Konnichiwa minna-san! Esperando en Dios, todos se encuentren bien y, agradecida por leer ésta y otras historias de mi tutoría. En ésta oportunidad, les traigo el capítulo 34, asimismo les comento que faltan poquitos episodios para finalizar, por lo que estoy tratando de eliminar muchas escenas para no extender tanto ésta trama.

Sin más que agregar...


Okāsan, doko ni iru no?

(34)

Anteriormente...

Aturdida, Natsuki sintió una punzada en el pecho, la estaban culpando de atentar contra la vida de Shizune, Kimi lloraba de dolor mientras Arika se acercaba a la Shiranui y la abrazaba, Nanami no se movía de su lugar e Ino no sabía qué hacer. Natsumi, de espaldas a ella, descendía los brazos que mantuvo abiertos protegiéndola de cualquier otra agresión por parte de Kimi. Fue entonces que volvió a observar el brazo izquierdo de Hiroshi siendo abrazado por las manos de Yoshida y él... Él miraba a otro lugar que no fuera hacia ella. ¿Por qué? ¿Él también dudaba de ella? La conocía bastante bien para pensar siquiera en dicha posibilidad. No, todos menos él debía desconfiar de ella. ¿Por qué ella? ¿Por qué la culpaban? ¿Qué hizo mal? ¿Por qué?

Natsuki sintió de repente, un fuerte dolor en la parte baja de su vientre. Un dolor trasiego que le dejó sin aire durante un par de segundos, retrocedió sin percatarse de que había un escalón próximo e intentó apoyarse de algo, algún objeto animado o inanimado, de alguien... Pero el tacón del zapato derecho no le dio soporte deslizando en el escalón y su tobillo derecho se dobló obligándole a perder el equilibrio.

Agradecida de que Arika contuviera a Kimi, Natsumi volteó la mirada hacia atrás y vio de soslayo a su hermana, quien resbaló con el primer escalón. Temerosa, abrió sus ojos como platos y giró sobre sus talones. – ¡Onee-chan! – se apresuró a extender la mano derecha para agarrarla, pero sus dedos sólo rozaron con los de ella y no pudo detener la caída. – ¡ONEE-CHAN! – gritó asustada.

Ante el grito de la Hatake, Hiroshi volvió la mirada hacia las hermanas y sus ojos se espantaron al contemplar la caída de su amada. En una rápida acción, quitó violentamente las manos de Yoshida de su brazo izquierdo y empezó a correr para atrapar a Natsuki; sin embargo, una figura masculina se le adelantó corriendo más rápido, luego descendió varios escalones, pero no iba a llegar a tiempo, entonces se impulsó con el pie derecho cayendo de cabeza, rápidamente extendió la mano derecha y, apoyándose con ésta en un escalón, giró 180 grados y extendiendo ambos brazos, la atrapó rodeando los brazos alrededor del cuerpo de ella. Esa figura la apegó a su regazo abrazándola fuertemente y ambos cayeron al suelo, pero él amortiguó golpeándose la espalda.

Atónito, Hiroshi se detuvo a mitad de la escalera viendo como su amada fue atrapada y el rescatista cayó de espaldas protegiéndola. Asustado de que ella se haya hecho algún daño, pues ninguno de los caídos se movía, continuó descendiendo los escalones. Estaba preocupado y, a la vez, furioso consigo mismo por haber reaccionado tarde. No obstante, uno de los dos empezó a moverse, entonces lo vio. – Genji...– susurró deteniendo sus pasos. Él otra vez. Cerró las manos en puños tan fuerte que éstos empezaron a temblar.

Natsumi respiraba agitada, su hermana... La furia se apoderó de ella, giró y, agarrando bruscamente a Kimi por el cuello de la blusa, la haló hacia ella separándola de Arika. Acercó sus labios al oído de la Shiranui. – Si la vida de mi onee-chan o del bebé corre peligro por tu culpa, no te perdonaré. – le susurró sólo a ella. La soltó de manera tosca y se apresuró en descender las escaleras.

¿Bebé? ¿Natsuki en peligro? Pero más que nada... ¿Natsuki embarazada? Desconcertada, Kimi se cubrió la boca con ambas manos. – No... No puede ser...– se dejó caer de rodillas, lamentando lo sucedido.

Ojos fuertemente cerrados y cejas fruncidas debido al dolor pulsante en su espalda, Genji aflojó el abrazo que mantenía con la Hatake, quien no se movía. Preocupado, entreabrió sus ojos e intentó tomar asiento con ella en su regazo, pero un quejido escapó de su boca. El golpe resultó ser más fuerte de lo pensado. Aguantando el intenso dolor, logró sentarse, sin embargo, ella estaba inconsciente. – ¡Natsuki! – le llamó, ella no reaccionó. Asustado por la salud de ella y del bebé, empezó a toquetearle las mejillas con suavidad. Nada. Pronto, Natsumi llegó hacia su hermana y se arrodilló frente a ellos, estaba asustada. – Debemos llevarla al hospital. – le dijo nervioso a la Hatake.

Por su parte, Natsumi tenía toda su atención dirigida hacia su hermana mayor. Ella no se movía, estaba inconsciente. – Onee-chan...– extendió una mano y la posó en la golpeada mejilla izquierda de Natsuki, para luego acariciarla como tratando de hacerla reaccionar. – ¿Onee-chan? – detuvo la caricia, nerviosa. Natsumi empezó a inquietarse y luego vio a Ishida corriendo hacia ellos. Cuando éste llegó, se arrodilló al lado de ella. – Ishi... mi onee-chan...– susurró, asustada.

Tratando de calmarla, Ishida posó las manos en las mejillas de ella y la obligó a mirarlo. – Natsuki va a estar bien. – dijo seguro de sus palabras. De inmediato, echó un vistazo a su amigo Hiroshi; éste estaba con los ojos bien abiertos, completamente atónito.

Respirando agitada, Ino se agachó para recuperar el aire, pues había descendido los escalones con rapidez. – He llamado a la unidad de ambulancias, ya vienen en camino. – dijo ahogándose. Inhaló profundamente.

Ishida observó el rostro de Natsuki, tuvo reacción. Con los ojos cerrados, ella empezó a fruncir las cejas consecuencia de algún dolor; entonces visualizó que ella, inconscientemente, se llevó una mano al vientre mientras intensificaba el fruncido de las cejas. – El bebé...– dijo para sí mismo. – No hay tiempo que perder, la llevaré al hospital. – en un movimiento preciso, la tomó en brazos y se levantó con ella cargada estilo marital, ante los ojos curiosos de los presentes. Miró por última vez a su esposa Natsumi, ella asintió con la cabeza y él marchó apresurado con su cuñada entre sus brazos.

Nerviosa, Ino caminaba de un lado a otro, estaba debatiéndose entre ir detrás del Ukitake que llevaba a una inconsciente Natsuki al hospital o quedarse con Natsumi. Ambas eran sus representadas. Natsumi notó la situación. – Ino-san, por favor acompañe a mi hermana. – la nombrada se detuvo en seco. – Los alcanzaremos minutos después. – luego de asentir, Ino salió corriendo detrás de Ishida. Natsumi observó al joven empresario herido, arrugando las facciones del rostro. – ¿Genji-san, puede ponerse de pie? – el aludido separó los labios para responder, pero... – Gracias. – él frunció las cejas. – Gracias por proteger a Natsuki. – dijo con sinceridad en sus palabras.

Suavizando las facciones del rostro, Genji colocó una mano encima de la cabeza de Natsumi. – Que ambos estén bien, es lo que importa. – haciendo referencia a Natsuki y a la criatura en el vientre. De pronto, echó un vistazo hacia la escalera. Hiroshi le miraba fijamente y con las manos hechas puños, como si estuviera reprimiendo su enojo. ¿A quién le importa? Él dejó que alguien más la socorriera, cuando él debió haber actuado en principio, si tanto la amaba como ha estado pregonando. Apartó la mirada de él y se dispuso a ponerse de pie, pero el dolor trasiego en su espalda le impidió levantarse por su propia cuenta, así que Natsumi, colgando el brazo izquierdo de él alrededor de sus hombros y agarrando su cintura con el brazo derecho, le ayudó a ponerse en pie.

Soportando parte del peso del cuerpo de Genji, debido a que él no podía mantenerse en pie por sí sólo, Natsumi empezó a caminar en conjunto con él. Fue entonces, con las manos cerradas en puños, Hiroshi se interpuso en su camino, poniéndose frente a ellos y obligándoles a detener. Natsumi alzó la cabeza y le miró con sorpresa. – Hiroshi-kun...– susurró, viendo el rostro preocupado del Sarutobi. Si de verdad, él la amaba tanto como decía, tal vez él podría hacer cambiar de opinión a Natsuki sobre ese embarazo que ella arriesgaba su vida. Separó los labios para decirle sobre la condición de su hermana, confesarle que ella estaba embarazada de él, pero estaría traicionando la confianza de Natsuki. Cerró los labios y los apretó. – Vamos Genji-san, debo llevarlo al hospital. – le dijo al nombrado, ignorando al Sarutobi y pasaron al lado de éste.

