Ohayou~ minna-san~! ^.^'
Sigo actualizando! A diferencia de Le Début d' une Nouvelle Vie (Comienzo de una Nueva Vida), ésta no ha sido concluida, pero pronto la terminaré.
Okāsan, doko ni iru no?
(8)
Una mujer de cabellos violeta, vistiendo un elegante y largo vestido azul destellando brillos en la parte superior, mientras en la falda había una abertura desde la rodilla derecha hasta terminar el vestido, camina con delicadeza, cual le caracteriza. Su pelo violeta ondulado, los flequillos bonitamente peinados hacia el lado derecho y aprensado con un broche plateado diseño mariposa.
Ella avanza entre los invitados sin dejar de sonreír. Las damas de la sociedad cuales fueron invitadas a dicha fiesta, sonreían hipócritas. Pero a ella no le molestaba, al contrario. El camarero se detiene a su lado, entonces tomó con galantería una copa de vino. Mueve levemente la copa, haciendo que el líquido haga un pequeño remolino. La acerca a su nariz, olfatea y da un pequeño sorbo. Todo marchaba bien, no tenía que preocuparse de nada más.
Observa minuciosamente a las parejas bailar, los altos ejecutivos charlar y las señoras de los mismos conversando sobre asuntos irrelevantes. Una sonrisa satisfecha surca sus labios pintados con un labial rojo intenso. Era momento de ir por su marido que se encontraba en el despacho de aquel hotel charlando con un importante empresario o eso creía, pues la duda la consumió cuando nota a ese importante empresario sonriendo al lado de su esposa. Fue entonces que escuchó los murmullos.
– Pobre mujer, tan joven y su marido la engaña.
– ¿En serio?
– Acabo de verlo entrar a una recámara con una mujer enmascarada.
– ¿Cómo que enmascarada? Pero esto no es una fiesta de disfraces.
– Pero es lo que vi. Ella se veía elegante, más no se compara con la belleza que tiene de esposa.
– Shhh. Miren, ahí está ella.
– Tan joven y sufre una desilusión terrible. No me gustaría estar en sus zapatos.
– Shhh. Puede escucharnos. Vámonos a otro lugar.
Observa a las tres mujeres alejarse del lugar hacia otro. El camarero pasa cerca de ella. Bebe a sorbo el vino restante de la copa; espera que el camarero se acerque, deja la copa vacía en la bandeja que él sostiene y toma otra copa, más bebe el líquido a sorbo. Repite el mismo proceso dos veces más, mientras el joven estaba sorprendido, pues nunca había visto a su señora en ese estado. Una gota desliza por su barbilla, pasa su mano para limpiarla. Gira sobre sus talones, sosteniendo una copa de vino a medias.
– Hatake-sama, bebió de más. No debería…– empieza a decir el joven, pero ella alza una mano en señal de silencio.
Camina hacia el recibidor con elegancia. Dobla en dirección del corredor no saludando a las personas que se encuentra en el camino. Su mirada seria y al mismo tiempo fría, daba miedo a los empleados que temían de acercarse en ese momento. Sus pasos no eran lentos ni rápidos, sólo regular. Se detiene frente a una puerta, donde detrás de la misma proviene leves gemidos. Extiende la mano derecha hacia el cerrojo, mientras sostiene la copa en la otra.
Iba a abrirla cuando de repente, Kurenai aparece detrás de ella y la aleja de la puerta. La Yuuhi lleva puesto un vestido corto rojo vino y unas zapatillas de tacón. – No deberías, si lo haces te arrepentirás después. – dice, preocupada por la actitud indiferente de su amiga.
Ella empuja a Kurenai, más se apresura y abre la puerta de golpe. La escena desplegada ante sus ojos era desgarradora para su corazón. Su esposo, vistiendo esmoquin, mantiene aprensada contra la pared a una mujer de pelo violeta que lleva puesto un antifaz de color gris con hermosos diseños rosados de la parte frontal a las sienes y desde los pómulos hasta la nariz, mientras por toda la orilla del antifaz tiene un decorado blanco; además alrededor de la apertura de los ojos, tiene pestañas negras bonitamente dibujadas y para el toque final, una rosa rosada en el lateral derecho.
La mujer gemía el nombre de su esposo una y otra y otra vez. La furia, enojo se apoderó de ella, entonces aprieta tan fuerte la copa que explotó en su mano izquierda, cortándola en el proceso y algunos residuos se incrustaron en su pecho. Los pedazos rotos caen al suelo, al igual que la sangre, manchando la alfombra de sangre y vino.
Él y su acompañante detienen dicha acción, y se alejan. – Amor, puedo explicarlo. – dice, pero al ver que los flequillos de su esposa se deslizan del broche plateado diseño mariposa cubriendo sus ojos, traga saliva preocupado por la probable reacción de ella. Mira a Kurenai buscando ayuda, quien no daba crédito a la escena desplegada ante sus ojos.
Kurenai se posiciona frente a ella. – Deben hablar esto con calma, pero no es el momento indicado. – murmura, procurando hacerla reaccionar, pues ella no dice nada. Nota la mano ensangrentada. – Vamos a otro lugar para que desinfecten esa herida. – la agarra por los hombros.
