EL RUGIDO DE LAS BESTIAS

Por: Escarlata

Precure pertenece a Toei, el plot es mío.

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PARTE 5

Con Lilia ahí, Honoka no podría darse el tiempo de revisar el menú, no había tenido muchas oportunidades de estar sola lo suficiente para leer detenidamente como solía hacerlo al jugar. La chica no le desagradaba para nada, si le cambiaba un poco el color del cabello y le ponía algunas pecas en la cara, esa chica sería la viva encarnación de Yuriko. Sin embargo, la advertencia del Tigre seguía resonando en su cabeza y lo mejor era ser precavida hasta poder moverse por su cuenta.

Lo poco que pudo leer mientras se recuperaba de su encuentro con el Tigre, era que tenía algunas habilidades pasivas de cajón:

[Resistencia al Frío]

El título lo decía todo, aunque sí puso atención a las últimas líneas que indicaban que era particularmente débil al fuego y al elevado calor ambiental. Eso no sonaba bien.

[Marcha Forzada]

Ésta en especial la dotaba de más estamina y resistencia, por lo que podría andar sin descanso por largos periodos de tiempo incluso sin comida ni agua. No estaba nada mal, aunque también venía con su respectiva debilidad, una que la dejaba particularmente expuesta: una vez que pudiera dormir, dormiría exactamente por doce horas y no habría poder humano que la despertara. Debía tener cuidado con eso.

[Animal Nocturno]

Esa habilidad le daba un bono extra del 20% en ataque, suerte y daño crítico mientras fuera de noche. Eso era mucho considerando sus estadísticas base, pero a cambio, de día sufría una penalización del 10% en dichas estadísticas. La estaban convirtiendo en una guerrera de la noche, era obvio.

Sumado a ello, en el mismo menú se marcaba su único equipo, la piel de Tigre. La descripción de la piel tenía cinco niveles, pero sólo el primero estaba descrito, los demás eran una serie de signos de interrogación que se desbloquearían según sus avances. En su nivel 1, una vez que la piel se activara (es decir, cuando ella se colocara la capucha en la cabeza) iba a recibir un bono total del 30% en todas sus estadísticas a cambio de perder puntos salud cada diez segundos. Que la habilidad se llamara "Berserker" era muy apropiado a su parecer. La habilidad duraría hasta que ella pudiera desactivarla o bien sus puntos de salud rozaran el 1%. Una vez alcanzado el nivel crítico de salud, recuperaría el control de sí misma y estaba por su cuenta escapar del peligro si aún lo había.

Todo lo que tenía la convertía en una máquina de combate que quedaría desecha luego de cada encuentro. Debía tener cuidado.

Aún tenía espacio para tres equipos más. Su instinto de gamer le pedía a gritos que llenara esos espacios y justo ahí entraba su primera misión: El Colmillo del Tigre. Según la descripción, debía encontrar un arma legendaria en esas altas cordilleras llenas de nieve.

Ya vestida y con su piel de tigre acomodada, salió del cuarto. Lilia le esperaba con dos mochilas de viaje ligeras. Honoka tomó la que la chica le extendió y ambas bajaron de nuevo la escalinata, pasaron por el templo una vez más y todos los presentes se inclinaron ante ella con mucho respeto. Honoka suspiró hondo. Primero lo primero, hacerse lo suficientemente fuerte para ya no necesitar una escolta que le cubriera la espaldas.

Conforme bajaban la montaña, los escalones eran cada vez más rústicos y complicados de bajar, a momentos había que dar saltos y Honoka se sorprendió a sí misma dando ligeros saltos dignos de un felino, nunca mejor dicho. Ahora que lo analizaba mejor, se sentía como estar transformada en Cure White porque su cuerpo se movía sin demasiados problemas. Lilia, en cambio, bajaba con más cuidado en señal de una clara falta de habilidad física. Una hechicera, vaya, normal que no pudiera saltar de roca en roca como Honoka lo estaba haciendo en esos momentos.

Le tuvo que ayudar a bajar en más de un tramo. Así era Honoka, dispuesta siempre a ayudar.

