Draco se ha despertado de buen humor.

El éxito de la cita del día anterior no tenía nada que ver. Vivir sin amenazas de muerte ni maldiciones oscuras era todo un lujo para su tranquilidad. Incluso atisba el regreso de cierta cordura perdida. Así que se enfunda sus botas nuevas, unas adecuadas para el invierno de Alaska (por fin, se dice), coge una barrita de Twix y sale con Caos.

Al rato el perro empieza a correr y envalentonado por una euforia desconocida, decide seguirle la carrera.

No tiene ni idea del rato que llevan corriendo pero él está como si le faltase un pulmón y Caos, fresco como una rosa. Caos se adentra en la arboleda y Draco decide caminar a un ritmo humanamente sosegado por la orilla del lago. Hoy no hace demasiado frío.

El lago sirve como reflejo invertido de las montañas nevadas de fondo. Hay un pequeño muelle hasta donde han llegado corriendo. Realmente tiene todo el esplendor de las postales turísticas de Alaska. Además, el día está radiante, azul celeste y con algunas nubes dispersas algodonadas. Se respira aire puro, le recuerda al invierno de Wiltshire. Su casa, Malfoy Manor… ahora tan abandonada y desolada. Draco recuerda las redadas de aurores en sus aposentos, revolviéndolo todo, robándoles trozos de su historia, recuerdos de los viajes con sus padres, reliquias familiares. Los retratos, incluso. Y todo porque el Señor Tenebroso tuvo a bien atormentarlos mancillando su hogar y convirtiéndolo en su centro de operaciones. Torturas, amputaciones, vejaciones, violaciones de muggles, brujas y magos… A su Señor se le ocurrían las más oscuras y retorcidas ideas para el Mal. Si antes de aquello Draco ya había sospechado que no quería formar parte de tanta crueldad gratuita, después de vivirlo en primera persona, se había sentido sucio y hundido. No esperaba eso ni era lo que quería para el mundo mágico.

Caos aparece ladrando. Feliz como siempre.

-Gracias, Caos. No vale la pena darle más vueltas, ¿verdad?

Ni siquiera un paisaje tan bonito como ese es capaz de sanar sus heridas. No quiere pensar en eso. Ha decidido seguir adelante. Ni siquiera tiene valor para rendirse. No es una opción.

Igual es hora de regresar. Y quizá debería plantearse hacer algo de ejercicio, piensa en eso mientras emprende el camino de regreso por el borde del lago.

Cuando está cruzando una zona algo boscosa, ya cerca de la casa, oye un zumbido muy familiar. Una escoba.

Lo primero que piensa es que lo han encontrado y mira alrededor en busca de algún tipo de arma o refugio. La adrenalina se le dispara. El corazón se le desboca. Solo piensa en que no quiere morir. Aún no.

Al no encontrar nada que le sirve de ayuda, empieza a correr como un desesperado, mucho más que antes con Caos, hacia el lado contrario a la cabaña de John. No sabe muy bien por qué, pero no quiere meterlo en problemas. Si algún mortífago lo encuentra, están perdidos. Si es alguien del Ministerio… Pero no puede ser, ¿no? Le habían incautado las posesiones, la varita, su escoba… pero no le habían dicho que no pudiera viajar al estilo muggle. Por suerte Caos había echado a correr también y debía estar lejos de allí, a estas alturas.

Mientras piensa en todo eso, agudiza el oído. No tiene mucha más energía para seguir corriendo y, de hecho, parece que no lo están siguiendo. Se para. No se oye nada. Aprovecha para recuperar algo de aire.

A lo mejor era un simple mago. Llevaría un hechizo desilusionador encima, porque no lo había llegado a ver. Pero hay que ser idiota para pasearse en escoba por el bosque, a esas velocidades, sin tener en cuenta que puedes encontrarte y asustar a algún muggle. O a un Draco algo traumatizado, como es el caso.

Quizá fuera el mismo mago que sintió en Lemmini, el día que lo llevaron John y Nilak allí. Con esa idea en mente, decide dar un rodeo, pensar qué haría y cómo se movería si fuera un mago. Un mago con escoba, rectifica.

Pero la verdad es que no conoce la zona. Y en el rato que lleva buscando algún rastro de magia, no ha logrado encontrar ni al perro. Igualmente Caos es un alma libre. Va y viene cuando y como quiere. Solo espera que decida volver pronto con John. O con él. No le gusta la idea de pasar la noche solo.

Sigue sin reloj, porque el sueldo no le dio para tanto, pero imagina que se empieza a hacer tarde así que emprende de regreso para el sendero.

Justo en ese momento, oye a Caos ladrar. Y unas risas. Draco se acerca, movido por una morbosa curiosidad. Cree que sabe de quién es esa risa, aunque no la haya escuchado nunca, reconoce la voz. Es su Potter.