En un acto violento, apartó a Kurenai de su vista. Empieza a caminar, pisando los residuos de cristal y se dirige hacia la mujer enmascarada, quien traga saliva nerviosa. Agresivamente le arrancó el antifaz con la mano izquierda ensangrentada y lo apega contra su pecho. Observa el rostro de la traidora. Yugao Uzuki. Más repentinamente le propinó una fuerte bofetada con la mano derecha logrando virarle el rostro.
Sonrisa entristecida. – Lo sospechaba desde un principio. Todas ustedes me estuvieron engañando. – lágrimas deslizan por sus delicadas y sonrojadas mejillas, cuales caen al suelo y algunas en el vestido azul. – ¡SON UNAS DESGRACIADAS! – alza el rostro, devastado. Los presentes sintieron una fuerte punzada en sus pechos al verla en ese estado. Retrocede un par de pasos. – No tienes derecho a usar esto. – refiriéndose al antifaz. – ¡NINGUNA LOS TIENE! – su cuerpo y la voz tiemblan.
– ¿Qué sucede? ¿Por qué tanto alboroto? – interroga Mikoto vestida con un hermoso vestido negro ajustado a su figura, acompañada de Shizune quien ya tenía una noción de los hechos, llegan a la recámara pues los empleados les habían informado que la señora Hatake no estaba sobria.
Él se aproxima hacia su esposa, para calmarla. – Amor, respira profundo. Estás alterada. – posa ambas manos en los hombros de ella.
– ¡No me toques! – retrocede, golpeando las manos de él. – No quiero ver tu rostro nunca más. – Kakashi la agarra fuertemente del brazo derecho. – ¡Suéltame! – lo empuja con todas sus fuerzas, sorprendiendo a todos los presentes. Sollozo. – Me duele el pecho. – sigue retrocediendo hasta chocar contra la pared. – Ustedes…– se lleva ambas manos al pecho, lo comprime mientras agacha la cabeza. Las lágrimas no cesan. – ¿Por qué? No lo puedo comprender. Creí que eran mis amigas. – Kakashi iba a tocarla, pero se detuvo al escucharla gritar: – ¡TE ODIO! – alza la cabeza, hirviendo en furia, sus ojos reflejando decepción, dolor, miedo, angustia, desprotección, desilusión, y con ganas de morir. – ¡LOS ODIO! – sale corriendo empujando en el camino a Shizune y Mikoto.
– ¿Q-Qué? – Kakashi abre sus ojos como platos, desorientado y sintiéndose infeliz. – ¿Qué demonios hice? – cubre su rostro. – Soy un desgraciado. – entonces recuerda el rostro de su esposa lleno de diversos sentimientos, pero el más fuerte sin deseo de vivir. – Debo detenerla, puede que haga una locura. – sale corriendo detrás de ella.
Ella corre lo más pronto posible, no puede detenerse para no ver los rostros de esos cobardes. Entonces vio el coche de su marido estacionado, más le pidió las llaves al valet parking y subió al coche. Lanzó el antifaz sobre el asiento del copiloto y arrancó brutalmente.
Kakashi llega tarde, ella había huido en su auto. – ¡Maldición! – exclama, frustrado.
– Señor Hatake, si necesita un coche el chofer de la señora Hatake aún permanece aquí. – informa uno de los empleados.
– Gracias. – recibe las llaves del coche de su esposa. – Puedes entregarle a él uno de los automóviles del hotel para que regrese a casa. – sube al coche, enciende y sale en busca de su acalorada esposa.
– El jefe está en problemas, ¿Cierto? – pregunta uno de los empleados que laboran el valet parking a otro, quien afirma.
No deseaba verle, no quería, no podía. Su pecho duele, se siente sola y aturdida. Su mano todavía sangra y el dolor pulsa más frecuente, más las lágrimas deslizan por sus mejillas. No podía detenerse, iba demasiado rápido y sólo deseaba llegar a casa, tomar sus pertenencias y alejarse de ese traidor. Y para rematar, la lluvia empezaba a caer y el cristal se empañaba, por tanto el parabrisa se movía constante.
Los sollozos sólo eran escuchados dentro del auto. Dolía, dolía mucho, el pecho dolía. ¿Por qué ella? ¿Por qué si lo único que hizo fue amar? No merecía esa traición. No la merecía. Disminuye la velocidad, agacha la cabeza unos instantes. Fue entonces que percibió las luces de otro auto. Alza la cabeza, descubriendo ser un camión que toca bocina y se estrellará contra ella.
Abre los ojos desmesuradamente, del camión se escucha el claxon sonar una y otra y otra vez. Reaccionó. Mueve el guía haciendo que el coche gire, pero no contó con que había una curva y perdió control del auto, cual se salió de la carretera y fue directo hacia un barranco. El camión frenó de golpe, pero la carga que llevaba se separó y cayó también por el barranco.
Kakashi, quien iba aproximándose, vio el coche caer por la barranca. – No… Ella no, por favor. – aceleró y detuvo el auto cerca. Corre rápido, más vio el coche cual iba su esposa ruedas para arriba en el fondo del barranco. Se quita el saco e iba en su auxilio, pero le detuvieron.
– Señor, ¿se ha vuelto loco? – pregunta el hombre que manejaba el camión, agarrándolo.