Apretando los puños, Hiroshi oprimió su furia al recordar que no fue capaz de ayudar a su amada. – Natsuki...– Natsumi y Genji detuvieron sus pasos. – Ella...– giró sobre sus talones para enfrentarlos, pero ellos le daban la espalda. – ¿Está comiendo bien? – Natsumi abrió los ojos desmesuradamente, sorprendida. – ¿Natsuki está durmiendo lo suficiente? ¿Está tomando sus medicamentos? ¿Por qué se ve cansada? ¿Qué está pasando realmente con mi espos... con Natsuki? – frunció las cejas, entristecido. – Quiero...– verla ser llevaba inconsciente entre los brazos de su amigo Ishida, dolía. Ella no tenía los ojos abiertos, estaban cerrados. Acaso... ¿Se desmayó por la impresión de la caída? ¿Había algo más que le ocultaban? ¿Por qué? Si algo le pasaba a ella, no lo soportaría. – ¡Quiero verla! ¡Quiero estar cerca! ¡Necesito verla! – agachó la cabeza, ocultando las lágrimas que empezaron a deslizar por sus mejillas. Han sido muchos días sin poder verla o acercarse a ella y dolía, dolía mucho. – Permíteme verla...– se dejó caer de rodillas. –...por favor...

Asombrada por todas las preguntas y confesiones del chico, Natsumi miró de reojo al Sarutobi y su asombro pasó a desconcierto total al verlo de rodillas. Agachó la cabeza, tratando de no llorar a causa de sus palabras y acciones, él sí la amaba. – No puedo permitir ni prohibirte verla. – Hiroshi levantó la cabeza mostrando sus llorosos ojos. – Aunque lo permitiera, probablemente no podrás acercarte a ella. Onee-chan está custodiada por sus escoltas y ellos no obedecerán mis órdenes. – derrotado, Hiroshi agachó la cabeza. – Si quieres verla, aclara tu relación con Yoshida y convence a mi padre. – marchó con Genji, dejando sólo al Sarutobi.

Sorprendido por las últimas palabras de la Hatake, Hiroshi la vio marchar. – Convencer a Kakashi-san...– susurró volviendo la cabeza hacia Yoshida, quien se encontraba con Kimi y Arika. – ¿Aclarar mi relación con Miyazaki? Pero entre nosotros, no hay nada. – dijo para sí mismo. Bajó la mirada, ignorando que Yoshida desvió la cabeza hacia él. Luego recordó que la única manera de aclarar todo ese malentendido, era explicándoles al público la real situación. Limpió su rostro y se puso de pie con una expresión seria en el rostro. – Recuperaré a mi esposa. – dijo seguro de sus palabras, entonces extrajo su móvil y marcó un número telefónico. La otra línea fue descolgada. – Okā-san, necesito tu ayuda. – marchó conversando con Kurenai.

Sin Hiroshi darse cuenta, Yoshida se había acercado a él silenciosamente y escuchado "Recuperaré a mi esposa". Entrelazó los dedos de sus manos, los apretujó. – Esposa...– agachó la cabeza. Si ellos volvían, ella no tendría ninguna oportunidad con él, pero qué podía hacer. Esos dos se amaban y, esa noche, ardiendo en fiebre, Hiroshi se dio cuenta que ella no era Natsuki; por tanto, significaba que, por más lo intentara, no llegarían a nada. Aunque, si Natsuki lo rechazaba, ella podría acercarse; mientras, esperará pacientemente hasta ver qué acontecía.


...

Hospital de Konoha...

Caminando lo más rápido que sus piernas les permitían y con cuidado de no caer, Ishida atravesó las puertas del hospital cargando a su cuñada entre sus brazos mientras detrás de él corrían Ino y tres guardaespaldas. Ellos se encontraban preocupados por los quejidos de Natsuki, en todo el trayecto hacia el centro de salud. – ¡Un doctor! ¡Rápido! – vociferó uno de los guardias.

Dos camilleros se aproximaron a ellos arrastrando una camilla, donde Ishida depositó el cuerpo de Natsuki, quien fruncía las cejas y apretaba los dientes visiblemente. – Cuñada, estás en el hospital. Todo estará bien. – le dijo, sosteniéndole la femenina mano derecha con su mano derecha. Enseguida, ella le apretó la mano tomándolo por sorpresa.

Una doctora se acercó rápidamente y empezó a revisar el pulso de la Hatake. – ¿Quién es usted de la paciente? ¿Qué le pasó? – le preguntó al Ukitake mientras examinaba sus pupilas con una linterna de bolsillo.

Ishida correspondió el apretón de mano, dándole apoyo. – Es mi cuñada. – Natsuki le apretó la mano con más fuerza, logrando arrancarle un quejido de dolor. – R-Resbaló de unos escalones, pero creo que no se golpeó, y-ya que alguien más amortiguó el golpe por ella. – cerró los ojos, tratando de aguantar el dolor de su mano. – Está embarazada. – la doctora asintió y los camilleros se movilizaron acompañados de Ishida y un escolta; ellos atravesaron los corredores, excepto por los otros dos escoltas e Ino que permanecieron en la recepción. No obstante, Natsuki no le soltó la mano.

¿Natsuki-chan? – atinó a decir una voz familiar.

La doctora se detuvo en pleno pasillo y los camilleros la imitaron. –¡Doctora Shizuka! – la aludida se acercó a ellos y, de inmediato, empezó a examinar a Natsuki, quien aún fruncía las cejas mientras se llevaba la mano izquierda al vientre. – ¿Doctora Shizuka, usted la conoce? – preguntó curiosa, ya que su colega jamás se había involucrado en los pacientes que ella recibía de urgencias.

La doctora Shizuka se puso el estetoscopio. – Es mi paciente de obstetricia. Su embarazo es de alto riesgo. – le respondió a su colega. Enseguida y suavemente, intentó apartar del vientre la mano izquierda de la Hatake, más ella no quería apartarla. – Natsuki-chan, necesito que me permitas revisar el estado de tu bebé. – ella le permitió apartar su mano y se dispuso a escuchar los sonidos provenientes del vientre. Mirada seria. Ishida sintió su mano ser liberada, pues Natsuki se había desmayado. – ¡Llévenla a UCI! – los camilleros asintieron y, acompañados de la joven doctora, se fueron alejando a través del corredor. Ella observó al Ukitake. –¿Es usted el padre? – le preguntó.

Ishida negó con la cabeza. – Natsuki, es mi cuñada. – le respondió preocupado por la situación. – Doctora Shizuka, ¿verdad? – la aludida afirmó. –¿Mi cuñada estará bien? Ella... ¿Perderá al bebé? – ella puso una mirada seria. Él abrió los ojos desmesuradamente y, en ese instante, el rostro melancólico de Hiroshi apareció en su cabeza. Si algo le llegara a pasar a ella, su amigo se volvería loco; ya que, después de su separación, él parecía estar sonámbulo, no prestaba atención a nada y, en los últimos días, desde que se encontró con Natsuki en la agencia Star, se había vuelto molesto escribiéndole a todas horas preguntando qué podía hacer para volver con ella. – Doctora, por favor, le estoy confiando a mi cuñada y a mi sobrino. – hizo una reverencia.

Sintiéndose comprometida con la petición de ese familiar, la doctora suavizó la expresión de su rostro. – Como usted es familiar, he de suponer que conoce la situación actual de Natsuki-chan. – le dijo al chico, quien respondió en voz baja sin deshacer la reverencia. – Los resultados, dependerán de la evolución del óvulo fertilizado y de cuánto soporte el cuerpo de la madre. – leve reverencia y marchó hacia la dirección que habían tomado su colega y camilleros.

¿De cuánto soporte el cuerpo de Natsuki? – Ishida se preguntó a sí mismo, frunciendo las cejas. Entones, recordó la primera complicación del cuerpo de la Hatake. Atónito, alzó la cabeza y, para su sorpresa, la doctora se había marchado. En ese instante, Natsumi llegó corriendo hacia él y se lanzó a sus brazos, abrazándolo mientras preguntaba sobre la condición de su hermana, pero no estaba escuchándola, sus pensamientos se fueron hacia Hiroshi y el impacto que esa noticia ocasionaría, más no entendía porqué no le decían nada a él. – Cariño, Hiro tiene derecho a saber que su hijo...– ella le miró con tristeza, entonces él desvió los ojos hacia un punto no específico. Sintiéndose impotentes, ambos se abrazaron.


...

Dos días después...

