Konnichiwa!

He estado activa este fin de semana, ¿no les parece? *-* En vista de que, tengo avanzadas gran parte de las historias la iré subiendo todos los fines de semanas, especialmente viernes y sábados, por lo que, no deberán esperar mucho por los siguientes capítulos.

También, les agradezco a quienes siguen mis creaciones, leen, comentan y los que no comentan; espero no estar decepcionándolos. Sin nada más que agregar, les dejo el capítulo 3 y 4.


Okāsan, doko ni iru no?

(3)

Tic en la ceja, labios fruncidos, ojos cerrados. Suspira. – No, Asumi. – dice Tomoyo, poniéndose en pie. Los presentes en aquel restaurante las miran curiosos.

Pero Tomo-chan, es mi oportunidad. Sabes lo mucho que he deseado entrar allí. – Asumi se arrodilla, extiende un documento para que su amiga la vea. – Por favor, Tomo-chan.

¡Eri, ayúdame! – exclama Tomoyo, mirando a la chica de cabellos rosa saborear un helado de fresa.

Estoy ocupada. – responde Eri degustando del helado con leve rubor en sus mejillas.

Tomoyo suspira. – ¿Por qué no se lo pides al sensei? – pregunta, irritada.

Asumi se levanta del suelo, entristecida. – Ustedes son las únicas que conocen mi historia. No puedo ir y pedírselo nomas. Me hará muchas preguntas. – toma asiento.

Pero un adulto debe hacerse responsable de ti. Yo no puedo firmar esa autorización. – Tomoyo vuelve a sentarse. – ¿Qué pasaría si ellos descubren que una adolescente de 16 años firmó la solicitud, eh? ¡Podría ir a la cárcel! – niega la cabeza. – Definitivamente no. No arriesgaré mi futuro por una tonta firma. – da un sorbo a su malteada de chocolate.

Está bien, la firmaré yo misma. – murmura Asumi, convencida de no perder dicha oportunidad. Estaba apunto de firmar, pero…

¡Estás loca! – Tomoyo le arrebata la hoja. – No puedo creer que seas tan inconsciente. Y yo no puedo creer que lo esté haciendo. – decía mientras plasmada una firma en el documento. – Si mis padres se enteran de esto, estaré castigada de por vida. Así que…– sonrojada, le pasa el documento ya firmado. – Este será nuestro secreto.

Asumi la abalanza sobre ella y la abraza. – Arigatou, Tomo-chan. – murmura, entusiasmada. – Eres mi salvadora.

¡Abrazo de amigas! – exclama Eri y salta sobre ellas. Entonces, las tres se caen de la silla. Ríen.

Lo que tengo que hacer para verlas sonreír. – dijo Tomoyo para sus adentros.


...

De pie frente a aquella amplia y grande puerta, observa la Academia. Su pelo y flequillo violeta se mecen al compás del viento. Viste mini-falda blanca tachonada, blusa blanca y por encima una ajustada chaqueta azul oscuro con dos botones ubicados un poco más debajo de los senos y una corbata roja. Lleva además, botas blancas que le llegan a las rodillas con una estrella roja en los lados. Sonríe. – Academia Star…– susurra. Sostiene con firmeza el maletín.

Avanza un par de pasos, pero se detiene al escuchar el grito de una chica provenir a unas cuadras. Busca con la mirada el motivo del grito, fue entonces que vio a una estudiante de la misma academia, lo supo por el uniforme, siendo intimidada por unos hombres. Respira profundo, enseguida corre en auxilio.

Lanza fuerte su maletín contra la cabeza de uno de ellos, quien le devolvió la mirada furiosa. Ella traga saliva, pero no se intimidó mientras la chica intimidada retrocede hasta chocar contra la pared. Los tres hombres dejan a la chica y se encaminan hacia ella. Uno de ellos la agarra bruscamente de la chaqueta y la aprisiona contra la pared. – ¡Suéltame! – exige.

No eres tan ruda cuando se trata de ti. – murmura él, riendo con maliciosa.

