La semana continúa como si nada hubiera pasado. Silak ha resultado ser una excelente compañera de trabajo. Nilak aún no ha vuelto, ni Draco ha ido de nuevo a su casa. John ya ha regresado y esa le parece una excusa perfecta. Ya no tiene que llevarle la comida. Además, ha sustituido las partidas de ajedrez por salir a correr para ponerse en forma. El aire frío por las mañanas le asienta las ideas. Le ha dicho a John que es para no molestar a Nilak aunque, en realidad, puede que lo esté evitando. Solo un poco.

Sin embargo, que lo evite no significa que logre dejar de pensar en él. Sobre todo porque su cabaña parece haber desarrollado la capacidad de mantenerse siempre a una temperatura agradable sin chimenea ni calefacción. No hace falta pensar mucho para llegar a la conclusión de que es cosa de Nilak. Y el hecho de que pueda mantener un hechizo que dure horas dice mucho también sobre su poder, cosa que Draco intenta obviar para no excitarse demasiado. De hecho, se siente estúpidamente reconfortado, cuidado, querido. Y esos sentimientos lo están atormentando.

Por eso no deja de darle vueltas a aquel beso. A veces, se enfada consigo mismo por haberse dejado engatusar por Nilak de aquella manera. Se le había metido bajo la piel sin saber ni cómo. Otras se enfada con Nilak por no entender qué pretende. Le besa, luego le dice que no, luego le mantiene la casa caliente, pero no se digna a aparecer. Siente que está jugando con él, lo ha atrapado de pleno, lo que le irrita sobremanera y vuelve a enfadarse con él mismo, en un círculo vicioso inacabable.

En esos momentos, es cuando más echa de menos a Pansy. Podría desahogarse con ella, poner a Nilak verde si fuera necesario. Sus comentarios mordaces le quitarían todo el hierro al asunto y Draco acabaría pensando que tiene razón y que no es para tanto.

-¿Me estás escuchando? - Lo interpela Sialuk. Es consciente de que la chica lleva un rato hablando pero no podía asegurar de qué.

-Perdona, estaba pensando en una antigua amiga que me recuerda mucho a ti. Hace demasiado que no la veo - suelta un suspiro - ¿Qué me decías?

-¿Y qué pasó?

-Se fue a vivir a otro país. Noruega, creo. O eso dicen. Pero no lo sé exactamente. Es más seguro para ella y para mí mantenernos a distancia.

-¿Por qué? - La cara de Sialuk parece dolida por la historia de dos amigos separados por el infortunio.

-No es ningún secreto que me esté ocultando aquí. Eso ya lo sabéis. Pansy está haciendo lo mismo en otro lugar.

Mierda. Se le ha escapado el nombre. Lo ha dicho sin pensar…

-A lo mejor podrías contactar con ella. La chimenea de mi abuela es una pasada y no se lo contará a nadie.

Bendita inocencia, piensa Draco.

-No desconfío de Naaja, ni mucho menos. Es una cuestión de supervivencia. Quizá cuando pase un tiempo y las cosas estén más tranquilas… ¿Qué me estabas diciendo antes?

Sialuk arruga la nariz. Quiere seguir con el tema pero parece que entiende la indirecta de Draco.

-Nada importante. Te estaba preguntando si quieres que te enseñe a hacerte una trenza como la mía, desde la raíz. Siempre llevas ese moño desaliñado. Con lo largo que llevas el pelo, creo que te quedaría muy bonito.

-Yo creo que te quedaría genial. - Esa voz le provoca un escalofrío desde la nuca por toda la columna vertebral.

-¡Nilak! - Sialuk sale corriendo a abrazarlo. Draco se queda quieto. Siente una punzada de envidia que aparta de sus pensamientos al instante. El abrazo ha sido totalmente amistoso, no debería sentir deseos de tirarle a Sialuk de esa trenza preciosa - ¿Cómo estás?, ¿ya te encuentras mejor?

-Estoy totalmente recuperado. Gracias. - Está mirando a Draco mientras le devuelve el abrazo, sin embargo, este está tan ocupado en mantener a raya sus instintos que no puede procesar esa intensa mirada.

Nilak está radiante. Lleva unos tejanos negros y un jersey de cuello alto grueso del mismo color que resalta el verde de sus ojos y combina con su pelo oscuro que, aunque es un desastre como simpre, se nota que ha intentado arreglar. A Draco le pican las yemas de los dedos por hundirse en esa maraña caótica.

