié en la policía, y míreme! Ahora estoy acá, y jamás saldré de este infierno.

- Rachel yo…

- Rachel nada Subdirectora, me entregué a la policía, creyendo que en cuanto dijera lo que había pasado todo se solucionaría, pero no fue así, la ley me condenó sin más.

Gracias a ustedes, a su justicia - recalcó la morena de forma sarcástica - ahora estoy aquí, y estuve apunto de morir.

No necesito que me ayude a nada y mucho menos necesito su protección, aprenderé a cuidarme sola.

Quien sabe, quizás y usted también está detrás de todo esto.

Eso fue un golpe muy bajo para la rubia, ¿había escuchado bien?

Si, Rachel sospechaba de ella.

Eso fue lo último que pudo soportar.

- ¿Te das cuenta de lo que acabas de decir? - la morena no dijo nada, solo agachó su cabeza, supo que lo había arruinado todo. - Vaya, no puedo creerlo, ahora resulta que por querer ayudarte ya soy una sospechosa.

La visita terminó Berry.

Quinn tomó su celular y llamó a la latina para decirle que ya había terminado con la visita, esta le dijo que estaría afuera esperando a la morena.

La oficial López está afuera esperándote, puedes irte.

Se puso de pie y caminó hasta la puerta, se detuvo y cuando quiso girarse para pedir una disculpa, la rubia habló.

- Largo de aquí Berry!. - se paró y se acercó a la ventana.

La morena salió con el corazón roto, estaba arrepentida de lo que dijo, pero no pudo contenerse.

- ¿Todo bien Berry?

- Nada puede estar bien oficial.

Xoxo


- ¿Averiguaste algo rubia? - Santana entraba sin tocar como siempre, pero esta vez la rubia no dijo nada.

- Si

- ¿Qué fue?

- Que soy una estúpida Santana.

- ¿Qué dices? No entiendo Fabray, digo, no voy a desmentir eso de que eres una estúpida pero, a qué viene ese comentario.

- A qué me equivoqué con Berry Santana.

- ¿Por qué dices eso?

- Porque ahora resulta que Berry piensa que yo estoy detrás de todo lo que le ha pasado.

- ¿Qué? ! - Santana comenzaba a molestarse. - Joder Quinn, ¿qué demonios pasa con esa niña? Lo único que queremos es ayudarla.

- Lo sé, pero ya no lo haré mas.

Es obvio que ella no nos necesita, y no quiere nuestra ayuda Santana.

- ¿Y ya? ¿Eso fue todo?

- ¿Cómo?

- ¿Así de rápido te rindes rubia? Vaya, creí que en serio buscabas justicia.

Pero veo que pudo más los comentarios de una niña asustada.

A no ser que…

- ¿A no ser que que Santana?

- Claro, ahora entiendo.

¿Te dolió cierto?

¿ Te dolió que Rachel haya desconfiado de ti después de todo no?

- No se de qué diablos me estas hablando Santana.

- Oh vamos Quinn! ¿Olvidas que soy tu mejor amiga?

¿Olvidas que te conozco a la perfección?

¿Acaso crees que no me di cuenta que ibas a ver a Rachel todos los días al hospital? - Bingo! Pensó Santana, la cara de Quinn era un poema.- ¿Crees que no se que has roto el protocolo? ¿Qué tu interés por Rachel no es sólo el de demostrar su inocencia?

Cruzaste la línea Quinn, es obvio que Rachel te interesa más de lo que quieres admitir.

Y es por esa razón por lo que te ha dolido tanto lo que Rachel ha dicho… ¿o me equivoco ?

- No Santana, no te equivocas, me gusta Rachel Berry, más de lo que debería.

Yo se que esta mal, que es una reclusa, y tiene una condena, pero no pude evitarlo San, traté, te juro que traté de una y mil formas no romper el protocolo, pero no pude hacer nada al respecto.

- ¿Qué pasó en el hospital Quinn?

- Pues hablamos, de muchas cosas, bueno, casi siempre era yo la que hablaba, no pude evitar tocarla.

- ¿La tocaste?

- Si, osea la tome de la mano, le acaricie el rostro, su cabello.

- A vaya. - suspiró aliviada la latina.

- Idiota.

- Entonces, si te gusta tanto, no puedo creer que te des por vencida tan fácilmente Quinn.

- Me dolió muchísimo lo que me dijo Santana.

- Sabes que yo nunca he estado de acuerdo con esas cosas, siempre sigo las reglas, pero esta vez se trata de mi mejor amiga, así que te ayudaré.

- ¿Hablas en serio?

- Por supuesto rubia, déjalo todo en mis manos.

Solo recuerda, que debemos andarnos con muchísimo cuidado, Sue Sylvester anda por ahí, y sus oídos deben de estar en todas partes, al igual que sus ojos.

