NI GLEE NI SUS PERSONAJES ME PERTENECE… SOLO ÉSTA HISTORIA.
ADVERTENCIA RACHEL G!P.
Celda de Danny.
El sonido de un teclado, era lo único que se escuchaba en la lujosa celda de una de las reclusas más temidas de la prisión.
Aunque la apariencia de la chica, era muy angelical, lejos estaba de ser un ángel, muy lejos.
Se levantó de la cama, y dejó la computadora portátil aún lado, se puso de rodillas y comenzó a urgar bajo la cama.
Sacó una caja enorme que mantenía bajo llave.
Dejó la caja en la cama y se acercó a una mesa que tenía repleta de libros viejos.
Tomó uno y lo ojeo por varios segundos, hasta que una llave plateada cayó al suelo.
— ¿Por qué carajos nunca recuerdo en qué página queda? — susurró con molestia.
Como niña pequeña se lanzó a la cama y abrió la caja, pero de esta solo sacó un teléfono móvil.
Tecleó varios números, números que jamás olvidaría.
No la hicieron esperar.
— ¡Hey! ¿Alguien ya tiene móvil nuevo? — se burló la persona del otro lado de la línea.
— idiota, no es chistoso, tenía muchos contactos importantes en ese móvil —
— Dime por favor que no lo perdiste.
— Por supuesto que no, la estúpida de López me lo destruyó en mis narices — se puso de malas solo de recordar el amargo momento.
— ¿López? ¿Acaso no es la mejor amiga de Fabray? — silencio — ¿y la esposa de?
— Calla ¿quieres? Y si, es ella — aclaró las dudas del chico.
— Entiendo, bueno, supongo que me has llamado para saber si tengo la información que me pediste ¿Cierto?.
— Así es, sé que te di de plazo hasta el domingo pero necesito saber lo que tengas.
— Pues, hasta ahora, no he encontrado a la madre ni al hermano de Berry, amiga, a esos dos se los ha tragado la tierra.
— ¿Bromeas? No pudieron haber desaparecido así como si nada, algo les tuvo que haber pasado, y espero que el jefe no tenga que ver con eso.
— Sabes que mi trabajo aún no está terminado, pero he pedido que se haga una búsqueda intensa, y pues hasta el momento no los han encontrado — suspiró demasiado frustrado, no le gustaba fallarle a Danny — Por otro lado, ya tengo la carpeta con la información que me pediste, debo decir que la casa es hermosa, tenía un toque muy agradable.
— Me alegra escuchar eso, me urge esa información, amigo, ¿Recuerdas el último trabajo que te di antes de lo de Rachel? — preguntó demasiado interesada.
— ¿El de la chica problema?
— Si, justo esa.
— Tranquila Danny, ya lo tengo resuelto, hice todo al pie de la letra, así que, puedes dar el siguiente paso cuando quieras — respondió demasiado serio para el gusto de la chica — También dejé el teléfono desechable, así nadie podrá rastrear las llamadas, el número te lo envío en un momento por texto.
— Se perfectamente que este tipo de trabajos no te gustan, pero pronto terminará todo esto y nos iremos a tomar unos tragos ¿Qué te parece?
— ¿Qué tiene que ver la chica problema con la pequeña Berry? — ignoró la idea de los tragos por completo — soy yo el que hace el trabajo desde afuera, y claramente no entiendo la conexión que tiene cada uno o el riesgo que implica, y eso me frustra.
— Te entiendo, y te juro que el domingo que vengas, te contaré todo, te quitaré todas y cada una de tus dudas.
— Eso espero, bueno, te dejo, no quiero que te rompan el móvil de nuevo — sonrió.
— Claro, el domingo hablaremos, mira que hay mucho que contar, hasta pronto.
— Adiós.
— Adiós.
Terminó la llamada y dejó el móvil de nuevo en la caja, le puso llave y de una patada la empujó hasta el fondo bajo la cama.
Los barrotes de las celdas cercanas fueron golpeados e inmediatamente escondió cualquier cosa que le atrayera problemas, tenía la leve sospecha de que la oficial López no se había quedado tan tranquila.
— Buenas noche Danny — una celadora entró a la celda, era una persona de confianza para Danny.
— Annie, buenas noches, pensé que hasta mañana me visitarias — habló tranquilamente al saber que no se trataba de Santana.
