Annyong haseyo~! ^.^
¿Cómo han estado? Quiero pedir excusa a Lonely, porque cuando vi la notificación de tu comentario no me había salido el texto hasta después del día siguiente cuando actualicé, pero gracias por comentar y te agradezco por continuar mis historias que, por cierto, tengo casi terminada una historia con hechos ocurridos antes al fic Le Début d' une Nouvelle Vie (Comienzo de una nueva vida), dedicada exclusivamente a Kakashi y Anko, en la que se describen aquellas situaciones que han quedado sin narrar sobre cómo se conocieron, qué ocurrió entre ellos antes del nacimiento de los gemelos Akihiko (Haruki) y Himeko (Asumi), el cual le he titulado "Crónicas de un Vampiro Enamorado".
También agradezco a los que siguen atentos a mis actualizaciones. Espero les gusten los capítulos!
Okāsan, doko ni iru no?
(10)
Sentada en el sillón detrás de su escritorio, Kurenai extrae de una gaveta una fotografía. En ella se ubican cinco estudiantes de secundaria. Shizune con su característico pelo corto y negro sonriendo con los ojos cerrados, a su lado está Mikoto con su pelo azul oscuro también corto posando un brazo alrededor del cuello de Shizune. Yugao, pelo recogido en un rodete, abrazando a Kurenai, quien tiene un brazo apoyado en la rodilla. Ambas encorvadas. De rodillas, Anko sonríe ampliamente con las dos manos haciendo "V" de victoria. Todas con sus uniformes escolares.
Sonríe. – Desearía retroceder el tiempo. – apoya la cabeza contra el respaldar del sillón. – Así podríamos corregir nuestros errores y evitar que Anko sufriera tanto. – labios curvados hacia abajo. – Si tan sólo nosotras…– una lágrima desliza por su mejilla izquierda.
– FLASH BACK –
Corre rápido. Viste un uniforme escolar consistente en una mini-falda marrón de cuadros, tachonada, blusa blanca y por encima un ajustado suéter beige y una corbata de color marrón. Lleva además, medias blanca que le llegan a los muslos y zapatos negros. Sostiene el maletín fuertemente. Su corto pelo violeta se mece al compás del viento. Se detiene a la salida de la academia, extiende los brazos hacia arriba. – ¡Al fin inicia nuestro fin de semana! – exclama entusiasmada.
– No deberías emocionarte tanto, Anko. – murmura una chica de cabellos violetas, vistiendo el mismo uniforme, a excepción de las medias que les llegan a los tobillos. Anko desciende los brazos desanimada, sonríe nerviosa rascándose la nuca.
– Yugao no la desanimes, mira que se ve feliz. – agrega Kurenai, sonriendo. A su lado derecho se ubica Shizune, leyendo un libro y, al lado izquierdo Mikoto, hablando por el celular.
Anko se abalanza sobre Kurenai. – Tú sí me entiendes. – la abraza. Rápidamente se aparta de ella. – ¡A comer! – lanza el puño en el aire.
Los demás niegan la cabeza. – Ella no cambia. – murmuran al unísono.
– ¿Eh? – Anko arquea una ceja, inclina la cabeza sin comprender.
– No tiene remedio, pero…– Mikoto se acomoda unos lentes que inexplicablemente apareció, sin saber de dónde lo extrajo. – ¡Es tan linda! – se abalanza sobre Anko, y la aprieta contra su pecho.
– Mi-Miko… M-Me estás…ahogando. – sisea Anko, intentando alejarse de su amiga.
Gotas estilo animé deslizan por las frentes del resto. – En definitiva, le gusta las cosas lindas y ella entra en su lista. – murmuran al unísono. Empiezan a caminar alejándose de sus dos amigas.
Al poco rato, las cinco transitan por las calles de la ciudad animadas, la mayor parte de su alegría se debe a las ocurrencias de Anko, la menor de entre ellas y la más animada. Anko camina al frente con las manos entrelazadas detrás de su espalda sosteniendo su maletín, mientras tararea una suave melodía. Canción que las demás musitan el coro.
Anko:
Yeah!
I'm not that kind of guy who can take a broken heart
So don't ever leave I don't want to see us part
The very thought of losing you means
That everything would go down under
I'll be loving you forever (Just as long as you want me to be)
I'll be loving you forever (All this love's for you) and me, yeah
(I'll be loving you) I'll be
(I'll be loving you) Loving you
(The things you do) Yeah, it's forever
(I'll be loving you) I'll be
(I'll be loving you) Loving you, yeah.
Anko cierra sus ojos, sintiendo la canción. Los transeúntes se detienen a escucharlas. Cantaban muy bien sincronizadas y las personas sonreían al oírlas cantar tan bonito. Caminan creando el ritmo en sus caderas de un lado a otro.
I count the blessings that keep our love new
There's one for me and a million for you
There's just so much that I want to say
But when I look at you
(Yugao: All my thoughts get in the way)
I'll be loving you forever (Just as long as you want me to be)
I'll be loving you forever (All this love's for you) and me, yeah
(I'll be loving you) I'll be
(I'll be loving you) Loving you
(The things you do) Yeah, it's forever
(I'll be loving you) I'll be
(I'll be loving you) Loving you, yeah.
Anko se detiene, lleva sus manos al pecho. Sus amigas entrecierran los ojos, más continúan caminando lentamente. Anko reinicia su camino.
We've come to far, to ever turn back now, (This love will last forever)
I can see it all now
(I'll be loving you) I'll be
(I'll be loving you) Loving you
(The things you do) Yeah, it's forever
(I'll be loving you) I'll be
(I'll be loving you) Loving you, boy
I'll be loving only you
(I'll be loving you)
(I'll be loving you)
Be loving you boy
Anko abre sus ojos. De repente se detiene y corre emocionada hacia un póster. Las demás intercambian miradas confusas, y la siguen curiosas por saber qué le sucedió a Mitarashi para que actuara así, aunque la mayoría de las veces no se sorprenden. Al acercarse observan un afiche en el cual se informa que habrá una audición.
– ¿No estarás pensando en audicionar, verdad? – pregunta Kurenai, desilusionada. Los brillosos ojos de su amiga le afirmaron. Espira.
– ¡Es una gran oportunidad! – dice, alegre. – Por supuesto que audicionaré. – sonrisa de felicidad.
– No puedes audicionar. – agrega Yugao cerrando los ojos y cruzando los brazos.
– ¿Eh? ¿Por qué? – parpadea desconociendo la razón.