La rabia se apodera de su ser. – ¡Suélteme! ¡Es mi esposa quien iba en ese auto! – el hombre lo soltó, sorprendido. Kakashi no esperó más y descendió a toda prisa. El auto estaba todo maltratado, cuando cayó giró varias veces hasta quedar así. La busca entre la oscuridad, ahí no estaba. Abre sus ojos como platos, labios temblorosos. – No…– susurra. – ¡NO! – no la ve en el asiento del conductor ni del copiloto. Forcejea la puerta del conductor, cual no abre. – ¡Maldición! – con fuerza y pateándola, logra abrirla. Busca con la mirada y ahí estaba, en la parte de atrás. Ahora forcejea la puerta trasera que no abre, recurre a quitar los pedazos de cristal roto que permanecían en la puerta.
Estaba desplomaba, desangrándose. El olor a gasolina inundó sus fosas nasales, entonces descubrió que el tubo estaba roto y ese auto pronto se incineraría. – Te sacaré de aquí. – forcejea nuevamente la puerta, más la parte delantera del auto comenzó a incendiarse. – Maldición. – patea y patea frustrado hasta desprenderla. Entra en el auto y su sorpresa fue mayor. Sus ojos estaban cerrados, labios entreabiertos, mientras la sangre desbordaba de su boca. El vestido de ella todo rasgado y el cuello sangra debido a un pedazo de vidrio incrustado en él, pero lo sorprendente es que ella sostenía el antifaz en su mano izquierda.
La toma de la parte superior y poco a poco la saca de aquel peligroso coche, lento y siendo cuidadoso de no herirla más. Salen muy lento, más las llamas aumentan. El calor se apodera de él debido al fuego. Sólo falta la parte inferior, pero hubo una pequeña explosión que lo puso nervioso. Más la sostuvo fuerte y extrajo las piernas de ella fuera del auto. Se alejó un poco del coche y se tiró al suelo cubriendo el cuerpo de su esposa con el propio. El auto explotó, las llamas consumían el auto, volviéndolo cenizas.
– Amor…– la contempla. Ella no respira. Abre sus ojos desconcertados. Su esposa no respiraba, eso significaba que ella… Sacude su cabeza, más le da respiración boca a boca. Nada. – No me dejes…– apoya la cabeza en el pecho de ella, donde ella mantiene el antifaz. – Por favor, no me dejes… Te amo, sé que cometí un grandísimo error, pero nunca he dejado de amarte. Por favor, despierta. – nada. Abrazándola fuerte empezó a llorar. – Te amo y no me cansaré de repetirlo. Te amo, te amo, te amo. – su cuerpo tiembla de la impotencia y dolor de verla así. La ambulancia, los oficiales y bomberos llegaron al lugar. Los paramédicos se acercaron a ellos. Lo apartaron de ella, de su esposa. Kakashi no dejaba de llorar, las lágrimas deslizaban de sus mejillas, estaba devastado. Los ve subirla en la camilla y llevársela a la ambulancia.
– ¡Kakashi! – exclama una voz identificada a la perfección. Ella corrió hacia él que se movía de un lado a otro, desconsolado. – ¿Qué sucedió? – toca su hombro, pero él la apartó de la forma más violenta que se pudiera imaginar.
– ¡Por favor no me toques! ¡Vete! ¡No quiero verte! – grita él, desesperado y dolido. El pecho dolía mucho, mucho y no podía evitarlo. Ella se alejó de él apresurada. Él cae de rodillas, más lágrimas. – Es mi culpa… ¡Es mi culpa! – cubre su rostro. – Si ella no hubiera visto esa escena…– apoya las manos en el suelo. – Ahora ella estaría sonriendo como siempre. Oh, Dios. ¿Qué he hecho?
Kurenai se acerca y se arrodilla a su lado. – No es tu culpa. – apoya una mano sobre su hombro. – Ella salió corriendo y no pudimos detenerla, así que ella…
– ¡No me vengas con que ella es la culpable de esto! – la empuja. – ¡No quiero que muera! – voz temblorosa. – La amo, ¿Entiendes? La amo demasiado y no entiendo cómo demonios pude caer tan bajo. Ella no lo merecía, ella no. – agacha la cabeza. – Ella no.
Kurenai se muerde el labio inferior, entonces se pone en pie. Ve a Shizune agachar la cabeza, a Mikoto revolverse el cabello, a Yugao que veía la escena desconcertada sin saber qué había pasado realmente. Las cuatro intercambian miradas, entrecierran los ojos.
...
Tres meses después…
Suave brisa. Las blancas cortinas se mecen al compás del viento, moviéndose además los narcisos puestos dentro del florero. Sentado sobre una silla dormitando, se encuentra Kakashi. Sobre la cama se ubica su esposa inconsciente. El rostro de él se ve sereno, pero triste. De pronto, una mujer de cabellos violeta se acerca a él silenciosamente para luego posicionarse a su lado y contemplar a la mujer sobre la cama.
Entrecierra sus ojos marrones claros. – Perdón por causarte tantos problemas, Kakashi. – susurra sin dejar de verla. – Será mejor si desaparezco para siempre, así serás feliz a su lado. – sonrisa entristecida. – Olvidaré los malos recuerdos y ya no sufrirás. Todos seremos felices. – inclina el cuerpo, acerca sus labios a los de él, más no lo besó. Se limitó a acariciar su mejilla y desapareció.