— Pues, así sería, pero, como Vi que la subdirectora y mi oficial se marcharon, decidí que cumpliría con tu encargo hoy mismo, además, siempre la pongo a usted como prioridad — Danny sonrió.
— Lo sé Annie, por eso eres mi mano derecha dentro de esta prisión, enserio, eres como mi ángel guardián, y sabes que odio que me hables de usted.
— Es Verdad, lo siento Danny — se sonrojó — Bueno, aquí te traigo tu encargo, solo recuerda que no puede estar aquí mucho tiempo, si empieza el conteo y no está en su celda, me meteré en problemas. — Dijo la chica antes de salir de la celda.
— Tranquila, lo haré rápido.
La celadora volvio con una chica pelirroja.
— Entra — ordenó la celadora que estaba de guardia esa noche — Iré a revisar que no tengamos visitas inesperadas, no te tardes.
— No lo haré Annie — dijo sonriente.
La celadora se marchó dejando a las chicas solas.
— Alex, Alex, Alex, tanto tiempo sin hablar — caminaba cerca de la pelirroja.
— Sabía que volverías por mas — sonrió con descaro.
— ¿Ah sí? Se nota que no me conoces Alex, ya deberías saber que me gusta comer cosas diferentes, y no repito platillo.
— Eso no decías cuando te hacía gritar mi nombre entre suspiros y otros sonidos.
— Es Verdad, todavía lo recuerdo, y debo admitir, que eres increíble en la cama — detuvo su caminar — e incluso, me sentí tentada en buscarte y repetir esos momentos, pero ahora me alegro de no haberlo hecho.
— ¿Te alegras? ¿Por qué? — preguntó molesta.
— Porque la persona con la que me acosté, no es la misma que tengo ahora en frente de mi — se puso frente a ella — yo sé que mataste a un hombre, y dejaste gravemente heridos a otros, sé que la razón de ello es tu enfermedad, pero también sé que al entrar a prisión, te trataron médica y psicológicamente, en fin , yo lo se todo.
— No estoy entendiendo nada, sino me citaste aquí para tener sexo, ¿Entonces para qué?
— Te cité aquí, para saber qué pasó con la Alex que yo conocí hace tiempo.
— Sigo siendo la misma chica, de eso no hay duda.
— No, esa chica me contó, que le había prometido a su madre no volver a pelear, no volver a perder el control, no volver a golpear a una persona, y esa chica, no eres tú.
— ¿A qué te refieres? — preguntó nerviosa.
— Te dije que yo lo se todo, yo me entero de todo.
Alex no dijo nada, solo agachó la cabeza.
— Y una de esas cosas, es que, tu, y tú pandilla, golpearon a Berry.
— Eso no es verdad.
— Jamás pensé que harías algo así, y menos que te atrevieras a negarlo.
— Lo niego porque yo no le toqué ni un pelo — bufó.
— Pero tú pandilla si, y tú estabas ahi, ¿O me equivoco?
— No, no te equivocas, yo estuve ahí.
— Al fin y al cabo, es lo mismo Alex, lo que aún no se, y no entiendo — se acercó peligrosamente a la chica, esta retrocedió — es ¿por qué razón lo hicieron? ¿Qué te hizo Rachel para que la atacaran de esa manera?
— Eso no puedo decirte.
— ¿Por qué no?
— Porque no Danny, solo te puedo decir, que no lo hice por gusto.
— Pues ya me dijiste el porqué entonces, si no lo hiciste por gusto, fue por dinero, y no sirve de nada que lo niegues, he visto que te han estado depositando seguido.
— No lo niego, esa es una de las razones que me llevaron a golpear a Berry.
— ¿Una de las razones? Osea que hay más.
— Olvida el tema Danny, no diré más, buenas noches — trató de salir, pero Danny no se lo permitió.
— Sabes que sería muy fácil para mí descubrirlo, pero me gustaría que fueras tú la que me lo diga — se calmó — yo puedo ayudarte si lo necesitas.
— Si te cuento, podría pasar algo grave.
— Y si no lo haces, Rachel Berry seguirá en riesgo.
— Y mi familia también lo está — susurró con tristeza.
— Confía en mí Alex.
— No puedo, de verdad no puedo.
— ¿No puedes o no quieres Gordon?
— No puedo Danny, si lo hago, le harán daño a mi familia — sollozó.
— Bueno, de alguna manera tengo que lograr que confíes en mí — se dió la vuelta y de nuevo ojeo el libro viejo, solo que esta vez, si encontró la llave — espera un momento.
