NI GLEE NI SUS PERSONAJES ME PERTENECE.
SOLO ESTA HISTORIA.
ADVERTENCIA RACHEL G!P.
— ¡Brittany! — un hombre asiático que estaba sentado al fondo de la sala, se puso de pie y saludó con entusiasmo.
Brittany atravesó la sala de visitas hasta donde estaba el hombre con su enorme sonrisa.
Corrió a sus brazos, porque lo extrañaba, se fundió en ese abrazo, porque lo había necesitado tanto, sintió quebrarse, pero no importaba, era su mejor amigo y con él podía quitarse todas sus máscaras.
— Mike — sollozó la rubia.
— Mi pequeña rubiecita — dejó un ligero beso en la cabeza de Brittany al separarse de ella.
Mike ayudó a la rubia a sentarse como el caballero que era, luego hizo lo mismo frente a ella.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó la rubia.
— ¿Qué clase de pregunta es esa Brittany?, Soy tu abogado y tú mejor amigo, por eso vine a verte — la rubia lo miró de mala manera — ¿Por qué me miras así Pierce?.
— Porque hace más de dos meses que mi abogado no ha venido a verme.
— Brittany, yo.
— Ni el, ni mi mejor amigo, ¿Puedo saber porqué? — la respuesta le daba un poco de miedo.
— Yo — titubeó por un segundo — he estado trabajando mucho en tu caso.
— Mentira — dijo Brittany con furia.
— No es mentira Britt, estuve buscando alguna solución para tu caso.
— Y en todo este tiempo, ¿No pudiste escaparte aunque sea una hora para verme? — el abogado no dijo nada y algo hizo click en la cabeza de la rubia — ¡claro! — golpeó la mesa con su puño — ahora entiendo todo.
— ¿De qué hablas?.
— Ella te prohibió que vinieras ¿Cierto? — Mike agachó la cabeza — no puedo creer hasta donde ah llegado su odio hacia mi, y tampoco puedo creer que te hayas prestado a su juego Mike, se supone que eres mi amigo.
— ¡y lo soy Brittany!
— ¡No es verdad! — gritó — si lo fueras, no me habrías abandonado.
— No te abandoné — susurró.
— ¿Por qué lo hiciste Mike? — lo miró intensamente — mírame a los ojos y dime porqué lo hiciste, ¿Por qué me abandonas cuando más te necesito?.
— No lo sé.
— ¿No lo sabes?, Pues yo si sé porqué lo hiciste — el chico levantó la mirada — lo hiciste porqué ella te dio el doble de lo que te estoy dando yo.
— ¡Por supuesto que no!.
— ¡Por supuesto que sí! — se gritaron — te vendiste al mejor postor, sin importar que soy tu mejor amiga, y sin importar también que gracias a mi, y a mi familia, ahora eres un abogado de gran prestigio.
— Eso no es así Brittany, no me he vendido a nadie, ni tampoco he aceptado dinero de nadie — estaba al borde del llanto — se perfectamente lo que tú y tu familia han hecho por mí, no soy un mal agradecido.
— ¿Entonces por qué la obedeciste? ¿Por qué te dejaste mangonear por ella Mike?.
— lo hice por ti Britt.
— Eso no es verdad — respondió con furia.
— Si lo es rubia — tomó las manos de Brittany — lo hice para protegerte.
— ¿Protegerme? — se tensó — ¿Protegerme de qué Chang?.
— Ella está buscando la forma de destruirte, de quitarte todo y acabar contigo Brit — la rubia quitó sus manos.
— ¿Tanto me odia Mike? — preguntó — ya pasaron varios meses y ella sigue igual.
— No te voy a mentir Pierce, está muy dolida, llena de rencor y rabia por todo lo que pasó, pero dudo mucho que te odie.
— ¿Y mis padres que opinan al respecto? — preguntó esperanzada.
— Ellos tienen la misma actitud rubia.
— Osea que no les importa.
— Claro que les importas mi niña, sólo están confundidos, debes darles tiempo.
— Me estoy volviendo loca Mike, siento que mi mundo se desmorona — comenzó a llorar — lo tenía todo, una carrera, una familia hermosa, amigos… todo lo que desee algún día, y ahora.