Despertó agitado. – ¡Anko! – grita. – ¿Qué fue eso? ¿Habrá sido un sueño? – se pregunta, niega la cabeza. Se levanta de la silla, toma asiento a orillas de la cama. La contempla en silencio.
Ella frunce el entrecejo y los ojos, poco a poco abre sus ojos. Visualiza una sombra en su campo de visión. Sus ojos se van acostumbrando a la luz y a la sombra. Parpadea, sonríe. – Kakashi…– musita, voz débil. – ¿Por qué tus ojos se ven tristes? – algunas lágrimas escapan de los ojos de él. – ¿Por qué lloras? – él la abrazó, repitiendo "Gracias a Dios". – Estoy bien, pero… ¿Por qué me duele tanto el cuerpo? – ella iba a corresponder el abrazo, sin embargo él se incorporó. – ¿Qué me sucedió?
– Estás en el hospital. – agacha la cabeza. – Sufriste un severo accidente en el coche, caíste en un barranco. Por mi culpa estás así. – cubre el rostro con una mano. – Yo…
– No recuerdo nada sobre ese accidente que mencionas. – murmura más para ella que para él. – De hecho, lo último que puedo recordar es el día de nuestra boda que fue hace unos días, ¿Verdad? ¿Nos llegamos a casar? – pregunta con inocencia. – Lo pregunto porque estaba dudosa de contraer nupcias contigo, y me sentí un poco mareada. – ruboriza. – Pero dudo que nos hayamos casados.
– ¿Qué? ¿Por qué dudas de nuestra boda? – interroga, enojado. – Fue real, mira. – extiende su anillo matrimonial.
Esconde el rostro entre las sábanas. – No es que dude, ahora comprendo mi error. Lo siento. – murmura escondida debajo de las sábanas. – Y respecto al accidente, ¿Cuándo sucedió? – él no responde. – Bueno, no importa. – aparta la sábana del rostro, lo mira sonriente. Intenta sentarse, más Kakashi la ayuda a acomodarse. Fue entonces que la sábana desliza y ella ve que apenas lleva una venda cubriendo sus senos. – ¿Eh? – sus mejillas ruborizan intensamente. Lo empuja con fuerza. – ¡No me mires! – se cubre el cuerpo.
Una gota desliza por la cabeza de Kakashi. – ¿Por qué actúas como si ya no hubiera visto tu cuerpo? – interroga, calmando sus nervios. Ella definitivamente lo volverá loco.
– ¿Insinúas que ya hemos hecho "eso"? – arquea una ceja, mirada en shock.
Sonrisa nerviosa. – ¡Ya he visto tu cuerpo incontables veces! – exclama, desesperado. Silencio. Traga saliva, pues cuando ella callada hay problemas.
– Pervertido. – musita, tajante.
– ¿Eh? – venita palpitando en su frente. – Me dice pervertido cuando tenemos un año de casados. – inhala, exhala. – ¿Sabes? – se acerca peligrosamente a ella. – ¿Quieres que te lo demuestre? – sonrisa seductora.
Los colores subieron a su rostro. – T-Tú…– toma una almohada y lo golpea con ella. – ¡No aquí! – grita. Se tranquila de repente, cae desplomada en la cama.
– Eso te pasa por impulsiva. – cierra sus ojos, dándose él mismo la razón. Ella hace un puchero en respuesta.
La puerta se abre. Kurenai arriba en la habitación, Kakashi le mira dudoso. – ¡Kurenai! – exclama ella desde la cama. – Hasta ahora apareces. ¿Dónde están las demás? – la Yuuhi parpadea confundida. – ¿Sabes? – señala a Kakashi. – ¡Este hombre dice ser mi esposo, pero dudo de su sinceridad! – Una nube negra pasa por la frente de Kakashi. Kurenai estalló en risa. – ¡No te rías, es serio! Si realmente me casé, cosa que no recuerdo, tendré que hacer "eso" con él. – Kurenai no deja de reír. – No me siento lista, necesito tiempo para pensar. Es un acto de irresponsabilidad hacerlo sin estar segura.
– ¿Aún sigues dudando de mi honestidad? – sonrisa nerviosa, mirada apesadumbrada.
– ¡Lo siento, no quería dudar! – esconde el rostro entre las sábanas.
La doctora, una mujer bastante alta, piel clara con ojos marrones claros y cabello rubio recogido en dos colas de caballo, arriba a la habitación. – ¡Buenos días! – desliza sus manos dentro de los bolsillos de la bata médica. – Veo que despertaste. – la mira observarla intrigada. – Esas son buenas noticias. Volveré más tarde para revisarte. Ahora descansa. – les indica a Kakashi y Kurenai salir de la habitación. Estando en el pasillo, suspira. – Por favor, vayamos a mi despacho. – atraviesan los corredores. – Como podrán haberse dado cuenta, ella no recuerda ciertos sucesos y les explicaré porqué. – musita, se detienen frente a una puerta, ingresan. Camina hacia el reflector de placas, allí se ubican las placas de la paciente Hatake. – Observen bien éstas radiografías. Debido a los fuertes golpes causados por el accidente, ha sufrido severas lesiones en la cabeza, lo cual puede indicar pérdida de memoria o hemorragias y otros síntomas. – quita esas radiografías y coloca otras. – El golpe ocasionado no le produjo más daño, pero…
– ¿Pero? – Kakashi le incita a continuar.
