Konnichiwa! Cómo están? Espero que todos ustedes se encuentren bien de salud, al igual que sus familiares.(^.^) (*,*) Como introducción, no escribiré mucho, sólo les informaré que faltan pocos capítulos para culminar ésta historia, esperando que cada uno de los capítulos subidos hayan sido de agrado.
Aclarando: Este y demás capítulos han sido redactados desde mi móvil, por lo que si aparece alguna falta ortográfica, les pido excusas anticipadamente.
#Quédate en casa, así estarás salvando vidas.#
Okāsan, doko ni iru no?
(32)
Mansión Hatake...
De pie frente a la ventana y vistiendo mini falda roja con dos capas de revuelos, t-shirt gris con cuello de tortuga, botas negras hasta las rodillas con tacón y medias panties blancas, Natsumi se encontraba observando los copos de nieve caer lentamente sobre la residencia mientras sostenía en la mano izquierda su móvil. En su mirar había preocupación, pues Ishida salió de casa para comprar algunas bebidas que hacían falta, ya que su padre quería seguir compartiendo con su amigo Gai. Sin embargo, ella había recibido un mensaje de él para no preocuparla: "Amor, iré a casa un poco más tarde. Hiro está ebrio, temo que haga una estupidez. No le digas a Natsuki. Te amo".
Pensar que, Hiroshi llegara a esos extremos, al punto de embriagarse, le preocupaba; pues, por primera vez escuchaba que él bebiera y más hasta ese punto, y eso quería decir que su hermana Natsuki era el motor principal. Dejó escapar un suspiro. Agradecía estar lejos de los demás miembros de la familia: sus padres Kakashi y Anko, y Gai habían optado por trasladarse al jardín, Himeko fue enviada por Anko en búsqueda de Natsuki, quien tenía tiempecito que fue a buscar botanas y no llegaba; y Genji... Cierto, no recordaba a donde había ido ese chico. De repente, su móvil empezó a sonar y rápidamente descolgó. – Ishi...– silenció. Abrió los ojos como platos, pues el Ukitake le explicaba sobre la alta fiebre del Sarutobi, quien desmayó y no sabía qué hacer. – Iré para allá, por lo pronto necesitas bajarle la fiebre. No permitas que la temperatura de Hiroshi...– giró sobre sus talones y se encrispó. –...aumente. – terminó de decir mientras veía a Natsuki en compañía de Genji frente a ella.
¿Fiebre? ¿Bajarle la fiebre? ¿No permitir que la temperatura de Hiroshi aumentara? ¿Hiroshi tenía fiebre? ¿Su Hiroshi? Eran las interrogantes que pasaban por la cabeza de Natsuki, quien permanecía de pie observando a su hermana y esperando una explicación. Explicación que aún no obtenía y eso la estaba preocupando. – Natsumi... Lo que acabas de decir...– susurró Natsuki empezando a ponerse nerviosa. Su hermana desvió los ojos hacia el costado izquierdo, evitando ser cuestionada. – Mencionaste a Hiro...– cerró las manos en puños. Estaba siendo egoísta al estar pendiente de él cuando decidió abandonarlo, pero qué podía hacer si lo amaba. – Natsumi...– apretó los puños al punto de temblar.
La nombrada se mordió el labio inferior mientras seguía evitando la mirada de su hermana, pues no podía decirle que, por su culpa, Hiroshi se embriagó hasta caer inconsciente y, actualmente, tenía una fiebre tan alta que podía ocasionarle taquicardia si continuaba subiendo. – No puedo decirle porque...– movió los ojos hacia el frente y, ahí estaba Natsuki, frunciendo las cejas. –...ella se culparía. – el móvil volvió a sonar. Se trataba de otro mensaje enviado por Ishida: "Hiro está delirando". Apretó el objeto en su mano.
Natsuki observó como ella apretaba el celular en la mano izquierda y las facciones de su rostro se tensaron. Esas acciones indicaban que su amado esposo empeoró y, de ser así, podía provocarle taquicardia, pero exponerle para trasladarlo al centro de salud más cercano, empeoraría su condición. Y si empeoraba... No, él debía de estar bien. ¿No? – ¿Natsumi? – la aludida agachó la cabeza, permitiendo los flequillos de su cabello cubrir sus ojos. Enojada a causa de su silencio, Natsuki se mordió el labio inferior y, segura de sí misma, comenzó a dirigirse hacia ella. – No me ocultes nada. – se detuvo a pocos centímetros de ella. – ¿Qué está pasando con Hiro? – Natsumi retrocedió dos pasos, causando la ira de ella. – Natsumi...– susurró entre dientes.
Su hermana no respondió. ¿Por qué? ¿Por qué callaba? ¿Por qué no decía nada? ¿Por qué? Nunca antes había escuchado que Hiroshi enfermara, siempre había tenido buena salud y ahora escuchaba de una fiebre que, tal vez, podía complicar. Asustada, extendió ambas manos y, colocándolas en los hombros de ella, empezó a sacudirla. – ¿Hiro está bien, cierto? ¿Cierto? – no obtenía respuestas. Estaba nerviosa y ansiosa, pues Hiroshi nunca había enfermado y ahora lo estaba. – ¡Natsumi! – gritó con desesperación.
Sintiéndose un poco mareada debido a las constantes sacudidas de la chica, Natsumi entrecerró los ojos mientras debatía si era posible decirle a ella sobre lo acontecido, aunque no sabía cómo actuaría una vez conociera el estado actual del Sarutobi. Espiró. – Onee-chan...– Natsuki detuvo las sacudidas. – Hiroshi...– Natsumi estaba sorprendida porque ella escuchaba detenidamente, así que posando las manos encima de las manos de ella, las apartó de sus hombros. – Primero debes calmarte. – obtuvo un asentimiento desesperado. – Hiroshi tiene temperatura muy alta y, al parecer, ha perdido el conocimiento. – dijo con temor en su voz y rostro.
Natsuki dejó caer los brazos a los costados y sus piernas perdieron fuerzas, por tanto se iba a caer contra el suelo, pero Genji corrió y, posicionándose detrás de ella, detuvo su caída y, para asegurarla, la agarró por los hombros. – Gracias, Genji. – su respiración se volvió agitada, inhalaba y exhalaba con rapidez. – Natsumi, iré contigo. – tragó saliva con fuerza. – Quiero verlo, pero no le digan a otō-san...– frunció las cejas, entristecida. –...por favor...
Preocupado y mientras aún sostenía a Natsuki contra su pecho, Genji miró fijamente a Natsumi, quien negó la cabeza diciéndole con ese gesto que su hermana no retrocedería. Espiró, derrotado. El Sarutobi siempre era el tema primordial para ella, siempre, pero no podía permitir dejarlas ir solas y menos a ella, pues se había sentido mal minutos antes y quién sabe qué podría pasarle en el trayecto hacia allá. – Las llevaré. – sentenció.
Sorprendida, Natsuki volvió la cabeza un poco hacia atrás y vislumbró su rostro serio. Al parecer, a él le disgustó la idea de ellas salir a esas horas fuera de casa, más no se quejó, tan sólo propuso acompañarlas. – Genji...– él bajó la mirada centrándola en ella. – Gracias otra vez. – le regaló una alegre sonrisa cerrando los ojos.
Genji recibió esa hermosa sonrisa que le encantó e hizo a su corazón latir con la fuerza de un tambor, sin embargo, en ese momento odió con todas sus fuerzas al Sarutobi, quien tenía el corazón de ella, sus lágrimas, sus rubores, su perfecto y esbelto cuerpo, todo... Pero él, sólo obtenía sus agradecimientos. Apartó las manos de los hombros de ella, pues sentía que el simple toque o roce quemaba. Entonces, sin decir nada más, los tres salieron de la casa y subieron a la jeepeta de él, Natsuki tomó asiento en el lugar del co-piloto y Natsumi en el asiento de atrás.
Todo el trayecto iban en completo silencio. Genji mantenía los ojos en el camino entretanto conducía a una velocidad normal. De pronto, el semáforo cambió de luz amarilla a roja, frenó con ligereza. Mientras esperaba el cambio de luz a verde, echó un vistazo a través del espejo retrovisor y miró a Natsumi tecleando su móvil, luego vio a Natsuki sentada a su costado entrelazando y apretando sus propios dedos, estaba nerviosa. Sonrió melancólico por el nerviosismo de la Hatake que no era por él, sino por alguien más. Extendió la mano derecha y la colocó sobre las de ella. La sintió tensarse debido al toque. – Tranquila, Sarutobi estará bien. – le susurró. Suavemente, Natsuki deslizó las manos alejándolas de la mano de él.
El semáforo cambió a luz verde, así que Genji retornó la vista al frente y colocó la mano derecha nuevamente al volante; a medida que avanzaba, observó rápidamente de soslayo a la chica, ella se encontraba cada vez más nerviosa. Podía deducir con sus gestos que, ella estaba soportando una carga enorme sobre sus hombros y desearía tomar la mitad para sobrellevar ese peso juntos, pero mientras Sarutobi estuviera de por medio, él estaba a un paso atrás. De repente, Natsuki se sobresaltó al indicarle el edificio correcto. Entonces, cuando estacionó el vehículo en el parqueo del edificio, ella abrió la puerta del auto, descendió a una velocidad impresionante y cerró la puerta detrás. – ¡Natsuki! – vociferó él, angustiado.
