Bonjour! ¿Cómo han pasado la semana? Un poco agitada por mi parte, disculpen que ayer no publiqué a tiempo, se me presentaron unos inconvenientes y me he pasado el día de hoy en una reunión en la cual era la coordinadora y organizadora del evento; acabo de llegar a casa.

Un saludo especial a Lonely, tu comentario me ha alegrado la noche. Gracias por comentar, me alegro que te haya gustado. Estaré actualización todos los fines de semanas, ya sea ésta u otras historias. Esperando éste capítulo sea de tu agrado.

Gracias, también, a aquellos que siguen mis historias. Aunque no comentan, me hace feliz saber que alguien los lee. Y sin más que decir, disfruten del capítulo 5.- (^.^) ( , )


Okāsan, doko ni iru no?

(5)

Asumi, vistiendo su pantalón deportivo blanco con dos rayas violetas, chaqueta blanca con el cuello y puños violetas, más tenis; gira, gira, gira sin perder ritmo. Extiende su mano derecha al frente, mueve sus caderas al ritmo de la música. Sonrisa. Camina hacia un lado, gira y choca las palmas de sus manos contra las de Árika Yamashiro, quien viste pantalón deportivo blanco con dos rayas azules, chaqueta blanca con el cuello y puntos azules, más tenis blancos.

Kurenai, viste blusa roja con mangas largas, pantalón negro de tela y zapatillas de tacón. – 1, 2, 3…– les indica. – ¡No pierdan la concentración! – deja de aplaudir, más posa ambas manos sobre sus esbeltas caderas. – Tienen talento. – Sonríe.

Detrás de la rubia, se ubica Kimi Shiranui, vistiendo la misma vestimenta a excepción del color que es rojo. Kimi posiciona su pierna derecha al frente conjuntamente con sus amigas, mueve las caderas. Nanami, color representativo verde, mira de soslayo a Kimi, pues perdió el ritmo durante unos segundos, pero recuperó el paso. Yoshida aplaude tres veces consecutivas al mismo tempo que sus amigas. Sonríe. Viste pantalón deportivo con rayas amarillo anaranjado y chaqueta blanca con el cuello y puños amarillo anaranjado.

Las cinco chicas posicionan sus manos sobre sus propias caderas, mueven las caderas y piernas de un lado a otro. Se detienen, alzan sus brazos izquierdos y lo hacen girar en el aire. Asumi, Kimi y Árika avanzan un par de pasos, mientras Nanami y Yoshida se quedan atrás. Las tres giran y retroceden, dejando a sus dos amigas avanzar, pero Nanami tropezó y cayó al suelo.

Dejan de danzar. – Nanami-Chan, ¿Te encuentras bien? – interroga Asumi, corriendo en su ayuda.

Una mujer con el cabello violeta que cae como cascada, lleva una mini-falda negra, una blusa verde con cuello tortuga, un pequeño colgante de plata en forma de estrella en una cadena también de plata, botas negras de tacón y gafas oscuras que ocultan sus ojos; observó con detenimiento el baile y la caída de Nanami.

Kurenai dirige su vista hacia la puerta, sonríe. – Es un honor tenerte aquí. – musita, con suficiencia.

¿Éste es tu grupo, Kurenai? – interroga la recién llegada.

Una sonrisa traviesa surca los labios de la Yuuhi. – Al fin decides venir. – murmura, caminando hacia ella.

No lo hice por mero gusto y lo sabes. – responde la mujer de cabellos violeta, con la mirada fija sobre las cinco chicas.

Kurenai empieza a reír con nerviosismo. – Estoy enterada de lo sucedido. – sisea.

¿Enterada? – una venita aparece en la frente. – Eres la autora principal de que mi viaje haya sido retrasado. – Kurenai retrocede. – Y ahora comprendo el motivo. – la Yuuhi traga saliva.

Asumi se acerca a Yoshida. – Parecen ser buenas amigas. – le susurra al oído a su compañera, quien asiente con la cabeza.

Kurenai carraspea, mirada seria. – Chicas, desde ahora ella será su entrenadora personal. – dice, mirando a su amiga quien dio vuelta dispuesta a retirarse. – ¡Yu! ¡Yugao Uzuki! ¡No puedes irte así! – exclama acalorada. – Deberías al menos presentarte.

La nombrada deja escapar un sonoro suspiro. – No hay necesidad, acabas de revelar mi identidad. – una gota estilo animé desliza por la frente de Kurenai. – Necesitan practicar más. – posa sus ojos sobre alguien en específico. – Si no puedes con el entrenamiento, deberías optar por rendirte. – murmura, entrecerrando los ojos. Asumi percibió que esas palabras eran para Nanami. – Y eso va para todas. – empieza a marchar. – Y se hacen llamar un grupo. Decepcionante.

La rabia se apoderó de Asumi. No permitiría que sean tratadas de esa manera tan dura. – ¡Espere un momento! – exclama, logrando que ella se detenga. – ¡No puede tratarnos así! – mira de soslayo a su amiga Nanami, quien mantiene la cabeza agachada y las demás intentan animarla. – ¿Quién se cree que es? – entrecierra los ojos.

Escucha jovencita. – empieza a hablar, pero Asumi no le da oportunidad.

No, escuche usted. – interrumpe. – No tiene derecho a hablarnos como si lo que hiciéramos es decepcionante, cuando nosotras practicamos todos los días con los ánimos renovados. Usted viene y apenas nos ve tropezar y juzga sin conocer nuestro potencial. – intercambia miradas contra Yugao, quien parpadea. – Aunque sea miembro de mi grupo favorito o una de las fundadoras de esta academia, no voy a permitir tal actitud.

Uhh… Alguien que te pone en tu lugar, Yugao. ¿Qué piensas de eso? – pregunta Kurenai, burlándose de su amiga.

Uzuki lanza mirada atemorizante a la Yuuhi. – Deja de ser tan altanera, jovencita. – murmura entre dientes. – Porque a partir de ahora, soy la nueva directora de esta academia.

¿QUÉ? – grita Kurenai al borde de perder la compostura.

Así que, desde ahora obedecerán todas mis órdenes y entre ellas está la disolución de este proyecto. – sentencia, mientras Kurenai estaba más blanca que una hoja de papel.

¿Proyecto? ¿De qué habla? – murmuran las chicas entre sí.

Etto… Yugao, ellas no saben nada sobre ese proyecto. – añade Kurenai en voz baja. – Les enseño a cómo trabajar en coordinación.

