¿Nilak?, ¿en serio Nilak es el mago que ha estado buscando por todo el pueblo? La corriente de magia que lo recorre le confirma que sí, es la misma que solía sentir en Lemmini. Esa mezcla de poder y calidez. Solo podía ser Nilak. Ahora todo cobra más sentido.
Una idea absurda lo acaba de iluminar al ver la varita del moreno aún en ristre.
-¡Ni se te ocurra obliviatearme! - Gruñe con bilis. No se había dado cuenta pero sigue enfadado. Por muy mago que sea.
-No pensaba hacerlo - levanta las manos con la varita en una de ellas aún pero sin apuntarle - ¿Estás bien? - Vuelve a preguntar - ¿Te han herido?
Nilak se acerca y antes de que Draco tenga tiempo a reaccionar, murmura un Episkeyo no verbal. Nota el cosquilleo en el labio, señal que lo ha curado. Se lleva la mano al labio, instintivamente.
-¿Por qué has hecho eso? - Sabe que esa no es la pregunta correcta pero aún se siente aturdido. Demasiada información.
Nilak sigue dando pasitos hacia delante al tiempo que Draco los da hacia atrás. Están separados por varios metros pero no es suficiente. Sabe que no debe tener miedo, Nilak no le haría daño, o eso quiere pensar. Pero estar delante de un mago con varita hace que se sienta más aterrado que con los cuatro tipos aquellos.
No se sabe si es el dolor de cabeza o ver a Nilak con varita pero de verdad que el parecido con Harry Potter es tan real que Draco se plantea por primera vez que tuviera un hermano gemelo al que dieron en adopción.
- Deja de acercarte, joder.
Nilak se para en seco. Sigue con las manos en alto. Las baja poco a poco.
-Perdona.
De repente parece que Nilak cae en la cuenta de que Draco no ha dejado de observar la varita ni un segundo y decide guardarla.
Draco intenta serenarse y pensar con claridad. Ya ha pasado el peligro.
-Ahora entiendo por qué no querías ir al hospital muggle. ¿Hay más magos aquí?, ¿quién lo sabe? - Draco lo repasa con la mirada. Lleva las botas y un pijama, sin chaqueta. Se le ve más ojeroso y demacrado. Esa barba empieza a dejar de ser sexy. - Tienes una pinta horrible.
-Muchas preguntas y aún no has contestado la mía, ¿te han hecho algo esos cabrones? - Los mira como si fueran carroña animal.
-Estoy bien. Pero no podemos dejarlos así.
-Yo me ocupo de ellos. ¿Seguro que estás bien?
Esa frase no ha sonado demasiado tranquilizadora. Con el cabreo que parece llevar Nilak encima, ese "ocuparse" no augura nada bueno.
-¿No vas a preguntarme por qué no he salido corriendo al ver a un tío con una varita haciendo magia? Creo que es algo que suele sorprender a los muggles.
Nilak se encoge de hombros, dándole la espalda pero aún mirándolo de reojo.
-Primero estos, ¿o nos esperamos a que vengan los aurores de MACUSA? Y me estoy congelando.
-Van a venir de todos modos. Nos investigarán. Ya os podéis ir despidiendo del mesero de Lemmini.
-No seas dramático. No se van a enterar. MACUSA queda demasiado lejos. Y no voy a dejar que te culpen por esto. Ni siquiera traes varita.
-¿Vas a explicarme cómo sabes que soy mago?
Nilak no le responde. Se pone manos a la obra para obliviatear a los trogloditas y también les lanza un Confundus a cada uno, para que vaguen lo que queda de noche por el bosque.
-Pueden morir congelados.
-Bien. Eso espero.
La verdad es que Draco no siente ninguna pena por ellos. Y menos después del ataque. Si Nilak dice que no tendrá consecuencias, él mismo le habría lanzado un par de hechizos desagradables.
Emprenden el camino a casa. Entran en la de John para que este se ponga algo más de ropa. Ha empezado a tiritar pero no quería arriesgarse a que también los vieran desaparecerse.
El silencio que hay entre ellos es incómodo. Hay demasiadas preguntas en el aire. Y demasiadas explicaciones. Draco está pensando hasta qué punto descubrir.
-¿Vas a decirme qué hacías en pijama en medio de la nieve?