Natsumi cerró los ojos y suspiró profundamente. – Genji-san...– el nombrado giró el torso hacia ella, quien aún permanecía sentada en el asiento de atrás. – Disculpe a mi hermana, ella...– frunció las cejas mirándole con tristeza y agachó la cabeza.
Abriendo los ojos como platos, Genji estaba sorprendido de que ella se haya dado cuenta sobre sus sentimientos, cuando suponía ocultó bastante bien. Cerró los ojos por tres segundos, volvió a mirarla. – Lo entiendo, no tienes que disculparte. – sonrisa. Ambos descendieron y apresuraron para alcanzar a Natsuki, que salió corriendo. Debían asegurarse de que ella estuviera bien, luego la vieron frente a una puerta cerrada, la cual abrió y entró apresurada.
...
Por otro lado, Ishida presionaba con preocupación en su mirar, la compresa fría que le había puesto con anterioridad en la frente de Hiroshi, a quien, cuando éste se desmayó, volteó boca arriba y le cubrió con la sábana hasta el cuello para que sudara la fiebre. Pronto, sintió pasos acercándose hacia la recámara. Olvidándose de ello, la respiración de su amigo era cada vez más irregular, respiraba entrecortado, a veces agitado, y la fiebre no bajaba, al contrario. – ¡Hiro! ¡Hiro! – le llamó, entonces él separó los labios pero no escuchó su voz. Repentinamente, Natsuki irrumpió a la recámara respirando agitada como si hubiera corrido varios kilómetros. – Cuñada, ¿Por qué...? – iba a preguntar porqué estaba ella allí, pero al verla demasiado preocupada prefirió callar.
Inhalando y exhalando con rapidez, Natsuki miró a Ishida. Éste no podía identificar qué tipo de mirada ella tenía, pero sintió culpa. – Ishida, ¿Por qué Hiro...? – se le fue la voz. Tragó saliva con dificultad y agarró al Ukitake por el cuello de su abrigo. – ¿Por qué está él así? ¿Cómo pudo pasar? – apretó el agarre. –¡Hiro nunca se había enfermado! – gritó, asustada.
Rápidamente, Natsumi arribó a la recámara acompañada de Genji y observó a su esposo Ishida siendo cuestionado por su hermana mientras ésta lo tenía agarrado del abrigo. Ishida la miró con melancolía y Natsumi le devolvió la mirada entristecida. – Onee-chan...– se aproximó a ella y le agarró las manos en un gesto de amor. – Debemos preocuparnos ahora por Hiroshi. – sintió que ella aflojó el agarre, entonces apartó sus manos.
Cabizbaja, Natsuki soltó a Ishida. – ¿Hiroshi está así por mi culpa? – soltó como interrogante. Ishida y Natsumi intercambiaron miradas preocupadas y el silencio reinó en aquel espacio, aún así ella creía tener culpa de su estado.
Poco a poco, Hiroshi fue abriendo sus negros ojos, pero el fuerte dolor de cabeza y los mareos seguían latentes, cada vez más intensos. No podía ver nítidamente, sin embargo, vislumbró el techo, por tanto era obvio pensar que Ishida lo había acomodado boca arriba, ya que era la única visión frente a él; tampoco podía escuchar con claridad, pero identificaba ecos resonar en sus oídos, o unos murmullos a lo lejos. La fiebre iba en aumento, sentía sus ojos ya pesados, entonces los cerró nueva vez y, en ese momento, escuchó una hermosa voz. Estaba tan cansado y sin fuerzas que no abrió los ojos evitando el desagrado de volver a confundir a su bella esposa con otra mujer, probablemente Yoshida regresó o quizás ella no se había marchado en un principio.
De repente, Natsuki y los demás presentes, escucharon al Sarutobi toser. Al unísono, voltearon a ver al desfallecido. Natsuki abrió sus ojos como platos. –¡Hiro! ¡Hiro! –preocupada y asustada, se acercó a la cama. Él empezó a respirar por la boca mientras los labios se veían resecos, fue entonces que vio los labios de él moverse como si estuviera pidiendo algo, probablemente agua. –Hiroshi...– tomó asiento a orillas de la cama y extendió una mano hacia él dispuesta a tocarle, pero se detuvo a pocos centímetros de rozarle la mejilla. – ¿Qué...? ¿Por qué...? – tosiendo, él desvió la cabeza hacia un costado y la compresa deslizó de su frente. Lo vio fruncir las cejas como si sintiera dolor, entonces le tocó la frente y el pecho... Abrió sus ojos desmesuradamente.–¿Por qué...? ¡Estás...! ¡Está ardiendo mucho en fiebre! – volvió la cabeza hacia su hermana. –¡De-Debemos llevarlo a urgencias! – Natsumi e Ishida salieron apresurados en busca de las medicinas. Ella retornó la mirada hacia el Sarutobi. –¡Hiro! ¡Hiroshi! – no obtuvo respuestas, así que le envolvió dulcemente su mano izquierda y la apretó con amor.
De repente, lágrimas escaparon de los cerrados ojos de Hiroshi, las cuales acariciaban sus sienes silenciosamente sin poder evitarlo. No sabía si atribuirlo a su alta temperatura corporal, pero estaba más sensible de lo normal. Sensible... Sí... Despacio, separó los labios. – Nat... Nats... Natsuki...– intentó tragar saliva, intento fallido. – Vu-Vuel...ve... te...– tos seca. –...te neces...sito...– Natsuki sintió un balde de agua fría caer sobre ella y lágrimas escaparon de sus ojos. Él abrió un poquito sus ojos y logró visualizar el rostro de una mujer a pocos centímetros de su rostro, mirándole con tristeza.
Natsumi arribó nuevamente a la recámara, ésta vez sosteniendo en la mano derecha un vaso con agua refrescante y en la otra las píldoras para bajarle la fiebre, pues no podían moverlo en su estado, ya que sería riesgoso. – Onee-chan...– susurró mientras se aproximaba a ella.
Soltando suavemente la mano izquierda de su esposo, Natsuki giró el torso y agarró el vaso, al igual que las píldoras. – Hiro...– llamó volviéndose hacia él. De inmediato, inclinó el cuerpo un poco hacia delante y, aprovechando que el chico mantenía los labios entreabiertos, logró deslizarle las píldoras dentro de la boca, pero al posicionar el vaso con agua, él sacudió la cabeza frunciendo las cejas aún más.
Borrosamente, Hiroshi observó esas largas pestañas y su fina nariz. De su cabello desprendía un rico aroma a fresas. Sí, su olor favorito; y sus ojos, a pesar de verse preocupados, eran hermosos, negros como el azabache. Sí, la fiebre le estaba haciendo delirar y ver visiones, pero deseaba tocarla, así que, débil, extendió el brazo derecho hacia Natsuki y posó mano derecha en la mejilla izquierda de su amada, y con ella, hizo una suave caricia. Su piel era tan suave y tibia. Era ella. – Nat...– ya no tenía fuerzas, entonces su mano se fue deslizando hacia abajo.
Natsuki le sostuvo la mano derecha con su izquierda, luego cogió agua del vaso hasta llenar su boca y, posando la mano derecha en la mejilla izquierda de Hiroshi, depositó sus labios sobre los labios de él y, de repente, dejó correr la refrescante agua dentro de su boca hasta llenarla, entonces lo sintió tragarla, permitiéndole así correr por su garganta. Apartó los labios, llenó su boca otra vez con agua y volvió a posarlos en la boca de él. El agua deslizó suavemente dentro de su boca mientras él bebía del líquido. Repitió esa acción dos veces más. Por otro lado, no soportando verla haciendo aquello, Genji salió de la recámara ante los curiosos ojos de Ishida y Natsumi, quienes también salieron de la habitación.
La garganta de Hiroshi no estaba tan seca como antes, agradecía a esa persona. Quería verla, entonces intentó abrir de nuevo sus ojos, los cuales visualizaron la figura de una mujer y el femenino rostro muy cerquita de su rostro. Era ella... Era Natsuki o eso quería creer. Pronto, Natsuki sintió un dolor agudo en la parte baja de su abdomen lo que provocó que respirara agitada y se ahogara con el agua, entonces empezó a toser, volvió a tomar más agua, pero el dolor intensificó obligándola a doblegarse y dejar caer la parte superior de su femenino cuerpo encima del pecho de él. Sin esperar más tiempo, ella colocó ambas manos en las mejillas de él, unió los labios sobre los suyos y dejó correr el agua en su boca.
Con las mejillas intensamente rojas, Hiroshi frunció las cejas mientras tragaba agua. Quería besarla, deseaba besarla, aunque dudaba de si podía ser Yoshida otra vez, más no perdería nada con robarle un beso. Los femeninos labios se fueron apartando. – No te apartes...– pensó y, en un movimiento inesperado, Hiroshi extendió el brazo derecho hacia ella y posando mano derecha detrás de su femenina nuca, detuvo que se alejara, más bien la atrajo hacia él y atrapó los labios de ella aprisionándolos con los propios.
