En esa tesitura continúan varios días y semanas. Se mantenían en un fino equilibrio. Tenían una relación íntima, de confianza mutua, algo más que amigos pero menos que amantes, en la delgada línea que separa ambos conceptos. Y Draco había aprendido a surfear esas olas. Ha abandonado esa necesidad de sexo arrolladora (o casi). Ahora le llena más pasar la velada charlando con Nilak de todo y de nada.
Además, Nilak es un gran profesor de Estudios Muggles. Estas semanas ha descubierto nuevos artilugios como la tele, las películas, Internet y el teléfono móvil que son una fuente inagotable de entretenimiento. No es que no supiera de su existencia pero obviamente nunca los había usado. Dato interesante fue cuando descubrió algunas fotos de sí mismo que le habíamos hecho el otro a escondidas. Justo después aprendió a hacerse selfies y cada día se hacía alguno de él solo (bueno, con su gran amiga la vanidad) o con Nilak. De hecho, para picarle, estuvo varios días cantándole una versión propia del "I am sexy and you know it" que solía acabar en batallas de almohadas, cosquillas no aptas para todos los públicos o amenazas con denunciarlo a MACUSA por tortura.
Lo de las películas había sido otro magnífico descubrimiento. Nilak tiene un gusto algo ñoño, Draco no le acabó de pillar el punto al Señor de los Anillos, pero Indiana Jones y Star Wars le encantaron. Otras como El silencio de los corderos le parecieron descafeinadas. O los muggles no tenían ni idea de hacer películas de terror o no habían convivido nunca en una familia de mortífagos. El Dr. Hannibal Lecter habría sido el chico bueno del grupo.
Los días pasaban rápido entre a los atracones de palomitas, Twix y cervezas de mantequilla que Nilak siempre le traía (lo mejor de los dos mundos). A veces se ponía pesado con lo de la comida sana y cocinaba algo, aunque con Seth iban más que servidos.
Disfrutaba demasiado de su compañía. Por lo mencionar lo que le hacían sentir sus caricias... Pero ahí queda todo. Abrazos disimulando una posición cómoda en el sofá de la cabaña de Draco, donde habían decidido instalar una tele de sesenta pulgadas (sí, quizá fue un poco excesivo pero la moderación es un término que no aparece en el diccionario Malfoy), y caricias fortuitas después de meterse el uno con el otro con cualquier excusa barata. Pero nada más. Y debería quejarse, porque el dolor de huevos que solía dejarle era prueba evidente de lo mucho que le atraía el otro, pero le gustaba.Le encanta, de hecho, esta complicidad que han creado.
Cuando Nilak le mira con esos ojos verdes y esa sonrisa lobuna lo desarma. A veces, lo ve rehuyéndole la mirada. Es evidente que esconde algo. No se lo puedo reprochar, piensa. Yo también llevo un pasado sobre los hombros. Y sé que aún no está preparado para abrirse. Yo tampoco. Por eso, esta burbuja de algo más que amigos nos está funcionando. De momento.
Siendo sincero consigo mismo, tampoco es que haya podido comprobar en primera persona si prefiere una velada amistosa o una de sexo duro. No es como que Nilak le haya dejado escoger. Pero la cuestión es que no tiene prisa. Ha descubierto un curioso sentido del humor del moreno y, en comparación con la conversación fría y distante que mostraba al principio, su relación había dado pasos de gigante. Podía darse por satisfecho.
Aún tenía fantasías sexuales protagonizadas por el ojiverde pero se las tomaba como eso, meras fantasías. No descarta poder materializarlas en algún momento pero era evidente que algo hacía que Nilak se alejase cada vez que tenían algún encuentro íntimo. Y la capacidad de Draco para sobreponerse al rechazo tenía un límite. Por suerte su orgullo se estaba recuperando. Quería pensar que era algo suyo y no que Nilak lo rechazase por su pasado. La lógica le decía que había tenido tiempo de sobra desde su llegada para informarse de quién era para alejarse y, en vez de eso, si no fuera porque era imposible, parecía más bien lo contrario: que lo hubiera reconocido y Draco se lo hubiera ganado poco a poco. Bueno, que lo tenía medio ganado era evidente, pero aún se le resistía. Había algún pequeño detalle por ahí que se le escapaba. Cada vez que Draco intentaba sonsacarle algo a Nilak sobre su vida, este se volvía esquivo. Cualquiera diría que el que tenía un pasado oscuro era él, en vez de Draco. Incluso había valorado que Nilak estuviera con los mortífagos pero no cuadraba nada con su modus operandi, así que lo había descartado. Y conocía demasiado bien a ese tipo de gente y Nilak era todo lo contrario, un Griffindor en todo su esplendor. Con un punto oscuro y esquivo que no hacía más que aumentar la atracción de Draco hacia él.
Sin embargo, lo que realmente le quitaba el sueño esos días era su madre. Ya habían empezado el nuevo tratamiento experimental, con todas las precauciones que Draco había reclamado. Se había leído el estudio completo y lo había consultado con otros médicos para tener segundas opiniones. No iba a dejar nada al azar.
El tratamiento tenía cabos sueltos por todos lados pero también una base teórica sólida. No en vano estuvo Draco 3 semanas estudiando en profundidad todo lo que se sabía al respecto. Había reducido horas en el bar para pasarlas entre libros que conseguía de Nilak (a saber de dónde los sacaba, al parecer conocía a algún estudiante de medimagia que le pasaba un montón de bibliografía actualizada al respecto) y llamadas por Redflu a diestro y siniestro hablando con los mejores profesionales del mundo. Su amplio conocimiento en idiomas y la buena base que tenía en Pociones (no por nada sacaba Excelentes con Snape) le estaban resultando tremendamente útiles. Nunca le estaría suficientemente agradecido a sus padres por insistir tanto en aprender lenguas, por viajar con tanta frecuencia y por la exigencia que demandaba su profesor de Pociones. De hecho, Draco siempre había sido buen estudiante, hasta que resucitó El-que-podía-haberse-quedado-muerto.
Por suerte muchas noches se quedaban dormidos y Draco no había vuelto a tener pesadillas desde entonces. Nilak sí, cosa que al principio le sorprendió. Pero se limitaba a abrazarlo y a susurrarle frases tranquilizadoras. Por la mañana, ninguno de los dos mencionaba nada. Solo la primera vez, Nilak le preguntó avergonzado si prefería que durmiese en casa de John y Draco le respondió muy educadamente que entendía del tema y que por él no era necesario. Tenía demasiada experiencia en terrores nocturnos como para que le impactasen. Al verlo poco convencido, le contó que él también había sufrido lo suyo por las noches, cuando los fantasmas del pasado te visitan.
La cuestión era que no podía alargar más el tratamiento de su madre. Se había decidido a probarlo y esos primeros días resultaban decisivos para saber si la magia de su madre era compatible con la magia del tratamiento. Era el punto débil de la ecuación. Si la magia no abrazaba el tratamiento, no había nada que hacer. Era algo así como despertar a alguien desde lo más profundo de su mente y para ello se recurría a la magia misma cristalizada, una especie de patronus sintetizado en una probeta. La magia llama a la magia, esa era la hipótesis de la investigación.
-Tengo buenas noticias. Parece que la magia de tu madre empieza a responder al tratamiento.
Draco coge aire por la nariz esperando que el doctor le diga algo más. Mataría por poder estar ahí con ella. Se estaba planteando seriamente coger un avión para ir a visitarla, por poco que le gustasen esos chismes.
-Aún es pronto para decir si la magia la despertará del coma pero lo que sí puedo asegurar es que su magia es sensible a los nuevos hechizos. Se ha activado y estabilizado. Está casi como al principio del coma, cuando aún no se había deteriorado.
Draco había mantenido la respiración hasta ese momento, sin darse cuenta.
Esa era otra desventaja del coma. Sin la conciencia, la magia se iba apagando poco a poco. Y sin magia, el organismo de cualquier mago sufría una fallada sistémica. Se moría, sin más. Eso es lo que le estaba pasando a su madre, se estaba apagando. Draco no podía evitar tener todas sus esperanzas puestas en el nuevo tratamiento. Si no funcionaba, su madre estaba sentenciada a muerte. Cada día de coma era un día más cerca del final.
-Eso es estupendo, doctor. Estoy pensando en si sería útil visitarla en unos días. Ahora que su magia parece que ha despertado, hay testimonios de que puede ser beneficioso sentir magias familiares cercanas.
