Ni glee ni sus personajes me pertenece… solo esta historia.
Advertencia (Rachel g!p)
Capítulo 25:
...
— Muy buenos días Albert — saludó la rubia con una enorme sonrisa al momento de que el guardia levantaba la barrera de seguridad, y desde adentro de la caseta le devolvía la sonrisa a la subdirectora.
— Buenos días señorita Fabray, se le ve muy contenta — respondió el señor con una risa — Hace días que no se le veía esa sonrisa.
La rubia frenó su auto solo para seguir respondiendo.
— ¿Y como no estarlo Albert? Después de una semana lluviosa, por fin ha salido el sol — dijo la rubia mirando al cielo.
— Es verdad — respondió Albert copiando la acción de la rubia — el sol ha salido y de una forma maravillosa, eso solo significa que será un grandioso día.
— Totalmente de acuerdo — sonrió y pisó el acelerador despidiéndose tan solo con un movimiento de mano del guardia, que solo negaba con una sonrisa que para nada igualaba a la de la rubia.
Estacionó el auto frente al pequeño cartel con su nombre, no se dió cuenta pero estacionó justo en un enorme charco, cosa que no le importó, al contrario, bajó y pisó el centro del pequeño lago de agua sucia.
Observó sus pies y sonrió, total, solo era agua, y tenía otros zapatos de repuesto en su oficina que había llevado días atrás.
Ingresó al penal saludando a todas y cada una de las celadoras que se le ponían por el frente, siempre con una sonrisa.
Las celadoras la miraban confusa, y no porque fuera una amargada que no le hablaba a nadie, sino más bien porque el saludo que les daba a las demás, nunca era tan efusivo como el de esa mañana.
Sacó sus llaves e ingresó a su oficina, echó un vistazo y se dirigió a la enorme ventana, recorrió las persianas e inclusive abrió la ventana por completo, el día estaba increíble como para no aprovecharlo incluso dentro de la oficina.
— Estoy muerta, nunca había enviado tantos emails como anoche — Santana como siempre entraba sin tocar
— ¡Santana! Buenos días — saludó con emoción mientras se acercaba a la latina y besaba sus mejillas en forma de saludo.
— ¡Por dios Quinn! — grito Santana cubriendo sus ojos — deja de sonreír así que me encandilas más que esa estúpida ventana — la rubia rodó los ojos, pero no dejó de sonreír.
Nada podría desaparecer su sonrisa y su buen humor.
— No seas idiota ¿Quieres? — dijo mientras volvía a su escritorio y continuó — ¿Has visto lo hermoso que está el día?
— Ajá — respondió mirándola de forma extraña — Eso parece, aunque mucho no he salido esta mañana.
— Pues te estás perdiendo de algo maravilloso — dijo señalando la ventana con sus ojos.
— Tal vez — seguía observándola — ¿Puedo saber por qué tanta felicidad? Digo, porque ayer, tu humor estaba por los suelos.
— Pues, no hay una sola razón, el día está hermoso y eso me hace feliz ¿A ti no?
— No, la verdad no, solo quiero ir a casa y dormir — la rubia de nuevo giró los ojos, el humor de su amiga no era el mejor, y casi siempre se debía a la guardia — Necesito una ducha y dormir a lado de mi chica.
La rubia sonrió con ternura, le encantaba cuando su mejor amiga hablaba de "su chica"
— Calma latina tetona, solo faltan unas horas, ahora que, si lo prefieres, puedes irte ya, te ves cansada.
Santana abrió su boca tratando de decir palabra, su cara reflejaba sorpresa.
— ¿Quien eres y qué has hecho con mi mejor amiga? — esta vez la rubia ni se molestó en girar los ojos — mi mejor amiga suele ser una estúpida amargada que no tolera las faltas al trabajo.
— Pues tu mejor amiga hoy se encuentra de un humor increíble, por eso quiere ser buena contigo, pero si no quieres, no hay problema — terminó sacándole la lengua de manera infantil — te quedas hasta que termine tu turno y nos vamos juntas.
— Creo que la mojada de anoche te afectó más de la cuenta ¿cierto? — cuestionó la morocha fingiendo indiferencia.
Quinn tuvo que esquivar la mirada de su amiga, o podría descubrir lo que se escondía tras su sonrisa traviesa.