Natsuki parpadeó sorprendida debido al gesto y fuerza con la cual la agarró de la nuca. Enseguida, reaccionó al sentir que sus labios estaban siendo aprisionados por los labios de él y, apoyando sus manos en el masculino pecho, intentó rechazarlo empujándolo con fuerza, pero él no la soltaba; al contrario, Hiroshi deslizó la mano izquierda en la espalda de la chica en una sensual caricia y le rodeó la cintura con dicho brazo, apegándola bruscamente hacia él y evitando que se alejara. Ella, por más que lo empujara, no podía alejarse de él... No. Hiroshi la apretó un poco más, Natsuki dejó de resistirse.
Sintiéndola suavizar los músculos, Hiroshi empezó a mover los labios con delicadeza y una sensualidad que le incitó a corresponder. Natsuki separó los labios y, ambos abrieron sus bocas, dejándose llevar y permitiendo el acceso de la lengua de su amante deslizarse dentro de la boca del otro, teniendo contacto con sus lenguas y empezaron a sostener una batalla, sobre quién dominaba territorio. Sentir los fríos labios de ella sobre los suyos debido al agua, y su refrescante lengua acariciando la suya, le provocó un enorme deseo de seguir probando su dulce boca. Entonces, deslizó ambas manos en una caricia hasta llevarlas a las mejillas de ella, e inclinándole la cabeza, profundizó el beso degustando y saboreando sus femeninos y adictivos labios.
Por su parte, sintiendo la exquisitez de sus besos, Natsuki deslizó las manos desde ese varonil pecho descendiendo suavemente hasta posarlas en las caderas de Sarutobi y volvió a deslizarlas, ésta vez ascendiendo en una tímida caricia, subiendo por los costados y, al llegar un poco antes de las axilas, desvió el desliz de manos por detrás hasta posarlas en los hombros de él, allí cerró las manos en puños y agarrando el t-shirt negro, se aferró a Hiroshi mientras se dejaba llevar enteramente por el beso y abriendo su boca sin límites dándole acceso a él de introducir su cálida y a la vez ensalivada lengua en su boca. Ambos se besaban con gusto, devorándose los labios como si sus vidas dependieran de ello, apretando y succionando sus labios.
Pronto, Hiroshi inhaló y exhaló aire contra la boca de la fémina, le estaba faltando la respiración debido a su calentura, pero no la iba a apartar e hizo el beso más intenso, y en conjunto, sus respiraciones se tornaron agitadas mientras sus lenguas bailaban en armonía. Acogieron un movimiento de saciedad, dejándose llevar plenamente, degustando y saboreando los labios del otro, atrapándolos y apretándolos repetidamente entretanto su mente les pedía a gritos probar más de aquel caliente y fogoso contacto. Sin deshacer el agarre, Hiroshi soltó los labios de ella, inhaló y exhaló nuevamente contra la fémina boca, entonces inclinó la cabeza y volvió a besarla y atrapándole los labios con los propios, ella imitó la acción.
Ambos rompieron el beso. Hiroshi inhaló aire y exhaló varias veces, pues su respiración estaba siendo irregular, más no la apartaría de él... No. Así que, rozó su lengua con los labios de Natsuki y posó sus labios nueva vez sobre los de ella, aprisionándolos y, lento y sin prisa, los movió con una sensualidad que la estremeció. Luego, sacó un poco su lengua y suavemente fue frotando el labio de la fémina, por tanto, ella entreabrió su boca mientras sentía a Hiroshi degustar y saborearle sus labios, atrapándolos y apretándolos, así constantemente.
Dejándose llevar, Natsuki introdujo su lengua dentro de la cavidad de Hiroshi, buscando desesperadamente tener contacto con la lengua de él y, al encontrarla, intentó enredarla. Hiroshi le aceptó su lengua a gusto y deslizó su propia lengua en la boca de ella, lo que provocó que ella se aferrara más a él. Se besaban suave y tiernamente, pero profundo y sus respiraciones se entrecortaron; entonces, por falta de aire en sus pulmones y los fuertes dolores de cabeza, Hiroshi liberó su boca y ambos respiraron agitados en sincronización. De repente, una incesante tos atacó la garganta del Sarutobi. Éste se volvió de costado en la cama y empezó a retorcerse mientras tosía.
Las fuertes palpitaciones en su cabeza, lo estaban torturando y los mareos le provocaron unas enormes ganas de vomitar. – Nat...– susurró con voz temblorosa. Frunció las cejas y cerró los ojos con fuerza, ya no aguantaba el dolor. Se llevó las manos a la cabeza y la apretó intentando comprimir el dolor vanamente. Pronto, sintió que la cama liberó el peso de alguien, lo cual significaba que ella se levantó de la cama. Tembloroso y con esfuerzo, entreabrió sus ojos y, borrosamente, vio la silueta de la mujer darle la espalda. – No...– un quejido de dolor escapó de su garganta. Ella marchaba, se iría otra vez abandonándolo. – ¡NO! – gritó desesperado y, extendiendo el brazo derecho, le agarró la muñeca derecha deteniendo su marcha. En ese momento, Genji iba a entrar a la recámara, pero se detuvo. – No te vayas... Natsuki...– poco a poco fue cerrando los ojos y debilitando el agarre de mano. – Te... amo...– murmuró por última vez. Sus ojos cerraron y su mano se deslizó por la mano de ella hasta caer en la cama.
Por su parte, Natsuki abrió sus negros ojos como platos y ruborizó furiosamente. Sus mejillas estaban rojísimas mientras un fuerte latido impulsó en su corazón, debido a las palabras de amor profesadas por el Sarutobi. Él, a pesar de estar al borde de caer en estado de gravedad a consecuencia de la alta fiebre, fue capaz de susurrar aquellas palabras tan esperadas y, no sólo eso, en todo momento la mantuvo en su mente y corazón; por lo que, él verdaderamente la amaba demasiado. Y ella lo abandonó... Ella... Estupefacta, alzó las manos y, cubrió con ellas, su propia boca. Quería llorar, necesitaba llorar. – Y-Yo...– giró sobre sus talones y, al verlo desfallecido, con los ojos llorosos, se dejó caer de rodillas próxima a la cama. –...lo siento tanto...– le agarró la mano derecha entre sus manos y la envolvió, transmitiéndole calor. – También te amo, con todas mis fuerzas. – depositó un tierno beso sobre el dorso de su masculina mano. – Te amo. – volvió a besar su mano, ésta vez llorando.
Por otro lado, Genji observó todo lo acontecido desde el marco de la puerta de la recámara y su mirada ensombreció. – Natsuki... ¿Por qué él? – se preguntó a sí mismo. – ¿Es que no ves, que ese amor te hace daño? – pensó mientras caminaba hacia ella. Verla llorar, le hizo entristecer. – Natsuki, debemos regresar o tu padre se preocupará. – se arrodilló detrás de ella y, colocando ambas manos en los hombros de la fémina, la atrajo hacia su regazo y le agarró las manos, intentando que soltara la mano del Sarutobi, pero ella no quería soltarla. – Si decidiste dejarlo, debes ser razonable y no aferrarte a él. – le dijo, más no obtenía el efecto deseado. Ella negaba la cabeza mientras lloraba desconsoladamente. – Sólo te estás haciendo daño. Además, recuerda que él es un Sarutobi. – ella abrió sus ojos y soltó su mano. Genji rodeó los brazos alrededor de ella abrazándola fuertemente contra su pecho.
Genji entendía que dejar ir un amor, era demasiado doloroso, y más para el que se entregaba o entregó mucho más en la relación. Definitivamente, ellos se amaban. Incluso, llegó a sentir pena por el Sarutobi, al verlo en ese estado, pero si éste no tomaba medidas para volver con ella, era porque no tenía las fuerzas para luchar por ella. Hiroshi era débil, ese fue su pensamiento y no cambiaría de opinión hasta ver si éste podía hacerla feliz; mientras tanto, él se encargará de evitar que ella continúe sufriendo por Sarutobi.
...
A la mañana siguiente...
La brisa soplaba fuerte moviendo las cortinas blancas y, los rayos del sol se colaron a través de la ventana e iluminaron algunos espacios de la recámara, y uno de ellos enfocaba el rostro de Hiroshi, quien se removió debido a la incomodidad del cálido rayo de sol que le reflectaba en los ojos, entonces sintió su cuerpo sudoroso. Entreabrió sus ojos y muchas imágenes comenzaron a pasar por su cabeza como una película, recordando que la noche anterior bebió hasta emborracharse y, debido al frío, le dio fiebre al punto de perder el sentido y besar a Yoshida pensando que se trataba de Natsuki. Cerró los ojos sin darle importancia. De golpe, los abrió y se sentó en la cama. – Cierto... Yoshida...– se cubrió el rostro con ambas manos. – Maldición, ¿Qué hice? – deslizó las manos hacia abajo.
– Te comportaste como patán. – dijo Ishida, apoyando la espalda contra el marco de la puerta mientras sostenía en su mano una taza de café.
– Ishi...– murmuró Hiroshi, sorprendido de verlo allí. Luego recordó las palabras de su amigo y su rostro cambió a una entre miedo y susto.