Yugao señala la parte ínfima del afiche. – ¡Sólo bandas! – despega el afiche y golpea la cabeza de Anko con él. – Baka, ¿Dónde encontrarás una banda? – en respuesta, Anko hace un leve puchero. – Como sea, suerte en tu banda. – las cuatro se retiran como si nada, dejando a su amiga lamentándose.
– ¡Tengo una idea! – exclama. Sus amigas se detienen sin darse cuenta, más apresuran los pasos. Anko las señala. – ¡Alto ahí! – se detienen nerviosas. – ¡Ustedes me ayudarán! – tragan saliva y salen corriendo, pero Anko es más rápida, pues tiene agilidad porque practica deportes. Se detiene frente a ellas. – ¡No es justo que mis amigas huyan de sus deberes! – respiración agitada. – Cuento con ustedes. – cierra sus ojos en una sonrisa.
– Ni lo sueñes. – responden, sin la intención de hacer el ridículo. Se alejan de ella.
Anko cae de rodillas. – Sólo deseaba cumplir mi sueño de cantar sobre un escenario. – murmura, entristecida. – Y esa es la única forma de alcanzarlo. – las cuatro detienen sus pasos, intercambian miradas dudosas de si aceptar. – Si mis mejores amigas no pueden ayudarme, entonces buscaré a otras hasta encontrarlas. – se cubre el rostro con ambas manos. Oye a Kurenai llamarla. Levanta la cabeza, ojos llorosos y suplicantes.
– Anko Mitarashi, no pongas esa cara. – dice Kurenai, con firmeza. Pero ver esos ojos de gatito perdido, le hace sentir ciertas sensaciones solidarias. – Oh, vamos. No se va a acabar el mundo porque no audiciones, habrán otras más. – se muerde el labio inferior. – Dios. – se golpea la frente con la palma de su mano. – Anko, te dije que no pongas esa…– su amiga arrodillada con esos de perrito, le entristece. –…cara. – busca ayuda en sus amigas, quienes no saben qué hacer.
– A mí no me mires, mis padres dejarían de pagarme los estudios. – responde Mikoto, tratando de ser fuerte. Más al ver a Anko, todo su autocontrol se debilita. – An-Chan, eres linda, pero no me vas a convencer. – gira sobre sus talones, dándole la espalda. La mira de soslayo. Espira. – Está bien, lo haré.
Shizune afirma. – Para mí estaría bien experimentar un nuevo cambio en mi vida. – responde como si nada, pero en el fondo emocionada por la idea.
Yugao siente todas las miradas puestas sobre ella. – No es que me agrade la idea, pero…– espira. – Si no estoy cerca de ustedes, son capaces de hacer alguna locura. – emocionada, Anko salta sobre Yugao. – ¡Anko, déjame! – ambas empiezan ríen.
Después de varias prácticas, audicionaron. Pasaron las pruebas sorprendiendo a los productores, por tanto les ofrecieron firmar un contrato con ellos. Pero había un problema, no podían ser vistas por todos, especialmente Anko, quien no había pensado en las consecuencias. Así que el director les propuso que pensaran alguna idea, la que decidieran sería aprobado.
Debían idear una estrategia si deseaban cantar frente a tantas personas. Fue entonces que a Anko se le ocurrió usar antifaces de diversos colores representativos y acortar sus nombres (Miko, Kure, Violet por su color de pelo, Shizu y Yu), así nacieron las chicas enmascaradas: C-ute. A pesar de no estar de acuerdo al principio, les emocionó la idea. Les comentaron a sus padres, pero nadie notó que Anko no podía decirle a nadie porque no tenía padres. Sin embargo, era feliz o aparentaba estarlo. Su debut fue todo un éxito. Pasaron de ser novatas a unas profesionales en corto tiempo.
Luces iluminan el escenario mientras las chicas enmascaradas aplauden hasta que termina la melodía. El bullicio del público explotó animándolas a seguir cantando. Ellas, felices, no se pudieron negar, pues a pesar de estar agotadas seguirían cantando hasta satisfacer a sus fans. La música suena.
Se agrupan una al lado de la otra. Extienden el puño al cielo. Se esparcen, pero Anko y Kurenai avanzan hacia el frente. Giran lento, saltan. Brazo izquierdo encorvado, impulsan hacia el lado izquierdo moviendo la cabeza lado contrario; brazo derecho encorvado e impulsan hacia el lado derecho moviendo la cabeza lado opuesto. Kurenai y Anko se distancian, dándole espacio a las demás caminar hacia adelante danzando, retroceden. Kurenai y Anko vuelven a tomar posición. Cabeza girada hacia el lado izquierdo, brazo extendido hacia el mismo, y lo van acercando hacia sí al ritmo.
Las chicas, excepto Anko y Kurenai, agitan los brazos, mueven las piernas de un lado a otro. Saltan, mueven las caderas al compás. Golpean sus respectivos pies cuatro veces.
Kurenai: Shibuya wo aruku
Anko: Hitori de aruku
Kurenai: Hitogomi no naka
Anko: Daisuki na ano hito sagasu
Kurenai y Anko se distancian. A medida quienes van cantando, caminan en círculo permitiendo a la Idol posicionarse en el centro. Todas se dan vuelta, saltan quedando sus piernas separadas. Giran, moviéndose en coordinación. Cubren el rostro con su mano derecha. Giran dándole la espalda al público, agitan los hombros y brazos en conjunto dándose vuelta.
Mikoto: Te wo tsunagitai
Shizune: Sono omomi kara
Yugao y Shizune: Wazato hazuretemita dake nano
Kurenai: Nakisou konna watashi wo
Shizune: Douka hanasanaide ne
Kurenai y Anko corren al extremo derecho del escenario, las demás al izquierdo. Extienden brazos abiertamente moviendo las caderas y piernas. En My Darling extienden manos al frente. Giran. En I love you, señalan a la audiencia y se llevan las manos al pecho. Kurenai y Anko corren al extremo izquierdo, las demás al derecho agitando los brazos y hombros. En My Darling agitan hombros, guiñando sus ojos. Se detienen, palman sus caderas derechas cuatro veces consecutivas. Todas corren al centro del escenario. En Darling agitan hombros. Caminan en círculos. En I love you, manos en sus pechos. Caminan en círculos, sacuden sus manos y tocan sus pechos.
Anko: Koisuru omoi ga (My Darling)
Kurenai: Ookiku fukurami (I Love You)
Anko: Kangaesugitara (My Darling)
Kurenai: Karamawarishichau na
Anko: Mada mada watashi wa (My Darling)
Kurenai: Anata ga kowai wa (I Love You)
Anko: Kitto itsu no hi ka (My Darling)
Kurenai: Kirawarechaisou ne, ah~
...