Puños apretados. – ¿Y PORQUÉ HASTA AHORA VIENES A DECÍRMELO? – explota, furiosa. Hala a la Yuuhi hacia ella. – Creí que ya las habías evaluado. – susurra.

Aún no. Esperaba que tú lo hicieras. – responde en voz baja. – Oh, espera un momento. – Yugao arquea una ceja. – ¿Te emociona la idea, verdad? – sonrisa pícara.

Venita palpitante. – Como sea. – recupera la compostura. – Hace años que alguien no se enfrentaba a mí de esa manera. – sonrisa, mirando de soslayo a Asumi. – De cualquier modo, he notado que esa chica no ha venido precisamente para convertirse en estrella.

También lo has percibido. – musita Kurenai, entrecerrando los ojos. – Desde el momento que la vi, supe que en parte mentía. Tiene un motivo oculto que hasta ahora no he podido descubrir. Pese a todo, hay talento en ese pequeño cuerpo. – se muerde el labio inferior. – Y lo más extraño es, que su aura…

Es la misma de sea persona…– susurra Yugao, incrédula. Camina hacia Asumi. Estando frente a ella, mira sus ojos. – Tienes agallas. ¿Cómo te llamas?

Asumi Sayaka. – responde segura de sus palabras.

Suspira aliviada. – Asumi Sayaka, eh. – extiende una mano hacia ella. – Sayaka, demuéstrame que estoy equivocada. – ojos firmes.

¿Eh? – Asumi retrocede un paso.

Manos en sus caderas. – ¿Dónde dejaste tu valentía? ¿Tienes miedo de quedar como tonta frente a tus amigas? – entrecierra los ojos, evaluando las reacciones de la chica.

¡Por supuesto que no! – exclama Asumi, enojada.

Yugao vio en los ojos de Asumi un brillo reflector que la hizo dudar. Más su mente proyectó los labios apretados y temblorosos, más lágrimas deslizando por las mejillas de una mujer que ella quiso tanto proteger. Yugao frunce los labios en una línea, sintiendo impotencia. Posa una mano sobre la cabeza de Asumi, sonríe. – Sigan practicando. – da media vuelta, observa de soslayo a Nanami, quien retrocedió dos pasos. – Kurenai, tenemos que hablar. – dijo sin dejar de mirar a Nanami.

Vayamos a mi despacho. – murmura Kurenai, descubriendo el motivo de la conversación. Asumi y las demás parpadean confusas, mientras las ven salir de la habitación.

Al llegar al despacho, Yugao tomó asiento y apoyando los codos sobre el escritorio, cubre el rostro con ambas manos. Suspira. – Esa chica…– murmura. Gruñe. – ¿Por qué tiene los mismos gestos? ¿Por qué tiene que ser rebelde? Pero lo más importante…– levanta la mirada. Kurenai empieza a sudar. – ¿Por qué está estudiando en esta academia? Te dije muy explícitamente que no le permitieras entrar y… ¿Qué hiciste? – golpea el escritorio al mismo tiempo que se levanta de la silla. – ¿Mi opinión no cuenta? ¿Sabes lo angustiada que estaba al enterarme que después de años sin verla la veo en el periódico? ¡También eres madre! ¿Por qué no analizas mis sentimientos? – se lleva una mano a la frente, la frota. – Y para colmo, cambió su apellido. Mi hija…– se deja caer en la silla. – Mi hija cambió su apellido. – susurra, cubriendo el rostro con sus manos.

Kurenai sonríe nerviosa. – No seas dramática. Esa niña tiene talento. – musita con sutileza.

Tú no hables. – mirada aterradora.

Lo siento. – agacha la mirada, sin sentirlo realmente. La ve ponerse en pie. – ¿Qué vas a hacer? – Yugao camina hacia la salida. – ¿A dónde vas? – escucha la puerta cerrarse. – Oh, oh. ¡Espera! – sale detrás de ella. Camina apresurada por los corredores de la academia preguntando a las jóvenes estudiantes las direcciones que su amiga ha tomado hasta ver el celaje de ella entrar a un aula.


Yugao abre la puerta de repente, irrumpiendo la clase. – Perdone mi atrevimiento al entrar a su clase de esta manera. – dijo al maestro.

Distinguida Directora, adelante. – responde el docente.

¿Se encuentra la académica Nanami Uzuki? – interroga enarcando una ceja. Los murmullos no se hicieron esperar.

¿No querrá decir Nanami Gekko? – interroga el docente, confundido.

No, es Nanami Uzuki. ¡Nanami, ven aquí! – exclama Yugao, alterada. Nerviosa, Nanami se pone en pie. – Ven a mi oficina, ahora. – la chica no se mueve de su lugar. – ¡Nanami, ven en este instante!

¡Pero okā-sama! – replica.

Pero nada. El hecho de que hayas venido a esta academia sin mi autorización, ya es un motivo serio de tu rebeldía. – camina hacia ella y la hala del brazo.

¡No! – exclama Nanami, despertando de su sueño.

Señorita Gekko, por favor preste más atención a la clase. – sisea el instructor.

Agacha la cabeza, sonrojada. – D-Disculpe usted, sensei. – murmura, avergonzada.

Nanami… chan…– susurra Asumi, mirando de soslayo a su compañera.

Kurenai ve a su amiga Yugao de pie frente al aula observando a través de la ventanilla. – ¿Preocupada? – voz apacible.

Tan sólo es una niña. Hace dos años que no he podido estar con ella y ahora la veo allí sentada. – baja la mirada, desanimada. – Comprendo a la perfección que está creciendo, pero no puedo permitir que se involucre más en esa vida. Prefiero verla como modelo y no encima de un escenario.

Está siguiendo tus pasos, Yu. – responde la Yuuhi, segura de sus palabras.

Pero es demasiado tímida. Sólo mírala. – la contempla mirar al frente con temor y sus manos tiemblan al sostener el bolígrafo. – No nació para estar animando un público. – suspira. – Retrasaste mi vuelo para prolongar que descubriera esto. Pero tarde o temprano me iba a enterar. Además, das miedo cuando te propones recolectar informaciones, no sé qué métodos usas porque mi vuelo lo sabía mi manager y yo. – pasa una mano por sobre su cabello. – De todos modos, vine porque ella me lo pidió, nada más.

