EL RUGIDO DE LAS BESTIAS
Por: Escarlata
Precure pertenece a Toei, el plot es mío.
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PARTE 11
Cuando Nagisa pudo enfocar sus alrededores, lo que vio fue de nuevo ese cálido paisaje de documental de la naturaleza. No muy lejos vio a ese perezoso león tumbado en un parche de pasto. Corrió hasta él y se volvió a subir encima suyo. Era cálido, era cómodo en serio y no le daba ni un poco de miedo.
─No pensé que volvería a verte tan pronto, creí que sólo lo haría cuando me pusiera toda la piel hasta la cabeza ─rió cuando el León se la sacudió de encima con su pata. Lo rodeo para encararlo bien─. Eres un gruñón.
─No lo soy, tú eres molesta ─dijo el León mostrando los colmillos.
─Si sigues gruñón, ninguno de los dos veremos a quienes queremos ─pronto percató sus propias palabras, negó con la cabeza─, no me preguntes cómo lo sé, sólo lo sentí, así que dame mi Rugido y déjame seguir para encontrar a quien quiero ─esa ya fue una exigencia de Nagisa.
Demasiado atrevida para el León, así que intentó someterla de nuevo con su enorme zarpa. No pudo. Tanto Nagisa como el León sonrieron cuando la chica detuvo la pata del León con ambas manos, no pudo someterla. Eso mejoró visiblemente el humor del animal e incluso pareció reír.
─Te has vuelto un poco más fuerte ─dijo el León, sentándose en sus patas traseras.
─No he estado holgazaneando, a comparación de ti, he estado peleando con esos monstruos todo el camino ─informó Nagisa con orgullo.
─Y babeando por el caballero de la capital ─agregó el León.
─¡Hey, eso no es asunto tuyo!
El León pareció soltar una carcajada, Nagisa sonrió apenas pasó su ataque de nervios.
─¿Entonces vienes por el Rugido del León?
─¡Así es, eso marca la misión de la pantalla! Subí por casi dos días por el Gigante ─se quejó.
─Hubieran sido sólo unas horas si no estuvieras cargando al caballero.
─¡Oye! ─y odiaba admitir que tenía razón, Fergie era fantástico pero no había manera de comparar sus propias habilidades de escalada y salto a las de él.
─¿Quieres un Rugido? ¡Entonces ruge! ─ordenó el León y él mismo liberó un rugido de lo más profundo de su pecho. Tan fuerte, tan poderoso que hizo eco en todo ese paisaje. Nagisa no sabía que algo podía sonar tan fuerte. De pronto recordó uno de los datos random que Honoka amaba soltar según el momento. Rió─. Honoka una vez me contó que los rugidos de un tigre son más poderosos que los de un león.
El animal refunfuñó. ─Hay una diferencia, mocosa. Cuando el Tigre ruge, todos huyen ─sonrió más, o al menos es impresión daba─. Pero cuando un León ruge, todos escuchan.
Nagisa abrió más los ojos. El León volvió a rugir y en su cabeza escuchó una sola orden: Ruge.
Ni siquiera le pasó por la cabeza que ella no tenía la capacidad física de emitir un sonido parecido a ese y con semejante potencia, pero algo dentro suyo pareció hervir, hacer ebullición desde sus entrañas y simplemente lo dejó salir. Rugió al mismo tiempo que él y todo el paisaje comenzó a temblar, pudo sentir el cambio en el ambiente, pudo sentir el poder en su pecho.
Un último temblor en la tierra la hizo caer de espaldas. Cerró los ojos y no supo más de sí.
Al despertar estaba de nueva cuenta en la caverna dentro del Gigante, con la diferencia que las piedras que iluminaban habían dejado de hacerlo. No sería demasiado complicado regresar, sólo había un camino de salida. Antes de salir, aprovechó y revisó el menú. La misión estaba marcada como Cumplida y sus recompensas fueron llegar a nivel 20 y una nueva habilidad.
[Rugido de León]
Según estaba leyendo, tenía la habilidad de Rugir (obviamente) y eso podría tener varios efectos según la víctima en turno: quedar paralizada del miedo, salir corriendo o, si era de nivel bajo, literalmente podría derrotarlo. Su Rugido hacía daño con ondas sonoras según la descripción. Luego venía una serie de números, estadísticas y porcentajes que abandonó de inmediato y que podría mostrar a Honoka apenas la encontrara.