Alex miraba atenta cada movimiento.
Danny encendió el móvil, y marcó el número que le envío su amigo.
— " ¿Hola? ¿Señora Gordon?"
— " si, yo soy la señora Gordon, usted debe ser Danny"
Alex se sorprendió cuando la pelirroja mencionó a su madre.
— " si, soy Danny, me imagino que ya le contaron la situación "
— "lo hicieron, pero no estoy entendiendo nada, ¿Por qué mi familia y yo estamos en peligro?"
Danny tecleó el altavoz para que su compañera escuchara la conversación.
— "Dejeme aclarar sus dudas señora Gordon, hay una persona que está amenazando a su hija, Alex, con hacerle daño a usted y a toda su familia si ella no hace lo que le piden"
— "Dios, ¿Le han hecho algo malo a mi hija?"
— "No, tranquila, ella está bien, pero si la están obligando a hacer cosas malas, pero no, no lo ha hecho, ella está cumpliendo con la promesa que le hizo a usted"
Alex la miró aliviada, ella no quería fallarle de nuevo a su madre.
— "Lo único que le pido es que confíen en mí, y haga todo lo que mis hombres le pidan, y estarán a salvó, por su hija no se preocupe, ella también está a salvo"
— " Muchas gracias señorita, haré lo que me digan, de verdad muchas gracias "
— "No tiene nada que agradecer señora Gordon, estoy haciendo lo correcto, que tenga linda noche, hasta pronto"
Colgó la llamada y miró Alex, la escuchó suspirar profundamente.
— Yo también tengo que hacer lo correcto Danny — dijo decidida, se agachó hasta quedar sentada en el piso, y recargó su espalda en los fríos barrotes — El día del ataque a Rachel, minutos antes, mi pandilla y yo nos encontrábamos en el comedor, recibí un papelito, donde me pedían que saliera al pasillo, y así lo hice, estando ahí, llegó una celadora, la cual me dijo que quería hablar conmigo.
— ¿Una celadora? — preguntó Danny.
— Si, yo jamás la había visto aquí, y se lo dije, entonces me respondió que era nueva.
Me dijo que tenía un trabajo para mí, y que ganaría bien, me daría mucho dinero a mi y a mi pandilla, más aparte, pagaría la cirugía de mi madre.
— ¿Cuál era ese trabajo?
Cuando le pregunté de que se trataba, me dijo que se había enterado que era muy buena para las peleas, y cuando lo dijo, le dije que no, que no me importaba el dinero, y que jamás volvería a pelear.
Entonces me amenazó, me dijo que si no lo hacía, mi familia pagaría las consecuencias.
— ¿Qué era exactamente lo que tenías que hacer?
— Al inicio me dijo que tenía que tenerla vigilada, pero después me dijo que le tenía que llevar un recado, y darle una pequeña bienvenida.
— Con lo de "pequeña bienvenida" te refieres a darle una paliza ¿Cierto?
— Si, pero, me pidió que cuidara que no se nos pasara la mano.
— La quería viva, y , ¿Cuál era ese recado?
— Tenia que decirle a Berry, que mantuviera la boca cerrada con respecto a su caso, o sino, su familia lo pagaría, y el recado lo enviaba el jefe, algo así.
— Me lo imaginé, ¿Quien es la celadora?
— Su nombre es Sue Sylvester.
— Vaya, así que Sue Sylvester sigue siendo su perro guardián, ¿Rachel mencionó algo o a alguien esa noche?
— No, ella solo se dedicó a soportar cada golpe — susurró.
— Después de eso, ¿Qué más le han hecho?
— Nada, solo la hemos mantenido vigilada, de hecho, ahora que le dieron días libres, me pidió que la vigilara más tiempo, ya que no estaría ella.
— Bueno, pues yo tengo un trabajo para ti también Alex — la pelirroja la miró — Necesito que sigas vigilando a Rachel, pero quiero que primero me informes a mi, y después vayas y cuentes lo que yo te diga.
— ¿Por qué tanta importancia en Rachel? ¿Qué hizo esa chica para que estén tan obsecionadas con ella?
— Eso no te lo puedo decir ahora, lo único que te puedo decir, es que no es una mala persona, todo lo contrario.
— ¿Qué pasará con Sylvester? Sí se da cuenta, tratará de hacerle daño a mi familia.
