Annyong haseyo~! ^.^
Okāsan, doko ni iru no?
(11)
Atraviesa el corredor de la academia. Se detiene frente a la puerta del despacho de Kurenai, pero ésta estaba entreabierta. Se asoma, entonces la escuchó. – Estamos en el mismo barco. – musita ella, levantándose del sillón. La ve caminar hacia la ventana, mover las cortinas permitiendo que el sol ilumine su despacho. – No pudimos nadar a tiempo, pero supimos flotar. – la oye inhalar, exhalar.
Shizune cierra la puerta cuidadosamente. Apoya el cuerpo contra la pared, entrecierra los ojos. Cierto, alguna vez estuvieron en el mismo barco, pero ella pudo saltar y nadar lejos. Recuerda el día que conoció a su esposo Genma, quien le mostró el verdadero amor.
– FLASH BACK –
Del incidente de la bofetada, pasaron dos semanas en las cuales todo volvió a la normalidad. Yugao le explicó a Anko que Kurenai enloqueció porque reprobó una asignatura y dejó escapar toda su frustración murmurando palabras sin pensar. Los ánimos se calmaron, prefirieron ocultar sus sentimientos para no lastimarse entre ellas mismas.
Una tarde en el instituto, escuchó algunos murmullos sobre un gatito subido en un árbol y el pequeño no podía bajar, tenía miedo. No le dio importancia, así que iba al salón para buscar su obento. Se detuvo a medio camino, meditó qué podría pasarle al pequeño gatito, pues tiene en casa una mascota y no sería ideal abandonarlo. Suspirando, se dirige al patio trasero a ver el motivo del porqué no podía bajar. Al llegar, alrededor de un extenso y alto árbol estaba el gatito con el pelaje blanco. Era divino.
Sus ojos abrieron como platos, alguien subía en ese árbol. Ese corto pelo violeta se mece al compás del viento. El miedo se apodera de ella, corre apresurada. Sus amigas la vieron correr y se acercaron también. Las cuatro sudan frío y parecen pálidas. – ¡ANKO, BAJA DE AHÍ! – gritaron al unísono. Se miran entre sí, ríen al darse cuenta de su sincronización, más sus risas desvanecieron al recordar a Anko subida en el árbol.
Anko gatea poco a poco sobre una rama. – Ven aquí, gatito. – avanza más, casi llegaba. De repente, mira hacia abajo. Estaba demasiado alto, por un momento se mareó. Traga saliva, nerviosa. – Gatito, ven. – voz ahogada. Su pie derecho se desliza. Todos los presentes se pusieron pálidos, más suspiraron aliviados al verla sosteniéndose fuerte.
– ¡Señorita Mitarashi! ¿Qué hace en ese árbol? ¡Baje de inmediato! – dice el profesor de educación física. Entrecierra los ojos, ve el gatito y que ella estaba a poco de agarrarlo, más resbaló del árbol. Se cubrieron los ojos.
Shizune abre sus ojos cuando siente una bola peluda caer en su cabeza. Mikoto le quita el gatito. – Caíste de pie, pequeño. – murmura Mikoto. Recuerdan a su amiga, quien había caído en un espeso arbusto. Pues sale de él, riendo nerviosa.
– ¡Está castigada por intentar semejante estupidez! – dice el profesor, enojado.
– Pero el gatito…– intenta replicar, más recibe un leve golpe en la cabeza con una regla por parte del sensei.
– ¡A la oficina del director, ahora! – Anko se va acompañada del sensei, pero ella da media vuelta y hace la "V" de victoria a sus amigas, dejándoles el significado: Rescate cumplido. Las cuatro niegan la cabeza. No cambia.
Afuera de la oficina del director, Kurenai camina de un lado a otro. Shizune acaricia el gato que sostiene en sus brazos mientras Mikoto le hace gracia. Entretanto Yugao suspira, sorprendida. Castigada por un gato, la Uzuki mira el gato con recelo, y él le mira inclinando la cabeza. Un leve sonrojo cubre sus mejillas al ver el rostro tan lindo del gatito, niega la cabeza.
Las cuatro se agrupan en un rincón cuando ven al sensei dirigirse la oficina del director, parece estar malhumorado. Detrás de él, viene Kakashi con un rostro sorprendentemente serio, su mirada daba miedo o quizás no. Shizune mira a Kurenai, quien ruboriza e intenta ocultarlo. Es cierto que está como se quiere, pero… Se queda mirando a la persona que viene junto a Kakashi. Un hombre bastante apuesto, una mirada despreocupada y seria, cabello castaño que le llega al cuello y ojos marrones.
Kakashi pasa al lado de ellas, no de buen humor. Sin embargo, su amigo, lo deduce por la formal vestimenta, mueve los ojos hacia ella y sigue su camino. Entran a la oficina, cierran la puerta. Shizune traga saliva. – Atractivo…– susurra, sonrojada.
– ¿Quién es atractivo? – interroga Mikoto, curiosa. – ¿Te refieres al amigo de Kakashi-san? – Shizune siente el corazón palpitar de repente. Yugao nota el rostro desencajado de su amiga, sonríe.
Parpadea. El gato cae al suelo de pie. – Eh… No, no, no. – sacude las manos negando la posibilidad.
Mikoto se lleva un dedo al mentón. – ¿Ah, no? – enarca una ceja. – Entonces, ese atractivo puede ser… ¿Kakashi-san? – sonrisa picarona.
El rubor cambia de contraste. – ¡Ambos lo son! – agacha la cabeza avergonzada, habló de más.
La puerta de la oficina se abre, el ambiente vuelve a la normalidad. El primero en salir es ese hombre apuesto que no deja de mirarla. Después de él, sale Kakashi suspirando y luego Anko haciendo un puchero, mientras tiene un parche en la frente. Cuando ve al gato, se olvida de los problemas y lo toma en brazos, aprieta contra su pecho.
Kakashi sonríe negando la cabeza, posa una mano sobre la cabeza de Anko. – Ten más cuidado la próxima. No quiero recibir una llamada de esta índole cuando estoy en una reunión. – suspira. – Me preocupé. Piensa un poco más antes de actuar. Podrías haberte lastimado.
– Esa chica no genera. – murmura Yugao, cruzando los brazos. Anko hace puchero, desvía la mirada. – No sabes los problemas que nos causa a diario. – le sonríe a Anko, quien agacha la cabeza avergonzada.
El amigo de Kakashi finge una tos. – Lo olvidaba. – dice el Hatake, rascándose la nuca. – Él es mi amigo, Genma Shiranui. Trabaja conmigo y estará por estos lados durante un tiempo. – el nombrado hace leve reverencia, le sonríe a Shizune. – Cuando algo le interesa, arriesga todo para conseguirlo. – cierra sus ojos en una sonrisa.
Genma mueve los ojos hacia él. – No deberías advertir ese tipo de cosas, Kakashi. – entrecierra los ojos.
– Sentí la necesidad de hacerlo. – responde el Hatake, rodea la cintura de Anko y la atrae hacia sí sorprendiendo a la misma Anko. Empieza a caminar llevándose a la chica con él.
Yugao y las demás se retiran. Shizune también se iba, pero él la detiene. – Shizune…– susurra.
Ella gira sobre sus talones, desconcertada. – ¿Cómo sabes mi nombre? – parpadea.