Contenta, salió de la cueva y hasta ese momento notó que era de noche. ¿Cuánto tiempo estuvo ahí? Sintió que su visita al territorio del León duró minutos, pero al parecer no y eso la tenía un poco confundida. Comenzó a escalar para ir con Fergie, no quería preocuparlo más de lo que seguramente ya estaba.
A pesar de la inmensa altura, Nagisa subió en cuestión un rato gracias a sus niveles recién ganados y a sus habilidades felinas mejoradas. Odiaba admitir que el León tenía razón y todo sería más rápido si se moviera en solitario.
Pero había un detalle importante a tomar en cuenta: a Nagisa no le gustaba estar sola y no le importaba esperar a su acompañante por muy lento que fuera. Por eso quería encontrar a Honoka, tenía qué hacerlo porque ya estaba a nada de despedirse del caballero y no quería.
Nagisa era una persona de grupo, de amigos, de familia, de tener al menos alguien con quien ir peleando. Conforme pasaba el tiempo se dio cuenta que quizá no le sería tan simple viajar por su cuenta. Se conocía. Era torpe, cocinar no se le daba, no ponía atención a detalles importantes, sabía seguir indicaciones pero cuando se llegaba a perder o desesperaba, por sí sola le costaba salir del problema.
Necesitaba a Mepple pero él no estaba ahí, necesitaba a Honoka pero ella estaba lejos. No quería admitir que quería al caballero a su lado para no estar sola. Estaba a punto de pedirle a Fergie que la acompañara un poco más de tiempo, pero algo más le devolvió los pies al suelo.
"No estarás sola."
Dijo una voz dentro de su cabeza. Conocía esa voz gutural y profunda, ese tonito de gruñido. Era el León. Nagisa apretó los ojos antes de suspirar y sonreír.
─Tonto, no me hables así de la nada ─dijo con un gruñido.
La voz del León sonó serena, casi paternal, la calmó por completo. Un segundo suspiro abandonó su cuerpo mientras recorría el último tramo a la cima. Pan comido, nada que le significara un gran esfuerzo. Apenas su cabeza se asomó por la orilla de la ladera, escuchó los pasos del caballero acercarse, de hecho le echó una mano para subir completamente.
─¡Has vuelto! ─exclamó el caballero con alivio─. Estaba muy preocupado, pasaron muchas horas desde que te fuiste y pensé que algo malo te había pasado.
Nagisa sonrió de manera suave al ver lo mucho que el caballero cuidaba de ella, ¿cómo no sentir algo cálido por él? ─Soy el poderoso León Negro, no pienso terminar mis días de una manera tan lamentable como resbalar de una roca ─dijo Nagisa con recuperado buen humor. No estaba segura de si el tiempo pasaba de manera distinta en el mundo del León o si se quedó casi todo ese tiempo inconsciente luego de recibir el poder prometido.
Fergie sonrió de manera aliviada antes de darle un cariño en el cabello. ─Me alegra que estés bien ─a mencionar que ya tenía el pequeño campamento acomodado en la cima con lo poco que le quedaba a la mano. La fogata no estaba prendida y de inmediato fue a encenderla para preparar algo de comer─. ¿Puedo saber acerca del Rugido del León?
Nagisa sonrió ampliamente. Se giró hacia el horizonte, estaba a punto de meterse el sol. En serio se tardó bastante. ─Creo que me será más fácil mostrarte que explicarlo.
Con la fogata ya encendida, fue junto a ella. ─Este espacio es muy pequeño como para mostrar un ataque o arma, Milady.
─Oh, éste ataque no ─la guerrera se mostró orgullosa y hasta sacó el pecho─. Lo que obtuve es lo que se me prometió. El rugido de un león ─tomó todo el aire que pudo hasta que sus pulmones llegaron a su límite. Y lo hizo, rugió.
No sonaba al rugido de un animal, pero de alguna manera el sonido estaba mezclado con el de uno. Era fuerte, poderoso y profundo. No le podía decir a Fergie que ese rugido era más como su grito bravío de batalla cuando peleaba como Cure Black, si Honoka la escuchara en ese momento de inmediato identificaría ese grito que salía desde lo más profundo de su cuerpo, cuando sus puños molían con devastadores golpes al pobre enemigo en turno.
