Es la primera vez que Draco va a ir a un cumpleaños sin llevar regalo. Su economía no está muy boyante, no puede hacer magia, no conoce a la cumpleañera… ¿Qué carajo se le regala a una señora de su edad? Su madre hacía una poción casera rejuvenecedora, que te quitaba los dolores y te daba la energía de décadas anteriores. Incluso sabía de otra que te permitía cambiar de cuerpo durante un día entero, claro que rozaba la magia negra, se necesitaba sangre de la persona en cuestión y tampoco sabía cómo le sentaría a una muggle. Puede que muriese de intoxicación mágica. Lo que le faltaba.

También había descartado el clásico libro ya que no conocía sus gustos y su conocimiento de literatura muggle era limitado. Por no mencionar que Sialuk había dicho que tenían una biblioteca en casa. Seguramente no podía hacer sombra a la suya de la Mansión, ni con la merma que el Ministerio había causado, pero no era cuestión de hacer comparaciones. De hecho, pensaba pedir prestados un par de ellos para los ratos muertos. No había caído en incluir lectura en su equipaje y lo echaba en falta. Cualquier cosa para mantenerse cuerdo y despejado. De momento, había conseguido más de dos meses sin una gota de alcohol en su organismo. Un récord de años.

-Estás algo distraído hoy, hijo.

Draco levanta la cabeza del tablero de ajedrez para mirar a John.

-Perdona, estaba pensando qué podría regalarle a Naaja. El domingo es su cumpleaños y me ha invitado. No me gustaría presentarme sin un detalle.

John vuelve a centrar su atención en el tablero. Emite una especie de chasquido de fastidio.

-Mueve - ordena, refiriéndose al juego. Draco sabe que tiene la partida casi perdida, pero no le gusta perder. A ver si dándole conversación, lo distrae. Mueve el caballo para despistarlo

-Me dijo que usted también iría. ¿Hace mucho que la conoce?, ¿tiene alguna idea de lo que podría llevarle?

John se queda unos largos segundos pensando, sin levantar la cabeza.

-Si te ha invitado es por algo, no tienes que llevar nada.

John mueve la reina.

-Es una falta de educación no llevar nada. No me han educado así.

Parece que la táctica del caballo no había funcionado. Pone la torre como defensa de su reina.

John se levanta soltando un bufido cansado. Se dirige a una estantería y coge uno de los libros. Habla desde allí:

-Mira mi alfil, hijo. - Draco desvía la mirada a la pieza en cuestión y a la jugada.

-Mierda - maldice bajo.

-Jaque mate. - Su tono es neutro pero a Draco esas palabras le saben a ácido cáustico. Cuando no es él quien las pronuncia, claro.

Es consciente de que está haciendo un mohín. Suspira resignado. No ha sido su mejor partida.

-Esa cara es la que pone un niño pequeño que se queda sin caramelos.

-No puedo evitarlo. Sé que soy adorable.

Oye un "clic", un ruidito de esos que hacen algunas maquinitas muggles. Parecido a una cámara de fotos, pero más sutil.

Decide no echarle cuenta. Será algo de la casa. En una casa de muggles nunca se sabe.

Se levanta para irse. Cuando pierde, no quiere seguir jugando. Puede que sea de críos, pero comparado con John, lo es, así que ninguno de los dos se queja al respecto.

-Ten, anda - le dice, alargándole el libro -.

Naaja hace hierbas medicinales y remedios naturales. Recoge algunas de estas plantas. Le harás un favor.

Draco lo toma y lo ojea por encima. Plantopedia: Guía completa de plantas y dónde encontrarlas.

Antes de irse, oye unos susurros. Vuelve para girarse.

-¿Decías algo, John?

-No. Nos vemos mañana. Y ven más concentrado.

Le había parecido oír una risilla y alguien hablando. Serían imaginaciones suyas.

Abre la puerta, encontrándose a un Nilak sonriente de frente. Cerca. Muy cerca. Tanto que puede notar su olor a madera y miel. Huele tan delicioso como se ve.

Se aparta para evitar sonrojarse más.

-Vaya, empezaba a pensar que no vivías aquí.

-¿Me echabas de menos? - Pregunta entre divertido y ¿sugerente?

Draco está demasiado turbado por la cercanía del otro. Quiere escapar y serenarse.

