Ondas en el agua
Capítulo 5. Soledad
Nota del autor: Capítulo desde el punto de vista de Isobel, sobre todo. Es posible que solo sea una impresión mía, pero Isobel me parece una persona poco social e introvertida, y habitualmente solitaria. Guarda sus asuntos para ella y no concede con facilidad su confianza a los demás.
=Durante y después de FBI S03E15 "Straight Flush"=
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Aquellos dígitos fueron los últimos que aparecieron antes de que la cuenta atrás se detuviera. Todos en el JOC necesitaron un segundo para estar seguros. Esperaron todavía cinco segundos más. Y todos en la sala estallaron en vítores.
La poderosa ola de alivio que inundó a Isobel la dejó totalmente sin respiración. Sus piernas dejaron de sostenerla y tuvo que apoyarse en la mesa que tenía detrás.
Durante más de un minuto la cuenta había seguido descendiendo a pesar de haber introducido el código que les había dado Vargas. Miles de vidas estaban en juego, porque la evacuación había sido imposible extenderla a un radio seguro de detonación en tan poco tiempo. Un minuto en el que Isobel pensó que el terror de lo inevitable llegaría a asfixiarla.
Esta vez se había negado a seguir el juego del jefe del cartel de Durango, se había arriesgado y había pasado a la ofensiva. Con el inestimable trabajo de Maggie y OA, había logrado la palanca para conseguir una ventaja sobre el capo. Y había amenazado con poner en grave peligro a su familia. No había sido un farol, la amenaza era muy real. A Isobel le atormentaba pensar qué habría hecho si Vargas no hubiera cedido. ¿Habría sido capaz de entregar aquella mujer y aquel niño inocentes? Le aterraba la respuesta a esa pregunta. No había tenido tiempo material para poder pensarlo. Se alegraba de al final no haberse visto obligada a averiguarla.
Mientras Jubal y los demás lo celebraban a su alrededor, Isobel estaba intentando volver a respirar, aunque sus pulmones no terminaban de colaborar.
De improviso, Jubal se volvió, se dirigió directamente hacia ella con una sonrisa radiante y sin un asomo de vacilación la agarró en un fuerte abrazo. Tomó a Isobel completamente por sorpresa pero, para su propio asombro adicional, no tardó ni un instante en devolver el gesto, aferrándose a él, sobrecogida.
Y de repente sus sentidos se vieron absolutamente abrumados por aquella inusitada proximidad. El tacto de su camisa, su fragancia particular... la calidez de sus brazos y su sólido torso. El pulso de Isobel se disparó y una llama brotó bruscamente dentro de ella.
Él seguía sonriendo cuando se separó, apenas un par de eternos -y a la vez brevísimos- segundos después. La sostuvo en sus brazos un momento más.
—Buen trabajo —le dijo en voz queda, clavando en ella unos risueños ojos verdes, que la dejaron trémula como una hoja.
—Ídem... —solo pudo contestar Isobel, teniendo aún más dificultades que antes para recuperar el aliento.
Se apartó unos pasos para disimular su súbito azaramiento. Había sido un abrazo fraternal, se aseguró Isobel, irritada consigo misma. Era bochornoso haber sentido aquella exaltación tan... física. Se dio unos momentos para poder cerrarse a la reacción que Jubal le había provocado, y centrarse en gestionar la tensión, y el alivio, de haber logrado desactivar las bombas. Ya tenía bastante con eso.
Cuando se volvió aún no había logrado recomponerse del todo, tenía todavía las piernas algo inestables... y Rina la estaba mirando. Maldición. ¿Había sido testigo de todo lo que acababa de pasar? No le quedó claro. La otra mujer le hizo un apreciativo asentimiento de cabeza, aunque su expresión fue ligeramente burlona y desdeñosa. Isobel no estuvo segura de cómo interpretarlo.
Rina parecía también estar recuperándose de la tensión acumulada, aunque Isobel no creía que la hubiera defendido ante nadie si todo hubiese salido mal.