El Ukitake acercó la taza a sus labios y bebió un sorbo del humeante café. – Quita esa cara de espanto. – siseó divertido, pero su mirada se tornó completamente seria. – Tienes suerte de que estuviera aquí, ibas a ser violado por Yoshida. – con una mirada de terror, Hiroshi miró debajo de las sábanas y, cuando vio que todo estaba donde debería estar, suspiró aliviado. Ishida dejó escapar una carcajada, luego caminó hacia el Sarutobi, carraspeó la garganta y le miró con reproche. – Aunque como lo vi, parecías un lobo hambriento a un paso de robar la virginidad de caperucita. – Hiroshi, sintiéndose culpable, desvió la mirada hacia un costado. – Yoshida estaba dispuesta a dártelo. – bebió un gran sorbo del café sin dejar de observar a su amigo.
Llevándose una mano al rostro, Hiroshi se cubrió con ésta. Luego, rememoró otra figura presente la noche anterior y podía jurar que no se trataba de Yoshida. – Ishida, respóndeme una pregunta. – el nombrado parpadeó, extrañado. – ¿Quién más estuvo aquí? – movió los ojos en dirección al Ukitake.
Perplejo a causa de la pregunta del Sarutobi, Ishida dejó la taza media vacía de café sobre la mesita de noche. Separó los labios dispuesto a responder, pero recordó lo dicho por su esposa Natsumi, cuando ella, acompañada de Genji y una pálida Natsuki, que omitiera la visita de su hermana en aquel lugar para evitar que el Sarutobi se ilusionara, ya que Natsuki había tomado la decisión de separarse. Carraspeó nueva vez. –¿Alguien más? – con seguridad, vio a su amigo. – ¿Cómo quién? ¿Natsuki? – enarcó una ceja analizando a Hiroshi, quien frunció las cejas y agachó la cabeza entristecido. Silencio. Ishida cogió la taza de sobre la mesita. – Como ya estás mejor, me iré a casa. – giró sobre sus talones. – Te he dejado el desayuno preparado. Si necesitas algo más, no dudes en avisarme. – se encaminó hacia la puerta.
– Ishi...– siseó Hiroshi sin alzar la cabeza, pues estaba avergonzado de sí mismo. El aludido se detuvo en la entrada. – Gracias, por no abandonar a éste idiota. – con un gesto de mano, Ishida marchó dejándolo a solas. Esperó paciente y, cuando escuchó la puerta del apartamento cerrarse, se dejó caer hacia atrás. – Natsuki...– se llevó los dedos de su mano derecha a los labios y se acarició el labio inferior, recordando la sensación de un beso cargado de pasión, lujuria, ternura y mucho amor. Un beso como los que ella sabía corresponder, por lo que no podía suponer que ese beso fue dado por Yoshida, aunque fue la primera vez que besaba a esa chica, pero ese beso provocó nada. Sí, nada. – Tienes que volver conmigo, Natsuki. – mirada seria.
De repente, escuchó el timbre de su móvil resonar por toda la recámara. Frunció las cejas, sintiendo enojo por la persona que le estaba llamando tan temprano en la mañana, así que se cubrió la cabeza con la sábana tratando de no oír aquel incesante sonido, cual continuaba desesperándolo. Suspiró desganado, entonces apartó la sábana de su cabeza y agarró el celular de sobre la mesita de noche. Sus ojos abrieron desmesuradamente, cuando vio el remitente que insistía. Descolgó. – Buenos días y feliz navidad, okā-san. – siseó él mientras se levantaba de la cama. –¿A qué debo tu llamada tan tempran...?
– ¡NADA DE BUENOS DÍAS, NI FELIZ NAVIDAD! – gritó Kurenai desde al otro lado de la línea. –¿Qué está pasando contigo? ¡Anoche, ni siquiera nos visitaste! – Hiroshi suspiró mientras arrastraba los pies camino hacia al baño, cansado de escuchar reclamos. – Y... ¿Cómo es eso de que ahora sales con Yoshida? – Hiroshi abrió sus ojos como platos y sólo atinó a decir: ¿Qué? – ¡Se han difundido fotografías comprometedoras de ti y esa niña! – él buscó apresurado el control remoto y encendió la TV entretanto Kurenai no paraba de hablar. En efecto, tres presentadores del programa Matinal hablaban sobre ello mientras mostraban fotografías de él abrazando a Yoshida, también ambos sentados uno al lado del otro conversando, todas sucedidas en el bar. Volvió a centrarse en la voz de su madre. – ¡Ahora, eres la atracción de los medios! ¡Has ocasionado un gran escándalo por tu comportamiento infantil! – él abrió la boca para hablar, pero no sabía qué decir. – Contactaré a esa niña y los dos tendrán una rueda de prensa. ¡Te quiero aquí en diez minutos! – ella colgó.
Hiroshi volvió a centrar su atención en el noticiero.
– El famoso actor y líder de Callings, Hiroshi-san, al parecer está saliendo con la modelo Yoshida Miyazaki. – dijo una de las presentadoras. – Miren esas fotos, son muy comprometedoras.
– Waoh! ¿Pero Miyazaki-san no es miembro del grupo C-ute? – preguntó otra con desconcierto en su voz. – Es decir, Hiroshi-san está saliendo con Natsuki-san, y ella es la líder de C-ute, ¿no?
– ¿Se tratará de un triángulo amoroso? – cuestionó un presentador, con curiosidad.
– Pocos han sido los escándalos sobre Hiroshi-san. – dijo la primera presentadora. – El primero, fue cuando la relación entre él y Natsuki-san se hizo pública; y ésta es la segunda. – sus otros dos compañeros asintieron. – Esperemos qué nos dirá la agencia Star respecto a este asunto.
– No me gustaría saber, que Hiroshi-san terminó su relación con Natsuki-san por esto. – siseó la segunda chica, desanimada. – Para mí, ellos son la mejor pareja de entre los famosos.
– Miyazaki-san tiene lo suyo. – murmuró el presentador masculino. – Pero si me ponen a elegir entre ella y Natsuki-san, elegiría a Natsuki-san. Ella es hermosa, perfecta... Un ángel caído del cielo.
Atónito debido a esas alarmantes fotografías, Hiroshi retrocedió y se dejó caer encima de la cama. – Natsuki...– soltó de su boca. Estaba demasiado preocupado de que la Hatake hubiera visto las noticias, pues si ella descubría aquello, se acabó el plan de conquistarla. Pronto recordó, debía estar en diez minutos frente a Kurenai, entonces se apresuró en asearse para encontrarse con ella y enfrentar la situación.
...
Dos días después...
Atravesando las calles de la ciudad, Ishida conducía un deportivo blanco e iba acompañado de su esposa Natsumi, quien se encontraba sentada en el asiento del copiloto. Todo iba bien, ambos platicaban de temas irrelevantes mientras reían. Casarse con ella, fue la mejor de sus decisiones, aunque ellos no llegaran a ser la pareja del año, como lo fueron su cuñada y mejor amigo, era feliz a su lado. Entonces la vio de arriba hacia abajo, y viceversa. Natsumi se veía tan preciosa vistiendo ajustado pantalón de color rojo, abrigo negro con cuello de tortuga y botas negras hasta las rodillas sin tacón, y su pelo recogido en una bonita coleta alta que le dejaba ver un poco el cuello. Ella estaba hermosa, definitivamente. Retornó la vista al frente y, sin dejar de conducir, volvió los ojos hacia ella. Extendió la mano derecha sin apartar la izquierda del guía y la posó encima de su femenina mano izquierda.
Natsumi reaccionó mirándole. Él le sonrió, ella le devolvió la sonrisa, luego giró la mano izquierda quedando la palma hacia arriba, entonces él juntó la suya con la de ella. Entrelazaron sus dedos y apretaron fuerte. Estar así, solo agarrados de mano, les transmitía una ligera calidez; pues, después de casarse, y tener apenas semanas, ambos han compartido tantos momentos y las historias de sus pasados que, lograron unirlos cada vez más. Y no solamente sobre ellos, también de las personas cercanas a ellos, en especial de Natsuki y Hiroshi, quienes habían pasado por tantos momentos juntos, agradables y no agradables; las peleas entre ellos, los pretendientes de Natsuki, los reprimidos celos de Hiroshi, cantar juntos sobre los escenarios y actuar en dramas, pero permanecían unidos hasta que todo cambió días atrás.
No desearía que entre ellos pasara lo mismo que ocurrió con sus amigos, entonces carraspeó la garganta obteniendo la atención de ella. – Cariño, he estado pensando seriamente...– le miró de reojo y retornó los ojos hacia el frente. –...y... me gustaría que tuviéramos un bebé.
Las mejillas de Natsumi ruborizaron furiosamente. – ¿B-Bebé? – balbuceó, nerviosa.
Ishida afirmó con la cabeza. – Podemos empezar esta noche. – avergonzada, ella movió los ojos de un costado a otro sin saber qué responder. – Sé que, en éstos momentos, ambos estamos ocupados con nuestras apretadas agendas, y que no tenemos ni un mes de casados, pero...– volvió los ojos centrándolos en ella, mirándola con un especial brillo en ellos. – No puedo esperar a que la cigüeña nos visite por su cuenta. – refiriéndose a quedar embarazada tomándolos por sorpresa. – Quiero prepararme bien, ser un buen padre. – rebasó un autobús, entretanto Natsumi entrecerró sus ojos, mirándole con amor y ternura. – Por eso, dame la oportunidad de convertirme en papá. – como la chica tardaba en responder, volvió la cabeza hacia ella.
