EL RUGIDO DE LAS BESTIAS
Por: Escarlata
Precure pertenece a Toei, el plot es mío.
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PARTE 4
Blanco.
Todo era un blanco perfecto a su alrededor. Era como haber sido transportada a otro sitio donde la nada era de color blanco. No había nada que le permitiera espaciarse, ni muros, ni techo, ni piso ni nada en el horizonte. Sintió vértigo, casi a punto de desvanecerse por la sensación de vacío a su alrededor.
Cayó, pero su espalda golpeó contra algo suave y cálido.
Como pudo se abrazó a lo que fuera que le estaba dando algo firme a lo cuál aferrarse y por un momento pudo decir algo, una palabra. La palabra que más a salvo la hacía sentir.
─Nagisa...
Sujeta cual naufrago a una orilla, Honoka sintió algo curioso contra su mejilla. Era como si estuviera abrazando a su perro porque sentía algo peludo contra su rostro. Algo grande. Levantó la mirada y lo que vio fue a un enorme tigre de color blanco. Tan grande que fácilmente podría hacerse pasar por un caballo. Las zarpas de la criatura era más grandes que su cabeza, todo en conjunto era un ser magnífico, inmenso, imponente y peligroso.
Y pese a ello, no sintió miedo, más bien una sensación de calma, de seguridad.
El Tigre le miró y en ese momento su alrededor se transformó en un hermoso paisaje nevado digno de fotografía. Un prado con altísimos pinos y otros árboles, colinas y un valle a lo lejos donde el agua reflejaba la luz que veía de una fuente desconocida. Ese era el territorio del Tigre Blanco, no había necesidad que le dijeran nada.
El Tigre permanecía sentado, con el pecho erguido mientras olfateaba los alrededores, no le ponía mucha atención a la chica a su lado. Al menos no hasta que ésta habló.
─Eres el Tigre Blanco ─dijo Honoka más recuperada, completamente hechizada por la belleza y la magnificencia de la bestia, incluso sonreía como niña pequeña que veía a su animal favorito.
Pero el inmenso felino sólo se tumbó en el piso de manera perezosa. No parecía estar interesado en ella pero tampoco incómodo. Honoka interpretó más lo segundo que lo primero y sonrió de manera más amplia. Se sentó cerca de él, bastante cerca, casi rozando el límite del espacio personal de la bestia. No se sentía en peligro después de todo.
Y no lo estaba a pesar de que el Tigre le puso una pata encima y la tumbó de cara al piso. Honoka no podía levantarse, así de poderosa era la bestia. Rió, contenta por una razón que no entendía pero que tampoco cuestionaba.
─Eres muy fuerte y muy hermoso ─dijo Honoka con una sonrisa.
El Tigre bostezó antes de "hablar", pero no movía el hocico, sus palabras iban directo a la cabeza de la chica en una especie de comunicación telepática.
─Veo que no desapareciste en mi mundo ─dijo el Tigre con un tono varonil a su manera, fuerte y que sin duda hizo que Honoka se quedara quieta y sólo lo escuchara.
─Me mareé bastante si debo ser sincera ─confesó sin pena.
─Eso era en lo que mi mundo tomaba forma para recibirte, estuviste en la Nada ─explicó sin moverse de su cómoda posición, apenas si sus orejas se posicionaban para escuchar los sonidos a su alrededor.
Honoka sonrió aún más. ─No sé qué hago aquí, sólo sé que me invocaron al mundo de un juego. Quiero encontrar a Nagisa y volver a casa, pero para poder hacer eso, aparentemente debo hacer algo contigo... O tú conmigo, no lo sé ─explicó Honoka con visible e infantil entusiasmo. ¡Moría por contarle eso a Nagisa.
Hasta ese momento el Tigre levantó la cabeza y le miró. Tenía un par de hermosos ojos azules. parecían despedir luz propia.
─Que estés viva en mi mundo ya es una buena señal, quizá los dos podamos encontrar a quienes queremos ─dijo la bestia mientras le quitaba la pata de encima a su visita.
─¿También buscas a alguien?
El animal volvió a tumbarse, no parecía interesado en responder más preguntas. ─Hazte fuerte y después hablamos. Y lo que sea que te hayan dicho esos sujetos, no los escuches. Sal de donde sea que estés y hazte fuerte. Si logras manejar mis rayos sin morir, tal vez los dos encontremos lo que buscamos.
Honoka estuvo a punto de decir algo más, pero precisamente un rayo de color blanco le cayó encima. Perdió el conocimiento y cuando abrió los ojos estaba nuevamente en la antigua sala de ceremonias. Tenía la piel encima todavía, su cuerpo soltaba chispas y lo sentía precisamente como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Todo fue real. Se sentó torpemente.