─Gracias, Milady, se supone que deba ser yo quien la cuide ─dijo Lilia de manera apenada. Ya había dejado el territorio que pertenecía al templo y el resto del camino hacia abajo unos pequeños poblados que se dedicaban a la crianza de animales, era por el áspero sendero lleno de rocas, aguanieve y tierra. Su calzado estaba hecho para evitar resbalarse─. Me apena un poco ser yo quien deba ser cuidada.

Honoka no tenía razón para portarse fría con la chica, aún había muchas cosas que no sabía y lo mejor era comportarse como si nada sucediera, como si aceptara el papel que le estaban pidiendo desempeñar sin rechistar.

─Cuando salgan las criaturas salvajes será mi turno de verte la espalda, así que no te sientas mal por esto ─dijo Honoka con su sonrisa suave y amable de costumbre.

Lilia pareció ponerse nerviosa por un momento antes de asentir y caminar por su cuenta en el sendero, ya no había rocas para saltar, así que siguieron el descenso sin mayores problemas. El viento soplaba frío y con fuerza, el paisaje ante ellas se levantaba de manera majestuosa y Honoka no pudo hacer otra cosa más que admirar lo que saltaba a la vista.

Era un paisaje hermoso, magnífico. Aún no sabía si ese mágico mundo era digital, real o ambos casos, el asunto era que sus pies se plantaban en una superficie firme, que el viento frío tenía aroma a humedad y a pino y que abajo podía ver el humo de las fogatas de los poblados a los pies de la montaña. No perdía nada de vista, en serio comenzaba a disfrutar todo eso.

─¿Hacia dónde nos moveremos primero? ─preguntó Honoka. El silencio no era incómodo pero debía hacer las preguntas obvias de alguien que llegaba por primera vez a un sitio nuevo.

La hechicera se acomodó las gafas antes de sonreír y responder. ─Viajaremos hacia el norte, a unos valles donde hay monstruos salvajes. No son demasiado fuertes, así que puede medir su fuerza con ellos. Si las cosas se salen de control, estaré para ayudarle. El plan es acampar ahí unos días hasta que usted lo crea conveniente.

Y Honoka sabía que ese momento sería hasta que tuviera por lo menos el nivel de la hechicera. Calculó que con un nivel 40 podría moverse por su cuenta, al menos mientras calculaba debidamente el aumento de sus estadísticas. No sentía pena en admitir que cada vez disfrutaba más estar ahí.

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Quien también lo disfrutaba aunque se esforzaba en no hacerlo, era Nagisa. Ya todo estaba listo para su viaje. Aprovechó el momento en su cuarto luego de que el León la "despidiera" para revisar una vez más el menú. La verdad no solía poner demasiada atención salvo en los ítems de uso frecuente, como la comida y los equipos a la hora de mejorarlos, pero fuera de ello solía seguir las instrucciones de Honoka.

Honoka no estaba con ella, así que le tocaba leer por su cuenta como la niña grande que era.

Era nivel 1, eso ya lo sabía, pero también tenía una serie de habilidades activadas a las que ésta vez sí tuvo que ponerles atención. Era asunto de vida o muerte, literalmente. Tenía tres habilidades pasivas ya activadas y una extra que venía junto con la piel de León. Por suerte los textos eran sencillos de entender.

[Resistencia al Calor]

Según lo anotado, podía resistir el calor ambiental y el daño de fuego sin perder puntos de vida, pero a su vez era débil a las temperaturas bajas. Bien, mentalmente anotó no pasarse cerca de un sitio nevado. En el juego había un pequeño mapa así y sus personajes perdían salud a causa del frío. Aparentemente ella perdería el doble de poner el pie en un sitio helado.

[Marcha Forzada]

No lo sabía pero compartía esa misma habilidad con Honoka salvo algunas pequeñas diferencias que aparentemente estaban pensadas para cada una de ellas. Entendió bien que podría andar por días enteros sin cansarse, sin necesidad de mucha comida ni agua. La parte mala, era que una vez que se agotara, dormiría como tronco por diez horas y necesitaría una absurda cantidad de comida para recuperarse.

[Animal Diurno]

Ese en especial le pareció curioso porque de día pegaría como salvaje, un bono del 20% extra a sus estadísticas sonaba a mucho, pero que de noche perdiera un 10% ya la estaba poniendo en apuros, tendría que estar atenta y encontrar un sitio para ponerse a salvo por las noches.