– He escuchado hablar sobre ti, y al verte supe quién eras. – responde Genma, confiado. – También me dijeron que cantas, me gustaría verlas en algún concierto. – entrecierra los ojos. – Me transferí para trabajar con Kakashi, así que tal vez tenga la oportunidad de escucharlas cantar. – se retira, dejándola pensativa.
Shizune parpadea, una parte dentro de sí misma le decía que él le cambiaría la vida y no estaba equivocada. En las vacaciones de verano, les llegó un contrato para un concierto en Tokio. Emocionadas por la idea, aceptaron gustosas. Sería en la playa, con alojamiento incluido. Ya encontrándose en el hotel, las chicas se marcharon a explorar el lugar donde se realizaría el concierto dejando a Shizune en la habitación, pues no sabía dónde había dejado su bañador.
Suspira. Rebusca en su maleta, nada. Recuerda que lo puso en su bolso. En efecto, lo había guardado siendo precavida de que se le quedara en casa. Al poco rato, vestía un bikini de tres piezas amarillo-anaranjado, las orillas del sujetador eran blancas, así como también la cinta que adorna la mini-falda. Sale de la habitación dispuesta a encontrarse con sus amigas, pero algo le detuvo.
Sus ojos se centraron sobre el fornido y hermoso abdomen plano de un hombre apuesto. Llevaba short, camisa blanca desabrochada y zapatos de playa Nike Aqua Sock. Estaba al parecer registrándose porque firmaba unos documentos. Vuelve la mirada a otro hombre que estaba a su lado, ese sí lo conocía. – Sarutobi…– susurra. Fue entonces que vio al hombre del fornido abdomen darse vuelta, lo reconoció. – Sh-Shiranui…– mejillas sonrojadas. – Vienen hacia acá. – agacha la cabeza, toma un rumbo diferente, pero chocó con alguien lo suficientemente fuerte que casi la tumba si no fuera porque él la agarró.
– ¿Te encuentras bien? – interroga una voz masculina. Ella alza la cabeza. Genma la tenía abrazada contra su pecho. – Hoy se ve despistada, señorita Shizune.
– E-Etto…– su cuerpo se estremece al sentir el pecho pegado al cuerpo de él. – Estamos demasiado cerca, muy cerca. – el rubor se torna intenso. – Piel con piel. Dios, has que me suelte. Su pecho es… – Genma la apega más a su cuerpo, sintiéndola débil como si fuera a desmayarse. – Ay Dios, me está pegando más. Me gusta… ¿Qué estoy diciendo? Siento su respiración chocar con mis labios. – se dice a sí misma sin poder articular palabra. Traga saliva. – S-Shiranui, y-ya p-puedes s-soltarme. – titubea, nerviosa.
– Lo siento. – la suelta, se rasca la nuca nervioso. – Que coincidencia encontrarnos aquí, ¿Verdad? – desvía la mirada, sonrojada.
Ella intenta ocultar su sonrojo. – Sí, una coincidencia. – musita, sonriendo.
– Genma, me adelantaré. – dice Asuma, tomando su maleta y entrando en el ascensor. Pero antes de las puertas cerrar, le guiñó un ojo a su amigo.
Genma lo maldijo mentalmente. – Vamos a sentarnos, ¿Te parece? – ella asiente. Ambos toman asiento en el recibidor del hotel. – No quisiera ser entrometido, pero… ¿Qué haces aquí? ¿Estás sola? ¿Viniste acompañada? – la ve de pie a cabeza, ruboriza. – Quiero decir…. eh… bueno, tú me entiendes, ¿No? – ella enarca una ceja. – El que estés aquí, en Tokio, en bañador y sola… Me hace pensar que…– traga saliva. – ¿Tienes novio?
– ¿Ah? – mirada en shock. El rubor aumentó de contraste. – ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No tengo! – sacude sus manos en negación. – ¡Vine con mis amigas!
Desvía la mirada. – Es un alivio que no tenga. – susurra.
– ¿Eh? ¿Dijiste algo? – pregunta, curiosa.
– No, nada. – ríe nervioso. – ¿Te gustaría dar un paseo por el hotel conmigo? Acabo de llegar y antes de encerrarme en la habitación, me agradaría tu compañía durante un momento.
– ¿Encerrarte en la habitación? – pregunta sin comprender, dejando de lado la última frase, pues no prestó atención a esto último.
Suspira. – Vine por asuntos de negocios. Mis amigos y yo, tenemos una cadena de hoteles. Éste es uno de lo nuestro. – sonrisa. –
Una de las recepcionistas se aproxima a él. Reverencia. – Genma-sama, tiene una llamada en la recepción. – informa, espera respuesta.
– Oh, sí. Estaba esperando esa llamada. – se levanta del cómodo sofá. – Espérame aquí, enseguida vuelvo. – se marcha acompañado de la recepcionista.
– No sabía que fuera un hombre tan exitoso. – murmura para sí misma. Se lleva las manos al pecho, su corazón palpita violento mientras lo ve hablar a través del teléfono. De repente, él la mira. Su calor recorrió su cuerpo, agacha la cabeza.
Genma sonríe, cuelga el teléfono. Le hace una señal a la recepcionista y ella se acerca. – ¿Cómo le gustaría que un hombre la conquiste? – ella ruboriza.
– E-Etto…– sisea, nerviosa. – S-Siendo detallista. Un hombre detallista enamora a cualquier mujer.
– Mm… Gracias. – se da vuelta y camina hacia Shizune. – ¿Nos vamos? – le extiende una mano, ella la toma. Caminan por los alrededores del hotel. – ¿Sabes? Cuando Kakashi nos comentó a Asuma y a mí sobre su compromiso, al principio no le creí. – todavía sostiene la mano de Shizune, mientras ella sonrojada no sabe si decirle que aún la sostiene o dejarlo así. – Decía que nada lo haría casarse. Era serio en su trabajo, se la pasaba laborando hasta muy tarde y los fines de semana. Entonces, una mañana decidió ir a los Estados Unidos a conocer a su prometida. – mirada seria. – Según nos contó, ella había desaparecido. Estaba intrigado por saber con quién debía casarse y usó sus recursos para encontrarla. – sonrisa. – Cuando volvió a Italia, no dejaba de hablar sobre ella. Decía lo maravilloso que era Japón. – ríe. – Míralo ahora. Está loco por casarse con la mujer que le robó el corazón desde el primer momento que la vio.
– Pero si están comprometidos, no comprendo porqué actúan como si dicho compromiso no existiera. – murmura Shizune, analizando las posibilidades.
Entrecierra los ojos. – Kakashi no es de los hombres que se arriesgan por nada. – responde, sorprendiendo a Shizune. – Quiere darle tiempo suficiente para que tu amiga confíe en él. Está enamorado y no desea que ella vea el compromiso como una obligación a cumplir. – inhala, exhala. – Está ansioso por saber si es correspondido y si no lo es, romperá todo vínculo que lo une a ella.
Abre los ojos desmesuradamente. – ¿Está dispuesto a renunciar si ella no lo acepta? – suelta la mano de Genma, y lo agarra del brazo. – Eso es ir lejos. Anko está dependiendo mucho de él, es insegura respecto a relaciones amorosas. No sabe cómo actuar ante él, si esconderse o enfrentarlo, porque está enamorada.
Se detienen cerca de la alberca, Genma aleja su brazo y acorta la distancia entre ellos. – ¿Y tú? – ella abre sus ojos, desconcertada. – ¿También te gusta Kakashi, verdad? – ella lo empuja por acto reflejo. – A ustedes les gusta el enamorado de su amiga, ¿Sabes que ella saldrá lastimada si se entera?
