EL RUGIDO DE LAS BESTIAS

Por: Escarlata

Precure pertenece a Toei, el plot es mío.

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PARTE 12

Nagisa despertó temprano, ya había amanecido. Era como si la luz del sol la sujetara del brazo y la hiciera levantarse. Su habilidad en serio la mantenía bien despierta de día, ojalá pudiera conservarla para cuando volviera a casa, le sería de mucha utilidad sobretodo en época de exámenes.

Ya sentada, se frotó los ojos y miró a un lado. Fergie aún dormía. Decidió no despertarlo. Se puso de pie tratando de no perturbar su sueño, lo merecía, el chico había trabajado mucho desde que salieron juntos en ese viaje. Lo mínimo que podía hacer por él era dejarlo descansar un poco más, al menos ese día que, sabía, probablemente sería el último que viajarían juntos. Suspiró hondo ante esa idea, pero ésta vez su suspiro no sonaba triste ni nostálgico, sólo era el sentimiento normal que siempre acompañaba a una despedida, imposible no sentir que lo echaría de menos.

Con el tiempo se quitó de encima la idea de que ese chico era su personaje favorito y antes de darse cuenta lo veía como a una persona más, una persona real. Lo era al menos en ese mundo, le gustaba la idea de que ese mundo era de verdad. Lo era, debía serlo porque todo se sentía tan real... El calor de ese sol, el aroma del mar en el viento, la solidez de esas rocas. Todo era real. Suspiró y sonrió, al menos no estaría sola, el León se lo prometió y confiaba en ese viejo y gruñón león.

Se estiró e hizo algunos ejercicios para desperezarse.

Era un muy lindo amanecer. Tenía tantas ganas de ver esos amaneceres con Honoka que de nuevo su mente voló a ese escenario futuro donde al fin la encontraría. Ya estaba cada vez más cerca.

─Voy por ti ─se dijo a sí misma, ya lo había decidido. Iría a buscar a Honoka a las puertas. Ya tenía el Rugido, revisaría las demás misiones apenas tuviera tiempo, antes que nada quería ir a ver si podía encontrarla en las Puertas Selladas, necesitaba verla. Era lindo abrir los ojos y toparse a Fergie, pero a quien imaginaba, a quien veía a momentos, a quien creía ver a su lado sin darse cuenta era a su Honoka.

Sí, lo había decidido. Además no tenía qué seguir las indicaciones de esos tipos del castillo, el León le dijo que no confiara en ellos. ¿Qué tal si esas misiones pequeñas también eran una especie de trampa? No estaba completamente segura de eso último, después de todo pudo ver al León por segunda vez y le dio un poder nuevo. Lo consultaría con el felino apenas tuviera oportunidad.

Pensaba en esas y en otra cosas, casi todas relacionadas a su compañera perdida, cuando escuchó que el caballero a su lado comenzaba a despertar. Se giró apenas y sonrió cuando éste se levantó para estirarse.

─Buenos días, Fergie.

─Buenos días, Lady Natalie. ¿Cómo te sientes? ¿Ya estás recuperada?

─Sí, completamente, ya podemos bajar del Gigante.

El caballero asintió. ─Como ordenes, bajemos entonces ─el caballero dio un trago pequeño al agua que le quedaba y comenzó a guardar sus cosas.

Nagisa hizo lo mismo y, para la siguiente hora, ambos bajaban un poco más rápido. Bajar era más fácil que ascender, aparentemente. Nagisa se sentía ágil, moría de hambre y sentía que podía bajar esa montaña de tres saltos si pudiera y...

Se dio cuenta de que sí podía. Sonrió de manera amplia, era hora de hacer lo que realmente quería. Ya se sentía con toda la confianza de hacerlo y dejar de ser la obediente chica que seguía a su guardián. ¡Ella era una Pretty Cure, ella era la protectora, no la protegida!

─Hey, Fergie, llegaremos a media tarde o hasta la noche a la base de la montaña si seguimos así, ¿quieres bajar a mi modo? ─preguntó, sonriente.

─Si intento alguno de esos saltos me romperé las rodillas, milady.

─No si te sujeto bien, ¿vamos?