Con las mejillas rojísimas, Natsumi le miraba con ternura y un brillo en sus ojos. – Un bebé es la mejor de las bendiciones y estaría bendecida si fuera a ser mamá. – respondió ella, luego sonrió feliz. Emocionado y con una enorme sonrisa atravesando sus labios, Ishida se desabrochó el cinturón, giró el torso hacia ella y, agarrándola de la nuca, la atrajo hacia él y atrapó los labios de ella en un tierno beso. Natsumi, recordando que iban en carretera, asustada le empezó a dar golpecitos en el pecho hasta que éste soltó sus labios. – ¡El camino! ¡Pon atención al camino! – él agarró el guía con ambas y ella respiró aliviada llevándose una mano al pecho.
Ishida explotó en carcajadas, más por la alegría de ella haber respondido un sí a su propuesta de ser padres. Reía solo y, Natsumi negaba la cabeza al saber que él en verdad deseaba convertirse en papá y que casi fueron expuestos al peligro por un breve descuido, aunque no podía negar que le encantaban esos besos sorpresivos y todo lo relacionado con el Ukitake. Se puso roja como un tomate al darse cuenta de sus pensamientos. De repente, su celular empezó a vibrar y rápidamente buscó entre sus pertenencias hasta hallarlo en el fondo de su cartera. Frunció las cejas al leer el mensaje y el remitente. – Ino-san está convocando una reunión con C-ute, quiere que vayamos ahora a la agencia Star. – siseó Natsumi, extrañada. Nuevamente, su celular volvió a vibrar, ésta vez se trató de una notificación.
Ishida entrecerró sus negros ojos y miró el móvil, curioso, al percibir el silencio de su esposa. Sin dejar de mirar la autopista, extendió su mano derecha y agarró el móvil. Rápidamente le echó un vistazo, arrugó las cejas al leer el enunciado: "El famoso actor y cantante, Hiroshi-san, en romance con la modelo Yoshida Miyazaki". Colocó el móvil en la mano de ella. – Ésto será problemático. Espero que Natsuki no haya visto las noticias. – dijo él, preocupado por la noticia que circulaba de su amigo con Miyazaki.
– Esas fotografías...– susurró Natsumi inclinando la cabeza hacia el Ukitake; éste se encrispó mientras comenzaba a sudar. – Cariño, ¿Cómo sabías que Hiroshi estaba ebrio? – ella entrecerró los ojos e Ishida tragó saliva con fuerza. – ¿Él mismo te llamó? ¿O alguien más estuvo allí? – Ishida puso los ojos en blanco. – Será mejor que me digas todo lo que sabes. – sentenció y cruzó los brazos frente a su pecho.
Tragando saliva, Ishida observó de soslayo a la mujer sentada a su lado. Ella estaba enojada, entonces sabiendo que no podría ocultar lo sucedido, él dejó escapar un sonoro suspiro. – Yoshida fue quien me llamó esa noche para decirme lo ocurrido. – asombrada, Natsumi descruzó los brazos. – No tengo idea del porqué ella estaba ahí. Lo cierto es que, cuando llegué, Hiro estaba balbuceando y gritando que deseaba ver a Natsuki, que lo llevaran hacia ella. – Natsumi sintió una punzada de dolor en su pecho. – Estaba insoportable. No podía lidiarlo solo, entonces traté de contactar a Chad, pero no logré localizarlo y...
– Le pediste ayuda a Yoshida, ¿no? – ella preguntó arqueando una ceja.
Una gota de sudor estilo animé, deslizó por la frente de Ishida. – No es lo que te imaginas. – se apresuró a decir. Carraspeó tratando de aclarar la garganta. – Era muy tarde y sólo me ofrecí llevarla a su casa, nada más. Pensé que ella rechazaría la oferta. – sonrisa nerviosa.
– ¿No pensaste que ella aceptaría? – Natsumi entrecerró los ojos con desconfianza.
– Es gracioso, ¿no? – siseó él con nerviosismo y gracia, para luego empezar a reír.
Natsumi también empezó a reír. Los dos reían a carcajadas, entonces ella golpeó la guantera con la mano derecha. – ¡No lo es! – exclamó, enojada. Ishida tragó saliva con fuerza. – Ésto destruirá a Natsuki. – bajó la mirada entristecida. – Aunque Hiroshi aclare este malentendido...
Ishida la volvió a ver de reojo. Ella se veía triste y preocupada por su hermana, por tanto colocó la mano derecha sobre la cabeza de ella mientras mantenía la izquierda al volante. – En aquel momento, no podía simplemente llevar a Hiro allá, Kakashi-san me habría castrado. – sintió escalofríos por todo su cuerpo. – Confiemos en que Hiro aclarará el malentendido, él no permitirá que Natsuki desconfíe de su sinceridad. – le acarició la cabeza.
Sorprendida por las palabras de él, Natsumi alzó la mirada. – ¿Cómo puedes estar tan seguro? – cuestionó, con un deje de esperanza.
– Porque Hiroshi ama sinceramente a Natsuki. – respondió el Ukitake, con una sonrisa atravesando sus labios.
...
Residencia Hatake...
Agua... Se podía escuchar provenir del baño de una de las tantas recámaras, el sonido del agua cayendo contra el piso, y a través de la puerta cristalina se apreciaba su figura, de nívea piel, permitiéndose refrescar su cuerpo. Natsuki cerró los ojos con pesadez y alzó el rostro hacia arriba mientras sentía las frías gotas de agua golpeteando suavemente contra las curvas, cumbres y hondonadas de su rostro para luego caer lentamente por éste hacia abajo, por su mentón, cuello, la pequeña depresión de su clavícula, entre sus pechos, su plano vientre y finalmente hasta sus pies, en el resbaloso suelo de cerámico blanco.
"No te vayas... Natsuki... Te... amo..."
Frunciendo las cejas, agachó la cabeza permitiendo que el agua golpeara contra la misma, necesitaba enfriar su cerebro y olvidar esas palabras que desde entonces se repetían una y otra y otra vez. Después de tomar la decisión de dejarlo, su seguridad se fue a la basura cuando supo que Hiroshi tenía fiebre. No pudo resistir verlo, estaba asustada aunque él ya no tenía nada que ver con ella, pero su amor por él no era superficial, seguía latente. Su corazón seguiría latiendo por ese hombre, a pesar de negarlo cuántas veces fuera necesario, sin embargo, la sugestión hacia sí misma no estaba funcionando. Era cierto que, su padre no perdonaría a la familia Sarutobi por haber ocultado a Mitsuki tantos años, pero si ella encontraba la verdad detrás de los incidentes ocurridos a su madre, y si éstos no fueron ocasionados por Kurenai Sarutobi, entonces... Sólo entonces, ella podría tener una oportunidad de estar con Hiroshi otra vez.
"¿Estás embarazada?"
Abrió sus ojos desmesuradamente. La pregunta de Genji también se repetía incontables veces dentro de su cabeza, pero ella conocía la respuesta. No lo estaba... A sabiendas de no tener retrasos en su periodo, sólo los malestares de ingerir medicamentos altos en hierro, le provocaban náuseas y los mareos ocurrían cuando ella omitía ingerir la dosis del día, a causa de que estaba cansada de tomar cada día una píldora que la hacía sentir peor. No obstante, perdía nada tomarle la palabra al chico sobre aceptar la invitación de visitar a su amiga obstetra/ginecóloga. Sí, debería ir e intentarlo una última vez.
Sonriendo, cerró el grifo y tomó una toalla, la cual sujetó con firmeza alrededor de su cuerpo. Luego, sin más, abandonó la ducha y tomó una segunda toalla, y con ésta, empezó a presionar delicadamente su cabello violeta una y otra vez, librándose del exceso de agua en éste mientras caminaba hacia el guardarropas. De repente, su móvil empezó a vibrar. Con la mirada, lo ubicó encima de la cama y rápidamente se dirigió hacia la misma. Al momento de agarrar dicho objeto, su sorpresa fue mayor cuando leyó el mensaje de Ino solicitando su pronta asistencia en la agencia Star.
De forma inmediata, caminó hacia el guardarropas y con rapidez se vistió con el primer atuendo que sus manos escogieron. Llevando puesto un pantalón azul de mezclilla, abrigo blanco con cuello de tortuga y tenis blancos, agarró el móvil y extrajo un abrigo trench coat de color rosado del clóset. Sin perder tiempo, salió de su recámara encaminándose al lugar de reunión, sosteniendo el abrigo colgado del antebrazo izquierdo. Estaba tan apurada descendiendo los peldaños de la escalera, que no se percató de la presencia de su padre sentado sobre el sillón, leyendo un periódico hasta que lo escuchó carraspear. – Otō-san...– susurró, sorprendida.
Con parsimonia, Kakashi cambió a la siguiente página del periódico, luego echó un vistazo a su hija y la miró de arriba hacia abajo, y viceversa. Arqueó una ceja, al notar las gotas de agua deslizando de su largo cabello recién lavado y cayendo éstas en el suelo. – ¿A dónde vas tan apurada? – cuestionó el Hatake, volviendo a la lectura.