— Ahora me tienes a mi Brittany, no me iré a ningún lado, y no pienso descansar hasta devolverte esa vida hermosa que tenías.
— Y que por estúpida perdí ¿No?.
— Brittany, todos cometemos errores en esta vida, nadie es perfecto, nadie.
— quiero salir de aquí y recuperar mi vida mike, sé que a ella ya la perdí pero, la vida sigue.
— Vas a salir, te lo prometo, así la vida se me vaya en ello.
— ¿has podido avanzar en mi caso? — preguntó.
— pues, estuve tratando de conseguirte un amparo, estoy trabajando muy duro en tu caso, y sé que voy a conseguir algo.
— La visita terminó Pierce — una oficial llegó hasta la mesa donde estaba la rubia y su abogado.
Brittany se puso de pie y abrazó a Mike.
— Prométeme que no volveras a abandonarme.
— Lo prometo rubia.
La mujer esposó a Brittany y la llevó hacia la puerta, pero la rubia se detuvo.
— ¿Mike? — se giró.
— ¿Si?
— Dime algo — suspiró — ¿Su mirada sigue conservando ese brillo hermoso?
— Por supuesto — sonrió con ternura — aún tiene ese brillo hermoso.
— Genial — una enorme sonrisa se dibujó en su rostro — adiós Mike.
— Adiós rubia — La oficial se llevó a Brittany de la sala.
Mike tiró su portafolio con rabia y comenzó a llorar — No Britt, desde que te fuiste, no ha dejado de llorar por ti. — sollozó.
Santana entró a la oficina de quinn dando un portazo, caminaba en círculos demasiado molesta.
— López te juro que un día de estos vas hacer que me dé un infarto si sigues entrando de esa manera a mi oficina — dijo Quinn quitándose los lentes — ¿López? ¿Qué pasa ahora?
— Danielle, eso pasa.
— ¿Qué hizo la millonaria?.
— Es eso lo que quisiera saber — dijo sin dejar de caminar.
— Santana, no metas tus narices donde no te llaman — se levantó y caminó hasta su compañera — ¿quieres detenerte ya? — la tomó por los hombros y la llevó hasta uno de los sillones que había en la oficina.
— Es que no entiendo rubia, ¿por qué la protegen?, Ella hace lo que se le pega la gana en este lugar y todavía se da el lujo de burlarse.
— Dime qué pasó Santana.
— Iba hacia el patio cuando escuché la voz de alguien, me acerqué a ver de quién se trataba y era ella, hablando por teléfono — dijo molesta.
— ¿ Ella tiene un teléfono? — preguntó sorprendida.
— lo tiene Quinn, se lo tiré al piso de un manotazo, y la muy altanera me dijo que con un chasquido obtendría otro.
— puede que sea cierto, no creo que sea difícil para ella obtener otro.
— Necesito bajarle los humos.
— Santana no — se paró y ahora era ella la que caminaba de un lado a otro — esa chica está protegida, y lo sabes, no podemos hacer nada.
— Yo si — dijo muy segura la latina.
— ¿Si? ¿Y que harás?.
— Que haremos Quinn.
— ¿Perdón?.
— Lo que escuchaste fabray, solo tú me puedes ayudar en esto — se acercó a la rubia — solo tú y el director de esta prisión tienen acceso a los expedientes completos de cada reclusa.
— Santana, ¿qué parte de qué está protegida no entendiste?, Ni siquiera se su apellido.
Cuando llegó el director ocultó todo sobre ella, imagino que la gratificación fue muy buena — respiró profundamente — Santana, yo se lo mismo que tú… nada.
— ¿Y crees que el director tenga su expediente? — preguntó esperanzada.
— No lo sé.
— ¿Y por qué no lo averiguamos? — sonrió.
— ¿Como?.
— Entremos a su oficina.
— ¡Santana no podemos hacer eso!.
— Yo no, pero tú si Quinn.
Yo no puedo entrar ahi, pero tú eres la subdirectora y puedes entrar a cualquier lugar que desees.