─¿Sujetarme? ─el caballero tragó saliva, no le agradaba la idea de ser llevado cual niño, pero... Ella tenía razón, tardarían bastante en bajar a pesar de que su descenso estaba siendo relativamente rápido─. Yo ─se aclaró la garganta─. Acepto si... Si no le dices a nadie lo que quiera que vayas a hacer conmigo.

Nagisa se echó a reír. ─Tu dignidad estará a salvo conmigo. ¿Listo?

Fergie no tuvo tiempo de responder. Tal como lo imaginó tan sólo un día antes, su protegida lo sujetó por el cuello de la armadura y simplemente dio un salto al vacío. No pudo evitarlo, gritó. Nagisa estaba concentrada en su bajada como para fijarse en el aterrorizado caballero. Notó una saliente y clavó las fuertes garras de su mano libre, con los pies terminó de frenar y cuidó que el caballero no golpeara contra nada. Considerando el sitio donde estaban y el tamaño general del joven, no podía llegarlo de otra forma más... Digna.

─¿Estás bien? ¿No te mareaste?

─No tanto como lo imaginaba, la verdad nunca había saltado de tan alto ─confesó el chico con pena pero con firmeza.

─Unos cuantos más de estos y estaremos abajo, así que aguanta, ¿sí?

─Como ordenes, Milady.

Y un salto más, otra vez sin aviso, aunque ésta vez el caballero estaba mentalmente preparado y al menos ya no gritó. Nagisa estaba acostumbrada a esas caídas gracias a su papel como Cure Black, hacía años que no sufría vértigo y esos saltos eran emocionantes a decir verdad. Se sentía ligera, se sentía fuerte y se sentía segura. Además quería demostrarle a su cuidador que ya era lo suficientemente fuerte como para andar por sí misma por mucho que sintiera tristeza el separarse del chico que la hacía sonrojar sin querer.

Se sentía bien ser ella quien lo protegiera ésta vez.

Justo como Nagisa prometió, bastaron algunos saltos más para que finalmente llegaran a la base de la montaña. La guerrera aterrizó bien en ambos pies y en el mismo movimiento dejó al caballero en el suelo, sentado, por la posición en la que estaban no pudo dejarlo en pie, pero al menos no lo tiró como roca al piso. Soltó un grito de emoción apenas ambos estuvieron a salvo en tierra firme.

─¡Te lo dije! ¡Wooohooo! ─Nagisa levantó sus brazos, triunfante.

Fergie sólo pudo suspirar mientras sus manos tentaban constantemente el suelo como para confirmar que en serio estaban en tierra firme. Dio un enorme suspiro apenas se aseguró que era piso y no otra saliente, se puso torpemente en pie, pero bastó verla a ella celebrar para él mismo terminar de componerse. No podía compararse al poderoso ser de leyenda que representaba la chica, pero tampoco podía quedarse atrás con las piernas temblorosas.

─Gracias, Lady Natalie, nos acabas de ahorrar horas de descenso.

─Ahora sí podemos buscar algo para comer, porque en serio muero de hambre.

─Avancemos un poco hacia esa dirección, hay un brazo de arroyo cerca, puedo pescar algo, te lo debo por llevarme.

Nagisa rió, sabía que el chico trataba de recuperar algunos puntos de dignidad. ─De acuerdo, si vamos donde hay agua puedo asearme un poco, sudé bastante.

El caballero asintió y ambos retomaron la caminata. Anduvieron en silencio al menos hasta llegar al sitio prometido. No solamente había un hermoso tramo de arroyo rodeado de vegetación, había bayas de las que Nagisa sabía sí podía comer sin temor a intoxicarse, además de árboles frutales y peces, justo como él dijo. Tendrían una buena comida.

Reconoció el sitio, ahí le gustaba recolectar fruta con Fergie precisamente bajo su mando, pero la sensación real no se comparaba de ninguna manera al juego. Sonrió.

─Puedes asearte en aquel lado, Lady Natalie, mientras pescaré nuestro desayuno ─dijo el caballero.

Nagisa asintió. Confiaba mucho en el caballero, durante todo ese tiempo viajando juntos siempre había sido muy respetuoso de su privacidad. ─De acuerdo, gracias.