-Ya te gustaría. Me estaba yendo.

¿A este, qué bicho le ha picado, todo contento y agradable?

En un primer momento, recolectar plantas como regalo de cumpleaños le pareció una idea tediosa, pero la verdad es que tenía su encanto. Consultaba el libro de dónde y cómo encontrar ciertas hierbas y luego empezaba la aventura. Era como estar en el Bosque Prohibido pero sin animales mágicos merodeando por ahí. Y le recordaba a Snape, como si estuvieran buscando ingredientes para pociones. Echaba tanto de menos la magia que hasta coger plantitas le parecía emocionante.

Así pasó tres días seguidos. Hasta dibujó un mapa de la zona donde se situaban las plantas. Después se hizo con una cajita mona y unos lazos y lo envolvió todo. Ya tenía su regalo. Fácil no había sido, pero barato sí.

Draco se sentía orgulloso y satisfecho de sí mismo. Le empezaba a gustar su vida en Inovik lake. Era como si se estuviera purificando de todo lo malo que le había pasado, de todo el odio, del sufrimiento de la guerra…

Había intentado levantar cabeza. Antes de saquear el minibar mágico a diario, quiso continuar el negocio familiar y pasar página. Había entendido los errores de su padre y no quería volver a cometerlos. Incluso había intentado disculparse personalmente con algunos magos. Nadie aceptó su arrepentimiento. La única persona que le dijo algo mínimamente amable fue Granger. Ni lo miró, pero le dijo que ella y todos necesitaban tiempo. El resto le desearon que sufriera de lo lindo por el resto de su vida.

Después pasó lo de su madre. Eso fue demasiado. Draco se vio solo. Sin familia, sin amigos. Con demasiados enemigos, de hecho. No podía contar ni con su varita. Estuvo meses autocompadeciéndose, emborrachándose en la mansión y volviéndose cada día más loco. Paró el día que estuvo tentado de suicidarse. Por suerte para él, el valor tampoco lo acompañó ese día. No estaba orgulloso de aquello.

Y no quería hacerse ilusiones pero la verdad era que estaba sanando. Algo dentro de él se estaba volviendo más… ¿bueno? La gente de Inovik lake era algo seca pero bondadosa. Caos era un guardián maravilloso. Y Nilak le removía las entrañas cuando le regalaba una de sus sonrisas o cuando se rascaba la nuca. Ya le daba igual que fueran muggles, les debía demasiado.

Sabía que aún tenía mucho camino por hacer. No podía quedarse eternamente allí. Echaba de menos a su madre, a pesar de su estado. Pero no tenía manera de contactar con ella. A lo mejor, si encontraba al mago o bruja que se escondía allí, podría pedirle un traslador para verla. Valdría la pena arriesgarse.

En eso pensaba cuando pica a la puerta de la casa de Naaja y su familia. Le abre una sonriente Sialuk que le da un breve abrazo.

-¡Me alegro que hayas venido! Pasa, por favor.

Entran al comedor, donde hay una congregación con grupitos de diferentes edades. También está el corrillo de ancianitas de Lemmini, que hoy están jugando al dominó con un par de niños que deben ser también de la familia, por el parecido con Sialuk.

-Yo soy la madre de Sialuk. Encantada. - se presenta una mujer con el mismo pelo largo y negro de la chica, aunque algo más canoso. Se gira hacia su hija - Cariño, necesito tu ayuda en la cocina. Será un momento.

-Gracias por la invitación, señora. - mira a Sialuk -. Voy a felicitar a Naaja.

-En un momento estoy contigo. ¡Tenemos mucho de que hablar!

Sialuk se marcha con su madre por la puerta que supone que es de la cocina. Draco se da la vuelta y mira a su alrededor. Hay estanterías con libros por todas partes y han adecuado la estancia con mesas llenas de platos con una pinta deliciosa.

Antes de dar cuenta de la comida, decide darle a Naaja su regalo.

-Buenas tardes, señoras. - saluda con la misma frase que en el bar - ¿qué tomarán hoy?

Todas se giran y sonríen divertidas.

-Hola, querido. Eres un encanto.

-Hoy te damos el día libre - bromea otra de ellas.

Draco les devuelve la sonrisa.

-Felicidades, Naaja. Le he traído esto. Es un detalle. Espero que le sea útil.