— Cada vez que entro ahí, a ordenar o a trabajar, siempre falta un expediente López, y es el de Danielle.
— ¿Y hay algún cajón o algo bajo llave?.
— Si, un cajón, pero ya he intentado abrirlo y nada.
— ¡Demonios rubia!
— Deja eso ya Santana, si vuelve el director y se entera de que hemos hurgado en sus cosas, nos meteremos en problemas.
— ¿Qué nos puede hacer ese hombre Quinn?.
— Puede decir cosas que te has encargado de ocultar — Santana la miró en seguida — Y si lo hace, no solo te afectaría a ti Santana.
— No me importa si lo hace — escupió con rabia.
— Basta ya Santana, por mucho tiempo he callado y me e mantenido al margen de todo esto, porque te quiero, porque eres mi mejor amiga — se enfrentó a la latina — pero también lo es esa persona, y desde que todo pasó ni siquiera me dejas decir su nombre
¿Te das cuenta que me has obligado a darle la espalda?.
— Yo no te he obligado a nada Quinn — golpe bajo.
— Ah claro, fue mi decisión — llegó a la puerta y la abrió — pues mi decisión ahora es que no voy ayudarte con lo que me pides, no voy a ponerla en riesgo por una rabieta tuya y tampoco le daré más la espalda. — suspiró y apuntó hacia la puerta — ahora quiero que salgas de mi oficina, tengo mucho trabajo.
— De acuerdo, gracias de todas formas.
— De nada López — la latina salió de la oficina y Quinn cerró con seguro.
Una pelota botaba en la celda, con un mal lanzamiento, fue a dar bajo la litera.
Mercedes trataba de recuperarla, pero no podía, era inútil, la pelota estaba hasta el fondo.
— Deja, yo lo hago — dijo la pequeña mientras se agachaba para recuperar la pelota — listo — se la entregó.
— Pues con ese tamaño, bien podrías fugarte por entre los barrotes — se burló.
— Que chistosa — sonrió de manera sarcástica — mi tamaño tiene sus ventajas y desventajas créeme — Mercedes río.
— Enana, ¿Te puedo hacer una pregunta? — se puso seria de un momento a otro.
— Si claro.
— ¿Tienes algo con López?.
— ¿Qué? — se tensó — ¡por supuesto que no!.
— ¿Segura? — la reacción de Rachel le parecería algo extraña. — enana, cuídate de esa mujer, no es confiable, hay algo en esta prisión que la vuelve mala e idiota, lo digo muy enserio, ni Brittany confía en ella y tampoco quiere que tú lo hagas, ¿por algo será no?
— Está bien Mercedes, me andaré con cuidado con la oficial, pero, ¿Por qué me dices todo esto?
— Pues Brit me contó lo del post it , y me dijo que le tuviste que pedir un bolígrafo a López porque la rubia no traía el suyo.
— Ah, si, eso es verdad — la pequeña morena se puso algo nerviosa.
— También me dijo que si te lo prestó, pero eso está prohibido, si alguien se entera de eso, la oficial estará en problemas.
— No, la oficial no me prestó nada ¿Cómo crees que lo haría?, Yo tuve que robarselo, la distraje con la plática y se lo saqué — Mercedes no le estaba creyendo nada.
— Eso no fue lo que dijo Brittany — Su mirada tenía una pizca de desconfianza.
— ¿Y qué fue lo que dijo? — esa rubia es muy observadora, pensó Rachel.
— Dijo que te vió escribiendo en el papel que ella te dio, con un bolígrafo, mientras la oficial trataba de cubrirte — Rachel se sintió descubierta — ¿Es verdad lo que me contó Brittany o acaso vió mal? — el tono de su voz le advertía que no quería mentiras, y Rachel no tuvo otra opción.
— Es verdad, así fueron las cosas.
— ¿Y por qué le escribiste una nota a López? ¿Acaso está pasando algo que nosotras no sabemos?.
— No no no, por supuesto que no.
— ¿Entonces?.
Rachel sabía que si decía algo, tendría problemas, y no solo ella, también la señorita fabray.
— La nota no era para la oficial.
— ¿Ah no?.