- Hablando de Sylvester, - Quinn llevaba un par de días planeando la siguiente estrategia. - ¿cuantas horas son las que debe cumplir un celador de trabajo a la semana de forma obligatoria?

- 72 horas ¿por?

¿Y cuanto tiempo tiene trabajando aquí?

- Si mis cuentas no me fallan tiene cinco semanas, pero no entiendo qué tiene que ver todo eso.

- Ahora lo sabrás, ¿tienes el registro de horas trabajadas de los celadores?

- Por supuesto, está en la base de datos de guardias, puedes ingresar desde tu computador.

- Perfecto, gracias.- la rubia se acercó a su computadora y comenzó a teclear y a buscar algo.

- Quinn, no entiendo, qué tiene que ver eso con lo que estábamos hablando.

- ¿cuantas horas extras ameritan un día de descanso obligatorio?

- 21 días pero…

- Bingo!- Quinn tenía una sonrisa enorme en su rostro, había encontrado una solución para alejar a Sue Sylvester por unos días del reclusorio.

- ¿Qué? ¿Qué pasa rubia?

- Pasa mi querida Santana, que, si estos registros están en orden y son correctos, Sue Sylvester ha trabajado 136 horas en esta semana.

- Vaya, ja, eso sí no me lo esperaba rubia, creo que se te está quemando el cerebro.

- Bueno, en realidad son 96 horas las que ha trabajado esta última semana, pero, como no ha tomado ninguno de sus días de descanso, los cuales son cinco, que equivalen a 40 horas de trabajo, y sumandolo serían entonces 136 horas Santana.

Y si cada 21 horas extras amerita un día de descanso obligatorio, ella tendrá que tomar tres.

- Oh por dios Fabray! Como no lo pensé antes!.

Entonces la mandaras a casa ahora mismo?

- No eso no López.

- ¿Cómo? Pero creo que es el momento perfecto para deshacernos de ella ¿no?

- Lo es Santana pero no hoy, tendrá que tomarse esos días a partir de mañana, por ahora nos conviene que trabaje este día.

- ¿Por qué?

- Porque si la mando a descansar desde hoy jueves, el domingo a primera hora estará aquí.

Y eso no nos conviene porque el domingo tenemos la cita con la madre de Rachel y ni tu ni yo estaremos aquí para cuidarla.

- Tienes toda la razón.

- Ahora necesito que la llames y que le digas que necesito hablar con ella.

- De acuerdo, voy a darme una vuelta para asegurarme de que todo esté bien con Rachel, y de paso para decirle a Sylvester que la necesitas.

- Me parece perfecto, gracias.

- Hablamos más tarde rubia.

-Hasta más tarde Santana, cuidate.

XOXO


Santana caminaba por los pasillos de aquel reclusorio, buscaba a cierta morena que últimamente era la culpable de sus desvelos, y la encontró.

Rachel y sus compañeras estaban terminando la plática que había quedado pendiente.

Santana las miraba de lejos, se veían algo sospechosas, quizás aquellas chicas sabían más de Rachel que lo que quinn y ella sabían.

Del otro lado de las gradas, vio que había una chica escondida, no pudo recordar su nombre pero sabía que pertenecía a la pandilla de Alex Gordon.

Que raro, pensó la latina.

Tomó su radio para comunicarse con Sue Sylvester, no la había visto por ningún lado, y eso era más raro aún.

- "Oficial López pasa algo?" - se escuchó a través del radio.

- "Si Sylvester, la subdirectora la necesita en su oficina"-

- "de acuerdo oficial, más tarde pasó a su oficina" -

- "Nada de más tarde Sylvester, la ocupa ahora"-

- "Entendido señora"-

- Solo espero que Quinn pueda con esta mujer.

La latina tenía trabajo, y era descubrir porque aquella chica espiaba a Rachel y a sus amigas.

Xoxo


Quinn Fabray seguía trabajando en la computadora, quería encontrar información sobre Rachel y su familia, pero parecía que algo o alguien había borrado todos los datos de la morena.

Un ruido se escuchó detrás de la puerta, y eso alertó a la rubia, se acercó y la abrió encontrándose con Sue Sylvester.

- Subdirectora, me dijo la oficial López que me necesitaba.

- Así es Sylvester - Quinn se había llevado tremendo susto, no esperaba encontrarse con aquella mujer, y lo cierto era que Sue Sylvester solo le inspiraba desconfianza. - Me di cuenta de algunas cosas y de eso quería hablarle.

Sue Sylvester se puso tensa. - Usted dirá subdirectora.

- Pasa y toma asiento por favor.

Sue entró y cerró con un poco de violencia la puerta, esto puso a temblar a la rubia.

- ¿De qué quiere hablar subdirectora?

- Verás, cada semana hago un chequeo en la base de datos de guardias que tiene la jefa de celadores Santana López.

