Bodin, Guiscard y Pedeladus marchaban con el ejercito Lusitano, bajo el sol del atardecer sabían que había un rio donde se saciaría la sed de hombres y bestias. Habían marchado bajo el sol abrazador del verano. Montados en sus monturas discutían mientras los hombres aguardaban refrescar sus rostros. Alguno que otro cadaver yacía en el camino o hombres moribundos a causa de terribles golpes de calor, disentería entro otras pestes, pues Narsus había envenenado el agua y quemado campos completos de trigo, vegetales, el hambre se hacía sentir tanto como la sed, pero el río estaba cerca y en aquello confiaban el ejercito de Pars era imposible que estuviese allí en los alrededores

Bodin en su montura hablaba.

—Tenemos que encontrar una manera de deshacernos del estúpido —dijo Bodín tocándose la barbilla—. No tiene concubinas, pensé en infiltrar a la hija de un noble lusitano de gran belleza para que la capturase y entonces ella lo matase, pero no tiene concubinas… ¡Un sodomita! ¡Un sodomita! Eso es, como Sodoma y Gomorra la victoria nos será dada contra este sodomita.

—¿Has notado el parecido con Arslan? ¡Arslan es un bastardo! Pero el crío no heredó la astucia — escupió Guiscard.

—Lo que significa que Tahamine además de infiel es alcahueta. Engañó al rey con el general imbécil, esto explica porque ayuda a semejante individuo carente de intelecto o es esto, poder o ambos y lo que es más horrendo es que nuestro rey se halla enamorado de esa infiel que no dudo en engañar a su esposo. Esto no me sorprende de gente de tal bajeza moral como los de Pars —murmuro Bodin y entonces sonrió— ya sabemos como arruinar la honra de estos infieles.

—Nuestros hombres parecen el hambre. Este infiel es uno de los peores malnacidos que he visto. Necesitamos dejarlo fuera del juego. Bodin con esto socavaremos la causa de lucha de los perros —pronunció Guiscard con una sonrisa— eres sagaz Bodin.

—Tras esa colina se halla el río — Pedeladus gritó apuntando hacía allí los hombres corrieron enloquecidos mientras Guiscard y Bodin hacían a sus bestias trotar.

Los hombres vieron el río destellar bajo la luz del sol del atardecer, corrieron desesperados bajo la colina entre gritos de alegrias y entonces se pararon en seco para su más profundo horror, los estandartes de Pars flameaban a causa del viento, una gran hilera de lanzas y armaduras destellaban interponiéndose entre ellos y las dulces aguas.

—¡El crío estúpido! —chilló Pedeladus

—No es el crío, es ese general imbécil que tiene al lado. El crío por lo que habla es marioneta y sumamente estúpido. Narsus el perro infiel planeó esto —Guiscard lanzó el yelmo con tal fuerza y furia que resonó horrendamente contra la roca sobre la que cayó— ¡Ese imbécil! ¡Juro que cuando lo capture lo torturaré y por caballos lo haré desmembrar! ¡Lo voy a castrar! ¡Ese imbécil! ¡Su cuerpo se lo comerán los perros! —gritó encolerizado.

Bodin se asomó observando el panorama fabricado por los infieles y con convicción habló:

—No hemos de preocuparnos el gran Yaldabaoth nos llevará la victoria en nuestra fe se la dejamos al señor el controla nuestro destino y si hemos de ganar esta batalla triunfaremos ante pecadores de esta ralea.

Guiscard apretó los dientes enfurecido y miró a sus hombres desmoralizados, sedientos, habían marchado bajo el sol durante todo el día, el aguardaba el río y el general infiel lo dedujo.

—Creo que tenemos que marchar ahora, con cada minutos la sed de mis hombres aumenta —dijo Guiscard cuyo rostro tomo un semblante sereno— marcharemos y presentaremos batalla. Se ha de ordenar gritar y hacer circular la historia, así haremos mella en la moral del enemigo y la victoria será más posible y si no lo es la próxima batalla tendremos gran ventaja.

Guiscard miró la llanura que se cernía hasta el río estaba cubierta por vegetación, arboles, y matorrales. Escrutándola decidió presentar batalla y tal ordenó. Los hombres se hallaban desmoralizados excepto por las tropas de Bodin. El ejercito de Arslan se extendía amenazador los gritos de los hombres y sus burlas se hacían oír. Guiscard escribió entregó las ordenes. Los hombres en sus monturas se apresuraron y pronto todos estuvieron al tanto de su misión, las trompetas sonaron y ya quedo clara la intención de marcha. Se encomendó a cada hombre gritar aquella historia. Guiscard sólo sentía indiferencia si era verdad si era mentira, sólo importaba triunfar sobre el enemigo.

El grueso de las tropas se formó y marchó en formación tras que cada sargento y cada caballero supo como debería encomendar su mesnada.