— No, en si, la nota no era para nadie, es solo que yo me aburro y cuando estaba libre y aburrida, siempre escribía, por eso le pedí el bolígrafo.
— No te creo Berry, yo no he visto esa bendita nota por acá, y más te vale que me digas la verdad — se acercó a Rachel de manera intimidante, la morena retrocedió — sabes que puedes confiar en nosotras plenamente, así que, ¡habla¡ — la agarró fuertemente del overol.
— Está bien, está bien, te diré — estaba asustada, Mercedes le daba miedo — Era para Danielle, la nota que escribí era para ella.
— ¡Ja! ¡Lo sabía! Sabía que esa niña rica estaba detrás de esto — levantó las manos — ¿Por qué no me dijiste nada?.
— Es que yo, lo había olvidado.
— ¿Pero por qué le escribiste? No me digas que esa chica ya te flechó?.
— No, nada de eso, es solo que, mhm ella me envió una nota con la oficial, y yo solo le respondí, eso es todo.
— oh vaya, enserio que no pierde el tiempo esa mujer, ¿y qué decía la nota? ¿Aún la tienes? Puedo leerla?.
— ¿Qué? No no, yo ya no la tengo, la tiré a la basura — ya no sabía que más decir — solo decía que pronto nos veríamos y así — mentir no era lo suyo.
— Que raro está eso, esa mujer es muy directa.
— si si, me imagino — no sabía cómo salir de esa situación — oye, ¿ya se tardó Brittany no crees? ¿Vamos a buscarla para ver qué pasó con su visita?.
— Está en su celda.
— ¿Cómo lo sabes?
— Las visitas siempre le afectan, y se va a su celda y no sale hasta el siguiente día, pero si quieres vamos a buscarla.
— Si, vamos, no quiero que esté triste ni que se sienta sola, ¿Vamos?.
— Vamos — salieron de la celda y una chica se acercó a Mercedes y le susurró algo al oído, Rachel miró extrañada — enana ¿quieres adelantarte? Tengo que hacer algo super rápido, enseguida te alcanzo ¿bueno?.
— eh sí claro, ¿Todo está bien?.
— si, nos vemos en un rato — se alejó de la morena pero regresó enseguida — y morena, cuídate mucho por favor.
— si, tranquila, lo haré — la vió alejarse — ¿De qué me estoy perdiendo Mercedes? — susurró.
Una reclusa llegó hasta donde se encuentra el depósito de basura, vió que al final de éste salía humo, supo de quién se trataba.
— Sabía que aquí la encontraría —
— espero que ya me tengas algo de información sobre Berry — tiró el cigarrillo al suelo y lo apagó con el zapato — creo que ya te he dado mucho tiempo reclusa, y me estoy desesperado.
— sobre su ataque no sé mucho, pero me parece que alguien la espía, y creo saber quién es.
— ¿Y quién piensas que es?.
— eso no lo diré hasta que esté segura.
— ¿ Y sobre lo otro?, Sobre qué alguien va a ayudar a Berry.
— esa persona aún no le ha dado ningún tipo de información.
— ¿Pero quién es esa persona?
— Danielle.
— Maldita hija de…
— ¿Qué le pasa López?, Últimamente anda de malas, parece que odia a todo el mundo — sonrió malvadamente.
— Eso ya no te importa.
— Tiene toda la razón. — dijo con rabia
— Necesito saber todo lo que Danielle le diga a Berry, absolutamente todo.
— ¿De cuánto estamos hablando oficial? Digo, no es lindo estar aquí sin dinero, con lo que me deposita mi familia no me alcanza para mucho.
— Eres una… — la reclusa la encaró, y Santana calló, ¿qué estaba a punto de decir?
— ¿Por qué no termina de decirlo oficial?.
— No estás para poner condiciones, recuerda que si abro la boca, tu vida aquí será un infierno.
— Ya lo es oficial, así que ya no me preocupa si usted escupe su veneno, no me interesa lo que diga para destruirme, tenga por seguro que ya no me voy a dejar de nadie — Santana estaba sorprendida. — entonces ya sabe oficial, para la próxima traiga consigo algo de dinero, si quiere tener información de Berry, o mejor aún, por qué no le escribe una nota y le pide que le cuente todo — lo último no se lo esperaba la latina. — hasta pronto oficial.