-Sólo si tú me dices por qué no tienes varita. Respuestas concretas, por favor.
Draco entrecierra los ojos y lo mira valorando si puede o no fiarse de él.
-Me la han quitado.
-Eso no es una respuesta concreta.
Draco coge aire lentamente y lo suelta poco a poco. No tiene más remedio que confesar.
-Hubo una guerra, en Inglaterra. No sé si os llegaron las noticias. Cuando pierdes una guerra pueden hacer contigo lo que quieran. Pasé unos meses encerrado entre dementores y luego, como les pareció poco, decidieron prohibirme hacer magia durante tres años. Cumplido ese plazo, revisarán mi condena, lo cual quiere decir que seguirán haciendo de mi vida un infierno.
-No lo sabía… Pensaba que… pero no es tan malo vivir en el mundo muggle.
-Salvo porque no soy un muggle, soy un mago. - Confiesa altivo y con cierta rabia que ni él sabía que aún sentía - Y debería vivir en el mundo mágico, al que pertenezco.
-¿Y por qué no vives en el mundo mágico?
-Vaya pregunta más estúpida. ¿No se te ocurre a ti solito la respuesta? - Nilak lo mira con pena y desconfianza. Ahora debe pensar que es un mago oscuro o algo así. Genial. Bueno, en realidad, no va tan desencaminado. La Marca Tenebrosa no se llama así por nada - De todos modos, ya he contestado. Ahora tú.
-Estaba esperándote. - dice medio enfadado.
-Eso tampoco es una respuesta concreta.
-Está bien. Quería disculparme. Por lo de ayer. - ahora sí parece totalmente enfadado pero Draco no puede parar. Siente cómo le sube la bilis por la garganta.
-Eso ya lo hiciste ayer. Disculparte, digo.
-Joder. Me sentía fatal, ¿vale? Me siento como una mierda desde ayer. No tendría que haberlo hecho. ¿Por qué haces las cosas tan difíciles?
-¿Yo? Te recuerdo que fuiste tú el que apareció insinuándose sin camiseta y casi te me tiraste encima.
-Tú me besaste primero. - contraataca, infantil.
Mierda. Se acuerda de ese pequeño detalle.
-Por favor, aquello no se le puede llamar beso. - Argumenta haciendo rodar los ojos y soltando un pequeño suspiro exasperante - Lo que hiciste después sí fue besar. No compares.
-No parecía que te disgustara.
Draco está perplejo. Espera que no se le note en la cara
-¡Claro que no! Fue a ti al que no le pareció buena idea y me dejó plantado como una mandrágora.
El ataque de tos de Nilak interrumpe la discusión. Draco tampoco quiere continuarla. Presiente que pueden acabar muy mal.
Hoy está tosiendo humo marrón. No es buena señal.
-Creo que tienes neumonía de Billywig.
-¿El qué? - Consigue articular mientras igue tosiendo como un estertor
-Si no tratas la picadura de Billywig, la depresión del sistema inmune, la fiebre alta y el veneno residual provocan una inflamación de las vías respiratorias que puede desembocar en neumonía.
-¿Cómo sabes todo eso?
-Antes de la guerra quería ser medimago. - Confiesa encogiéndose de hombros. No sabe ni él por qué le está dando tantas explicaciones. No necesita justificarse. Pero siente esa necesidad por alguna razón estúpida y sentimental que ahora mismo pretende enterrar.
-¿De verdad? ¿Por qué lo dices en pasado?
-No creo que sea un camino posible.
-¿No me dijiste que intentaste seguir el negocio familiar?
-Seguir el negocio familiar era mi deber. Estudiar Medimagia no quiere decir ejercer como tal. No eran vías incompatibles, aunque ahora ya no tenga sentido para mí ni una cosa ni otra.
-¿Por qué?
-Digamos que los vencidos de guerra no gozamos de mucha popularidad.
-Pero eso no es justo. Tú has sufrido como todos y ya has pagado por lo que pudieras haber hecho. Bueno, estás pagando… - Dice, entre pensativo e indignado.
-Eso díselo al Wizengamot… - Murmura sin ganas. Demasiado cansado de la conversación. El día ha sido largo y de repente siente que el peso de su pasado lo aplasta.