Nadie le ayudaba, las chispas que aún salían de su cuerpo eran peligrosas y lo sabían. Eso por un lado, por el otro estaban sorprendidos de que la elegida estuviera con vida. No decían más, pero sí se notaban muy interesados en la chica.
─Estoy bien ─dijo Honoka mientras se ponía en pie por sí misma. Se quitó la capucha de piel y miró a todos, aún estaba algo mareada porque los veía doble.
─Lady Whitehouse, lo logró ─dijo el Anciano con un tono de clara sorpresa. Todos lo estaban─. ¿El Tigre Blanco le ha dicho algo?
Que no confíe en ustedes, pero eso sólo lo pensó. En cambio, su brillante mente rápidamente armó una mentira mezclada con verdad. Negó a las palabras del hombre.
─Llegué a un paisaje blanco y nevado muy hermoso. Vi al Tigre pero estaba en la distancia. Me miró y se fue. No me fue posible alcanzarlo porque cayó un rayo blanco de la nada y perdí la consciencia ─mitad verdad, mitad mentira. Sin embargo, sus palabras en serio emocionaron a todos los presentes, tanto que sonreían.
Una cosa era saber que estaba del lado de los malos, pero otra muy distinta era que el Ser al que estos adoraban no confiara en ellos. El Tigre le dijo que se hiciera fuerte, lo que quería decir que poco y nada podía hacer si los enfrentaba de manera gratuita. Se preguntó si podría conocer al menos el nivel de poder de esos sujetos y...
Sucedió.
Justo como en el juego, por encima de sus cabezas podía ver sus niveles y casi se echaba a reír por lo ridículo del asunto. Todos eran magos nivel 50. Siendo ella un nivel 1, no podría ni meter las manos para defenderse. Lilia tampoco se quedaba atrás, la chica era una maga nivel 40. Tanta información comenzó a marearla y apretó los párpados un momento, concentrándose en dejar de ver los niveles. Sí, funcionó. Para cuando levantó la mirada, todo estaba como siempre.
─Por ahora debe descansar, Lady Whitehouse ─dijo el Anciano con exceso de educación.
─Antes que nada ─dijo Honoka, repitiendo en su cabeza la advertencia del felino. Confiaba más en esa criatura que en esos sujetos a decir verdad─. ¿Qué es lo que sigue? Sólo me dijeron sobre enfrentar a la Contra-Estrella del Tigre, pero no el propósito de dicha pelea ─tomó aire─. Quiero saber bien para qué voy a levantar mis puños.
─Su Contra-Estrella es su némesis, el León Negro es el ser que nace en cada vida para enfrentar al Tigre, es su instinto, sólo uno de los dos puede estar en pie ─dijo el hombre─. Una vez que pueda pasar a ese obstáculo, su poder ayudará a disipar toda la nieve que puede ver en el paisaje ─continuó─. Éste clima no es normal, es provocado por una maldición producida por la eterna batalla de éstas dos criaturas. Si no derrota al León, la nieve será eterna y no solamente hundirá éste reino, si no más allá de nuestras murallas.
Honoka frunció el ceño. Era mucha información y no sabía cuánta de ella estaba manipulada para enemistarla con su susodicha contra-estrella. Ninguno de ellos le daría la información real.
─Entonces debo hacerme fuerte primero, ¿verdad?
─Sí, así es. Tan fuerte que el Tigre la acepte por completo en su territorio y no la saque con ese rayo blanco.
Al parecer, la información que dio fue la correcta. Asintió. ─¿Tengo qué quedarme aquí entrenando o...?
─Oh, usted es libre de moverse en el territorio. Se le dará techo y comida en cualquier poblado que encuentre ─hizo una reverencia─. Un Tigre enjaulado jamás alcanzará la cima más alta, Lady Whitehouse.
Casi suspiró de alivio. Bien, era libre de moverse. Estaba por decir algo, pero el Anciano siguió.
─Lilia le acompañará para guiarla al menos hasta que conozca mejor la zona y los modos de nuestra gente ─agregó, a lo que Lilia se inclinó educadamente.
─Estoy a su servicio.
Honoka maldijo entre dientes. Su plan de moverse a la puerta que vio con Nagisa en el juego se vino abajo. Bien, no iba a desesperar, tampoco sería sensato moverse siendo ella nivel 1. Seguramente las criaturas de la zona serían de nivel alto. Suspiró, tenía mucho qué revisar antes de salir de ahí.
─Muchas gracias, Lilia. Iré de regreso al cuarto, necesito que mi cuerpo se recupere de ese rayo ─aún sentía su cuerpo tenso, pero podía moverse. La excusa adecuada para darle un vistazo al menú a solas, no estaba segura de si Lilia o alguno de esos sujetos podría ver lo que hacía. Mejor no arriesgar.
Mientras Honoka seguía su plan y Lilia alistaba todo para salir con ella, Nagisa tenía su propio encuentro.