Por cómo se había comportado durante todo el caso, tenía serias sospechas de que la habría arrojado sin dudarlo a los pies de los caballos para evitar que le salpicara un desastre como el que podía haber sido. Rina y ella no habían empezado con buen pie. Su nueva superior acababa de tomar posesión de su cargo, y en opinión de Isobel, había hecho su entrada socavando la autoridad de Isobel desde el minuto 1, inmiscuyéndose en su trabajo y cuestionando sus decisiones. Incluso había recurrido a su amistad con Jubal para intentar que éste se saltara a Isobel y la informara a ella directamente, a sus espaldas.
Aquélla no era una posición en la que Isobel hubiera querido que estuviera un amigo, atrapado entre el deber y la amistad, mucho menos ponerlo en ella deliberadamente. A Isobel le había molestado más aún que Rina le hubiera hecho a Jubal aquella canallada, que la que había intentado hacerle a ella.
Por lo que le había llegado a Isobel, los dos eran amigos desde hacía años, y eso no se le hace a un amigo, demonios.
El día en que Jubal supo de la enfermedad de su hijo, los dos habían hecho el trato de estar ahí el uno para el otro. Sin embargo, Jubal debía estar teniendo problemas para manejar lo que le estaba pasando porque últimamente se había retraído, eludía la cuestión de Tyler cuando le preguntaba, y no estaba acudiendo a Isobel tanto como ella habría deseado. La apenaba sospechar que su relación se estuviera resintiendo por algo fuera de su conocimiento y su control.
A pesar de los temores de Isobel, Jubal no había cedido a las exigencias de Rina. Había manejado la situación con su habilidad habitual y, sin verse comprometido, permaneció del lado de Isobel, confirmando una vez más que podía depositar totalmente en él su confianza.
Había sido un enorme respiro saber que seguía teniendo su apoyo, como siempre. Si Rina hubiera conseguido ponerlo en su contra, Isobel no sabía si habría sido capaz de encajar el golpe.
~.~.~
Al día siguiente, la conferencia de prensa fue como la seda, naturalmente. Las buenas noticias siempre son fáciles de trasladar.
A Isobel le había producido cierto resquemor que Rina no le hubiera permitido hablar a ella, cuando Reynolds no tuvo reparos en dejarla sola ante el peligro la vez anterior. Pero a fin de cuentas, Reynolds y Rina eran dos personas distintas, ella estaba en su puesto provisionalmente e Isobel pudo entender que quisiera tomar las riendas. No tuvo que hacer demasiado esfuerzo para conformarse con la satisfacción de haber mantenido a Antonio Vargas entre rejas sin haber sufrido ni una sola baja. Recuperar su buena reputación, dadas las circunstancias, era lo de menos.
Al concluir la jornada, Rina se pasó por su despacho y estuvo incordiándola por los métodos que había empleado para hacer hablar a Vargas. Casi con malicia, le hizo la pregunta que Isobel no quería hacerse. Irónicamente, fue en ese momento cuando Isobel descubrió que la respuesta era que no, no habría expuesto a la familia de Vargas a la violencia de su enemigo. Y eso restauró su espíritu. Sin embargo, solo guardó silencio. No tenía necesidad ninguna de confesarle a Rina sus inseguridades.
Cuando ya se iba de su despacho, Rina la informó, con orgullo pero como quien no quiere la cosa, de que su puesto provisional como Directora Asistente había pasado a ser permanente. Se lo acababan de comunicar. Era obvio que aquella confirmación tan pronta era consecuencia más o menos directa de los riesgos y las decisiones -y el éxito- de Isobel. Hizo un esfuerzo por ser civilizada y la felicitó, pese a lo injusto que encontraba todo aquello.
Así y todo, e incluso con el revés que suponía que su vida laboral se acabara de volver el doble de complicada, Isobel seguía sintiéndose llena de una euforia poco habitual. Tanto que le entraron ganas de festejarlo. No parecía inteligente dejar pasar la ocasión.
Estaba pasando junto al puesto de Jubal cuando, en un impulso un tanto alocado, se detuvo y se dirigió a él.
—Ey, ¿te apetecería venir conmigo y darte un lujo? ¿Buscar algún sitio fabuloso donde cenar?
De pronto se dio cuenta de que ansiaba mucho contar con su compañía para celebrarlo.
Jubal la miró un momento. Parecía sorprendido.
—¿Oh? Sí, me encantaría —respondió inmediatamente con una sonrisa entusiasta. Y de repente pareció enormemente frustrado—. Desgraciadamente, no puedo. Ya tengo planes —dijo contrariado, y su expresión se volvió algo confusa, como si estuviera cuestionándose algo.
