EL RUGIDO DE LAS BESTIAS

Por: Escarlata

Precure pertenece a Toei, el plot es mío.

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PARTE 9

Nagisa no podía dormir a pesar del sueño que siempre la atacaba fuertemente por las noches, no podía evitar contemplar a su acompañante de reojo. Fergie seguía despierto, todo un caballero en su trabajo de vigilar a su protegida y mantener a salvo el campamento aunque estuvieran cerca de la cima. Nagisa detestaba sentirse así, a su vez lo disfrutaba pero le era raro que le gustara el Fujipi de su mundo y también le gustara al caballero que se parecía a su crush, pero Fergie ya no le gustaba solamente porque se pareciera a Fujipi, Fergie era fantástico a su propio modo y lo admiraba mucho.

Y a pesar de suspirar por dos chicos que fácilmente podrían ser hermanos gemelos, echaba TANTO de menos a Honoka, que a momentos sus pensamientos iban en dirección a su amiga y de repente la imaginaba a ella y no a Fergie a su lado.

─¡Argh, no puedo creerlo! ─se quejó en voz baja.

─¿Pasa algo? ─preguntó el chico con genuina preocupación.

─No, nada, nada. Deberías dormir, no creo que algo nos ataque acá arriba ─dijo Nagisa a manera de componerse a sí misma, ninguno de los gestos del joven le ayudaba.

─Lo haré en un rato más, lo prometo.

Nagisa suspiró, Fergie era terco y entregado a su deber, tanto que era molesto pero de buena manera, Nagisa lo aceptaba y no porque no tuviera opción, si no que en serio le gustaba su compañía. Volvió a acomodarse y le dio la espalda a propósito para componerse, se envolvió bien en la piel de león y la manta y se acomodó para por fin dormir. O al menos intentarlo.

Sintió que una ráfaga de aire frío le golpeaba la parte descubierta de la cara. Eso no hubiera sido problema de no ser por el aroma a humedad que cargaba consigo. Gracias a sus sentidos maximizados sabía lo que estaba a punto de pasar: iba a llover. Se sentó de inmediato y miró el cielo. No era evidente a simple vista, pero a lo lejos pudo ver las nubes negras y cargadas venir en su dirección.

─¿Pasa algo, León? ─preguntó Fergie, había pasado segundos desde que la chica se acomodó.

─Va a llover pronto, quizá debamos movernos ─dijo Nagisa y se puso en pie.

Fergie hizo lo mismo. ─Me temo que no tenemos mucho sitio hacia donde movernos, estamos cerca de la cima ─más cerca de la cima que del suelo, varias horas más de escalada sin importar si subían o bajaban─. Si llueve se va a poner resbaloso y me temo que hasta tú te vayas a caer.

Nagisa tenía que darle la razón en ello, había zonas de roca lisa que Fergie no podía escalar pero ella sí usando las garras del León, pero eso no le aseguraba que pudiera tener ese mismo agarre en condiciones de lluvia. Mejor no arriesgar. Estaba pensando en qué hacer, era evidente que Fergie también y ambos sintieron un nuevo golpe de aire, más fuerte gracias a la altitud donde se encontraban.

Antes de darse cuenta, ya tenían la inmensa nube negra y cargada de agua tormentosa casi encima, una fuerte brizna llevó las primeras gotas de lluvia y ambos sabían que era tarde para moverse. Fergie rápidamente supo qué hacer. Hizo que ambos se movieran más hacia el muro de roca y usó su capa y ambas mantas para cubrir a ambos. Su capa era impermeable porque era de cuero delgado, no de tela, y lo suficientemente amplia para usarla incluso como manta de ser el caso. Bien, en éste otro caso serviría de cubierta contra la lluvia.

Lo que Nagisa no esperaba, desde luego, era que el chico la pegara a su cuerpo mientras la protegía de la lluvia. Estaba tan roja y en tal estado de pánico, que ni siquiera se preocupó por ocultar su rostro. Para fortuna suya, Fergie parecía más apurado mirando la nube y esperando que no fuera una tormenta eléctrica o ahí sí estarían en problemas.

El chico era cálido, lo admitía.

Suspiró hondo y se quedó pegada de él, tuvo que cerrar los ojos para tratar de tranquilizarse, al menos pudo regular su respiración y pudo abrir los ojos de nuevo pasado un rato. Debía admitir que el paisaje lluvioso a esas alturas era mucho mejor que en el juego. Claro, en el juego sus personajes podían escalar donde fuera sin importar el clima, obviamente en un escenario real eso era complicado. De alguna manera le gustaba que no fuera tan fácil, que pudiera saborear el reto como era debido justo como cuando había comenzado a jugar.