Sonrió al pensar en que Honoka seguramente ya estaba leyendo toda esa información y que no necesitaría una calculadora para saber bien cuánto daño iba a hacer. Rió para sus adentros de sólo imaginarla.

Quería verla pronto.

De momento tendría que contentarse con el lindo rostro y la galante sonrisa de Fergie.

El joven caballero ya la esperaba en las puertas principales del palacio. Nagisa quedó un poco sobrepasada cuando los Reyes en persona le saludaron y agradecieron su ayuda. Nagisa no dijo nada. De por sí toda la situación era una locura y encima el León le dijo que desconfiara, lo mejor era mantenerse tan neutral como le fuera posible.

Una vez quedó libre de todos esos aduladores, que para nada se comparaban a sus dulces fans que la apoyaban en cada partido de lacrosse, se encontró con Fergie y éste le dio una mochila lista para el viaje y una espada.

En el momento en que Nagisa se preguntó qué tipo de espada era esa, pudo ver encima de ésta las mismas palabras que aparecían cuando conseguía equipos en el juego. Venía el nombre y el poder de la espada y pronto la reconoció como una de las que salían por centenares en el juego y que servían más bien como material de mejora para las armas que sí valían la pena.

Tuvo que sacudir la cabeza un par de veces para dejar de ver esas letras flotantes.

─¿Se encuentra bien, Lady Blackstone? ─preguntó el chico mientras se colgaba la mochila y revisaba sus armas.

─Sí, sí, estoy bien ─asintió al joven─. Vamos.

─Sígame, por favor. Iremos primero hacia allá ─señaló al Oeste─. Hay un valle cerca de unas colinas donde se pueden encontrar monstruos y...

─Sí, el Valle Azul, lo conozco ─dijo Nagisa sin pensarlo. Notó que el chico le miraba con sorpresa y se echó a reír de manera nerviosa. Iba a ser rarísimo que le dijera que conocía ese mundo como la palma de su mano y podía llegar al Valle Azul con los ojos cerrados si quisiera. Encima era malísima mintiendo, pero alguna explicación debía darle al guerrero─. Supongo que el poder del León me dio todos esos datos, digo, nunca he estado aquí ni nada así, ¡ja, ja, ja!

Pese a su torpe respuesta, el caballero sonrió y asintió. ─Sí, debe ser eso, después de todo, el León Negro es uno de los seres más poderosos que hay en nuestro mundo.

Nagisa aún tenía muchas dudas pero lo mejor era no decir nada, al menos no hasta poder deshacerse de ese lindo chico al que no podía dejar de mirar de reojo. ¡Diablos, en serio era como caminar junto a Fujimura! Incluso parecían tener la misma diferencia de estatura. No era lo mismo manejar al personaje y hacer el tonto, a en serio caminar ahí junto a él. Todo eso era real de alguna manera, lo sabía y eso hacía difícil que desconfiara del chico.

Gruñó un poco para sí misma, se alborotó el cabello y en su torpeza su pie chocó con una roca y tropezó... Pero no cayó. Un par de fuertes brazos la sujetaron. A Nagisa le tomó un par de segundos darse cuenta de la posición en la que estaba, justo en los brazos de Fergie y contra su pecho. Sintió que todo su cuerpo comenzaba a arder y de un salto se alejó.

─¡Lo siento! ¡Y gracias! ─dijo casi gritando, culpa de sus nervios.

─No puedo dejar que se lastime, Lady Blackstone ─dijo el guerrero con mucha caballerosidad.

La suficiente para que Nagisa se sonrojara más y optara por caminar por su cuenta. No le gustaba esa sensación de nervios, no le gustaba sentirse así y portarse torpe cuando no lo era. Por un lado disfrutaba la emoción en su corazón cuando la persona que le gustaba estaba cerca, pero por otro lado, cuando había más cercanía era cuando todo dentro de ella se volvía un desastre. La mezcla de sensaciones la frustraba de muchas maneras.