Frunciendo las cejas, Natsuki le miró con enojo. – ¿De verdad piensas vigilar todos mis pasos? – cuestionó ella, cerrando las manos en puños. Pues, se estaba cansando de que él decidiera todo sobre su vida, cuando la mayor parte de la misma, él no estuvo presente por estar al pendiente de su madre y la empresa. – ¡He permitido que personas desconocidas me estén siguiendo todo el día! ¿Qué más esperas de mí? – él no respondió y agarró la taza con café humeante de sobre la mesita de centro. Ella gruñó y giró sobre sus talones dispuesta a irse.
Kakashi acercó la taza a sus labios mientras la veía marchar. – Has vuelto a ver al hijo de Sarutobi. – Natsuki se detuvo en seco y abrió sus ojos como platos. Calmamente, bebió un sorbo de café y su mirada se tornó seria. – Al parecer, no fui bastante claro la última vez. – voz firme. Ella sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, luego tragó saliva. – Pretendiendo escapar en plena noche buena utilizando a tu hermana, sólo para encontrarte con él. – entrecerró sus negros ojos, mirándola fijamente. – No me dejas otra opción.
Sintiendo una fuerte punzada en su pecho, Natsuki dio media vuelta. – N-No... Las cosas no sucedieron así, yo...– trató de explicar con nerviosismo y temblor en la voz, pero la fría mirada de su padre, le obligó callar.
Torciendo el gesto en desagrado, taza aún en la mano, Kakashi cruzó las piernas masculinamente sin dejar de observar a su hija. – Volveré a preguntar, ¿A dónde vas? – cuestionó mientras se llevaba la taza a la boca. Bebió otro sorbo.
Natsuki bajó la mirada y cerró las manos en puños nuevamente. – Ino-san convocó una reunión, iré a la agencia. – dijo, voz apenas audible.
Kakashi sonrió, sonrisa que ella no vislumbró. – Cada vez que necesites salir, tus escoltas te llevarán. – sentenció, entonces percibió que Natsuki separó los labios con intención de cuestionar la decisión tomada, pero al final ella asintió y marchó sin decir nada más. Dejando escapar un suspiro, extrajo el móvil del bolsillo de su pantalón y remarcó. – Ya saben qué hacer. – colgó. No permitirá que su hija sufra en manos de los Sarutobi, al igual que ellos sufrieron en el pasado.
Estacionada en el jardín de la residencia Hatake, se ubicaba una jeepeta negra con los cristales negros, completamente blindada; entretanto, dos hombres vestidos con traje negro, camisa blanca y corbata negra, esperaban a la joven dama mientras, dentro de la misma, esperaba otro escolta en el asiento del conductor. Cuando Natsuki se acercó, uno de ellos (escolta 1) le abrió la puerta trasera de aquel vehículo y el otro (escolta 2) le extendió una mano para ayudarla a subir. Agradecida, Natsuki tomó su mano y él la ayudó a entrar al vehículo. Rápidamente, el escolta 1 cerró la puerta y tomó asiento en el lado del co-piloto y el escolta 2 se apresuró y subió del lado opuesto en el asiento trasero. – Por favor, a la agencia Star. Después, necesitaré ir al hospital para mi revisión semanal. – dijo al conductor, entonces decidió observar a través del cristal lo que sea que se presentara ante sus ojos.
...
Frente al edificio de la Agencia Star...
Ishida redujo la velocidad hasta estacionar el automóvil a un lado de la acera, frente a la agencia. – Me pregunto si onee-chan habrá llegado. – siseó Natsumi revisando los mensajes de su celular, pues su hermana no la había contactado y era extraño.
– ¿Por qué no la llamas? – preguntó Ishida, curioso y preocupado al mismo tiempo, gracias a su amigo idiota.
Entristecida, Natsumi apretó el móvil. – Temo que haya visto las noticias y no quiera hablar conmigo. – suspiró. Ishida separó los labios para decirle palabras de aliento, pero parpadeó sorprendido cuando ella se golpeó las mejillas con las manos. – Estoy pensando demasiado, onee-chan estará bien. – obteniendo un asentamiento de cabeza por parte de su esposo, ambos salieron del auto cerrando las puertas a su paso. A pesar de haber dicho eso, seguía preocupada por su hermana. Trató de ubicar el automóvil de su hermana, más no lo encontró, llegando a la conclusión de que probablemente se había retrasado. Ishida tomó delicadamente su mano, ella le sonrió y, sin más, decidieron arribar al edificio.
Echó un vistazo por última vez y, en ese instante, ubicó a Natsuki descender de una jeepeta negra con ayuda de un escolta. Parpadeó sorprendida al verla vistiendo pantalón azul de mezclilla, abrigo blanco con cuello de tortuga debajo de otro abrigo rosado estilo trench coat, y tenis blancos, pues era extraño verla sin sus tacones, ella no los usaba en casa, pero en público no se los quitaba. – Onee-chan...– susurró mientras la veía acercarse a ella.
Natsuki apresuró los pasos hacia su hermana. – ¡Hola! – saludó, sonriente. Echó un vistazo a sus escoltas, quienes descendieron del vehículo y permanecieron alrededor del mismo. De inmediato, se frotó las manos. – Entremos, hace frío aquí afuera. – avanzó dos pasos, pero resbaló y el cuerpo se fue de espaldas. Rápidamente, Ishida la agarró evitando que se golpeara, ya que el pavimento estaba resbaladizo debido a la nieve derretida. – G-Gracias. – él la ayudó a reincorporarse. – Menos mal que elegí usar tenis. – cerró los ojos sonriendo.
Preocupados por ella, Natsumi e Ishida intercambiaron miradas entre sí. – Onee-chan, de verdad... ¿Estás bien? – interrogó Natsumi, sintiendo que la aludida se estaba esforzando por mostrar alegría.
Confundida, Natsuki parpadeó dos veces consecutivas. – ¿Por qué la pregunta? – inclinó la cabeza, tratando de comprender las intenciones de su hermana, pero luego recordó que iban retrasados a la reunión. – Los demás están esperando. ¡Vamos! – agarró a Natsumi del brazo izquierdo y a Ishida del brazo derecho, y los arrastró hacia la entrada del edificio. Antes de atravesar la puerta, echó un último vistazo a sus escoltas, quienes regresaban hacia donde estaba estacionada la jeepeta, pues ellos habían corrido cuando la vieron caer y se detuvieron al momento del Ukitake atraparla.
Al momento de entrar, Natsuki los soltó y mientras los tres atravesaban los corredores del primer nivel, ya que debían subir al quinto piso, percibió ligeramente las curiosas miradas de los empleados, ejecutivos y idols sobre ellos. Algunos empezaron a murmurar, otros silenciaron, más ella no les dio importancia. Estaba demasiado apurada en llegar a la reunion que, no se dio cuenta de que también, Ishida y Natsumi se miraban entre sí con preocupación y tristeza en sus rostros. Visualizó el ascensor y, rápidamente, pulsó el botón verde; éste no tardó en abrir sus puertas, entonces los tres arribaron al mismo. Natsuki se llevó una mano al pecho y dejó escapar un ligero suspiro, pues tener tantas miradas encima de ella, le ponía tensa. A medida que el ascensor subía hasta llegar al quinto piso, su corazón le empezó a palpitar cada vez más rápido y el nerviosismo había arropado todo su cuerpo, y no sabía el motivo.
El ascensor abrió sus puertas y las dos hermanas salieron del mismo, entretanto Ishida se despidió ya que él debía subir al séptimo nivel. Ambas atravesaron los pasillos mientras algunos empleados, pocos ejecutivos y la mayoría idols, no dejaban de observarles. Ahora sí, Natsuki podía deducir que las miradas eran persistentes y no tan ligeras como las había notado, más no le importaba. Lo único importante era conocer el motivo de la reunión. Sin embargo, de repente, sintió tres pares de ojos observándola fijamente mientras cuchicheaban. Desvió los ojos hacia la dirección de éstos, ubicó a tres actrices murmurando. Para ella, era irrelevante escuchar rumores sobre su persona y no se iba a detener para callarlas. No. Segura de sí misma y con la elegancia que le caracterizaba, siguió avanzando, pero...
– ¿Viste las noticias? Me sorprendió bastante. – dijo una de ellas. – El guapérrimo de Hiroshi-san con Miyazaki...– se cubrió la boca, sorprendida.
– Sí, pero la rueda de prensa estuvo intensa. Miyazaki tiene agallas, confesarse así... Si se le puede llamar a eso una confesión, pero...– siseó la segunda, luego miró de soslayo a Natsuki. –¿Esos dos estarán peleados?
– Puede que sí, viste esas fotografías, ¿no? Yo siendo ella...– la tercera observó a Natsuki. –...no le perdonaría esa infidelidad. Además, Miyazaki es una resbalosa.
– ¿Natsuki-san habrá visto las noticias? – preguntó la segunda, de inmediato se cubrió la boca cuando Natsuki se detuvo en seco.