Tsunade suspira. – Sus órganos vitales sufrieron rigurosas lesiones, en especial su corazón. Podrá continuar su vida normal, pero debe reducir las preocupaciones, estrés… Nada de problemas, sólo tranquilidad. – toma asiento, les indica a ellos que la imiten. – En cualquier momento puede sufrir un paro cardiorrespiratorio. Cualquier debilidad es propensa al aumento de las probabilidades. – apoya los codos en el escritorio, entre los dedos. – Con el paso del tiempo, necesitará un trasplante de órgano. No puedo precisar cuándo, pero les daré como un aproximado de cinco años. Transcurridos éstos, se necesitará un donante. – cierra los ojos. – Ella es fuerte, quizás no pasará por esto y espero que no.
Kakashi se levanta de la silla. – Gracias por sus atenciones, doctora. – sale del consultorio de la doctora Tsunade. Kurenai lo acompaña.
– ¿Qué harás a partir de ahora? – interroga nerviosa, mientras caminan lado a lado.
– Ya que mi esposa no está en condiciones de volver a cantar, nos iremos del país por un tiempo. – sentencia, mirada seria. – Los malos momentos se quedarán aquí en Japón. Viviremos una nueva vida juntos, lejos del engaño, la traición y la infidelidad. – ella agacha la mirada. – Amo a mi esposa y estoy seguro que podemos empezar desde cero.
Avanza rápido y se detiene frente a él, irrumpiéndole el paso. – Estás olvidando que ella es miembro de C-ute, no puede desaparecer. – insiste, entrecierra los ojos.
– "Si una de las enmascaradas desaparece, nadie lo notará". – Kurenai retrocede. – Eso fue lo que escuché de tus labios cuando hablabas con las demás mientras mi esposa ha estado inconsciente. – voz firma, ojos fijos en ella. – Querían deshacerse de ella a como diera lugar, es por eso que han planeado para el próximo concierto desintegrar el grupo.
– ¡Kakashi, lo has malinterpretado! – lo agarra del brazo. – Ella no volverá a cantar, teníamos que pensar en la manera de explicarle a los fans la situación. Violet desvanecerá, así como apareció. Pero necesitamos que ella cante por última vez.
– Lo pensaré. – la aparta delicadamente de su camino y se aleja de ella.
...
Cinco meses más tardes…
Sobre la plataforma, C-ute se prepara para ensayar ya que sería el último concierto que darían. Kurenai usa un antifaz de color blanco con hermosos diseños rojos y dorados, alrededor de la apertura de los ojos, un delineado dorado, y en la parte frontal poco más arriba del entrecejo tiene una ovalada piedra color rubí. Mikoto camina de un lado a otro usando antifaz de color verde con lindos acabados plateados y tres plumas verdes en el lateral izquierdo.
Yugao se coloca un antifaz con difuminación violeta y plateada, pero a ambos lados a partir de los ojos el violeta es más intenso, y en la parte frontal más arriba del entrecejo una ovalada piedra violeta. A su lado, Shizune le habla animadamente, mientras se acomoda un antifaz negro con lindos decorados amarillos y plateados, dándole un toque más atrevido y en el lado derecho tres plumas amarillas.
Kakashi camina hacia donde se encuentra su esposa. Ella se arrodilla para quedar a su altura. Él le coloca un antifaz de color gris con hermosos diseños rosados de la parte frontal a las sienes y desde los pómulos hasta la nariz, mientras por toda la orilla del antifaz tiene un decorado blanco; además alrededor de la apertura de los ojos, tiene pestañas negras bonitamente dibujadas y para el toque final, una rosa rosada en el lateral derecho. – Te amo. – besa sus labios efusivamente enfrente de todos.
El rubor cubre sus mejillas al instante. – Yo también. – susurra, no acostumbrada a decir palabras tiernas. Se pone en pie, respira profundo. Después de la señal, ella iba a cantar pero el miedo se apoderó de todo su ser. Su voz no salía. Intentó otra vez y nada. Se lleva las manos a la garganta. Sus compañeras abrieron sus ojos atónitos. – No puedo hacerlo…– mira a su esposo. – ¡Kakashi, no puedo! – abre sus ojos con miedo, su cuerpo empieza a temblar. Visiones del accidente invadieron sus pensamientos, más cae al suelo de rodillas.
Asustado de que a ella le haga daño recordar aquel horroroso incidente, Kakashi sube a la plataforma. Rodea sus brazos alrededor de ella. – Todo estará bien. Estoy aquí contigo. – la atrae a su regazo y la mece. – Todo estará bien. – deposita un tierno beso sobre la cabeza de ella. – Estaré a tu lado siempre. – las chicas parecen tristes y otras recelosas de que él le preste tanta atención sólo a ella. – Tranquila, ¿sí? – ella asiente. – Vayámonos lejos, solos tú y yo.
Ella alza la mirada y le mira sin expresión alguna. – ¿Irnos lejos? – voz baja, parpadea.