Una traviesa sonrisa surca los labios de ella. Luego golpea con su rodilla la entrepierna del hombre. Recoge del suelo una botella y la incrusta en la cabeza del segundo. Al último le dio un puñetazo que lo dejó inconsciente. Sacude sus manos. – Pervertidos. Eso es para que aprendan a respetar a las mujeres, idiotas. – toma su maletín del suelo. Camina hacia la chica. – Ellos ya no volverán a lastimarte. – la ve temblar. – Soy Asumi, ¿Y tú? – extiende una mano hacia ella.

La joven alza la mirada. Sus ojos son de puntas muy pronunciadas, pero con el iris negro y unas pupilas marrones de gran tamaño. Su corto cabello púrpura llega hasta los hombros y el flequillo hacia el lado derecho sin llegar a taparle los ojos. – E-Etto… M-Mi nombre es Nanami…– dice en voz baja. – Nanami Gekko.

¿Nanami? – arquea una ceja. – Hermoso nombre. – cierra sus ojos en una sonrisa alegre.

Nanami parpadea y acepta la mano de Asumi. – Arigatou! – sonríe, sonrojada.

Será mejor que entremos. – Nanami asiente y ambas atraviesan el amplio y largo campus. Observan a las estudiantes recibiendo a las nuevas. – ¿También eres nueva?

Ah… No. Ya tengo un año aquí. – responde con timidez. Silencio cómodo. – E-Etto… ¿Qué habitación te asignaron?

¿Habitación? – pregunta Asumi, sin comprender.

Nanami asiente, más rebusca entre su maletín algún objeto. – Cuando te inscribes, te asignan un número. Aquí está. – le muestra una pequeña placa con un número grabado. Asumi busca la de ella y la muestra. – Sé dónde está, es en el ala oeste. Yo estoy ahí. Pero no podré llevarte hasta allá, lo siento. – siguen a los demás estudiantes a través del campus.

Asumi mueve las manos en negación. – No te preocupes por mí. Estaré bien. – murmura.

Pero como eres nueva, te dejaré en aquel edificio. La directora les dará la bienvenida. – cierra sus ojos en una cálida sonrisa. Entran al edificio. – Debo irme, las clases han de iniciar. Nos vemos luego. – da media vuelta y sale apresurada. Corre y corre hasta detenerse lejos. Respira profundo. – Ella no me reconoció. Yokatta! – sonrisa feliz.

Una mujer de ojos rojos y pelo negro y ondulado, desciende las escaleras. – ¡Sean todas bienvenidas a la Academia Star! – dice, el murmullo no se hizo esperar. – Soy la directora de esta academia, Kurenai Yuuhi. Gusto en conocerlas. Por favor, síganme. – atraviesa un largo y extenso corredor, donde se ubican estatuas de piedra de chicas. Observa que las nuevas estudiantes están impresionadas por las estatuas. – Todas ellas han sido nuestras mejores Idols graduadas en la academia. Cada una tiene un aura que la hace especial, al igual que ustedes ya tienen o desarrollarán. – Kurenai y las jóvenes se detienen frente a la estatua principal, compuesta por cinco chicas enmascaradas. Kurenai sonríe con nostalgia. – Ellas hicieron posible el sueño de crear esta academia. – Prosiguen.

Asumi permanece observando las cinco chicas enmascaradas. – C-ute…– susurra. – Yu, Shizu, Violet, Kure y Miko. – Kurenai se detuvo en seco, abre sus ojos desconcertada. – He leído sobre ellas, vendieron millones de discos y eran sumamente populares. Pero en su último concierto hace 14 años, anunciaron su retirada. – Kurenai gira sobre sus talones, sonríe. – Escucho sus éxitos y me ilusiona más el poder cantar ante un público. Las admiro, pero admiro más a Violet.

¿Y por qué a Violet? – interroga la Yuuhi, interesada.

Su voz era tan melodiosa que intentaba imitarla. – cierra sus ojos a medida que habla. – Sus sonrisas parecían que estuviera divirtiéndose sobre el escenario. Es como si atrajera a las personas hacia ella. – los entreabre. – Desearía poder encontrarla y…– parpadea y observa a Kurenai, mirarla con ternura. – Eh… Q-Quiero decir, escucharla cantar una vez más. – sonrisa nerviosa. – Etto…– mirada seria. – ¿Qué pasó con Violet? – Kurenai cierra los ojos, meditando en si responder o no. – Lo último que supe es que después del concierto, jamás volvió a aparecer sobre un escenario.