Lo sé. Se lo debemos, ¿No? – murmura Kurenai, entristecida. Mira a la Uzuki alejarse. Sigue sus pasos. – Supongo que te enteraste de lo sucedido. – ella asiente. – No sé si sea cierto lo de buscar donante, pero si es el caso será difícil encontrar a alguien compatible.

Yugao se detiene a medio corredor. – Si es Kakashi, encontrará a alguien. – agacha la cabeza. – Aunque tenga que usar sus recursos o mover mar y tierra con su dinero, no la dejará ir. – ojos entristecidos. – Porque después de todo y ante todo, la ama más que nada. – alza la cabeza. Sonrisa. – Puede que haya transcurrido más de dieciocho años, pero el amor por su esposa se hace cada vez más fuerte. Es envidiable. – ante la mirada inquisidora de Kurenai, sonríe cerrando sus ojos. – Duele admitirlo. Como sea, eso quedó en el pasado o así quiero creerlo. – reanuda el camino. – Ahora debo velar por mi hija, es lo más importante para mí.

A los hijos hay que darles un poco de libertad, sabes. – dice Kurenai caminando a la par de Yugao. – No se les puede obligar a algo que no quieren hacer.

¿Lo dices por ti o por mí? – pregunta Yugao enarcando una ceja.

Por ambas. – responde consciente de sus palabras. – Me hubiera gustado emparejar a mi hijo con tu hija. – suspira desganada. – Pero eres tan sobre protectora que negaste mi petición.

Yugao se detiene bruscamente. – No es que la haya negado. – una venita aparece en su frente. – Su padre no quería. Además, ella ya eligió candidato. – pose pensativa. – Bueno, básicamente no lo eligió.

¿Qué quieres decir? – interroga Kurenai, meramente curiosa.

Yugao inclina la cabeza. – Ellos son amigos de infancia, se llevan muy bien porque se atraen, hay química entre ellos. – sonrisa divertida. – Con diez años de edad, ese chico me pidió la mano de mi hija. – Kurenai abre su boca ligeramente, sorprendida. – Creí que se trataba de un juego.

¿Y no lo era? – vuelve a preguntar la Yuuhi, asombrada.

Niega la cabeza. – Vino a Konoha para trabajar en la empresa de su padre con el propósito de estar junto a ella. Así que va en serio. – suspira. – Yo no les impediré amarse. Además, él apoya la decisión de Nanami. – sonrisa. – Después que ella viniera a Japón gracias a su padre. – nótese la desaprobación. – Ese chico decidió ir tras ella y me prometió cuidarla. – calidez en su mirada. – Así que, no los detendré.

Entonces, ese chico es su noviecito, ¿No? – pregunta Kurenai, reanudando el camino.

Más que eso. – responde animada. – Oficialmente es su enamorado. – ante la mirada desencajada de su amiga, prosigue. – Están comprometidos a matrimonio. Cuando Nanami cumpla los dieciocho años, se casará con él. – inhala. – Están en plena juventud.

Kurenai vuelve a detenerse. – ¿No es apresurado? – pregunta a su amiga. Ante el silencio, percibió que no debe involucrarse. – Lo siento. Pero pienso que ella es joven y puede cambiar de dirección.

Niega la cabeza. – Ella no es así. Ha tomado su propia decisión sin necesidad de intervenir. – entrecierra los ojos.

Se lleva el dedo índice al mentón. – Mm… Respecto a permanecer en la academia, ¿También le dejarás la opción de elegir? – pregunta Yuuhi, desalentada.

No. – contesta tajante. Atraviesa el próximo corredor.

Piénsalo bien. – apresura sus pasos. – Antes de que tomes esa decisión, debes estar consciente de su talento. Pone todo su esfuerzo en los entrenamientos, es dedicada y tiene una conducta intachable. – posa una mano en el hombro de la Uzuki, quien detiene sus pasos.

Ese es el problema. – susurra desconfiada. Mira a Kurenai. – No me importa si tiene o no talento, ella regresará conmigo. – ella sabía que su amiga iba a replicar, entonces se adelantó. – Si Nanami tanto desea formar parte de la farándula, la convertiré en modelo o actriz, pero no quiero verla sobre un escenario. – mirada petrificante. Manotazo. Kurenai encoge su mano golpeada. – No quiero que aquello vuelva a ocurrir. – sisea atemorizada. Una visión de los barrotes desprenderse de la cuerda y caer encima de ella, golpeó su mente.

En definitiva, no ocurrirá. – responde Kurenai, entristecida y al mismo tiempo segura de sus palabras.

No ocurrirá si puedo alejarla de todo esto. – sentencia seguro de sí misma y su forma de persuasión.

Eres terca como una mula. – sisea Kurenai, desviando el rostro. Comentario que accidentalmente escapó de su boca. Al darse cuenta de lo dicho se cubre la boca.

¿Qué dijiste? – venita palpitante, explota. – Tú…– gira sobre sus talones. Manos en caderas, ceja derecha enarcada. – ¿C-Cómo t-te a-atreves a compararme con una m-mula? – sonrisa maliciosa. – Kurenai Yuuhi, o debería decir…– la aludida traga saliva. – Kurenai Sarutobi.

Kurenai también sonríe con malicia. – ¿Y tú qué, Yugao Gekko? – susurra.

Silencio incómodo. Intercambian miradas firmes batallando para determinar quién ganaría este juego de miradas, pero ambas desvían sus ojos en direcciones contrarias al mismo tiempo. Pues no resisten mirarse de ese modo, porque recordarían sucesos pasados que acarrean mucho dolor, un dolor que perturba sus recuerdos y presentes. La tensión se puede sentir en el ambiente, por tanto, Kurenai se cruza los brazos mientras Yugao se acomoda los flequillos de la frente. Dirigirse de ese modo fue, no un shock, sino irritante y a la vez molesto por recordar el pasado de esa manera tan simple. Un pasado tormentoso. Un pasado que han deseado borrar u olvidar desesperadamente, sin embargo al reencontrarse en la ciudad donde todo sucedió, han rememorado dichas tragedias.

Mano derecha posada en el brazo izquierdo, ojos centrados en el suelo. – No ha sido gracioso. – susurra Kurenai. Yugao espira, en razón.