El ánimo de Isobel se deshinchó completamente.
—Oh... Claro, normal —respondió ejerciendo férreo control sobre su tono para que no se notara la profundidad de su desilusión.
~.~.~
Cuando la bomba no estalló, Jubal buscó a Isobel y la abrazó. Sabía que no debería haberlo hecho pero en su propio favor, estuvo bastante seguro de que mantuvo aquel abrazo dentro de los límites de lo amistoso, sin dejarse llevar más allá, salvo por el propio gesto en sí. Se sentía orgulloso de ella. Había sido un gran triunfo de todo el equipo, pero aquel éxito lo había sido principalmente gracias a Isobel, a su coraje y a su determinación no de venganza, como pensaba Rina, sino de enmendar haber tenido que dejar a Vargas libre la primera vez. Durante la rueda de prensa, fue obvio para Jubal que aquello era lo fundamental para Isobel. Le hacía admirarla aún más, aunque eso lo pusiera en dificultades.
Su amistad con Isobel era muy importante para él. Estaba esforzándose por reforzarla sin alimentar sus inconvenientes inclinaciones hacia ella, aunque en ocasiones fuera complicado encontrar el equilibrio. Como cuando Jubal se sentía especialmente vulnerable...
O como hacía un momento.
La propuesta de salir juntos a cenar de Isobel lo había cogido totalmente fuera de juego. Por unos instantes, volvió completamente loca su brújula emocional y a punto había estado de dejar plantada a Rina para irse con ella.
Afortunadamente, su parte más cabal le recordó que Isobel solo estaba interesada en ser su amiga; y con ello tiró de las riendas para sacarlo del pantanoso sendero de las vanas ilusiones y devolverlo al firme de la realidad, donde tal vez podría tener algo con Rina. A fin de cuentas, ahí sabía que había algo, porque ya lo había habido, y no solo por desearlo.
Aparte de que habría sido un malqueda mayúsculo con Rina, y eso tampoco habría estado bien...
~.~.~
Estaba, a su pesar, deseándole educadamente a Jubal que disfrutara de sus planes, cuando Isobel oyó que Rina la interrumpía para llamarlo desde el pasillo.
—Jubal, ¿vienes? —en su voz un cierto timbre de exigencia.
Fue evidente con quién tenía Jubal aquellos planes. Isobel ocultó perfectamente lo mal que le hizo sentirse aquello, pero eso no lo alivió. Más bien al contrario.
Él pareció vacilar, pero se puso en pie.
—Voy. —Se volvió hacia Isobel—. Lo siento. ¿Tal vez en otra ocasión? —preguntó mientras se alejaba—. ¿Mañana?
La decepción no permitió a Isobel detectar el ansia presente en su voz.
—Sí, tal vez —dijo cordial, pero con vaguedad porque pensaba que él lo ofrecía solo por compromiso.
Isobel estuvo a la altura y logró no mostrar ni un ápice de desagrado al verlo marcharse con Rina. Ni siquiera cuando la otra mujer le dirigió una sonrisa despectiva y pagada de sí misma, mientras Jubal no estaba mirando. Isobel le sonrió a su vez con diplomacia y no le dio la satisfacción de mover ni una ceja.
Pero por dentro, sintió que su soledad se tragaba su corazón de un solo bocado.
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Nota del autor: Pobre Isobel... Lo siento, pero voy a dejar esta historia de "momentos perdidos" aquí, al menos hasta que emitan más episodios. La buena noticia es que, como el final del último episodio no ha sido de mi agrado -por razones obvias ^^U- estoy preparando otra historia para continuar con Isobel y Jubal. A menos que mis ideas se trasladen a la pantalla por arte de magia, parece bastante probable que con ella me saldré del canon, pero por lo menos mantendrá mi mente ocupada mientras regresa la serie. ¡Ya solo queda mes y medio! La verdad, espero que los guionistas de la serie no me decepcionen mucho pero, después de la última escena de la temporada, mantengo bajas mis expectativas. En fin... Estoy impaciente por ver episodios nuevos de la serie, de todos modos. La nueva historia ya la tengo bastante avanzada y espero empezar a publicarla dentro de muy poco. Stay tuned! ;)