Las blancas cortinas se mecían suavemente debido al viento que entraba a través de la ventana, y cada vez que éstas se movían, los rayos del sol se colaban e iluminaban algunos espacios de la habitación, y uno de ellos enfocó el rostro de Natsuki, quien dormía plácidamente con la mano izquierda reposando encima de su vientre mientras la derecha permanecía a un costado. Su respiración era ligera, hacía del pecho subir y bajar calmamente, nada perturbaba su descanso. Dos días habían pasado y ella no despertaba de su sueño. De repente, una suave brisa meció ligeramente los flequillos de su cabello, alborotándolos un poco y una mano se extendió hacia la joven durmiente y le empezó a acomodar los mechones con ternura.

Entristecida, Anko alejó la mano de la frente de su hija. – Mi bebé...– susurró, sintiendo culpa por no haber estado cerca cuando ella fue acusada de dispararle a Shizune. Natsuki era inocente, independientemente de lo que otras personas pensaran o dijeran. Incluso ella misma, aunque tuviera razones y al principio sintió un poco de alegría, pero después se culpó por haberse alegrado, jamás agarraría un arma de fuego para atacar a una persona. También, llegó un momento en el que Kakashi quería tomar medidas con sus propias manos, sin embargo, decidió dejar el pasado atrás, más era obvio que el pasado lo atormentaba, porque no perdonaba a la familia Sarutobi el haberle ocultado la existencia de Mitsuki/Himeko.

Observó en la muñeca derecha de Natsuki, una aguja deslizada en su tersa piel conectada a un tubo plástico, del cual fluía un goteo de suero intravenoso. Eso le recordó cuando años atrás estuvo internada varias veces y ese suero nunca faltó. Había deseado que ninguno de sus hijos pasara por dicha situación. Volvió a extender la mano derecha hacia el rostro de ella y le acarició suavemente una mejilla. – Tu padre no se detendrá hasta demostrar que eres inocente. – dijo con un nudo en la garganta. – Mi bebé, mami también te protegerá. – de repente, escuchó el bullicio de algunas personas en el corredor.

Curiosa, se dirigió hacia la puerta y, al abrirla, los tres guardaespaldas estaban interponiéndose entre la puerta y alguien más. –¿Qué está pasando? ¿A qué se debe el alboroto? – los escoltas hicieron una reverencia, permitiéndole ver a la persona alborotadora. Parpadeó desconcertada, cuando vio a ese chico allí.

Con la mirada desesperada, Hiroshi intentó mirar por encima del hombro de Anko y abrió sus ojos desmesuradamente al lograr verla aunque fuera sólo un poco, pero ella estaba acostada en esa cama con los ojos cerrados. ¿Por qué? Dándose cuenta de que la puerta seguía abierta, Anko la cerró detrás de ella saliendo al pasillo. – Hiroshi-kun, no deberías estar aquí. – le dijo con amabilidad mientras observaba minuciosamente el hermoso ramo de rosas rojas y violetas que él sostenía en su mano izquierda. – Rojas, amor... Violetas, amor a primera vista...– una leve sonrisa atravesó sus labios.

Agitado porque no había podido ver desde hacía dos días a su enamorada cuando ocurrió ese incidente y avergonzado por estar frente a la madre de ella, Hiroshi agachó la cabeza y apretó los tallos de las flores que sostenía en la mano izquierda. – Anko-san, sé que he venido, a sabiendas de que tengo prohibido acercarme a su hija, debido a la situación de mi familia, pero...– alzó la mirada, reflejando una seguridad inquebrantable. – Permítame verla, al menos un minuto. Sólo le pido eso, por favor. – hizo una reverencia formal, sorprendiendo a Anko. – No entiendo qué está pasando, nadie me dice nada y yo...– su cuerpo empezó a temblar. – Q-Quiero verla...– lágrimas escaparon de sus ojos, cuales cerró evitando que siguieran escapando, pero fue inútil, ellas seguían deslizando por sus mejillas.

Entendiendo el sentimiento de tener cerca a la persona que amas y no poder verla, Anko suavizó su expresión, se acercó a él y, posando una mano encima de su cabeza, empezó a acariciar sus cabellos negros. – Hiroshi-kun, antes de que mi esposo regrese, permitiré que la veas. – con las mejillas mojadas y el rostro debatido, él levantó la cabeza. – Sólo serán tres minutos. – con lágrimas en los ojos, Hiroshi intentó sonreír mientras asentía. – Pero no llores. – siendo maternal, Anko limpió los restos de lágrimas. – Recuerda, sólo tres minutos antes de...

No lo permitiré. – voz masculina. Hiroshi sintió como si un balde de agua fría cayera encima de su cuerpo. Por su parte, Anko maldijo para sus adentros, la intuición de su esposo, así que sonriendo con nerviosismo, se alejó del joven y observó a Kakashi. Él, de pie, con las manos en los bolsillos de su pantalón azúl marino, le miraba a ella con firmeza, como si hubiera hecho algo indebido. – Mi hija no se acercará a ti, como tú no podrás acercarte a ella. – dijo Kakashi siendo tajante, enseguida se dispuso a entrar a la habitación.

Me gustaría serle de ayuda. – dijo Hiroshi con seguridad. Kakashi detuvo sus pasos, intrigado por las palabras del chico. – Quiero investigar el causante del incidente con Shizune-san y también quiero entender el pasado de mi familia. – Anko abrió sus ojos sorprendida y miró a su esposo, en espera de alguna reacción, ya que éste no se movía. – No puedo aceptar, que me prohíban ver a Natsuki, cuando ni siquiera comprendo el porqué. – los nervios se apoderaron de él después de haber dicho eso, entonces desvió los ojos hacia un costado. –¿Dije algo mal? ¿Me habré equivocado? – nervioso, se preguntó a sí mismo.

Una leve sonrisa, surcó los labios de Kakashi. – Interesante, éste niño tiene agallas. – dijo para sí mismo. – Cuando comprendas el daño que hizo tu familia, ¿Te olvidarás de mi hija? – le preguntó, observándole de reojo.

¿Olvidarse de Natsuki? No, eso no. Con la mirada segura de lo que iba a hacer o decir, Hiroshi volvió los ojos hacia el Hatake, quien le daba la espalda. – Aceptaré sus disposiciones y asumiré la responsabilidad de mi familia, excepto olvidarme de Natsuki. ¡Amo a su hija! – dijo con firmeza, sorprendiendo a Anko cada vez más. – Si no puedo verla, insistiré hasta obtener su aprobación. – Kakashi entrecerró sus ojos negros, sin dejar de observarlo desde el rabillo del ojo. – También, sé que cometí el error, de no pedir su mano en matrimonio, antes de convivir con ella. – el rostro de Kakashi endureció. – Entiendo que no puedo justificarme por ello, le pido disculpas, pero no me arrepiento. – los tres guardaespaldas observaron a su jefe y, al verle el rostro serio, tragaron saliva.

Nervioso por la posible reacción de él, Hiroshi tragó saliva. El Hatake estaba en completo silencio y eso le asustó un poco. Inhaló, debía decir sus pensamientos, después de todo, ya había hablado de más. – La idea de un matrimonio formal siempre estuvo en mi mente, pero en ese momento, no tuvimos elección. – el Hatake no se movía, pero no podía perder la ocasión de sincerarse. – Kakashi-san, Anko-san, si me permiten la oportunidad...– con valentía, Hiroshi hizo una reverencia formal para ambos, dejando a Anko sin palabras y desconcertando a Kakashi. – Quiero ser candidato para luchar por el amor de Natsuki, o mejor dicho, quiero pedir la mano de su hija en formal compromiso para celebrar nuestra boda. – recuperó la postura. – No la entregaré a otro hombre, menos a Maito. – mirada seria.

¿Candidato para luchar por su amor? ¿Pedir su mano? ¿Celebrar boda? ¿No la entregará a otro hombre? Una divertida sonrisa atravesó los labios de Kakashi, de inmediato dejó de sonreír para mostrar un rostro sereno, luego giró sobre sus talones y lo enfrentó con la mirada. Para su sorpresa interior, ya que debía mostrar seriedad externamente, el chico le devolvió la mirada, pero con firmeza y determinación, parecía que no se retractaría de sus palabras. Entrecerró los ojos, entonces ambos batallaron a simple vista para ver cuál de los dos ganaría la pelea. Fue entonces que, Kakashi se vio a sí mismo cuando era joven y enamorado, capaz de luchar contra quien fuera, por el amor de su ahora esposa, Anko, y ser feliz a su lado.