Lo que no esperaba era que todas las aves cercanas volaran en los alrededores. Las alborotó pero no las alejó, en ese momento comprendió las palabras del León. Lo que tampoco esperaba era que el caballero a su lado, el guerrero de muchas batallas, cayera sentado mientras el cuerpo le temblaba y le miraba con una mezcla de nervios y asombro.
─¿Fergie?
─Eso fue... Ah... No tengo palabras ─el joven tragó saliva y rió de manera nerviosa, sorprendido por su propia reacción. Cuando ella dijo algo de un rugido, no pensó que fuera tan literal. La potencia no la esperaba, todo su cuerpo vibró. No lo sabía, pero fue víctima de las densas ondas acústicas del Rugido─. Sentí como si todo me vibrara por dentro... Literal.
Nagisa de inmediato se prestó a ayudarlo a ponerse en pie. ─Lo siento, no pensé que esto pasaría ─pero ahora que había visto en vivo los efectos en un inesperado conejillo de indias, se sintió genial. No tan genial que asustara al pobre caballero, no lo culpaba, pero era casi tierna su forma de tratar de mantener su dignidad en alto.
─No se podría esperar menos del poderoso León Negro, ¿verdad? ─dijo Fergie.
Y eso lo descompuso todo de buena manera, el chico recuperó su hombría y Nagisa quedó con las piernas de gelatina por culpa del lindo gesto y el halago del caballero. Su rostro enrojeció mucho y sólo atinó a balbucear cosas sin sentido mientras iba a sentarse junto al fuego. Su estómago y un gruñido de hambre terminaron por salvarla.
─Muero de hambre, éste viaje me tomó más energía de la esperada ─dijo con una risa que trataba de parecer relajada y divertida.
─Prepararé algo.
Nagisa lo pensó de inmediato y negó con la cabeza. ─Deja que te ayude, ¿sí? Seguro que tampoco has comido por esperarme ─sobretodo porque tenían la leña contada. El caballero asintió y eso la puso contenta.
La noche cayó sobre ellos. Cenaron y dejaron que sus últimos leños se terminaran de quemar mientras se acomodaban para dormir. Nagisa estaba particularmente agotada, lo que quería decir que tendría que cumplir con todas esas largas horas de sueño que estaban marcadas en sus debilidades. Bostezó por tercera vez mientras terminaban de cenar.
─Otra vez voy a dormir mucho ─dijo, no era la primera vez que le pasaba eso con el caballero.
El joven asintió. ─Velaré tu sueño, Lady Natalie ─miró a los alrededores, estaban en el sitio más seguro de toda la zona, nada ni nadie llegaría ahí arriba─. Acomódate de éste lado, no queremos que te resfríes ─estaba al tanto que esos vientos fríos le caían mal a la chica.
Nagisa estuvo a punto de negarse, el sitio que el caballero proponía era a su lado, del lado donde el viento marino no golpeaba tanto. Básicamente la cubriría del frío viento con su cuerpo y eso la mató por dentro de sólo pensarlo. Y al pensarlo mejor... No era mala idea, justamente una fuerte ráfaga del viento marino la hizo temblar.
─Gracias ─tomó su mochila, que le hacía las veces de almohada, y se acomodó a su lado. Su cabeza casi tocaba la pierna derecha de su acompañante. Se cubrió bien con su cálida piel de león, para evitar el frío del suelo de roca usaba la manta normal que usaría para cubrirse.
─Ya no tenemos nada para desayunar, tendremos que bajar la montaña apenas despiertes ─dijo el caballero mientras se recargaba en la roca a su espalda y se cubría con su manta. Al fuego de la fogata le quedaba poco tiempo, pero sabía que no pasaría frío, su protegida era cálida, lo sabía por sus breves contactos físicos.
Nagisa bostezó. ─De acuerdo. Así deba sujetarte de la armadura, bajaremos rápido ─eso sonó más bien a amenaza, la idea de no desayunar la malhumoró de manera graciosa. Tampoco les quedaba mucha agua, lo mejor era bajar pronto.