— No lo hará, tu familia está a salvó, y si se da cuenta, le dices que Rachel y tu familia están protegidas, pero no le digas que yo estoy detrás de todo esto, la celadora que te trajo, te estará cuidando a ti y a tú pandilla, no tienes nada de que preocuparte — salió de la celda, y golpeó los barrotes — pero, si prefieres obedecer a Sylvester y le haces daño a Berry, no tendré piedad de ti.
— No lo haré, apartir de este momento, cuidaré de Rachel Berry, te doy mi palabra.
— ¿Terminaron? — la celadora volvió y sacó a Alex de la celda — debo llevarla antes de que se den cuenta.
— Si, terminamos, Alex ya sabe lo que tiene que hacer, desde esta noche trabajará con nosotras — sonrió.
— Me alegra escuchar eso, hasta que harás algo productivo Gordon, andando.
Danny se quedó sola en su celda, necesitaba la soledad para planear el siguiente paso.
Domingo 26 De Abril.
Llevaban poco más de dos horas conduciendo, se habían turnado las tres para conducir, el ambiente era tranquilo, pero se percataba cierto nerviosismo en las chicas,más en la rubia.
— ¿No creen que fue una mala idea que las tres hayamos faltado hoy al trabajo? — preguntó Emma jugando con sus manos, se notaba que también estaba nerviosa — digo, después de todo lo que sabemos, y lo que ha pasado, pues, siento que lo mejor hubiera sido que una se quedara a vigilar a Rachel.
— Yo también pensé lo mismo Emma, pero necesito conocer a la madre de Rachel, tengo tantas preguntas que hacerle, y no puedo hacerlo sin ustedes — suspiró la rubia — además — continuó — Santana me aseguró que dejó todo bajo control.
— Si rubia, dejé todo controlado, ella estará bien — respondió la latina.
Siguieron conduciendo una hora más, haciendo paradas solo para cargar gasolina.
— ¿Estás segura que es por aquí Emma? — entre más se acercaban a la dirección que tenía la doctora, más nerviosa se ponía Quinn.
— Pues según el gps, la casa de Shelby debe estar ahí — Quinn y Santana miraron enseguida el lugar que indicaba Emma — si, ese ahí.
Una casa pequeña, parecía ser la más pequeña de toda la manzana, un color azul celeste que le daba un toque muy lindo.
Santana quién estaba en su turno de conducir, se estacionó frente a la casa.
Se bajaron y miraron a todos lados, ninguna sabía qué hacer.
— ¿Alguien piensa tocar, o nos quedaremos aquí solo mirando la casa? — Santana no podía dejar su sarcasmo nunca.
Caminaron hasta la puerta, Quinn miró Santana, pidiéndole con la mirada que tocara la puerta, estaba demasiado nerviosa para hacerlo ella.
Santana entendió a la perfección la mirada de su mejor amiga, y se lanzó a tocar la puerta, pero nadie abrió.
Pasaron cinco minutos y la puerta se abrió lentamente.
— ¿Hola? — un niño que aparentemente acababa de despertar abrió la puerta y miró a las tres chicas.
— es idéntico a ella — susurró Santana mirando al niño.
— ¡Nathan! — gritaron desde adentro de la casa — Sabes que no debes abrir tu la puerta — dijeron cada vez más cerca — No tienes la edad suficiente — una mujer alta, cabello castaño y que portaba un mandil llegó hasta la puerta y miró a las chicas.
— Buenos días, ¿En qué puedo ayudarles? — preguntó la mujer.
— Buenos días — la primera en reaccionar fue Emma — estamos buscando a la señora Shelby Berry.
La rubia no podía dejar de mirar a Shelby, su cara le era familiar, sentía que ya la había visto antes.
— Yo soy Shelby, usted debe ser Emma pillsbury.
— Así es, ella es Santana, la oficial al mando de las celadoras que trabajan en la prisión — Emma presentó a santana — y ella es Quinn, es la subdirectora, pero ahora está al frente.
— Un gusto señoritas, por favor pasen — Shelby se hizo aún lado para que las chicas pudieran pasar.
— Disculpe señora Berry — habló Quinn una vez dentro de la casa — ¿No nos conocemos ya? — la pregunta de Quinn extrañó a sus amigas.
— No lo creo ,¿Por qué lo preguntas?