La elegida podría no haberlo mencionado todavía, pero Fergie lo presentía perfectamente, ya era hora de la despedida, su protegida ya no necesitaba protección, podría alejar a cualquier criatura con ese simple rugido. Era fuerte, era arrojada y era la primera vez desde que iniciaron el viaje que la veía con tanta confianza. ¡Qué iba a saber él que esa era la verdadera esencia de la chica! Lo que había tenido al frente, o mejor dicho detrás de él siguiéndolo, era a una adolescente nerviosa y sufriendo de un enamoramiento igualmente adolescente.

Para la hora de su desayuno no tan tardío, Nagisa comía tanto como le era posible, había gastado bastante energía hasta ese momento y estaba comiendo todo lo que el caballero le había acercado, acompañada de un puñado de bayas dulces.

Fergie suspiró hondo y la miró. Era hora de hablar. ─Lady Natalie, creo que hasta aquí llega mi misión contigo ─dijo sin más, era obvio.

Nagisa casi se atragantaba con su bocado, bebió agua para evitar un penoso accidente. Miró a Fergie mientras sus mejillas se teñían de un ligero rubor, incluso se llevó una mano a la nuca. ─Sí, era lo que estaba pensando ─dijo, pero era más fácil pensarlo que hacerlo realidad. Tragó saliva─. Debo moverme, tengo algo muy importante qué hacer ─y no era salvar ese mundo, debía ser sincera al menos consigo misma, no quería salvar ese mundo. Quería encontrar a Honoka e ir a casa, y si en el camino debían salvar ese mundo, lo haría entonces─, tengo que seguir.

─Lo sé, tu misión es muy importante ─el caballero pensaba, por un lado, que ella podría referirse a la misión, pero por otro lado, algo le decía otra cosa, se animó a adivinar─. Lo haces por alguien, ¿verdad?

La chica se sonrojó más sin querer. Asintió por mera inercia. ─Tengo que volver a casa ─con Honoka, pero eso no lo agregó en voz alta─. Haré lo que pueda y lo que deba aquí y ahora para poder volver a casa.

─Comprendo ─el caballero sonrió─. Espero que mi compañía te haya sido de ayuda, Lady Natalie.

Nagisa negó con cabeza y manos. ─No digas eso, ha sido genial viajar a tu lado y me has protegido ─dijo eso casi gritando. Su sonrojo se intensificó cuando lo vio sonreír de sincera alegría, o al menos así identificaba su gesto─. Estoy muy... Muy agradecida contigo por todo lo que has hecho por mi ─ahora sus manos jugaban entre sí.

Fergie sonrió, el gesto de su protegida era tierno, aunque ya sabía bien por dónde iba el asunto, sobretodo cuando su sonrojo de intensificó. Sólo esperaba a que ella lo dijera, si es que iba a decirlo, si no, no habría problema.

─Me alegra escuchar eso, puedes seguir por tu cuenta y sé que harás lo que debas hacer, eres fantástica y muy fuerte, la siguiente vez que nos veamos, creo que serás tú quien me proteja ─dijo, manteniendo su amplia sonrisa.

La chica nuevamente se sintió sobrepasada por los gestos ajenos. Ya iba a despedirse de él, a saber si volvería a verlo pronto o no, o siquiera si podría volver a toparlo en su camino. Ni siquiera pertenecían al mismo mundo, apenas acabara todo eso, volvería a casa con Honoka a seguir con sus vidas si todo salía bien.

No podía perder esa oportunidad, no debía portarse como lo había hecho con Fujipi. Debía ser valiente. Suspiró hondo.

─La... La verdad es que... Bueno ─la guerrera León tragó saliva, se atrevió a mirarlo a los ojos y sostener su mirada a pesar de sentir que la cara la tenía en llamas─. La verdad es que tú me gus-

No pudo terminar, él no la dejó. Sintió la mano del caballero en su cabeza, se sentía cálida, se sentía gentil. Apretó los ojos.

─Gracias ─dijo Fergie con un tono suave.

Nagisa rió un poco y bajó el rostro, incapaz de seguir hablando los siguientes segundos. No necesito que le dijera más, acababa de rechazarla pero de alguna manera ya lo presentía. No era que se lo quisiera llevar a casa, simplemente quiso decirlo, solamente quiso ser valiente y decirlo. De todos modos, eso no evitó que sintiera ese típico dolor en el pecho por culpa del rechazo.

