EL RUGIDO DE LAS BESTIAS

Por: Escarlata

Precure pertenece a Toei, el plot es mío.

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PARTE 7

Nagisa y Honoka, junto con sus acompañantes, siguieron con el tour en las zonas que la primera conocía y la segunda apenas comenzaba a conocer. Ambas ese mostraban particularmente emocionadas por lo que estaban descubriendo por su cuenta pero sólo un pensamiento era el que permanecía en sus cabezas: querían compartir esa experiencia con la otra, querían ver esos paisajes nuevos y viejos lado a lado, querían verse, necesitaban verse con urgencia a pesar de saber dentro de sus corazones que estaban bien y que se verían apenas fuera el momento.

No estaban acostumbradas a enfrentar peligros de ese tipo por separado y era normal que se sintieran ansiosas a pesar de toda la emoción y energía que demostraban a sus acompañantes. Sus comportamientos eran sinceros, pero por dentro se sentían incompletas. La sensación era tan intensa que casi podían tocarla, podían saborearla incluso cuando acamparon y se dedicaron a comer. Probar la comida del juego por primera vez, juntas, sonaba bien pero no podían.

Era media tarde cuando comían en sus respectivos territorios, Nagisa tenía una buena comida hecha por Fergie y, para horror de la chica, había que cocinar de la manera tradicional en ese mundo como en el real, no era un proceso de segundos como en el juego. La sopa de carne blanca y hongos sabían bien pero tomaba tiempo y tenían que cazar a las aves al momento, fue Fergie quien lo hizo, por cierto.

Nagisa en serio sentía pena de cazar a los animales cuando estos no le tenían miedo e incluso se le acercaban por voluntad propia. Eso no impidió que disfrutara su comida, por cierto, tuvo que contenerse de decir que sabía muy bien y que se veía mucho mejor a como lucía la imagen en el juego. Eso sí, felicitó al cocinero.

─¡Sabe increíble! ─exclamó Nagisa mientras se servía más.

─Me alegra que sea de su agrado ─dijo el joven con una sonrisa. Miró el cielo, sabía que en un par de horas se iba a meter el sol y lo mejor era conseguir un sitio adecuado para acampar, o bien llegar a un poblado a tiempo y quedarse bajo un techo. Lo mejor era consultarlo con su protegida─. Hay un poblado a un par de horas de aquí si quiere que nos quedemos en un sitio con techo ésta noche, pero si prefiere acampar bajo las estrellas, debemos buscar un sitio donde no aparezcan los Makeres y nos despierten a garrotazos.

Nagisa comía más sopa sorbiendo directamente del tazón de madera, escuchó lo que dijo y lo pensó un poco. De noche era cuando tenía la penalización, hasta el momento se las había arreglado bien contra los monstruos en el camino, de hecho ya era nivel 10 para esos momentos y, en su última pelea, Fergie se limitó a mirarla y cuidar que nada se saliera de control, pero la verdad era que el León tenía absolutamente todo bajo control.

Saber cómo era que su poder se comportaría por la noche era una buena idea, así sabría si debía guarecerse o no para cuando viajara por su cuenta.

─Tienes razón, lo último que necesitamos es a un montón de esas cosas encima de nosotros a medianoche, pero aún así me gustaría ver las estrellas en una acampada ─ésta vez comió con la cuchara y la dejó en su boca mientras pensaba un poco en sus posibilidades─. Creo que... ¿Te parece si acampamos cerca de algún sitio poblado? Si consideras que es muy peligroso, podemos ir al pueblo entonces.

Fergie sonrió. Nagisa frunció el ceño mientras miraba a un lado con la cuchara en la boca todavía, las sonrisas de ese chico en serio seguían haciendo destrozos en sus sentidos. Ya estaba un poco más controlada para esos momentos, pero había ataques contra los que no podía pelear aunque lo intentara, como esa sonrisa, por ejemplo.

─De acuerdo, sé qué pueblo nos queda cerca. Luego de comer, iremos ahí.

Nagisa también sabía a qué sitio se refería, pero prefería callar esos comentarios, no le gustaba quedar como rara y como loca frente al guerrero. ─Gracias, espero no ser demasiada molesta con mis caprichos ─esa disculpa era sincera. Normalmente no se comportaba así, pero la emoción la embargaba a momentos y no podía controlarse.