— Más de lo que te imaginas Santana, pero de la mejor manera que puede existir — sonrió, y esta vez no lo ocultó.
— Solo espero que esa mojada no traiga consecuencias después Fabray — Santana la miraba de una forma tan intensa que se sentía descubierta, como a un ladrón siendo atrapado con los billetes en la mano — un grave resfriado a estas alturas, podría sacarte de tu puesto, así que cuídate — se puso de pie y abandonó la subdirección.
La rubia sentía que detrás de aquella advertencia, había algo más, pero eso era imposible ¿No? Santana no tenía idea de que había vuelto al reclusorio tan solo para colarse a la celda de castigo.
Y hacer el amor con Rachel…
Bueno, eso no estaba planeado, solo ocurrió, algo espontáneo.
Pero estaba segura que se había cuidado demasiado.
No, solo era su paranoia, eso o llevar tantos años siendo amiga de Santana que ya le encontraba un doble sentido a lo que su mejor amiga hablaba.
Se acercó de nuevo a la ventana.
Respiró profundo.
Y no, tampoco la actitud extraña de Santana podría borrar su sonrisa de adolescente enamorada..
Celda 1512...
— ¿Quien se murió o qué? — Danny llegó a la celda de Rachel y Mercedes, encontrándose a Brittany en el sitio, como de costumbre — ¿Supongo que sus caras son por Berry no?
— Pues si chica ¿Has sabido algo de ella? — preguntó Jones
— No, nada, Annie y mi abogado lo intentaron pero no consiguieron absolutamente nada.
— Me prometiste que traerías a Rachel de vuelta a su celda — susurró Brittany con su voz quebrada.
— Lo sé rubia, se lo que te prometí, pero esta vez te he fallado, les he fallado — dijo mirando a la rubia, pero al ver sus ojos cargados de tristeza, no puso sostener su mirada — Lo siento Brit.
— No podemos quedarnos con los brazos cruzados Danielle — comentó Mercedes — tenemos que hacer algo, y hacerlo ya — agregó mirando con determinación a las dos chicas frente a ella.
Brittany se emocionó.
— ¿Y qué propones? Lo más probable es que el caso de Rachel pase a ser de mi abogado después de que termine el castigo.
— En ese caso solo queda probar una última cosa.
— ¿Cuál? — preguntaron Brittany y Daniele.
— Hablaremos con la subdirectora.
Daniele sonrió con ironía y a Brittany se le quitó la emoción, cosa que no pasó desapercibida para Mercedes.
— No sé si recuerdas Mercedes pero, fue Quinn Fabray la que ordenó el castigo de Rachel.
— Es la única opción y la última oportunidad que nos queda Danny, y no la dejaré pasar.
— ¿Y si mejor esperamos a que termine el castigo? Total, solo queda esta noche, ya mañana estará con nosotras — Brittany jugaba nerviosa con sus dedos.
Daniele y Mercedes la miraron como si de su cuerpo hubiera salido otra cabeza.
— ¿Estás bromeando? — preguntó Mercedes, Brittany solo negó insegura — no dormiste en toda la noche pensando como la está pasando la enana ¿y ahora solo quieres que se quede ahí?
— No obvio no pero, dudo mucho que podamos cambiar algo hablando con la subdirectora, Danny tiene razón, ella fue quien la mandó a ese lugar.
Danielle miró intensamente a la rubia, se acercó a ella y la rodeó con su brazo.
— Yo lo haré — dijo la chica — iré allá y hablaré con la subdirectora, no saldré de su oficina hasta que no obtenga algo.
— Iremos las tres — agregó Mercedes decidida.
— ¡No! — de nuevo Brittany se llevó las miradas — Yo no, no puedo — lo último lo dijo casi sin aliento.
— ¿Por qué no puedes rubia? — cuestionó Mercedes.
Brittany no respondió, solo bajó su cabeza.
— No puede porque su psicóloga viene hoy — respondió Danielle acariciando la espalda de la rubia.
Brittany la miró enseguida y después a Mercedes.
— ¿Es eso cierto Brittany?
La rubia solo asintió sin poder mirarla a los ojos.