Fergie podría haberle explicado que era no solamente por su diferencia de edad, nunca haría algo como jugar con los sentimientos de una chica siendo él el mayor, también era porque el caballero ya tenía alguien como su protegida, quería volver a casa por ese alguien.

─Entonces... ¿Estamos bien, verdad? ─preguntó Nagisa apenas recuperó la voz.

─Lo estamos.

─Gracias.

Gentilmente, Nagisa se soltó del toque y el caballero volvió a tomar su distancia. La chica no levantó el rostro mientras seguía comiendo su sopa en silencio, al menos no hasta que se le pasara esa sensación fea del pecho. No estaba llorando, pero estaba a punto de. No lo haría enfrente de él, eso era definitivo.

El silencio que siguió sí fue un poco incómodo, entendible considerando el momento que lo antecedió, pero eventualmente la tensión dejó el aire y la señal de que podían respirar tranquilos fue un profundo suspiro de la Elegida. Ya había terminado de desayunar, Fergie también. Todavía pasaron unos minutos más en silencio mientras levantaban y lavaban sus respectivos equipos de campamento. Nagisa ya los hacía sin pensarlo siquiera, aprendió viéndolo y eso la hacía sonreír por lo bajo.

Honoka era su compañera, su otra mitad básicamente, pero el caballero sin duda hizo un buen trabajo y entró en su corazón casi desde que lo conoció.

Ambos se acomodaron las mochilas y finalmente se encararon. Nagisa aún lucía afectada pero al menos sonreía. Era hora.

─¿Ya sabes hacia donde seguir, Milady?

─Haré lo que el León me pida hacer, eso es lo que te puedo decir ─sí, nada mejor que sonar heroica e interesante aunque por dentro sintiera el corazón hecho ovillo. Además no mentía, simplemente iría a donde le diera la gana y ELLA ERA EL LEÓN. Sí, así de simple.

Fergie asintió antes de adoptar una posición firme, con el brazo izquierdo al costado y el derecho sobre su pecho con el puño cerrado. El guerrero tomó aire. ─Ha sido todo un honor acompañarte en el viaje, Natalie Blackstone, poderoso León Negro ─dijo con una voz igualmente firme, poderosa, hablaba cual soldado pero su gesto también se notaba afectado por la despedida.

No iba a mentirse a sí mismo, la chica le cayó extremadamente bien, tanto que a momentos olvidaba que ella era la futura salvadora de su Reino.

Nagisa también se puso seria, se lo debía al entregado guerrero. Asintió con firmeza y levantó su pulgar. Sonrió de manera fiera, mostrando los dientes. No se veía a sí misma, Fergie sí lo notó, la chica tenía un par de afilados colmillos.

─Gracias por acompañarme, Sir Shawn Ferguson. Estoy satisfecha con tu trabajo.

Ambos se sonrieron y el León fue quien dio media vuelta primero para simplemente partir en dirección contraria al caballero, en ese momento le daba igual hacia dónde, sólo quería irse. Fergie hizo lo mismo y sus metálicos pasos poco a poco se alejaron.

Para cuando Nagisa volteó, él ya no estaba. Sintió como si algo le apretara la garganta y finalmente cayó en sus rodillas para llorar aunque fuera un poco. Era tonto llorar por alguien que ni siquiera le iba a corresponder, era tonto ponerse así a pesar de saber que él no le correspondería. Eran de distintos mundos además, pero... En serio dolía, se sentía como una estúpida y fue a estamparse contra un árbol hasta sacarse esos tontos pensamientos de la cabeza, pero al primer golpe una voz la detuvo.

"Vas a quedar más tonta como te sigas golpeando la cabeza," sonó la gruñona voz del León en su interior.

Nagisa de inmediato se recuperó, aún tenía lágrimas en los ojos, pero al menos pudo ponerse en pie y andar a paso lento mientras trataba de detener sus propias lágrimas. ─¡Tú eres el tonto!

Se escuchó un refunfuño. "Termina de llorar lo que debas llorar, niña, así las lágrimas no te pesarán para el viaje."