─Sigamos, tengo que mejorar mi poder ─como dijo ese tonto gato dentro de su cabeza. Suspiró y notó que el guerrero se emparejó a su paso de inmediato. En serio se tomaba su deber a pecho como su escolta. Ir acompañada no estaba mal, sólo esperaba no matarse en el camino por culpa de un ataque de nervios que le podría provocar cualquiera de las sonrisas de ese chico.

─Y seguro que sera magnífico, Milady.

Nagisa también lo esperaba si es que quería mantenerse con vida y encontrar a Honoka para volver a casa juntas.

Por otro lado, caminar por esos paisajes le daba una sensación sobrecogedora. Por supuesto que no se podía comparar la experiencia en persona a jugar tras una pantalla. En la computadora, ella no sentía el viento en la cara ni sentía el calor del sol, tampoco el aroma de las flores ni podía contemplar la verdadera bastedad del escenario. No, para nada era lo mismo y sólo un pensamiento le vino a la mente: Quería ver ese paisaje con Honoka, quería apreciar ese mundo con Honoka al menos un momento antes de volver a casa...

Quería pelear junto a ella contra esos monstruos, quería cruzar las colinas, bajar por los valles y escalar las montañas junto con ella al menos una vez, sólo una vez antes de regresar a su mundo. El sólo pensar en su compañera la ponía feliz y también preocupada por su suerte, pero estaba hablando de su mejor amiga, la chica más demente que conocía y que sería capaz de lanzarse al abismo más profundo sólo por curiosidad. Esa era su Honoka.

Pensar en ella la calmó y pudo seguir su camino.

===o===

Honoka quedó francamente sorprendida al ver el nivel de devoción que sentía la gente por la figura del Tigre Blanco. Había personas que directamente se arrodillaban al verla y eso la puso bastante incómoda, a momentos tuvo deseos de pedir que pararan pero lo pensó mejor. Su opción más sensata era portarse como esperaban que se portara al menos mientras estuviera bajo la vigilancia de esos sujetos.

La mejor manera que encontró de lidiar con las personas era asentir de manera callada y con una sonrisa, del resto se encargaba Lilia quien hablaba con los pobladores. Lilia los conocía, a más de uno los llamaba por su nombre y estos a ella, era una comunidad pequeña al parecer. Algo le decía que esas personas no eran conscientes de los secretos de los que estaban más arriba. Le era imposible no sentir empatía con esas personas y sus esperanzas puestas en una figura poderosa.

Sabía de ello, la piel de Tigre no era el primer uniforme blanco que se ponía y que conllevaba consigo una enorme responsabilidad. Era como ser una Pretty Cure por segunda vez en un mundo nuevo.

Pasaron varios poblados pequeños donde Lilia le mostró los alimentos locales, los servicios que ofrecían así como los lugares donde pedía pedir posada en caso de que sus viajes la llevaran de regreso por esos lugares. Honoka se podía considerar a salvo estando en un pueblo, eso era bueno saberlo.

Todo era similar a los otros mapas del juego: el sistema monetario, las tiendas, la comida y por supuesto que tenía sus propios objetos propios de la zona y algunas recetas nuevas de cocina. Su instinto gamer le ordenaba que aprendiera esas recetas. Lo haría en su momento, siempre se preguntó cómo sería cocinar esas recetas en un escenario real y... Bueno, al parecer podría cumplir ese pequeño capricho.

─Es fácil encontrar los poblados si sigue las humaredas a lo lejos ─dijo Lilia apenas entraron al primer valle bajo la montaña.

Asintió y echó un vistazo a su alrededor. La vegetación era escasa y dura, resistente para ese tipo de clima. Había pocas flores y no muchas de esas eran comestibles, lo podía saber a simple vista. Los árboles eran pinos en su mayoría, los adecuados para el clima y la zona, y pese a eso, podía ver manadas de animales salvajes en los parches verdes del paisaje, había pájaros y pequeñas lagunas que seguramente tenían agua muy fría.

Sonrió.

A pesar de lo agreste del sitio, era hermoso a su manera. Muy hermoso. A su mente sólo pudo llegar ese momento en que Nagisa le pidió entrar juntas a ese mapa apenas se abriera. Lamentaba verlo sin ella, quería explorar ese sitio con Nagisa. Miró a un lado esperando, por instinto y costumbre, ver a Nagisa a su lado, pero no... Estaba Lilia, un personaje del juego de quien no sabía qué tan real era su existencia.

