Draco levanta la vista, como un resorte. Naaja sigue en la misma posición con la misma sonrisa bondadosa.
Menos mal que acababa de sentarse porque de lo contrario habría salido corriendo de allí.
Sus pulsaciones se habían disparado, ha empezado a sudar frío y se le ha tensado todo el cuerpo. Draco había entrado, oficialmente, en pánico.
No tiene varita, lo sabe, pero el gesto es tan natural en él que la busca para agarrarla. Sin éxito, por supuesto. Frunce el ceño y maldice por lo bajo. Aprieta los puños e intenta controlar sus nervios. Quizá consiga una explosión de magia. Lo suficiente para huir.
Huir. Le viene a la mente la cara de Nilak rascándose la nuca, la sonrisa brillante de Seth, la voz saltarina de Sialuk. Siente una punzada demasiado profunda en el pecho, no lo puede negar. Vuelve a maldecir mentalmente. No, huir no es una opción.
Mira a su alrededor como acto reflejo en busca de amenazas o algo que le pueda ser de utilidad.
Piensa, Draco.
Si contesta puede meterse en un buen lío. Si dice que sí, estará incumpliendo la Ley de Ocultación del Secreto Mágico. Y en territorio americano, por lo que será juzgado también en ese continente. No tenía muy claro si tenían cárceles como Azkaban pero de verdad que no quería tener que averiguarlo.
Responder que no tenía idea de lo que le estaba diciendo tampoco era una opción. Primero porque esa anciana ya había demostrado que no era fácil de engañar y, segundo, porque sentía inevitablemente la curiosidad de saber más. ¿Sería ella la bruja que causó el derroche de magia de unas semanas atrás?, ¿o la de la escoba? No, imposible. Esa energía tenía algo de familiar que no sentía en ese momento. Fue como sentirse de nuevo en casa, algo cálido y acogedor. Entonces…
-¿Usted es…? - balbucea.
Si era una squib, sería la primera que conocería en su vida. Sin contar con Filch, por supuesto. Relacionarse con muggles y squibs. Su padre estaría dando saltos de alegría si lo supiera.
Aparta esa línea de pensamiento. No es el momento de pensar en eso, se dice.
-Técnicamente soy una bruja aunque no me ofendo si me consideras una squib. Tengo tan poca magia que pocas varitas están dispuestas a obedecerme. No es algo que me preocupe a mi edad, desde luego. Pero sí tengo suficiente para usar un traslador, elaborar buenas pociones - hace el gesto de abrir los brazos, mostrando su pequeño laboratorio de pociones. Ahora el espacio empezaba a cobrar más sentido - y usar la Red flu.
Esa última palabra mágica le genera una brizna de esperanza. A lo mejor…
-¿Tiene Red flu? - Suena desesperado pero la ocasión no es para menos. Lleva semanas sin saber nada de su madre y echándola ferozmente de menos (con su padre no puede contactar). La verdad era que Naaja no parecía tener intención de hacerle daño, ni de denunciarlo. Al fin y al cabo, aún no había hecho ni dicho nada comprometedor.
-Por eso te he traído aquí, Siqiniq. He supuesto que debe haber alguien en Inglaterra con quien quieras contactar.
-¿Sabe Legeremancia? - Pregunta ahora sorprendido. Eso explicaría por qué parecía saber que Daniel no era su nombre y por qué sabe que viene de Inglaterra, aunque su acento también lo delata.
Naaja se ríe a carcajadas.
-No hace falta leerte la mente para saber un par de cosas sobre ti, Draco.
Joder, ¿también sabe mi nombre? Tiene que tener alguna manera de averiguarlo. Ahora que sabe que es bruja, se le abren muchas posibilidades. Lo pensará con calma más adelante. Ahora mismo solo puede pensar en la Red flu.
-Pareces confundido. Lo entiendo. Pero lo primero es lo primero. - se levanta de la butaca y saca una varita de un cajón. Con un par de movimientos algo torpes activa la chimenea - Te la dejo encendida. Tiene permisos para hablar con Europa, así que no tienes que preocuparte por eso.
Naaja vuelve a guardar su varita en el cajón. A Draco ese detalle no le pasa desapercibido. Se relame solo de pensar en volver a tener una entre sus dedos… Sería tan fácil como robarle un caramelo a un niño pequeño.
Naaja se dirige hacia la puerta.