─No tiene nada de qué apenarse, oh, poderoso León ─dijo el guerrero con una sonrisa divertida.

Nagisa se echó a reír al escucharlo. Definitivamente era mejor convivir con él a manejarlo cual marioneta mientras jugaba en su computadora. ─Oye, no deberías provocar al feroz León Negro, podría comerte ─incluso levantó las manos para mostrar las garras de la piel de la fiera en sus manos, todo para completar su broma.

Lo que no esperaba era el golpe de gancho del joven. ─Sin duda sería un honor ser devorado por alguien tan magnífica y poderosa ─respondió con un gesto que pecaba de encantador, tan galante que debería ser ilegal y alguien debería encerrarlo para no provocar estragos en quien le viera.

Nagisa entre sus víctimas, claro. Todos los colores se le subieron a la cara y sólo pudo comer el resto de su comida prácticamente engulléndola. Dejó el plato a un lado y se puso de pie. ─Iré a lavarme la cara, gracias por la comida, ya terminé.

Fergie sólo mantuvo su sonrisa mientras miraba a su protegida alejarse. Se llevó una mano al mentón, no era tonto, sabía lo que le estaba provocando a la chica y quizá debía contenerse un poco más en sus modos. No podía evitarlo, estaba cómodo con ella, pero tampoco debía molestarla. Sobretodo al ver que, a momentos, se quedaba viendo a la nada con la mirada perdida, más de una vez notaba que ella hacía movimientos como si buscara a alguien. Quizá sí buscaba a alguien. Procuraría medirse la siguiente.

Por su lado, Nagisa fue a un pequeño arroyo a unos pocos metros de su sitio de acampada provisional para lavarse la cara y beber agua directo de donde salía, en la roca. Honoka una vez le dijo que nunca era buena idea beber el agua corriente, que de ser el caso, lo mejor era beberla directo de donde nacía, esa salía filtrada por la misma tierra y no tenía impurezas ni partículas orgánicas de nada.

El agua fresca le supo muy bien, lavarse la cara también. Se quedó con hambre pero su cobardía la hizo correr.

─¡Argh, soy una cobarde! ─se regañó en voz baja mientras se mojaba la cara de nuevo─. Esto sería más sencillo si estuvieras aquí, Honoka ─continuó su lamento. Miró el agua y suspiró hondo. Si estuviera Honoka ahí, le daría la mano para calmarla, o bien llevaría la plática con el caballero para cubrirla a ella de sus meteduras de pata, estar con Honoka la calmaba mucho. No que fuera una completa inútil sin ella, simplemente estaba acostumbrada a hacer todo y nada con ella y ahora que no la tenía, debía lidiar con esos asuntos interpersonales por cuenta propia.

Suspiró una vez más, debía calmarse, beber más agua, volver con el guerrero, comer un plato más de esa deliciosa sopa y seguir su camino sin morir de vergüenza en el intento. De alguna manera lo logró y volvió. Notó que el caballero le dejó a ella la sopa que quedaba. En serio Fergie era dulce.

─Terminemos de comer y sigamos, tenemos un par de horas antes de que se meta el sol. No es tan peligroso por la noche, no como en otras zonas, pero como bien dice, no queremos un grupo de monstruos encima nuestro a medianoche ─dijo el caballero con un tono de voz más calmado.

─De acuerdo, muchas gracias ─respondió de manera obediente y comió con calma el resto de su comida. Definitivamente debía mantener el control, lo haría por su propio bienestar físico y mental.

Pasado un rato, el par terminó apropiadamente de comer, apagó la cenizas y recogieron sus cosas, que no eran demasiadas. Nagisa mantenía muy dentro de su corazón las lecciones de camping de su padre, y una de esas importantes reglas era dejar los sitios de acampada justo como los habían encontrado, hasta las piedras. Fergie sonrió de manera casi tierna al ver que su protegida colocaba hasta la más pequeña roca en el lugar de donde la habían tomado, para cuando estaban listos para irse, no había ni pista ni señal de que alguien hubiera estado ahí.

─Normalmente los sitios de campamento se dejan como están ─comentó Fergie mientras reanudaban la marcha, el León caminaba un par de pasos atrás de él, siguiéndolo.

Nagisa ya se sabía porqué, era para que otros viajeros pudieran usar el sitio sin gastar más energías montando todo. Lo sabía porque así sucedía en el juego, ellas mismas, con sus personajes, solían usar las fogatas apagadas para dejar a sus personajes ahí haciendo nada mientras ellas platicaban de tonterías y mil y un cosas más.