Se estremece en el mismo momento de pensarlo. ¿En qué está pensando? Nilak se parece físicamente a Potter, es cierto. Y ambos pueden ser de lo más insoportables, pero Nilak es un muggle… Analiza ese pensamiento por un momento, Draco. ¿Un muggle o el héroe insufrible del mundo mágico? No sabía cuál de las dos opciones resultaban más hilarantes. Es probable que lo acabaran desheredando de lo poco que aún tenían con cualquiera de los dos. Ni siquiera tenía sentido plantearlo. Potter era un flamante heterosexual con su comadreja pelirroja y Nilak parecía impenetrable. Y ahora no se refería a nada sexual.

Potter… el Salvador… quien lo miraba siempre por encima del hombro. Y pensar que Draco solo había querido ser amigo suyo, que lo había admirado en secreto de pequeño. Qué decepción. Con Nilak podía mostrarse tal y como era, sin tener que aparentar. Y le estaba gustando descubrir que podía ser diferente al Draco Malfoy, joven títere del Lord.

Total, que ahí estaba, espiando a un Nilak sonriente y despreocupado jugando con Caos. Es posible que a Draco se le estuviese cayendo un poco la baba, metafóricamente hablando. Pero no lo iba a admitir ni bajo Veritaserum. Lo que está claro es que ninguno de los dos ha reparado en su presencia y él se está bebiendo esa imagen de Nilak con los ojos, para guardarla en su retina. Nunca lo había visto así, tan relajado, tan sonriente, mientras le tira palos a Caos y después se lo intenta quitar de la boca. Draco no sabe ni quién está ganando, pero tampoco es el punto.

En un arrebato de dignidad, decide que ya ha profanado bastante su intimidad. O quizá que llegará tarde a trabajar. Y aún tiene que pasar por casa para comer algo.

Ese día hay bastante ajetreo por Lemmini. Draco no ha parado desde que ha colgado la chaqueta al entrar. Está derrotado. Solo queda el grupo de ancianitas de siempre. Hoy se ha quedado más rato de su hora. Se dispone a preguntarle a Seth si ya puede irse, que está hablando en la barra con Nilak.

En ese momento, entra una chica, como una flecha, atravesando el bar a toda velocidad. Salta encima de Seth y le planta un beso y un abrazo de lo más efusivo. ¡Vaya! Qué calladito te lo tenías, piensa Draco. Recuerda la cara de Nilak unas semanas atrás y el guiño de Seth. ¿Habían sido imaginaciones suyas?

Cuando se separan y ve las caras radiantes de Seth y de la chica siente una punzada de envidia. Son la descripción gráfica de la felicidad. Se miran como si hubieran encontrado agua en un desierto. Están hablando pero Draco está demasiado lejos, no se ha atrevido a acercarse y no los oye.

-Daniel, ven - dice Seth mientras Draco se acerca a los tres alaskeños. No se le quita la sonrisa de la cara y, encima, es contagiosa, Draco también ha empezado a sonreír y no sabe ni por qué. - Te presento a Sialuk, mi novia.

-Sialuk, qué nombre más bonito. Me gusta cómo suenan los nombres de aquí. - dice, echando un ligero vistazo a Nilak, a ver si se da por aludido. - Me llamo Daniel. Encantado. - le tiende la mano, cortés, y la chica se la agarra con ambas manos y lo zarandea entero.

Aún le resulta raro llamarse a sí mismo por otro nombre. Echa de menos ser Draco. No esa vida, pero sí su nombre.

-Seth me ha hablado mucho de ti, pero no me había dicho que eras tan guapo - responde con una voz dulce y cantarina.

-¡Oye! Que estoy aquí.

-Sería peor que lo dijese a tu espalda, ¿no? - le dedica a Draco una mueca, como diciendo que está de broma. Se gira hacia su novio. - Tú tienes los ojos más bonitos - añade, dándole un beso casto en los labios.

La cara de Seth es de orgullo y diversión.

-Eso ha dolido - bromea Draco, llevándose dramáticamente una mano al pecho.

La pareja se ríe a dúo. Parece que estén sincronizados.

-Eres gracioso, Daniel. Me gustas.

Su novio vuelve a poner los ojos en blanco y un gesto de "perdónala, ella es así".

Su estatura y su cabello, junto con su elegancia natural, le recuerda a una versión bondadosa de Pansy, con ese pelo largo negro. Se ríe por dentro ante la imagen que le ha venido a la cabeza: Seth y Sialuk son como la versión Hufflepuff de Pansy y él. Coincidencias de la vida.

Nilak se acerca y saluda a Sialuk.

-Nilak, ¿sabes qué?, ¿a que no sabes quién va a venir a Anchorage?

-Dame una pista.

-Empieza por L.

-¿Lo conozco?

-¡Claro! Bueno, en persona no. Creo.

-¿Entonces es famoso?

Parece que a Nilak le divierten las adivinanzas.

-Por Dios, Sialuk, díselo ya. O se lo digo yo.

-¡LP! Va a venir LP - empieza a dar saltitos de alegría y a tirarle del brazo, como amonestándolo por no estar saltando con ella. - ¿Te lo puedes creer?

-¡Vaya, qué bien! ¿Cuándo?, tendremos que ir, ¿no?