-¡Pues lo haría! No te mereces que te dejen sin varita y si quieres ser sanador o lo que te venga en gana, tienes derecho a serlo.
Draco suelta una risita. A lo mejor hasta podría hacerse pasar por Harry Potter. Así igual sí que le harían caso.
Recuerda que Potter estuvo en uno de sus juicios e intentó que no fuese a Azkaban. Con su madre tuvo más suerte, pero él llevaba la Marca. Esa que se toma "voluntariamente".
Los dos magos están sumidos en sus propios pensamientos. Pican a la puerta. Draco da un brinco.
-¿Quién es? - Pregunta algo asustado. Aunque en realidad es más cansancio que miedo. Hoy está siendo un día muy largo.
-¿Nilak? Somos Seth y Sialuk. ¿Estás despierto? ¡Venimos con la cena!
Automáticamente, al oír la voz de Seth, Draco y Nilak se relajan. Habían estado en tensión sin saberlo.
Nilak abre la puerta. Draco se encuentra algo incómodo cuando lo ven. Les había dicho que se iba a ir directo a casa. Pero la pareja no parece enfadada ni pregunta nada al respecto.
-¡Anda! ¡Estás aquí! - Grita Sialuk, contenta.
Nilak se aparta de la puerta en gesto de invitación. Se quedan en el umbral.
-¿No pasáis?
Draco alza una ceja. Esos dos son demasiado transparentes. Todo lo transparente que no es Nilak.
-No te preocupes. Estamos cansadísimos. - Hace un gesto de exageración - Os dejamos aquí la comida y nos vamos, ¿verdad, Seth?
-Eh… sí, claro. Nos vamos mañana, Daniel. Nilak, reposa los días que necesites, ya lo sabes.
-Siqiniq se encarga de todo. Eres un sol. - le lanza una sonrisa pícara al más puro estilo Parkinson. - ¡Ciao! - Se despide empujando a su novio. Perdón, prometido. Una cuestión de semántica.
Tras unos segundos mirando la puerta abierta y vacía, Nilak se dispone a cerrarla.
-Yo mejor me voy - suelta Draco.
-No - responde rápido, sin pensar - Quédate a cenar. Por favor.
Se le rompe la voz con otro arranque de tos. Definitivamente, eso tiene mala pinta.
-Tienes que tomarte la poción curativa. Si no, vas a ir a peor.
-Se lo pediré a Herm… a una amiga, cuando venga.
-No es difícil de hacer.Creo que tengo todos los ingredientes en casa. Anda, vamos a cenar algo y te la preparo.
Nilak parece demasiado contento para estar enfermo.
-Pero me vas a ayudar. No te creas que te saldrá gratis.
Ahora muestra una amplia sonrisa. Este Nilak podría matarlo de un paro cardíaco.
Una vez en casa de Draco, este se pone a faenar con soltura. Iba a hacer la poción en una olla pero han cogido un caldero que tenía por ahí Nilak. Mejor. No quería que las propiedades se vieran alteradas por el recipiente. A lo mejor después le pedía a Nilak el caldero como pago. Al fin y al cabo, él podía conseguir uno en cualquier punto mágico. Draco no lo tenía tan fácil.
-Hace frío, ¿quieres que vaya encendiendo la chimenea?
-Para ser mago, no haces mucho uso de tu magia. - Nilak no responde - Prefiero un hechizo. Es más rápido y no me gusta la idea de dormir con brasas.
-¿Nunca enciendes el fuego?
Ahora es Draco el que no responde. No quiere decirle que le da miedo el fuego. Los incendios, concretamente.
-La cabaña es casi toda de madera. No quiero arriesgarme y que se me chamusque la casa.
Esa parece una excusa más o menos creíble. Nilak se limita a sacar la varita para hacer el hechizo solicitado. Draco deja escapar una mezcla entre ronroneo y escalofrío al sentir el calor de la estancia.
-¿Puedes ir cortando las hojas de laurel en juliana? No pueden medir más de dos milímetros de grosor.
-Qué preciso - chincha Nilak mientras se arremanga y coge el cuchillo que ha dejado Draco sobre la mesa.
Draco hace un gesto teatralizado, como si estuviera hablando con un niño.
-Si los haces más gruesos, la hoja no se disuelve y, además de que pierde efectividad, raspa la garganta. De hecho, cuanto más finas, mejor.