Deberían dejar de hablar así cuando tienen años que no se ven. – añade una tercera voz que conocen a la perfección. Era Shizune, quien sonríe. – Bienvenida, Yu. – saluda cálidamente. – Disculpa los inconvenientes. No deseábamos ocultar la razón de retrasar tu vuelo, ni que tu hija está en la academia. – Yugao desvía su mirada. – Aunque me gustaría que comprendieras, tu hija es talentosa y yo no podía rechazar un talento así. Le pedí a Kure que la aceptara. Todo ha sido mi culpa. – observa los gestos de la Uzuki, quien no dice nada. – Sabía que estarías en contra de esta decisión, pero estaba preparada para cuando llegara el momento de hacerte saber la verdad. – observa el desconcierto de Kurenai. – Quizás tengas miedo, yo también lo tengo. Mi hija es amiga de tu hija, ambas desean alcanzar el mismo sueño que alguna vez alcanzamos. Yo no detendré a mi hija, al contrario, la apoyaré. – Yugao se muerde el labio inferior. – Si aún dudas del talento y la capacidad de tu hija, me gustaría que vieras una pequeña actividad que organizo. – sonrisa satisfecha. – Después juzgarás si ella merece o no estar aquí. – da media vuelta.

¿De qué se trata? – pregunta Yugao, no interesada, sí preocupada.

Shizune gira sobre sus talones para quedar cara a cara. – ¿Recuerdas las chicas que viste practicando con tu hija los pasos de baile? – obtiene asentimiento. – Esas chicas, como ya debes de saber, ante mí pasaron la prueba. – Yugao abre sus ojos desmesuradamente. – Sabes qué significa, no tengo que decirlo. Nanami-chan es parte de esta actividad. Si le permites seguir, será una estrella. – las tres intercambian miradas.

Shizu, tú…– empieza a decir Kurenai, silencia.

Puede que sea egoísta, Kure. Pero mi hija está implicada. – responde Shizune, melancólica. – Opté por integrarla en este medio, así que ahora no puedo echarme para atrás. Ella confía en mí y esa confianza no la tiraré a la basura. – gira sobre sus talones. – Yu, quiero enseñarte un video. ¿Puedes acompañarme? – empieza a caminar. Yugao mira a Kurenai quien se encoge de hombros, ambas siguen a Shizune.

Se dirigen al despacho de la directora. Estando allí, Shizune encendió la pantalla ubicada a un lado del despacho. Toma el control remoto y la enciende. La pantalla reproduce un video donde aparece Nanami sonriendo feliz en compañía de sus nuevas amigas. Otro video donde ellas practican entusiasmadas y, a pesar de Nanami caer en medio del ensayo, sus amigas le ayudan y apoyan a continuar sin preocuparse de los fallos o errores que pueda cometer mientras baila o canta porque será respaldada por las demás. Ante los ánimos de las demás, Nanami les agradece por compartir y ser perseverantes con ella, a lo que Asumi le dice que son amigas y están para ayudarse una a otra.

¿Qué opinas ahora? – pregunta Shizune, deteniendo el video en una Nanami sonriente. – Nanami-chan tiene amigas que la apoyan y cuidan. Tal vez sea irrelevante para ti, pero desde que entró no había tenido amigas hasta ahora. – deja el control remoto encima del escritorio de Kurenai. – Piénsalo bien antes de alejarla de todo esto. – Yugao mira detenidamente la sonrisa de su hija. – Si todavía no estás convencida, debes presenciar el pequeño acto que he preparado.

¿Acto? – interroga Yugao arqueando una ceja. Mira a Kurenai en busca de respuesta, pero la Yuuhi sonríe de acuerdo a la decisión de su amiga y colega. – ¿Qué están planeando? – las sonrisas de sus amigas no le gusta para nada.

¿Has escuchado concierto en vivo por Youtube? – interroga Kurenai, complacida. Ante la confusión de esa idea por parte de la Uzuki, decide aclarar. – Las alumnas más destacadas, harán un concierto en vivo. – toma asiento en la esquina de su escritorio. – La idea es, hacer que esas chicas…– refiriéndose a Asumi y demás. –…se den a conocer. Su popularidad nos dará créditos y podremos decidir si merecen obtener ese título.

Yugao se levanta bruscamente. – ¡Creí que habíamos dejado eso atrás! – exclama, disgustada. – Ahora menos que nunca dejaré a mi hija en esta academia. – se apresura en salir del despacho. Agarra el cerrojo de la puerta, más la detienen las palabras de Kurenai.

Tú no tomas la decisión aquí. – dice Kurenai, firmemente. Yugao traga saliva, no puede creer que su amiga sea manipuladora. Se pregunta, desde cuándo lo es. – Deja que Nanami-chan decida. – ve a Yugao salir rápido sin darle respuesta. Espira. – No sienta cabeza.

No podemos juzgarla, es su madre. – agrega Shizune, dejándose caer en el sillón. – De todos modos, mañana seguiré adelante con el concierto.


...

Al día siguiente…

Las alumnas bailan sobre la plataforma mientras son grabadas. Kurenai decidió que debían presentarse por grupos de cinco o seis. El objetivo es, darle oportunidad de presentar a Asumi y sus amigas, que son cinco en total, dar lo mejor de sí mismas en el concierto. Los grupos pasaban uno a uno hasta llegar el momento de presentar al grupo de Asumi. Yugao, de pie al lado de Kurenai y Shizune, observa las posiciones, bailes y escucha con detenimiento las voces de ellas. No podía negar que tienen talento, si llegara a ser bien pulidas pueden subir a un nivel más alto. Lo sorprendente fue ver a Nanami feliz, muy, muy feliz.

Esto no…– abre sus ojos desconcertados. – Ella…– se cubre la boca con ambas manos. Ríe, nerviosa. – Estuve equivocada. Increíble. – se pasa una mano por sobre su cabello. Aparte de Kurenai y Shizune, nadie más la vio en ese estado. Las demás alumnas de la academia observan encantadas a sus compañeras. Sus ojos se nublan gracias a las lágrimas que están a punto de escapar. – Tenían razón. – susurra. Da media vuelta. – Cuando termine su turno, ¿Le pueden decir a mi hija que le espero en la entrada? – sus amigas asienten. – Gracias. – se marcha. Camina a pasos todos prisa, necesitaba un poco de aire fresco y estando en esa extensa sala no puede respirar con calma. Cuando iba atravesando el corredor, ve a un joven conocido con el cuerpo apoyado en la pared, usando un elegante traje. Se detiene. – Taisuke…– susurra.

Él se aparta de la pared. – Yo…– reverencia, agacha más la cabeza. – Lamento no haberle dicho la verdad. Estuve preocupado por la decisión de Nanami que preferí permanecer callado. – se muerde el labio inferior. – No quería perder su confianza. Sólo deseaba estar cerca de ella. Lo lamento mucho, en verdad lo siento.