─Lo hice porque fue como me enseñaron ─e incluso si ese era un mundo mágico, ficticio, real o lo que sea que fuera, Nagisa hacía todo como lo creía correcto y como se lo habían enseñado. Había costumbres que no se podía sacudir aunque se esforzara─. Pero la siguiente procuraré dejar los campamentos montados como estaban, ya sabes, para otros viajeros.

Fergie asintió, era lo que se acostumbraba ahí, pero ver que la zona estaba como si nada y manteniendo su calma y belleza natural también era algo agradable de ver. ─Caminaremos un par de horas más, ¿su energía están bien? ¿No siente cansancio? ─preguntó el caballero. Él estaba entrenado para marchas kilométricas, pero siempre procuraba ser considerado con sus acompañantes.

Gracias a sus bonos y extras por ser de día, Nagisa se encontraba en excelentes condiciones. Le resultaba novedoso no sentir cansancio. Comieron porque era Fergie le dijo que ya era hora de comer, no porque Nagisa sintiera hambre. Pudo comer lo de costumbre pero no tenía hambre, pese al calor ambiental no sentía tanta sed y no estaba ni por asomo agotada. Ya vería si en serio su condición bajaba cuando se metiera el sol, necesitaba saberlo.

─Me siento perfectamente bien, gracias, tu comida me ayudó ─dijo Nagisa con una sonrisa, era cierto lo que decía, la comida la hacía sentir bien aunque no estuviera hambrienta─. Tienes que enseñarme a hacer esa sopa ─y preguntaría si sabía hacer las demás que recordaba de la lista de ítems de comida.

─Todo lo que necesite, Milady ─dijo el joven con un educado y alegre gesto.

Nagisa rió de manera torpe pero igualmente alegre. Comprendía que el chico debiera ser educado, después de todo Fergie era así, comprometido con su deber y muy cordial. Así se describía su personalidad en el perfil de su personaje y justo así era en ¿la vida real? ¡En serio necesitaba saber si todo eso era real de alguna manera o sólo un montón de datos en una computadora! Incluso un reino mágico sonaba bien, como los que ya habían visitado durante sus aventuras como Pretty Cure junto a Honoka y sus amigos mágicos.

Ese León pulgoso debía saber algo, estaba segura, pero no podría encararlo si antes no subía de niveles, ese "hazte fuerte" era obvio. Debía tener el nivel suficiente para resistir su ataque sin que la sacara de "su mundo" de golpe. Había ganado una decente cantidad de niveles para su primer día, quería ser al menos nivel 40 como Fergie, eso debería ser suficiente, ¿verdad?

─¿Seguimos? ─preguntó Nagisa, sujetando bien su mochila.

─Sigamos ─respondió el chico y fue el primero en echar a andar.

Sin más plática que algunas explicaciones de Fergie respecto a consejos de supervivencia y los mejores sitios para acampar de manera segura, ambos siguieron la marcha a su sitio de acampada de esa noche.

La tarde avanzaba de manera lenta pero apacible, un par de peleas más y entre éstas se pudo notar cuando el cielo comenzaba a teñirse primero de rojo, luego pasó a un hermoso dorado mientras los últimos rayos del sol morían en el horizonte. Las primeras estrellas se pintaron en el cielo, la luna brillaba, redonda, por encima de ese mundo.

Era de noche.

Nagisa lo sintió, apenas el sol desapareció y su sombra era producto de la enorme luna sobre sus cabezas, sus estadísticas bajaron. Sintió algo más de hambre, también sintió cómo su propia velocidad bajaba, no demasiado pero sí podía sentir la diferencia a comparación de cómo estuvo saltando de un lado a otro como conejo durante todo su recorrido del día. Incluso bostezó y no había pasado eso.

Fergie notó el cambió y lo atribuyó a que había sido un largo día para su protegida. Hicieron el campamento como quedaron y Nagisa recordó que quizá dormiría un tiempo extra. No se había puesto la capucha de la piel durante el día, pero quizá si estaría un poco más descuidada durante la noche. Veía igual de bien por la noche, su audición también seguía maximizada y juraría que hasta percibía más aromas de los normales. Lo que tenía en la espalda era un animal después de todo, eso lo explicaba.