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Al abrir los ojos vio un negro perfecto. Tan así que le sorprendía que pudiera verse a sí misma, como si su propio cuerpo emitiera luz pero no alumbrara nada más allá de su nariz. Se sentía flotando en medio del espacio como en las películas cuando no había gravedad. Se movió un poco pero su cuerpo flotaba sin control alguno. No veía nada, no veía a nadie y eso comenzó a ponerla nerviosa.
Apretó los ojos y de pronto sintió como si algo la jalara hacia abajo con fuerza. ¡Bendita gravedad espontánea! Se sintió de espaldas en el suelo, sentía que hacía calor pero no que propiamente sufriera el calor. Percibía una intensa luz contra sus párpados y abrió los ojos. Aún estaba un poco mareada, pero eso no evitó que se sentara aunque fuera de torpe manera.
Al abrir los ojos, la intensa luz de un sol inexistente la deslumbró.
─¿Dónde estoy?
Y la respuesta saltó a la vista apenas pudo enfocar mejor su visión. ¡Era como en esos documentales de vida salvaje que veía a veces por televisión! ¿Cuál era el nombre de ese tipo de lugar? ¡Sí, una estepa como en África! Se quedó admirando el paisaje a su alrededor. Los árboles eran casi los mismos, veía montañas muy, muy a lo lejos, también una laguna y árboles salpicados en varios lados. El viento se sentía caliente, el cielo estaba claro pero no había sol alguno que explicara la intensa luz y ese calor abrazador.
Calor que no le molestaba, por cierto.
Se miró los brazos un segundo antes de notar que una gran sombra se posaba sobre ella. Se giró de inmediato y su sorpresa fue inmensa el ver a un ENORME león ante ella. Su pelaje en general era dorado como el sol pero su melena era negra. Sus ojos tenían ese mismo color del oro y era tan grande como un oso. Y no exageraba, Nagisa YA había estado frente a un oso y no era una experiencia que le gustaría volver a repetir.
Sin embargo, no sintió miedo, ni siquiera peligro. Vio a los ojos a ese León, en su pecho se calentaba una sensación de familiaridad, de comodidad incluso. Se quedó quieta mirándolo y éste a ella, al menos por unos segundos más antes de que el león diera media vuelta, se alejara un par de metros y se tumbara en el suelo.
Nagisa sonrió con infantil gesto y se subió al león, éste ni se inmutó.
─Vaya, eres más grande de lo que imaginé, León ─dijo Nagisa, hablaba con él como si ya lo conociera. No lo pensaba, simplemente se dejaba llevar.
El León gruñó ligeramente antes de sacudirse a la joven de encima. Nagisa quedó de espaldas en el suelo y sólo se echó a reír. Abrió los brazos mientras miraba ese hermoso cielo azul que no sabía si era real o sólo algo... Algo raro hecho con magia.
─Oye ─frunció el ceño─. Esos tipos me dijeron que tú me ibas a decir qué hacer a partir de ahora.
Y ante esas palabras, el León gruñó más y al menos se incorporó lo suficiente para ver a su visita. Nagisa pudo notar que la piel del León se erizó, como cuando Chuutaro se ponía tenso ante una amenaza, sólo esa imagen le pasó por la cabeza.
─No me compares con un perro, mocosa ─dijo el León directo en la mente de Nagisa.
─¡Ah! ─la chica se sentó y se cruzó de brazos─. Vaya, puedes hablar por... ¿Cómo se llama? ¡Ah, sí! ¡Telepatía! ─comentó─. ¿Entonces?
El León le miró largamente, claramente analizándola. Nagisa esperó por lo que quiera que fuera a decir, pero la chica era impaciente.
─¡Di algo!
─Eres una mocosa debilucha todavía. Regresa cuando puedas soportar mi rayo ─dijo el León, tumbándose de nuevo en el suelo cual costal de papas, dándole la espalda a la chica.
─¿Qué? ¿Sólo eso me vas a decir? ─Nagisa le dio la vuelta completa para poder encararlo─. ¡No puedes hacerme esto! ¡Ni siquiera sé a qué te refieres!
─Es todo lo que necesitas saber ─espetó el León mientras mostraba los colmillos.
─Cuando vuelva me van a preguntar un montón de cosas y quedaré como tonta ─refunfuñó.
El hocico del León se arrugó por un creciente enojo que no terminó de mostrarse. No aún, no era momento. Con su enorme pata empujó a la chica. ─Es todo lo que debes saber por ahora ─elaboró el felino─. Y a esas personas, lo que sea que te digan, no las escuches. No confíes en ellas ─agregó, soltando un leve gruñido.
Nagisa frunció el ceño. ─Ellos son los buenos, ¿o no? ¿Porqué debo desconfiar?