-Por supuesto, por supuesto. Por aquí las cosas están más calmadas, aunque aún se respira el aire amargo de la guerra… En fin, Malfoy, tengo que dejarte. Tengo ronda y ya voy justo de tiempo.
-Claro. Le avisaré de cuándo podré ir.
En realidad tenía ganas de ver a su madre por el simple hecho de verla y hablar con ella. La echaba de menos. No le importaba reconocerlo. Y quería ponerla al día de su vida en Inovik lake, de lo mucho que había cambiado y de que había conocido a un mago que le hacía que se le derritiesen las rodillas. Quizá esa parte la suavizaría un poco. No era digno de un Malfoy y todo ese blablablá que tenía grabado a fuego.
Aquellas semanas que había pasado estudiando, en Lemmini también habían estado entretenidos organizando la fiesta benéfica propuesta por Draco. Además de curiosos vecinos, había venido la radio local. Hasta habían salido en la tele, gracias a una amiga de Sialuk que estaba haciendo las prácticas en una de las cadenas de televisión más grande del país. Fue muy divertido verla mariposear alrededor de Draco todo el día, diciendo que tenía la belleza de un elfo. Al principio se mosqueó, se pensó que le estaba insultando. Nilak tuvo que salvar la situación cuando él estaba a punto de hacerla llorar y le explicó que, para los muggles, los elfos eran seres mágicos y muy bellos. Fue después que vieron El señor de los anillos. Draco no quedó del todo convencido pero decidió dejar de mirar mal a la pobre chica. Después lo intentó con Nilak y fue entonces cuando Draco estuvo a punto de prepararle una poción especial. Tenía entendido que era inofensiva para magos pero a los muggles les provocaba diarrea y estreñimiento durante varios días. Finalmente, no lo hizo. Tenía cosas más importantes de las que ocuparse.
En definitiva, la fama que todo ello le estaba proporcionando al bar, el precio más que razonable del pescado fresco y lo que se ahorraba semanalmente en gasolina ascendían a unos buenos beneficios y tenían a Seth loco de contento todos los días. Si ya era simpático antes, ahora su desparpajo había tocado techo. De hecho, Draco le tuvo que amenazar diciéndole que como volviera a darle un beso dejaba el puesto y se fugaba con Sialuk, que era a la que tenía que colmar de besos y no a él. En realidad, esa actitud tan cariñosa y abierta le hacía gracia y le parecía ridículo a partes iguales.
Digno de ver también fue el día que Seth y Nilak se sentaron frente a él para ofrecerle una parte de los beneficios. Draco no se rió en su cara de puro milagro. ¿Él, necesitando unos míseros cientos de dólares? Oh, por favor. Ahora que ya había podido acceder a su cuenta, aunque fuera una mínima parte del patrimonio familiar, daba para vivir holgadamente el tiempo que necesitase. Porque no pensaba renunciar a sus bienes y al oro de Gringotts, simplemente se había reubicado como estrategia hasta dar con la mejor vía de acción. Sin embargo, Draco se apiadó de ellos y con toda la educación que supo reunir, les dijo que ni hablar. El hombre de negocios que llevaba dentro había salido un momento a la superficie de manera totalmente altruista, si por altruismo entendemos la necesidad de lucirse e impresionar a Nilak, cosa que parecía haber conseguido, viendo el cariño que transmitían ahora esos ojazos verdes.
También estaba el tema de la boda de Sialuk. Ese último mes había estado trabajando duro como agente doble, ayudando a Sialuk por un lado, mientras organizaba con sus familiares y amigos una boda alternativa, con todos los detalles que ella quería pero con fecha sorpresa. Reconocía que había sido una idea estrambótica de Najak, pero divertidísima. Iban con la novia a mirar vestidos, el pastel o la decoración y detrás iban los compinches cerrando temas. Draco no dudaba en echar mano de sus dotes de manipulación para que no sospechara nada. Era por una buena causa. Y un poco por diversión slytheriana. Aunque nada podía hacer una inocente Hufflepuff contra el príncipe de las serpientes.