Se mantuvo despierta todo el tiempo posible hasta que su propio cuerpo se rindió, sabía que estaría a salvo bajo la protección de Fergie, era un tipo confiable después de todo.

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Honoka pudo sentir la diferencia de inmediato apenas se metió el sol. Su vista se aguzó tanto que podía notar las siluetas de las demás criaturas a su alrededor incluso en la oscuridad, podía sentir mejor los aromas, podía notar las piedras en el camino y pudo sentir su cuerpo más ligero. No sabía que tenía cansancio hasta que se metió el sol y dio una bocanada de ese aire nocturno, sintió tanta energía dentro de su cuerpo que se sentía capaz de andar toda la noche y hasta el amanecer.

Y seguramente podría haberlo hecho pero su acompañante no estaba en las mismas convenientes condiciones que ella. Nada perdía con quedarse a su lado las noches que tenían qué compartir juntas, ya después podría tener todas las caminatas nocturnas que deseara.

Montaron un pequeño campamento donde Lilia lo aconsejó. Honoka podía ver el poblado del que su acompañante habló a lo lejos. No tan lejos en realidad, podrían llegar en caso de peligro, el sendero estaba despejado y podía notar las luces de las antorchas en los muros de protección y las luces en las casas. En serio estaba sorprendida por cómo sus sentidos le decían todo del paisaje, a momentos se sentía sobrepasada por todas las sensaciones, una clara sobrecarga sensorial que debía aprender a manejar o podría ponerse en peligro a sí misma en un descuido.

Lilia precisamente estaba preparando una sopa con las verduras silvestres que colectaron en el camino. A Honoka le cayó en gracia que (obviamente) no pudiera cargar con cientos de ingredientes para cocinar como en el juego, sólo podían cargar lo poco o lo mucho que pudieran conseguir en el camino. Esas patatas salvajes estaban en todo ese sitio, por lo que alguien con buena vista podría sobrevivir en ese agreste territorio comiendo sopa solamente.

─Puede usar éstas hierbas frescas a la sopa, si tiene oportunidad de comprar queso en algún poblado, se agregan unos trozos ─precisamente la hechicera tenía una pequeña bola de queso en su mochila, un queso hecho para resistir un poco más el viaje sin que se echara a perder, un poco duro y con sabor intenso como para comerlo sólo (y que por supuesto no le dio a su acompañante para que no lo comiera así como lo hizo con la verdura silvestre) que era perfecto para cocinar. Cortó unos cuadros con su cuchillo de viaje y los agregó. Honoka notó que igualmente tenía en su propia mochila utensilios de cocina para cuando le tocara viajar sola, también tenía algunas especias para agregar a sus comidas y...

Hablando de comidas, sintió como si algo brillara a su costado. Notó que Lilia no veía ese brillo y supo que era el menú del sistema. Mientras la hechicera movía la sopa, Honoka discretamente deslizó el menú con su dedo y notó que "Sopa de Papa y Queso" había sido agregada a su lista de platillos. Era su único platillo, por cierto. Tendría que aprenderlos todos, o al menos eso le exigía su instinto gamer.

─Huele bastante bien ─comentó Honoka apenas el aroma cambió gracias al queso.

─Y sabe aún mejor, no quiero presumir, pero a todos les gusta mi sopa.

Honoka no perdía de vista el contenido de la pequeña olla. La papa silvestre le daba una consistencia espesa al caldo, el queso no se deshizo por completo, simplemente perdió un poco de volumen y las hierbas frescas locales flotaban entre los trozos de verdura. Se le hizo agua a la boca, no tenía pena en admitirlo.

─¡Y listo! Dame tu plato, Hannah.

Un lindo plato de madera con una cuchara también de madera. Tenía una cantimplora de madera por igual. Todo era ligero y resistente. Además sus trastos tenían unos grabados muy lindos, lo admitía. Apenas Lilia le sirvió su ración, Honoka sopló un poco el bocado y comió.

Estaba delicioso, su gesto lo decía todo.

─En serio sabe muy bien ─miró a la hechicera con una sonrisa amplia─. Sabe muy, muy bien, nunca había probado algo como esto.