- Aún no lo sé. Mi madre lo ha oído por la radio. ¡Tengo que informarme! - se gira de repente hacia él - Daniel, tú también puedes venir, si quieres. Seguro que te gusta.

-No tengo ni idea de quién es.

La idea no le desagrada pero aún no está seguro de poder ir a un evento como un concierto muggle sin hacer el ridículo. Además de que no tiene dinero.

Seth empieza a tararear una música que suena recurrentemente en el bar y que Draco reconoce.

-Ah, ya sé. Canta bien. Aunque lo que acabas de hacer ha destrozado la canción por completo.

La chica y el moreno ríen por lo bajo. Seth se hace el ofendido y chasquea los labios.

- Lo más increíble es que va a venir a Anchorage. No me lo puedo creer.

-A Sialuk le encanta LP y de tanto escucharlo Nilak también se ha hecho fan.

-Lo que se dice fan… - se rasca la nuca, de nuevo. Ojalá pudiera hincarle el diente a esa nuca. Ese gesto le roba un latido cada vez que lo hace.

-Cariño, dame un minuto a Nilak. Puedes quedarte con Daniel - le guiña un ojo. Esta camaradería como diciendo "cuidado con mi chica" le resulta extraña, algo embriagadora.

-Ven, Daniel. Seguro que la conoces, pero quiero presentarte a mi abuela.

Sialuk coge la mano de Draco. Él se estremece. No está acostumbrado a esa confianza. De hecho, ni siquiera a ese tipo de contacto. Hace mucho tiempo que nadie ni siquiera lo roza.

Se dirigen hasta la mesa de asiduas ancianitas.

-¡Abuela! Ya conoces a Daniel, ¿verdad? Daniel, esta es mi babushka.

-¿Daniel? - La abuela de Sialuk le lanza una mirada clara y profunda, como si supiera que está mintiendo, que ese no es su nombre verdadero. Si fuera bruja tendría unos ciento cincuenta años. En términos muggles, ni idea. Pero parece que la edad le haya dotado del don de la clarividencia -. Nosotras te llamábamos Siqiniq, espero que no te importe.

No tenía ni idea de qué significaba Siqiniq, pero no le iba a llevar la contraria. Mientras no le llamasen "hijo". Eso le ponía enfermo. Le recordaba a su padre. John tenía esa insana manía de llamarlo así.

-Yo soy Naaja - añade.

-Es un placer conocerla finalmente. ¿Qué significa Siqiniq?

-A mi abuela le encanta ponerle nombres a la gente.

-A veces a la gente también le gusta cambiar de nombre, ¿no crees, Siqiniq?

¿Eso era una indirecta?, ¿lo habían descubierto?, ¿debería preocuparse? No sabe por qué, pero su instinto le dice que tanto Sialuk como su abuela son de fiar. En general, todos en ese pueblo. Menos Nilak, que es como una tormenta brumosa, cuesta ver a través de ella.

Se encoge de hombros como respuesta.

-Abuela, ¿puede venir Daniel a tu fiesta de cumpleaños?

-Oh, no… No quisiera inmiscuirme en la familia.

-Siqiniq, este pueblo es muy pequeño. Aquí somos todos familia. Y me da que a ti no te iría mal venir a casa. Puede que encuentres algo de utilidad.

Con ese misterio de aquella enigmática señora, ¿quién podía resistirse a un cumpleaños de una octogenaria de un pueblito perdido de Alaska? Nótese el sarcasmo. Draco no sabe cómo salir de ahí.

-Por favor - canturrea Sialuk - Nilak y John también vendrán.

-No sé si te gusta leer pero tenemos una buena biblioteca.

-¡Sí, es verdad! Naaja trabajó en la biblioteca del pueblo hasta que la cerraron. Ahora guardamos los libros de la biblioteca en casa ¡Más los que ya teníamos! Así que se podría decir que ahora nuestra casa es la biblioteca. Puedes llevarte el libro que quieras. Y hacemos unos dulces deliciosos.

Lectura, comida, Nilak, el encanto de Sialuk… Empezaba a ser difícil negarse. Es cierto que es un pueblo pequeño y no tiene muchas más cosas que hacer.

-Bien. Si mi jefe me da fiesta, no puedo decir que no.

Las señoras y Sialuk rieron con la broma.

-Lo celebramos este domingo. Lemmini estará cerrado. Me gusta tu sentido del humor.

Hacía mucho tiempo que nadie le decía eso. De hecho, hacía mucho tiempo que no se sentía bien entre extraños. Pero por alguna extraña razón todos en Inovik lake estaban dispuestos a darle a Draco una segunda oportunidad. Dichosa su suerte.

Holaaaaa!!!Por fin otro viernes! Esta semana ha sido durilla porque he tenido a la peque con anginas y tengo un regusto amargo con el capi de la semana pasada. Pero me he estado esforzando y he escrito hasta el capi 10. Estoy contenta con el resultado porque aunque no es perfecto, ni mucho, está siendo bastante progresivo.Espero que este capi guste más! Nos leemos en comentarios!!!Y si has llegado hasta aquí, muchas muchas gracias!