Su entrepierna da un brinco al ver el conjunto. Frena, Draco. Inhala, exhala y repite.

Nilak se le acerca, decidido. Por un momento, Draco piensa que va a tirársele encima pero es solo su imaginación porque el moreno se queda a una distancia prudente de él.

-Hola.

-Hola.

La elocuencia no preside la conversación. Draco decide hacer gala de su saber estar.

-Se te ve bien. Me…

-He venido a buscarte. Es casi la hora de salir y quería… hablar contigo de camino a casa. Si te parece bien.

Draco no puede contestar. Tiene un nudo en la garganta. No sabe si eso es bueno o malo. No sabe si quiere que sea bueno o malo. Asiente con la cabeza, en vista de su actual estado de mutismo.

-Voy a saludar a Seth. Tengo algunas cosas que hablar con él. ¿Quieres que te ayude con algo?

-No hace falta. Ya le ayudo yo.

Sialuk ha venido al rescate. Parece que ha visto que ahora mismo no puedo emitir sonidos coherentes.

Nilak se mete en la cocina mientras los dos lo siguen con la mirada.

-¡Madre mía! Qué guapo se ha puesto Nilak, ¿verdad? Anda, ve al baño y lávate la cara y péinate, que parece que hayas visto a un fantasma - Sialuk le está quitando el delantal mientras lo empuja al baño.

Draco por fin reacciona. Sí, necesita agua fría. Y serenarse.

Sialuk le presta su cepillo del cabello. A Draco eso no le parece muy higiénico pero no se lo va a discutir. Tiene que verse algo decente. Acaba de decidir que no va a dejar que Nilak se escape así por las buenas. Si él, Draco Malfoy, quería algo, no estaba dispuesto a rendirse fácilmente. Lucharía con uñas y dientes hasta conseguir que estuviera, por lo menos, tan jodido como él mismo se sentía ahora. Era un reto. Orgullo Malfoy. Y la recompensa lo valía. Desde luego que lo valía.

Iba a seducirlo. Ya estaba decidido.

Después de un buen chorro de agua y acicalarse un poco, Draco vuelve en sí.

Sialuk le hace un gesto de "ánimo" que sólo él puede ver. Es evidente que se han dado cuenta de que pasa algo entre ellos, aunque no sepa ni él qué es lo hay realmente entre ellos. Con un poco de suerte, lo descubrirá en un rato.

Por fin se ponen en marcha. Están solos y el silencio que reina en el pueblo solo se ve interrumpido por el ruido del gélido viento azotando los árboles.

-Draco.

-Mmm… - Espera que ese ronroneo haya sonado lo bastante inocente. Le ha salido natural tras el gustito de oír su nombre con esa voz tranquila y suave de Nilak.

-Verás… He estado pensando. Mucho, de hecho. - Hace una pausa demasiado larga. Draco pone su cara más franca, animándolo a continuar, aunque sabe lo que le espera y no quiere oírlo, es parte de su plan. - No quiero que haya malos rollos entre nosotros.

-¿Lo dices por lo del otro día?, ¿el beso?

-Sí, esto… No quiero que pienses lo que no es…

Auch. Duele. Ya me había quedado claro que no quieres nada conmigo. No hace falta que metas el dedo en la llaga.

-No le des más vueltas. De hecho, ya casi ni me acordaba.

-¿En serio? - Lo dice preocupado pero también parece ¿aliviado?

Draco hace un gesto con la mano que acompaña con un chasqueo de boca para quitarle importancia.

-Fue solo un beso. Un calentón del momento. Puedo entenderlo. Ni lo menciones.

-Pensé que… Para mí no…

Draco se siente tan acorralado, tan expuesto, que no es capaz de ver más allá de sus propias palabras. Si se hubiera parado a mirar la cara colorada y triste de Nilak no estaría diciendo lo que estaba a punto de decir.

-En cualquier caso, no iba a funcionar. Hay muchas cosas que no sabemos el uno del otro. Ni siquiera he tenido nunca una relación, y menos con un chico. Sería una locura.

Draco mantiene la sonrisa más artificial de su repertorio. Se está esforzando al máximo por mantener el nudo del estómago ahí y que no le suba a la garganta.

-¿No has estado nunca con un chico?, ¿entonces cómo sabes si… si te gusta?

Draco consigue rodar los ojos en un gesto que espera destense el ambiente.