No obstante, Anko estaba nerviosa debido a que era la primera vez, después de tantos años, que alguien enfrentaba a su esposo de esa forma. Sin embargo, a pesar del enfrentamiento de miradas entre él y el hijo de Kurenai, pudo notar un ligero gesto de agrado en el rostro del Hatake. ¿Gesto de agrado? Parpadeó sorprendida, pero luego suavizó las facciones de su rostro, pues Kakashi había aceptado, en parte, la proposición de Hiroshi. – Nuestra hija no se equivocó en elegir. Es un buen chico, ¿Cierto, Kakashi? – preguntó para sí misma, observando a su esposo con una sonrisa.

Sintiendo tranquilidad al saber que ese chico era confiable, Kakashi cerró los ojos dando por terminada la batalla, los abrió nuevamente dándose cuenta de la mirada de su esposa, a quien le asintió levemente, y reanudó los pasos para arribar a la habitación sin musitar palabras. Entonces, cuando estuvo frente a la puerta, agarró la manilla, la cual iba a abrir, más se detuvo. – No permito malentendidos. – dijo completamente serio, luego abrió la puerta lo suficiente para entrar a la habitación y arribó en la misma. – Mañana a las 10:00 A.M., en mi despacho. – cerró la puerta.

Confundido, Hiroshi parpadeó varias veces. No entendió el significado de las palabras del Señor Hatake. – ¿Mañana a las 10:00 A.M.? ¿Qué quiso decir? – se preguntó, inclinando la cabeza.

Dejando escapar una risilla, Anko colocó una mano encima del hombro izquierdo de Sarutobi. – Hiroshi-kun...– apartó la mano de su hombro, más le indicó el corredor. – Conozco una pastelería, donde venden unas rebanadas de pasteles de chocolates muy deliciosas. ¿Me acompañarías? – le preguntó sonriente. Él asintió. – Oh, sí. Permíteme. – dijo tomando el hermoso ramo de rosas. – Me encargaré de ponerlas al lado de su cama cuando regrese. – le guiñó un ojo y le entregó el ramo a uno de los escoltas. – Por favor, cuídalas mientras regreso. – obtuvo un asentamiento. – Vamos, Hiroshi-kun. – tomándolo por sorpresa, lo agarró del brazo y ambos se perdieron en el corredor.


...

En la habitación...

Con las manos dentro de los bolsillos del pantalón, Kakashi se aproximó a la cama con parsimonia mientras las suelas de sus zapatos hacían eco por toda la habitación. Se detuvo al costado izquierdo de la cama y, desde allí, contempló el rostro de Natsuki, su pequeña hija, su primogénita, la que siempre tenía una sonrisa en el rostro y quien, cuando era niña, corría alegre hacia sus brazos para contarle sus travesuras; a pesar del poco tiempo que le dedicó por estar pendiente de Anko y la empresa, ella le recibía feliz. Ahora, su pequeña, convertida en una hermosa dama, dormía tranquilamente con la mano izquierda reposando encima de su vientre mientras la derecha permanecía a un costado con una aguja lastimando su blanquecida piel. Aguja conectada a un tubo plástico, del cual fluía un goteo de suero intravenoso.

Desearía arrancarle esa aguja, levantarla de esa cama deprimente y llevarla a casa, pero... Cerró las manos en puños dentro de los bolsillos del pantalón. Verla así, tan débil, le enfurecía. – Cariño...– extrajo la mano derecha y, entristecido, le comenzó a mover los flequillos de la frente como en una caricia, pero ella no se movió, nada perturbaba su sueño. Era doloroso pensar que, desde hacía dos días, ella no despertaba y hacía dos días que recibió esa llamada.

~Flash Back~

Sentado en el cómodo sillón de su amplio despacho, Kakashi leía las propuestas de algunas empresas que querían afiliarse a su cadena de hoteles y empresas H&M, pero muchas de las propuestas no eran confiables, ya que no podía invertir en un proyecto de miles y millones de pesos, cuando no había seguridad en las finanzas. Él conocía a la perfección, las intenciones de muchos empresarios, pues ellos sabían que él no era un inversionista fácil de manipular, por eso buscaban comprometer a sus hijos con sus hermosas hijas aprovechando cada oportunidad y, una vez logrado, hacerle invertir en esas pequeñas empresas, de las cuales él no obtendría nada.

Sin embargo, antes de ser empresario, era padre de familia y, como padre, no entregaría a sus hijas a hombres ambiciosos de poder que no les interesaría el cuidado de sus hermosas primogénitas. No obstante, todos los hombres de negocios, sabían él no elegiría a un cualquiera estar cerca de sus queridas hijas; primero, aseguraría la felicidad de ellas, y segundo, sus hijas no serían utilizadas por ineptos con el símbolo de pesos en sus ojos. Después de todo, el apellido Hatake era reconocido a nivel internacional y se encontraba posicionado en primer lugar como el empresario más solvente y su capital aumentó considerablemente al unificar los recursos de la familia Mitarashi cuando se casó con Anko.

Observó el reloj de pulsera adaptada en su muñeca izquierda. Es tiempo. se levantó, lanzó las propuestas encima del escritorio y deslizó la mano izquierda en el bolsillo de su pantalón. Salió del despacho, atravesando un largo corredor entretanto los empleados le saludaban con alegría. Él sonrió, podía ser cruel en los negocios, pero era justo con sus trabajadores. Al final del corredor, visualizó una amplia puerta. Caballeros. dijo al entrar al salón de conferencias haciendo acopio de toda su paciencia.

Los presentes se pusieron de pie como gesto de respeto. Kakashi tomó asiento en la silla presidencial y miró a cada uno de sus aliados corporativos, quienes no despegaban la vista de unos hombres, según ellos, no muy confiables. A pesar de estar acostumbrado a ese tipo de reuniones, sentía frustración cada vez, porque al final alguien mencionaba el posible casamiento de una de sus hijas. Sin embargo, estaba aliviado de que, por lo menos, Natsumi se casó con Ishida, primogénito de la familia Ukitake, tradicional en fabricación de artesanía y descendiente de una generación de actores.

Su asistente, un joven de mirada seria, arribó al salón y colocó frente a él, una carpeta con información detallada sobre un proyecto. Kakashi movió los ojos hacia el costado derecho y vio a su amigo Gai, echando un vistazo al contenido de la carpeta que su asistente también le había entregado. Aunque recurrentemente realizaban negocios juntos, después de anunciar el compromiso de una de sus hijas con el hijo de éste, ambos empezaron a trabajar en varios proyectos.

Un señor de unos cuarenta años, de piel morena, ojos negros y su cabello corto también negros, carraspeó la garganta. Presidente Hatake, sé que hace poco nos vimos y no le quitaremos mucho tiempo. Sabemos que es un hombre muy ocupado, pero hoy les traemos una nueva propuesta. echó un vistazo a sus compañeros. Hemos ubicado una posada a las afueras de la ciudad, está vieja y si la destruimos, podemos construir un hotel, donde los turistas puedan vacacionar.– sonrisa. – Nos gustaría que le diera una oportunidad.

Sin expresión en el rostro, Kakashi tomó entre sus manos, la carpeta que su asistente le había dejado sobre la mesa y empezó a ojear el contenido. Efectivamente, ya había visto la información, pero la rechazó de inmediato, porque él mismo investigó y descubrió que la posada pertenecía a una pareja de ancianos. Señor ¿Nakajiro? el nombrado asintió. ¿Sabía usted, que esa posada pertenece a una pareja de la tercera edad? preguntó cerrando el fólder de golpe.

Nakajiro sonrió con nerviosismo mientras una gota de sudor deslizaba por su frente. Sí, sí, pero eso podemos arreglarlo, usted me entiende, con una pequeña indemnización. – juntó sus manos y las frotó sin apartar los ojos del Hatake.

Kakashi entrecerró los ojos, comprendiendo las intenciones de ese individuo. Su objetivo, cobrar una jugosa indemnización de parte de su empresa H&M Company, guardarse en el bolsillo una buena suma de dinero y pagarle el porcentaje mínimo a la pareja propietaria; más adelante, un vendedor de bienes raíces, lo demandaría por soborno y su nombre quedaría envuelto en un proceso judicial. Además, ese proyecto tenía otra peculiaridad. – ¿Sabía usted, señor Nakajiro, que esa playa es una área natural protegida por el Estado? – el señor Nakajiro, agitado, se levantó del asiento. – Ahí, habitan especies en peligro de extinción.

P-Por supuesto, pero podemos hacernos cargo de la propiedad y la playa, pagando una pequeña contribución al Estado. – agregó Nakajiro, confiado en sus propias palabras. – A-Además, si nos apropiamos de ese lugar, podríamos considerarlo como un regalo de bodas para nuestros hijos. Claro, si usted acepta que mi hijo corteje a una de sus hijas. – parpadeó, esperando respuestas.