– ¡Yo soy diferente! – exclama, enojada. No puede creer que él piense que todas están interesadas, cuando ella está afectada por ese cuerpo que ven sus ojos en este momento. Sacude la cabeza. – T-tú no sabes nada. No sería capaz de fijarme en el enamorado de mi amiga. Confieso que al principio me llamó la atención, pero sólo fue la primera impresión. – mirada segura y seria. – ¡Él no capta mi atención como tú lo haces! – se cubre la boca. – ¿Qué acabo de decir?
Sorprendido, Genma avanza hacia ella mientras ella retrocede. Extiende el brazo, pero ella continúa retrocediendo. Ella resbala, él la agarra, pero ambos pierden equilibrio gracias a un niño que pasa corriendo y caen dentro de la piscina. Genma rodea el brazo alrededor de la cintura de Shizune, la atrae hacia su cuerpo. – ¿Estás bien? – ella tose. – Bebiste agua. – La apega contra su pecho, le acaricia la espalda para que respire calmamente. Nada hacia la orilla. Apoya la espalda en los tubos de las escaleras. – ¿Mejor? – ella asiente recuperando la postura. Genma apoya la barbilla en el hombro izquierdo de ella. – ¿En serio, te gusto?
Abre sus ojos desmesurados. Fue entonces que analizó la posición en la que estaban. Él apoyado en las escaleras mientras la abraza fuerte, con una mano en la espalda y la otra debajo de la espalda y un poco más arriba de las posaderas. – S-Shiranui…– titubea.
– Dime Genma, por favor. Sólo Genma. – le susurra al oído. Ella traga saliva. – No sé si tu cuerpo se estremece por mi tacto o debido al agua. – roza la nariz en su cuello, haciéndole inclinar la cabeza. – Pero quiero sentirte más. – desliza su mano y las posa en el trasero. – Me gustas. Me gustas mucho. – Todo el cuerpo de Shizune se estremeció y su corazón dio un repentino vuelco que la dejó sin habla. – Shizune…– ella alza la mirada, inmediatamente la agacha. Estaban muy, muy cerca. – Shizune…– posa una mano debajo del mentón de ella y la obliga a mirarlo. – ¿Me permites? – acariciando su mentón.
– ¿Permitir qué? – se pregunta a sí misma. Separa poco a poco sus labios inconscientemente, mientras él roza su nariz con la propia. – Mi cuerpo no reacciona. Es como si estuviera hechizado por él. – Genma abre su boca lentamente. – Me va a besar. – cierra sus ojos, los aprieta. – Me va a besar. – Siente los labios de Genma posarse sobre los suyos, los mueve con total sensualidad que la inmovilizó. – Sus labios son suaves. – siente un roce de lengua en sus labios que le erizó la piel. – ¿Qué es…? – Genma le muerde suavemente el labio inferior y ella abre su boca, dándole paso a su lengua entrar en su cavidad. – Se siente tan húmedo y… exquisito. – siente un brazo masculino posarse en sus hombros, y un pequeño impulso que provocó que ella inclinara la cabeza. Entonces sintió la lengua de Genma buscar la suya e intentar jugar un vals con la de ella.
Genma agarra la barbilla de Shizune. Intensifica el beso, deja libre la barbilla y desliza su mano en el muslo de ella y luego la posó en la cintura. Se aleja de las escaleras con ella, se sumergen en el agua. Allí, el aprovechó y la hizo enredar sus piernas en sus masculinas caderas. Subieron a la superficie y la sentó en las escaleras. Mueve sus labios con profesionalismo, haciéndole sentir cosquillas en el estómago. Rompe el beso. – ¿Te gustó? – ella estaba más roja que un tomate y se veía indefensa entre sus brazos. – Creo que me excedí. – susurra, desviando la mirada. Iba a alejarse, pero ella le detuvo.
Shizune agarra fuerte su mojada camisa, lo hala hacia ella plantando sus labios sobre los de él en un impulsivo acto de probar por segunda vez aquellos espléndidos labios. Genma captó el mensaje y sin perder el tiempo la haló hacia él, y abriendo su boca aprensó los labios de ella. Degustan, saborean y succionan los labios del otro con ímpetu. No importaba que las personas miraran. Sólo importaban ellos dos, en este momento, como si estuvieran solos, sin nadie que les estorbara o eso pensaron.
Alguien aclara la garganta. – Vaya espectáculo. Sin mencionar que están asustando a los niños de la alberca. – musita una masculina y seria voz.
Rápidamente separan sus labios. Genma mira a la persona quien habló. – Kakashi… Eh, puedo explicarlo. – el Hatake estaba de brazos cruzados y con una ceja arqueada. A su lado, Asuma riendo. – No te rías. – le dice al Sarutobi. – Por cierto, ¿Qué hacen aquí?
Su mirada seria, se torna despreocupada. – Paseando, si por azares de la vida me encuentre a una mariposa perdida. – responde Kakashi como si nada.
Asuma entrecierra los ojos y señala al Hatake con el pulgar. – Este galán, anda buscando como idiota a su prometida. Le dijeron que ella está registrada y dejó los documentos del contrato regados en la habitación por salir a buscarla. – responde, negando la cabeza.
– Como dije, necesita una esposa. – Genma le susurra a Shizune al oído. Ella afirma riendo.
– Iré a la playa. – agrega Kakashi, desesperado por encontrarla.
– Oye amigo, dale espacio y tiempo. No la agobies. – dice Genma, tratando de hacerle entender que una mujer necesita libertad y tiempo para pensar en un futuro al lado de una pareja.
Kakashi espira. – La necesito junto a mí. Cuando no la tengo cerca, me vuelvo loco. – desliza una mano en el bolsillo del pantalón. – Necesito verla. – se alborota el cabello. – Estoy nervioso. – extrae la mano sosteniendo una cajita negra aterciopelada. – He decidido que hoy será el día. – sus amigos abren sus ojos desmesuradamente, comprendiendo la situación. – Esta noche le pediré que sea mi mujer. – Shizune abre ligeramente su boca, entendiendo el significado de esas palabras.
Genma finge una tos. – ¿Puedes aclarar mejor? Tus palabras tienen doble significado. – mejilla sonrojada.
– ¿Eh? – arquea una ceja. – Lo que dije es verdad. Le pediré que se case conmigo. – Shizune respira calmada. Genma sonríe negando la cabeza. – Lo he estado pensando…
– Durante tres meses. – interrumpen Asuma y Genma, al unísono.
Kakashi los mira de mala manera. – No importa el tiempo. – responde. Inhala. – Como sea, no puedo esperar más. Quiero compartir mi vida al lado de mi mariposa. Y si me disculpan, debo preparar algunos detalles. – se retira. Asuma suspira y lo alcanza.
– Te invito a cenar esta noche, ¿Aceptas? – deposita un tierno beso en el dorso de la mano de Shizune. Ella no pudo resistirse y aceptó gustosa.
Llegada la noche, camina por el recibidor esperando a Genma. Sin embargo, ve el celaje de Kurenai pasar veloz. Frunce el entrecejo. Entonces la siguió. Su amiga se dirigía a las habitaciones, especialmente donde se ubican las de Genma y sus amigos. La ve tocar la puerta de la habitación del Hatake, él no abre. Al parecer no se encuentra allí. Se esconde. Kurenai pasa casi corriendo y desaparece atravesando los corredores. – ¿Qué fue eso? – se pregunta.
