Aún faltaban unos minutos para la hora pactada.

Draco había derrochado su sueldo casi completo en el look que no paraba de admirar. De admirarse, más bien. Esta vez no iba a dejar nada al azar. Había ido con Sialuk de compras. Quería verse bien. En realidad, verse bien no era suficiente. Quería estar perfecto para que Nilak no pudiera resistirse. Tenía un plan, pero sin la vestimenta adecuada, mermaban sus posibilidades de éxito. Y eso Draco no iba a permitirlo. Se lo había propuesto como un reto personal.

Habían escogido unos tejanos claros, con algún descosido que la chica había asegurado que eran tendencia, y lo más importante: le estilizaban las piernas delgaduchas que tenía y le hacían un culo de escándalo. Completaron el look con una camiseta blanca básica y un jersey negro con cuello de pico. Para darle el toque especial, se había comprado un abrigo gris oscuro con tachuelas que imitaban una chaqueta de cuero pero más elegante. Sialuk aprobó el conjunto.

El conjunto resultaba una mezcla entre informal, elegante y exótico, con la melena platinada casi a la altura de los hombros. Sialuk le había enseñado eso de las trenzas y había decidido dejarse una pequeña en un lateral. Le acaba de dar un toque singular, propio de alguien como él. Aunque hubiera dejado atrás los prejuicios de sangre, su vanidad era algo totalmente diferente.

"-Si a Nilak no se le cae la baba al verte, es que no tiene sangre en las venas - había asegurado la dulce prometida de Seth." Draco opinaba lo mismo, piensa, mientras da una vuelta más con un movimiento marca Malfoy delante del espejo.

El claxon le hace dar un respingo. Y una mueca entre histérico y ansioso se le dibuja en el rostro. Dura poco, consigue recomponerse. Mejor que salga antes de que entre enfurruñado como la otra vez, se dice, moviendo la cabeza de un lado a otro.

…..

La operación Draco-vuelve-a-ser-rico había sido un éxito. Nilak ha tenido que transformar una tarjeta suya en un carnet que "demostrase" que él era Draco Malfoy, con foto incluida. Tras esa pequeña operación, Draco había conseguido salir del banco con su nueva y flamante tarjeta de crédito. Era dorada y no sabía si eso significaba un rango especial como cliente pero a él le parecía muy adecuada para su orgullo.

Cierto es que este se estaba viendo algo apaleado con un Nilak partiéndose de risa a su costa mientras lograba sacar dinero a través del cajero automático. La chica del banco le había dado un papel con el número secreto y Draco intentaba meterlo en la misma ranura de la tarjeta, y en la de los billetes y en todos los agujeros que encontró hasta que Nilak se apiadó de él y decía cómo proceder. Después de eso, admitía que el chico tenía un punto maquiavélico característico de Slytherin, lo cual solo hacía que le atrajese más.

De camino al mercado, le pregunta si en su colegio de magia había casas como en el suyo pero parece que la mención a esa parte de su pasado le estaba escociendo mucho. Su cara había pasado de relajada y divertida a oscura y afligida.

-Cuando lleguemos al puesto del cara-pirata déjame a mí. - Draco decide cambiar de tema - Vas a ver la magia Malfoy sin varita - Presume sin pudor. El cambio en Nilak es instantáneo. Se le dibuja una media sonrisa socarrona. Parece que está dudando de él. "Espera y verás. Voy a borrar esa cara de listillo que traes".

Alza una ceja, retándolo pero Nilak no responde. Se limita a encogerse de hombros y cruzarse de brazos.

-Todo tuyo - dice.

En vez de dirigirse al puesto, Draco pasa de largo, por delante, haciéndose notar, para que los vean yendo a otro puesto de pescado que hay un poco más adelante.

-Draco, ¿qué pretendes? - Nilak está hablándole muy bajito (y cerca), consciente de que los están mirando - Seth no quiere bajar la calidad del producto. Tenemos que comprar en el otro sitio.

-Shhh, tranquilo. Está todo controlado. Solo quiero que nos vean congraciarnos con el otro comerciante. - Nilak aún parece dudoso - Si mi plan supone alguna pérdida para el bar, yo mismo invertiré el doble. Hazme caso, sé lo que me hago.