La ceja derecha de Kakashi hizo tic. ¿Sus hijas eran un negocio? Sus asociados empezaron a murmurar sobre lo mencionado por ese individuo que, cada vez, le exasperaba, pero debía mantener la compostura. Por su parte, alguien apretó los labios tratando de no reír, así que le lanzó una mirada furiosa a Gai y éste se cubrió la boca con una mano. Era suficiente, estaba harto de que usaran el tema de sus preciosas hijas como puentes para obtener lo que quisieran. Los murmullos fueron aumentando, olvidándose de que él aún permanecía allí. De repente, dio un fuerte golpe en la mesa, silenciando a todos los presentes. – Señor Nakajiro, mis hijas no están disponibles. – dijo con voz seria, los demás tragaron saliva.

Kakashi los miró uno a uno, pues corría un rumor de que, su futuro yerno, esposo de Natsuki, a quien muchos apuntaban por ser la primera en nacer, manejará las empresas y cadenas de hoteles. No podían estar más equivocados, Natsuki estaba muy preparada en el ámbito empresarial, debido a la educación recibida desde niña, a pesar de no utilizar sus conocimientos para continuar expandiendo la empresa. Separó los labios, a los fines de culminar la reunión, sin embargo, su teléfono móvil privado empezó a vibrar. Los asuntos laborales y empresariales eran tratados a través del número telefónico que sostenía su asistente; pero sólo los miembros de su familia, sus empleados domésticos, escoltas personales y los muy cercanos a él conocían ese número privado.

Dejó de vibrar, por tanto podría deducir que colgaron. – Caballeros...– su móvil volvió a vibrar. Extrañado, extrajo el celular del bolsillo de su saco y observó el nombre del remitente. ¿Anko? – dijo para sus adentros, sorprendido. Raras veces, ella le marcaba en horas de trabajo, mayormente recibía sus mensajes; esto, en caso de estar en reunión y, de esa forma, no interrumpirle, pero recibir sus llamadas con insistencia... Frunció las cejas. Apretando el celular en la mano izquierda y sosteniendo el folder en la mano derecha, se levantó. – Caballeros, la reunión ha terminado. – lanzó el folder contra la mesa. – Señor Nakajiro, le recomiendo que, antes de intentar engañarme, realice una mejor investigación. – salió apresurado y rápidamente descolgó. – Hola amor, ¿Me extrañas? – preguntó sonriente, mientras atravesaba el pasillo. La sonrisa desapareció de su rostro.

En el salón de conferencias, Gai cerró el folder llamando la atención de los presentes y se puso en pie. Los demás colaboradores de la empresa, lo imitaron. – Señor Nakajiro, Kakashi realiza personalmente sus propias investigaciones, antes de aceptar cualquier propuesta. – el aludido cayó sentado encima del sillón, estupefacto. – Le aconsejo, si usted no tiene una propuesta legal, no se esfuerce en intentarlo y evítese el mal rato de ser avergonzado. – lanzó el folder contra la mesa y salió del salón acompañado de sus asociados. Fue entonces que vio a su amigo de espaldas, parado en pleno corredor. – Oye, Kakashi. – se acercó al nombrado y le golpeó fuertemente la espalda. Para su sorpresa, éste no tuvo ninguna reacción. – Kak...– se posicionó frente a él. –...ashi...– abrió los ojos como platos, al ver a su amigo congelado.

Atónito, Kakashi tenía los ojos desorbitados y sus labios ligeramente separados entretanto mantenía el móvil en el oído izquierdo. No podía creer lo que Anko le dijo, estaba en shock. Movió los ojos hacia un costado, vio a Gai hablándole, pero no estaba oyendo lo que él le decía, sólo prestaba atención a las palabras de su esposa: "¿Kakashi? ¿Me éstas escuchando? ¿Por qué no dices algo? ¿Kakashi?" Separó los labios, pero el inferior empezó a temblar. – E...– recordó sus primeras palabras: "Kakashi... Es nuestra hija, Natsuki. Ella... Ella está en el hospital, acaban de intervenirla. Tienes que venir, por favor..." – Estaré ahí. – le dijo y colgó.

Gai observó al Hatake bajar el brazo izquierdo con el móvil en mano, pareciera como si le tiraron agua fría. – Kakashi, ¿Estás bien? ¿Qué pasó? – le preguntó, preocupado.

Mirando a su amigo Gai de frente, Kakashi recordó que el hijo de éste se vio envuelto también, entonces colocó mano derecha encima del hombro izquierdo de él. – Gai, debemos ir al hospital de inmediato. le dijo tomando por sorpresa a su amigo. – Genji sufrió una caída protegiendo a Natsuki y se golpeó fuertemente la espalda, ahora mismo está recibiendo atención médica. – dicho esto, le apartó la mano del hombro.

Gai frunció el seño, el rostro del Hatake decía que había algo más. – Confío en que Genji se encuentra bien, pero... ¿Qué pasa con Natsuki? ¿Cómo está? – interrogó, aún más preocupado por la expresión desconcertada de Kakashi.

Asustado, debido a las interrogantes de Maito, ya que desconocía las respuestas, pues ni siquiera Anko sabía la condición actual de su hija, cerró la mano derecha en puño y con la izquierda apretó el móvil. – Natsuki...– frunció las cejas, con tristeza en su mirar. – Ella está recibiendo atención médica, y es probable que los doctores deban intervenirla quirúrgicamente. – percibió la intención de Gai por cuestionar, por tanto se adelantó. – No sé qué está sucediendo. Vamos. – obtuvo un asentamiento y, rápidamente, ambos marcharon.

Hospital de Konoha...

Apresurados, Kakashi y Gai atravesaron las puertas del hospital, caminando a pasos todos con prisa. Era notable la desesperación del Hatake, debido a que avanzaba cada vez más rápido y Gai trataba de seguirle el ritmo. Fue entonces que al final de un pasillo, ambos doblaron a la izquierda y vieron a una nerviosa Anko sentada sobre una silla, agarrándose las manos y apretujándose los dedos mientras mantenía la cabeza agachada; sentada a su costado izquierdo, se encontraba una preocupada Natsumi, envolviendo las manos de su madre con las propias, tratando de calmarla. Por su parte, Ishida, preocupado, se encontraba de pie con las manos dentro de los bolsillos del pantalón entretanto miraba las puertas de UCI a cada segundo.

Por otra parte, Koishi, melancólico estaba, de pie al lado de Ishida, mirando el techo, con las manos en los bolsillos del pantalón, la espalda y la cabeza apoyada contra la pared; entristecido, Genji se encontraba sentado al lado izquierdo de Natsumi, con el cuerpo encorvado hacia delante, los codos apoyados en sus muslos y los dedos de sus manos entrelazados; y, al lado izquierdo de él, estaba una ansiosa Himeko sentada con las manos entrelazadas y sus ojos centrados en el suelo. También, dentro del grupo, se encontraba Ino caminando de un lado a otro con nerviosismo, pues no sabía qué hacer o actuar si le pasaba algo malo a la Hatake, quien se supone debía cuidar.

De repente, Anko escuchó los pasos de alguien acercarse, alzó la cabeza y, para aliviar un poco su corazón, vio a su esposo detenerse. Sus ojos aguaron y las cejas fruncieron al verlo allí. Los demás dirigieron sus miradas hacia los recién llegados. – Kakashi...– las lágrimas nublaron su visibilidad, éstas de inmediato deslizaron por sus mejillas. – Natsuki... Ella...– se cubrió la boca con la mano derecha, intentando callar su llanto.

Completamente serio, Kakashi se aproximó a Anko y se agachó frente a ella. El verla así, llorando en silencio, provocó una punzada de dolor en su pecho, lo cual significaba que el estado de su hija era más grave de lo pensado, pero no entendía nada, incluso Genji se observaba saludable mientras discutía con Gai, debido a que éste último le golpeó alegremente la espalda y el primero estaba quejándose de su poco tacto. Movió los ojos hacia Natsumi, ella llevaba puesto un llamativo vestido rojo, era de suponer que sus hijas estaban grabando las escenas del último video promocional de C-ute. – Natsumi...– la aludida le miró. – ¿Qué pasó exactamente, para que tu hermana terminara así? – le preguntó a Natsumi, tratando de estar calmado.

Asustada por la posible reacción de su padre y triste por no haber auxiliado a su hermana cuando ésta caía, Natsumi clavó la mirada en el suelo. – Onee-chan...– el rostro asustado de Natsuki cayendo, pasó por su cabeza. Lágrimas escaparon de sus ojos. – Lo siento, no pude hacer nada para evitarlo. – se limpió los rastros de lágrimas, pero éstas volvieron a deslizar por sus mejillas.

Comprendiendo a su esposa, Ishida se acercó al Hatake. – Kakashi-san...– el nombrado volvió la cabeza hacia él. – Sucedió que Natsuki resbaló de unos escalones y Genji la protegió con su cuerpo. – dijo observando de soslayo a Maito. – La caída fue inevitable, por eso Genji resultó herido. – volvió a mirar al Hatake. – No estaba con ellas en ese momento, pero logré ver todo lo ocurrido.