Como cuando Honoka y ella estaban perdidas en los mapas buscando templos, sitios, NPCs, y un largo etcétera. Como cuando ambas buscaban equipos para sus personajes y no siempre salían a la primera, por lo que volvían a intentarlo la noche siguiente y todas las que fueran necesarias. Como cuando hacían las misiones de historia de los personajes y ambas se emocionaban tanto por descubrir más que hablaban de ello a la mañana siguiente en la escuela. Como cuando descubrían los detalles divertidos, como ser golpeadas por un rayo (sus personajes, claro) o los personajes en ángulos raros y divertidos.

Nagisa sonrió al pensar en todo ello y giró el rostro con toda la intención de encontrar a su mejor amiga a su lado y...

No, Honoka no estaba a su lado, era Fergie.

Eso la puso triste por un momento. Echaba de menos a Honoka, quería a Honoka ahí a su lado, quería escucharla hablar hasta por los codos de todas las maravillas que encontraba a cada paso, quería estar bajo la lluvia con ella. Eso quería.

Suspiró.

El sonido de la lluvia y el viento, además de la posición, no permitieron que Fergie pudiera notar el semblante cabizbajo de su protegida.

Nagisa durmió ayudada del calor ajeno, pero no tan tranquilamente, porque sus sueños se vieron llenos de Honoka esa noche, al igual que varias antes de ésta. No había momento del día donde no pensara en la suerte de su compañera.

La necesitaba.

===o===

Al día siguiente Lilia despertó primero. Había sido una noche muy cálida gracias a Hannah y verla a su lado la hizo sonreír. Le constaba que su protegida solía tardar un poco en despertar por las mañanas. Cuando le dijo que se había convertido en una especie de animal nocturno, le creyó. No quería despertarla aún, lo mejor era que Hannah despertara por sí misma, mientras, no estaría mal hacer el desayuno con lo poco que les quedaba, tendrían que recolectar lo que pudieran en el camino.

Más por fuerza que por ganas, la acólita se levantó y encendió el fuego con la leña y los carbones restantes, con calentar la comida bastaría. Podía ver los rayos del sol entrar a la cueva, aunque débiles por la zona y la altura, aún eran capaces de calentar el ambiente de manera agradable.

Se estiró toda y se acomodó el cabello y las gafas para hacer lo que tenía planeado, pero tampoco perdió la oportunidad de darle un vistazo a Hannah. Se veía tan linda justo como estaba que sintió que la cara le ardía. Debía controlarse, como pudo se concentró en su deber y comenzó a hacer el desayuno.

Fue un rato después que el aroma de la comida hizo que Honoka abriera los ojos. No podía evitar sentirse somnolienta por las mañanas, como si no hubiera dormido bien, pero la verdad era que había dormido bien y bastante cómoda. Sonrió con dulzura al ver a Lilia leyendo cerca de donde ya había suficiente luz de día, la comida estaba hirviendo en una olla y el aroma le decía que ya estaba lista para comerse.

Se levantó por completo de su sitio de reposo para estirarse y bostezar. Apenas pudiera viajar por su cuenta, podría ajustar sus horas de viaje al horario nocturno, por mientras seguiría disfrutando de su agradable acompañante.

─Ah, Hannah, buenos días ─saludó la hechicera mientras hacía su libro a un lado.

─Buenos días, Lilia. ¿Dormiste bien?

─Bastante bien y te lo debo a ti ─respondió con una sonrisa amplia─, eres bastante cálida y cómoda. Podría seguir durmiendo así si me lo permitieras ─agregó sin percatar sus propias palabras. Y al hacerlo, sólo atinó a cubrirse la boca con ambas manos mientras su rostro se teñía de rojo.

Honoka también se sonrojó por una razón que no sabía explicar, pero que tampoco se trataba de una sensación incómoda. Se compuso rápido mientras le regalaba una sonrisa calmada a su acompañante. ─Me alegra que durmieras bien. ¿Desayunamos? Huele muy bien y ya se me abrió el apetito.

─Ah, sí, de acuerdo, de acuerdo. Desayunemos, tenemos que seguir, ¿verdad? ─respondió la acólita de inmediato mientras reía de manera nerviosa.

─Sí, tenemos que ver a dónde me lleva el Tigre ─o mejor dicho el mapa del menú donde marcaba la misión, pero eso también podía ser por la misma voluntad y poder del tigre, ¿verdad? Ya le preguntaría más al felino, por mientras, debía volverse más fuerte y esperaba que con esa misión lo lograra.