En efecto. No volvió a subir en un escenario. – Kurenai entreabre los ojos. – Ella decidió que era momento de retirarse. C-ute tomó la decisión de separarse en buenos términos. – sonrisa. – Lo importante es que siguen siendo buenas amigas. – voltea dispuesta a marcharse. – Seguro ella estará feliz dondequiera que se encuentre al saber que todavía tiene admiradoras.

Directora, ¿Usted conoce su paradero? – como respuesta, Kurenai le guiñó un ojo y marchó.

Preguntarle eso directamente a la directora, es ser valiente. En especial, si la directora era miembro de esa agrupación. – comenta una joven de unos 15 años aproximadamente, ojos azules, pelo rubio y largo recogido en un rodete, más tiene puesta unas gafas de sol sobre su cabeza. – Debes de ser nueva, porque todos aquí sabemos que Violet desapareció sin dejar rastro. Nadie sabe dónde está en este momento. – sonrisa. – Hola, soy Árika Yamashiro. – hala del brazo a una joven de la misma edad, de pelo marrón oscuro que le llega hasta los hombros y ojos marrones. – Y ella es Kimi Shiranui, mi mejor amiga.

Gusto en conocerte. – sisea Kimi, sonriendo.

Ah… L-Lo mismo digo. – leve reverencia. – Ah… Quiero decir, soy Asumi. Es un placer conocerlas. – los nervios la invaden.

Árika ríe a carcajadas. – No tienes que ser tan formal. – sisea, acercándose a Asumi. – A partir de ahora somos amigas, ¿Verdad, Kimi?

Tu siempre tan confianzuda. – murmura Kimi, cruzando los brazos.

¡No lo soy! – hace un gracioso puchero.

Sí lo eres.

Que no.

Que sí.

¿Donde he visto esto antes? – se pregunta Asumi, sonrisa nerviosa. – Ahora recuerdo…– las imágenes de sus amigas Tomoyo y Eri invaden sus pensamientos. – Gracias por ser amables conmigo. – ambas chicas dejan de discutir, y la miran sonrientes.

Nee, ¿Asumi, cierto? – pregunta Árika, la nombrada asiente. – ¿Puedo llamarte, Mi-san? – no esperó a obtener respuestas y continuó. – Entonces Mi-san, ¿Por qué te interesa tanto Violet?

Kimi percibe la mirada melancólica en Asumi. – Deja de fatigarla, Árika. – murmura, golpeando con la palma de su mano la frente de la rubia.

Eso dolió. – acaricia su frente, lastimada.

Creo que debes descansar. – le dice Shiranui a Asumi, quien asiente. – Vamos, te llevaremos a tu recámara.


Kurenai cierra la puerta del despacho tras de sí. Suspira. Oficina amplia, muy bien equipada con un juego de muebles en el centro, elegante tapizado, discos de oro en las paredes y una sola fotografía blanco y negro colgada en la pared detrás del escritorio. En dicha fotografía se ubican las cinco jóvenes enmascaradas.

Camina hacia la silla detrás del escritorio, pero cuando iba a tomar asiento observó detenidamente una rectangular mesa de cristal, en el lado derecho del despacho agregada a la pared. Encima, un recipiente cristalino con forma de prisma rectangular. Dentro del recipiente, una tela negra de seda que cubre el fondo, sobre ésta se ubica cuatro antifaces y en medio de éstas, hay un espacio vacío como si faltare un quinto antifaz.

Comenzando desde el espacio vacío al lado izquierdo, se ubica un antifaz de color blanco con hermosos diseños rojos y dorados, alrededor de la apertura de los ojos, un delineado dorado, y en la parte frontal poco más arriba del entrecejo tiene una ovalada piedra color rubí (Kure). Al lado de éste, antifaz de color verde con lindos acabados plateados y tres plumas verdes en el lateral izquierdo (Miko). Ahora desde el espacio al lado derecho, está un antifaz con difuminación violeta y plateada, pero a ambos lados a partir de los ojos el violeta es más intenso, y en la parte frontal más arriba del entrecejo una ovalada piedra violeta (Yu). A su lado, antifaz negro con lindos decorados amarillos y plateados, dándole un toque más atrevido y en el lado derecho tres plumas amarillas (Shizu).

Kurenai mira con melancolía el espacio central vacío. – Violet. – susurra. La puerta se abre. – Deberías tocar la puerta, Shizune. – toma asiento.

Como subdirectora tengo derecho a entrar sin tu consentimiento. – responde Shizune, revolviendo unos documentos que sostiene. – Ahora bien, ¿Dónde lo dejé? – deposita todos los documentos sobre el escritorio de su amiga. – Oh, sí. – extrae una hoja de entre las demás y se la entrega. – Tienes en tus manos, el listado de los vuelos provenientes de Alemania a Japón de los próximos días.

Gracias. – revisa cuidadosamente dicho documento.

Shizune toma asiento. – ¿Crees que aceptará venir? En los últimos años ha estado ocupada. – entrecierra los ojos. Kurenai iba a responder, pero la chica de cabellos negros, continuó. – Me preocupa su reacción cuando regrese y descubra que su hija está estudiando en esta academia.

Es un hecho que no podrá evitarse. – se pone en pie, camina hacia la ventana y desde allí observa el campus. – Además, esa chica tiene talento. Es por ese motivo que le permití entrar a este lugar. – suspira. – No puedo hacer más.


...

Asumi sale al balcón de su recámara y observa el cielo nocturno. – Okāsan… Ya estoy aquí. Espérame, pronto estaré junto a ti. – dice para sí misma.


Semanas después…

En el salón de baile, las chicas practican y aprenden a realizar movimientos rutinarios, cuales la subdirectora les enseña con fervor, ánimo y paciencia. – Ok, vamos chicas. – dice Shizune aplaudiendo, mientras suena la melodía de una canción. – Uno, dos… Uno, dos… ¡Otra vez! Sigan el ritmo y no lo pierdan. – posa ambas manos en las caderas. – Necesito que muevan sus pies, no sus piernas. Las caderas, vamos muévanla. – empieza a caminar alrededor de las chicas. – Carol, no estás poniendo de tu parte. Mira a tus compañeras, si fallas continúa.

Hai! – exclama la nombrada, procurando seguir los pasos de sus compañeras.

Una Idol no debe encerrarse en sus fracasos. – se detiene detrás de las chicas, un poco lejos para contemplar cada movimiento y gestos. – Si fallan, no es motivo para no continuar, deben levantarse porque de lo contrario sus fans estarán tristes. – achina los ojos para observar los movimientos de alguien en especial. – ¿Cómo era su nombre? – se lleva una mano al mentón. – Creo que era algo así como Asumi… Es buena bailarina. – entonces su mirada se centra en otras novatas. – Esa chica…– joven de cabello corto y negro, ojos marrones claros. – Se mueve bastante bien. Además…– mira a Kimi y Árika moverse mientras sonríen. – Ellas están sincronizadas. – camina hacia un rincón donde hay una mesa y sobre ésta, una libreta. La toma y escribe ciertos apuntes. Una sonrisa divertida surca sus labios. Apaga el radio. – Es todo por hoy.

Árika salta sobre Asumi, sorprendiéndola por dicha acción. Kimi cierra la mano en puño y golpea la cabeza de Árika con ésta. – Deja de hacer eso. – Árika pone mala cara. – ¿Qué clase tienes ahora? – le pregunta a Asumi.

Composición. – responde un tanto insegura.

Nosotras tenemos prueba de sonido. – agrega Árika, tomando del brazo a Kimi. – Entonces, ja ne! – se despiden de un movimiento de la mano y sale con Kimi a rastras.

Asumi suspira, desganada. Después de cambiar de uniforme, ingresa a su respectiva clase y mientras la maestra explicaba algunos pasos importantes para componer música y letras de canciones, Asumi estaba pensando en las posibilidades de poder encontrar alguna prueba o pista en la academia que la lleve a ubicar el paradero de Violet. Estaba tan sumida en sus pensamientos que, olvidó que la clase había concluido. Entonces recordó que en la biblioteca están las informaciones de las Idols. Más se dirigió allí. Entretanto revisaba libros tras libros, los minutos, horas pasaban sin darse cuenta. Suspira, más no se dará por vencida.

Asumi-san, es tarde para que estés en éste lugar. – dice una suave vocecita que conoce a la perfección.

Levanta la cabeza. – ¡Nanami-chan! – la aludida sonríe con los ojos cerrados. Asumi observa el reloj de pulsera. Dicho reloj marca las nueve de la noche. – Ya es tan tarde. – murmura más para sí misma.

Deberías descansar. – agrega Nanami, apoyando su cuerpo en uno de los estantes. Ve a la chica agachar la cabeza para concentrarse nuevamente en el libro. Entrecierra los ojos, tratando de observar qué investiga con dedicación. Acomoda la cabeza en el estante, mira el techo. – Toda información después de su separación ha sido destruida. – murmura, refiriéndose al grupo C-ute.

¿Eh? ¿Qué? ¿Por qué? – parpadea confundida.

L-Lo siento Asumi-san, pero hay informaciones que no deben saberse. – responde, tono tímido. – Es por eso que no encontrarás nada aquí. – se arrodilla para ayudarla a acomodar todos esos libros que se encuentran esparcidos en el suelo. – Ella desapareció sin dejar rastros y ese fue su deseo, que nadie la encontrara. – acomoda entre sus brazos algunos libros. – Puede que se encuentre en este momento fuera del país o probablemente sea actriz, quien sabe.

¿Por qué me dices todo esto? ¿Sabes algo que los demás no? – interroga Asumi, cargando varios libros para colocarlos en el librero.

Niega la cabeza. – Sólo sé lo que todos dicen. – le da la espalda, una sonrisa melancólica atraviesa sus labios. – Okā-san…– se muerde el labio inferior, evitando que las lágrimas escapen de sus ojos. – Si en verdad te interesa saber dónde está o qué pasó con ella, no investigues más.

No comprendo lo que quieres decir. Pero…– intenta replicar, pero es interrumpida.

Si ella regresa, muchas personas sufrirán. – gira sobre sus talones, la enfrenta. – Okā-san sufrirá.su mirada refleja tristeza. Acomoda los libros en el librero. – Asumi-san, el pasado debe quedarse en el pasado. Por favor, no lo revivas. – da media vuelta y se retira de la biblioteca.

Nanami-chan, sabes más de lo que dices. Pero lo siento, no me detendré hasta encontrarla. – dice entre susurros. De repente, un libro cae al suelo. Busca con la mirada de donde provino, en el otro corredor. – ¿Quién está ahí? ¿Quién eres? – chica de cabello corto y negro, arrodillada mientras recoge el libro que había caído.

Ella pasa una mano por sobre su corto cabello. Se pone en pie. – Es una pérdida de tiempo buscar en la biblioteca de la academia. Debes de ser una estúpida para hacerlo. – alza la cabeza, dejando entrever sus ojos marrones claros.

¡Oye! ¿Qué demonios te pasa? ¡A mí no me insultes! – exclama molesta, entretanto una venita palpita en su frente.

Sí, como sea. Tampoco me gusta insultar a la gente, pero verte sentada ahí todo este tiempo, me enferma. – suspira desganada.

Entonces, ¿Me estabas espiando? – arquea una ceja, irritada. – Y a todo esto, ¿Quién demonios eres? – cruza los brazos, impaciente.

Una joven chica que al igual que tú, busca las mismas informaciones. – responde sonriente. – Yoshida es mi nombre.

Yoshida…– mano debajo del mentón. – Tu nombre me es familiar…– chasquea los dedos. – ¡Eres la chica que perdió contra mí en el juego de baloncesto! ¡Yoshida Miyazaki! – exclama, emocionada por haber recordado. – No sabía que te gustaba llamar la atención.

¿D-De qué estás hablando? – interroga Yoshida un poco sonrojada.

Te transferirte de nuestra escuela para estar en ésta. A eso se le llama…– empieza a murmurar a lo bajo.

¡No te ando siguiendo! – exclama, enojada. Desvía la mirada, avergonzada. – Escuché cuando hablabas con tus amigas de que había una oportunidad para entrar en ésta Academia, así que la aproveché. – agacha la cabeza. – He admirado por mucho tiempo a las fundadoras de este lugar y no me parece justo que haya desaparecido la líder. – alza la cabeza, ojos brillosos. – Sus canciones, bailes y coordinación eran sorprendentes. Veía sus conciertos y cuando me detenía a observarlas una a una, podía percibir sus resplandecientes auras. – sonrisa de felicidad. – Mi sueño es cantar sobre un escenario para poder brillar como lo hacían ellas.

Es lo mismo que deseo. – Asumi extiende una mano hacia ella. – Juntas, hagamos realidad nuestros sueños. – cierra los ojos en una sonrisa.

¿Eh? ¿Quién dijo que me voy a aliar contigo? – manos sobre las caderas, mirada retadora. – Ni en sueños, eres mi rival.

¿R-Rival? – sonrisa nerviosa. – ¡Eres una muy mala perdedora! – la sonrisa se torna maliciosa.

¡Já! ¡No me vencerás tan fácil! – exclama con autosuficiencia.

Eso lo veremos, Yoshi. – arrastra las palabras para hacerla enojar.

Para ti es Mizayaki-san, no Yoshi. ¿Comprendes? – venita en la frente.

Claro que comprendo…– Asumi entrecierra los ojos. – Yoshi.

...

Detrás de una pantalla plana, alguien veía la divertida discusión de esas dos en la biblioteca gracias a la cámara de vigilancia instalada en la misma. Una sonrisa alegre surca sus labios carmesí. – Esas dos me recuerdan a nosotras cuando éramos jóvenes. – murmura más para sí que para su acompañante.

Tienes razón, Kurenai. – responde una mujer de cabellos cortos y negros mientras se acerca a la aludida. Estando posicionada a su lado, presiona unas cuantas teclas y la pantalla se divide en cuatro proyecciones donde se visualiza en uno de los videos a Asumi y Yoshida aún discutiendo en la biblioteca, pero sonriendo; a Árika sentada en un banco del campus, a Kimi parada en el balcón contemplando el nocturno cielo y, a Nanami sentada en el comedor de la academia mirando entristecida un collar de entre sus manos. – ¿Estás segura de esto? – interroga, insegura del nuevo proyecto.

Sé que te inquieta, Shizune. Pero esas chicas son talentosas. Tú misma lo has confirmado con tus propios ojos. – responde Kurenai, apoyando los codos sobre el escritorio y la barbilla entre sus manos. La aludida niega la cabeza, sonriendo. – Tu hija estará feliz.

Si es decisión de la directora, comparto la misma opinión. – dice una tercera voz, entrando a la oficina. Ambas mujeres voltean la cabeza hacia la entrada. – Gracias por la invitación de tu fiesta que nunca me llegó. – sonrisa divertida.

¡Miko! – exclaman las dos al unísono al ver a una mujer un poco alta y de piel blanca, su cabello largo que le llega a la espalda de color azul oscuro, ojos oscuros y el flequillo a ambos lados de la cara.

Bienvenida, Mikoto… Mikoto Uchiha. – Kurenai se levanta del sillón. – Ese es tu apellido de casada, ¿O me equivoco? – Mikoto abraza a sus mejores amigas con mucho afecto. – ¿Qué haces aquí a estas horas?

Acabo de llegar al país y decidí pasar a saludarlas. – las tres toman asiento. – Desde mañana iniciaré con un nuevo proyecto, estaré filmando una película en Konoha. – sonrisa.

¿Cuál será el género en esta ocasión? ¿Acción? ¿Terror? ¿Comedia? – interroga Shizune, alegre al ver a una de sus amigas desde hacía tiempo.

Para nada. – agita su mano en negación. – Saben que no soy buena en esos géneros. – Risa nerviosa. – ¿Y ustedes qué? ¿Volviste con tu esposo, Shizune?

Shizune desvía la mirada, disimulando estar enojada. – Estoy soltera desde hace cinco años. Ese baka…– gruñe. – Me gustaría golpearlo hasta que no pueda volver a ver su rostro.

Kurenai y Mikoto niegan la cabeza. – Pobre, sigue pensando en él. – musitan al mismo tiempo.

Mejillas sonrojadas. – ¡No sigo enamorada de él! – exclama con nerviosismo.