-Un momento - Naaja se gira - ¿Su familia lo sabe? Emm… ¿Podría… guardarme el secreto?
No sabe cuánto conoce Naaja sobre quién es y qué ha hecho pero parece saber demasiado y no está preparado para que se lo cuente a los de abajo. Son su familia así que no las tiene todas consigo.
Naaja suelta una risita. Parece que la consternación de Draco le divierte.
-Tranquilo, ya lo estoy haciendo. Las ancianas solo servimos para guardar secretos.
Después de unos minutos para serenarse y pensar, Draco se acerca a la chimenea. Abandona de momento la idea de sostener la varita. La llamada por Red flu es más importante.
- Con el Hospital de San Mungo, Londres.
Espera unos segundos y le atiende un chico algo más mayor que él. Pregunta por el Doctor Emmanuel Cornfoot.
-¿De parte de quién?
-Draco Malfoy - Sienta bien volver a pronunciar su nombre. Se recrea en ello.
-Un momento, por favor.
En Inglaterra deben ser las tantas de la noche. A lo mejor no está de guardia. El doctor Cornfoot siempre ha sido el medimago de la familia Malfoy, incluso durante la guerra se mantuvo neutral pero a su servicio. Es la única persona a la que pudo recurrir tras el accidente de su madre y es quien ha velado por su salud desde entonces. No puede hablar con su madre, aunque le gustaría. Solo espera que no le den malas noticias. No podría soportar perderla. De hecho, la idea de que le haya pasado algo durante estas semanas incomunicado lo estaba volviendo loco. No tendría sentido la vida, es lo único que le queda.
Draco empieza a impacientarse. Mueve los dedos dando golpecitos sobre la chimenea.
Ojalá que esté. Responda, por favor. Que mi madre esté bien. Por favor, por favor…
-¿Draco? ¿Eres tú?
Ve aparecer el rostro del médico en las llamas. Draco se asoma. Por fin.
-Buenas noches, doctor. Siento haber tardado tanto en llamar y hacerlo a estas horas. Ya le dije que estaba de viaje y que me resultaría difícil contactar. ¿Cómo está mi madre?
No es consciente pero se está mordiendo la mejilla por dentro. Su boca sabe a sangre pero no le importa.
-Me temo que no puedo decirle mucho. Su madre sigue en una especie de coma mágico. No hemos encontrado aún la manera de que responda y tampoco ha dado señales de actividad psicomotora.
Draco suspira. No es que esperase buenas noticias… Por lo menos, no eran tan malas.
-Sigue con nosotros en la planta de Cuidados Intensivos y hemos aumentado las sesiones de masajes para activar la circulación y que la musculatura no se atrofie. Espero que no le importe, no teníamos manera de consultarle y como me dijo que lo dejaba en mis manos…
-Por supuesto, no hay ningún problema. Que tenga las sesiones y los cuidados que necesite. Cualquier cosa, ya lo sabe.
Aún a través de las llamas, Draco puede ver que hay más. Cornfoot se atusa la bata nervioso.
-Aquel tratamiento que le comenté… Aún está en fase experimental. Sé que me dijo que no quiere poner en riesgo la vida de su madre. Lo entiendo. - Hace una pausa antes de continuar. Eso nunca es bueno - Solo debo decirle como profesional que cuanto más tarde procedamos, menos probabilidades de éxito hay.
-Pero aún sigue sin ser seguro, ¿no es así?
-No puedo asegurarle que surja un efecto positivo porque no sabemos qué clase de maldición padece.
-¿Podemos esperarnos un poco más?
La mirada tras las llamas es dura.
-Tu madre cada día está más débil. Es posible que esté sufriendo microinfartos cerebrales y que no podamos hacer más por ella.
Esas palabras resuenan en su cabeza, como un mazazo. De repente, siente que el corazón se le ha parado y se le ha atorado en la garganta.
-Se está muriendo, Draco.
Las lágrimas se le acumulan en los ojos. Tiene ganas de vomitar. Controla una arcada.
-Hazlo -. Su tono había sido un rugido peligroso -. Hacedlo. Haced lo que haga falta.
-Es lo mejor, Draco. Aún tenemos una oportunidad. No pierdas la esperanza.
Esperaba que esas palabras no fueran vacías. Quería creer en esas palabras.
-Doctor, puede llamar a esta red flu para cualquier urgencia. ¿Cuándo empezará el tratamiento?