Kakashi cerró los ojos un momento, volvió a abrirlos y los centró en Anko. – Entiendo. – le dijo al Ukitake. – Amor...– le apartó la mano derecha de la boca con su mano izquierda y la apretó. – Nuestra hija va a estar bien. – extendió la mano derecha y, con ella, empezó a limpiarle las mejillas mojadas. – ¿Sí? – la incitó a afirmar, pero...

Anko sacudió la cabeza en negación. – Tú no lo entiendes. – le dijo mirándolo a los ojos. Él necesitaba saber, sin embargo, la mirada sin comprender de Kakashi, le obligó a morderse el labio inferior, pues ella había callado la noticia del embarazo de su primogénita, a petición de la joven, ya que ella misma le diría cuando mentalmente estuviera lista, pero las circunstancias cambiaron. – Lo siento por no decirte nada, pero Natsuki me pidió tiempo para conversar contigo. – más lágrimas deslizaron en sus mejillas, cuales limpió.

¿Natsuki? ¿Qué tenía ella que ver? Kakashi arrugó las cejas, no entendiendo nada. – ¿Conversar conmigo? – susurró con extrañeza.

Anko afirmó con la cabeza. – Kakashi...– colocando ambas manos en las mejillas de él, le obligó a mirarla directamente a los ojos. – Escúchame con atención, Natsuki tiene diez semanas de embarazo. – Kakashi desvió los ojos hacia un costado, evitando mirarla, y Himeko abrió sus ojos como platos, pues desconocía esa información. Sorprendida por la reacción de él, Anko apartó las manos de sus masculinas mejillas. – Tú ya lo sabías, ¿no? – él bajó la mirada y asintió con la cabeza. – Como también sabes que su embarazo es riesgoso, ¿no? – él volvió a asentir. Ella apretó los labios en una línea mientras el labio inferior temblaba y sus ojos se aguaban, luego inhaló moviendo los ojos hacia un punto no específico, evitando llorar. – ¿Sabías que...? – volvió a mirarlo. – ¿Ella corre el riesgo de sufrir amenaza de aborto? – Himeko se cubrió la boca, estupefacta.

Atónito, Kakashi abrió sus ojos desmesuradamente. No podía creer que su hija estuviera en riesgo de aborto, entonces empezó a entender el porqué Genji se veía saludable a pesar de la caída y Natsuki continuaba en UCI (Unidad de Cuidados Intensivos). Ella estaría bien, él se encargaría de buscar a los mejores médicos para atenderla. Ella estará bien. – Nuestra hija va a estar bien. – dijo inseguro y, tembloroso, extrajo el móvil del bolsillo de su saco y empezó a teclear un número telefónico.

Entristecida de ver a Kakashi desorientado, Anko le agarró la mano que sostenía el celular. – Aunque busques a los mejores médicos, cuando lleguen, habrá sido tarde. – él se quedó perplejo. – Confiemos en la doctora Shizuka. – le dijo con seguridad en sus palabras.

La rabia de saber que su hija estaba en peligro y no poder hacer algo para protegerla de ese peligro, se apoderó de él. Furioso, agachó la cabeza y las facciones de su rostro endurecieron. – Si ese bebé es una amenaza para la salud de mi hija, deberá abortarlo. – susurró en voz baja, apenas audible para Anko, con una seriedad que la dejó desconcertada.

De repente, la doctora Shizuka salió de UCI con la mano izquierda dentro del bolsillo de la bata médica y en la derecha sostenía un sobre grande de color blanco. Mirada seria. – ¿Señor y señora Hatake? – murmuró con seriedad. Rápidamente, Anko, Natsumi y Himeko se levantaron de la silla, Kakashi del suelo y Koishi se apartó de la pared. Sin perder ni un segundo, abordaron a la doctora, incluyendo a Ishida, Genji, Gai e Ino, sorprendiéndola.

Kakashi y Anko intercambiaron miradas, nerviosos por conocer el estado de salud de su hija; los demás se miraron entre sí, pues en ese momento ninguno de ellos tenía el valor de preguntar. Por tanto, Kakashi endureció las facciones de su rostro. – Doctora... ¿Cómo está mi hija? – preguntó un tanto ansioso.

La doctora apretó el sobre blanco que sostenía y esperó un par de minutos antes de responder, pues debía analizar en ese poco tiempo, cómo resumir la situación. – Natsuki-chan, no sufrió golpes internos debido a la caída. – informó, seria. Los presentes respiraron aliviados al escuchar esa buena noticia. – Pero esa causante, resultó ser un gran estímulo para ella y permitió que el miedo la envolviera. Ese miedo fue percibido por el bebé. – dijo mientras veía a Anko frunciendo las cejas hacia abajo y aguantando las lágrimas. – El cuerpo de Natsuki-chan, no tiene las reservas adecuadas de hierro para sostener el embarazo. Por eso, le estamos suministrando suplementos de hierro. – observó las expresiones tristes de los presentes.

Natsumi cerró las manos en puños, le dolía el pecho. – ¿Mi hermana perderá al bebé? – Kakashi y Anko la miraron. – ¿Es lo que significa? ¿Mi hermana estará bien, después? – cuestionó, mientras las lágrimas empezaron a deslizar por sus mejillas.

Con la cabeza agachada, tratando de asimilar toda esa información, Himeko retrocedió un par de pasos mientras su cuerpo empezaba a temblar. – Natsuki-nee-chan, ¿Estará bien, no? – las lágrimas escaparon de sus ojos. – Ella va a estar bien, ¿Verdad? – alzó la cabeza, mostrando un rostro debatido. – Ahora que tengo hermanas, no quiero perderlas. – cierto, siempre había deseado tener hermanas, además de Hiroshi, y después de enterarse que sí las tiene, ¿debe perderlas? Le dolía el pecho, no comprendía porqué le dolía tanto, cuando apenas las conoció, quizás se debía al vínculo de las tres, pero no podía detener las lágrimas.

Una punzada de dolor hincó en el pecho de Genji mientras veía a Himeko llorar y cubrirse la boca con ambas manos. Aún no entendía la relación entre ella y Asuma Sarutobi, y el motivo por el cual ella era bastante respetuosa con los Hatake, pero le disgustaba verla llorando. Desearía detener sus lágrimas, darle un abrazo y decirle "Todo va a estar bien". Observó de soslayo a Ishida moverse de su posición inicial y rodear a Natsumi con sus brazos, abrazándola fuertemente y ella correspondiendo. Él podía hacer lo mismo, pero... Volvió a mirarla. De repente, sintió una mano en su hombro izquierdo. Se trataba de Gai, quien apartó la mano y le dio un suave empujón que le obligó a caminar. Genji se detuvo al lado izquierdo de ella, carraspeó. – Natsuki, se sobrepondrá a ésto. – le dijo a la Hatake, ella le observó con sorpresa.

La doctora cerró los ojos un momento, volvió a abrirlos. – No quiero crearles expectativas, pero un embarazo ectópico es delicado. – los presentes prestaron atención. La mirada de ella se tornó seria. – Como profesional médico, debería recomendar el someter a Natsuki-chan a una cirugía para extraer el óvulo fecundado...– todos se desconcertaron ante la recomendación de ella, a excepción de Anko, quien ya tenía conocimiento previo. – Pero continuaremos suministrándole los suplementos de hierro necesarios. Si la salud de Natsuki-chan se complica...– miró a Kakashi y Anko directamente a los ojos. –...como padres, deberán decidir entre continuar o no el proceso de gestación. – ella entrecerró los ojos al ver a Kakashi poner una mirada triste, entonces extendió hacia él, el brazo derecho que sostenía el sobre blanco.

Kakashi bajó la mirada y frunció el entrecejo mientras observaba el sobre extendido hacia él. – ¿Esto es...? – con desconfianza, agarró el sobre.

La doctora Shizuka descendió el brazo después que el Hatake sostuviera dicho sobre, y deslizó la mano dentro del bolsillo de la bata. – Es el primer ultrasonido. – de inmediato, Kakashi extrajo la imagen del sobre y sus ojos abrieron desmesuradamente. – Como he dicho antes, ese embarazo es delicado, pero ya no estamos hablando de un óvalo a extraer, o de un embrión, se trata de un bebé. – Kakashi separó los labios, pero no pudo decir nada, estaba demasiado concentrado contemplando a su futuro nieto, su cabecita, sus manitas y piecitos ya formados. – El bebé está luchando por vivir. – sonrió. Natsumi e Ishida se miraron sonrientes, contentos porque el bebé deseaba nacer. – Si deciden continuar, conozco un colega especialista que podría tratar su embarazo. – la sonrisa desvaneció. – Las probabilidades son mínimas, pero recuerden que la vida de la madre y el bebé están en riesgo. – hizo una leve reverencia y marchó de regreso a UCI.