Lilia asintió con más calma mientras servía ambos platos.

Su desayuno pasó en silencio. Salieron de la cueva pasado un rato y siguieron la ruta en linea recta y cuesta abajo ésta vez. Por suerte había un camino que no parecía demasiado peligroso y eso le permitió a Lilia andar por su cuenta, pero algunas zonas se le complicaban, lo que hizo que Honoka tomara una decisión bastante radical: Tomarla de la mano para ayudarla andar en los senderos complicados.

Ese simple gesto que hacía sonreír a Lilia, tenía tensa a Honoka porque ella solamente le daba la mano a una persona: a Nagisa. El calor de Lilia era cómodo, pero ese no era el calor de su querida Nagisa. No le gustaba comparar de manera tan gratuita pero no podía evitarlo. El toque de Lilia era ligero y eso hacía que instintivamente Honoka tomara el papel de la compañera fuerte, se sentía protectora en esos momentos y la sensación no era mala, pero no era como con su querida Nagisa.

Cuando ese simple acto de tomarse las manos era con su mejor amiga, sentía la fuerza de Nagisa en su mano, también su calor, la energía que compartían de manera mutua con el simple contacto, cómo ambas se sujetaban con fuerza y eran el apoyo, la protectora y la protegida de la otra, ¡todo al mismo tiempo! Era volverse un solo ser solamente con el simple acto de tomarse de las manos.

La mano de Lilia no se sentía mal pero le daba una sensación diferente en el pecho con la que no sabía cómo lidiar. Sobretodo luego de notar algunos comportamientos de la acólita que casi le pasaban desapercibidos de no ser por el evidente sonrojo de esa misma mañana.

Prefería no pensar demasiado, lo mejor era seguir andando hasta llegar a su destino, aún faltaba un largo tramo para ello.

Siguieron andando de la mano y casi sin soltarse al menos hasta arribar a un valle más abajo donde el terreno definitivamente era transitable. Honoka soltó a su acompañante de tan gentil manera como le fue posible, no quería parecer incómoda porque realmente no lo estuvo, pero tampoco quería hacerse líos la cabeza luego de darle a otras persona el más íntimo gesto que tenía con Nagisa.

─¿Por ahí? ─preguntó Lilia mientras colectaba algunas verduras salvajes y hierbas aromáticas propias de ese clima.

─Sí, seguiremos todo éste sendero ─dijo Honoka y miró a la distancia, aguzó más su vista, incluso frunció el ceño─. Más adelante veo un camino marcado, seguro que debe haber un pueblo cerca, podemos pasar a abastecernos o, si quieres, conseguir un par de camas cómodas para dormir.

A Honoka no le gustaba la idea pero no estaba de más abusar un poco de su posición como la Elegida y pedir posada y servicios por los que no podía pagar. A comparación del juego, no todos los monstruos soltaban monedas, a veces los Makeres y sólo unas pocas. No recibía dinero de parte del sistema del juego, sólo la experiencia y, por supuesto, no había cofres del tesoro desperdigados por todo el mapa como en el juego, por lo que sus bolsillos estaban vacíos y era Lilia la que llegaba a pagar los gastos requeridos. No muchos, por cierto, ventajas de ser el Tigre Blanco y su escolta.

─Sí, hay una villa más adelante si no me falla la memoria, pero la manera de acceder a ella es por el otro lado de la cordillera ─explicó Lilia, a pesar de visitar poco esas zonas, sabía la ubicación de casi todos los sitios de interés, salvo esos templos perdidos en el tiempo y que aún esperaban a ser descubiertos, o al menos eso decían sus libros.

─Vamos, nos queda de camino, incluso podemos usarla de base, a donde debo ir parece ya no estar tan lejos de una zona habitada ─no estaría de más revisar mejor el mapa ahora que el área de búsqueda estaba más reducida. Lo haría en el siguiente descanso, lo primero era llegar a ese poblado. Una ducha no le vendría mal, la última vez que se aseó con agua fría, Lilia la regañó, no quería que se resfriara. Honoka no percibía el frío del agua, la sentía más bien fresca, pero mejor no preocupar de más a su cuidadora.

─Oye, Hannah, ¿estarás bien apenas vayas por tu cuenta? ─preguntó Lilia con visible preocupación─. No me gustaría que algo te pasara, eres demasiado impetuosa y no cuidas mucho tus pasos ─y eso era algo que nunca imaginó de una persona aparentemente reservada y amable como Hannah. Seguía siendo dulce y amable pero poco y nada media riesgos a la hora de meterse en lo desconocido.