Ojalá tuviera un traslador. A lo mejor podría fabricar uno. Por supuesto, sería ilegal pero valdría la pena por ver a su madre. Anota esa idea para pensar en ella más tarde.
-Mañana por la mañana, o sea, dentro de unas horas, relleno la solicitud y se la mando. Necesitaré su firma. ¿Cree que podría venir entre mañana o pasado?
-Hable con Renauld Privé. Es el abogado de la familia, firmé unos poderes para situaciones como esta.
-¿Es de confianza?
-Creo que sí. Todo lo que se pueda pagar con dinero es de dudosa confianza, pero es amigo de la familia desde siempre. Fue al colegio con mi madre.
-Bien, revisaré sus señas, por si acaso. Solo para estar seguros.
-Gracias, doctor.
-Draco, una cosa más.
-¿Sí?
-Ven cuando puedas. Seguro que tu madre se alegrará de verte, aunque no pueda decírtelo.
Eso era entrometerse demasiado.
-Tengo que colgar. Volveré a llamar. Pronto.
-Está bien. Nos vemos, Draco.
-Contacte a esta red flu para cualquier cosa.
-Descuida. Corto la conexión. Adiós, Draco.
Si él supiera lo que le costaba permanecer allí sabiendo que su madre lo necesitaba.. . Podía vivir sin su padre, de hecho, se estaba haciendo a la idea de que quizá no volvería a verlo. Pero no podía vivir sin ella. Era su madre.
Ese doctor entrometido… No es que tuviera nada en contra de él, pero en ese momento hubiera querido hechizarlo. Ni que estuviera en las Bahamas tomando mojitos. Era una cuestión de supervivencia, se lo tenía que recordar cada día. En Malfoy Manor él se estaba autodestruyendo y cuando salía solo veía el odio y el rencor de la sociedad mágica contra su persona. Tenía que ir con mil ojos evitando ser hechizado, maldecido o envenenado.
No sabía cuánto tiempo había pasado pero unos gritos y ruidos que oyó le recordaron que estaba en una fiesta de cumpleaños. Decide apartar sus pensamientos por la paz, de momento.
Esta noche será larga… se dice a sí mismo mientras arrastra los pies hasta la puerta de la habitación.
Abre enseguida al escuchar un ruido detrás de la puerta.
No hay nadie. Se lo habrá imaginado.
De abajo escucha lo que parece una discusión algo airada. Cuando llega a la planta principal se encuentra con una Sialuk contrita, con los brazos cruzados, de espaldas a Seth, que intenta consolarla, o eso parece, aunque sin éxito y con los hombros tensionados. Nilak no sabe dónde meterse. De hecho, lo mira con cara de desesperado. El grupo de ancianas ha desaparecido. Tampoco hay rastro de Naaja.
-¿Qué ocurre? - Pregunta pensando que quizá no debería inmiscuirse. Tampoco sabe si quiere saberlo en ese momento. Se siente un poco fuera de lugar. La conversación sobre Narcissa y el nuevo tratamiento lo ha dejado descolocado.
-Están hablando de la boda.
-¿Qué boda? - Aunque intuye por donde va la cosa. Empieza a entender la escena.
Sialuk y Seth lo miran de repente, ambos con la misma cara de culpabilidad.
-¿No se lo has dicho? Seth, de verdad, parece que te importa un comino. - le lanza una mirada enfadada - Seth y yo vamos a casarnos.
Esa frase debería contener más ilusión de la que desprende su voz ahora mismo.
-Si llegamos vivos a la boda - los labios de Seth sufren una mueca nerviosa.
Sialuk lo desafía en silencio. Ahora sí se parece a Pansy. Draco cree que ha llegado el momento de intervenir.
-¡Es genial! ¡Felicidades, chicos! - Draco saca a relucir todo el entusiasmo del que es capaz. Que no es mucha, en ese momento, pero, de verdad, que se alwgra por ellos -. No os conozco desde hace mucho pero se ve que sois la pareja perfecta. Es normal que haya tensiones por la organización. Si puedo echaros una mano…
Sialuk parece de nuevo ilusionada. De verdad que es como un cachorrito. Tan dócil y fácil de manejar. Tiene suerte de haberse encontrado con Seth, otra persona podría destruirla en dos minutos. La mirada severa de su padre se le aparece en la mente.
-¿De verdad? Estábamos hablando de dónde celebrar la boda.