-No me hace falta probarlo. Siempre he sabido que me van más las varitas que los calderos. - No puede contener su curiosidad. Tiene que preguntarlo - Entiendo que tú sí lo has probado. ¿Puedo preguntar qué tal es? Y, por cierto, ¿qué edad tienes?

Justo al acabar la pregunta llegan a la puerta de la cabaña. Menos mal porque la conversación estaba siendo algo íntima. Nilak entra directamente, no tiene prisa por irse. Excelente.

-Ehh… La misma que tú, 22 años. ¿Qué tal es el qué? O sea, quiero decir… ¿A qué parte te refieres?

La misma edad… cómo se notaba que él había vivido una guerra y el otro no. Draco había estado demasiado ocupado con las consecuencias, entre juicios, condenas, amenazas y ataques varios… Por no mencionar que acostarse con un Mortífago no resultaba demasiado atractivo. Tenía muchas ganas de perder la virginidad, no iba a negar esa evidencia. Y Nilak parecía un amante del tipo fogoso y cariñoso. O esa conclusión sacó de aquel beso. No le importaba que fueran tiernos con él, siempre que hubiera suficiente pasión por ambas partes. Aunque la verdad, con la poca experiencia que tenía, andaba un poco perdido. Solo podía fiarse de sus fantasías. Y las que tenía con el moreno habían resultado ser bastante intensas. Ojalá la realidad estuviera a la altura.

-¿Necesitas que sea más explícito? - Pregunta en lo que espera que sea un tono provocativo.

El moreno carraspea.

-Yo la verdad que no lo tenía tan claro como tú. Estuve saliendo con una chica. Pero la cosa no iba bien y un día bebí un poco demasiado y… Creo que me estoy yendo por las ramas. Soy más gay de lo que creía. Punto.

Nilak estaba poniéndose rojo de vergüenza. Draco encendía las luces para esconder la risita que le estaba provocando ver a Nilak tan apurado.

-¿Duele?

Nilak parece más turbado que Draco.

-No… No lo sé - responde, al fin.

Vaya. Eso sí era una aclaración interesante.

-¿Podemos hablar de otra cosa? He traído cerveza de mantequilla y pastel de calabaza.

Draco se debate entre seguir torturando a Nilak con su interrogatorio o aceptar el cambio de tema que le estaba proponiendo. Se decanta por la segunda opción.

-Oh, Merlín - Ahora sí que se le había escapado un gemido. Y sincero. ¡Cerveza de mantequilla! Esas son palabras mágicas. Hace años que Draco no prueba ninguna de las dos cosas. Le recuerdan a su infancia y a la época feliz de Hogwarts, antes de que todo se complicara tanto - ¡Eres mi nuevo héroe!

Nilak emite un bufido burlón. Esa sonrisita de chico malo no tiene precio.

Por fin empieza a sentirse a gusto de nuevo. Ya han mantenido la conversación sobre el desliz. Draco había decidido que lo mejor era no presionarlo. Si había conseguido una vez que Nilak se le tirase así, podía lograrlo una segunda vez.

Con la cerveza en mano y el estómago lleno, Draco se pone a hablar de cuando era pequeño y sus padres lo llevaban a una heladería famosa del Callejón Diagon por sus buenas notas. También le cuenta sobre aquella fiesta de cumpleaños en la que Pansy y él cogieron una indigestión por comer demasiadas grageas de todos los sabores y ranas de chocolate y acabaron en San Mungo.

Nilak lo escuchaba con atención mientras caen las cervezas. Le están sentando de maravilla, bien calentita, después del paseito congelado. Falta poco para Navidad, cuando será el concierto de LP y la boda de Sialuk. Ella aún no lo sabe pero se han confabulado entre todos para celebrar una boda sorpresa unos días después del concierto.

-¿Y tú no me cuentas ningún suceso vergonzoso de tu infancia? Yo te he explicado varios. No es justo.

Nilak sigue sonriente pero su mirada se torna triste. Cree haber metido la pata.

-No tuve una infancia fácil, ni feliz. La que se suponía que era mi familia me odiaba. Me tenían miedo o no sé. La cuestión es que vivía con muggles, yo no sabía nada de la magia y cuando pasaba algo "raro" podían castigarme días sin comer.