Fergie rió de manera nerviosa. Conociendo su fuerza, sabía que en cualquier momento de la mañana lo tomaría por el cuello de la armadura para bajar con sus vertiginosos saltos. ─Y apenas bajemos, cocinaremos lo primero que encontremos.
─Sí, me gusta el plan ─la chica bostezó de nuevo y ésta vez su voz sonaba más débil─. Buenas... Buenas noches.
Y durmió. El chico durmió poco después de ella, ahí arriba nada les atacaría de todos modos.
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Honoka abrió los ojos de golpe y se incorporó tan fuerte que se mareó. Volvió a caer sentada mientras su cabeza terminaba de dar vueltas y su mente le recordaba que estaba de regreso en la cueva subterránea a la que accedió pasando el bosque, bajo una rocas.
El mareo tardó un poco en irse, pero cuando lo hizo y pudo enfocar mejor, notó que las piedras brillantes ya no estaban brillando. Su visión nocturna mejorada le permitía ver perfectamente bien dentro de la oscura cueva, pero era una lástima que las piedras dejaran de brillar. Suspiró hondo, lo mejor era volver al pueblo. Mientras avanzaba revisó el menú y notó, con sorpresa, que ya era nivel 20. La misión la subió directamente a ese nivel. Además se desbloqueó la habilidad de "La Garra del Tigre" y eso la emocionó bastante.
Según lo que estaba leyendo, sus ya de por sí fuertes garras capaces de perforar roca, aumentaban el daño mientras atacara con ellas. Podría cortar casi cualquier material y el alcance de dicho ataque era largo, hasta diez metros según la descripción, aunque un poco más tardado de concentrar y lanzar. Perfecto para un ataque a un enemigo lejano. No tenía debilidades, salvo las que ella misma consideró las obvias, como debía fijarse hacia dónde apuntaba o cortaría a alguien o algo inocente por la mitad y eso era lo que menos quería. Probaría el ataque afuera, ahí dentro definitivamente era una mala idea.
La subida no fue tan rápida como lo tenía calculado, estaba extrañamente cansada, culpa de la experiencia con el Tigre seguramente. No estaba segura de cuánto tiempo pasó ahí abajo, pero al subir, lo descubrió. Era de día otra vez. Más temprano que cuando llegó al bosque, por la posición del sol calculó que serían alrededor de las diez de la mañana. Cuando fue al bosque era más tarde que eso. Se llevó una mano al cabello.
─Casi un día, vaya ─suspiró. Con razón se sentía agotada, era plena mañana y eso le bajaba sus estadísticas, no lo notó si no hasta revisar de nuevo el menú donde estaban anotados todos sus números. Bostezó. Mala señal, necesitaba dormir, por suerte el pueblo no estaba muy lejos.
Ya probaría después el ataque, necesitaba volver al pueblo tan pronto le fuera posible. Ese nuevo poder y el haber subido varios niveles de golpe le drenó más energía de la esperada. Pese al cansancio se sentía emocionada por la experiencia, por que era reconocido por el mismo Tigre y porque estaba a un paso de poder moverse sola para ir a buscar a Nagisa.
Era el momento de saber si podría escapar de las manos del sistema e ir a las puertas selladas por cuenta propia para acceder al lado del mapa que sí conocía. De no ser posible, entonces haría todo por completar las otras misiones previas para poder buscarla y, de ser posible, saber qué estaba pasando en realidad y si en serio era necesario pelear contra la susodicha contra-estrella, contra su Nagisa.
No quería. No así. No en esas condiciones.
Pensaba en ello y otras cosas cuando algo la hizo detenerse de golpe. Lo sintió de inmediato, una leve sensación de peligro. Ese aroma desagradable la rodeaba. Había Makeres cerca. Gruñó por lo bajo y se sorprendió a sí misma por eso. ¿Acaso eso fue una especie de gruñido animal? Felino más bien, ya había escuchado al Tigre hacer esos ruidos. Al parecer las garras no llegaron solas, también podía hacer esos ruidos.
Y habría seguido absorta en su fascinación cuando finalmente los enemigos salieron. Eran tres makeres de hielo de tamaño normal, podía contra eso, pero venían acompañados de uno realmente gigantesco que despedía vapor de hielo de su cuerpo. A ese no lo había visto tan cerca, sólo un par de veces de lejos y Lilia siempre sugería que los evitaran porque eran particularmente molestos.