Con una seguridad y optimismo que creía perdido, Draco consigue negociar un buen precio en ambos puestos. El cara-pirata se había acojonado al verlos en el otro sitio y le había ofrecido un 15% de descuento con todo su producto y, además, le incluiría el transporte semanal hasta Inovik lake a cambio de hacer un pedido mínimo que ya equivalía a todo el pescado que solían comprar. Quizá un poco más pero el bar estaba atrayendo cada día a más gente, ya fuera por la fama que se estaba labrando, por el servicio (Draco se sentía especialmente orgulloso de su trabajo) o por el anuncio que aún se emitía por radio

-Muy bien, Draco. ¿Y qué hacemos con el pescado del primer sitio?, ¿te lo vas a comer tú todo? - Pregunta Nilak con cierto toque de arrogancia.

-Estaba esperando que lo preguntaras. - El tono de Draco es como el de un profesor que está enseñando algo básico - Mi apetito no da para tanto y mis gustos son más selectos. Había pensado en organizar una comida benéfica. Ya hablé con Seth para hacer un menú buffet y le pareció una idea estupenda - En realidad, Seth no acababa de estar convencido pero él sabía que funcionaría. - Así conseguiremos aumentar la popularidad, vendrá más gente a probar nuestra comida y a tomar algo, recuperaremos la inversión de este pescado de segunda y lo que recaudemos lo ofrecemos a una ONG local. Además, si no voy equivocado, al ser sin ánimo de lucro, podréis deducir los impuestos de todo ello. De hecho, tenemos que comprar algunas cosas más para el evento. Seth ya está avisado y corre de mi cuenta. Es mi pequeña aportación al negocio - guiña un ojo al acabar y esboza lo que espera que sea una sonrisa inocente y encantadora.

Nilak parece realmente sorprendido. Ha ido abriendo cada vez los ojos como si Draco se estuviera transformando en algún ser extraño. Extraordinario, se reprende a sí mismo.

-También quería hablar con el gestor que lleva las cuentas de Lemmini pero Seth se ha negado en rotundo. Decía que no quería molestarme más pero yo creo que aún no se fía del todo de mí. No lo culpo, pero eso que se pierde.

Nilak sigue embobado mirándolo. Como si Draco de repente estuviera hablándole en chino. Y está casi seguro de no haber hecho tal cosa. Quizás podría, pero no quería presumir tanto. Aún.

-¿Qué te parece?, ¿no dices nada? - Su tono trasluce un poco de su inquietud. Era un poco tonto, pero su opinión le importaba. Buscaba impresionarlo, de algún modo. Demostrarle que era más que un camarero y una cara bonita. Muy bonita, por cierto. Muchas gracias.

Nilak va cambiando el rostro de sorprendido por una sonrisa pícara.

-Me parece que eres un manipulador de mucho cuidado. ¿Dónde has aprendido todo eso?

-Antes de la guerra, acompañaba a mi padre a todos lados. Quería que aprendiese de él. Y la verdad es que sabía bastante lo que hacía con los negocios. Uno no se hace rico porque sí.

-Pociones con tu madre, negocios con tu padre… No te aburrías en casa. ¿Te querían mucho o estaban preparando para ser el próximo Ministro de Magia?

-En la familia ha habido algunos con puestos políticos importantes, aunque solo un Ministro de Magia - responde siguiendo la broma - Solemos trabajar mejor en la sombra. Digamos que tenemos cierta tendencia a meternos en líos. - añade con un guiño de ojo inocente.

En ese momento, piensa en sus padres. Draco se imagina a su padre pasando frío y hambre en Azkaban y a su madre sola en el hospital de San Mungo… En ese momento se pregunta qué tipo de hijo es, qué diablos está haciendo con su vida. Es un Marcado y eso ha hundido todas las expectativas que tenían sus padres con él. Acabar los estudios, seguir con el negocio familiar, casarse y darles un heredero…

-¿Estás bien? Parece que hayas visto un dementor… ¿He dicho algo malo?

Realmente Nilak no había dicho nada que no fuera verdad. Sus padres lo querían. Aunque su padre a veces tenía una manera especial de demostrarlo. No debía perder la esperanza. Algún día conseguiría recuperarlos.

-No, perdona… La situación de mi familia ahora mismo no es especialmente favorecedora, pero sí, los dos me querían… - carraspea y se acara la garganta - me quieren mucho. - Nilak lo mira algo avergonzado. Se nota que se siente mal por haber hecho ese comentario. - Venga, que tenemos que celebrar que me tenéis a mí como nuevo asesor de Lemmini. Seth me ha dicho que por aquí hay un restaurante chino, hace mil años que no como comida china.