La chica apretó la quijada y bajó el rostro sin dejar de caminar, dejó que su llanto siguiera hasta eventualmente sacar todo eso de su pecho. No dijo nada, le agradeció al León con su silencio y un ligero movimiento de cabeza. El León tampoco dijo nada, dejó que terminara de sentirse mejor, debían seguir su viaje para encontrar a quienes querían.

Podría no decirlo, pero el inmenso felino tenía la sensación de que ésta vez sería de verdad, que al fin lo lograría. La chica le daba buena espina.

A Nagisa le tomó un rato componerse, tuvo que lavarse la cara varias veces en el camino, pero al menos ya no se sentía sola. Tenía a ese tonto León a su lado, o dentro de su cabeza mejor dicho, no sabía explicarlo en realidad.

─¿Y ahora hacia dónde? ─preguntó Nagisa, sólo le quedaban los ojos enrojecidos.

"Hacia dónde tú quieras," respondió el León y Nagisa sonrió ampliamente.

─¡A las puertas selladas!

===o===

Ya era de noche, Honoka despertó justo como quedó en hacerlo. Ya estaba más recuperada y con sus estadísticas a tope gracias a su bono nocturno. Se dio una ducha, cenó lo que seguramente Lilia le dejó ahí y se arregló adecuadamente para seguir su viaje. Sola. No quería pensar demasiado, pero despedirse de Lilia sería complicado. Esa sensación le era relativamente nueva, estaba acostumbrada a que los chicos le dejasen cartas de confesión, a que incluso dichos chicos se le confesaran de frente.

Pero no había nervios ni molestia ni algún sentimiento incómodo, era suave al rechazarlos porque así era su naturaleza, amable. No sentía nada por ellos, no estaba segura de lo que realmente sentían por ella y se culpaba por ser tan insensible en ese aspecto, pero no se podía obligar a sentir algo que no le nacía.

Admitía que era la primera vez que sentía el enamoramiento de parte de alguien, confesaba verse afectada de seria manera por dichos sentimientos y también mentiría si no dijera que todo eso le aceleraba el corazón de una manera nueva. No se sentía capaz de corresponderle, su corazón ya estaba lleno y además eran de mundos distintos, pero... ¿Porqué se sentía con la cara caliente de sólo pensar en la despedida? Ni siquiera era tristeza, nada le impedía visitar de nuevo a la chica e incluso presentársela a Nagisa, lo que sentía eran ansias, nervios...

─No puedo creerlo ─murmuró en voz baja mientras arreglaba la cama que estuvo ocupado, así era ella─. Estoy lista.

Y como si la hubiera invocado, Lilia tocó la puerta, supo que era ella, ya había llegado al punto de reconocer la forma en que la chica tocaba la puerta. Era suave pero insistente, buscando no sobresaltar. Suspiró.

─Adelante.

─Hannah, despertaste ─dijo Lilia con una sonrisa amplia, misma que bajó algunos niveles apenas la notó arreglada, comida y con su mochila alistada. Se aclaró la garganta─. ¿Te sientes mejor?

─Ya me repuse completamente, gracias ─respondió Honoka con toda la normalidad que le fue posible. ¡No podía sacudirse totalmente los nervios!─. Y gracias por la comida, sé que la preparaste tú.

Lilia sonrió de manera alegre, le gustaba mucho que sus gestos y detalles pusieran contenta a su acompañante... Pero ya estaba a nada de dejar de serlo. Suspiró hondo. ─¿Ya sabes qué vas a hacer ahora? ─no había necesidad de mencionar lo obvio.

─Seguiré la Voluntad del Tigre ─dijo con marcado respeto─, hay muchas cosas que aún debo hacer ─la miró con firmeza─. Quiero volver al mundo del que provengo.

La hechicera abrió un poco más los ojos. A momentos olvidaba que Hannah fue arrebatada de su mundo, también que "Hannah" no era su nombre pero ella lo aceptó de buena manera porque... Quizá no tenía más opciones y aún así se mostraba tan curiosa y llena de energía, que era imposible no quedar hechizada por cada uno de sus movimientos.

Eran de mundos distintos, ambas se lo repitieron.

─Y lo lograrás, lo sé ─la hechicera se rindió a sus deseos, al menos quería hacerlo por una vez, por esa última vez. No sabía si volvería a verla. Simplemente la abrazó por el cuello, era apenas más alta que Hannah y el abrazo fue cómodo─. Gracias por éste gran viaje.