La buscó en el recibidor, la habitación, sin señales de ella. Al final de cuentas se cansó de buscarla y decidió esperar a Genma. Cuando él llegó, salieron del hotel. Saldrían a dar una vuelta para conocer la ciudad de Tokio. Fue entonces que Anko choca con Shizune y cae al suelo. – Anko-chan, ¿Te encuentras bien? – pregunta, le extiende una mano.
Anko sonríe, nerviosa. – Ah, sí. Estoy bien. – acepta su mano y se pone en pie. – Siempre ando tan despistada. – se golpea suave la cabeza. – Me alegra no haber ensuciado tu vestido. – mira a Genma, entrecierra los ojos comprendiendo.
– ¿Has visto a Kakashi-san? – pregunta Shizune, preocupada por lo que vio hace rato.
Parpadea, confusa. – ¿Kakashi? – empieza a sonreír, cejas levemente fruncidas. – No lo he visto, de hecho lo estoy buscando. Me dijo que lo esperara en el restaurante del hotel hace media hora. Pero no llegó. – dice, como si no le afectara. – Así que me preocupé. – su mirada se posa hacia un punto ciego. – Seguro se retrasó porque se le presentó alguna emergencia. – cejas ceñidas, labios apretados en una línea. Sonrisa. – Me retiro, que pasen buenas noches. – se aleja rápido.
Genma encorva el brazo en un gesto caballeroso, ella acepta y envuelve su brazo. Cuando iban a subir al auto, Shizune descubrió a lo lejos a Kurenai besando a Kakashi, pero él la apartó y empezaron una charla bastante calurosa. Genma también lo notó y se encaminó hacia ellos. Shizune lo detiene. – No debemos intervenir. Es problema de ellos. – dice, preocupada.
– Lo sé, pero tu amiga los vio y por eso salió huyendo. – responde seguro de sus palabras. Pues cuando Anko chocó con Shizune venía llorando.
– ¿Cómo no me di cuenta? – se pregunta Shizune, enojada consigo misma.
Kurenai abraza a Kakashi, llorando. – ¡Me gustas! – exclama. – Me gustaste desde el primer momento que te vi. Sé que está mal, pero no puedo evitar sentir esas emociones que me queman por dentro. – se aferra a él.
La aparta delicadamente. – Lo siento. Amo a Anko y no la haré sufrir. – retrocede tres pasos. – Se supone que hoy le pediré matrimonio, así que por favor vete. – se revuelve el cabello, nervioso. – Anko está esperándome en el restaurante, debo estar con ella. Seguro está preocupada por mi tardanza.
– ¿Entiendes lo que intento decirte? – pregunta Kurenai, decepcionada.
– No digas más. Déjalo así. Así está bien. No arruines su amistad por un simple capricho. – da media vuelta dispuesto a irse. – Hagas lo que hagas, digas lo que digas, no me hará dudar de mis sentimientos. Sé lo que deseo, y la deseo a ella. – iba a marcharse, pero Kurenai le detiene.
– No deberías estar aquí, Kakashi. – dice Genma, sorprendiéndolos. – Si tanto dices amar a tu prometida, no le des motivos para dudar. – Kurenai suelta a Kakashi. – Acabo de verla corriendo, iba a su recámara. Es probable que los haya visto. – Kakashi salió disparado a buscarla para hablar con ella.
– Kurenai, tú…– empieza a decir Shizune, silencia. Cierra las manos en puños. – ¿Cómo puedes hacerle esto a nuestra amiga? Kakashi-san es su felicidad, no se lo arrebates. Piensa por un momento en tus acciones, no te hieres tú, ni él. Hieres a Anko. Déjala ser feliz por una vez en su vida. – gira sobre sus talones acompañada de Genma y se alejan, dejando a la Yuuhi deshecha. Esa misma noche, Shizune se enteró que Anko no llegó a la recámara.
Anko se apresura en llegar a la recámara, pero al tener la vista nublada no podía distinguir los corredores ni las entradas de los apartamentos. Camina cerca de la alberca, la lluvia caía a cantaros y una de las recepcionistas la vio, intentó llamarla, más Anko resbaló y cayó dentro de la piscina.
– ¡Necesito ayuda! ¡Una joven acaba de caer a la alberca! – grita desesperada, a los demás empleados.
Kakashi iba entrando y la escuchó. – ¿Qué sucede? – la agarra por los hombros.
– Hatake-sama, una joven cayó a la alberca. – informa, nerviosa.
– ¿Hace cuánto tiempo sucedió? – pregunta, serio. Tenía un mal presentimiento. Su corazón palpita agitado, estaba descontrolado y no podía entender el motivo, más si notó que desde que escuchó lo de la joven caída en la alberca, su mundo se vino abajo. No esperó que la joven respondiera y fue corriendo a la alberca. – ¡ANKO! – hizo un clavado de superficie y se sumergió en el agua en línea recta hasta el fondo. La ve hundirse cada vez más. Nada por debajo del agua hasta llegar a los pies de ella, se eleva hasta alcanzar sus rodillas. La sostiene de espaldas. Subió a la superficie del agua por detrás de ella. – Estarás bien. Resiste. – nada directo a la orilla. Dos empleados le ayudaron a subirla.
Hecho esto, Kakashi salió del agua. La colocan boca arriba en la superficie para mantener su cuerpo en línea recta. Kakashi entrelaza sus manos sobre el pecho de Anko, comprime fuerte y rápido una y otra y otra vez. Inhala y aprensa sus labios sobre los de ella, dándole insuflación de boca a boca. Nada. Comprime su pecho nuevamente, esta vez siendo más persistente. Respiración artificial. Nada. Se maldijo internamente mientras comprime una vez más. Inhala y aprensa sus fríos labios. Tampoco reacciona. Inhala profundo y aprensa sus labios, exhala dentro de la boca de ella, dándole tiempo a que ella exhale a su vez. – Despierta, por favor. – se dijo
Ella exhala, abriendo su boca. Rápidamente, Kakashi la coloca de lado para que pueda respirar. Anko tose mientras expulsa el agua que había ingerido cuando cayó. Kakashi le acomoda el cabello hacia atrás. – Vas a estar bien. – le susurra. – ¡Necesito unas mantas, cobijas, lo que sea para abrigarla! – los empleados corren de un lado a otro. – ¿Por qué intentaste semejante estupidez? – ella sigue tosiendo. Le acaricia la espalda. La recepcionista que había gritado por ayuda, le pasa unas toallas. – Gracias por salvar la vida de mi prometida. – le dijo a la joven, quien parpadea asombrada.
– Si me permite decirle, Hatake-sama. – espera su consentimiento. – Ella no saltó a la alberca. – él abriga a Anko. – Fue como si se sintiera mareada, y perdió balance de su cuerpo.
Kakashi abre sus ojos como platos. – ¿Qué? – posa una mano en la frente de Anko. – Está ardiendo. – murmura. Las mejillas de Anko se tornaron rosadas. Le acomoda las toallas y la carga en sus brazos. Se levanta con ella aferrándose a él. – La llevaré a mi suite, por favor que me traigan a la suite medicamentos para el resfriado.
– Sí, señor. – leve reverencia.
Kakashi la llevaba en brazos hacia la habitación. La sentía liviana, demasiado liviana. Muchas posibilidades respecto a esa condición, pasaron por su cabeza. La primera conclusión es que ella no se está alimentando bien. La segunda podría ser debido al golpe recibido aquella vez en la plataforma. Dejó de pensar. Uno de los empleados le abre la puerta de su habitación y rápidamente corre hacia la cama y mueve las cobijas. Kakashi la deposita con delicadeza en la cama y la abriga.
Ella tiembla. – Lamento darte tantos problemas…– murmura, débil. – Debes estar harto de mí. – mejillas sonrojadas, ojos brillosos. – La chica que estaba contigo… ella…– tose.
Sus marrones ojos entristecidos se clavaron como estaca en su corazón. – No digas eso. – toma asiento a su lado, acaricia su mejilla. – Descansa. – la ve cerrar los ojos. La puerta se abre. Era la joven recepcionista trayendo los medicamentos solicitados.
Deposita los medicamentos sobre una mesita, así como un cambio de ropa para Anko. – Señor, disculpe mi atrevimiento, pero es necesario que se deshaga de su ropa húmeda. Su resfriado puede empeorar. – informa, con desconfianza. – Si quiere, yo puedo ayudarla a cambiarse.
Le regala una sonrisa. – Gracias por su preocupación, pero no es necesario. Yo me haré cargo. – dice, seguro de sus palabras. Tan seguro y firme que le hizo sonrojar.
– Eh… Entonces, me retiro. – sale de la recámara cerrando la puerta a su paso y asegurándola para que nadie lo interrumpa.
– Anko… Anko…– acaricia su mejilla, procurando despertarla poco a poco. – Necesito que te cambies de ropa. – ella abre sus ojos lentamente e intenta tomar asiento. La ayuda a sentarse, sin embargo ella se tambalea y cae en su pecho. Sintió el cuerpo de Anko sumamente ardiente. – La temperatura está subiendo. – acerca el cambio de ropa. – Debemos quitarte esa ropa mojada. – rebusca en el botiquín, las medicinas especial para el resfriado y mientras lo hacía, ella automática se desabotonaba la blusa, la deja caer en la cama. Luego ella se iba a deshacer del brasier, pero Kakashi le agarró las manos al darse cuenta de lo que ella hacía. Sus mejillas estaban sonrojadas al verla sólo en brasier. – E-Espera, n-no sabes lo que haces. – traga saliva. – No quiero que me odies cuando estés recuperada. – se levanta de la cama. – Saldré un momento al corredor, mientras terminas de cambiarte. – sale de la habitación. No es que sea cobarde, pero si hace algo indebido puede que ella lo odie y no está dispuesto a tirar todo a la basura sólo por una hermosa tentación. Sacude su cabeza.
Al pasar cinco minutos, entró. Ella estaba de pie usando short y blusa transparente. Se tambalea y corre hacia ella, la sostiene. La deposita poco a poco en la cama, entonces le coloca una comprensa en la frente para bajar la fiebre. Le da a tomar unas tabletas y ella inmediatamente cae dormida. La abriga muy bien, toma asiento y la observa tan delicada y frágil. Ella lo necesitaba, y él a ella. Sonriente, se fue a cambiar de ropa, seguía con la ropa mojada y podría pescar un resfriado. Cuando volvió, la encontró sentada mirando a la nada.
– Anko…– toma asiento a su lado. – Descansa, la fiebre no ha bajado. – posando una mano en su frente. La acomoda, entonces percibió que algunos botones de la blusa estaban desabrochados. Podía ver el plano vientre y parte del pecho de Anko. Traga saliva. Ella separa sus labios sin dejar de mirarlo a los ojos. – Tiene temperatura. La fiebre le está afectando. – se repetía una y otra vez. Ella le toma una mano y la posa en su mejilla, luego la besa. – A-Anko…– traga saliva. – N-No juegues conmigo. Soy hombre y no me podré controlar. – ella inclina la cabeza, inconscientemente. Aproxima su rostro poco a poco, no hay vuelta atrás.
Acorta la distancia existente entre los dos. Deposita sus labios sobre los de ella en un apasionado beso, corre la lengua dentro de su boca siendo correspondido sin rechistar. Deja caer su cuerpo y pecho desnudo sobre ella, sin aplastarla. Posa su mano derecha en el mentón de ella, profundizando el beso con ímpetu mientras con la otra mano toma la de ella y entrelazan sus dedos. Sus bocas estaban concentradas en una apasionada y lujuriosa danza. Sin poder contenerlo, Anko gimió cuando él mordió sensualmente su labio inferior. Las manos de Kakashi deslizaron y se colaron bajo el cuerpo de ella, acariciando su espalda. Con una sonrisa traviesa, Kakashi hundió el rostro entre el pecho y cuello besando éste desde la oreja hasta el nacimiento de sus hombros y más abajo mientras desabrochada los botones restantes, ganándose sensuales gimoteos desde la boca de Anko.
Ella se abrazó a su espalda con fuerza al sentir la cálida lengua del Hatake rodear el oscuro botón que coronaba su seno derecho, susurrando su nombre. Ella se retorcía de placer bajo las caricias, y aferrándose de las sábanas arqueó la espalda. Lenta y tortuosamente, Kakashi siguió la línea de sus costillas hacia abajo, besando con dulzura su abdomen plano. – N-No…– susurra. – No… No sigas… Ayúdame, Kakashi… Por favor…– musitaba en voz baja y débil. Kakashi detiene la acción cuando ve sus ojos llorosos. – Kakashi… sálvame. – él abre sus ojos, confundido. – No me golpees, por favor. – niega la cabeza. – Okā-san…– lágrimas deslizan por sus delicadas mejillas.
Cierra las manos en puños, sintiéndose indefenso ante ella porque no puede protegerla ni siquiera de sus pesadillas. – Estoy aquí para ti. – la abraza, gira en la cama quedando ella sobre él. Intensifica el abrazo cuando ella hunde el rostro en su pecho temblando de miedo. Acaricia su sedoso pelo. – Todo va a estar bien. Te protegeré. Prometo esta vez, hacerte inmensamente feliz. – besa su frente. – Te cuidaré, daré mi vida para protegerte y estar a tu lado. No me separaré aunque me lo pidas. – la siente relajarse, pues se quedó dormida entre sus brazos. – Te amo, Anko Mitarashi. Te amo tanto, que sin ti mi vida no tendría sentido.
– END FLASH BACK –
Sentado sobre una silla al lado de la cama de hospital, Kakashi aprieta entre sus manos la mano de su esposa, quien tiene conectado un respirador artificial y un electrocardiograma. Aquel silencio en esa habitación le hiere, hiere verla en ese estado. ¿Por qué ella? Se pregunta repetidas veces. No puede creer que esto le suceda a ella, ha pasado por tanto que no merece sufrir más.
Contempla sus ojos cerrados. Sus pestañas son largas y hermosas. Una triste sonrisa surca sus labios. Posa una mano en la mejilla de ella, la acaricia. – I'll Be Loving You Forever. – agacha la cabeza. – ¿Recuerdas esa canción que tanto te encantaba escuchar? A veces me detengo a escucharla y me recuerda el día cuando te encontré sobre aquel escenario. – sonrisa, entristecida. – Me cautivaste desde el primer momento. Te veías hermosa y no pude negar mis sentimientos. – aprieta la mano de ella con ambas manos. – Te veías feliz.
Cierra sus ojos negros, entonces recuerda la noche que la vio en aquella plataforma. Los fans agitaban los brazos en el aire de un lado a otro, emocionados. Las luces del escenario cambiaban de colores. El Jet Co2 había lanzado un disparo agitando a los espectadores. Los miembros de C-ute se dispersaron en el escenario. Kurenai y Shizune caminaban por el pasillo lateral derecho del escenario. Anko avanzaba danzando por el estrecho pasillo central hasta llegar al pie del escenario. Yugao y Mikoto por el pasillo izquierdo.
Kurenai: Usugeshou de machi ni dete
hazun de aruku
aa watakushi no mikata da wa
haru wa
Anko: Jiman no kono kuroi kami
soyokaze nabiku
aa nan demo umaku yukisou
mushaburui
Yugao: Sekaijuu no minna ga
Shizune y Mikoto: Oowarai dekiru you na
dekkai shourai
All: WOW
Las cinco chicas saltan. Mueven caderas y agitan los brazos en el aire. Anko se veía inmensamente feliz, en sus ojos podía ver un brillo especial cada vez que cantaba, ella se sentía en otro universo cuando pisaba un escenario. En el pasillo central de la plataforma, ella animaba al público saltar y agitar sus brazos de un lado a otro. Ella sonreía.
All: LA LALA LA LALALALA
te to te wo tsunagou
LA LALA LA LALALALA
heiwa de aru tame ni
LA LALA LA LALALALA
nakama ni narou
LA LALA LA LALALALA
ningen daisuki sa
LA LALA LA LALALALA
uta・uta・utaou
LA LALA LA LALALALA
minna de kanadeyou
LA LALA LA LALALALA
kazoku de hanasou
LA LALA LA LALALALA
kaiwa ga takaramono
Entreabre sus ojos. – Has sufrido tanto por mi culpa. – susurra, derrotado. – Desde que llegué a tu vida, te he causado tanto dolor. Intenté protegerte de aquellos que querían hacerte daño, pero siendo honesto, me aferré tanto a ti que olvidé a esas personas. – deposita un casto beso en la mano de ella. – Olvidaste tantas cosas importantes que, dolían ocultarlas. A veces no podía verte a los ojos, tenía miedo de herirte. – aprieta su mano. – Sé fuerte por nuestra familia. Vuelve a nosotros. – ella sigue igual, inmóvil.
...
Los equipos se ubican situados en sus respectivos lugares, las cámaras captan sus movimientos. Mikoto cae rodillas mientras las cámaras filman sus acciones, cubre su rostro. Sus lágrimas deslizan por sus mejillas, sollozo. – No te vayas…– descubre su rostro, extiende un brazo hacia el actor. – ¡No te vayas! – exclama con dolor. – ¡Ella no te amará como yo! ¡Vuelve a mí! ¡Sufrirás si te quedas a su lado! – él se marcha, dejándola sola y destrozada.
– Y… ¡CORTE! – grita el director. Mikoto se levanta como si nada. – Buen trabajo, Mikoto-san. – levanta el pulgar en señal de victoria.
– Gracias, director. – responde la Uchiha. Camina hacia el área verde, toma asiento sobre una silla debajo de una sombrilla. Una de las asistentes le entrega una botella de agua. – Gracias, Mio. – corre la tapa, bebe a sorbo. Cierra los ojos un momento, los entreabre. Entonces observa las nubes flotar tan apaciguadas. Ese cielo azul es inmenso, inmenso como el mar, inmenso como el dolor que hinca en su pecho al recordar a su amiga. – Anko…– figura el rostro de la nombrada en una nube. Aprieta los dientes fuerte, sintiéndose impotente, culpable. – Si supieras todo lo que hicimos, estarías decepcionada.
– FLASH BACK –
Cuatro años después…
Las chicas caminan por las calles de Konoha. Shizune iba muy sonriente, pues sabían que le interesaba Genma Shiranui y a él, ella no le era indiferente. Yugao escuchaba música con su reproductor, Kurenai sonreía feliz por Anko, quien miraba emocionada una revista. Mikoto se acerca a Anko, entonces descubre el anillo de compromiso que Kakashi le había colocado como prueba de su amor meses atrás después del incidente de la piscina, cuando Anko cayó a la alberca. Nunca supo qué sucedió entre esos dos, pues se le veían más felices.
Anko se detiene frente a una tienda. Podían apreciar los vestidos de novias en los maniquís. Emocionada, ella arriba a la tienda. Estaban felices por ella, en serio, lo estaban. La veían caminar de un lado a otro acompañada de la encargada, quien le mostraba la variedad de vestidos, coronas, y demás accesorios. Lo que sorprendió a las chicas, es que Mitarashi no optó por un vestido ostentoso, sino uno simple, delicado y muy refinado. El vestido era con escote corazón en la parte superior, estampados y un diseño de piedrecitas brillosas sólo en los senos, desde la cintura hacia abajo era ancho. Sin embargo en la cadera derecha tenía un bordado de flores y a partir de éste, la primera capa del vestido es abierta dejando al descubierto el mismo bordado.
Ella decidió descartar el velo y la corona, optó por unas flores hermosamente acomodadas para usarla con unos rizos o algo más delicado. La boda sería en una semana y estaba corta de tiempo. Como la decoración sería blanca con lila, el vestido de las damas, o sea, de sus amigas, se asemejaban al lila. Las invitaciones ya estaban listas, los arreglos, todo. Sólo faltaba que el día de la boda llegara. Pues no tenía que preocuparse por el vestido y los accesorios, la encargada prometió hacerlos llegar.
El feliz día llegó. Kurenai maquillaba a Anko mientras Yugao le hacía en el cabello unos hermosos rizos. Cuando la Uzuki concluyó, le acomodó las flores. Anko veía a través del espejo la caja sobre la cama donde se encontraba el vestido. Estaba ansiosa por ponérselo y ser la esposa de Kakashi Hatake. Kurenai le da unas palmadas en el hombro izquierdo. Anko parpadea confusa. – Te deseo que seas inmensamente feliz. Te lo mereces. – dice, la abraza.
– Gracias, Kurenai. Así será. – corresponde el abrazo cariñosamente.
– Dejen de estar acarameladas, no es un día para ponerse melancólicas. – musita Yugao, dándose vuelta. – Hoy se casa nuestra pequeña Anko. – algunas lágrimas escapan de sus ojos. – Debemos sonreír. – su cuerpo tiembla.
– Miren quien lo dice. – dice Mikoto riendo. – La más sentimental eres tú Yugao, estás llorando de felicidad.
– ¡No estoy llorando! ¡Me cayó una paja en el ojo, eso es todo! – limpia sus lágrimas procurando que el rimel no se corra.
Anko se levanta, camina hacia ella quedando frente a frente. – Yu, no me iré a ningún lado. Estaré con mis amigas siempre que me necesiten. – sonrisa. – Además, está C-ute. No abandonaré nuestro logro. – la abraza. Yugao corresponde entristecida y feliz al mismo tiempo. – No las dejaré. Somos las mejores amigas. – las demás se agrupan y se abrazan.
Deshacen el abrazo. – Dejemos que Anko se cambie. Es hora de irnos. – dice Shizune, recogiendo de la cama el ramo de flores. – Te esperaremos en la salida. – salen de la recámara.