Y ahí estaba, la última discusión del día, es que la latina no había tenido días tan malos como ese.
Lo único que quería era que ya terminara.
Necesitaba llegar a casa y pasar la noche con el amor de su vida.
Rachel llegó hasta la última celda, la celda de Brittany, estaba muy lejos para su gusto.
No entendía como Brittany podía estar ahí, tan lejos de todo.
Llegó, pero la celda estaba vacía, según Mercedes, la rubia tendría que estar ahí.
— ¿Berry qué haces aquí? — la rubia hizo acto de presencia, pero la forma en la que le habló a la morena no le gustó para nada.
La morena se dió la vuelta para ver a Brittany y asegurarse de que había Sido ella la que le habló de esa manera, tan fría y de mal humor.
— vine a verte Brit — la rubia estaba muy seria — ¿Está todo bien?.
— si, ¿Por qué lo preguntas?.
— Pues tú nunca me dices Berry, ni estás tan seria conmigo.
— Lo siento Rachel, las visitas me ponen de mal humor, lo siento de verdad. — su tono era más tranquilo — ¿Y Mercedes? ¿No vino contigo?.
— eh, no, bueno, no tarda en llegar, tenía algo que…
— Rubia hasta que apareces, ¿Dónde te habías metido? — preguntó Mercedes, quien llegó con una bolsa de papel.
— Pues estuve por ahí, pensando, ¿Y tú? ¿Dónde estabas? Creí que no querías dejar sola a Rachel.
— si es verdad, pero me regresé por esto, es para ti ¿lo recuerdas? — Rachel miró a Mercedes, sabía que eso no era verdad, porque cuando dejaron la celda, Mercedes ya llevaba la bolsa.
— uff que delicia, gracias, pero pasen, están en su celda — las tres rieron por el comentario.
Las chicas se sentaron en la cama y dejaron la mesa libre para que Brittany pudiera degustar su postre.
— por aquí tengo unas cucharitas, para que compartamos — sonrió con ternura la rubia.
Mercedes se acercó discretamente a Rachel para decirle algo.
— no hagamos preguntas que puedan incomodarla, ¿De acuerdo?.— la morena solo asintió.
Brittany llegó con unas cucharitas y las repartió, sacó el postre y lo puso entre las tres para comerlo.
— ay por dios rubia, esta cosa está deliciosa — dijo Mercedes con la boca casi llena.
— es verdad Brit, está riquísimo.
— y lo mejor es, que podemos disfrutarlo sin preocuparnos de ir a trabajar más tarde.
— ¡oh sii! — dijeron las otras dos.
— ¿Chicas?.
— Mhm — respondió Mercedes, Brittany tenía la boca demasiado llena para responder así que solo miró a la morena.
— ¿Cuál es el peor trabajo que les puede tocar aquí adentro?.
— Definitivamente los baños — dijo Brit cuando su boca quedó vacía — es el trabajo más asqueroso créeme.
— También la cocina — dijo Mercedes con cara de fastidio.
— ¿La cocina? — preguntó Rachel.
— Si, es una pesadilla lavar tantas charolas — dijo Brittany.
— o quitarle la grasa y la comida pegada a las sartenes — agregó Mercedes.
— ¿Y no es peligroso que pongan a una reclusa en la cocina? Digo, ahí hay objetos filosos.
— pues los cubiertos que usamos son de plástico así que por eso no se preocupan, y los objetos filosos que usan las cocineras, ellas mismas los lavan, y los guardan bajo llave. — dijo Brittany.
— además Rachel, es una prisión de mínima seguridad, las personas que llegan aquí, es porque dejaron de ser un peligro para la humanidad. — respondió Mercedes.
— vaya, ¿Y cuál es el mejor trabajo, o el menos horrible? — preguntó curiosa la pequeña morena, quería estar preparada para todo.
— La biblioteca — dijeron al mismo tiempo Mercedes y Brittany.
— ¿Por qué es el mejor?.