La consolaba la idea de poder recorrer ese sitio una vez más pero con Nagisa apenas pudieran salir un poco de ese lío, o por lo menos encontrarse. Si iba a ser así, entonces quería explorarlo mejor y poder darle un tour adecuado a su mejor amiga. La idea la hizo sonreír.

─¿Y ésta planta? ─preguntó Nagisa, notando algo entre las hierbas, vio la sonrisa de Lilia.

─Tiene buen ojo, Milady, son patatas salvajes, mire ─fue a excavar un poco alrededor de la hierba para sacarla completa y, sí, era una especie de patata de forma burda─. Si le hace falta comer algo en el camino, ésta le puede salvar la vida con una sopa simple. O si no puede hacer fuego por cualquier razón, puede comerla cruda aunque no lo recomiendo, tiene un sabor fuerte.

Una contenta Lilia fue a lavar la verdura a un pequeño estanque junto al camino y se la extendió.

Honoka tomó la planta y la analizó bien. Para ser una comida de emergencia no tenía mala pinta. Para sorpresa de Lilia, el Tigre le dio una mordida a la raíz y la saboreó como era debido. La hechicera sabía bien del fuerte sabor del ingrediente y por eso sólo era comida de emergencia, pero su acompañante ni siquiera hacía gestos mientras masticaba.

─Sabor fuerte, sin duda es un gran ingrediente para una sopa como dices ─dijo Honoka mientras analizaba el sabor que le quedó en la boca luego de pasar el bocado─. No es tan duro pero sí está frío, puede que asado tenga otro sabor. Podríamos intentarlo en alguna oportunidad.

Lilia se quedó callada unos momentos antes de soltar una linda risa. ─No pensé que fuera a comerlo así como así, Milady. Eso fue raro ─agregó entre risas, para luego darse cuenta de sus propias palabras, hasta respingó─. ¡Lamento mi rudeza, Lady Whitehouse, no quería ser grosera! ─y comenzó a inclinarse repetidas veces.

Honoka la calmó con un gesto y siguió comiendo su patata salvaje. El sabor en serio era intenso pero no desagradable, seguía pensando en si se podría combinar con otros ingredientes que sí conocía del juego.

─No te preocupes, no lo fuiste. Nadie comería un ingrediente crudo porque sí, yo lo hice porque quise hacerlo ─y porque sí, era rara, ya lo sabía. El detalle era que Nagisa y Hikari conocían sus excentricidades, sus otras amistades la aceptaban sin más y a momentos olvidaba que tenía comportamientos que muchos considerarían no apropiados para alguien como ella... O para alguien normal.

Rió para sí misma.

─Aún así, no debí decir algo tan atrevido y...

Lilia calló cuando sintió la mano de su acompañante en su hombro. A pesar de que su mano estaba cubierta por la pata de la piel a manera de guante, podía sentir un calor cómodo y agradable. Miró a la chica.

─Está bien, no quiero que te sientas incómoda o tensa mientras viajamos juntas ─dijo Honoka con un tono calmo, suave─. Sé que es tu misión y la tomas en serio, y agradezco eso, pero tampoco te sientas tensa por cómo debas tratarme ─su sonrisa se amplió más─. Disfrutemos el viaje, ¿qué dices?

La hechicera abrió un poco la boca y las palabras tardaron en salir. Bajó la cabeza y sintió tímidamente mientras se acomodaba las gafas. Sentía un calor en las mejillas difícil de explicar. ─Como usted ordene, Milady.

Ésta vez, Honoka se animó a seguir caminando, iban en una sola dirección después de todo. ─Tampoco es necesario que me llames de usted, calculo que tendremos la misma edad y en serio me siento un poco rara que me hablen así.

Lilia suspiró hondo y corrió para emparejarse con Hannah. Le miraba de reojo a ratos y le causaba cierta impresión que la Elegida por la que tanto habían esperado, fuera una chica normal con unos aires muy tranquilos. Poco propio de alguien que había llegado a ese mundo a encarnar a un letal Tigre capaz de sosegar las tormentas. Si la hubiera conocido en el pueblo sin más, seguro que serían amigas. Sonrió.