-Muchas gracias, Siqiniq ¿Puedo abrirlo?

-Por supuesto. Es para usted. Puede hacer lo que quiera con él.

Naaja lo abre. Se fija en el mapa y los potecitos con las plantas recolectadas.

-Bonito detalle, ¿verdad, Nilak? - pregunta sin levantar la vista.

Draco da un respingo. Se le acelera el pulso de la cercanía de esos ojos verdes. No se había percatado que estaba ahí.

-¿De dónde has salido? - pregunta más para sí que por esperar respuesta.

Este se encoge de hombros, con las manos metidas en los bolsillos de los vaqueros. Son claros y lleva una sudadera color crema con dos rayas horizontales negras que le ensanchan los hombros. El cuello perkins no debería quedarle tan bien a nadie.

Draco busca un salvoconducto pero parece que el corrillo octogenario ha retomado su conversación. Se dirige a las estanterías, en parte por ojear los libros, en parte por separarse de Nilak y su perfume delirante.

Lo consigue. Nilak se queda atrás.

Norte y sur, La dama de blanco, El conde de Montecristo, El retrato de Dorian Grey, Alicia a través del espejo, Rojo y negro, Emma… no le suena ninguno. Coge uno con título de un año, 1984, reza, de George Orwell. Draco se pone a leer la contraportada.

"En el año 1984 Londres es una ciudad lúgubre en la que la Policía del Pensamiento controla de forma asfixiante la vida de los ciudadanos. Winston Smith es un peón de este engranaje perverso, su cometido es reescribir la historia para adaptarla a lo que el Partido considera la versión oficial de los hechos… hasta que decide replantearse la verdad del sistema que los gobierna y somete".

-Un peón de un engranaje perverso… - murmura para sí.

-Parece interesante - susurra el moreno detrás de él.

Se le eriza la piel de la nuca al notar su aliento tan cerca, lo que hace que le recorra un cosquilleo por los hombros y brazos hasta llegar al estómago, que se le encoge y se queda sin aire.

-Demasiado similar a la realidad, quizá. - dice intentando sobreponerse. No puede afectarle tanto. Es solo una tonta atracción física no resuelta.

-La vida es como una partida de ajedrez, tú decides qué estrategia seguir.

Nilak lo está mirando con esos ojos verdes muy fijamente. Le brillan demasiado. Los tiene demasiado verdes. Debería ser miope como Potter para que no se le viesen tanto. Una sensación extraña le oprime el pecho. ¿Culpa, dolor, tristeza?

-A no ser que seas un simple peón y no el jugador.

-¿De qué habláis? - Interviene Seth, que ha aparecido con Sialuk. Los dos chicos tardan unos segundos en apartar la mirada - ¿Interrumpimos algo?

-Nada - Nilak coge el libro que tenía Draco en la mano, rozándole los dedos. Se lo tiende a Seth - Hablábamos de este libro.

-Yo pienso que todos hacemos lo que podemos - dice Sialuk, que parecía que sabía de qué iba el libro. O la conversación. - Babushka siempre dice que debemos comprometernos para dar lo mejor de nosotros.

-¿Nunca te han dicho que eres demasiado buena? - pregunta Draco, entre exasperado y divertido.

Sonríe más, como si le hubieran dicho que ha ganado el premio a la Bruja promesa del año.

-¿Para qué fruncir el ceño si puedes sonreír?

Porque a veces no tienes razones para sonreír. O no te lo permiten. Piensa Draco. Pero no va a decir eso. No quiere ensombrecer la conversación ni tener que exponerse.

-Esto sí te hará sonreír, amor - asegura Seth, sacándose unos papelitos del bolsillo de atrás del pantalón y poniendo la otra mano en el hombro de Nilak. - Cuatro entradas…

-¡Ah! ¡Ya las tienes! ¡Mamá! ¡Babushka! ¡Ya tenemos las entradas para el concierto! - Sialuk las coge al vuelo, a pesar de que Seth sube el brazo para que no las agarre y ella tenga que saltar.

Draco está realmente conmovido. La invitación del otro día no sabía si iba en serio o era por educación, pero eran cuatro entradas. ¿Una sería para él? Pone la mejor cara de poker de su repertorio para que no se note lo abrumado que está.