No mencionamos que sigues enamorada, sino que piensas en él. – vuelven a hablar en sincronía. – Lo ama y no quiere aceptarlo. Lástima. – niegan la cabeza por segunda vez.

¿Eh? ¿Lástima? – rostro desencajado. Aclara la garganta. – Por supuesto que pienso en él, es el padre de mi hija.

Que excusa tan pobre. – murmura Kurenai, sirviéndose una taza de café.

Totalmente de acuerdo. – agrega Mikoto, saboreando del humeante café.

Se levanta con brusquedad. – Dejen de hablar sobre mi vida privada. – les apunta con el dedo. – Ustedes también tienen sus propios asuntos que atender. – se cruza de brazos. – ¡Jum! – toma asiento.

Silencio. El despacho parece tan callado como si no hubiera nadie en ese lugar, tan sólo se escucha las tazas hacer resonancia cuando son colocadas sobre los pequeños platos. Mikoto aclara la garganta. – De cualquier modo, ¿Sigues casada con él? – interroga, meramente curiosa. Shizune mueve los ojos de un lado a otro como si no fuera con ella. – Mejor no respondas. Me queda claro.

Ninguno de los dos quiere firmar el acta de divorcio. – responde la Yuuhi, como si nada.

¡Kurenai! ¡Shhh! – exclama Shizune, avergonzada.

Que no te avergüence, es normal. Todavía sienten atracción por el otro. – espira. Mikoto parpadea, sin creerlo del todo. – ¿Qué se puede hacer? – toma un sorbo de café.

Entonces, ¿Quién inició el procedimiento de divorcio? – pregunta Uchiha, incrédula.

Kurenai espira por segunda vez. – Ambos. – cierra los ojos, degustando del humeante café.

Increíble. – murmura Mikoto entre dientes. Risa nerviosa. Mirada seria, sonrisa entristecida. – Hablar así, me recuerda aquellos tiempos cuando solíamos discutir por tonterías. – Shizune y Kurenai dejan de lado sus respectivas tazas. – Desearía volver el tiempo atrás y no haber aceptado aquella propuesta. – baja la mirada al suelo. – Al venir a Konoha, empecé a recordar el pasado. Un pasado que no volverá. Un pasado perturbador. – sus amigas agachan la cabeza. Extrae de su bolsa una revista, cual deposita sobre el escritorio. – Todo indica que el destino nos quiere reunir a las cuatro. – se pone en pie y camina hacia la mesa con forma de prisma donde están los antifaces.

Shizune y Kurenai contemplan la portada de la revista. En ella está posando una mujer que destaca en apariencia por su elegancia y belleza. Tiene el color púrpura largo hasta la cintura y el flequillo peinado hacia el lado derecho sin llegar a taparle los ojos, los cuales tienen puntas muy pronunciadas con el iris negro y unas pupilas marrones de gran tamaño.

Violet…– labios curvados hacia abajo. – ¿Qué sucedería si la prensa se entera del porqué Violet desapareció? – Shizune se muerde el labio inferior y Kurenai mueve la cabeza hacia un lado, ambas sin saber qué responder. – Nosotras…

No es momento para decirlo. – murmura Kurenai, nerviosa.

Lo siento, las cuatro nos sentimos culpables y con toda razón. – Mikoto observa detenidamente el espacio vacío en el centro donde debería estar el quinto antifaz. – Podíamos haber continuado siendo un grupo. Pero no fue posible porque nosotras…– frunce el entrecejo, labios temblorosos. – Nosotras asesinamos a Violet. Pero como dijiste en ese entonces, debemos olvidarlo por nuestro bien.

Es nuestro secreto y nos lo llevaremos a la tumba. – dice Shizune, mirada fría y voz seca.

Kurenai se levanta nuevamente, gira sobre sus talones dándole la espalda. – Basta de hablar sobre ello, el pasado se queda en el pasado, ahora estamos en el presente. – labios curvados hacia abajo. – Después de todo, ella decidió morir y definitivamente Violet está muerta. Fue su decisión, no nuestra. Deben entenderlo. – sus amigas asienten. – Lo siento mucho, Violet.


(*-*) = (-.-) = (^.^) = (*.*) = (-,-) = ($_$) = (*-*) = (-.-) = (^.^) = (*.*) = (-,-) = ($_$)