Está bien. – responde ella, sonriendo tristemente. – No hay necesidad de que te disculpes. – sorprendido, él recupera la postura. – Al fin y al cabo, lo sospeché. Viniste a Konoha para estar junto a ella, lo entiendo. No había motivos para mentirle, ella necesitaba un aliado. – Taisuke parpadea. – Me alegra saber que haya sido tú. – prosigue su camino, pasa al lado de él.

Yugao-san…– ella se detiene. – Permítale quedarse. – Yugao abre sus ojos, desconcertada por la petición del chico. – No me importaría quedarme en Konoha para estar con ella. La protegeré con mi vida de ser necesario, pero desearía verla sonreír. – él sonríe, una sonrisa cálida. – Para mí, Nanami es la mujer más hermosa que mis ojos han visto. – rubor cubren las mejillas. – Cuando sonríe, siento una calidez, como si una ola me arrastrara violentamente hacia ella. No puedo explicar con palabras este sentimiento que me quema por dentro. Sólo sé que aprecio y atesoro a su hija. Así que, con estas emociones apretando mi pecho, le suplico que no la aleje de su sueño.

Yugao da vuelta. Se sorprende ver la mirada ilusionada de él. – Eso es amor. – Taisuke desvía el rostro sonrojado. – Estás enamorado de ella, puedo comprenderlo. – inhala, exhala. – Como su prometido, te la encargo. – los ojos de él se iluminan más, pero al instante frunce las cejas confundido al escuchar la palabra prometido. Yugao ríe. – Desde el momento que decidiste venir a Japón con el objetivo de seguir a mi hija, que por cierto todos conocen el verdadero motivo. – Taisuke se rasca la nuca. – Se reveló que tus padres y mi esposo los habían desposado en matrimonio. – entrecierra los ojos. Él agacha la mirada. – Por tu reacción, ya lo sabías. Al principio me molesté, luego me sentí aliviada. – sonrisa entristecida. – Estaba tan ocupada en mi trabajo que ni siquiera le prestaba la atención necesaria. – Taisuke deseaba hablar, más no sabía qué decir. – Es mi culpa por anteponer mi trabajo antes que mi propia hija. Soy patética, mira que actuar el papel de madre en estas circunstancias cuando no tengo ningún derecho ahora de exigir.

Está equivocada. – responde Taisuke. Mirada seria, voz firme. Yugao parpadea. – No es su culpa, tendrá sus motivos. Ahora más que nunca Nanami la necesita, necesita su cariño, su apoyo y su comprensión. – la ve pasar los dedos por sus ojos limpiando los restos de lágrimas dispuestas a salir. – Soy consciente de las veces que ella requería su opinión y no la obtenía, pero eso no quiere decir que Nanami piense que usted no la ame. Ella sabe cuanto le ama, es por eso que decidió seguir su mismo sueño. Quiere su aprobación. Quizás no me corresponda decirlo, pero la admira. – Yugao abre ligeramente sus ojos. – Esa admiración se convirtió en deseo de alcanzar lo que su madre logró. Como usted acaba de mencionar…– leve reverencia. – Amo a su hija y no pienso renunciar a ella, asimismo le pido que no le incite renunciar. Si no está dispuesta a ayudarla…– levanta la cabeza. – Permítame ser yo quien le de esa fortaleza para seguir adelante. Le dejaré usar mi hombro cuando necesite llorar, la haré reír cuando esté triste, lucharé con todo mí ser para que ella sea inmensamente feliz. No puedo ni quiero verla llorar. Nanami es lo más sagrado que ha llegado a mi vida. La amo tanto, tanto, que soy capaz de enfrentar a quienes se interponga en su camino. – desvía la mirada, al observar que Yugao estaba conmovida por sus palabras. – P-Piense cuidadosamente mis palabras. – se retira. – Dije algo tan vergonzoso. – se dice a sí mismo mientras cubre su rostro.

Una sonrisa gratificante surca sus labios. – Ese chico…– ríe. – Cada vez me sorprende. – avanza por los corredores hasta llegar a la entrada al campus. Observa el nocturno cielo. Él es el indicado para ti, Nanami.– se dice a sí misma.

Okā-sama…– susurra Nanami, acercándose a ella. Agacha la cabeza, nerviosa por la reacción de su madre al enterarse que se inscribió en la academia sin su consentimiento. Alza la cabeza. – Yo…– se muerde el labio inferior. – Yappari, no puedo hacerlo. – dice para sí misma.

Nanami…– la nombrada presta atención cuidadosamente. – ¿Deseas seguir adelante aún contra mi voluntad? – gira sobre sus talones. Cara a cara. Centra sus ojos en su hija, mirada seria. – ¿Es lo que deseas realmente? – no responde. – Si me niego ayudarte, ¿Qué tanto estás dispuesta a luchar? Nanami, quiero una respuesta, ahora. – espira. Da media vuelta. – Yappari, no tienes lo necesario. – empieza a caminar.

Sintiéndose impotente, Nanami cierra las manos en puños, cuales tiemblan. – M-Matte…– susurra. No fue escuchada como siempre, entonces apretó los puños con fuerza, inhala. – MATTE KUDASAI! – grita. Yugao gira desconcertada. – Puede que no tenga lo necesario, pero…– musita, cierra los ojos. – ¡QUIERO QUE ME ACEPTES! ¡QUIERO SER CANTANTE COMO TÚ LO ERAS! – inhala, exhala. Agacha la mirada. – Ayúdame a ser buena. – entreabre sus ojos. – Onegai. – susurra. Al no obtener respuesta, alza la mirada. Yugao estaba frente a ella, miándola sin expresión alguna.

Extiende una mano, toca el mentón de su hija. – Lo primero que debes aprender es, no bajar la mirada y mantener firme la postura. – suaviza su rostro. – Será un largo camino por recorrer, pero…– frunce las cejas, un poco triste. – ¿Qué más da? – sonríe. – Te enseñaré lo básico mientras esté en Japón. Estaré ocupada como siempre, sin embargo pondré de mi parte para pasar más tiempo contigo. – Nanami se abalanzó sobre ella abrazándola fuerte. – Pensándolo mejor, después del trabajo que vine a realizar pediré vacaciones. – ante dichas palabras, su hija la abrazó tan fuerte que se sorprendió.

Arigatou, okā-sama. – musita Nanami feliz de escuchar hablar a su madre de esa manera tan gentil.