– Sí, donde nadie nos encuentre. – susurra, regalándole una cálida sonrisa. Sus ojos negros le reflejan seguridad y refugio en sus brazos, a lo que ella aceptó gustosa dejándose llevar por dicha ilusión.
Llega la noche. El bullicio no se hizo esperar, por lo que las chicas del grupo C-ute subieron al escenario usando sus máscaras. Cada una sonreía melancólica, pues habían anunciado en una rueda de prensa la separación definitiva de C-ute porque cada una tomará un camino diferente en el mundo del espectáculo. Las primeras en posicionarse al frente fueron Shizune (vocalista) y Kurenai Yuuhi (líder), quienes se quitaron sus antifaces, ellas habían anunciado que inaugurarían una academia para Idols con talento.
La siguiente es Mikoto Uchiha (vocalista), que al quitarse el antifaz decidió ser actriz. La próxima, Yugao Uzuki (vocalista) optó por dedicarse al modelaje. Pero sólo faltaba una (segunda líder), Violet. Ella no se deshace del antifaz, al contrario. Hace una leve inclinación agradeciendo a sus fans y se retira del escenario. Lo que nadie notó, excepto quienes sabían, que ese antifaz era una réplica exacta del original y la chica sobre ese escenario era una sustituta con una peluca puesta.
Ellos veían dicha separación a través de un televisor en el aeropuerto. Kakashi aprieta la mano de su esposa, quien sonríe entristecida. – Es lo mejor. – ella se dijo en voz alta. Más abraza a su esposo mientras las lágrimas escapan de sus ojos.
Kakashi rodea los brazos alrededor de su esbelto cuerpo y observa el concierto a través del televisor. – Es momento de irnos. – le susurra al oído. Ella afirma. Él toma la maleta y agarrando la mano de ella se alejan confundiéndose entre la gente.
Empezaron una nueva vida juntos en otro país, donde él tenía inversiones bancarias y otros negocios. Trasladó su despacho hacia ese país. Ambos parecían una pareja ciegamente enamorada, no había problemas entre ellos, todo era felicidad. La salud de su esposa iba mejorando poco a poco, y así pasó un año. Un año sin saber de nadie de su pasado o que esas personas supieran donde estaban ellos. Después una noticia cambió sus vidas para siempre. Ella estaba embaraza de gemelos. Su felicidad no podía ir más lejos. Se encontraban muy emocionados esperando el nacimiento de sus hijos. Cuando ese momento llegó, supieron que no eran niños sino niñas. Vaya sorpresa.
...
Dos años más tarde...
Como algunas personas suelen decir: "El pasado se queda en el pasado". Kakashi contactó a una de sus empresas subsidiarias para inaugurar la remodelación, pero dicha festividad requería de su presencia así como la de su esposa. No podían viajar dejando solas a las niñas ya con dos años. Así que regresaron a Japón, sólo por esa vez disfrutarían días para vacacionar. Las niñas jugaban felices en la nueva casa que Kakashi compró, bastante segura cabe mencionar.
Una tarde, las dos hermosas niñas de largo y sedoso pelo violeta, corren riendo por los alrededores del amplio jardín. Una de ellas, tiene el pelo recogido en una coleta alta, y los flequillos aprensados hacia el lado derecho con un broche en forma de mariposa. La otra niña, lleva el pelo suelo y los flequillos aprensados hacia el lado izquierdo con el mismo broche.
– ¡Niñas, no corran! ¡Se lastimarán! – exclama su madre con su hermoso y ondulado pelo recogido en una coleta hacia el lado derecho con un plateado broche en forma de una mariposa.
Kakashi se posiciona a su lado. – Anko, déjalas divertiste un rato. – la abraza por la cintura y la atrae hacia ella.
– Kakashi, no quiero que ellas se lastimen. – responde ella, haciendo un puchero. – Tampoco quiero dejarlas solas esta noche. – observa a las niñas llamarla: ¡Okāsan, mira!
– No lo estarán. Los empleados cuidarán de ellas. – dijo él, seguro de sus palabras.
Llegada la noche, ella vestía elegantemente. Las niñas le veían con tristeza en esos ojos negros. Se arrodilla. – Natsuki, Natsumi, vengan. – les muestra dos cajitas aterciopeladas, las abre. – Usen estas cadenitas cuando me extrañen. Recuerden que su padre y yo siempre estaremos para ustedes dos. – las abraza. – Las amo. – salió de la mansión, dejándolas tristes aunque un poco felices.
La fiesta amena era agradable para todos, pero una angustia se apoderó de su pecho. Estaba inquieta y él lo percibió. Rodea el brazo alrededor de su cintura. – ¿Estás bien? – la atrae hacia él, le arrebata la copa que ella sostiene. – ¿Bailamos? – la apega más a su cuerpo. Roza la nariz por el cuello de su esposa. – Tu perfume es exquisito. – besa su cuello. Las personas veían la escena, sonrientes.
– Estoy preocupada. – entrecierra los ojos al sentir las caricias de su amado.
– Mm… ¿Preocupada? – acaricia los brazos de ella. – ¿Y por qué estás preocupada? – besa su mejilla.
– No lo sé, pero es una angustia en mi pecho que no puedo calmar. – posa una mano en el pecho de él y la cierra en puño, temblando. – Llévame a casa. Nuestras hijas están solas. – se mareó, pero Kakashi la sostuvo fuerte.