Sobre el escenario, la entrenadora camina de un lado a otro aplaudiendo y viendo a las chicas moverse. – 1, 2…1, 2, 3… Ánimo. – sisea. – Deben dominar esos pasos de baile para el concierto de esta noche. – posa manos en la cintura. Se escuchan los pasos de las chicas en la plataforma mientras el estadio está completamente vacío, a excepción de los chicos del staff que instalan los aparatos electrónicos y demás accesorios.
Kurenai y Anko avanzan hacia el frente, Anko unos pasos adelante. Giran, saltan. Brazo izquierdo encorvado, impulsan hacia el lado izquierdo moviendo la cabeza lado contrario, retroceden. Cabeza girada hacia el lado izquierdo, brazo extendido hacia el mismo, y lo van acercando hacia sí al ritmo. Saltan, extienden brazos abiertamente moviendo las caderas y piernas. En conjunto, flexionan las rodillas dos veces y golpean el suelo con los pies. Anko avanza tres pasos, retrocede. Las cinco avanzan tres pasos y Anko dos pasos, giran. Sin embargo, Anko perdió el equilibrio y resbaló, iba a caer fuera del escenario el cual la altura es alta con el objetivo de evitar que los fans suban a la plataforma.
Si caía de cabeza se podría matar, pensaron. Yugao corrió en su ayuda, pero no iba a llegar. – ¡ANKO! – gritaron al mismo tiempo, aterradas, se cubrieron sus rostros evitando ver aquella escena. La aludida cerró los ojos temerosa, esperando recibir el golpe que nunca llegó. Pues al caer, alguien fue lo suficientemente veloz para atraparla justo antes de tocar suelo.
Abre sus ojos poco a poco. Sorpresa. Está siendo cargada al estilo conyugal en los brazos de un hombre atractivo de unos 22 años. Sus amigas se acercaron al pié del escenario sorprendidas de la velocidad del joven y desconcertadas por tal belleza que irradia ese hombre. Anko lo ve mejor, esos ojos negros le da una mirada profunda y perdida, y esa peculiar cabellera plateada llama la atención de cualquiera.
– ¿Se encuentra bien, mi damisela en peligro? – interroga él, esa voz tan varonil y hermosa.
Anko sacude la cabeza. – ¿Qué estoy pensando? – susurra, apenas audible. El rubor cubre sus mejillas. – G-Gracias. – esconde el rostro con sus manos. – Ya puedes bajarme. – le pide tratando de sonar indiferente.
– Lo siento, pero…– la apega más a su cuerpo. – Eres tan liviana que me gustaría dejarte entre mis brazos. – le susurra sólo a ella, a quien los colores le subieron a la cabeza. Él sonríe y la baja. – Ésta no era la forma de presentarme ante ti, de hecho no debías verme. Pero cuando te vi resbalar, sabía que caerías y mi cuerpo se movió inconscientemente. – brazo derecho encorvado a la altura de su pecho en un gesto de caballerosidad, se inclina. – Mi nombre es Kakashi Hatake, es un placer haberte encontrado.
Anko retrocede tres pasos. – Es tan lindo. – se dijo, sintiendo su corazón dar un vuelco.
Recupera la postura. – En verdad, me tranquiliza haberte encontrado. – espira. – ¿Sabes lo que tuve que pasar para ubicarte? – arquea una ceja. – No tienes idea, así que ven conmigo ahora. – voz firme, mirada seria.
Traga saliva. – Retiro lo dicho, no es para nada lindo. – cruza los brazos. – No sé quién demonios eres, así que no me hables en ese tono. ¡Hm! – desvía la cabeza, molesta.
– ¿Así son las cosas, Anko Mitarashi? – pregunta serio. Anko traga saliva, a medida que él camina hacia ella. – No imaginé que serías de aquellas que les gustan cantar en un escenario. Me pasé dos años buscándote. – se detiene a pocos centímetros de ella. – Entonces dime, ¿Qué pasaría si tu tío se entera de esto? – la reacción que deseaba despertar en ella no era la deseada. Anko abre sus ojos reflejando terror, miedo, horror, mientras su labio inferior empezó a temblar. Sorprendido, alza una mano y la posa en su mejilla. – Si vienes conmigo, te prometo que no lo sabrá. – acerca sus labios y le besa la mejilla.
Volviendo en sí, Anko retrocedió hasta chocar contra la plataforma. Mano en la mejilla besada. – ¿P-Por qué h-hiciste e-eso? – tartamudea, nerviosa. Las mejillas estaban más roja que un tomate. Sus amigas parpadean incrédulas.
Se encoge de hombros. – Es un simple beso en la mejilla. – desliza sus manos dentro de los bolsillos del pantalón. – No puedo creer que la única heredera de la fortuna Mitarashi, le tema a un beso. – Anko sonríe nerviosa.
– ¿Heredera? – preguntan sus amigas, quienes se habían mantenido al margen de la situación.
Ríe con nerviosismo mientras se rasca la mejilla. – ¿No les dije? – se golpea suave la cabeza, se muerde la lengua. – ¿Dónde tengo la cabeza en estos días? – sigue riendo, pero sus amigas no parecen reír con ella. Agacha la cabeza, entristecida. – Lo siento. No quise que lo supieran. – mueve los ojos hacia un lado. – Escapé de casa a los diez años cuando mis padres fallecieron. Mi tío no me quería, así que era la única manera para ser feliz. Yo…– finge una sonrisa.
Kakashi camina y se posiciona detrás de ella, rodea los brazos alrededor de sus femeninos hombros en un abrazo, desconcertándola. – A partir de ahora, no estarás sola. Dentro de un año cumplirás 18, así que tendrás a un verdadero hombre a tu lado. – le susurra al oído, sintiéndola derretirse bajo su tacto. – Siento que te agrado.
– ¿Es una declaración de amor? – interroga la entrenadora totalmente ruborizada.
Reaccionó. Rápidamente se separa, lo señala con el dedo. – ¡Deja de hacer eso! – exclama, más nerviosa que antes. Escucha la voz de él resonando en sus oídos. – Vienes y te presentas, pero no sé quién eres en realidad.
Mirada seria. – Verás, soy tu…– empieza a decir, pero es interrumpido por un hombre alto vistiendo un traje negro.
– Hatake-sama, su limosina le espera. – leve reverencia.
– Iré enseguida. – responde Kakashi, el hombre trajeado se retira. – Como te decía, soy tu prometido. Supongo que has escuchado sobre mí. – Anko desvía la mirada. – Debía conocerte hace dos años en una fiesta, pero nunca llegaste. – ella se muerde el labio inferior. – Hice algunas investigaciones y confirmé mis sospechas. He venido a llevarte conmigo.