Siguió comiendo. El halago hizo que Lilia riera de manera nerviosa, sobretodo por el gesto de su protegida, juraría que hasta la mirada le brilló. El cosquilleo se quedó en su estómago unos segundos más mientras se servía su propia ración. ─Me... Me alegra que te guste ─a decir verdad quería lucirse y lo logró. Sí era cierto que le felicitaban mucho su sazón, pero era la primera vez que la sopa le quedaba TAN bien.

─Déjame hacer la comida mañana que sigamos, aunque no sé si me salga tan bien como a ti ─dijo Honoka entre bocados. Ciertamente la papa sabía mejor cocinada y su fuerte sabor se suavizaba y se mezclaba perfecto con el queso.

─De acuerdo, mañana te toca a ti el desayuno. Mientras come bien ─dijo Lilia y siguió comiendo. En serio se lució, sabía mejor que nunca.

A pesar de disfrutar la cena, a Lilia no le pasaba por alto que estaban en medio de una zona medianamente expuesta. Tenían árboles y duros arbustos alrededor, había un pequeño brazo de río a unos metros en caso de necesitar agua y a medio kilómetro había un poblado con buena protección contra Makeres errantes. Acamparon donde su acompañante quería porque esa fue su petición, estaba alerta pese a todo porque los sonidos alrededor le decían que las montañas seguían llenas de vida.

Honoka también escuchaba esos sonidos, todos y cada uno de ellos. Estaba atenta a todos pero seguía con una sobrecarga sensorial que a momentos la hacía cerrar los ojos y tomar aire de manera profunda para concentrarse mejor. Y concentrarse en el aroma y el sabor de la comida la estaban ayudando mucho.

─¿Hay más platillos que puedas enseñarme? ─preguntó Honoka entre bocados. Comía lento, saboreaba los bocados como de costumbre, pero algo le decía que podía repetir plato sin problema. Quizá porque estaba gastando más energía, requería más energía o estaba alimentando a un tigre también. Podían ser todas las opciones, pero de todos modos no sería capaz de comer todo lo que Nagisa podía comer incluso en condiciones normales.

Nagisa.

Tenía tantas ganas de prepararle ese platillo, sabía que le gustaría mucho.

La pregunta hizo sonreír a Lilia de manera alegre, amplia. ─Por supuesto que puedo, te enseñaré todo lo que sé cocinar ─respondió la hechicera con entusiasmo. Se sirvió un poco más. Había preparado poco para no dejar comida que pudiera atraer animales salvajes.

─Muchas gracias, aún no sé cómo pagarte todo lo que sigues haciendo por mi ─dijo Honoka con sincero tono en su voz. Por cierto, que se sirvió lo poco que quedó y con eso quedó vacía la pequeña olla.

Lilia se ajustó las gafas en un intento de mantener el control de sí misma. Rió un poco. ─No tienes nada qué agradecer, en serio. Sé que sabes que es mi deber escoltarte hasta que estés lista, pero en serio me agradas y a veces olvido que eres la persona que se va a llevar la tormenta de nuestro territorio.

Honoka abrió la boca. Tenía tantas ganas de preguntar acerca de lo que sabía de la historia del juego, pero eso sonaría demasiado raro en alguien que acababa de llegar a ese mundo. Por lo que sabía, Lilia estaba con una "organización secreta", al menos en lo que se llevaba en la historia del juego hasta el momento y que era la conexión con algunos grupos de actividades fuera de la ley en el lado de "los buenos".

Ahora sabía que dicha organización eran los mismos sujetos del templo. No conocía sus intenciones en la historia del juego, apenas estaban comenzando las misiones de historia para enlazar todo al nuevo mapa. Pero ahora que ella estaba fungiendo el papel de su idolatrado Tigre Blanco, sabía que querían detener una tormenta que amenazaba con empeorar las condiciones de vida no sólo en su territorio, si no en las zonas vecinas.

¿Eran los malos o no? A esas alturas no estaba segura, no cuando Lilia trataba con amabilidad a los pobladores, no cuando estos mismos pobladores vivían bien a pesar de estar en condiciones de frío, lluvias de aguanieve y nevadas casuales. Todos eran amables, salvo los sujetos del templo que de alguna manera le despertaban algo que la obligaba a callar y seguir la corriente, todos los demás eran personas buenas. Lilia lo era.

Quizá por eso el Tigre le dijo que no confiara en lo que esos sujetos le dijeran, debía ver la verdad con sus propios ojos. Debía dejar que el tiempo le diera las respuestas, por mientras le quedaba seguir el viaje y hacerse más fuerte.