─Es todo lo que necesitas saber por ahora, no los escuches, aléjate de ser posible y hazte fuerte. No dejes que te metan ideas en esa cabeza hueca tuya.
La chica se puso roja por la furia y se encimó de nuevo en el animal. ─¡Oye, eso fue grosero!
─Tienes la cabeza llena de aire, niña. De aire, de comida y de esa chica de cabello oscuro.
Y al momento de mencionar eso, el rojo de Nagisa ahora era por pena. Lanzó un gracioso grito de furia y le manoteó un poco a la bestia. ─¡No te metas en mi cabeza así! ¡Y esa chica es mi Honoka, está en éste mundo también y quiero encontrarla!
Algo en la mirada del León brilló al escuchar eso. Se giró de nuevo, tumbando a la chica una vez más. ─Entonces has lo que te digo, hazte fuerte y aléjate de donde estés.
─¿Entonces sólo les digo lo del rayo y ya? ─Nagisa se sentó de nuevo─. ¡Ni siquiera sé a qué te refieres!
El León sonrió mostrando sus enormes colmillos. ─A esto.
Y un grueso Rayo Negro cayó de la nada directo sobre la chica. Nagisa en serio sintió el impacto, su cuerpo recibió todo la intensidad del ataque pero no hubo dolor, sólo ese fuerte golpe que le dejó el cuerpo paralizado. Se desvaneció por completo y al abrir los ojos tenía a los Maestros y a Fergie rodeándola pero sin acercarse mucho.
Nadie lo hacía porque el cuerpo de Nagisa soltaba chispazos de color negro, una señal que tenía a los Maestros particularmente satisfechos. La elegida se puso de pie por sí misma, pero se notaba afectada aún. Suspiró hondo.
─Maldito animal pulgoso ─masculló entre dientes antes de mirar a su alrededor. Sí, seguía en la sala rodeada por esos sujetos y el lindo Fergie. Suspiró, se descubrió la cabeza y comenzó a estirarse para relajar su cuerpo.
─Milady Blackstone ─el Maestro que se la pasó hablando con ella desde que llegó, fue quien retomó la conversación apenas notó que la chica estaba en condiciones de hablar─. ¿Se siente bien? ¿Pudo ver al León?
Nagisa miró al sujeto y en su cabeza se repitieron las palabras del León. Además, lo que le dijo el felino fue más bien poco, así que podía usar eso sin necesidad de mentir. Mentir le salía fatal, por cierto, quizá por eso el León le dijo poco y nada en su encuentro. Suspiró.
─Sí, estaba en una estepa enorme para él sólo, es enorme y me dijo que me hiciera más fuerte hasta que resistiera su rayo ─y luego el muy desgraciado la atacó y la dejó fría. Ya se las iba a pagar cuando lo viera de nuevo.
La respuesta puso tan feliz a los Maestros presentes que algunos incluso rieron de alegría. Nagisa lo notó pero decidió callar.
─Tal como lo hablamos, a partir de ahora es libre de moverse y hacerse fuerte como el León lo ha pedido ─dijo el Maestro─. Le daremos todo lo necesario para que su viaje sea tan cómodo como le sea posible.
Nagisa casi suspiró de alivio, pero se contuvo. Conocía la capital y sus alrededores como la palma de su mano, había recorrido cada rincón posible junto con Honoka y había descubierto hasta el último cofre. Podía moverse en la zona con los ojos cerrados y podría ir a la puerta apenas tuviera nivel suficiente y...
─Sir Ferguson le acompañará hasta que esté lista para moverse por su cuenta ─agregó el tipo.
Nagisa sintió como si le hubieran golpeado en el estómago.
La presencia de su personaje favorito NO le molestaba, tampoco quería desconfiar de Fergie pero ahora que el León le había dicho que desconfiara, eso de alguna manera incluía a cada persona dentro de ese castillo. Estaba lista para negarse, ir acompañada no la dejaría buscar a Honoka por su cuenta; miró a Fergie.
─Oye, verás...
─Será todo un honor para mi viajar con usted, Lady Blackstone ─dijo con su mejor sonrisa.
Nagisa quedó derrotada al instante, un indiscutible knockout.
Esa sonrisa, esa galante sonrisa en serio era como la de Fujipi. Se cubrió el rostro y gruñó un poco, estaba roja y no quería que la vieran en esas condiciones. Caminó hacia la puerta con torpeza, sin mirar a nadie, aún sentía las piernas temblorosas por culpa del rayo.
─Iré a recostarme un poco.
─Prepararé todo para el viaje, Milady, esperaré a que usted esté lista ─dijo el guerrero.
Nagisa sólo movió una mano a manera de respuesta afirmativa y fue directo a tumbarse en la cama. Detestaba ser tan débil, pero al menos nada la mataría hasta que pudiera moverse por su cuenta.
Honoka la esperaba, no podía fallarle.
CONTINUARÁ...