Draco se sienta y le hace un gesto con la mano para que se ponga a su lado. Es un acto reflejo, también lo hacía con Pansy cuando querían tramar o cotillear sobre algo. Sialuk no parece molestarse, al revés, da dos pasos rápidos y se acomoda.
-Cuéntame más - la anima.
La novia se relame de entusiasmo. Organizar una fiesta siempre es divertido y más si es tu boda. Es comprensible. Y él necesita despejar sus fantasmas.
-La ceremonia será al aire libre, en la época de nieves. Eso lo tenemos claro. Pero no tenemos sala para la fiesta. Nilak ha propuesto Lemmini, pero es un poco raro, ¿no crees? Ya estamos siempre allí y…
-¿Qué te parece la idea, Daniel? - Interviene Seth
Draco lo piensa durante unos segundos. Le gustaría poder ofrecerles Malfoy Manor. Siempre se había imaginado a él mismo casándose allí. Podría hechizar el cielo para que pareciese que estuviera nevando. Sería precioso.
Ahora que ya no sabe si podrá casarse algún día, no le importaría cederles el honor. Entonces recuerda que son muggles. La Mansión no los aceptaría.
Tendremos que trabajar con lo que tenemos.
-Me parece perfecto.
-No sé… es que no sé si quiero casarme en un sitio donde estamos siempre.
-No tiene por qué ser igual. Lo podemos decorar para la ocasión. Parecerá otro. Si queréis casaros en invierno, podemos utilizar decoración navideña. Un árbol enorme bien decorado, mesas blancas y elegantes, candelabros y cubertería de plata… - Sialuk parece cada vez más convencida.
-Yo puedo preparar diferentes platos y escogemos los que más te gusten. - Ahí se nota el chef que Seth lleva dentro, siempre pensando en comida.
-Claro, hay que hacer una cata del menú - Añade, aún forzando entusiasmo. Por lo menos ha conseguido mantener a ralla las nubes negras.
-Yo os regalo el pastel, si queréis - Propone Nilak, ahora visiblemente más relajado que cuando Draco había bajado. - Siempre que sea de chocolate. - bromea. ¿Le acaba de guiñar un ojo? Este nuevo Nilak lo descoloca por momentos. Pero le gusta. Bastante, de hecho.
Seth se acerca y se agacha a la altura de Sialuk, que sigue sentada. Entrelaza su mano izquierda con la de ella y con la derecha le acaricia la mejilla.
Draco se aleja un poco porque ve venir una escena íntima. Sin querer, se plant cerca de Nilak. Los dos siguen mirándolos.
-Yo solo quiero casarme contigo - susurra - Elige un vestido que te guste y disfruta planeando ese día pero recuerda lo que nos prometimos cuando éramos pequeños: que nunca olvidaríamos las cosas que de verdad importan. Lo último que quiero es que nuestra boda termine haciéndote infeliz.
Sialuk lo estrecha entre sus brazos y Seth esconde su rostro en su pelo, seguramente disfrutando del mejor olor del mundo, para él.
Una pequeña parte de Draco se contrae. En condiciones normales, resulta difícil encontrar lo que ellos tienen, pero si además eres un Marcado, un vencido de la guerra, es imposible. Aún está haciéndose a la idea de que la estirpe de los Malfoy acabará aquí, con él. De que nunca conocerá la intimidad de estos momentos.
Por eso no puede dejar de mirar y se queda ahí plantado hasta que oye que Nilak carraspea, incómodo.
-Creo que necesito un trago.
Draco capta la indirecta. Y sí, él también necesita un trago.
-Te acompaño.
HOOOOLAAAA!!!
No he podido evitarlo, tenía que poner esta escena sí o sí. Está algo cambiada de lo que aparece en el libro pero el discurso de Seth es tal cual. Por eso lleva nota al pie. Me ha dado algo de vergüenza escribirlo. No sé cómo lo haré cuando llegue a la parte de Draco y Harry! Creo que la parte erótica también va a costarme mucho. Lo haré lo mejor que pueda!
En fin, espero que este capi os haya revelado más cositas sobre la trama y que os esté gustando. De momento es el más largo del fic. Wattpad recomienda no pasarse de las 2000 palabras y este ya tiene 2400 y pico pero es que a mí me gustan así. Cuanto más largo, más explicadito todo y más conocemos los sentimientos de los personajes.
En fin, espero vuestros comentarios con ganas! Nos leemos!