Guiscard se mantuvo en la retaguardia para comandar y liderar a sus hombres. Bodin y Pedeladus decidieron luchar en primera fila. El sol caía, pero aún no se hallaba en le horizonte. El ejercito de Arslan al ver al ejercito Lusitano marchó. Sedientos los hombres bajo el sol avanzaron. Las flechas comenzaron a silbar mientras los arqueros montados se acercaban descargaban sus flechas y retrocedían. Los lusitanos no corrieron lentamente manteniendo la formación hicieron frente alk embate. Los caballeros de Lusitania quedaron inermes, excepto por un miserable que dio a doce hombres en la abertura del yelmo que permite la visión, estupefactos los lusitanos vieron que el malvado llevaba un laud y adornó su armadura que lo cubría completamente con objetos relacionados con la profesión de baldo, humillados juraron que le darían muerte a aquel que osaba de tal manera de burlarse ellos. El ejercito de siervos con sus pertrechos débiles, que con suerte poseían gambeson los gritos de dolor pronto de hicieron sentir entre sus filas. Los ballesteros reaccionaron como había sido ordenado y las virotes volaron. La armadura de Pars no era rival los virotes entraban y salían del cuerpo de los hombres, caían, pero el ataque persistía, el lugar de un hombre herido o muerto era ocupado por otro.

Entonces los lusitanos gritaron lo acordado, mientras la caballería de arqueros montados se cernía y una nueva lluvia de flechas fue descargada, alaridos de dolor resonaron, mas continuaron gritando y avanzando, los hombres de Pars entendían y el burlón bardo cada vez más fallaba en sus ataques. Indecisos continuaron, era una mentira, aquello era lo que se comenzó a clamar entre el ejercito de Pars, pero los lusitanos habían triunfado esta vez, habían creado la duda en las filas de Pars. Estaban luchando por un bastardo y usurpador y por un general adultero.

Los ejércitos se acercaban más y más y los arqueros montados finalmente se alejaron y retrocedieron dejando paso a los catafractos y la infantería. El daño estaba hecho y Guiscard se hallaba conforme olió un leve olor a quemado, pero no le dio demasiado importancia. El choque se produjo. Guiscard sonrió y entró a su tienda de campaña en esto se hallaba. Escribía nuevas ordenes cuando le llego un fuerte olor a quemado, salió de su tienda y vio humo, todo ardía, calor, vio a su tropa cubierta por el humo, sedientos el calor de aquello sólo empeoraba la situación mascullo, los matojos, matorrales, arboles en llamas un hombre a caballo iba hacía el a narrarle la horrenda situación de la tetra del infiel y como la moral caía donde se hallaban los siervos los mas afectados por la sed el calor y el humo convirtió la situación en insostenible la sed ya grande sólo aumentó más los siervos pronto huirían. Guiscard hizo un gesto de manos mientras insultaba al cabecilla de aquella treta malvada. Tenía que luchar al frente darle moral a sus hombres se equipó el gran yelmo, sin cimera, y agarró el martillo de armas y avanzó. La situación era horrenda los hombres gritaron al verlo.

—¿Dónde está Bodin? Necesito hablar con él ya —pronunció Guiscard.

—En el frente luchando contra los catafractos con los hombres de las ordenes.

Los ojos ardían, el calor producía más sed, el humo molestaba. Guiscard comprendió que se hallaban perdidos, pero les producirían el mayor daño posible. Avanzó al frente un guerrero que vestía bellas armaduras un golpe con su maza que Guiscard evadió sin mayor dificultad y con todas sus fuerzas enterró el pico del martillo de armas en la cabeza cedió el metal y entró hasta el cráneo cayó inerte. Los hombres al verlo aumentaron la moral y gritaron insultos sobre el rey bastardo al que seguían y su general adultero. Guiscard luchó el martillo de armas entraba grácilmente en las armaduras con facilidad y las destruía Pars vestía armaduras como cotas de mallas no eran rival para el martillo de armas. En esto entre el humo y el cielo poniente rojo vio a Bodin y Pedeladus luchar contra la guardia real. Guiscard sonrió allí andaba en el campo de batalla tan tonto tan imbécil Arslan como cachorro se cebaba de los siervos y no con los guerreros de las ordenes. Estaba rodeado por los hombres de Arslan. Guiscard sonrió y ordenó avanzar hacía el niño rey mientras los catafractos luchaban con Bodin. Lentamente comenzó una lucha encarnizada se oía como ellos eran los únicos que quedaban los siervos huían en masa Arslan no tomaba esclavos, pero sus hombres los perseguían y masacraban. El humo el calor se abrieron paso hasta que Guiscard estuvo lo suficientemente cerca como para alzar la voz y ser oído.

—Vuesa majestad, Arslan. El bastado, su madre una alcahueta, su padre un adultero —dijo mirándolo.

—Tus mentiras no pueden contra mí quizás engañaste a mis hombres más ignorantes, pero a mi no engañarás.