-¿Has probado alguna vez la comida china?

-En realidad, he estado en China en un par de ocasiones.

-¿De verdad?

-Sí, la comunidad mágica de China es famosa por cultivar algunos de los ingredientes para pociones más raros. El polvo de salamandra picosa, por ejemplo, es imposible de conseguir en otros países. Claro que allí las leyes son diferentes.

-¿Contrabando de pociones?

Esa pregunta arranca una carcajada profunda a Draco.

-Si es legal, no se le puede llamar así. Otra cosa es que ciertas mercancías no estén permitidas en el país de destino, pero sí está permitido traerlas. - Nilak lo mira como si fuera un ladrón de guante blanco, entre el horror y la admiración - No me mires así, yo no hago las reglas - se justifica alzando las palmas de las manos.

Así empieza una larga conversación sobre los países a los que había viajado Draco, ya fuera por negocios con sus padres o de vacaciones.

Entran en el restaurante El palacio rojo. El sitio hace honor a su nombre, cortinas, tapicería, mantelería, todo es de un color escarlata brillante. Lo acompañan detalles en dorado y negro. A Draco no le extrañaría ver aparecer el emblema de un león por alguna parte o alguien gritando "Somos los audaces, los más atrevidos, valientes leones siempre decididos" y no sé qué más sandeces que rezaba el himno de Gryffindor. Parecía que hubiera aterrizado de repente en la Sala Común de los leones. Por lo menos el hilo musical y los caracteres chinos recordaban que aquella decoración escondía inspiración asiática, no gryffindoresca.

-Un gusto pésimo para la decoración. - opina desolado. Esperaba un sitio más elegante. - Espero que la comida tenga algo más de calidad.

-A mí me gusta.

Draco pone los ojos en blanco. Menudo Gryffindor le había tocado en suerte.

Cogen mesa, justo al lado de un pequeño acuario con peces de verdad que le da cierta privacidad. Hasta los animalitos son rojos y naranjas. Draco se traga un suspiro de resignación. Iba a matar a Seth. Ese sitio no se podía decir que fuera nada romántico.

Probaría después con alguna cafetería a la hora del té.

Nilak le cuenta algunas cosas sobre su estancia en EEUU y Draco descubre que realmente se crió en Inglaterra.

-Ya decía yo que tu acento no era como el de John cuando creía que era tu padre.

-Se me han pegado muchas cosas de él.

-Son muy buena gente a pesar de ser muggles.

Nilak entrecierra los ojos y pone cara de haber chupado un limón. Draco se da prisa en contestar.

-No me malinterpretes. No tengo prejuicios de sangre. Ya no. Es cierto que los tuve, no te voy a engañar. Toda mi familia es sangre pura y se toman el tema muy en serio. Pero la guerra me ha enseñado un par de cosas. De hecho… - "me gustabas aún pensando que eras muggle", iba a decir, pero se contiene a tiempo - Me preguntaba si Sialuk sabe que su abuela es squib.

Nilak acepta su aclaración. Al menos, ha dejado de tener cara de mandrágora malcriada.

-Sialuk sabe que existe la magia. Y sabe que soy mago. Y Seth y John también.

¿Perdona?, ¿había oído bien? Eso sí había pillado a Draco por sorpresa.

-¿Lo saben? ¿Cómo? Pero MACUSA…

-Hasta ahora a nadie le ha importado lo que pasa en un pueblito pequeño en medio de Alaska. Y son gente discreta. En realidad, es como tendría que ser. No es algo malo que tengamos que esconder.

-No es porque sea malo que debe esconderse.

Ahora es Nilak quien tiene cara de incomprensión. Draco procede a explicarse.

- Es por el miedo que suscita algo que no puedes controlar. O la envidia que podamos suscitar en los muggles.

-Ellos no son así. - se defiende Nilak rápidamente.

-No digo lo contrario, pero no todo el mundo son tan… altruistas, cándidos y bondadosos como ellos. La época de las hogueras no fue porque sí.

-Ni siquiera nos quemaron. Cualquier bruja o mago podía desaparecerse o lanzarse un hechizo ignífugo.

Ahora es Draco el que pone cara de estar hablando con un loco.

-No te habrás creído esa patraña de los libros de texto, ¿verdad? Mi tatarabuela murió en la hoguera y no podía realizar ningún hechizo porque le habían despojado de varita y, además, había magos que colaboraban con los muggles haciendo hechizos antiaparición para "salvar su alma". Esos sí eran traidores a la sangre. Y como mi tatarabuela, millones de brujas y magos por todo el mundo. En algunos países hay incluso pena de muerte si dañas a un muggle - "Como hiciste tú hace unos días, por cierto".