– No iré a ningún lado contigo. Eres un extraño. – murmura, voz baja. De repente, siente su mano ser tomada y su cuerpo halado hacia él, quien sin perder tiempo la besó. Abre sus ojos asombrada. Un beso que jamás había experimentado, un beso de otro nivel.
Kakashi le muerde con total suavidad su labio inferior, provocando que ella abra su boca, entonces desliza su lengua en la cavidad de la chica mientras la apega más a su cuerpo en busca de calor. Rodea un brazo alrededor de los hombros de ella evitando que escape, pues ella forcejeaba con insistencia. Mueve sus labios con total maestría lentamente para que ella se acostumbre y corresponda, más la siente perder fuerzas como si fuera a desmayarse. Posa la otra mano detrás de su nuca para asegurarse de que no escape. Ella deja escapar un gemido y eso a él le gustó bastante, aprensa insistente su boca, queriendo degustar más de aquellos suaves y exquisitos labios. La sostiene con firmeza, deja libre su boca, más nota una gota de saliva deslizar por el mentón de Anko. – Ahora no soy un extraño. – pasa su lengua limpiando la saliva, dejando atónitos a todo mundo.
– Waoh, eso fue ardiente. – susurra Mikoto incrédula, cubriendo su boca. Mira a sus amigas, quienes estaban rojas de la excitación con el único pensamiento: "Ese hombre es sexy".
Kakashi sonríe complacido de provocar esas impresiones en las mujeres. Posa sus ojos sobre la mujer que abraza; mira sus ojos, estaban aturdidos. Iba a alejarse de ella, pero Anko le detuvo agarrando la camisa en su pecho. No sabía lo que hacía, estaba desorientada. Ella apoya la cabeza en su masculino pecho, sin saber qué decir. – ¿Irás conmigo? – ella asiente. – Entonces, vamos. – la cargó estilo marital, pues sus piernas temblaban aún de la impresión. Se marchó con ella en brazos ante las inquisidoras miradas.
– ¡A mantenimiento que repare esto! – vocifera la entrenadora, pisando el lugar donde Anko había resbalado. – ¡Hay una grieta!
...
Después de aquel incidente, todo volvió a su curso. Sonrientes, las chicas salen del instituto pensando en las nuevas ideas de vestuario y demás accesorios. Estaban muy animadas, según algunos estudiantes quienes veían en ellas un aura especial. No podían describirlo, pero se veían radiantes. En efecto, cada día estaban más felices porque a más fans les gustan sus canciones, en especial los bailes y vestimentas.
– An-chan, ¿Qué pasó con ese hombre que dijo ser tu enamorado y te besó enfrente de todos? – pregunta Mikoto, evaluando las facciones de la Mitarashi.
Un escalofrío recorre su cuerpo. – Prometido… No es mi enamorado y no pude evitar que me besara. – masculla entre dientes, intentando sonreír. Más los nervios no se lo permiten.
– Dinos, ¿Lo rechazaste? – vuelve a preguntar Mikoto.
– Eso quisiera, pero su brazo es duro de torcer. – se dice a sí misma, sonriendo nerviosa.
– Era bastante guapo. – musita Mikoto, llevando una mano al mentón como recordando su masculino cuerpo.
– Sí, lo es. – sacude su cabeza al darse cuenta de lo que dijo. – ¿Qué estoy diciendo? – se pregunta, agitada. – Es realmente guapo, pero no, no, no. – niega la cabeza. – No debo pensar en él. – mirada segura. – Pero me robó mi primer beso. – agacha la mirada, a punto de llorar. – Seguro se largó a su país. – Yugao y Kurenai caminan detrás de ella y la miran seriamente mientras ella debate consigo misma, más sin embargo, nadie notó esas miradas. – Olvidémonos de él, en este momento debe de haberse ido del país. Sí, eso. – afirma con decisión.
Sonríen, ella no cambia. Entonces escuchan los murmullos de los estudiantes que se ubican agrupados en la salida, la mayoría mujeres con las hormonas alborotadas. – ¿Qué estará sucediendo? – se pregunta Shizune, curiosa.
Algunas chicas se mueven y Anko reconoce la causa. El rubor se apoderó de sus mejillas y un leve temblor que no pasó desapercibido por sus amigas. Él, apoyado contra el muro de la salida y los brazos cruzados, mueve los ojos en su dirección. Anko retrocede, entonces él empieza a caminar hacia ella. Traga saliva.
– ¿Por qué está en el instituto? – interroga Yugao seria. Mira a Anko, quien retrocedió y temblaba como gelatina y sonreía demasiado nerviosa. – ¿No mencionaste que se marchó del país? – enarca una ceja. Las demás la miran directo a sus marrones ojos.
– ¿Quién se marchó del país? – pregunta Kakashi, sonriendo. Las estudiantes suspiran por él. Kurenai y las demás se distancian para darle espacio.
Anko traga saliva. Inhala y exhala, tomando valor para enfrentarlo. – ¿Por qué estás aquí? ¡Te dije que no me iré contigo y aceptaste! – manos en las caderas.
Gotas estilo animé deslizan por las cabezas de sus amigas. – Está muerta de los nervios. – piensan al unísono.
Cierra sus ojos, despreocupado. – Cierto. Como no llegamos a un acuerdo, desistí de esa idea. – entreabre sus ojos. – Así que he decidido quedarme en esta ciudad para estar contigo. – Anko se cubre la boca y nariz con su mano derecha, desvía la mirada avergonzada evitando que él vea sus sonrojos. – He comprendido que para ti soy un desconocido, y el besarte empeoró las cosas. (– No tanto. – se dice Anko.) No deseo desagradarte, sólo conocerte y que me des una oportunidad. Te prometo de ahora en adelante no ser impulsivo. – Anko relaja sus facciones. – Aunque muera de ganas por robarte otro exquisito beso. – se dice a sí mismo deteniendo sus ojos en los labios de ella. Se muerde el labio inferior. – Empezaremos siendo amigos, y poco a poco nos iremos tratando más. – desliza la mano derecha dentro del bolsillo del pantalón. – Si te enamoras de mí, te pediré matrimonio como lo haría una pareja común. – extrae su mano, sosteniendo una cajita negra aterciopelada. – No quiero que me veas como tu prometido. – se aproxima hacia ella. – Aunque nos tratemos como amigos…– se detiene ante ella y abre la cajita. – Por favor, acepta todos mis obsequios. – sonrisa. – Al menos, me darás alguna esperanza.