Honoka sonrió y correspondió el abrazo sin pensarlo siquiera. No solamente sentía como si se lo debiera, también era porque en serio quería hacerlo. Es cálida, eso pensaron ambas.

─Gracias a ti por ser tan buena acompañante, no sé qué habría hecho sin tu guía ─respondió Honoka con marcada dulzura, era sincera.

─Probablemente lanzarte contra todos los monstruos que se te cruzaran desde que llegaste ─dijo Lilia con una risa que para ese momento ya estaba acompañada por un par de pequeñas lágrimas─. Te hiciste muy fuerte, me siento muy orgullosa de ti.

─Y seré más fuerte y te sentirás más orgullosa ─la elegida suspiró, aún no se soltaban─. ¿Podrás volver al templo por tu cuenta?

─Sí, viajaré con la siguiente caravana, debo repartir lo que conseguiste, para que las aldeas estén a salvo ─rió de manera quebrada, sintió que el abrazo de su protegida se apretaba un poco─. Además soy una hechicera de la Orden del Tigre, soy lo suficientemente fuerte.

─Lo eres, sí ─Honoka suspiró.

Era hora, pero no se soltaron, sólo hicieron una leve distancia, la suficiente para verse a las caras. Honoka descubrió el rostro lloroso de Lilia, Lilia notó bastante afectada a Honoka porque tenía sus ojos enrojecidos.

─Oye, Hannah...

─Dime.

Y Lilia la besó, simplemente la besó.

Honoka quedó paralizada al principio. Debía admitir que no lo esperaba en lo absoluto, pero la sensación no era desagradable, de hecho era cálida, era agradable era... Era muchas cosas que no podía siquiera listar. Suspiró y correspondió el beso con torpeza al principio, pero pasados dos segundos lo hizo mejor.

El beso fue breve pero dulce, el primero de Honoka, quizá no el primero para Lilia pero sí único entre los demás. Se separaron completamente mientras buscaban componerse, Lilia de hecho le dio la espalda a su protegida.

─Debo irme ─anunció Honoka caminando a la salida de la habitación.

Lilia asintió mientras se frotaba en rostro tanto como podía para componerse y secar esas condenadas lágrimas. ─Déjame escoltarte a la salida del pueblo, soy una hechicera, Acólita del Tigre, debo cumplir mi deber.

─Hazlo.

Salieron sin mirarse, Lilia siguiendo al poderoso Tigre, la esperanza de su tierra, Honoka caminando mientras se despedía de la gente con suaves gestos de cabeza y sonrisas, sus ojos aún se mostraban enrojecidos, pero el viento frío le ayudó bastante a sacudirse todas esas sensaciones de los hombros. Debía irse, debía seguir, debía buscar a Nagisa, debía volver a casa y... Debía hacer algo más antes de partir por su cuenta.

Llegaron a la salida y miró a su guardiana y a los pobladores, ésta vez fue Honoka quien se inclinó. ─Gracias por todo. Tengan buenas vidas, yo haré lo que me corresponda hacer ─¿salvar ese mundo? Algo le decía que tendría que hacerlo y la idea no le desagradaba, ese mundo tenía cosas maravillosas qué salvar─. Cuiden de mi guardiana, me mantuvo viva hasta este punto ─miró a la hechicera─. Gracias por todo.

De nuevo Lilia se sintió a punto de llorar, pero un súbito movimiento de su ahora ex-protegida la sobresaltó, antes de casi matarla con un sonrojo. Hannah se le acercó de un segundo al otro. Fue demasiado veloz. Las siguientes palabras del Tigre llegaron directo a su oído, sólo para ella. Que esos labios rozaran su oreja no ayudaba.

─Mi verdadero nombre es Honoka, Yukishiro Honoka, no se lo digas a nadie más ─dijo antes de separarse, dar media vuelta y salir de ahí de manera apresurada. No sabía qué raro impulso la llevó a hacer eso, simplemente le nació hacerlo. Si el Tigre no protestó, entonces había sido una buena corazonada, ¿verdad?

Su corazón le decía que sí.

Se fue del pueblo sin mirar atrás, la dirección le daba igual en ese momento, debía salir de ahí antes de hacer otra tontería.

De hecho empezó a correr a todo lo que daban sus piernas. La veloz carrera no le impidió tocarse los labios y sentir aún la calidez de ese beso. De nuevo sintió que la cara le ardía, el frío viento le diera de frente no ayudaba a enfriar su pena. ¿En serio acababa de dar su primer beso? Bueno, Lilia lo tomó pero ella no la detuvo y... Y fue lindo. En serio le gustó ese beso.

─Ah, supongo que mi primer beso no se lo iba a poder dar a Nagisa de todos modos ─se dijo a sí misma, eso era algo que ya sabía por mucho que fantaseara con poder besarla alguna vez, aunque fuera en un arrebato de sentimientos, o que mágicamente Nagisa le correspondiera, o incluso en un juego tonto de adolescentes donde se practican besos. No hubiera sido lo mismo pero al menos iba a poder sentir los labios de Nagisa. Su primer beso se lo llevó alguien que tenía sentimientos románticos puros por ella, eso era obvio y la idea no le molestaba.

En serio fue lindo.

Suspiró hondo sin bajar la velocidad. Salteaba los obstáculos del camino con ágiles saltos felinos y ayudada de su visión nocturna.

"¿Nagisa es la chica en tu cabeza?" Preguntó una profunda voz dentro de su cabeza.

Honoka sonrió. ─Hola, Tigre. Y sí, esa chica en mi cabeza es mi Nagisa ─respondió con una alegría instantánea. Imposible no sentirse feliz de poder hablar de ella POR FIN luego de esas largas semanas─. ¿Puedes ver lo que hay en mi cabeza? ¿Cómo si me leyeras la mente?

"Solamente puedo ver lo que más piensas y lo que más desea tu corazón. No estamos tan compenetrados todavía como para poder acceder a tu cabeza por completo."

La chica sonrió. ─¿Y yo podría acceder a la tuya?

"Depende completamente de tu poder, pero no te confíes, nadie no la logrado hasta el momento," dijo el Tigre con un gruñido, pero eso no era todo lo que tenía por mencionar. "Pero quizá puedas, que podamos hablar como lo estamos haciendo ahora te tiene bien posicionada a comparación de los otros."

Los otros.

Honoka simplemente siguió corriendo, haciendo todo eso que por seguridad de Lilia no se atrevió a hacer, como escalar a saltos una montaña en plena nevada. Eso comenzó a hacer, eso le pedía el corazón y era como si el Tigre también la empujara.

─Sí, he escuchado de los otros intentos. ¿Podrías decirme sobre eso? Has mantenido demasiado silencio y eso no será bueno para ninguno de los dos ─insistió Honoka, antes de suavizar su gesto─. Menos si de verdad queremos encontrar a las personas que queremos.

El Tigre calló, pero sólo por unos segundos. "No quiero emocionarme una vez más, pequeña, no eres la primer persona con la que hablo."

La chica frunció el ceño, decidió usar la mejor estrategia que conocía, pero no propia, si no de Nagisa.

─Escucha, vine aquí porque me dijeron que tú me trajiste aquí, yo estaba en casa viviendo mi vida. Me emociona todo lo que estoy experimentando en éste mundo, pero NO es mi mundo, mi familia me espera en casa, no quiero ni pensar qué pasará cuando mi abuela no me encuentre ─tiró un último gancho─. Me la debes.

El felino gruñó con fuerza. Honoka sintió como si su cuerpo se hubiera cargado de más energía, quizá por el subidón de sentimientos en el Tigre, y de un poderoso salto llegó a la cima. Podía ver todo el paisaje y se dio un momento para admirarlo. Sonrió.

─Dime, por favor, y te ayudaré a encontrar a quien buscas.

Rió de manera suave al escuchar un feroz refunfuño dentro suyo. Se sentó en una roca a seguir viendo el paisaje mientras estaba lista para escuchar todo lo que el Tigre quisiera contarle. Ya después podría portarse como adolescente tonta con él y decirle cómo se sentía luego del beso. Necesitaba contárselo a alguien o explotaría.

Si se lo contara a Nagisa, ¿sentiría algo más que no fuera admiración o sorpresa?

CONTINUARÁ...