—¿No te has visto al espejo? —pronunció Guiscard mientras con el martillo de armas mataba a un hombre de Arslan el martillo entró en el hombro un segundo golpe en la cabeza con un gritito se desmoronó.

—¡Tus mentiras no pueden contra mí!

—Piénsalo, Arslan, simplemente piénsalo —Guiscard ladró— Piensa lo que te digo.

Guiscard le miró los ojos pese al humo y el calor eran los ojos de la confusión su cometido era simple destruir al enemigo desconcertarlo. Continuó luchando con los hombres de Bodin toda la noche, todo su ejercito había huido excepto aquellos hombres que creían fervientemente en Yaldabaoth. Lucharon en el calor, el humo, la sed, el hambre, el cansancio, caían y caían. Cuando amanecía vio al perro de Arslan Daryun venía a masacrarlos y con él un desgraciado equipado ricamente tenía el rostro cubierto por una cota de malla y vestía un lamelar, pero era fácil saber quien era por su vestimenta.

—¡Mirad quien ha venido aquí! El perro sarnoso infiel viene aquí un adultero desagradable que se burló de su propio rey.

—Cállate tus mentiras, imbécil.

—Así te llamo yo —ladró Guiscard— observar la verdad aquí está ustedes siguen al hombre que copulaba con la reina en las sombras de Andragoras y que el hijo bastardo al que llaman majestad no es más que el fruto de este crimen.

Narsus enfurecido había caminado hasta Guiscard había tomado el arco de Gieve y habiendo sacado una flecha disparó Guiscard sintió el impacto la flecha traspasó la cota de malla, pero no el gambesón.

—Cállate ¿No me oíste? ¿No fui lo suficientemente claro? —habló con un tono de voz enardecido el infiel.

—Tu reacción demuestra la validez de estos dichos —contestó Pedeladus.

Narsus caminó hacía Pedeladus siendo seguido por la guardia real lo agarró de la barba sus compañeros se abalanzaron Narsus extrajo su maza y golpeó con tal fuerza a unos de los compañeros que el yelmo se hundió el cuerpo cayó inerte empezó una nueva lucha Guiscard sabía que si moría llevandose a Narsus consigo Lusitania triunfaría acechó y caminó por la retaguardia mientras el general infiel con la maza dio tal golpe en el rostro a un hombre de Bodin que la mandíbula de dislocó el hombre dando terribles alaridos de dolor lleno de sangre rezó Guiscard corrió a matarlo pero el demonio de Arslan se interpuso.

—Oh, Daryun, así que esto deseas ¿Morir?

—Estás de broma, Guiscard. Mira, Bodin ya está capturado se sensato.

Guiscard sonrió y lanzó el arma lejos.

—¡Nos rendimos!

La lucha acabó un enfurecido Pedeladus se negó a rendirse los hombres de Arslan se abalanzaron a darle muerte, mas Narsus intercedió por él.

Pedeladus en la tienda de campaña del infiel simplemente escupió. Éste tenía dos copas y las lleno con vino. Tomó una y caminó hacía él Narsus se hallaba armado y él carecía de arma éste le ofreció beber, mas Pedeladus la rechazó.

—Nunca aceptaré beber de las manos de un perro infiel adultero —escupió—. Ese niño tonto es tu hijo

—¿Por qué inventas estas tonterías?

—Por eso proteges a ese crío estúpido. Te burlaste del rey copulando con la reina cuando quedó embarazada te asustate que el secreto quedara al descubierto y escapaste. ¿Por qué habrías de proteger a ese mocoso de esa manera? ¿Poder? ¿Dinero? El parecido es evidente ¿No sientes pena de lo que hiciste? Te burlaste del rey pusiste a tu bastardo como heredero él cree que ese niño es su hijo..

—¿Te gustan las tragedias griegas, Pedeladus? ¿Por qué inventas estas mentiras?

—Tiene parecido contigo, incluso la personalidad es semejante ahora que tu rey al que escupiste está prisionero deseas hacerte con el poder solo un infiel seria capaz de esta bajeza arderás por siempre en el infierno eres un desgraciado.

Narsus sonrió

—Si lo soy —agarró la espada— te mataré eres demasiado sagaz para vivir.

—Mi dios me espera en el paraíso tú en cambio te pudrirás en el gehena.

—Yo no soy tan tonto como tú para creer en tonterías —alzó la espada— no temo a invenciones del hombre.

—Ateo, adultero, infiel ¿Cuanto más te falta?

—¿Quien fue el que creó esta mentira?

—Jamás te diré —sonrió— jamás.

La espada cayó.

Yo carezco el talento, intelecto, y habilidad para desarrollar esta historia que me ronda por la mente dudo que a alguien le agrade, pero si mi idea te es de tu agrado eres libre de plagiarla incluso eres libre de plagiar este bosquejo que escribí.