Mercedes no quiso preguntar nada más, obviamente no se había tragado el cuento de la psicóloga, pero al ver a su amiga en ese estado, prefirió dejar las cosas en paz.
— Yo me hago cargo Mercedes — volvió a hablar Danielle — usaré todo mi arsenal créanme.
— De acuerdo chica, pues confiamos en ti, ve y saca a nuestra enana de allá.
— por supuesto que lo haré, pero antes debo llamar a mi abogado para cuadrar algo antes de ir con la subdirectora — las chicas estaban atentas — más tarde vendré a contarles que pasó, nos vemos.
Las chicas se despidieron y Mercedes se acercó a la rubia.
— Se que no confías del todo en nosotras, pero créeme que lo que sea que haya pasado, no te juzgaremos, al contrario, eres nuestra amiga, porque yo sí te considero una, y se que Rachel también, el día que quieras abrirte con nosotras, aquí estaremos, dispuestas a escucharte — Mercedes la pegó a su cuerpo, quería transmitirle un poco de confianza y cariño, Brittany solo atinó a llorar en su pecho.
Subdirección.
— ¿Qué haces tú acá? — susurró Annie en cuanto vio llegar a Danny — ¿Te has vuelto loca acaso? — la sujetó del brazo un poco paranoica.
— Hola a ti también Annie — dijo Danny en cuanto estuvieron cerca — Vine a hablar con la subdirectora.
— Oh por dios, si, te has vuelto loca — se pasó la mano por el rostro — ¿No te das cuenta que la situación no está para más idioteces?
— Esto no es una idiotez, es la única opción que tenemos para sacar a mi prima de ese lugar, y créeme que no podrás detenerme — dijo levantando la ceja.
— Estás arriesgando mucho Saunders — dijo mirando por el pasillo, cuidando que nadie viera a la reclusa en ese lugar — ¿Cómo carajos llegaste hasta aquí sin que te vieran?
Danielle sonrió con nostalgia.
— Nadie mejor que yo conoce este lugar, me se cada escondite en el, nada es nuevo ni desconocido para mi aquí, solía jugar por estos largos pasillos cuando era una niña — su mirada estaba perdida en el pasillo — así que no te preocupes, también sé cuidarme sola ¿Entonces? — dijo recuperándose del trance — ¿Me anunciaras con la subdirectora o entró así sin más?
— De acuerdo Danny, pero me seguirás la corriente, no quiero más problemas con López, por cierto, está allá adentro con la señorita Fabray — señaló moviendo su cabeza en dirección a la oficina.
— Tranquila, se hará como tú digas, no te meteré en líos.
— Perfecto date la vuelta — pidió quitándose las esposas de su pistolera — Ahora Saunders.
— ¿Estás bromeando cierto?.
— No ¿Que crees que pasara si te llevo ahí adentro sin esposas? — la chica no dijo nada, solo se encogió de hombros — Me despedirán Saunders, y no queremos eso, date la vuelta — esta vez fue una orden, orden que Danielle obedeció — Espera aquí, vuelvo enseguida — dijo después de colocar las esposas.
Annie se acercó a la puerta de la subdirectora y pegó su cabeza en ella, tratando de escuchar un poco, solo se escuchaban voces, pero no sé entendía lo que decían.
Tocó varias veces hasta que escuchó la voz de la señorita Fabray permitiendo que pasara, se giró y con una seña le dijo a Danny que esperara.
Entró y se encontró con la subdirectora sentada frente a su escritorio y la oficial López a un lado de ella, revisando algo en el computador.
— adelante oficial ¿Que sucede? — preguntó la subdirectora mirando fugazmente a la celadora.
— Subdirectora Fabray, hay una reclusa que necesita hablar con usted.
Esta vez Quinn y Santana si la miraron.
— ¿Una reclusa? ¿Que reclusa? — preguntaron las dos mujeres.
— Danielle.
— ¿Y se puede saber que quiere? — obviamente Santana no quería verla.
— No lo sé, me pidió que la trajera y pues, usted sabe que no puedo negarme, son sus derechos — explicó Annie tranquilamente.
— Últimamente esa mujer abusa de sus derechos.
— Oficial por favor — retó a su amiga — Hágala pasar por favor Annie, nosotras nos encargamos.
— De acuerdo señorita.