Nerviosa por la repentina acción de su hermana, Natsumi colocó una mano encima del hombro de ella, pero como si el destino quisiera dar a conocer los negativos sucesos para separarlos, la programación en la TV interrumpió la sesión de modelaje y, dos presentadores evidenciaron varias fotografías donde aparecían Hiroshi y Yoshida; en una de ellas, ambos estaban bastante cerca como si estuvieran conversando, otra donde Yoshida abrazaba a Hiroshi... No quería seguir viendo, entonces movió los ojos hacia Natsuki, quien, atónita, abrió sus ojos desmesuradamente y los labios entreabiertos empezaron a temblar. – Onee-chan...– susurró entristecida.
Incrédula y desconcertada, Natsuki mantenía los ojos abiertos de par en par mientras sus labios ligeramente separados estaban temblando, pues no podía creer que Hiroshi estuviera con Yoshida, precisamente la noche que él se embriagó hasta caer inconsciente y ella... Ella, preocupada, corrió a su lado como una tonta. Sus ojos empezaron a aguarse entretanto los presentadores pasaron a la rueda de prensa de esos dos, donde los periodistas hacían toda clase de preguntas y el Sarutobi se mantenía en silencio, y Yoshida también. No quería escuchar nada más, sin embargo...
– "¿Qué relación tienen ustedes? ¿Están saliendo?" – preguntó un periodista.
– "Me gustaría decir sí, pero no estamos saliendo, aunque me encantaría. Hiroshi es un hombre bastante guapo." – respondió Yoshida, sonriendo.
– "¿No niega que tiene sentimientos por Hiroshi-san?" – volvió a preguntar. En respuesta, ella sólo sonrió. – "Hiroshi-san, ¿Qué pasa con Natsuki-san?" "¿Rompieron?" "¿Acaso...?"
De pronto, Natsuki escuchó un zumbido en sus oídos y un ligero mareo le provocó ver todo su alrededor dando vueltas. Necesitaba salir de allí lo más rápido posible, no quería estar ahí. – Nats...– se llevó una mano a la frente y frunció las cejas sintiendo un terrible dolor golpeando su cabeza. – Natsumi...– logró musitar. De inmediato, Natsumi hizo que apagaran la TV. Frunció más las cejas, el dolor era cada vez más insoportable y la obligó a encorvar el cuerpo. Su hermana y algunos espectadores se acercaron para ayudarla. A lo lejos, oía la voz distorsionada de Natsumi y de otras personas, pero no podía escuchar con claridad. Entonces, a distancia cruzó sus ojos con los ojos de Hiroshi, quien apareció y, mostrando un rostro preocupado, se aproximó a ella.
Tres minutos antes...
Agotado, a causa de los paparazzis que le esperaron en la entrada y de los cuales necesitó escapar, Hiroshi atravesaba el pasillo en dirección a la oficina de su madre, quien le había llamado para aclarar la respuesta de Miyazaki: "Me gustaría decir sí, pero no estamos saliendo, aunque me encantaría. Hiroshi es un hombre bastante guapo." Suspiró, cansino. Debía ponerle un alto a la chica, antes de que la situación se escapara de sus manos, fue entonces que percibió las incesantes miradas de varias personas y escuchó murmullos por los lugares donde pasaba. Supuso que hablaban de él, más no le importaba, lo único importante era que Natsuki creyera en él y no en esas falsas noticias.
Avanzó un poco más y vio varias personalidades agruparse en un espacio. Curioso, intentó acercarse, pero... Abrió los ojos al visualizar a Natsuki encorvada con una mano en la frente y frunciendo las cejas, se veía como si estuviera sufriendo algún malestar. Nervioso, se apresuró hacia ella. Los presentes que intentaban ayudar, desconcertados y algunos con desconfianza, se hicieron a un lado dándole espacio a él. Sus ojos cruzaron con los de Natsuki, entonces se agachó frente a ella y le extendió una mano para ayudarla, sin embargo ella le golpeó la mano con la propia. "No me toques", esas fueron sus palabras, las cuales le dejaron estupefacto. Los murmullos no se hicieron esperar, lo cual significaba que todos sabían lo acontecido, incluyéndola.
Natsuki inhaló y exhaló varias veces, y el pulsante dolor fue desapareciendo poco a poco. Logró reincorporarse. – Natsumi... Vamos...– la nombrada afirmó con la cabeza, sin embargo fue abordada de preguntas sobre su salud y lo agradecía. – Gracias, pero ya estoy bien. – sonriente, reanudó el camino despidiéndose de los presentes, pero miró por última vez al Sarutobi. Éste seguía desconcertado observando la mano que ella le golpeó. Le dolió haberlo hecho, más ellos dos ya no podrían ser los mismos de antes mientras su padre estuviera pendiente de cada movimiento.
Por su parte, Natsumi iba caminando detrás de su hermana. Natsuki avanzaba con seguridad y en cada paso no titubeaba, sin embargo, cuando doblaron la esquina y nadie podía verlas, ella tambaleó. De inmediato, Natsumi la agarró. – Onee-chan, si continúas sintiéndote mal, lo mejor es que vayamos al hospital. – dijo con preocupación en su mirar. Obtuvo una negación como respuesta. Suspiró, pensando en el porqué los Hatake tendían a ser testarudos, así que sin más, colocó el brazo izquierdo por detrás de su espalda y posó mano izquierda sobre el hombro izquierdo de ella, sujetándola fuerte, y con la mano derecha agarró el codo derecho de ella. De ese modo, terminaron de atravesar el corredor.
Cuando llegaron a la puerta de la oficina de Ino Yamanaka, Natsuki le pidió a Natsumi que la soltara, luego inhaló profundo y exhaló lentamente. Según las voces, podían deducir que se trataba de cinco personas, quienes hablaban y hablaban. Natsuki estaba lista para mostrar un rostro sonriente, a pesar del contratiempo en pleno pasillo. Asintió con la cabeza y Natsumi abrió la puerta. Todos los presentes las miraron y silenciaron.
Cara a cara...
Reunidas alrededor de la mesita de centro, se ubicaban varios sofás rodeando la mencionada mesita, y sobre éstos, estaban sentadas Ino y tres de las integrantes del grupo C-ute completamente serias. A excepción de Yoshida, quien se ubicaba de pie cerca de la ventana de cristal, observando a través de la misma los enormes edificios con los brazos cruzados. Las hermanas arribaron cerrando la puerta a su paso y, a petición de Ino, tomaron asiento en el mismo sofá, una al lado de la otra. El ambiente estaba tenso y era difícil musitar palabra. Sentadas en el sofá más amplio, Nanami, Kimi y Árika se miraron entre sí de soslayo, luego observaron a Yoshida y a las hermanas, más desviaron las miradas procurando evitar conflictos, pues habían visto las noticias y aún estaban sorprendidas.
Conociendo el pensamiento de las chicas, Ino carraspeó obteniendo la atención de las presentes. – Las he convocado aquí, para extenderles la decisión que ha tomado la agencia Star en conjunto con las directrices de la Academia Star. – dijo, con tanta seriedad que desconcertó a las seis chicas. Inhaló profundo, exhaló lento. – C-ute será disuelto. – Natsumi y Natsuki abrieron sus ojos completamente perplejas, no podían creer lo que habían escuchado. Por su parte, Árika se mordió el labio inferior y agachó la mirada, procurando no ver los rostros de sus compañeras, pues si lo hacía llorará y no era buen momento para ello. Por otro lado, nerviosa, Nanami empezó a jugar con sus dedos mientras Kimi agarró un vaso de té helado de sobre la mesa de centro y bebió un sorbo con calma y sin prisa. Entretanto, Yoshida, desvió la vista hacia la ventana.
Silencio incómodo...
Kimi colocó el vaso devuelta a la mesa golpeando sorpresivamente la mesa, asustando a sus compañeras, en especial a Natsumi quien trataba de comprender. – Desde que mi madre fue hospitalizada, no he sido de apoyo para ustedes. – agachó la cabeza. – Sé que, debido a mí, C-ute no volvió a ser lo mismo. Lo siento. – se llevó la mano derecha a la cara y se limpió las mejillas, aunque las demás no veían su rostro, podían deducir que se limpiaba los residuos de lágrimas cuales desbordaban de sus ojos y acariciaban sus mejillas. – Abandoné mi carrera de idol, para convertirme en empresaria y mantener la empresa de mi familia a flote.
Respirando profundo, Yoshida se aproximó a ellas. –Meses atrás, recibí la oferta de una compañía extranjera, para convertirme en actriz. – las presentes le miraron con sorpresa. – Consulté con la directora y he decidido aceptar. – las chicas, excepto las hermanas, se quedaron atónitas, sin poder creer que ella haya aceptado sin consultarlo. – Seguiré mi propio camino sin ustedes.
Árika cerró los ojos unos segundos y los abrió mostrando seriedad. – Desde hace tiempo, he pensado seriamente en dejar el grupo. – las hermanas abrieron sus ojos desmesurados, desconcertadas por las palabras de la Yamashiro, las demás se mantuvieron en silencio, ya que sabían sobre su sentir. Ella juntó sus manos y entrelazó los dedos. – Además...– apretó la unión de manos. – Quiero volver a casa, extraño a mi padre. – dijo con la voz quebrada. Lágrimas empezaron a escapar de sus azules ojos. – Lo siento, chicas.
Silencio incómodo otra vez...