— ¿Está segura? Podría jurar que la he visto antes — Quinn trataba de recordar de dónde conocía a la madre de Rachel, pero nada, su mente estaba en blanco.
— Créeme, una carita como la tuya no la olvidaría jamás.
— ¿Estás segura de que ya la habías visto antes? — preguntó Santana.
— Si, no, bueno no sé en realidad — la rubia estaba confundida — Quizás solo la he confundido.
— Bueno, señora Shelby, nosotras hemos venido aquí, para hablar de Rachel — dijo Emma — Tenemos tantas dudas con respecto al caso de su hija.
— Por eso les pedí que vinieran, les voy a contar toda la verdad.
Prisión Folsom.
— vamos Danielle, una más — Danny subía y bajaba agitada, llevaba haciendo lagartijas cuarenta minutos hasta que alguien la interrumpió.
— Danielle buenos días — Annie, la celadora de confianza de Danny llegó a la celda a buscarla — tienes visita.
— Annie buenos días, solo dame un minuto y nos vamos — dijo Danny cambiándose de ropa — listo, vámonos.
— Date la vuelta que debo ponerte las esposas.
— Oh vamos Annie, ¿Es necesario?
— Sabes que si, no quiero problemas Danny.
— Está bien, tienes razón.
— solo tienen una hora antes de que alguien vaya a la sala de visitas, yo andaré rondando por ahí para asegurarme de que no haya nadie — dijo la celadora mientras se dirigían a la sala de visitas.
— La que más me preocupa es López, esa tipa me tiene entre ceja y ceja — dijo recordando lo del móvil.
— Por ella no te preocupes que hoy no ha venido — respondió como si nada, pero logrando que Danny parara de golpe.
— ¿Santana López No vino a trabajar? — preguntó la pelirroja desconcertada — eso es raro, ella nunca falta un domingo.
— Pues no se, ella me ha dejado a cargo este día.
— Uy, así que tendremos día libre todas he — bromeó y Annie solo sonrió.
Llegaron a la sala de visitas y Annie le quitó las esposas.
— Estaré por acá por si necesitan algo — dijo la celadora.
— Vaya cada vez te pones mejor — dijo una voz detrás de la pelirroja e instantáneamente giro y se lanzó a los brazos de la persona que habló.
— No tienes idea de cuánto te he extrañado Jesse — dijo a punto de llorar.
— Venga, sentémonos que tenemos mucho de qué hablar.
— ¿has traído lo que te pedí? — preguntó.
— Sí, aquí tienes — puso en la mesa una carpeta azul — ve, familia Berry como me lo dijiste.
Danielle estiró el brazo para tomar la carpeta, pero su amigo fue más rápido y la tomó antes que ella.
— ¿Qué pasa?
— Pasa que, si quieres esta carpeta, primero tienes que resolver todas mis dudas.
— De acuerdo, pregunta lo que quieras, yo te lo prometí.
— Bueno, primero quiero saber, ¿Por qué te has interesado ahora en la familia de tu chica problemas? Digo, yo sé que entre ustedes pasó algo, pero, prácticamente secuestré a esa familia, y eso, aquí y en china, es un delito que se paga con cárcel.
— Pues, descubrí que Alex Gordon y su pandilla fueron las que golpearon a Rachel, bueno, solo su pandilla, ella no metió las manos.
— ¿Qué? Oh por dios Danielle, ¿por qué hicieron esa bestialidad? — preguntó en shock.
— Lo hizo porque alguien le pagó, además, si no aceptaba, que fue lo primero que hizo, rechazar el trabajito, iban a matar a su familia.
Por eso te pedí que sacaras a su familia de esa casa, no podía permitir que alguien les hiciera daño, además, necesitaba ganarme su confianza.
— Vaya, ¿con qué clase de personas estás tratando?
— Empiezo a acostumbrarme Jesse, ¿Hay más preguntas?
— Por supuesto.
— Adelante.
— Más que pregunta, necesito que me aclares esta larga historia, porque, hace seis años que empezamos con todo esto, tenemos investigando la vida de la familia Berry, y resulta que hace más de un mes conociste a Rachel Berry, de verdad, es lo que no entiendo, si acabas de conocer a Rachel, ¿por qué tenemos tanto tiempo trabajando en esto? ¿De dónde conoces a esta familia? Y ¿ Por qué te interesan tanto los Berry?, Mira que Rachel tiene un pene y tú los odias, tú amas las vaginas así que sexo no es la respuesta ¿cierto?