Observa cuidadosamente el objeto dentro de la cajita negra. Es un hermoso broche plateado en forma de mariposa, sus alas tienen pequeñas piedras violetas y rosadas, dándole un contraste inusual. Kakashi la deja en las manos de ella. Anko parpadea. – ¿Una mariposa? ¿Por qué es…? Nunca había visto algo tan hermoso. – musita en voz baja, feliz y sorprendida.
Sonríe gustoso de ver esa expresión. – ¿Me permites? – en respuesta, ella afirma con la cabeza. Toma el broche, entonces acaricia su sedoso cabello y agarrando delicadamente un mechón, lo acerca a su nariz aspirando el rico aroma a flores. Acerca sus labios a su oído. – Eres exquisita. – ella se estremeció. Kakashi acomoda su cabello detrás de su oreja y le coloca el broche. Retrocede dos pasos. – Te ves hermosa. No me equivoqué en el diseño. – ella agacha la mirada, avergonzada.
– N-No has respondido p-porqué es una mariposa. – murmura, sin tener el valor de verlo al rostro.
– Mm… Ahora que lo preguntas. – musita posando una mano en la barbilla. Cierra sus ojos meditando. Anko alza la mirada y parpadea. Kakashi entreabre un ojo. – Porque tú eres mi mariposa. – abre los ojos, mirándola intensamente.
– Eso no responde la pregunta. – hace un gracioso puchero.
Ríe. – Tienes razón. – extiende una mano y ella la toma. – Lo que quise dejarte expresado, es que eres mi felicidad, mi vida. – Anko casi se ahoga con su propia saliva. – No deseo perturbarte más. – suelta su mano. – ¿Tienes ensayos? Porque puedo llevarte si quieres.
– Pensé que te desagradaba la idea de ser cantante. – interrumpe Anko, extrañada por el cambio repentino.
Niega la cabeza. – Me interesas, por tanto no puedo pretender alejarte de tus aficiones. – intercambian miradas. – Si te asusta la idea de saber que le contaré a él sobre esto, no dudes más. Lo mantendré en secreto. Después de todo, he decidido apoyarte. – siente su teléfono móvil vibrar. – Disculpa. – se distancia un poco lejos.
Anko lo ve haciendo gesto de desagrado. Su mirada seria cuando se trata de trabajo, pero para ella tiene esa mirada cálida. Su porte tan masculino y elegante que al tenerlo cerca le da esa confianza que tanto necesitaba. Él percibió una mirada puesta en él, así que la descubrió mirándolo. Sonríe. Anko gira sobre sus talones, más se lleva las manos al pecho sintiendo su corazón latir violento. De repente su corazón dio un vuelco tan preciso que no podía interpretar el porqué, pero al olfatear el perfume de ese hombre se dio cuenta que estaba detrás de ella.
Kakashi rodea los brazos alrededor de los femeninos hombros en un abrazo. La atrae hacia él. – El que me veas así, hace que no soporte estar lejos de ti. – le susurra al oído. Indecisa, Anko alza poco a poco sus manos con intención de corresponder a aquel cálido abrazo, pero tenía miedo. Pues apenas lo conoce, sigue siendo un desconocido. Sin embargo, esas emociones que despertó en ella gracias a ese beso fueron completamente intrigantes. – Lamento dejarte así, pero me necesitan en la empresa. – le besa su mejilla. – Nos vemos.
Anko iba a tocarlo, más él ya había retirado los brazos. Gira sobre sus talones, él ya iba lejos. Lo vio subirse en un lujoso auto e irse en él. El corazón palpita fuerte. – ¿Eh? – posa las manos en su pecho. – Mi pecho arde…– susurra.
– Eso es porque te estás enamorando de él. – musita Mikoto a su espalda. Anko da un salto del susto provocado. – Basta con mirar tus ojos. Ese beso te desarmó, ¿Verdad? – le guiña un ojo. Anko ruborizó al instante.
Mano posando en el mentón. – Creo que lo juzgué mal. – murmura Yugao.
Rápidamente sacude las manos en negación. – ¡No estoy enamorada! ¡Es apuesto, sí! ¡Pero no más! – ríe nerviosa. – No puedo soñar tan alto. – Da media vuelta, la sonrisa desvanece. – Me gusta…– sus amigas se acercan más para oír mejor. – Creo que me gusta… mucho. – se estruja los dedos, nerviosa. Ellas desvían sus miradas, pues no entienden porqué esa declaración les dejó un mal sabor de boca.
...
Pasan los meses…
Las chicas se preparan para el concierto que se llevará a cabo en unas horas. Shizune y Mikoto, al fondo del escenario, practican las canciones marcando el ritmo con palmadas. Kurenai se ubica en el extremo derecho tomando agua de botella, y mirando las selecciones de corbatines que Yugao, emocionada, le muestra para que elija un color. Entretanto Anko conversa con el técnico de iluminación.
Kurenai sonríe al ver a Kakashi entrar, él lleva la camisa blanca remangada hasta los codos y los primeros botones desabrochados. Se veía todo un galán sin importar la ropa que use. – ¡Anko! ¡Te buscan! – exclama. Sabía que él no sería suyo. Él siempre está al pendiente de ella. Pero sabe que no es la única que se siente así, las demás también.
El corazón dio un vuelco, emocionado de verlo allí. Se apresura en acercarse a él. – Hola. – saluda, nerviosa. Se arrodilla para quedar a su altura. – El que hayas venido… gracias.
Kakashi extiende un brazo y acaricia la mejilla de Anko. – Al parecer terminaron de ensayar. – ella afirma, sintiendo las caricias. – Te traje un agrado, espero te guste. – de su otra mano escondida en su espalda, extiende un rosa roja.
– Kakashi… Gracias. – la toma delicadamente, la olfatea. – Eres muy detallista.
– Sólo contigo, porque me importas. – responde, calmamente. Intercambian miradas enamoradas. Un extraño brillo especial aparece en sus ojos. – Desearía quedarme, pero tengo una cena con un importante accionista. – percibe cierta tristeza en su mirada. – Estaré presente antes de iniciar el concierto. – le acaricia el mentón. – Suerte. – se marcha.
Anko se levanta apretando la rosa contra su pecho. De un momento a otro, escucha el sonido de unos hierros. Extrañada, observa el telar del escenario. Fue entonces que vio las cuerdas desatarse y el emparrillado perdía balance. Yugao oyó un ruido extraño, así que mira a Anko y a lo que ella miraba. Las cuerdas se rompieron. – ¡ANKO, CUIDADO! – grita asustada.