─De acuerdo, Milady... Ah... No estoy segura de cómo llamarle... Llamarte ahora ─se aclaró la garganta con una pizca de nerviosismo.

─Por mi nombre está bien.

─¿Entonces puedo llamarte Hannah?

Honoka sonrió para sí misma. Olvidaba que ese era el nombre que le correspondía en ese mundo. Aún no se acostumbrada siquiera a que la llamaran "Lady Whitehouse". Si alguien le llamara así de lejos, no respondería a ese nombre. Debía hacerse a la idea de que ahí era Hannah, para el sistema del juego era Hannah Whitehouse. Rió un poco y asintió.

─Sí, puedes llamarme Hannah si quieres, no tengo problema con eso ─sería una buena manera de acostumbrarse al nombre.

─¡Muchas gracias, Milady! Ah... ¡Digo! Muchas gracias, Hannah.

Honoka sonrió una vez más y se terminó su verdura silvestre. Puso atención cuando vio a lo lejos algo que se movía. Sintió un escalofrío en el cuerpo pero no de frío, si no de alerta, sólo así lo pudo interpretar. ¿Peligro? Sí, un instinto le decía que sí y no sería aventurado decir que era el instinto animal que seguramente acompañaba la piel. O también podría ser por su instinto de guerrera legendaria Pretty Cure.

─¿Qué es eso? ─señaló más adelante del camino entre una zona de pinos.

─¿Dónde? ─preguntó Lilia mientras se ajustaba las gafas. No lo había notado y tardó un poco en percatar lo que se movía más adelante.

Honoka lo notó y seguramente sus sentidos estaban igualmente maximizados, porque podía ver lo que sucedía adelante, poco a poco podía escuchar de mejor manera el soplar del viento entre las hierbas y podía sentir cada vez más aromas. El Tigre en serio le estaba dando más habilidades de las esperadas. Respiró hondo y sintió un aroma desagradable pero tolerable.

─Son monstruos ─dijo Lilia, alerta.

Bien, ahora sabía a qué olían esos monstruos y era una información que nunca pensó necesitar. Sonrió.

─¿Es algo contra lo que me pueda enfrentar? ─preguntó Honoka mientras sentía su piel erizarse una vez más. ¿Ansias? ¿Emoción? Ambas opciones eran posibles, incluso las manos le hormigueaban y no sabía porqué, pero necesitaba moverse, necesitaba correr en serio.

─Podemos probarlo, Hannah ─la hechicera sacó su libro y un aura comenzó a brillar a su alrededor─. No quiero que te pongas en peligro, así que deja que me encargue de un par al menos para que no te ataquen por sorpresa.

Honoka asintió, le cayó en gracia que Lilia se sacudiera tan rápido todas las pleitesías que le estaba procurando desde que se conocieron. Era lo mejor, así ambas estarían cómodas durante el viaje y, en serio, no le gusta mucho eso de ser tratada con tanto respeto. Entendía que tenían sus motivos para tratarla como si de un ser sagrado se tratara, pero como bien decía Nagisa, ellas sólo eran chicas de escuela.

Además la compañía de Lilia era temporal, así que lo mejor era hacer que fuera lo más cómoda posible y... Quién sabe, le haría bien tener a alguien de su lado a futuro por si las cosas se complicaban.

Ambas se acercaron con sigilo a un grupo de monstruos que Honoka rápidamente reconoció como los habituales del juego, los Makeres, unos seres humanoides con cuernos, piel verdosa y ropajes hechos de hojas, ramas y pieles. Sus armas eran simples garrotes, ramas que tomaban del camino. Monstruos de nivel bajo por lo que podía ver, se concentró en ver sus niveles y todos rondaban el nivel 20. Altos para ella pero bajos para Lilia.

No estaría mal ver a la hechicera en acción, lo poco que sabía de ella era por el juego y ni siquiera se podía pelear contra ella.

─De acuerdo, adelante, yo esperaré un poco atrás y entraré en el momento que me indiques ─dijo Honoka con una sonrisa mientras Lilia sacaba su libro mágico y se adelantaba con un gesto de total concentración.

CONTINUARÁ...