─Estaré bien, te lo garantizo ─respondió Honoka con visible seguridad. Estaba completamente segura de ello, pero no se lo podía explicar a detalle a Lilia, al menos no sin mencionar aunque fuera un poco sobre el sistema del juego y sus habilidades pasivas y activas como "personaje". Ya no estaba segura de si calificar o no a las personas normales ahí como "personajes", todos tenían sus niveles y clases, incluso los civiles tenían el registro sobre sus cabezas como "Civiles" y estaba imposibilitada a atacarlos. No que lo hubiera intentado, pero lo supo de inmediato, no podía levantar su mano contra un "personaje" tipo Civil.

Lilia suspiró hondo. A decir verdad le iba a doler un poco dejar de acompañarla. Para esas alturas sabía que el Tigre ya no la necesitaba para estar a salvo, era una chica lista y, aunque solía meterse en todos los sitios con poca precaución, tenía una mente rápida que la hacía adaptarse y seguir. No sabía de dónde salía ese veloz instinto de adaptación.

La acólita no sabía nada de las Pretty Cure, desde luego.

─Aún así... Yo ─Lilia miró al frente, graciosamente seria pero con una voz lo suficientemente alta─... Te voy a echar de menos cuando debas ir por tu cuenta. Eres una gran persona y... Ah... No esperaba que el viaje fuera así.

Honoka se sorprendió un poco con esas palabras. Miró a su acompañante y no le podía ver el rostro, pero sí las orejas y las tenía rojas. Eso la sobresaltó ligeramente.

─¿Cómo esperabas que fuera? ─preguntó el Tigre.

─Verás ─la acólita cerró los ojos un momento, sin atreverse a mirar a Hannah aún─. Por varias generaciones se ha hablado de la leyenda del Tigre Blanco aquí en éste reino.

Reino de nombre Deigt, por cierto.

─Se le ha tratado de invocar más de una vez desde hace bastante, pero no había funcionado correctamente ─dijo, sin darse cuenta que Honoka ponía especial atención a esas palabras─. No conozco datos de antes, recién me inicié en el Templo Blanco, pero eres la primera que llega aquí. Los Ancianos solamente reciben los mensajes del Tigre por medio de sus lecturas. No siempre es el mismo nombre, a veces es un hombre, a veces una mujer, eso me han contado.

Ahora Honoka estaba interesada en saber qué fue de esos otros elegidos y qué pasó con ellos cuando la invocación y/o la ceremonia fallaron, seguramente el Tigre tendría la respuesta.

─Han esperado al Tigre por mucho, comprendo.

Lilia asintió.

─Se cuenta que es alguien poderoso, majestuoso, con un poder colosal, todo un héroe capaz de hacer lo que sea y... Bueno, llegaste tú y no digo que tu poder no sea inmenso, porque lo es, pero el Tigre que esperábamos parecía inalcanzable y... Tú no eres así, eres tan humana como el resto de nosotros.

Una figura idealizada, idolatrada, imaginada, escrita y reescrita en cada generación porque dicha figura cargaba con la esperanza de su gente. Muy normal que se sorprendiera de encontrarse con una adolescente que sí había logrado hacer la ceremonia, Honoka lo comprendía y lo entendía en buena parte.

─¿Y eso te decepcionó? ─preguntó Honoka con una sonrisa pequeña.

─¡No, para nada! Me tomó por sorpresa, más cuando comencé a conocerte mejor y... Bueno, te he sentido más como... Como una amiga en ocasiones y...

Honoka suspiró por lo bajo. Lilia también le agradaba mucho, no estaba de más decírselo, ¿verdad? Ella no era parte de esos sujetos de más alto, se quería aferrar a esa idea, pero de nuevo la advertencia del Tigre hizo eco en su cabeza.

No confíes.

Ésta vez no escuchó, su propio instinto le dijo que estaba bien ver bien a Lilia.

─Somos amigas, eso no lo dudes ─dijo de inmediato.

La acólita sonrió y ésta vez sí le miró.

─De todos modos nos seguiremos viendo, los Maestros dicen que seguramente pasarás por el Templo seguido.

Honoka por un momento no estuvo segura de ese dato, pero luego recordó lo de sus misiones. Nada le decía que alguna no la obligara a volver al templo y hacer algo en especial. Lo mejor era dar tiempo y ver qué sucedía.

─¿Tú estarás bien volviendo por tu cuenta al Templo? ─preguntó Honoka de manera juguetona.