Después de asentir, marcharon de la fiesta con la excusa de que su esposa se sentía mal. El camino a casa le pareció largo. Ella posa sus manos en su pecho. Su corazón palpita sobresaltado. No obstante, al volver a casa, ésta estaba en llamas. Abre sus ojos como platos. – ¡No! ¡Las niñas! – desciende rápido del auto. Kakashi salió detrás de ella y la agarró fuerte. – ¡Suéltame! ¡Ellas están dentro! ¡Debemos sacarlas!
– No estás en condiciones de entrar allí. Yo iré. – y así lo hizo. Él entró en esa casa, pero ante la desesperación de saber qué pasaba ella también entró. El humo era denso y por tanto, no podía distinguir dónde estaba hasta que las escuchó gritar desesperadas. Buscó con la mirada las escaleras, los gritos provenían de arriba. Cuando llegó, el fuego consumía las recámaras. Ella corría en busca de esas niñas, evitando que se quemaran, pero sólo pudo encontrar a una sola arrinconada con las piernas apegadas al cuerpo. La cargó en brazos. – Vas a estar bien, mami está aquí contigo. – ella se aferró. Busca con insistencia su otra hija que nunca apareció. Más unos escombros cayeron sobre ella y la niña.
Kakashi escuchó el grito y subió las escaleras con rapidez. Entonces las vio tiradas en el suelo. – ¡Anko, despierta! ¡Debemos salir de aquí! – chasquea la lengua. Quita los escombros.
Entreabre sus marrones ojos. – Kakashi…– susurra ella. – Salva a nuestra hija. – perdió el sentido.
No sabía qué hacer. Amaba a su esposa y a su hija. Pero dejar a una, no podía hacerlo. Más tomó una decisión. – Volveré por ti, lo prometo. – tomó a su hija y salió con ella en brazos. Los bomberos y la ambulancia estaban llegando, dejó a su hija con uno de los empleados y volvió por su esposa. Cuando salió con ella inconsciente fue atendida con urgencia. Más esa noche los marcó por siempre, habían perdido a su otra hija. Los bomberos revisaron cada rincón de aquella enorme casa, sólo encontraron el cuerpo de una doméstica abrazando a un ser pequeño, pero al estar incinerados les fue difícil identificarlos.
Como si automáticamente olvidara malos recuerdos, su esposa olvidó que había tenido otra hija. Apenas recordaba el incidente, sabía que hubo pérdidas materiales, no humanas. Volvieron a su vida anterior, destino Rusia. En aquella casa, Kakashi y los empleados domésticos se dedicaron a tirar los juguetes, ropas, quemar fotografías, todo recuerdo de aquella niña que alguna vez existió y jamás volverá.
Una tarde en su labor de tirar ropas y fotografías, ella le vio cargando una caja de cartón que sacaba de una recámara que ella evitaba pasar, o más bien le evitaron que entrara por tratarse de "un estudio". – Cariño, ¿Por qué tiras esas cajas? ¿Qué contienen? – interroga meramente curiosa.
Una punzada se enterró en su pecho. Quería llorar frente a ella y abrazarla fuerte, más no podía, eso la lastimaría. – Papeles, amor. Nada de que preocuparse. – sonrisa.
– ¿Puedo ayudarte? – camina hacia él e iba a agarrar la caja.
Kakashi fue más rápido y descendió la escalera veloz. – No es necesario, terminaré pronto. Pero me gustaría beber esa deliciosa malteada que preparas. – se pierde de la visión de ella.
Rubor en sus mejillas. – Ahora mismo la preparo. – responde feliz, dirigiéndose hacia la cocina. Tararea una suave melodía. – Natsumi, recoge esos juguetes. – abre sus ojos desmesurados. – Natsumi…– se lleva una mano a la frente. – ¿Qué estoy diciendo? – sonrisa nerviosa. – ¡Natsuki! – sale de la cocina y se topa con los empleados de la casa extrayendo un retrato de esa recámara. – ¡Esperen! ¿Por qué se llevan ese retrato? ¡Es Natsuki, mi hija, ustedes la conocen! ¡No hay necesidad de llevárselo!
– ¿Qué sucede? – interroga Kakashi llegando justo a tiempo. Al darse cuenta de los hechos, sus ojos abren como platos. – Se lo llevan para repararlo. – pasa una mano por sobre su plateado cabello.
– Pero si está en perfectas condiciones. – lo enfrenta con la mirada.
– Lo está, pero quiero cambiar el marco. – sonrisa fingida.
Ella resopla. – Haz lo que quieras. – se da vuelta. – ¡Natsumi! – cubre la boca con sus manos. – ¿Por qué menciono ese nombre? ¿Dónde lo escuché antes? – Kakashi traga saliva, un nudo se forma en su garganta. – Quizás de algún vecino. – se encoge de hombros. – ¡Natsuki, ven! – se aleja.
Kakashi mira la angustia y tristeza de sus empleados. – Intenten olvidar también, así como procuraré hacerlo. Mi esposa no está en condiciones de conocer la verdad. Por eso les pido, no comenten nada sobre esa niña mientras ella esté en casa. – ellos asienten. Desde entonces, sólo él sufre en silencio cada suceso y cada día recibe a su esposa e hija con una sonrisa.