Nilak se queda un rato callado, reflexionando.

-Nunca lo había visto así.

Draco se encoge de hombros.

-No es la versión de la historia más bonita del mundo. Ni la más políticamente correcta ahora que está en boga los derechos de los muggles…

-Lo pronuncias como si te dieran… asco.

Era como hablar con el fan de muggles número 1. Merlín bendito.

-Me dan miedo, no asco. O sea, Seth, Sialuk y los demás me caen bien, son de fiar. Pero no me parece nada seguro ir prodigando el Secreto de la Magia a cualquier hijo de vecino porque parezca inofensivo. No es seguro.

Vuelve a reinar el silencio entre ellos pero esta vez se miran a los ojos. Hay comprensión en la mirada de Nilak. Draco se siente aliviado, más de lo que está dispuesto a admitir. No sabe cómo se había metido en ese lío de conversación, pero ahora se siente más cómodo con Nilak, sabiendo que entiende que no es una cuestión de prejuicios.

-Draco… - le pregunta, al fin, mientras corta coge un trozo de pollo con almendras - ¿No echas de menos hacer magia?

-Buff.. - El suspiro de Draco escondía una risa dramática - Por supuesto. A veces hasta me duele. Siento como si me faltara el aire. O un brazo.

Por no mencionar que sin una varita en la mano me siento perdido… Como si fuera otra persona y no me reconociera en el espejo.

-Debe ser duro… ¿Y si… no sé… y si, por casualidad, usaras la varita de otro mago?

Draco no es tan estúpido como para no ver por dónde van los tiros. Nilak le estaba ofreciendo su varita. Adorable. Y muy prometedor. Ahora solo faltaba que ofreciese la otra varita.

-Sé que no es lo mismo que una que te haya escogido pero…

-No se trata de eso. - responde haciendo un gesto un tanto dramático con la mano - Tengo un hechizo localizador encima. Es algo similar a lo que ocurre cuando un menor hace magia fuera de Hogwarts. No puedo hacer ni un simple Lumos. Y no sé hasta qué punto puedo usar objetos mágicos. Me planteé usar un Traslador para ir a ver a mi madre pero me parecía demasiado arriesgado.

-¿Entonces cómo llegaste a Inovik lake?

Draco le lanza una sonrisa ladeada.

-Pensaba que el experto en el mundo muggle eras tú. Pues en avión, obviamente. También cogí un tren y dos taxis. - Sigue el recuento con la mano izquierda, alzando los dedos - Y el resto, a patita. Una experiencia no muy recomendable - simula un escalofrío.

Nilak se ríe y, de repente, abre mucho los ojos. Acaba de ocurrírsele algo.

-¿Y una escoba? Podemos ir a volar juntos. - En ese momento se da cuenta de su exceso entusiasmo y se avergüenza - O sea… Si no puedes usarla, puedes subirte conmigo… - Hasta se ha sonrojado. Ha ido cambiado el tono de ilusionado a azorado.

Draco, por el contrario, parece un niño el día de su cumpleaños. Resplandece con luz propia.

-¿De verdad? Oh, Nilak… - Se le escapa un gemido de emoción

-Acabamos de comer y nos vamos pitando. ¿Crees que podría usar la doble aparición contigo?

A Draco le picaban los dedos de anticipación por volver a sostener una escoba, aunque el piloto fuera Nilak. De hecho, acurrucarse contra la espalda y rodearle la cintura por detrás no parecía tan mala idea.

-Me muero de ganas pero prefiero no tentar a la suerte y acabar en el Ministerio de Magia británico por incumplimiento de condena. Mejor volvemos en la camioneta. ¿Sabes volar bien?, ¿qué escoba tienes? Te advierto que fui buscador en el colegio… - dice destilando cierta prepotencia del pasado.

Los ojos verdes de Nilak parece que han relampagueado por un segundo.

-Después me dices qué opinas de mi vuelo.

Esa mirada y esa sonrisa lobuna le cuesta a Draco un par de latidos extra. Y un respingo en su entrepierna, ya de paso.

Hello!! Pues aquí tenemos a Draco haciendo de las suyas de nuevo!

Me encantaría leer vuestros comentarios y reacciones.

Nos leemos pronto!! Ciao bellas!