Y me he dado cuenta que no has tomado tus días de descanso, y con el día de ahora serían cinco días ya, que equivalen a 40 horas de trabajo.

- Bueno subdirectora, a veces un ingreso extra no cae mal.

- Eso es cierto pero, usted ha trabajado esos cinco días de a gratis, puesto que los días de descanso no se pagan, sólo se pagan seis días de trabajo, más las tres guardias que toda celadora hace a la semana.

- Oh vaya, eso no lo sabía, que tonta -

- ¿No lo sabía? Que raro, si según su expediente, usted a trabajado en varios reclusorios.

- Eh si bueno, lo que pasa es que nunca trabajé en mis días de descanso, por eso nunca supe eso.- Se removió incómoda en su asiento.

- Bueno oficina, pues ahora ya lo sabe.

Pero no era eso lo que quería hablar con usted realmente.

- ¿Entonces qué?

- Pues una de las reglas de los celadores es que, todos y cada uno de ellos debe cumplir con 72 horas de trabajo obligatorias cada semana.

Si algún celador sobrepasa esta cifra, tiene que tomar un descanso obligatorio, que equivale a un día completo, esto para su bienestar.

Pero, eso solo pasa si un celador sobrepasa la cifra con 21 horas extras.

Si son menos se quedan pendientes hasta que tengas las 21 horas.

- Y, ¿Qué es lo que me quiere decir con todos estos datos subdirectora Fabray?

- Lo que quiero decir oficial Sylvester es que, usted ya superó la cifra, según los registros usted trabajó esta semana 96 horas, sus 72 horas obligatorias más las tres guardias extras que hizo esta semana.

- Subdirectora yo… - Quinn alzó su mano para callarla y continuar.

- Y si a esas 96 horas le sumamos las 40 de sus días de descanso que trabajó, nos da un resultado de 136 horas trabajadas esta semana, que equivalen a tres días de descanso obligatorios oficial.

- No los quiero.

- ¿Perdón?

- Cómo escuchó, no los voy a tomar necesito el dinero.

- Oficial Sue Sylvester, ¿Acaso escuchó que yo le pregunté si quería tomarse el descanso?

- No pero…

- Exacto, es una orden y usted está aquí para acatarla.

- Sue se puso de pie, se apoyó en la mesa y miró de manera desafiante a Quinn. - ¿Y qué pasa si no lo hago?

- Tendré que suspenderla, ¿quedó claro?- Quinn ni siquiera se inmutó, al contrario, de una manera fría controló la situación - a partir de mañana debe tomarse el descanso, y tiene que presentarse el lunes a primera hora como siempre, ¿entendió oficial?

- Si subdirectora. - estaba roja del coraje.

- Ya puede retirarse y seguir con su trabajo.

- entendido. - con furia se levantó del asiento y se dirigió a la puerta, pero Quinn la detuvo.

- Y, oficial Sylvester,- se detuvo pero sin mirar a Quinn. - espero no verla por acá hasta el lunes.

No me obligue a suspenderla.

Salió azotando la puerta, Quinn suspiró con alivio.

Xoxo


Eran las cuatro de la tarde y todas las reclusas se encontraban realizando sus actividades diarias, unas ya habían terminado y se encontraban jugando baloncesto en la cancha

A Rachel y a Mercedes les ha habían asignado las áreas verdes que se encontraban frente a las canchas, y a Brittany le había tocado los baños, para su mala suerte, pero esta última ya había terminado y se encontraba ayudando a sus otras dos compañeras.

- Chicas, ¿pudieron hablar con esa tal Dani?

- Tranquila enana, Brittany lo hizo, ¿Cierto rubia?

- Si si! , me dijo que te espera esta noche en su celda.

- ¿Cómo? ¿Así nada más?

- Si rubia, ¿como lo conseguiste tan fácil?

- Pues Dani y yo somos buenas amigas por eso.

- ¿Es solo por eso o será que ya entraste en ese overol naranja? - Mercedes y Rachel se rieron.

- Nada de eso Mercedes, bueno, ella en algún momento lo intentó.

Pero bueno, lo importante es que ya lo conseguí, hablé con ella y accedió.

Esta dispuesta a ayudarte,

Pero tiene que verte primero.

- Tiene que darte el visto bueno - se echó a reír de nuevo.

- Cierra la boca Mercedes. - eso solo provocó más la risa de Mercedes. - Muy bien, pues esta noche le haré una visita a esa tal Dani.

No había vuelta atrás, la decisión estaba tomada por la morena, haría lo que fuera para demostrar su inocencia.

XOXO


Un tono, dos tonos, y por fin alguien respondía del otro lado de la línea.

- Sue Sylvester, espero que me estés llamando para darme excelentes noticias.

- Nada de eso Jefe - se le formó un nudo en la garganta - tenemos problemas.

XOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXO


Nos leemos pronto!