Annie salió y enseguida entró Danielle, quien seguía con las esposas puestas.
— Buen día subdirectora — saludo Danny ignorando por completo a la oficial López.
— Buen día Danielle, la celadora me dijo que necesitaba hablar conmigo ¿En qué puedo ayudarla? — habló tranquilamente la rubia sintiendo el rechinido de los dientes de su amiga, sabía que algo malo pasaría si estaban las dos en el mismo lugar.
— Asi es subdirectora, pero me gustaría hablar a solas con usted.
Santana soltó una carcajada.
— ¿Y la señorita no quiere también que se le retiren las esposas de casualidad? — Santana escupía veneno.
— Si es tan amable — le mostró las esposas para que se las quitara, si Santana quería jugar con fuego, entonces aceptaba la invitación.
— señorita Danielle — habló la rubia reteniendo a Santana para evitar que se le echara encima — Hasta hace un momento nos encontrábamos trabajando en algo importante, y pretendo continuar en cuanto termine con usted, así que, porqué mejor no me dice que se le ofrece — continuó Quinn con un tono más neutral, aunque el saber que entre ella y Rachel no había pasado nada, no le aseguraba que la chica no intentará algo más con su ¿Chica? Así que iba a marcar su territorio de alguna forma.
— De acuerdo — suspiró — De lo que quería hablarle es de Rachel Berry.
— ¿Qué pasa con la reclusa 1512? — preguntó Quinn aparentando los dientes — No se si lo sepa pero, la reclusa se encuentra ahora mismo en una celda de castigo.
— Por supuesto que lo sé subdirectora, es por eso que estoy aquí.
— No entiendo — la rubia frunció el entrecejo.
— Pues vengo a pedirle , bueno no, vengo a exigirle, que le sea retirado el castigo a Rachel.
De nuevo otra carcajada se escuchó, pero esta vez, por parte de la rubia.
— Mira Danielle — con su ceja levantada, sus manos entrelazadas al frente y con una tranquilidad abrumadora, Santana supo que el modo perra de su mejor amiga se había activado — No sé quién seas, o quien sea tu padre, pero no voy a permitir que vengas a mi oficina a exigir cosas, porque sigo siendo la que manda, aunque te estés pudriendo en dinero.
A Danielle le pareció divertida la reacción de la rubia, y su sonrisa la delató, sabía que su actitud se debía a los celos que seguramente estaba sintiendo.
A Quinn le molestó demasiado la sonrisa de la chica, quiso borrarla de una bofetada, pero sabía que tenía que mantener la calma.
— ¿Puedo saber por qué tiene esa sonrisa estúpida en su rostro? — Santana al parecer no pensaba igual que su amiga.
— Ambas sabemos que Rachel no tiene porqué estar ahí adentro — se dirigía solamente a Quinn — Sabemos de sobra que la razón por la cual la encerraste , es algo personal — Quinn se removió incómoda en su asiento,las formalidades se acabaron, incluso comenzó a tutearla.
— Mire reclusa, usted —
— No, mira tú Quinn Fabray — calló a la rubia — Rachel solo quería llamar tu atención, necesitaba hablar contigo para aclarar ciertas cosas, pero fuiste tan obstinada que no la dejaste hablar y la mandaste a ese agujero.
— Eso no fue así — susurró la rubia, la mujer frente a ella le estaba ganado una batalla, pero no iba a permitirlo — Rachel cometió una falta, y tenía que castigarla por ello.
— Por favor Fabray — sonrió pero su sonrisa no llegó a sus ojos — ¿Cuántas veces Rachel Berry ha cometido faltas? — Ninguna dijo nada — Eso pensé, admita que fueron sus estúpidos celos los que la orillaron a eso — la rubia esquivó la mirada penetrante de la chica.
Santana estaba roja del coraje, no podía creer que su amiga se quedara callada ante las estupideces que le decía la reclusa, sino fuera por la mano de Quinn que la estaba deteniendo, ya hubiera golpeado a Danielle.
— En primera, señorita, no le permito que me hable de esa manera ni mucho menos que me esté tuteando, y en segunda, las cosas no fueron realmente así, no tengo porqué darle explicaciones pero lo haré — suspiró — Yo no pensaba castigar a Rachel, le dije que iría a su celda y en cuanto llegara la oficial López ella se encargaría del castigo — Danny miró a Santana que a su vez miraba la rubia — habíamos conversado y ella me dijo que cumpliría con el castigo, le dije que no era necesario que esta vez la dejaría pasar, pero no le importó, quiso el castigo.
— Claro, y a usted no le quedó otro remedio que hacer lo que una reclusa le decía ¿No?
— Se que actúe mal, que me dejé llevar por la rabia y el calor del momento — habló ignorando la advertencia de su amiga de que parara — Pero nadie me puede culpar por eso, y si lo hacen, créeme que ya estoy pagando las consecuencias., Pero no puedo retirar el castigo, y no se discute más — habló mirando con odio a Danielle — Así que, si nos disculpa, tenemos que seguir trabajando.
— Como le dije subdirectora — volvía la educación — Yo no estoy pidiendo nada, lo exijo ¿Le suena el nombre de Hunter Clarington? — Las chicas se tensaron — Apuesto a que si, digo, sabemos que tanto el abogado Hunter como su padre el señor Clarington, han querido destrozar a cada uno de los encargados de esta prisión desde hace años.
— ¿Acaso nos está amenazando reclusa? — Santana ya no podía más, iba a matarla.
— ¿A usted? ¿Una simple celadora? Para nada, pero a usted — esta vez miró a la rubia — a usted si, ahora mismo mi abogado está esperando que le dé luz verde para llamar a los Clarington y hacerles saber las injusticias que hay en este lugar, en especial en el caso Berry, y usted sabe lo que eso significaría ¿cierto? Sabe lo que pasaría si ellos se enteran, rodarian cabezas en esta prisión, y la primera, sería la de usted — la apuntó con su dedo — Así que, le doy media hora para que saque a Rachel de ese lugar, o atenganse a las consecuencias — esta vez sí las miró a ambas.
Se levantó de la silla donde cómodamente se había sentado y se dirigió a la puerta, pero se detuvo al escuchar la pregunta de la rubia.
— ¿Por qué le interesa tanto la reclusa 1512? — la molestia y furia eran evidentes en la pregunta de Quinn.
Danielle se giró para darle la cara pero no se movió de su lugar.
— Porque a mí sí me interesa Rachel — sonrió sinceramente — me interesa mucho más que a cualquiera de ustedes dos, y créanme, no voy a permitir que nadie le haga más daño, ni siquiera tu Quinn Fabray.
Dicho esto salió de la oficina dejando demasiada tensión en el aire.
La rubia abrió su bolso y sacó sus llaves, se las dió a su amiga.
— Ve y saca a Rachel Berry de la celda, el castigo terminó — dijo dejando con la boca abierta a su compañera.
— ¿No me digas qué vas a hacer lo que te dijo? — Santana no lo podía creer, ni siquiera le importó el hecho de que su amiga tuviera las llaves en su bolso.
— Santana te di una orden, limitate a hacer tu trabajo que yo haré el mío.
— No lo puedo creer, tu , la temible Quinn Fabray, ha sido vencida por una estúpida delincuente.
— A mi nadie me ha vencido Santana, esa tipa me acaba de declarar la guerra, dice que Rachel es más importante para ella que para cualquier otra persona, ¿pues sabes que? Está totalmente equivocada — su voz era demasiado dura — Si lo que quiere es guerra, pues guerra tendrá, y créeme, usaré todo mi arsenal, Danielle no sabe donde se vino a meter — miró a su amiga y sonrió con malicia — así que, ahora ve y saca a Rachel de la celda de castigo, pero quiero que la traigas enseguida aquí, esa niña y yo tenemos que hablar.
— Lo que usted ordene jefa — Santana salió sonriente de la subdirección.
Sabía que Danielle había activado los celos en su mejor amiga, y éstas prácticamente se habían declarado la guerra.
Lo cual le daba una aliada para destruir a Danielle..
¡Hola a todos!
Capítulo corto lo sé, es solo de relleno, espero no aburrirlos.
Quiero agradecer a todas y cada una de las personas que comentaron el capítulo anterior, gracias por el apoyo, y por sus palabras.
De verdad mil gracias.
¡Espero sus comentarios!
Nos leemos pronto ¡Besos!