La última frase la ha soltado solo para que Nilak se concentre. Si no lo hace perfecto, en realidad tampoco pasa nada pero el moreno parece bastante satisfecho con la explicación. Se pone manos a la obra. Draco lo observa de reojo. Está siendo minucioso y para si le viene la tos.
Aquello acaba pareciendo una clase de Pociones en toda regla. Draco le explica cómo potenciar el efecto chupando la raíz de jengibre y que se deben hervir las larvas de escarabajo antes de ponerlas en el caldero para que no sangren y no tenga mal sabor la poción.
-¿Dónde has aprendido todo esto?
Draco lo mira extrañado. A lo mejor Nilak fue a un colegio muggle.
-Quiero decir que estos detalles no aparecen en los manuales de Pociones.
-No lo aprendí en los libros. Siempre me han gustado las pociones. De pequeño, las hacía con mi madre. Ella me enseñó la mayoría de estos trucos. Mi padrino también me enseñó algunos. ¿No jugabas con calderos y escobas de crío?
Sialuk había comentado algo sobre sus padres. A lo mejor podía sacar más información. Nilak era un misterio para él, uno que se esforzaba en resolver. Y con cada pieza que encontraba, más le gustaba. La verdad que haber descubierto que era mago, había resultado una grata sorpresa. Un descanso al saber que no tenía que esconder esa parte de él. Esa parte que le habían amputado pero que seguía siendo su esencia, su identidad, la definición de quién era.
Ahora que tenía unos minutos para pensar, reconoce que el despliegue de poder que había hecho Nilak no era nada despreciable. Tanto la corriente que sentía en el bar como la fuerza con la que había lanzado los hechizos, le habían fascinado. El Episkeyo no verbal lo había dejado con una leve erección incluso. No iba a reconocerlo, por supuesto.
-Crecí en una familia de muggles. No es algo de lo que me guste hablar.
Se le ha ensombrecido el rostro.
-Perdona… No quería meterme donde no me llaman.
-No, no pasa nada.
-La poción ya casi está. Tienes para tres días. Te la tienes que tomar cada 12h - Draco se queda un momento callado - No sé si es verdad, pero mi madre decía que si no te la tomabas a las doce en punto, podía darte diarrea.
Ambos se miran fijamente, con una sonrisa ladeada.
-Eso es asqueroso. - Bromea.
-Tú mismo.
Parece que la tensión entre ellos se ha disuelto. Una especie de camaradería amistosa recorre la estancia.
Nilak carraspea. Le pasa los viales que tenía en la mano preparados. Draco vierte el contenido con puntería y precisión. Al devolvérselos, ninguno de los dos retira su mano. Son muy conscientes del tacto del otro. Nota los ojos de Nilak clavados en él.
-Gracias, Daniel. De verdad.
Una punzada de dolor lo atraviesa al oír ese nombre. En voz de Nilak suena falso. De repente, siente la necesidad de que lo llamen por su nombre. Daniel es un fantasma, una farsa, no existe.
-¿Va todo bien? - Nilak le acaricia el dorso de la mano que aún tienen en contacto. Draco no va a volver a dar un paso en falso. No está preparado para aceptar todo lo que Nilak le hace sentir y menos para que lo vuelva a rechazar.
¿Tanto se me nota? No, nada va bien. Quiero ser Draco, quiero recuperar mi vida. Quiero que tú estés en ella y que me digas mi nombre mientras nos besamos como ayer. Quiero eso, y mucho más…
-Sí. Es solo que… En Inglaterra, mis amigos me llamaban Draco. Puedes llamarme así. Si quieres.
Sabe que está cometiendo un error pero la urgencia de volver a ser él ha superado la prudencia.
-Draco. - Lo pronuncia lento, como saboreándolo. Draco disfruta cada sonido - Me gusta.
-A mí también.
NdA: Aunque no pueda contestar los comentarios, los leo todos y me hacen mucha ilusión
Me disculpo porque a partir de ahora las publicaciones serán un tanto irregulares. Escribo cuando tengo un ratito y mi peque cada día es más grande y no me dan de sí las horas. En fin, espero comprendan.
Muchas gracias por estar ahí, detrás de la pantalla. Os dejo mi twitter por si alguien quiere comentar directamente conmigo @anerolrm