— porque lo único que tienes que hacer ahí, es llevar un control de quienes toman un libro, la hora en que lo hacen, y la hora en que los entregan, y ya es todo — comentó Mercedes.
— además, no sufres por el calor o el sol, ni por la tierra o cosas así — dijo Britt sonriente — y si quieres también puedes leer en tus ratos libres, que son muchos créeme.
— así es enana, la biblioteca es lo mejor que tiene la prisión, pero yo prefiero leer cuando todos se van.
— ¿Cuando todos se van? ¿Y a qué hora es eso?.
— después de las siete — respondió Brittany.
— ¿Pero no hay una oficial ahí vigilando?.
— se retira a las siete también — dijo Mercedes — así que ahí aprovecho para ir a leer con tranquilidad.
— pues entonces yo haré lo mismo, hace mucho que no leo, y me muero por hacerlo.
— si lo haces, nos avisas ¿Ok? Y cuídate de que nadie te vea, no quiero que te arriesgues. — Brittany asintió mirando a rachel.
— tranquilas, yo les avisaré.
07:10 pm.
Rachel caminaba sigilosamente por los pasillos de la prisión, estaba siguiendo los consejos de sus amigas para poder llegar a la biblioteca sin ser vista.
Todo estaba normal, y el área despejada, solo le quedaba un pasillo más y listo.
Echó un último vistazo para asegurarse de que estaba sola, y prácticamente se echó a correr sin mirar atrás, y sin darse cuenta que una persona la había descubierto.
Cerró despacio la puerta para no alertar a ningún guardia.
Aunque las chicas le dijeron que no había problemas con los guardias, si podría haberlo con las reclusas, y no quería que nadie se diera cuenta de que estaba sola en aquel lugar.
Se sorprendió al ver el lugar, ya había estado una vez ahí con Brittany, pero no estaba para disfrutar la vista como en ese momento.
Definitivamente la biblioteca sería su lugar favorito.
Miró los libros y comenzó a buscar uno, no tenía en mente ninguno en específico, solo quería leer.
Tomó uno y se fue a sentar lo más alejado de la puerta, así, si alguien entraba, le daba un poco de tiempo para poder esconderse.
Abrió el libro y se sumergió en la lectura.
Habían pasado casi diez minutos y ella estaba demasiado concentrada, hasta que un libro se cayó y la alertó.
Con una velocidad impresionante se metió bajo la mesa, pero no se escuchaba ni se veía nada.
Tal vez no era nadie, tal vez había dejado mal acomodado un libro y este por fin se había caído.
Pero quería asegurarse.
Salió de la mesa y comenzó a revisar la biblioteca, estaba nerviosa, sus manos no dejaban de temblar, tenía que sujetar fuertemente el libro para que no se le cayera.
Al parecer ella tenía razón, no era nadie, solo era un estúpido libro que le había sacado un buen susto.
Pero lo mejor sería que tomara algunos libros y se largara a su celda, donde estaba Mercedes y Brittany, donde estaba segura.
Tomó algunos a su paso y los metió en el overol, el libro que había empezado a leer minutos atrás, aún lo llevaba en su mano.
Por fin encontró la puerta.
Llegó hasta ella pero estaba cerrada, entonces no estaba sola.
Trato de abrirla de nuevo, pero nada.
Alguien llegó por detrás y la pegó a la puerta, iba a llorar, lo sabía.
La persona se retiró lentamente pero sintió que le apuntaba con un objeto.
Sus manos temblaban y el libro cayó al suelo.
¿Será un arma? Pensó rachel
De manera lenta fue levantando sus manos en forma de rendición, para que la persona se alejara un poco.
— ¿Lo que el viento se llevó?, No está mal — habló por primera vez la persona detrás de Rachel refiriéndose al libro que se le había caído de las manos a la morena.
La morena abrió sus ojos sorprendida… esa voz.
Se giró para ver si había escuchado bien, o su cabeza y corazón le estaban jugando una broma.
— ¿Señorita fabray?.
Espero les guste el capítulo, y si, sé que no ha habido mucha interacción entre las faberry, pero calma, que todo tiene su por qué.
Nos leemos pronto!
Saludos...