Feliz, Anko abre la caja donde está el vestido. Vaya sorpresa. Temblando, lo toma en sus manos. Estaba todo desgarrado. – ¿Qué es esto? ¿Quién pudo haber hecho esto? – abre sus ojos como plato. No podía creer lo que veían sus ojos. – ¿Quién pudo…? – deja caer el vestido al suelo, el cual se deslizó de sus manos. Cae de rodillas, lo toma nuevamente. Se lleva las manos a la boca, entonces ve otra caja sobre el sofá ubicado en una esquina. Pensó que alguien le jugó una broma y ese sería el verdadero vestido. Se levantó apresurada, pero cuando la abrió retrocede. – No… ¡NO! – tira la caja al suelo, en ella sale una tarjeta con una serpiente dibujada. Esa era la firma de él. Dicha tarjeta decía: Que seas muy feliz, querida sobrina.
Sale apresurada de la recámara. Se detiene de golpe al escuchar los murmullos de los invitados y de sus amigas. Mirada segura, avanza. Yugao la detiene agarrándola por los hombros. – Espera, no debes ir. Kakashi lo resolverá, espera. – Anko sigue librándose de sus amigas. Cuando llegó al patio, descubre que la decoración había sido destruida en su totalidad. – Anko…– musita Yugao.
– ¿Quién hizo esto? – interroga, desorientada. No podía creer que esto estuviera pasando. – ¿Por qué nadie contesta? – mira a cada empleado, a sus amigas y algunos allegados presentes. – ¿Cómo es posible que esto esté… pasando? – de repente un leve mareo se apodera de ella, se lleva una mano a la frente. – Kurenai…– ella desvía la mirada, le duele verla así. – Yu…– Yugao la mira con tristeza. – Shizune…– la nombrada niega la cabeza. – Mikoto…– la aludida no sabe qué decir. Derrotada, gira sobre sus talones. – Damas y caballeros, me temo que esta boda se cancela. – el rimel se le corrió, pues lágrimas escapan de sus ojos. El sueño de toda mujer destrozado.
– ¿Qué pasó aquí? – pregunta Kakashi, perplejo. – Anko…– mira a Genma y Asuma, indicándoles que busquen al culpable de esto. Ellos asienten y se retiran. – ¿No habrás…? – refiriéndose a la cancelación de la boda. Inhala y exhala. – La boda sigue en pie. – sentenció, sorprendiendo tanto a Anko como a los invitados. Mitarashi giró bruscamente, asombrada. – Nadie impedirá que hoy seas mi esposa. – ella iba a hablar, pero no le dio oportunidad. – Puede que algún maniático haya destruido este lugar, pero no significa que debamos flaquear y darle esa satisfacción. – avanza hacia ella. – Te amo y es lo único que importa en este momento.
Ella agacha la cabeza. – El vestido también ha sido…– cubre su boca, evitando dejar escapar un gemido.
Kakashi posa ambas manos en los hombros de Anko. – Eso puede arreglarse. – besa sus labios con fervor, siendo correspondido. – Nuestra felicidad no será pisoteada. De eso me encargo, ¿sí? – ella asiente. Extrae su teléfono móvil de su elegante saco y hace algunas llamadas. – Dentro de unas horas éste lugar quedará renovado. Por favor, degusten del banquete mientras esto se arregla. – les dice a los presentes. Mira a Anko. – Habrá boda y te verás hermosa. – posa su mano derecha en el mentón de ella, la besa. – Te traerán otro vestido y lo lucirás feliz porque hoy nos uniremos en un solo ser. – vuelve a besarla. – Vamos. – la toma de la mano y se alejan de la vista de los presentes, perdiéndose a través de los corredores de aquella mansión.
Mikoto los vio retirarse agarrados de la mano, entonces una punzada hincó en su pecho. No podía explicar el motivo de su desagrado por la boda si su amiga era la que iba a casarse con un hombre maravilloso. Maravilloso, eh. Desearía estar en su lugar, sabía que él era demasiado hombre para ella. Lo sabía. Ella apenas es una niña de veinte años que contraerá matrimonio, pero no sabe qué significado tiene esa palabra. Una mujer debe estar para su esposo en las buenas y malas, sin embargo ella es una mariposa que vuela y no sabe posar en su presa. No son compatibles por más que los mirara, él un hombre de negocios y ella una joven cantante. Sus mundos son totalmente distintos. ¿Cómo mantendrían esa vida lejos para estar tranquilos? No podrían hacerlo, lo sabía.
Sacude su cabeza. – No son compatibles. – se dijo. – No serán felices. – se muerde el labio inferior. Por un momento deseó que no se casaran. Quizás sea egoísta, pero ese hombre no debía estar a su lado. Lo sabía, ellas lo sabían. Más no podía hacer nada, ninguna podía hacerlo, la boda seguía en pie y por amor y aprecio a la novia prefirieron callar. Callaron esos sentimientos, los aprensaron en sus corazones y los guardaron con llave. Ahí nadie podría saberlo. Nadie, sólo ellas.
En el momento que la vieron descender vestida de blanco acompañada del Hatake, sabían que ya era tarde. Se le veía feliz y esa felicidad se debía a él. Sólo a él. Era una verdad incuestionable. A partir de ese instante, prometieron nunca jamás hablar de sus emociones respecto a ese hombre por el resto de sus vidas. Ella no merecía sufrir por su culpa, por eso debían callar. Sonrieron ese día, lloraron por dentro. Sonrisas disfrazadas que sólo ellas mismas tuvieron que cargar.
Esa misma noche…
Golpe seco sobre la barra. – Marido y mujer…– murmura Kurenai, apretando el vaso que colocó de golpe en la barra. – Ahora sí no hay vuelta atrás. – bebe un sorbo de su Whisky. Gruñe cuando siente el líquido pasar por su garganta. – Hace cuatro años me le confesé en nuestra gira. – sonrisa entristecida. – Me rechazó.
– Obvio que te iba a rechazar. – responde Yugao, mirando el líquido ambarino en su vaso. Mueve levemente el vaso, haciendo que los cubos de hielo choquen entre sí. – Debo confesar…– deja de mover el vaso. Sus amigas le prestan atención. –…que estuve a un paso de hacerlo también. No es un secreto que las cuatro estamos enamoradas del mismo hombre. – Kurenai aprieta los labios en una línea, Mikoto bebe un trago de su vodka, Shizune sitúa los ojos sobre Yugao, quien mira fijamente los copos de hielo.
Shizune entrecierra los ojos. – Les pediré que no vuelvan a decirlo enfrente de mí. – bebe de un sorbo el resto de su whisky. – Respecto a mí, eso quedó en el pasado. – Mikoto sitúa su mirada sobre ella. – Fue puro capricho, celos, envidia… no lo sé. – baja la mirada. – Esta tarde me di cuenta que, realmente me agradaba, sí, como amigo. Nunca estuve enamorada de Kakashi-san.
Una sonrisa melancólica surca los labios de Mikoto. – No te mientas a ti misma. – Shizune abre sus ojos, la descubrieron. – Puede que hayas disimulado a la perfección, pero no nos engañas. Estabas por salir corriendo y llorar amargamente, pero te quedaste por ella, por Anko. – toma el vaso y bebe un sorbo. Golpe seco. – ¡Basta de mentir! – golpea la barra con ambas manos. Sus amigas se asustaron de repente ante dicha acción. – Cada una de nosotras lo ha deseado de una manera que no deberíamos. No nos engañemos. – espira. – Anko es muy despistada en estos asuntos, así que no se ha dado cuenta. Pero Kakashi es caso aparte.
– Cierto. – responde Kurenai, sonriendo amargamente. – Un hombre detecta cuando la mujer tiene interés en él. Y él no es estúpido. – inhala, exhala. – Es momento de mantenernos al margen.