— No, no es sexo.
— ¿Entonces?
— Hace díez años murió mi padre, dos años después mi madre se volvió a casar, y nuestra vida se volvió un infierno, bueno, la mía, mi madre parece feliz, pero un día, su esposo invitó a un amigo a cenar, cuando mi madre lo vio, parecía que ya se conocían, se sentía la tensión en esa cena, así que, trate de averiguar de dónde se conocían.
— ¿Y lo descubriste?
— días después, y sin éxito alguno, entré a la habitación de mi madre y encontré una carta, parecía que tenía poco de haberla escrito, cuando la leí, lo entendí todo, esa carta me destrozó, pero a la vez me dió la fuerza necesaria para llegar al fondo de este lío — suspiró — esa carta fue el inicio de esta investigación, yo sé lo que ha sufrido Rachel, porque yo también lo he sufrido, y por eso, quiero ayudarla.
— ¿Por qué siento que hay algo más que no me quieres decir?
— Oh por dios, me conoces tan bien — sollozó la pelirroja.
— Eres más que mi amiga, eres mi hermana, te conozco más que a mí mismo, puedes decirme lo que quieras.
— Nunca se lo he dicho a nadie, ni siquiera me he atrevido a decirlo en voz alta, así que, tendrás que leerlo igual que yo.
— De acuerdo.
Danielle tomó la carpeta que tenía Jesse en sus manos, la abrió y sacó una hoja.
— después de leerla, tuve que sacar una copia, porque sabía que algún día la iba a necesitar, no sé qué habrá hecho mi madre con la carta, pero me doy una idea.
Le entregó la hoja y lo tomó de las manos.
— Solo te pido que, después de leerla, no me veas ni me trates diferente.
— No lo haré, ¿puedo leerla ahora?
La pelirroja asintió con la cabeza.
Jesse comenzó a leer la carta de su mejor amiga, poco a poco su cara de impresión era más notable.
Sus ojos eran cristalinos, una lágrima cayó a la hoja, seguida de muchas más.
Apartó la vista de la carta y miró a su mejor amiga.
— Danielle, esto — no sabía que decir — entonces, ¿tú y Rachel? — sollozó y abrazó a su amiga — ahora lo entiendo todo, todo maldita sea, tu obsesión, el querer saberlo todo sobre esa familia.
— Nadie Jesse, escúchame bien, nadie puede saber lo que dice esa carta.
— Tranquila, nadie lo sabrá — le devolvió la carta — ¿Cuál es el siguiente paso?
— ¿Quieres seguir en esto? Sabes que no te obligaría a nada.
— Nunca te he dejado sola, incluso cuando puse en riesgo mi propia vida, además ahora no solo lo haré por ti, sino también por Rachel — sonrieron.
— Pues entonces, necesito que investigues a una persona.
— ¿A quien?
— Sue Sylvester.
— ¿Sylvester? Me es familiar.
— Claro, porque ya la conoces.
— ¿Qué quieres saber?
— Todo Jesse, absolutamente todo.
— Muy bien, dame un par de días y lo tengo listo.
— Perfecto — se quedó en silencio — gracias.
— No hay nada que agradecer, siempre estaré contigo, en las buenas y en las malas.
— Fin de la visita señores — Annie entró a la sala.
— cuídate mucho Danielle, no hagas locuras, y cuida a esa niña.
— Lo haré, de verdad gracias por todo, y tú también cuídate.
Annie volvió a poner las esposas.
— Adiós.
— Adiós Jesse.
Salieron de la sala dejando a Jesse sólo.
— ¿Qué tal estuvo tu visita Danny? — preguntó mientras dirigía a la pelirroja a su celda.
— estuvo increíble, siento que me han quitado un peso de encima.
— Si lo parece, por cierto, recuerda que mañana es mi día libre, así que si necesitas algo, dímelo ahora.
— No tranquila, estoy bien, disfruta tu descanso, en tu cuenta ya debe estar reflejado tu pago.
— Gracias Danielle.
— Gracias a ti Annie, sin tu ayuda, no sería nadie aquí adentro.
Llegaron a la celda, después de haber retirado las esposas, la celadora se marchó.
Danielle guardó la carpeta bajo llave y se acostó a dormir otro rato, total, no estaría Santana López rondando como siempre.
PERDÓN POR LOS ERRORES, NOS LEEMOS PRONTO.