Todos se volvieron a esa dirección y vieron el emparrillado caer sobre ella. Kurenai haló a Yugao y Mikoto a Shizune porque las vigas caerían sobre ellas. Todas las vigas cayeron de golpe en el escenario. Yugao fue la primera en despertar. Tose, busca con la mirada a Kurenai, quien se encuentra desmayada. Así mismo, las demás perdieron la consciencia.
Cuando Kakashi escuchó el grito de Yugao, su corazón se detuvo por unos diminutos segundos. Giró y corrió apresurado. – ¡Anko! ¡Anko! – intenta mover las vigas con ayuda de los técnicos y demás personal. Son pesadas, poco a poco las iban moviendo hasta ver el rostro de ella. Estaba desorientada, ida, perdida en la nada. – Vamos a sacarte de aquí. Resiste. – última viga. Realizan un conteo, levantan y mueven. Kakashi apoya la cabeza en el pecho de ella, tratando de escuchar el palpitar de su corazón, luego revisa si tiene alguna lesión, nada. Le toma el pulso, está alterada. Golpetea su mejilla. – ¿Puedes oírme? – levanta tres dedos. – ¿Cuántos dedos ves? – no responde. Extrae el celular de su pantalón, empieza a marcar un número telefónico.
Anko lo ve asustado. Parpadea con pesar. Desearía poder alcanzarlo, extender el brazo y sostenerlo fuerte. Kakashi siente una mano agarrar su camisa, era ella. – ¿Qué pasa con tu cena importante? – pregunta, voz apenas audible.
– Al diablo con ella. Nunca antepondría un negocio que a la mujer que amo. Tu bienestar es mi máxima prioridad. – Anko sonríe gracias a esas palabras, él continúa hablando por el móvil. Cuelga. Acerca el rostro hacia ella. – La ambulancia viene en camino.
– E-Estoy bien. – hace un esfuerzo por levantarse, más él la detiene.
– No lo estás, puede que hayas sufrido un fuerte golpe al caer. – mira a ambos lados. Es un desastre. Kurenai y las demás parecen haber sufrido un leve golpe. Vuelve la mirada hacia Anko, quien tiene las manos apretando fuertemente la cabeza, sus cejas fruncidas y sus dientes apretados. – Anko, tú…– lágrimas deslizan por sus mejillas. La abraza contra su pecho. Ella se aferra a él, agarrando su camisa como si no hubiera mañana. – Todo estará bien.
Kurenai se pone en pie mareada, sin embargo fue la primera vez que vio a su amiga llorar tanto. Lloraba por miedo, impotencia, debilidad. Lloraba abrazando a Kakashi como si él fuera la única persona que estará junto ella y en la que puede confiar. Lloraba como una niña necesitada de fuerza, valentía y amor. Una niña temerosa del mundo. De un mundo que teme descubrir. Ese susto le hizo darse cuenta que la Anko orgullosa, alegre, hiperactiva y llena de curiosidad por experimentar cosas nuevas, también tiene su lado frágil, asustadizo. Un lado que sólo él logra despertar.
Kurenai sonríe triste, gira sobre sus talones. No obstante, ve como Kakashi corresponde gratamente la debilidad de su amiga, aproximándola más a su regazo alentándola a seguir llorando, mientras acaricia su pelo en señal de afecto. Eso demuestra cuánto la quiere. No puede idealizar que un día podría alcanzarlo, él no se dejaría alcanzar porque para él, la única mujer que existe ante sus ojos, es ella. Después de verla llorar tanto, sonreía. Sonreía con él y para él. Sonreían felices. Un profundo dolor empezó a hincar su pecho, conocía el motivo. Envidia.
Shizune veía la escena desplegada ante sus ojos. El ver a su amiga en ese estado le dolía, más le dolía que tuviera a alguien así a su lado. Sacude su cabeza alejando negativos pensamientos. No obstante, el pecho hinca un pulsante dolor. Entrecierra los ojos, no puede creer que la más joven de las cinco haya encontrado a un hombre que la ame, sin mencionar que ese hombre es deseado por muchas. Vuelve la cabeza a un lado, entonces ve la tristeza de Kurenai.
Kurenai la mira. Intercambian sonrisas hipócritas. Ambas cayeron en las redes de ese hombre. Han caído bajo. Shizune se acerca a la Yuuhi. – Todo estará bien si no decimos nada. – musita, tomando su mano. Kurenai asiente de acuerdo, no mencionarían nada sobre eso nunca más.
...
Sentadas frente a la heladería, degustan de sus respectivos helados. Ninguna de las cinco musita palabras. Cada una se encuentra centrada en sus tareas. Entonces el celular de Anko empieza a vibrar. – Lo siento. – se levanta del banco y se aleja hablando con la persona en la otra línea.
Las demás dejaron sus tareas a un segundo plano. Yugao se encoge de hombros y prosigue a resolver problemas. Mikoto alza los brazos, agotada, se masajea el cuello. Shizune degusta su helado, Kurenai extrae su celular y empieza a teclear. – Esto es incómodo. – murmura Mikoto, provocando que las demás dejen de realizar sus respectivas acciones. – Es frustrante saber que An-Chan tenga novio y nosotras no. Me dispondré a conseguir uno.
– No son novios… Aún no. – musita Yugao como si nada.
– ¿Hm? – Mikoto enarca una ceja. Sonrisa, maliciosa. – Quien te escuchara, diría que estás celosa. – Yugao suelta el bolígrafo y le lanza una atemorizante mirada. – E-Eh… Estaba bromeando. – sonrisa nerviosa. Percibe que Anko venía de regreso. – Shh…– cada una vuelve a su tarea original.
Anko toma asiento. – Era Aoi-sensei, para decirme que ya no es mi tutora. – murmura, un poco decepcionada.
– ¿Te dijo quién es tu nuevo tutor? – pregunta Kurenai, curiosa. Anko niega la cabeza. – Debes averiguar quién se hará cargo de ti. – Mitarashi se muerde el labio inferior. Suspira. – Sigamos en lo nuestro. Mañana debemos entregar estos reportes. – asienten.
El móvil que Anko puso en la mesa, vibra. Es un mensaje de texto: "Estás seria. ¿Problemas?" Agranda sus ojos, busca con la mirada. No lo ve. Quizás es su imaginación. Suspira. Otro mensaje: "¿Soy el motivo de ese suspiro?" Parpadea. Siguiente mensaje: "Mira a tu izquierda". Así lo hizo, nada. Uno más: "Me equivoqué, derecha". Cuando vuelve la cabeza, el corazón dio un repentino vuelco. Estaba sentado a su derecha.