─Sí, porque a comparación de ti, yo no escalo por rocas y montes como conejo de nieve ─respondió Lilia con un tono graciosamente serio─. Me voy por los caminos marcados como la gente normal.

Y ante esas palabras, Honoka se echó a reír, Lilia le siguió a los pocos segundos y siguieron su viaje.

===o===

Nagisa no estaba muy segura de cómo seguir su propio viaje sin sentir que las piernas las tenía de gelatina. Podía escalar, pero tenía que concentrarse bien porque despertar recargada en Fergie casi la mataba y no precisamente por el susto. Comieron lo poco que tenían y continuaron la escalada, ya estaban a poco de llegar y Nagisa bien sabía que pronto conseguiría el dichoso "Rugido de León", ni siquiera sabía lo que era, pero si no completaba la condenada misión no podría saber con exactitud dónde estaba Honoka.

Sí, sabía que podrían encontrarse en las puertas selladas, su instinto se lo decía, pero recordaba perfectamente bien que el juego solía bloquear el paso y los accesos a determinados sitios si no se completaba la misión de requisito antes. Algo le decía que si no completaba las misiones, no podría pasar de la puerta sellada y temía que aunque pudiera encontrar a Honoka de alguna manera, no podría llegar a ella por culpa del sistema del juego.

Lamentablemente, en ese juego no había atajos.

Pensar en Honoka y lo lejos que seguía de ella la tranquilizó sin que se diera cuenta. Pensar en que su compañera estaba ahí a merced de quién sabe qué tipo de personas, la hizo escalar con más velocidad, clavando sus garras de león con fuerza en las rocas. Fergie notó el cambio.

─¿Estás bien? ─lo estaba dejando un poco atrás. Admitía que no se podía comparar a la velocidad y agilidad de su protegida, que eran claramente sobrehumanas.

─Perfectamente bien ─respondió Nagisa con recuperada seguridad─. Tengo que completar éste viaje, tengo que hacer más si... Si quiero encontrarla ─se atrevió a decir. Hasta ese momento no le había contado a su guardián que esperaba encontrar a una persona lo más pronto posible.

Fergie rápidamente hizo memoria. ─Recuerdo que cuando recién llegaste, me preguntaste si alguien más había llegado contigo, una chica.

Nagisa rápidamente asintió, estuvo a punto de decir que sabía que su amiga había caído también en ese mundo, pero de pronto sintió una mirada pesada encima, como si algo la obligara a no soltar esa información ni por accidente, ni siquiera ante el confiable Fergie. No pasó mucho para darse cuenta que lo que le estaba mirando era el León desde lo más profundo de su ser. Rápidamente armó una mentira.

─Sí, ah... Estaba con ésta amiga, en su casa ─tomó aire─. Nos fuimos a dormir y al amanecer de pronto aparecí aquí. Como estábamos juntas en ese momento, pensé que también había llegado conmigo, pero no. Ahora sólo puedo pensar en lo preocupada que estarán ella y mi familia al ver que desaparecí de la nada. Deben estar muy preocupados y...

─Comprendo ─sí, el caballero se daba una buena idea de la situación, después de todo ella había llegado de un mundo que quizá no era demasiado distinto al propio. Natalie era humana después de todo, con poderes superiores, pero tan humana como él y el resto de los habitantes de Renau─. Si terminas con tu misión y lo que debes hacer aquí, estoy seguro que el mismo León te devolverá a tu hogar, con tus amistades y tu familia.

─Eso espero ─respondió Nagisa con un suspiro. Su mentira fue suficiente para que la presencia del León dejara de sentirse dentro suyo. No lo había percatado, pero se tensó y luego de eso pudo suspirar hondo.

Se hizo silencio luego de ello. Nagisa no habló porque no quería decir algo más por accidente, quizá Fergie no estaba con esos sujetos desconfiables, pero era obvio que el chico iba a dar su reporte del viaje y quizá contaría parte de lo que ella le platicó a los Maestros. Era en ellos en los que no debía confiar, y si el León le dio a entender que ellos no debían saber de Honoka, lo mejor era hacer caso a esa corazonada.

Por su lado, Fergie tampoco habló porque ella claramente quería volver a su casa y el seguir en ese mundo lejano al suyo era duro. Se puso en el lugar de ella y no podía ni imaginarse la angustia de sus familiares y amigos en caso de que él simplemente se desvaneciera en el aire.

Siguieron escalando y para mediodía ya estaban en la cima.

CONTINUARÁ...