Gai movió los ojos en dirección a su amigo Kakashi, quien agachó la cabeza e intensificó el agarre de la imagen tan fuerte que sus manos empezaron a temblar. Sabía que él no estaba bien, se estaba debatiendo entre sí mismo, interrogándose una y otra vez sobre qué debía hacer. Así que, se aproximó al Hatake y le puso una mano encima del hombro. – Cálmate. – le susurró.

Desconcertado por el susurro de su amigo, Kakashi abrió sus ojos como platos, de inmediato su campo de visión se enfocó en ver nueva vez la forma del bebé. Era muy pronto para saber el sexo de él, pero estaba más que claro, su cabecita, sus manitas, piecitos, sus ojitos que probablemente los heredaría de él, su abuelo, se encontraban formados, sólo estaba pequeñito. Y ese pequeñito, era el hijo de su primogénita, quien peligraba debido a ese bebé que luchaba por vivir. El bebé estaba luchando, su hija peligrando... Las probabilidades de sobrevivir ambos, eran escasas debido al estado físico de Natsuki. No sabía qué decisión tomar, inseguridad que manifestó. – No sé qué hacer. – triste, Anko agarró la sonografía y la haló suavemente hacia ella, deslizándola de las manos de él; la observó unos minutos y le miró, sonriendo con tristeza. Entonces, él supo qué debía hacer.

~End Flash Back~

Un goteo cayó, deslizando por el tubo plástico y se mezcló, a mitad de camino, con el líquido que era absorbido por el cuerpo de Natsuki, a través de la aguja en su tersa mano derecha. Con la mano derecha, Kakashi le movía los flequillos de su frente como en una caricia, pero ella aún no se movía. La doctora diagnosticó que era normal, pues ella estaba muy cansada y necesitaba reponer fuerzas para recuperarse. – Cariño, despierta pronto… por favor. – susurró entristecido.

De repente, Natsuki frunció las cejas y poco a poco fue abriendo sus negros ojos. Los cerró con pesadez y los volvió a abrir, visualizando una figura borrosa frente a ella, cerca de su rostro. Parpadeó lentamente como si sus ojos estuvieran cansados mientras sus oídos escuchaban una voz familiar la cual sonaba preocupada. Entrecerró los ojos y enfocó a Kakashi hablándole. – Otō-san...– susurró agotada.

Hola cariño, ¿Cómo te sientes? – preguntó Kakashi, acariciándole su mejilla.

Natsuki parpadeó pesadamente. – Con sueño... Mucho sueño...– respondió mientras cerraba los ojos, volviendo a quedarse dormida.

Feliz y triste al mismo tiempo porque ella había despertado, Kakashi frunció los labios en una línea tratando de calmarse y no arrepentirse de la decisión que había tomado. – Descansa...– le susurró con melancolía entretanto apartaba los flequillos de su frente.


...

Al mismo tiempo...

Sentados frente a frente sobre una silla cada uno, en la terraza de una pastelería francesa, Anko, agradecida por la compañía, disfrutaba degustando el delicioso pastel de chocolate mientras Hiroshi, un poco nervioso, también comía pastel, pues la señora Hatake ordenó lo mismo para ambos, por tanto cada uno tenía su propio pedazo de pastel y al lado una taza de café. Hiroshi la observó agarrar la taza y soplar el café, alejando un poco el humo proveniente de ésta y beber con galantería el café recientemente servido. Sus labios se curvaron hacia arriba en una leve sonrisa, después de confirmar con esos gestos, de quien Natsuki había heredado la forma de tomar bebidas calientes.

De repente, los ojos de Anko se desviaron hacia un punto específico y una leve sonrisa surcó sus labios. Hiroshi entrecerró sus negros ojos sin despegar la vista de ella, quien tenía una mirada amable reflejada en su rostro y bebía del café sin apartar los ojos de aquel punto. Curioso por lo que ella miraba, Hiroshi decidió observar también y lo que sus ojos vieron le hizo sonrojar. Una pantalla grande en el edificio del frente, presentaba el tráiler del drama "Volviendo a ti", el cual Natsuki y él protagonizaron. En el video, Natsuki interpretando el papel de Nezuko y él a Shinjiro, se abrazaron y respirando agitados acercaban sus bocas poco a poquito hasta rozarse, entonces él atrapó el labio inferior de ella con sus labios y, así dio inicio a la batalla de un profundo beso.

Hiroshi apartó la mirada maldiciendo para sus adentros y se golpeó mentalmente, pues en ese momento había deseado que presentaran otro anuncio y no ese, menos en ese preciso instante cuando estaba con la madre de la protagonista. El anuncio no podía ser más inoportuno, sin embargo, ese era uno de los muchos dramas que ambos protagonizaron. Al principio, cuando él no había tomado la decisión de confesarse, ambos participaban en los dramas, pero el género estaba centrado en la comedia y romance; después de su confesión, que la relación se afianzó, sus papeles se volvieron más intensos, es decir, los dramas contenían más escenas de roces, caricias y besos. Los directores exigieron contactos y roces efímeros, con la excusa de que ambos ya eran pareja y no necesitaban limitar las escenas de besos en fingirlas.

No obstante, que la madre de su mujer viera una de esas escenas, era relativamente vergonzoso. Quisiera que la tierra lo tragara en ese instante. Anko percibió el sonrojo en las mejillas de Hiroshi, entonces sonrió. – ¿Amas a Natsuki? – le preguntó y se llevó la taza a los labios. Hiroshi parpadeó nervioso por la interrogante y le miró fijamente, por lo que ella sonrió nueva vez y movió los ojos de vuelta a la pantalla, esquivando la mirada de él y bebió un sorbo de café.

Las mejillas de Hiroshi, intensificaron el rubor. – La amo. – agachó la cabeza, avergonzado, pero con una sonrisa en los labios. Anko abrió los ojos y le observó, pues no esperaba una respuesta tan directa. – La he amado desde niños. – sorprendida, ella se llevó la taza a los labios y bebió un pequeño sorbo de café. – Todos éstos años, me mantuve cerca de la mujer que he amado, procurando hacerme notar. – alzó la cabeza, dejando a un lado su vergüenza y nerviosismo, pues debía enfrentar la situación y demostrarle a los padres de Natsuki, su sinceridad. – Al pasar el tiempo, Natsuki se volvía más y más hermosa, los pretendientes aumentaron y mis deseos también crecieron. – apoyó las manos sobre la mesa y entrelazó sus dedos. – Ya no podía ocultar más mis sentimientos por ella, y mi felicidad se completó, al saber que ella también sentía lo mismo por mí. – el rubor de sus mejillas, aumentó.

Analizando las palabras del joven, Anko colocó la taza a medio terminar encima de la mesa. Separó los labios para responder, más él continuó. – Cuando le propuse a Natsuki vivir conmigo, no fue planeado. Simplemente, tuve una discusión con mi madre, quería que me alejara de ella y me fui de la casa. – ella se desconcertó al saber que Kurenai trató de intervenir en la relación de sus hijos. – Lo hice, porque quería proteger nuestro amor, así nadie nos lastimaría. Pensé que podíamos celebrar nuestra boda sin inconvenientes, pero...– bajó la mirada, entristecido. – La noche antes de la boda de Ishida y Natsumi, Natsuki terminó conmigo. Pensé que se debía, porque estaba grabando en la locación y llegué tarde a casa. – él sonrió con tristeza. – No entendía qué pasaba, me preguntaba porqué.

La sonrisa desapareció de su rostro. Anko tan sólo le miraba. – El día de la celebración, Natsuki me reclamó, diciendo que mi familia era la causa de que su familia sufriera en el pasado. – intensificó la unión de sus manos. – Si mi familia es culpable, asumiré la responsabilidad, pero no puedo ni quiero apartarme de Natsuki. – apretó sus manos aún más hasta temblar. – Puede que ella piense que le mentí, ocultándole la existencia de Himeko, pero aunque parezca extraño, no sabía que Himeko o como ustedes le llaman, Mitsuki, era su familiar. – Anko entrecerró sus ojos. – Himeko es mi hermana, pero dejé de verla hace muchos años y no la volví a ver hasta ahora que ella regresó. Para mí, también fue una sorpresa verla y reconocer el enorme parecido con Natsuki. – aflojó el apretón de manos.