– Hola. – saluda como si nada. Las mejillas de Anko se tornaron de un rojo carmesí. Sonrisa. Un hombre de piel morena, ojos marrones, pelo negro y con barba se acerca a ellos. – Déjenme presentarles a mi mejor amigo, Asuma Saturobi. – el aludido saluda una a una, luego toma asiento al lado de Kurenai. Kakashi mueve los ojos hacia los apuntes de Anko, mientras ella estaba concentrada resolviendo aquellos problemas. Aproxima el rostro. – La respuesta es 9.7. – posa el dedo en uno de los ejercicios ya resueltos. – Error. Es 5, no 6. – ella lo arregla sin discutir.
Las chicas parpadean. Que Anko no sostenga su tesis de haberlo resuelto correcto, es un hecho cuestionable. Definitivamente, él ha tocado fondo. Lo que ellas en sus años no han logrado. – Eres bueno. – musita Yugao maravillada, sentada al lado del Hatake. Luego ve al amigo de Kakashi, Asuma, ayudar a Kurenai, Mikoto y Shizune.
Kakashi posa brazo izquierdo alrededor de los hombros de Anko y acerca el cuaderno para visualizar mejor. – Esta suma, debes restarla con esta otra. – le iba explicando paso por paso. – ¿Entiendes más o menos el procedimiento? – ella asiente y se apega más a él para arreglar los errores. Estaban tan concentrados que acercaban sus rostros sin darse cuenta. – No, espera. – posa su mano libre (derecha) sobre la mano de Anko que sostiene el bolígrafo. La aprieta, mueve la mano de ella escribiendo números. – Esta fórmula es más fácil y…– mueve la cabeza hacia ella y ella hacia él, estaban sorprendentemente cerca, más no les molestó. Sonrieron y continuaron con los problemas. Detiene el movimiento de manos. – Desde hoy, soy responsable de ti en el instituto. No lo tomes a mal, pero deseo que dependas de mí. – reanudan los ejercicios. – Pienso que no es el mejor método, debí consultarlo contigo antes de tomar la decisión.
Anko niega la cabeza. – Está bien. Confío en ti. – responde, sonriendo. – Has cumplido tu promesa de ir despacio. Antes hubiera huido de ti, debo confesar.
– Pronto cumplirás los 18, ¿Sabes qué significa? – ella agacha la cabeza. – Eso no. – refiriéndose a la aceptación de la propuesta de matrimonio. Ella lo mira. Kakashi la acerca más a su regazo, mirada seria. – He investigado sobre algunos negocios que tu tío ha estado gestionando. Esos negocios son ilegales. Debes reclamar tus derechos como heredera. Si no lo haces, tu apellido se verá afectado. – ella parece estar asustada. – He sido invitado a una fiesta anual que se celebra entre grandes empresarios, será esta noche. Él confirmó su presencia. ¿Aceptas ser mi acompañante? Es necesario que vayas. – Anko niega la cabeza, no estaría dispuesta a ver ese señor. – Te protegeré. Ese hombre no te hará daño nunca más. Tengo más poder que cualquier empresario, puedo hundirlo si así lo deseo. – ella se relaja bajo su tacto. – No te apartarás de mí en toda la noche.
Ella suelta el bolígrafo y entrelaza la mano con la de él, más apoya la cabeza en el pecho de él. – No me dejes sola. Si lo haces, no te perdonaré. – susurra.
...
La música es agradable. El ambiente ameno. Mira la entrada de aquel club. Viste un elegante y ajustado vestido color rosa pastel, de tirantes, que le llega a las rodillas. Por encima, una bufanda que hace juego con el vestido. Lleva zapatillas de tacón y el pelo ligeramente rizados. Inhala y exhala.
– No estás sola. – dice Kakashi, vistiendo un fino pantalón negro, camisa roja con los dos primeros botones soltados, por encima un saco negro sin cerrar. Lleva zapatos negros. Encorva su brazo derecho, ella acepta. Entran a aquel lugar abarrotado de gente que espera la oportunidad de negociar con otros.
Avanzan entre los invitados, procurando pasar desapercibidos. Para más calma, Asuma fue invitado y está acompañado por Kurenai. Los ven cerca de la mesa de bocadillos. Kakashi intensifica el agarre que posee con Anko, ella descubrió el motivo. Él venía hacia ellos sonriendo arrogante, se detiene frente a ellos.
– Viene muy bien acompañado, Kakashi Hatake. – murmura, suspicaz. Extiende su mano.
Kakashi acepta. – Gracias. – estrechan sus manos. Siente que Anko intensifica el agarre. Suelta la mano de él. – Señor Orochimaru, si nos disculpa…– él afirma y se retira. Ella respira aliviada. – Se dio cuenta. Sabe quien eres. – murmura sonriente, para no dar sospechas.
– Señor Hatake. – un empresario lo detiene. – Oh, este año viene acompañado y, de una hermosa dama permítame decirle. – leve reverencia. Kakashi asiente. – Me gustaría hablar de negocios. – le indica un lugar más privado.
– Por supuesto. – responde, entonces le susurra algunas palabras a Anko en su oído. Ella afirma. Se retira acompañado del empresario.
Anko lo ve alejarse y desaparecer hacia otro salón. Ahora sí, estaba sola. Gracias a los modales que les fueron inculcados desde pequeña, camina firme y segura. Pasa cerca de la mesa, entonces toma una copa de vino y se marcha hacia el balcón. Estando allí, visualiza la luna llena. De repente las nubes la cubrieron.
– No pensé que volverías a aparecer ante mí, pequeña Anko. – murmura una rasposa voz que ella conoce a la perfección.
– Orochimaru…– entrecierra los ojos. Desearía ser valiente y enfrentarlo. Debía ser fuerte en este momento, pero esos ojos le dan miedo, la atemorizan. Retrocede y él avanza. La copa cae de sus manos. Cuando las nubes dejan libre a la luna, sólo se encontraba la copa rota y el vino esparcido.
Kakashi regresa y no la ve. La preocupación se apoderó de él. Mira a Kurenai y Asuma, quienes no vieron nada. Apenas ella se dirigió al balcón. Se apresura en llegar al balcón, encuentra la copa rota y el vino esparcido. – Anko…– cierra las manos en puños. Empieza a buscarla por los alrededores, nada.
Mientras tanto, Anko es arrastrada por el jardín en contra de su voluntad. – ¡Suélteme! – grita, forcejeando contra él.