Sialuk vuelve de hacer una carrerilla para enseñarle a su madre y a su abuela las entradas mágicas. No son mágicas de verdad, obvio, aunque Sialuk las sostiene como si fuesen algo sagrado. Va directa a Seth, que le planta un beso algo incómodo de mirar.

Nilak y Draco se miran, huyendo del espectáculo.

-Vendrás,¿verdad? Sialuk ha dicho que nos patearía el culo si no conseguimos que vengas - dice rascándose la nuca. Carraspea. - Y no quiero ir de aguantavelas.

Draco entiende que, de alguna manera, Nilak lo está utilizando para no quedarse solo con la parejita SS, pero no puede evitar la sonrisa que se le ha puesto en la cara. Espera que sea respuesta suficiente. Parece que el moreno lo entiende.

Naaja se levanta con esfuerzo, con la caja de hierbas en la mano. Se acerca a ellos.

-Acompáñame un momento, Siqiniq. - Draco le ofrece el brazo de manera instintiva para ayudarla. - Después te lo devuelvo, Nilak.

El aludido abre mucho los ojos y se pone a mirar un libro con disimulo, como si fuera lo más interesante del mundo. ¿Qué ha sido esa reacción? Piensa Draco, antes de darse la vuelta camino de la escalera de la casa, con Naaja del brazo.

-¿La cabaña donde te hospedas es de tu familia? - Pregunta ella mientras suben al piso superior.

-Sí, ¿cómo lo sabe?

Naaja siempre tarda unos segundos en contestar. Como si estuviera pensando qué decir.

-Cuando era pequeña, allí vivía una mujer con el mismo pelo que tú.

-¿Por el pelo sabe que era mi familia?

Draco arquea una ceja. Ahí hay algo que no le cuadra. Naaja emite un ruido, entre quejido y risa.

Abre una puerta que da acceso a una sala que parece una especie de despensa enorme. Está todo lleno de armarios con plantas e ingredientes, todos debidamente etiquetados. Hay también una mesa con instrumentos que reconoce. Una chimenea con dos butacas enfrentadas y más libros. Aquello le recuerda a un laboratorio de pociones algo austero.

-Siéntate, Siqiniq.

Esa situación empieza a ponerle nervioso. Naaja se desplaza lenta por la habitación y empieza a colocar los potecitos con las hierbas que le ha regalado.

-No me importa que me llame así pero, ¿puede decirme qué significa? - Pregunta por dar conversación.

Naaja apoya las manos entrelazas sobre una mesa. Se sienta. Le sonríe.

-Significa sol.

Draco deja salir un bufido sardónico.

-¿En serio? No me pega nada. - Lo ha dicho sin pensar, más para sí mismo que otra cosa.

-¿Tú crees? Siqiniq representa vida, calidez, esperanza.

Se sienta y se mira las manos, algo avergonzado, la verdad.

¿En qué mundo paralelo? ¿Cómo voy a ser yo lo más parecido a un sol de Inovik lake? ¿No ha visto a su nieta o a su novio? Hasta Nilak brilla más que él, cuando no anda enfurruñado. Aunque desde ayer anda bastante simpático.

No le digo nada porque es una persona mayor, pero es evidente que no saben nada de mí, no me conocen en absoluto. Si solo supieran lo de la Marca…

Empieza a picarle el brazo, como siempre que se siente así de culpable. Querría poder arrancársela, quemarla o algo y que desapareciese. Pero sabe que eso no es posible. Lo ha consultado. Vivirá el resto de su vida como un Marcado.

-¿Te importa que te haga ahora yo una pregunta?, ¿te dice algo la palabra "squib"?

Cha cha chaaann!!!

Os esperabais este giro? Qué os ha parecido?

No me gusta dejar la escena así de colgada pero se me hacía muy largo el capi si lo acababa. Ya me ha quedado laeguito, de hecho. No estaréis mucho sin saber qué va a ocurrir, solo os diré qie aún queda una sorpresita en el cumple de Naaja :)

Nos leemos en comentarios!! El hype es lo más!!

Frase extraída del Capítulo 11 de El día que dejó de nevar en Alaska. También la dice Sialuk aunque el contexto es un pelín diferente y lo he adaptado.

...

Respondo aquí los comentarios que me han hecho hasta ahora: