La nueva rutina de Draco incluía una visita semanal a la casa de Sialuk, para hablar con el doctor Cornfoot y ayudar a Sialuk a tomar las mil y una decisiones sobre la organización de su boda. Esa semana habían ido a una pastelería de Anchorage para probar posibles tartas. Draco había insistido en que esa era una cuestión capital y más tratándose de Sialuk y su familia, que hacían unos dulces para chuparse los dedos.
Todo empezaba a estar en calma. Se había adaptado bien a Inovik lake y, exceptuando las taquicardias que le provocaba Nilak, se sentía satisfecho von su vida allí. Además, ya tenía un plan para sacar dinero: consultárselo a Naaja. Con una bruja en el pueblo, algunas cosas se le hacían más fáciles. Aunque si la bruja tenía cierta edad, se complicaba la ecuación.
También le relajaba llamar a San Mungo, saber que su madre seguía estable no era la mejor noticia del mundo, pero por lo menos podía saber de ella con frecuencia. Y lo mejor era que tenía la tranquilidad de que si pasaba algo grave, iba a poder enterarse relativamente rápido. Por el momento, estaban ultimando los detalles para la aplicación del nuevo tratamiento. A Draco se le había contagiado un poco del entusiasmo del médico al respecto, pero prefería ser conservador en cuanto a su pronóstico. Y resultaba gratificante recordar quién era y qué hacía allí realmente.
A veces incluso ayudaba a Naaja a elaborar algunas pociones o remedios. Había aprendido algunas cosas útiles que no se enseñaban en Hogwarts. Así se sentía un poquito más mago.
La misión encuentra-la-bruja no había terminado, aún sospechaba que había algún mago o bruja oculto en Inovik lake porque de vez en cuando sentía una potente corriente mágica a su alrededor. Incluso a veces se sentía familiar, como una especie de caricia. No podía provenir de Naaja, ella misma había confesado que su poder era escaso. Sin embargo, no era algo que le quitase el sueño.
Lo que sí le quitaba el sueño (y le hacía ejercitarse manualmente de lo lindo) eran las miradas furtivas de Nilak. Aquello era tensión sexual en todo su esplendor. Y, o mucho se equivocaba, o no era sólo él quien perdía la cuenta de las veces que se despistaba en el trabajo. Draco había intentado ser profesional y no fijarse en los hombros anchos del moreno, ni en la cintura estrecha y el culo prieto, ni en cómo se removía el cabello, ni en esa sonrisa lobuna que hacía que a Draco le temblaran las piernas. Hasta tuvo una erección involuntaria mientras lo espiaba comiéndose un sándwich, por Merlín. No era nada digno de un Malfoy embelesarse así por nadie, y menos por un muggle. Pero poco le importaba ya. Cada vez que se rozaban, Draco se volvía de mantequilla. Por eso, la operación encuentra-la-bruja había quedado suspendida por conquistar-al-ojiverde. Aún no sabía cómo, pero tenía que catar esos labios como fuese. Como que se llamaba Malfoy.
Con todo, los últimos dos días habían sido mortalmente aburridos. John se había ido a una competición de mushing o algo así, o sea, sin ajedrez. Lemmini había cerrado ese domingo y Nilak había desaparecido el sábado por la noche cuando cerraron el bar. Ni pasear con Caos había podido, porque John se lo había llevado. Se había pasado las horas muertas leyendo e intentando no pensar en el pasado, cuestión evitable si lo sustituía por pensar en el moreno sexy que tenía como jefe.
-¡Buenas tardes! - grita al entrar al bar, unos quince minutos antes de la hora.
Cuelga su chaqueta, el gorro, la bufanda, los guantes y el jersey térmico que le dejó Nilak. Le va un poco grande, por eso solo se lo pone para estar fuera pero la verdad es que le gusta más de lo que está dispuesto a confesar y, además, es muy cómodo y calentito, así que no tiene prisa en devolverlo. Aún mantiene el olor del alaskeño, lo cual es gratamente reconfortante, cuanto menos.
-¡Hola Siqiniq!
Es la voz cantarina de Sialuk, inconfundible, que se ha unido al grupo de Naaja y también lo ha rebautizado. En realidad no le importa. Casi prefiere Siqiniq a Daniel. El primero se lo han puesto sus amigos, como un mote. Daniel no significa nada para él. Alguna vez ha pensado en confesar su verdadero nombre, ahora que se siente más a salvo que nunca, pero aún no ha reunido valor suficiente. Suscitaría demasiadas preguntas que no está seguro de querer enfrentar aún.
Al girarse, Draco hace un reconocimiento rápido. Nilak aún no ha llegado.
Sialuk se plancha con las manos el delantal negro mientras Draco se está colocando el suyo.
-Hoy seré yo tu compañera - sonríe satisfecha.
-¿Y Nilak? - suelta demasiado rápido. La cara de la chica se torna pícara.
-Ya sé que lo prefieres a él pero está indispuesto.
-Vaya, ¿se encuentra bien?
Seth sale de la cocina limpiándose las manos con un trapo.
-Lleva enfermo desde ayer. Dice que cree que es gripe pero no quiere ir al médico. - se encoge de hombros. - Si no muere de fiebre alta, lo tendremos aquí en un par de días. Le voy a preparar la cena. ¿Se la podrías llevar tú esta noche? Sois casi vecinos.
La cara de preocupación y decepción de Draco había pasado, en ese momento, a una sonrisa anhelante. No la contiene.
-Si no quiere ir al médico, a lo mejor Naaja tiene algún remedio natural para la gripe.
-¡Oh, es verdad! ¡Qué buena idea! Ayer fui yo a verle para hacerle un poco de compañía, como John se ha ido… Pero habían venido dos amigos suyos de visita y no me quedé mucho
-¿De visita? - El plan de Draco se vería afectado si había público.
-Sí, dijeron que estaban de paso y que se marchaban ayer mismo.
Suspira tranquilo.
-Eres demasiado buena. - la amonesta con cariño. Ella sonríe feliz. - y tú también, Seth - le grita mientras se pone a preparar las mesas, como hacía cada día.
Hubiera querido ir directo a casa de Naaja, pedirle algún remedio y asaltar al león enfermo y solitario de Nilak pero era consciente de que eso se habría visto demasiado desesperado. Una cosa era querer bajarse los pantalones ante el moreno, literalmente, y otra, la dignidad.
-Nilak se lo merece. No hace tanto que lo conocimos pero desde el principio ha sido muy bueno con nosotros. Es especial. No sé cómo decirlo. - Hace una pausa, mirando hacia arriba - ¿Te parece bien si voy rellenando las angarillas y pongo los cubiertos?
-Nilak suele preparar los vasos y las bebidas y yo me encargo de eso, pero como quieras. ¿Has trabajado antes aquí?
Ella ya se sitúa detrás de la barra, con un movimiento familiar. El bar no es demasiado grande y como aún está cerrado y no hay clientes, pueden hablar tranquilamente.
-¡Claro! ¿Qué te has pensado? He servido más mesas que tú, seguro - levanta la barbilla, entre orgullosa y divertida -. De hecho, era yo quien ayudaba a Seth antes de que llegase Nilak.
Desde luego, eso era un tema que le interesaba.
-Pensaba que era de aquí, como vosotros.
-Estuvo viviendo un tiempo en EEUU, nos dijo, pero hace solo dos años que vino aquí.
-¿Y eso?
-No sé la historia completa - se recoge el pelo con una coleta alta y sigue faenando por la barra con soltura. Draco lo lleva también recogido en el trabajo, con un moño bajo hecho con un lápiz. Un truco que aprendió de Astoria -. Apareció un día en casa con mi babushka. Estaba realmente demacrado. Tenía mucha tristeza en su mirada. Por aquel entonces, Lemmini estaba a punto de cerrar. Fue el bar del padre de Seth y estaba muy viejo, se caía a trozos. Seth le había puesto muchas ganas pero no nos iba muy bien. Hasta que Nilak decidió invertir en él. Pagó la reforma y una pequeña campaña de marketing. Así fue como poco a poco se fue involucrando. El resto ya lo sabes.
De ahí que vengan tantos turistas, piensa. Con solo un día de trabajar con Sialuk había conseguido más información que en meses con Nilak. No podía criticar, no es que él fuese la transparencia personificada.
-Pues sí que parece un buen tipo.
-Uy, y eso no es todo. Ayuda muchísimo a mi abuela y también ha animado a John. Estuvo muchos años muy triste. Su hija falleció hace unos años y se había encerrado en su cabaña. No quería saber nada de nadie. Yo creo que les vino bien a los… Supongo que se entendieron bien. Creo que el padre o la madre de Nilak también murieron hace tiempo… Es una pena que se vaya a ir…
Todo lo que estaba descubriendo de Nilak lo tenía abrumado, pero esa última noticia había sido un puñetazo directo al pecho. No tendría que haber dolido tanto.
-¡¿Se va?! - Pregunta sintiéndose estúpidamente traicionado.
Draco le está prestando tanta atención que se ha quedado parado en medio del salón, procesando la información. Quiere seguir la conversación pero se ven interrumpidos por los primeros clientes.
Chasquea la lengua, resignado. Y enfadado. No sabe por qué ni con quién pero se le ha retorcido el estómago. Tendrá que llegar al fondo del asunto más tarde.
-¡Bienvenidos! - Corean Draco y Sialuk al unísono. Parece que lo hayan ensayado. Aunque lo de Draco ha parecido más un gruñido.
Sialuk se acerca a la puerta, para atender a los clientes. No sin antes pasar por su lado.
-Todos os vais, tarde o temprano. Inovik lake es un sitio de paso. Tú también te irás, Siqiniq, cuando encuentres lo que estás buscando.
A veces Sialuk era tan enigmática como su abuela. Debe venirles de familia.
No tuvieron mucho más tiempo para hablar. Para ser martes, Lemmini había estado bastante lleno y Draco había doblado esfuerzos para que Sialuk no tuviera que cargar con demasiada faena. También quería mantenerse ocupado porque desde que había oído que Nilak estaba enfermo y solo, le picaban los pies y sentía un calor extraño en las tripas que le instaba a salir corriendo.
Su agonía se vio recompensada. Aún no eran ni las ocho cuando Seth sale de la cocina y le dice que vaya a casa de Naaja, que tiene unas hierbas preparadas para Nilak y se las lleve junto con la cena.
Draco no puede evitar sentir que se está escaqueando. Seth parece que lo capta.
-Nosotros nos encargamos del resto. De verdad. Nilak es más importante. He puesto cena para dos.
Los dos lo miran con una sonrisa burlona.
-Está bien. Ya me voy. Pero no os penséis cosas raras.
-En absoluto.
-Ni mucho menos.
Sueltan de golpe.
Draco niega con la cabeza mientras se quita el delantal. Una sonrisilla se le escapa. Se viste lo más rápido posible, coge el tupper de Seth y sale despedido.
Duda antes de picar a la puerta. La luz está encendida pero no se oye ni un alma. A lo mejor ya está durmiendo.
Decide picar flojito y pasar. Nadie contesta. Seguramente Nilak esté acostado. Entra.
En la cabaña hace más frío que otras veces. Draco reaviva el fuego mientras decide qué hacer. Si Nilak está durmiendo, lo mejor sería dejarlo descansar. Le dejará la comida y lo de Naaja con una nota y ya pasará mañana por la mañana a ver qué tal se encuentra.
-¿Hola? - Oye, en tono burlesco pero cansado, esa voz inconfundible que empezaba a resultar tan familiar.
Nilak está apoyado de lado en el quicio de la puerta de su habitación, con los brazos cruzados. Parece que se acaba de levantar. Tiene el pelo hecho un nido de pájaros y el rostro ojeroso.
Solo lleva los pantalones negros de pijama. Draco no puede evitar relamerse. Nilak tiene el torso moreno y plano, aunque bastante más musculoso que Draco. Y con el pelo justo, como a él le gusta. Parece hecho a medida. Nilak está enfermo y desvalido pero eso solo le dispara las fantasías que ya ha empezado a coleccionar.
-Perdona la intrusión. - Se disculpa por cortesía - ¿Cómo te encuentras? Parece que te hayan pegado una paliza.
Se ríe un poco pero vuelve a toser por el esfuerzo.
-Estoy bien. Bueno, más o menos. Estaré bien en unos días.
-Tienes a toda la tropa preocupada. Seth te ha traído comida y Naaja te ha hecho una infusión para la fiebre. - explica mientras coloca las bolsas encima de la mesa del comedor - Sialuk quería traerte dulces pero dice que no le ha dado tiempo.
Se rasca los ojos y bosteza, en un gesto adorable, como un niño pequeño.
-Pero has venido tú.
Concretamente, esa sonrisa torcida y esos ojos anhelantes (y vidriosos por la fiebre) son los que le hacen perder la digna pose marca Malfoy.
-Solo soy el repartidor. Somos casi vecinos. - Utiliza la misma excusa que Seth.
-Pues yo creo que el repartidor se merece una compensación. - Se acerca lentamente a Draco - ¿Te quedas a cenar? - A pesar del cansancio que lleva encima, se le ve la ilusión en la mirada. Y algo más… más depredador.
Es la primera vez que están tan cerca el uno del otro. Y solos. Draco aguanta la respiración, de repente el aire le parece denso.
¿Puedo cenarte a ti?
Parece la escena perfecta para que ocurra. El primer paso. Un beso.
Por fin.
Su corazón está bombeando a toda pastilla, solo tiene que lanzarse. Un breve salto hacia delante, una caricia con la mano, tocar ese cuello, revolverle el pelo con los dedos… Lo que sea. Lo que sea menos quedarse ahí plantados, acompasando sus alientos superficiales.
Sin embargo, lo que parece que tiene que ocurrir, no ocurre. El momento de tensión empieza a hacerse demasiado largo.
En un momento de lucidez, a Draco le ha parecido ver dudar a Nilak. Es una mala señal. ¿Debería echarse atrás? Todo su cuerpo le grita que no. ¿Y quién es él para ir en contra de los designios de todo su ser?