– Tu príncipe no vendrá por ti. – responde burlesco. Nota la tristeza de ella al mencionarle aquellas palabras. – ¿Acaso dijo que te protegería? Ingenua. – la empuja tan fuerte que ella cae al suelo lastimándose la rodilla y el hombro. – Sigues siendo la misma estúpida de hace años. – se arrodilla, la agarra bruscamente del mentón, aprieta. – No eres valiente eh, sobrina. – estaba asustada.
Cierra sus ojos, los aprieta. – ¡Kakashi! – grita para sus adentros.
Repentinamente, Kakashi apareció y lo apartó lejos de ella. Puñetazo en la mejilla, puñetazo en la otra. – No vuelvas a tocarla. – murmura entre dientes. Sus ojos reflejan furia. Lo agarra fuertemente por el cuello de la camisa. – Maldito infeliz, es la última vez que la intimidas. Ella no está sola, tiene quien la defienda de malditos como tú. Si te atreves a acercarte a ella, aunque sea unos centímetros, te mato con mis propias manos. – lo suelta, furioso. – Desaparece de mi vista. – sin pensarlo dos veces, se perdió entre la oscuridad. La oye gemir. Se arrodilla a su lado. – Déjame ver tu rodilla. – ella deja escapar un quejido. – Perdóname, prometí estar a tu lado y…– ella lo abraza, sorprendiéndolo. – Esto no volverá a suceder.
A lo lejos podía ver la escena perfectamente. Espira, desanimada. Estaba tan concentrada en ellos que no percibió la mirada de alguien puesta sobre ella. – No eres la excepción, por lo que veo. – musita una voz masculina a su espalda.
Kurenai gira por acto reflejo. – Sarutobi…– susurra.
Él desliza sus manos en los bolsillos del pantalón. – Sabes ocultarlo bien, pero cuando estás sola desearías hacer algo, ¿Verdad? – sonrisa. – Estás perdiendo tu tiempo. Kakashi no te verá con esos ojos. – da meda vuelta y la deja sola.
– Tiene razón, no lo hará. – se dice a sí misma, tratando de comprenderlo, más su corazón no quiere aceptarlo.
...
Instituto Konoha.
Vistiendo el uniforme escolar consistente en una mini-falda marrón de cuadros, tachonada, blusa blanca y por encima un ajustado suéter beige y una corbata de color marrón, medias blanca que le llegan a los muslos y zapatos negros, es arrastrada por Kurenai hacia la azotea. – Kurenai, ¿Por qué no me dices lo que tengas que decirme en otro lugar? ¿Por qué vamos a la azotea? Tengo prisa. – suben escalón tras escalón. La Yuuhi no responde.
Kurenai abre la puerta al final de la escalera. La hala y la suelta con rudeza. – Ese es el problema. Siempre tienes prisa, pero… ¿Alguna vez te has detenido a pensar en nosotras? – Anko retrocede y ella se acerca. – Te la pasas tanto tiempo a su lado que has olvidado nuestros compromisos. – Anko choca contra la malla. Kurenai golpea la malla con ambas manos a la altura del rostro de su amiga, agarra la malla. – ¡Estás descuidando tus responsabilidades!
– ¡Te equivocas! – exclama sobresaltada. – ¡No he descuidado mis estudios! ¡Kakashi me ayuda a estudiar! – ve los ojos furiosos de Kurenai. – ¡Tampoco he dejado de lado mis deberes! ¡A Kakashi no le gustaría que los descuide!
Kurenai intensifica el agarre. – ¡Me sacas de quicio! ¡Kakashi esto, Kakashi lo otro! – aprieta los dientes con fuerza. – ¿Qué no puedes hablar de otra cosa que no sea de él? – suelta las mallas, la agarra bruscamente por los hombros. – ¿Por qué eres tan indecisa? ¿Qué no ves que ese hombre se muere por ti? – agranda los ojos. – ¡Cualquier mujer querría estar con él! ¡Pero tú eres una mocosa insegura que no sabe lo que quiere! ¡Toma una maldita decisión! ¡Si quieres dejarlo, hazlo de una vez!
El enojo se apoderó de Anko, la empuja con fuerza. – ¡No lo haré! – gritó con todas sus fuerzas. – ¡Aunque me pidas que lo deje, no puedo complacerte! – cierra sus ojos, los aprieta. – ¡Lo amo, y ni tú ni nadie me impedirá estar con él!
La rabia domina a Kurenai. – ¡Mocosa insolente! – le da una fuerte bofetada. – ¡No te creas tanto sólo porque él tiene ojos para ti! ¡Nosotras también queremos estar igual! ¡Me enferma verlos juntos! ¡No te soporto! – Anko mantiene la cabeza agachada. – ¡Mírame cuando te hablo! ¡Te dije que me mir…! – la obliga a mirarla, estaba a punto de darle otra bofetada, pero alguien detuvo su mano. Fue entonces que ve los ojos llorosos de su amiga, la hirió muy profundamente. Mueve los ojos hacia la persona que detuvo su mano. – Yugao…– susurra.
Yugao aprieta la mano de Kurenai. – Es suficiente. – desciende su mano lentamente. – Te has excedido. – se aproxima a Anko, ve la mejilla herida. Estaba rojiza. El golpe fue demasiado fuerte. Mira a Kurenai con furia. – El hecho de que estés frustrada, no es motivo para pagarlo con otros. Que sea la primera y última vez que suceda. – mueve los ojos hacia Mikoto, quien termina de subir las escaleras acompañada de Shizune. – Llévate a Anko, por favor. Tengo que hablar con Kurenai. – ambas chicas se llevan a Anko, cierran la puerta a su paso, dejando a Yugao y Kurenai a solas. – Comprendo por lo que estás pasando, pero ella no es el blanco. Es nuestra amiga, jamás haría algo para lastimarla, ni tú tampoco. – posa el dedo índice en la frente de la Yuuhi. – Métete eso bien en la cabeza. No te gusta el enamorado de Anko, no te gusta. Repítelo una y otra y otra vez hasta cansarte y entiendas la situación. Quien sufrirá no serás tú, ni yo, ni él, será Anko. – Kurenai abre sus ojos. – Veo que empiezas a comprender. – camina hacia la puerta. – Estamos en el mismo barco. Aprende a nadar, porque puedes hundirte si caes.
– END FLASH BACK –
Sonrisa entristecida. – Estamos en el mismo barco. – musita Kurenai, levantándose del sillón. Camina hacia la ventana, mueve las cortinas y permite que el sol ilumine su despacho. Entrecierra los ojos. – No pudimos nadar a tiempo, pero supimos flotar. – inhala, exhala.
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