Shizune agacha la cabeza. – Me gusta Genma. – sus amigas le miran. – Siento que puedo amarlo, quiero amarlo, deseo amarlo. – cierra las manos en puños. – Hoy tiro la toalla. A partir de hoy, Kakashi-san no será parte de mi vida. He decidido ser feliz al lado de Genma y les pido que no me involucren más en sus planes. No quiero ser parte de ellos. Anko-chan no merece ser lastimada. – se pone en pie. – Deberían olvidarse de Kakashi-san y ser feliz al lado de otro hombre. Lo siento, pero ya no quiero lastimar a nadie. – se retira del bar.
– Shizune tiene razón. – agrega Kurenai, levantándose de la silla. – También renunciaré. Después de todo, Anko es nuestra querida amiga. Prometimos cuidarla y ahora ella tiene a un hombre que la ama. – bebe el último trago de su Whisky. – Nos vemos. – se marcha.
Mikoto sonríe. – ¿Qué piensas hacer? – le pregunta a Yugao, quien ahora toma vodka. – Ya escuchaste, ellas se retiran. – espira. – Creo que yo también. Kakashi es un hombre prohibido y, la verdad, no pienso perder mi amistad con Anko. – pide al bartender otra ronda.
– Debería, ¿no? – musita Yugao entre susurros.
Mikoto enarca una ceja, comprendiendo. – Deberías. – mirada seria. – Ellas han dado su opinión y pienso que están en lo correcto. Son una pareja, ya a esta hora deben de estar volviéndose un solo ser. – Yugao baja la mirada. – Esta noche marcará el destino de esos dos, Anko será mujer y él es quien la hará suya. – sonrisa entristecida. – Duele admitirlo, ¿Verdad? – Yugao asiente. – En este instante, sus cuerpos deben de estar excitados y nosotras aquí como idiotas.
– ¿Por qué te torturas así? – pregunta Yugao, sorprendiéndola. – Si no hiciste algo para detener ese casamiento, ahora no lamentes. Es patético. – toma la botella y se sirve ella misma. – Que ellos estén haciendo el amor, es asunto de ellos. No hay nada que tú o yo podamos hacer al respecto. – sorbo, golpe en la barra. – Nunca tuvimos oportunidad con él, siempre fue de Anko, de ella y de nadie más. Desde que llegó a nuestras vidas lo vi como su futuro esposo, sabía que este día llegaría. ¿Y sabes qué? – otro trago. – No me lamento. No lamento haberme enamorado de él. No me arrepiento de amarlo. Pero sí te digo, no destruiré un matrimonio. No seré yo quien arruine su felicidad. – inhala, exhala. – Si un día intento alguna estupidez, no sigas mis pasos y detenme a como dé lugar. Ahora que estoy consciente, lo diré: A partir de hoy, lo desterraré de mi corazón. Y no lloraré por él, ni por ningún otro hombre, pero intentaré ser feliz.
– Haciéndote la fuerte, qué valiente. – musita Mikoto, suspirando. – Te falta más que valentía para lograrlo. – sonrisa. – Al menos no le gritamos a Anko como hizo Kurenai aquella vez. Fuiste valiente al defenderla, pero sabías que Kurenai decía la verdad. – se acomoda el cabello detrás de la oreja. – Como sea, queda claro que todas renunciamos. – toma su vaso. – Brindemos por la felicidad de Kakashi y Anko, y porque algún día las cuatro encontremos a un hombre del cual formar una familia. – levanta el vaso en dirección a la Uzuki.
Yugao niega la cabeza sonriendo. – Salud por nuestra vida amorosa. – levanta su vaso. – Y por los hijos. – iba a chocar los vasos, pero Mikoto aleja el de ella.
Frunce el entrecejo. – ¿Quién planea tener hijos? – pregunta con desagrado.
Sonrojo en sus mejillas. – Sólo cállate y choca los vasos. – sisea entre dientes.
– ¡Salud! – exclaman animadas, juntando sus vasos en un leve golpecito.
– END FLASH BACK –
Mikoto relaja el cuerpo. – Nadie sabrá nuestro mayor secreto. – se dice a sí misma. Una leve sonrisa atraviesa sus labios. – Es hora de grabar la siguiente escena. – se pone en pie. – No niego que temí cuando supe que Yugao volvería. Si estábamos las cuatro, una de nosotras confesaría. – extiende los brazos. – Ninguna es tan estúpida como para ponerse la soga al cuello. – observa las nubes flotar. – Me pregunto qué estarán haciendo Itachi y Sasuke. – se pregunta, sonriendo.
...
Apoyada contra la pared afuera de la oficina de Kurenai, Shizune alza la mirada. – Cierto, no diremos ni una palabra. Lo hecho, hecho está. No hay retroceso. – se endereza. – Cada una tomamos vías diferentes, pero al final estamos cortadas con la misma tijera. – escucha el clic de la puerta. – ¿Reflexionando? – le pregunta a Kurenai que sale del despacho.
La Yuuhi ve a Shizune sosteniendo unas carpetas. – Más bien, dormitando. – toma la mitad de las carpetas. Empiezan a caminar atravesando los corredores de la academia. – ¿Todo listo? – su amiga asiente. – Siento mi cuerpo pesado. – inclina la cabeza de un lado, luego del otro.
– Eso debe de ser porque estuviste sentada en el sillón. – asegura, ojeando las carpetas.
– Oh, eres vidente. – murmura, suavizando el ambiente.
– Si fuera vidente, sabría dónde escondes las cartas de amor y demás obsequios que envía tu esposo. – responde con picardía, haciendo ruborizar a la Yuuhi. – No debes avergonzarte. Es normal estar enamorada.
– Lo dice la persona que se queda sin habla cuando ve a su esposo. – atina Kurenai, provocando que Shizune ruborice hasta las orejas. Ríe. – Deberías ver tu expresión en este momento. – doblan a la izquierda. – Ni una palabra a nadie, es lo que prometimos aquella noche y he de cumplirlo. – se dice a sí misma. – Al igual que las demás, temía por mi bienestar. Pero todo ha estado bien, nada ha cambiado. Seguimos siendo las mismas. – se detiene a observar las nubes flotar. Shizune también se para al lado de ella. – ¡Qué hermoso día! ¿No lo crees así?
– En efecto. – responde Shizune, sonriente.
...
Sentada en una banca, Yugao contempla el cielo azul y las nubes flotar todas tranquilas mientras el flash de las máscaras es visible. Alrededor de ella se encuentran ubicados fotógrafos, haciendo su trabajo de captar sus acciones y movimientos. Después de todo es el trabajo de una modelo: Posar ante las cámaras. Sonrisa, entristecida. – En ningún momento me arrepentí de haber ayudado y sé que las demás tampoco. Pero ahora, me siento culpable. – entrecierra los ojos. Flash. – Nadie lo sabrá, lo prometí. – baja la mirada. Flash. – Sin embargo, no me siento feliz. – Flash. – Ya lo hecho no tiene solución, no después de lo que hicimos. Pero si hubiera dudado, quizás nada de esto habría ocurrido. – se lleva una mano al cabello. – Ese día…– niega la cabeza. – No debo pensar más. Me duele, más no puedo regresar atrás.
– *Desde aquel día, nuestras vidas cambiaron para siempre. – se dijeron a sí mismas mientras realizan sus respectivas actividades.
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