...

Al día siguiente…

¡Vamos! – exclama Yugao aplaudiendo mientras la música suena. Las chicas bailan al ritmo o eso intentan. – 1, 2… 1, 2, 3…– manos en las caderas. Asumi, Yoshida y Nanami avanzan dos pasos al frente, giran mientras Kimi y Árika giran al unísono. Agitan los hombros y mueven las caderas. Nanami pierde el equilibrio y choca con Asumi, ambas caen al suelo. Yugao suspira. – Nanami, necesitas concentrarte en los pasos de baile para que puedas memorizarlos. Empecemos una vez más. – impone.

Hai, okā-sama. – responde Nanami, avergonzada.

¿Eh? – atina a decir Asumi, sorprendida. – ¿U-Usted es la madre de Nanami-chan? – Yugao asiente. Sonrojada por la vergüenza, cierra los ojos.

Kimi se cruza los brazos. – Supuse que no lo sabía. – musita, satisfecha.

Creo que debimos decirle. – agrega Árika, llevándose una mano debajo del mentón pensativa. – Sí, debimos haberle dicho.

¡Empecemos! – ordena Yugao, segura de sus palabras.

Hai! – exclaman todas, emocionadas.

Yugao aplaude. – Estiren más sus brazos. – exige, dominante. Las cinco chicas extienden sus brazos derechos al frente. – Giren. 1, 2… 1, 2, 3, 4…– camina de un lado a otro viendo los movimientos de ellas. – Yoshida-chan, estás retrasada. – la aludida mira a Kimi y sigue los pasos al pié. – Árika-chan, estás adelantada. – Yamashiro sonríe nerviosa y continúa. – Asumi- chan, te equivocaste en el tercer paso. – se acomoda el flequillo. – Observen cuidadosamente a su compañera Kimi-chan. – las cuatro miran a Shiranui, danzan siguiendo los movimientos de su amiga y compañera. – Creo que pondré a Kimi-chan en el centro, hasta ahora es la mejor bailarina. – dice para sí misma. Espira desanimada. Sus ojos centran su atención en la puerta, cual se abre. Kurenai arriba acompañada de Shizune. Cuando iba a saludarlas, nota que ambas mantienen sus ojos fijos en algo. Mira la dirección. Veían a Asumi bailar animadamente con un espléndido aura rodearla. – ¿Cómo es posible…? – se pregunta. – Hace un momento no sabía bien los pasos. Esa chica debe ser…– sacude su cabeza. Camina hacia sus amigas. – Comprendo el porqué casi me obligaron aceptar a Nanami integrarse en este grupo. – Shizune sonríe nerviosa. – ¿Podemos salir un momento? – les pregunta, ellas asienten. – Sigan practicando, regreso en cinco minutos. – salen de la sala.

En silencio atraviesan los corredores de la academia hasta llegar al despacho de la directora. Toman asiento en respectivos sillones. Kurenai cruza las piernas. – ¿Y bien? Aquí nadie nos escuchará. ¿De qué quieres hablar? – pregunta curiosa. Shizune las mira detenidamente.

Entrecierra los ojos. – Asumi-chan es…– empieza a decir Yugao, inhala. – ¿Es hija de Kakashi? – Kurenai y Shizune abren sus ojos desmesuradamente, no habían pensando en esa posibilidad. – Sé que suena estúpido, pero cabe la posibilidad de ser cierto. Su manera de sonreír, bailar y esa aura… No es normal que una chica aparezca en esta academia con semejante parentesco. Pero…

Eso es imposible, Yu. – interrumpe Kurenai, entrelazando los dedos de sus manos. – Kakashi tiene dos hijos, nada más. – se levanta del sillón. – Natsuki-chan y el pequeño Koishi-Kun. – camina en dirección a la ventana. – Asumi-chan se parece un poco a Violet, pero es porque la admira. Los fans imitan a los idols, eso no es novedad. – labios fruncidos hacia abajo. – No pensemos en tonterías. – se muerde el labio inferior. "Casi perdimos a nuestra hija." Sacude la cabeza.

También dudas, ¿Cierto? – pregunta Yugao, poniéndose en pie. – Sayaka no es el verdadero apellido de esa chica, lo presiento. – Kurenai gira bruscamente. – No sé qué sucedió cuando estuve fuera, pero Asumi-chan es hija de Kakashi. – sentenció, desconcertando a sus amigas.

"Asumi-chan es hija de Kakashi." Esas palabras retumban en los oídos de Asumi, quien mantiene una mano sobre la manilla de la puerta del despacho principal. Iba a tocar, pero oír esas palabras la dejaron paralizada. Retrocede, atónita. – ¿Quién es ese tal Kakashi? – se pregunta, sigue retrocediendo. Escucha el clic de la puerta, entonces sale corriendo para no ser descubierta. Corre en dirección al salón donde continúan las demás. Arriba al salón.

Mi-san, estás pálida. ¿Te sientes mal? – pregunta Árika caminando hacia ella.

Estoy bien. Correr tan rápido hizo que me faltara el aliento. – responde sonriente. Inhala, exhala.

Es normal, acabas de practicar una difícil voltereta y luego saliste en busca de la sensei. – resalta Kimi al ver que Asumi no regresó con Yugao. – Por cierto, ¿La encontraste? – Asumi niega la cabeza. – ¿La buscaste en el despacho de la directora? – en respuesta, Asumi se muerde la lengua juguetonamente. Kimi suspira. – Lo sabía.

"Asumi-chan es hija de Kakashi." Dichas palabras vuelven a repetirse en sus pensamientos. – Si es verdad, entonces…– cierra las manos en puños. – Si encuentro a esa persona, podré encontrar a mi madre. – entrecierra los ojos.

La puerta se abre. – ¿Descansando? – pregunta Yugao, tono burlesco. Las chicas sudan frío. – Pueden retirarse por hoy. Mañana practicarán el timbre de sus voces con Shizune. – da media vuelta. – Nanami, vamos. Tienes una sección de fotografías en una hora. – la nombrada afirma. Ambas salen de la sala, apresuradas.

Nanami-san la tiene difícil, desde hoy trabaja como modelo. – murmura Árika, entristecida.

Es la condición que la sensei le impuso. – asegura Kimi. Ve a Asumi dirigirse a la salida. – Asumi-chan, ¿Saldrás?