Nilak tiene la cabeza gacha, va

va aflojando el tono de voz a medida que va relantando su infancia. Se nota que le cuesta hablar de ello. Draco quiere decirle que no tiene que contar nada que no quiera pero se respira en el ambiente un cierto aire de algo preciado, como de sagrada complicidad, que no se atreve a romper. Draco se abrió al confesarle su nombre real y es como si Nilak estuviera abriéndose en canal ahora para él.

-Me trataban fatal, me humillaban… Mi habitación era… una alacena. No podía tener amigos ni… hablar con nadie.

Draco atesora el esfuerzo que debe suponerle. Debía decir algo pero se había quedado, por una vez, sin palabras. No entiende cómo alguien podía tratar así a su propia familia. De repente, le afloraron todos los prejuicios contra los muggles que conocía y hace un esfuerzo titánico para recordarse a sí mismo que Seth, Sialuk y John también eran muggles y eran bellísimas personas. Pero el odio que le estaba corriendo por las venas, sobre todo porque se trataba de Nilak, era imposible de controlar.

-¿Te vengaste? Porque como me digas que no, ya sé lo que haré en cuanto recupere mi varita.

A Nilak parece que el comentario le hizo gracia. Una risa apagada, sin embargo.

-Te lo he contado porque quería que supieras algo más de mí. Algo que pocos saben… Pero no busco venganza ni compasión.

-¿Eso quiere decir que no los cruciaste?

-Eso es una Imperdonable, Draco.

El tono peligroso que había usado y la pronunciación de su nombre le había provocado una incipiente erección.

Joder. Deja de pronunciar mi nombre con ese tono.

Nilak no había dejado de mirarlo fijamente. Parecía que hablaba bastante en serio.

-No voy a juzgarte nunca por lo que hayas hecho antes de… venir aquí. Pero prométeme que no vas a usar jamás una Imperdonable con nadie.

Nilak había hecho bastante hincapié en el "jamás". Como si a él le apeteciese ir lanzando Crucios a diestro y siniestro.

-Era una broma, hombre.

-Yo no estoy bromeando. Hablo en serio, Draco.

Draco no sabía si Nilak se había pasado con el hechizo calefactor porque él nota las mejillas completamente encendidas. También se siente algo ofendido, irritado, como si le hubieran regañado sin motivo. Él no era ningún cabeza hueca. Cuando había tenido que usar magia negra había sido por obligación, coaccionado.

-¿Lo has hecho alguna vez? No tienes ni idea de lo desagradable que es. Es como estar cerca de un Dementor, como si se te pudriera un trozo de alma. Dejan tal sensación de tristeza, dolor y asco…

Solo a un loco como Voldemort o su tía Bellatrix podía disfrutar con ello.

Su tono había sonado más amargo de lo que esperaba. Nilak agacha la cabeza y hunde los hombros.

-Perdona. Me he sobrepasado… Es solo que no… no me gustaría que te pase nada malo.

Ahora es él quien se siente culpable. Igual se ha sobrepasado también. Intenta ofrecer tablas.

-Ahora que lo pienso, hace tiempo que necesito la ayuda de un mago con altos conocimientos sobre el mundo muggle para un asuntito.

-Si puedo ayudarte, tú dirás.

Nilak parece que ha aceptado la tregua.

-Mi padre abrió una cuenta en First Bank pero no tengo ni la más remota idea de cómo sacar dinero de un banco muggle. No me gustaría ser yo quien rompiese el Estatuto de Ocultación Mágica, ¿sabes? Ya tengo otros crímenes con los que lidiar.

Draco le guiña un ojo para que capte que es una broma y destensar el ambiente. Técnicamente, es verdad, pero no hace falta entrar en detalles.

-¿Vamos juntos al mercado el próximo lunes?

Nilak parece satisfecho con su propia propuesta. Se siente orgulloso de que Nilak haya confiado en él y por haber conseguido que la sangre no llegase al río.

-Solo si me dejas negociar con el cara pirata aquel. Tengo esa espinita clavada.

Además, ahora sí tienen oficialmente una cita. Draco le regala una sonrisa de suficiencia marca Malfoy.

….

Hola, hola!!! He vuelto!! Hace un par de meses que no publico porque estaba con mil otras cosas y, además, no sabía cómo terminar el capítulo. Así que lo he dejado así. Sí, a veces hay que tomar decisiones salomónicas para seguir adelante.

Espero que por lo menos se valore el esfuerzo. No puedo prometer regularidad pero sí mucho cariño y que lo acabaré (antes de final de año, si es posible).

Un abrazo!!