Con todo ese movimiento casi se había olvidado del concierto de LP. Casi. Porque Sialuk solo hablaba de la boda y de ese concierto. De hecho, no sabía si le hacía más ilusión una cosa o la otra. Total, que al día siguiente ponían rumbo para Anchorage, los cuatro en la camioneta de Nilak, como todo unos pueblerinos. Iban a pasar la noche en un hostal pero a Draco casi le dio una apoplejía solo de pensar en poner un pie en un tugurio de esos e insistió en pagar él la noche en un hotel de cinco estrellas. Al final tuvo que conformarse con un Marriot de cuatro estrellas, pero reservó las dos suites con terraza, jacuzzi y unas vistas espectaculares. Tuvo que insistir bastante para que le dejasen pagarlo, pero les dijo que se lo tomasen como regalo de boda y no pudieron decir que no. Nilak no dejaba de mover la cabeza a un lado y a otro, pero una sonrisa que Draco sabía que resultaba irresistible, acabó de inclinar la balanza a su favor. Gracias a Merlín. Que Nilak hubiera empezado a llamarlo "pijo presumido" solo hacía crecer el ego de Draco. Sí, era ambas cosas, por fin podía volver a serlo. Y a mucha honra.
Poco después, por lo bajo, le dijo a Nilak a la oreja que se llevase la escoba miniaturizada. Draco esperaba poder disfrutar de aquellas vistas por todo lo alto, nunca mejor dicho. La cara del otro se había iluminado por completo. Ciertamente había cosas que el dinero no podía pagar o esa mirada costaría una fortuna.
La cuestión era que tenía por delante un fin de semana de fiesta con amigos. Con suerte, hasta algo más. Eso, junto al optimismo por las buenas nuevas del hospital de San Mungo, podrían haber hecho que Draco fuera sonriendo todo el día. Si no fuera porque tenía una imagen que mantener, aunque su hogar y aquellos que lo conocían estaban muy lejos. No sabía hasta qué punto estaría la situación más tranquila, como había dicho el doctor, pero tenía ganas de descubrirlo.
Después de esa llamada tenía que volver a casa de John para jugar con él al ajedrez. Lo seguían haciendo unas dos o tres veces por semana, en función de los horarios de ambos. John le había prometido que le respondería a cualquier pregunta que le hiciera si le ganaba. Esa era motivación suficiente para Draco, sobre todo porque no exigía reciprocidad. Obviamente iba a ser una pregunta sobre su inquilino permanente, aunque aún no había decidido cuál de las miles de preguntas que tenía en su mente era primordial. Lo único que John le pedía es que dejara de tener tan mal perder y eso era algo que no estaba en su sangre. Era como pedirle a un veela fidelidad. Absurdo.
Ya de camino a la ciudad, en la camioneta de Nilak, Draco había decidido hacerse el dormido en la parte de atrás. Bueno, en realidad, estaba descansando la vista, ya que no podía descansar sus oídos, pues Sialuk estaba desatada de expectación y parecía que no se iba a callar nunca, contando las mil y una bondades de LP. Está tan desesperado que no deja de lanzarle Silencios mentales, con la esperanza de que surtan efecto. O un Confundus. Por Merlín. Pansy a veces también se ponía en plan parlanchina pero no hacía falta que se pareciesen en eso también.
Lo mejor era desconectar, pensar en otra cosa. Como el frío y la nieve que habían llegado para quedarse en Alaska. Y la sombra de la Navidad, que acechaba por todos lados, un tema que Draco había decidido obviar por ahora. Su familia realmente celebraba el solsticio de invierno, pero no tenían problema en añadir toda la parafernalia decorativa y los regalos. Esa noche los Malfoy celebraban una fiesta por todo lo alto en Malfoy manor. Política y negocios, su vida social. Pero era divertido. Una parte de él lo echaba de menos, ser alguien importante y respetado en la sociedad. Antes del alba, cuando todos se habían ido, realizaban un ritual que reforzaba el Fidelius, la protección de la casa y de la familia. Esas noches, con especial potencia mágica, eran idóneas para crear hechizos y pociones… inusuales y poco conocidas (no todos de magia negra) y presentar sus respetos, y a los nuevos integrantes, a sus antepasados. Él no había presenciado ninguna aparición del Más Allá pero su padre siempre gustaba de explicar aquella vez, con 18 años, antes de casarse, que su padre Abraxas (el abuelo de Draco) se le apareció diciendo que debía sellar sus votos matrimoniales ese mismo año, si no quería caer en desgracia. No fue mucho más preciso pero a sus padres les bastó para precipitar la boda. A Draco esa historia le fascinaba de pequeño. Le parecía de lo más romántica. El destino.