Asiente. – Iré a dar un paseo por el campus. Nos vemos. – agita su mano y desaparece de la vista de sus amigas. – Kakashi…– susurra, perdida en sus pensamientos. – Si hablo con él, quizás yo…– posa una mano en su barbilla. Estaba tan concentrada que no había notado pisaba el pasto del campus. – Pero… ¿Y si él no sabe nada? – de repente alguien choca con ella, lo suficientemente fuerte como para tumbarla al suelo. – Ay, ay…– se acaricia el trasero debido al golpe cuando cayó sentada. – Eso dolió. – busca al culpable. Él pequeño de cinco años estaba a punto de llorar, sus piernas se habían raspado al caer. – Oh, estás herido. Déjame ver esa herida. – él alza la cabeza, ojos lagrimosos. Definitivamente iba a llorar. – ¿K-Koishi-Kun?

El nombrado parpadea. – ¡Onee-sama! – se abalanza sobre ella. La abraza fuerte. – Koishi extrañó mucho a onee-sama. Koishi está feliz de ver a onee-sama. – Asumi frunce el entrecejo, confundida. – ¿Onee-sama extrañó a Koishi? – se aparta unos cortos centímetros. – ¿Nee? ¿Nee? – sonrisa.

Ah…– no sabe exactamente qué responder, de nuevo vuelve a confundirla con su hermana. – Natsuki-san…– susurra. Él inclina la cabeza sin comprender. – C-Creo que me confundes con Natsuki-san. – ríe nerviosa. – Soy Asumi, ¿Recuerdas?

Koishi asiente. – Hai! – exclama emocionado. – ¡Pero también eres mi onee-sama! – vuelve a abrazarla. – Hueles a ella. – aspira el aroma del cuello de Asumi, quien ruboriza al instante. – Eres onee-sama. – cierra sus ojos, sintiendo la calidez desprender del cuerpo de ella. – Onee-sama, Koishi es feliz al verte.

Se sentía un poco incómoda al tenerlo así, iba a alejarlo. Sin embargo, ver en sus ojos derramar algunas lágrimas mientras se aferraba a ella, le hizo desistir de la idea. Insegura, rodea los brazos alrededor del pequeño cuerpo. Se pone en pie con él en brazos, pues no dejaba de colgar los pequeños brazos alrededor de su cuello. – Te limpiaré las heridas. – le dice. Hace su camino hacia los dormitorios. Allí, en su recámara, lo sienta sobre la cama. Busca en el baño el botiquín de primeros auxilios. Después de hallarlo, se dirige hacia donde está él. Se arrodilla frente a él, extrae una bola de algodón y hunda alcohol. – Dolerá un poco. – le sonríe. Poco a poco limpia la herida, se extrañó que él no se quejara, sólo estaba quieto mirándola hacer su labor. – ¿No te molesta? – él niega la cabeza. – Eres valiente. – sonrisa. De repente, nota una cadena de oro colgando del cuello de Koishi, le sorprendió el diseño mariposa del dije. – Es muy linda.

Koishi agarra el dije. – Okā-sama me la obsequió antes de irse. – responde, mejillas ruborizadas. – Okā-sama dijo que es muy importante y la cuidara mucho. – suelta el dije, entristecido.

¿Tu madre está de viaje? – pregunta Asumi desinteresadamente.

Niega la cabeza. – Duerme. – susurra.

Deja su labor. – ¿Ah? – enarca una ceja sin comprender el significado de "Duerme". Ante el silencio del pequeño, relaciona el significado con algunas posibilidades. – Acaso… ¿Su madre falleció? – se pregunta. Sacude su cabeza, prosigue limpiando las heridas. – No es posible, pero puede darse el caso. Aunque no quiero preguntarle, sería irrespetuoso de mi parte. – aclara la garganta. – Koishi-Kun, ¿Por qué no estás con tu hermana mayor?

Ojos entristecidos. – Onee-sama también se fue. – responde, agachando la mirada.

¿Se fue? ¿A dónde? – deja a un lado el algodón, toma un par de gasas y se las coloca.

Koishi empieza a mecer los pies que cuelgan de la cama. – Ella subió al avión y se fue. – responde, tranquilo. – Otō-sama cuida de mí hasta que okā-sama despierte. Otō-sama dijo que jugará conmigo cuando ella despierte. – sonrisa de felicidad.

Koishi-Kun, tu madre…– se muerde el labio inferior temerosa de preguntar, inhala. – ¿Dónde está ahora? – él no responde. – Es una pregunta estúpida, pero es la única manera de confirmar mis sospechas. – se dice a sí misma. – Koishi…– posa sus manos sobre las de él.

Deja de mecer los pies. – Hospital… Okā-sama duerme en el hospital. – vuelve a mecerlos.

La puerta se abre de repente. Árika y Kimi arriban a la recámara, pues comparten habitaciones. Hablan animadamente, fue entonces que dejaron de hablar cuando vieron al pequeño sentado sobre la cama de Asumi. – Koishi, ¿Qué haces aquí? – interroga Kimi, sorprendida.

¡Ki-chan! – exclama Koishi, emocionado.

¿Ki-chan? – preguntan Árika y Asumi al unísono. Cejas fruncidas.

Kimi ríe nerviosa. Camina hacia Koishi y le alborota el cabello. – Me sorprende verlo aquí. – sus ojos posan sobre Asumi. Él ríe. – ¿De dónde lo conoces, Asumi-chan?

Es una larga historia. Lo conocí antes de ingresar a la Academia Star. – responde Asumi, procurando recordar aquel suceso. – Había salido del instituto e iba con Eri y Tomoyo al nuevo restaurante que habían inaugurado. No recuerdo realmente lo que sucedió, pero sé que mi cuerpo se movió por sí solo al ver que un auto pasaba la luz roja y Koishi iba cruzando. – un escalofrío recorrió su cuerpo. – Si no hubiera actuado, habría ocurrido una muerte.

Gracias a Kami-sama no le pasó nada. – dice Árika, abrazando a Koishi contra su pecho. – Sólo el susto, ¿Verdad? – le pregunta al niño, quien asiente.

El susto lo pasé yo y su hermana mayor. – responde Asumi, rascándose la mejilla con el dedo índice.

¿Hermana mayor? – pregunta Kimi, extrañada. – ¿Koishi tiene hermana? – pensativa.

Asumi asiente. – Sí, y es hermosa. – murmura, recordando la figura de ella. – Pensé que era modelo, pues tiene buena figura. – entrecierra los ojos, tratando de rememorarla completamente, pero el recuerdo era borroso.