─Creo que siempre sí podré probar mi nuevo ataque ─dijo Honoka entre labios mientras sonreía para sí misma. Se acomodó bien la piel en las manos, asegurando las garras que estaban por probar la carne de esos enemigos hechos de materia oscura. Era como pelear contra un zakenna, así que podía acabarlos por miles y no sentirse mal al respecto.
Los cuatro enemigos corrieron hacia ella blandiendo sus armas, el más grande de ellos dejaba a su paso un camino congelado y ahora Honoka entendía el porqué la reticencia de Lilia a enfrentarlos, esas cosas podían congelar a su oponente. Sí, sin duda parecía algo muy molesto.
─Aquí vamos ─ya casi tenía a los makeres cerca, los tres pequeños eran más rápidos, el grandulón y sus pasos pesados quedaron atrás. Suspiró hondo, sonrió─. Tigre, muéstrame el poder de tus garras ─soltó el zarpazo apenas sus enemigos hicieron contacto con ella.
Los partió en dos y quedaron hechos cenizas en el viento.
No sólo eso, el más grande que venía un par de metros más atrás también recibió daño en la zona abdominal que estaba cubierta por trozos de madera a manera de armadura, misma que se rompió por culpa del ataque. La bestia retrocedió un poco antes de volver a cargar. Honoka se sorprendió, el ataque en serio tenía un muy buen rango de alcance. El monstruo la atacó con una enorme maza hecha totalmente de roca recubierta de hielo.
Honoka evadió pero pudo sentir el vapor de hielo rozarle la cara, no le hizo nada. La chica sonrió por lo bajo, sin percatarse que en ese momento mostraba un par de colmillos afilados. Por supuesto, su resistencia al frío abarcaba también el ser inmune al congelamiento. Nada mal.
Con su fiero grito de batalla como cuando peleaba en su uniforme de Cure White, soltó un segundo zarpazo al monstruo. Este se cubrió con su maza, sólo para ver cómo era hecha pedazos. La criatura volvió a cargar y Honoka soltó un tercer golpe con su nueva habilidad.
No lo derribó. Echó un vistazo a los puntos de vida de la criatura y notó que lo había dejado en números rojos. Esa bestia era nivel 35 y casi lo derribaba de un golpe. Quedo sorprendida. No perdió el tiempo y, antes de que el gigantesco Makere se recuperara, Honoka lo remató con otro zarpazo. Sus restos se hicieron cenizas y volaron con el viento helado del bosque. Tras de sí dejó algo que le pareció interesante, una esfera azulada, por dentro algo líquido se movía.
Tomó la esfera, era pesada y estaba fría, parecía contener hielo y agua. Usó la ayuda del sistema una vez más, según la descripción, el objeto era un núcleo de hielo perpetuo. Algo le decía que esa era la fuente de la energía congelante del monstruo. Decidió llevarla consigo para mostrársela a Lilia y saber si era útil para algo. De estar en el juego, seguramente sería el ingrediente de otros ítems o para cumplir misiones.
Con recuperadas fuerzas, siguió su veloz carrera al pueblo. Un segundo bostezo le dijo que debía llegar pronto a dormir, podría esperar a despertar para comer algo, en serio necesitaba dormir. Si su Nagisa estaba pasando por eso mismo, si tenía que buscar alguna habilidad también, entonces moría por saber cuál era. Tenía tantas ganas de verla ahora que tenía tantas cosas por contarle y mostrarle, que no podía esperar a moverse por su cuenta.
Llegó al pueblo pasado un rato y grande fue su sorpresa al ver, incluso a la distancia, que Lilia esperaba por ella en la entrada, ¿acaso sabía que ya iba a llegar? Pronto descartó esa idea. No, seguramente estuvo esperándola todo ese tiempo. Sintió que le pecho se le hacía ovillo. Por supuesto, Lilia, esa chica le estaba dando unos buenos golpes con esos detalles suyos tan sinceros y tan desinteresados. Suspiró, tenía qué hacer algo con ella.
Su velocidad física fue más rápida que la velocidad de sus pensamientos, la hizo llegar a su destino antes que sus pensamientos a una respuesta para con Lilia. De pronto vio que la acólita corría hacia ella con un gesto cargado de alivio y de alegría. No tuvo tiempo de decir nada, apenas pudo bajar la velocidad para encontrarse con la hechicera a medio camino. Lo que no esperaba era ese apretado abrazo.