...
Pasaron los años...
Todos olvidaron a esa niña que alguna vez existió. Mientras Natsuki iba creciendo, se convertía en una hermosa niña. Era la mejor en todo, pero nada le hacía feliz. Sus padres poco a poco le prestaban menos atención, pero en su presencia los saludaba con amor y les sonreía feliz. Sin embargo, su padre andaba con su madre todo el día, no la dejaba sola por un segundo y eso empezó a irritarla. Pensaba que también debía ser atendida, más ignoró sus sentimientos de frustración.
A sus once años, Natsuki recibió la noticia de que pronto tendría un hermanito. Esa noticia le alegró su vida, al fin podría estar junto a alguien que la quisiera. Su hermano nació, y como hicieron con ella, no le prestaban atención. Su madre cada día enfermaba, se veía más pálida. Así que tomó el papel de madre, haciendo que él la quisiera mucho más hasta el extremo de no despegarse de ella. Más un día, Natsuki se ilusionó con ser cantante y buscando referencias, encontró la Academia Star en Rusia, allí se inscribió. Se hizo popular debido a su hermoso rostro y esbelto cuerpo y fue enviada a estudiar en los Estados Unidos, su padre forzado a aceptar, cedió permiso.
Su hija pasaba poco tiempo en familia, entonces Koishi, su hijo menor, lloraba la ausencia de su hermana por lo que contrató a Chizuru. Una noche, su esposa veía la ventana, estaba sonriendo.
– Amor, acuéstate. Mañana debemos presentar la propuesta a los accionistas. – dijo Kakashi, acomodándose en la cama. La ve retroceder y caminar hacia él, pero al momento de llegar a la cama, ella se desmayó.
Los doctores le confirmaron la necesidad de un transplante de órgano, pero allá no podía hacerlo. Puesto Japón era el país equipado para esas cirugías, tomó la decisión de regresar a Japón. Preparó un viaje de negocios evitando que al llegar los medios los atacaran con preguntas sin fundamento o llenas de dolor. Inmediatamente pisaron suelo japonés, se acomodaron en una casa lejos de la anterior donde sucedió ese incidente.
Ella empezó a trabajar en su despacho a petición de ella misma, pues se sentía inútil y además, era una manera de mantenerla vigilada ante cualquier caída o desmayo. Pero no pudo evitar que este día llegara, el día en que la vida de su esposa escapa de sus manos. Por más dinero que tenga, no ha podido encontrar donante y él no es compatible con ella. Más no desea perderla, en caso de suceder dicha tragedia no lo soportará. Ha superado todo dolor y obstáculo porque ella ha estado a su lado, y aunque no recuerde lo pasado, la seguirá amando. Porque ante todo, ella lo ama igual con todo su corazón. Ese corazón que, pronto dejará de latir.
Sentado en una silla, Kakashi abre sus ojos, la observa con suma tristeza. Ella sigue acostada en esa cama de hospital más pálida que ayer y es que, su vida poco a poco se agota. Con una mascarilla de oxígeno le es administrado oxígeno mientras continúa en estado de coma Delta. Se levanta de la silla, acaricia su cabello violeta y aparta los flequillos de su frente. – Despierta pronto… por favor. – susurra.
...
Kurenai sale a la calle, pero ya no la ve. – Se marchó. – cubre el rostro con la mano izquierda. – ¿Por qué ella está aquí? Es imposible. Debe de ser una broma de mal gusto…– levanta la mirada, y lo que vio la dejó impactada.
Anko estaba parada contemplando el cielo estrellado. Lágrimas desbordan de sus ojos. Su pelo violeta se mece violentamente gracias al viento. En sus manos sostiene un antifaz de color gris con hermosos diseños rosados de la parte frontal a las sienes y desde los pómulos hasta la nariz, mientras por toda la orilla del antifaz tiene un decorado blanco; además alrededor de la apertura de los ojos, tiene pestañas negras bonitamente dibujadas y para el toque final, una rosa rosada en el lateral derecho.
– Violet…– Kurenai camina hacia ella. Niega la cabeza. – En este momento, eres Anko. – se posiciona detrás de ella. Anko se coloca el antifaz y empieza a marchar. – ¡Espera, Violet! – extiende su mano dispuesta a detenerla, pero no pudo tocarla. Ella mira hacia atrás, sus ojos se centran en Asumi, quien estaba de pie en la calle mirándola desconcertada, más sigue su camino.
– ¡ESPERA, OKĀSAN! – gritó Asumi con todas sus fuerzas con lágrimas en sus ojos. Anko no se detiene. – Eras tú. Siempre lo fuiste. – empieza a correr hacia ella, sorprendiendo a Kurenai.
Anko gira sobre sus talones y siente los brazos de alguien abrazarla. No era Asumi, ella estaba paralizada. Baja la mirada, era Natsuki. – Okāsan… Okāsan…– esconde el rostro en su pecho. Siente los brazos apretarla.
Se suelta de sus brazos y retrocede dos pasos. – No soy tu madre. – responde, tajante. – Yo no tengo hijos. – Natsuki, Asumi y Kurenai abre sus ojos impactadas.
Nos seguimos leyendo~~ *,*
Oyasumi nasai!