No sabía que Koishi tenía hermana, mi madre no me dijo nada. Sólo que es hijo de un amigo. – agrega Kimi, confundida. Tocan la puerta. Kimi mira a Árika, quien está ocupada jugando con el niño. Se dirige a la puerta, la abre. – ¿Nanami-chan? – La nombrada sonríe, nerviosa. – Creí que estarías en una sección de fotografías.

E-Etto… okā-sama canceló la sección después de recibir una llamada, dijo que iba a hacer algo muy importante. – responde Nanami, tímida. – Cuando venía hacia acá, me encontré con Shizune-san y me pidió que te avisara que busques a Koishi-Kun. Al parecer vino a la academia con Chizuru-chan y no lo han encontrado. – escucha un extraño sonido. Ve a Koishi jugar con Árika. – Eh… Entonces no hay necesidad de buscarlo. – ambas sonríen.

¡Na-chan! – exclama Koishi al ver a Nanami en la entrada. Corre hacia ella, la abraza. La Uzuki corresponde el abrazo y lo carga en sus brazos.

Asumi entrecierra los ojos. – Este niño es conocido. Me pregunto quiénes son sus padres. – piensa. – Nanami-chan, ¿Sabes quiénes son los padres de él?

Nanami inclina la cabeza. – Mm…– cierra los ojos un momento, los abre. – Ya recuerdo. – baja a Koishi. – Sus padres son empresarios, famosos en Estados Unidos y Rusia. Se apellidan Hatake, pero no recuerdo sus nombres.

Какаши и Анко– sisea Koishi, sonriendo feliz.

¿Ah? – atinan a decir al unísono.

Ruso…– susurra Asumi. – Será mejor llevarlo con la directora. – las demás afirman. Salen de la recámara, Asumi sostiene a Koishi de la mano. Una suave melodía empieza a sonar.

Koi se yo onnanoko (GO GO!)
Touzen ishindenshin akogare
Itsudemo onnanoko (LET'S GO!)
Kekkou muri me na yume mo miteru

Melodía que escuchan. Intercambian miradas confundidas. Entonces Koishi suelta la mano de Asumi, busca entre su pantalón un teléfono celular. La melodía termina cuando pulsa la tecla. Los ojos de Koishi se iluminan. – Onee-sama… Hai! Hai! – cuelga. – ¡Onee-sama vendrá hoy! ¡Viene a ver a Koishi! – exclama él, feliz. Agarra la mano de Asumi. – Onee-sama también irá a verla. – hala de la mano. – ¡Vamos, onee-sama! – Asumi no se mueve. – ¿Onee-sama? – inclina la cabeza.

Árika parpadea. Se abalanza sobre él. – ¡Eres tan lindo! – exclama contenta mientras lo abraza fuerte.

¡Oji-sama! – oyen a alguien vociferar. Era Chizuru. Árika suelta a Koishi. – ¡Oji-sama! – apresura los pasos. – Por favor no vuelva a huir así. – se inclina, le alborota el cabello. – Estaba preocupada. Ojou-sama acaba de hablar conmigo. Vendrá pronto.

¿No viene hoy? – interroga él, desilusionado.

Chizuru frunce las cejas, melancólica. Aprieta los labios en una línea. Asumi percibe la actitud de ella, era de angustia. – Koishi-Kun. – susurra Asumi. El nombrado le mira. – Quizás ella no vendrá hoy porque necesita preparar sus ropas, comprar el vuelo, prepararte un regalo muy especial. Espera paciente su regreso.

¿Regalo especial? – sus ojos vuelven a tomar esa vitalidad vigorosa. Asumi sonríe, asiente con la cabeza. – Esperaré. Koishi es buen niño, ¿Verdad? – le interroga a Chizuru.

Chizuru afirma. – Por supuesto. Koishi es un niño muy obediente. – dice, sonriendo.

Kurenai, quien veía la escena, frunce los labios. Se desconcierta al ver a Koishi llamar onee-sama a Asumi. Observa la reacción de Chizuru, quien mantiene la mirada agachada y se despide de los presentes, se retira con Koishi en brazos. – Se lleva bien contigo. – la Yuuhi le dice a Asumi.

Asumi se rasca la mejilla izquierda. – Pienso que me confunde con su hermana mayor. – responde.

Me gustaría pedirte un favor, Asumi-san. – dice Kurenai, mirando el lugar tomado por Chizuru. – Más bien, a todas. – Las chicas intercambian miradas. – Las aprecia, por tanto, cuiden de él. Sus padres están indispuestos para cumplir esa labor y su hermana se la pasa viajando. – entrecierra los ojos. – Me sorprende que le guste estar con todas ustedes porque no hablaba con nadie más, aparte de chizuru y ahora ustedes. – empieza a caminar.

¡Directora-san! – exclama Asumi. Kurenai se detiene. – Los padres de Koishi-Kun…– se muerde el labio inferior. – Ellos…– inhala. – ¿Por qué están indispuestos? Escuché que su madre está en el hospital. ¿Ese es el motivo?

¿Quién te dijo eso? – pregunta Kurenai, sorprendida.

El mismo Koishi-Kun. – responde como si nada.

Ella está enferma y ha sido traslada a un hospital de Tokio. – alza la mirada hacia el cielo. – Le prometí cuidar a sus hijos hasta que se recupere. Pero él no me lo permite, por eso tengo que hacerlo a distancia. – suspira. – Es complicado. – ríe. – Koishi no me ve como su amiga, me esquiva, cuando me dirige la palabra es en ruso. Pero Natsuki es diferente.

La madre de Koishi-Kun, ¿Es muy amiga suya? – interroga Árika, inquieta.

Era mi mejor amiga. Bueno, nos vemos. – Kurenai se aleja.

¿Era? – se preguntan las chicas.


Sentada en un cómodo sillón frente al televisor plasma, Natsuki echa la cabeza hacia atrás. Suspira. – Falta poco para regresar a Japón. – susurra. Coge el control remoto, cambia los canales. Un anuncio llamó su atención: "En unas semanas, la estrella pop más famosa, Luna, viene a Japón para presentar un concierto que los cautivará. ¿Qué esperan? Compren sus boletas ya." Sonríe. – Un concierto…– apaga el televisor, lanza el control sobre la cama. – No les interesará si voy o no. – susurra entristecida. – Koishi, al menos tú me recibirás con una sonrisa de felicidad. – una cálida sonrisa surca sus labios.


Espero haya sido agradable la lectura.

Hasta el otro fin de semana~!