─Ya te lo dije, Hannah, es mi deber pero también lo hago con gusto. Me imaginaba a alguien más inalcanzable pero... Eres genial ─dijo Lilia.

Honoka sonrió, se notaba apenada por las palabras ajenas, normalmente recibía ese tipo de halagos de parte de Nagisa y los aceptaba de buena manera y una sana dosis de pena, pero que se lo dijera esa chica en especial tenía un sabor diferente. Suspiró de manera discreta.

─Gracias ─se aclaró la garganta. Estaba por mencionar algo más, pero la vio bostezar. Seguramente ya estaba cansada de la larga caminata. Sonrió─. Tú duerme, yo haré la guardia, tengo que meditar y seguir acostumbrándome a este poder.

─¿Segura? ─preguntó Lilia, preocupada─. Has demostrado que eres fuerte, pero aún así hay monstruos más fuertes de noche, no puedo dejar que te pase nada ─alegó la hechicera.

La guerrera sonrió aún más. ¿Cómo no apreciar a su acompañante? ─Si algo pasa prometo despertarte, no me alejaré del campamento si eso te preocupa, simplemente quiero experimentar el bosque de noche. No me pondré en peligro ni te meteré en apuros.

Lilia suspiró, el gesto de su protegida era dulce, estaba lleno de entusiasmo y parecía muy confiada. Se acomodó las gafas y suspiró una vez más. No pudo más, se rindió a esa sonrisa.

─De acuerdo, dormiré o mañana no podré estar atenta. Has lo que quieras pero no te alejes del campamento ni enfrentes monstruos tú sola. Si necesitas despertarme, hazlo.

Honoka puso un gesto de alegría. ─Tendré cuidado y te despertaré si algo malo pasa, tienes mi palabra.

─Bien ─la hechicera asintió y antes que nada fue a limpiar sus utensilios de cocina y su olla, nunca era buena idea dejar restos de comida o el aroma podría atraer a criaturas inesperadas.

Honoka juntó más ramas para la fogata y media hora más tarde, Lilia ya estaba durmiendo cerca del fuego y Honoka al fin tenía tiempo a solas para meditar y concentrarse en todo lo que sus sentidos maximizados podían percibir. Echó algunos leños más al fuego y se sentó a una distancia prudente del pequeño campamento. Un par de metros sería suficiente. Se cruzó de piernas, colocó sus manos sobre sus rodillas y cerró los ojos.

Respiró de manera honda, profunda, hasta llenarse los pulmones de tanto aire como le fue posible. Mantuvo la respiración unos segundos antes de soltar el aire. Repitió su ejercicio de respiración varias veces y en cada ocasión más aromas y sonidos le llegaban a la nariz y los oídos. Podía escuchar a las aves nocturnas, podía oler a esas mismas aves. Escuchaba los ligeros pasos de un animal cuyo sonido identificaba, una especie de jabalí que también rondaba los mapas que ya conocía al otro lado de la puerta.

¿Qué más? El frío, podía sentir el frío sin sufrirlo, podía sentir cómo algo en su cuerpo evitaba que su piel al descubierto se congelara a pesar de llevar falda y tener los brazos desnudos. La pobre Lilia, en cambio, dormía con dos mantas encima, la propia y la de Honoka, se la echó encima al verla temblar entre sueños.

Rugidos de animales, aullidos, los sonidos de los Makeres a Dios sabrá qué distancia, pero sabía que estaban lejos porque no percibía su aroma en las cercanías. Sintió un mareo, tenía los sentidos saturados una vez más. Poco a poco, con concentración y silencio, fue acostumbrándose a esa noche, a la oscuridad donde sus sentidos estaban más despiertos que nunca. Su visión era lo que más la desconcertaba, podía ver bien en esa oscuridad, no como si fuera de día, era más bien como tener una lente de visión nocturna en los ojos. Sí, justo así se sentía.

Estaba emocionada, quería dar una vuelta por los alrededores pero no quería enfadar a Lilia, por alguna razón no quería molestarla, no cuando ella estaba haciendo mucho por cuidarla. Lo menos que podía hacer era portarse bien mientras estuviera bajo su guardia. Sí, era lo mejor.

Y portándose como una buena chica, pasó esa noche acostumbrándose a sus sentidos magnificados.

CONTINUARÁ...