Nanami agachó la cabeza permitiendo que los flequillos del cabello cubrieran sus ojos negros. – Me iré a Corea. – les dijo a sus cinco amigas sin anestesia, quienes le miraron aún más atónitas. – Taisuke-kun no volverá a Japón y mi lugar como esposa está a su lado. – colocó ambas manos en su vientre. – Nosotros hemos decidido tener un bebé y, para eso, debemos ser una familia unida.– alzó la mirada y, para su desconcierto, ellas estaban en completo silencio con rostros tristes, melancólicos y otros decepcionados.
Con las cejas fruncidas, Natsuki desvió la cabeza hacia un lado. – Un... bebé...– dijo a sí misma, luego apretó los dientes con fuerza evitando que las lagrimas escaparan de sus ojos, pues un hijo era lo que ella tanto había deseado, pero el destino se empeñaba en herirlos.
Ante el ambiente tenso e incómodo, Ino aclaró la garganta. – Lamento haber sido la vocera de esa mala noticia, pero debo ser honesta con ustedes. – le dolía ver esos rostros tan decaídos. – C-ute fue el escalón que las llevó a la cima, excepto a Natsuki-chan que ya era popularmente conocida como idol y actriz. – se levantó del sofá y caminó hacia un estante de revistas. – Desde que C-ute se tomó un receso de sus actividades, el público empezó a verlas en diferentes carreras artísticas. – regresó sosteniendo varias revistas y las dejó encima de la mesita, cuyas portadas aparecía cada una de ellas en diversos renglones. – Ahora, los fans exigen más de ustedes y la agencia Star las respaldará. – cerró los ojos un momento, pensando en las palabras que utilizaría para continuar.
Abrió los ojos. – Ahora bien, nosotros, como agencia, nos debemos al público y, éstos, ahora mismo nos exigen promociones y presentaciones de algunos idols. – desconfiada, Yoshida entrecerró los ojos. – Natsuki-chan es el rostro femenino de nuestra empresa, y Natsumi-chan la secunda. Es por eso, que ellas necesitan mantenerse fuera de las cámaras. – le lanzó una fulminante mirada a Yoshida, quien se mordió el labio inferior. – Y eso, va para ustedes también. – Arika, Kimi y Nanami se miraron entre sí. – Deben evitar toda clase de escándalos que perjudique su imagen o la de otro idol, como lo sucedido en los próximos días. – suspiró. – Hiroshi-kun es el rostro masculino de ésta agencia y se ha visto envuelto en un escándalo, que empeoró con lo sucedido en la rueda de prensa. – Natsuki bajó la mirada, Natsumi se dio cuenta.
Frunciendo las cejas, Yoshida descruzó los brazos. – ¿Insinúa que es mi culpa, Ino-san? – le preguntó enfrentándola con la mirada. La nombrada le devolvió el gesto. – Si bien es cierto, no he dicho nada que le perjudique. Ahora bien, recuerde que hubo un escándalo, cuando salieron a la luz fotografías de Hiro y Natsuki en sus amoríos, y nadie les dijo nada. – cerró las manos en puños. Natsumi vio la tristeza en el rostro de su hermana, entonces se mordió la mejilla desde adentro, tratando de calmarse, pues estaba empezando a enojarse. – Pero ahora como lo veo, tengo mis dudas de, si en verdad ellos están enamorados o sólo fue una mentira de la agencia para aumentar los raitings. – murmuró con seguridad en sus palabras.
Enojada, Ino avanzó un par de pasos con intención de cachetearla por su falta de respeto, pero alguien se le adelantó y le propinó una fuerte bofetada que resonó en toda la oficina. Ino se detuvo en seco; Nanami, Arika y Kimi estaban atónitas. Con la cabeza hacia el costado derecho y la mejilla izquierda magullada, Yoshida abrió sus ojos como platos y los desvió para observar a la persona que le había agredido. Con la mano derecha levantada a la altura del pecho, Natsumi miraba a Miyazaki con furia; no podía permitir que ésta se expresara de esa forma, menos hablar de su hermana, quien ha sufrido ya bastante debido a su amor por el Sarutobi, un amor real, no inventado. – ¡No tienes derecho a juzgar si es verdad o no, menos aprovechar la debilidad de Hiroshi para acercarte a él, a sabiendas de que sale con Natsuki! – exclamó completamente irritada. Yoshida estaba estupefacta debido a las palabras dichas por ella.
Aún sentada encima del sofá y la cabeza agachada, Natsuki sintió de repente, un fuerte dolor en la parte baja de su vientre. Un dolor trasiego que le impidió moverse, agachó la parte superior del cuerpo. Frunció las cejas y separó los labios ligeramente con intención de gritar, más necesitaba salir de allí lo antes posible. Empezó a inhalar y exhalar mientras las demás discutían entre ellas, hasta que el dolor fue calmándose. Tomó una bocanada de aire, lo expulsó y levantó la cabeza. – Natsumi...– la nombrada se detuvo en seco y volvió la cabeza hacia ella. Natsuki, tratando de mostrar serenidad, se puso de pie aunque sentía que fuera a romperse en mil pedazos, y miró a Ino con una sonrisa. – Supongo que, necesitaré escribir una nueva canción para nuestro último concierto. – susurró calmamente.
Asintiendo, Ino confirmó lo dicho por la Hatake. – Lo dejaré en tus manos. – respondió haciendo una reverencia. Con un asentamiento de cabeza, Natsuki marchó acompañada de Natsumi.
Dándose cuenta de algo, Nanami abrió sus ojos como platos. – ¿Notaron que Natsuki-chan se veía pálida? – cuestionó, preocupada. Las demás permanecieron pensativas.
Atravesando los corredores...
Natsumi caminaba detrás de Natsuki, quien parecía serena ante la resolución de la agencia de disolver a C-ute, pero a pesar de ella aparentar estar bien, Natsumi sabía que, por dentro, estaba sufriendo. Sus pasos eran seguros y elegantes, siempre admiró esas características de su hermana, siempre. Quería preguntarle cómo se sentía, más comprendía su estado de ánimo y pensamientos; después de todo, eran gemelas, o más bien, trillizas. Lo que le pasara a una, la otra podía sentirlo, y completamente segura podía deducir que, en ese momento, Natsuki no estaba pensando; sin embargo, aunque no necesitaran palabras para comunicarse entre sí, deseaba que ella se desahogara. No obstante, recordando el malestar de ella, separó los labios para decirle que la llevaría al hospital, pero se percató que habían salido del edificio y dos guardaespaldas se acercaban a ellas.
Frunció los labios, entristecida de saber que su padre llegara a esos extremos con Natsuki, evitando que se viera con Hiroshi. – Onee-chan...– la nombrada volvió la cabeza hacia ella. – ¿De verdad, estás bien? ¿Quieres que te acompañe a tu revisión? – preguntó Natsumi, demasiado preocupada por las expresiones de dolor que ella había puesto en varias ocasiones.
Girando sobre sus talones, Natsuki se posicionó frente a su hermana, quedando ambas cara a cara. – Deberías preocuparte más por ti y tu esposo. – le dijo observando de soslayo a Ishida, quien salía del edificio. – Estaré bien. – la agarró de las manos y las apretó con un poco de fuerza. – Es una revisión rutinaria, no me pasará nada malo. Confía en tu onee-chan. – cerró los ojos, sonriente.
Con melancolía, Natsumi la miró. – Cuando dices que confíe en ti, siento que ocultas tus emociones y me preocupo. – dijo con la voz temblorosa.
Sin dejar de sonreír, Natsuki entreabrió sus ojos mirándole con ternura. – No me gusta verte triste, confía en mí. Si algo sale mal, te llamaré. – le soltó las manos y, de inmediato, rodeó los brazos alrededor de su hermana en un cálido y protector abrazo. Después de todo, era la mayor de las tres, por lo que debía ser más fuerte que ellas para poder protegerlas. – Es una promesa. – intensificó el abrazo.
– Es una promesa. – secundó Natsumi correspondiendo el abrazo. Natsuki deshizo el abrazo y se marchó acompañada de los escoltas. No estaba de acuerdo con que su padre le haya asignado esas personas para seguirla, pero al mismo tiempo, agradecía que fuera de ese modo, puesto que ella no estaría conduciendo, ya que si sufriera algún malestar al volante, podría causarse un daño. De repente, Ishida la abrazó desde atrás mientras contemplaba la jeepeta negra que ella había abordado. No obstante, Natsuki no contactó con ella ese día, ni tampoco los dos días siguientes y eso le asustó tanto que decidió visitar la residencia Hatake, sólo para verla.
Atravesó el largo corredor de la mansión y abrió un poco la puerta de la recámara de su hermana, y la encontró sentada en el suelo rodeada de papeles tirados por doquier, de espaldas a la puerta. Ella parecía estar demasiado concentrada escribiendo, probablemente la última canción de C-ute, entonces no quiso interrumpirla. Cerró la puerta y regresó sobre sus talones, debía ayudar en la organización del último concierto y preparar el vestuario de ambas para los premios Starlight; al menos, quería ayudarla aunque fuera un poco. Sin embargo, nunca imaginó que la familia Hatake volvería a pasar por momentos difíciles y que la vida de su hermana daría un giro que cambiaría la vida de muchas personas.
(*,*) See you later! (~,~)