Tragó saliva. La chica era cálida.
─Te tardaste mucho, estaba preocupada ─dijo Lilia con inmenso alivio. La estrechaba con fuerza entre sus brazos.
─Lo siento ─respondió Honoka con sincera dulzura y pena. Tragó saliva y sus brazos se movieron solos para corresponder el abrazo de la acólita─. Llegué rápido al sitio a donde debía, pero parece que quedé más tiempo del esperado desmayada y... Y antes de que lo pienses, no quedé al descubierto, estaba a salvo en una caverna subterránea, nada me iba a hacer daño ahí.
La explicación terminó de calmar a Lilia. Fue la misma hechicera quien deshizo el abrazo, pero al hacerlo, Honoka notó que su acompañante estaba sonrojada.
Oh, no.
Ya estaba completamente segura de qué se trataba todo eso.
Suspiró. Lo mejor era relajar el ambiente. Sacó de su bolso la esfera y se la extendió a Lilia.
─Por cierto, en el camino me enfrenté contra una bestia gigante y cuando la maté soltó esto ─informó Honoka tranquilamente─. Juro que no la busqué, se me cruzó en el camino y no tuve más remedio que pelear ─pudo haber huido, pero no lo mencionó.
Lilia se acomodó las gafas y su sonrojo desapareció de inmediato al ver lo que su protegida cargaba─. ¡Ah! ¡Hannah, te enfrentaste a un gigante de hielo! ─exclamó casi con horror, casi, porque en serio se le notaba sorprendida─. ¿No te hizo daño? ─intentó revisarla.
Honoka la detuvo. ─Estoy bien, el Tigre me dio un nuevo ataque y con ese pude enfrentarme a la bestia ─le sonrió de dulce manera─. Soy el Tigre Blanco, no lo olvides.
La acólita tuvo que acomodarse la gafas una vez más mientras esas palabras se repetían en su mente una y otra vez. Era cierto, ella era el Tigre Blanco, ella tenía una misión, lo sabía incluso desde antes de la ceremonia de invocación. Suspiró hondo. A momentos olvidaba su sagrado deber, a momentos perdía el piso como no creyó perderlo.
─Tienes razón, eres el poderoso Tigre Blanco, no debería preocuparme tanto. Si ya puedes con un monstruo de ese tamaño, entonces ─ya no la necesitaba. Lilia suspiró ante ese pensamiento.
─¿La esfera sirve para algo? ─preguntó Honoka, con toda la intención de distraer a la hechicera de cualquiera fueran los pensamientos que le rondaban por la cabeza. Sus gestos eran tan obvios que prácticamente podía escuchar lo que no dijo en voz alta.
─¡Ah, sí! Los alquimistas y los hechiceros usan fragmentos de ésta esfera para proteger los pueblos y a los animales de las heladas, por eso los pueblos siempre se sienten cálidos, porque tienen protección gracias a éstas cosas ─explicó Lilia, más recuperada y recordando lo importantes que eran esas esferas.
─Entonces debes llevarla a donde puedan trabajarla ─dijo la joven guerrera con la misma sonrisa. Antes de que Lilia dijera nada, otro bostezo la atacó─. Necesito dormir, quedé agotada luego de esto ─le regaló un dulce gesto─. ¿Me acompañas a mi cuarto?
Lilia de inmediato se prestó a ayudarla a andar. Sabía a qué se refería, ya la había visto dormir esos largos periodos de tiempo. Los pobladores quisieron acercarse a ver que todo estuviera bien, pero Lilia les aseguró que el Tigre sólo necesitaba descanso. Llegaron al cuarto y a la cama que le correspondía a Honoka, al menos le ayudó a quitarse las botas y recostarse. La piel era intocable, no se la debía quitar.
Honoka solamente sacó sus manos de las zarpas de la piel y se cubrió bien con ésta. Le sonrió una vez más a la hechicera. ─Gracias. Creo que despertaré hasta la noche.
─Descansa lo que debas descansar, Hannah, yo te cuidaré.
─Gracias.
Y simplemente se durmió.
CONTINUARÁ...