Cerrando los ojos, Anko enderezó el cuerpo y los abrió situándolos hacia un punto incierto. – Si no tienes nada de qué avergonzarte, entonces nadie puede pisotearte. – Hiroshi levantó la mirada, desconcertado. Hubo un largo silencio entretanto Anko percibió a una pareja abrazarse y a otra discutir. – Sólo porque el amor es hermoso, no quiere decir que siempre es feliz. – volvió la mirada hacia el Sarutobi. – Habrá momentos de felicidad, tristezas, decepciones, y otros en los que quisieras escapar. – sonrió con tristeza. – Convertirse en adultos, es aceptar los desafíos, asumir el compromiso, mantener el enfoque hacia lo que deseas en verdad y alcanzar esos deseos. – bajó la mirada y la centró en lo que quedaba del café. – No seas como yo. – agarró la taza entre sus manos. – Huí muchas veces, por miedo a enfrentar la realidad. – Hiroshi parpadeó sorprendido.

Las facciones del rostro de Anko, se volvieron melancólicas. – Tu valentía, me hizo recordar cuando Kakashi y yo éramos jóvenes. De no ser por él, me habría dado por vencida desde hace años. – acercó la taza a sus labios, bebió un trago. – El tiempo y las circunstancias cambian a las personas. – colocó la taza sobre la mesa. – Todos cambiamos en algún momento de nuestras vidas. – rodeó la taza con ambas manos y la apretó. – Y para proteger lo que amamos, llegamos a convertirnos en lo que más odiamos. – apretó la taza con más fuerza hasta temblarle las manos. – Hiroshi-kun...– el aludido prestó más atención. Ella soltó la taza. – Como padres, deseamos lo mejor para nuestros hijos, procuramos su bienestar y haremos cuánto sea posible para evitarles sufrimientos. – entrecerró los ojos, mirándole fijamente. – Alguna vez lo entenderás y espero que no nos juzgues. – sonrisa triste.

Avergonzado por hacerla decir todas esas cosas, Hiroshi afirmó con la cabeza. – Entiendo que aman a sus hijos y sólo se preocupan por ellos. – dijo él, logrando que Anko le mirara con ternura. Luego, él comprendió que su madre también actuó en la forma que lo hizo por él, para protegerlo del dolor y él ignoró sus advertencias.

De inmediato, Anko recordó que debía hacer una aclaración. – Hiroshi-kun, Natsuki es la adoración de mi esposo y siempre será exigente con ella por ser la mayor de nuestros hijos. – él asintió extrañado, tratando de comprender hacia dónde ella quería llegar. – Espero que puedas manejar el malentendido con esa chica. – Hiroshi parpadeó perplejo, al saber que ella tenía conocimiento sobre los rumores con Yoshida, enseguida asintió. – Kakashi no te ha aceptado aún, pero te estará poniendo a prueba. – el joven Sarutobi se alegró, quería sonreír, pero estaba indeciso de si era momento de expresar su felicidad. – Eventualmente, conocerás las circunstancias de mi familia y espero que puedas estar de nuestro lado. – Anko le lanzó una mirada penetrante que lo puso nervioso. Al instante, ella sonrió y se levantó de la silla. – Dicho esto, mañana a las 10:00 A.M., Kakashi estará esperándote en la empresa. – giró sobre sus talones. – No llegues tarde, mi esposo detesta la impuntualidad.

Hiroshi tragó saliva, al instante se levantó de la silla e hizo una reverencia. – S-Seré puntual. – dijo con seguridad.

Con una sonrisa en los labios, Anko avanzó un par de pasos, más se detuvo. – Hiroshi-kun...– el nombrado recuperó la postura y le observó interrogativo. Ella volvió la cabeza hacia atrás, le miró seriamente. – Te estoy confiando a mi hija. – le dijo con voz seria y marchó, dejando a Hiroshi desconcertado.


...

Al día siguiente...

Inmensa oscuridad. Infinita oscuridad. No podía ver nada, absolutamente nada, sin embargo, podía escuchar a lo lejos un llanto, pero ese llanto se hacía cada vez más enérgico, siendo más evidente la salvedad de tratarse sobre un bebé. Bajó la mirada y, entre sus femeninos brazos, visualizó que cargaba a un hermoso bebé de tez blanca, largas pestañas como las de ella, pequeña y rosadita nariz, pequeños labios, cabellitos negros y sus ojitos cerrados por lo que no pudo identificar el color de éstos.

Empezó a mecerlo disminuyendo el llanto hasta no escucharlo más, pues el hermoso bebé se había quedado dormido. Sonrió. Enseguida, lo acomodó en un coche que, inexplicablemente, estaba ahí. De repente, logró identificar los pasos de alguien acercándose a ella, movió la cabeza de un lado a otro y, para su desconcierto, escuchó otra vez el llanto del bebé. Bajó la mirada, el coche estaba vacío. Asustada, buscó por todos lados y vio la espalda de un hombre con largo cabello negro, quien volvió la cabeza hacia ella y sonrió retorcidamente. Lo peor, él se llevaba a su bebé.

Desesperada, se lanzó a correr y extendió el brazo, tratando de alcanzarlo, intentó gritar, pero su voz no llegaba. Entonces, él se perdió entre las densas tinieblas. Tropezó y cayó. Pronto, sintió una calidez en su mejilla izquierda, también podía escuchar la voz de alguien y, podía olfatear un ligero y rico perfume entre jazmín y maracuyá inundando sus fosas nasales. ¿Una colonia de hombre, tal vez? ¿Hombre? Ese aroma la cautivaba cada vez más atrayéndola hacia él.

3:10 P.M.

Poco a poco, Natsuki fue abriendo sus negros ojos, entonces percibió borrosamente una ventana y cortinas blancas siendo mecidas gracias al viento, pero extrañamente el ángulo de visión no era la esperada, todo se veía inclinado. Los cerró con pesadez y los volvió a abrir, su visión seguía inclinada. Parpadeó lentamente como si sus ojos estuvieran tratando de adaptarse a la luz solar, luego se dio cuenta que era ella, quien tenía la mejilla derecha apoyada en la almohada. De repente, recordó la pesadilla que tuvo y, de inmediato, deslizó ambas manos en su vientre. Asustada, movió la cabeza hacia el costado izquierdo y enfocó a Hiroshi mirándole fijamente.

Natsuki abrió sus ojos de golpe. Él estaba sentado con la mano derecha extendida hacia ella, probablemente la calidez que ella sintió en la mejilla izquierda, se debió a que él había estado acariciándole. Hiroshi extrajo su mano y se acomodó en la silla. Ella le observó mejor, estaba vestido elegante con una camisa azul marina, pantalón gris y, por encima de la camisa, un abrigo trench coat marrón; esa elección de ropa, le daba una apariencia varonil y tan perfecta que su corazón palpitó fuertemente, tan preciso que su pecho empezó a agitarse y un intenso rubor cubrió sus mejillas.

Él se veía bastante guapo. Se golpeó mentalmente, pues no debía visualizar el aspecto de él, cuando ha de suponer no tendría que estar allí. Entonces... ¿Por qué estaba ahí? No debían verse, se lo prometió a su padre, con la salvedad de él no le haría daño a ningún miembro de la familia Sarutobi. Bajó la mirada, a pesar de la prohibición, su corazón estaba descontrolándose, debido a que habían pasado muchos días desde que ambos estaban cerca uno del otro, sin mencionar que tres días antes le vio acompañado de Yoshida. Cerró las manos en puños, arrugando la sábana en el proceso. – ¿Por qué estás aquí? – interrogó con timidez.

¿Por qué preguntó ella? – Por ti. – respondió Hiroshi, sin titubear y con voz firme.

Natsuki suavizó el agarre de la sábana. Escucharlo hablar con esa voz tan varonil, hizo que su corazón latiera cada vez más rápido, ya no podía calmarse. Desde el momento en que lo vio, ella quedó atrapada con su encanto. – No deberías estar aquí. Lo mejor, es que te vayas. – agregó ella con tristeza.

Hiroshi extendió mano derecha y la posó encima de la mano izquierda de ella. La agarró con firmeza. – No me iré. – siseó, seguro de sus palabras. Natsuki abrió sus ojos desmesuradamente, incrédula por la respuesta. – Necesitamos conversar. – dijo apretando su mano.

¿Conversar? Natsuki sintió que él intensificó el agarre de su mano izquierda. No entendía a qué se refería, pues no tenían nada sobre qué conversar. Él estaba con Yoshida y ella... La cabeza le hizo clic. Centró su mirada en la mano derecha, la cual se movía por inercia acariciándose el vientre. Alzó la mirada y, para su desconcierto, el Sarutobi observaba el circular movimiento de su mano derecha, el cual rápidamente ella detuvo.

Con una mirada triste reflejada en su rostro, Hiroshi soltó la mano de ella y agachó el cuerpo para recoger un sobre blanco, mismo que le mostró cuando se enderezó en la silla. Abrió el sobre y, de éste, extrajo la ecografía realizada al bebé. Estupefacta, Natsuki abrió sus ojos, pues no entendía cómo llegó a sus manos esa placa. – Lo sé todo. – dijo con seriedad. Ella sintió que esa frase, le cayó como agua fría.


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