Ahora, si lo miraba con perspectiva, quizá era fruto del ansia de los Malfoy por casarse y tener un heredero lo antes posible. Al fin y al cabo, ningún señor de la mansión moría de viejo. "Demasiado poder, demasiadas envidias", solían corear los cuadros de la casa cuando salía el tema. Aunque Draco estaba resultando ser más resistente de lo que cabía esperar. De momento, había sobrevivido a una guerra, a Azkaban, a Voldemort, a los dementores, a mortífagos que lo veían como un traidor a la sangre y al pésimo gusto de Harry Potter vistiendo ropa que era diez veces más grande que él. Pansy y él habían pasado horas criticando la moda del Trío dorado, solo con los total look marrones de lana y pana de los Weasley tenían para varias sesiones en la Sala común. Por no mencionar el estilazo de la Sabelotodo Granger, que fue rebautizada como Sabelotodo Trelawney por ir ambas al mismo peluquero. Fueron tiempos difíciles, pero hubo momentos buenos. Algunos. Como los revolcones con Pansy, con Blaise y con aquel chico de Durmstag. Digamos que no tuvo mucho tiempo de practicar el alemán con él. Había sido su primera mamada. Quizá por eso siempre había sido una lengua que se le atravesaba.
Al pensar en las travesuras de Hogwarts, se le ocurre una loca idea. Tenía que abrir los ojos para llevarla a cabo y concentrarse.
"Nilak, ¿me oyes? Soy Draco."
"¿Estoy fanteaseando de nuevo con Draco?"
El aludido no pudo evitar una sonrisa.
"No, es un truco de Legeremancia. ¿No lo aprendiste en… ?"
La cara de horror que había puesto Nilak daba para asustar al mismísimo Voldemort. Y la furia de segundos después, también.
-¡No vuelvas a hacer eso! - rugió girándose momentáneamente a él.
A pesar de que no lo había echado de su cabeza, Draco decidió una retirada a tiempo.
No era para tanto. Una simple intrusión en su mente, como método telepático. No era efectivo al 100% pero si estabas con la guardia baja, como era evidente que había sido el caso, tenías acceso a los recuerdos más recientes del otro. Draco solo había visto una cabellera castaña imposiblemente encrespada. Debía ser algún familiar suyo, sabiendo que el pelo de Nilak no solía lucir mucho mejor. Sería cosa de familia. Anotó mentalmente regalarle una poción para el cabello especialmente alisante.
Sin embargo, en ese momento era mejor no decir nada. Seth preguntó qué había pasado y Sialuk se sobresaltó con el rugido de Nilak pero este les cortó con un simple "nada" y Draco no se atrevía a añadir nada más. A él nunca le hubieran pillado con la guardia baja. Si lo hubiera estado, era porque no le importaba que entrasen en él. Es evidente que no se había criado con Slytherins… Draco tenía sus barreras tan intactas que hasta Snape le habría costado derribarlas. Era lo único que podía hacer para defenderse sin varita y tenía tal técnica y precisión que hasta podía evitar los efectos de una pequeña dosis de Veritaserum. Lo había comprobado. Nunca se era lo suficientemente precavido.
Nadie se atrevió a decir gran cosa durante el resto del trayecto. Entraron en el hotel para dejar sus cosas, tomar una ducha y arreglarse. Sialuk y Seth desaparecieron rápido de escena, con sus propios temas que resolver (mucho más agradables, seguro). Draco estaba a punto de disculparse por la paz mientras entraban en la suite que iban a compartir (como amigos, por supuesto).
-Draco… Lo de antes… Perdona. Me he pasado. Es que me he asustado. No me gusta que hurguen en mi cabeza.
Parece una disculpa sincera. Nilak está echando vistazos a la moqueta como si fuera lo más interesante que ha visto nunca.
-Disculpas aceptadas. Solo era una broma.
Nilak parece algo confuso.
-O sea, que si hubiera querido introducirme en tu mente, hay otras maneras más sutiles y efectivas. No eres muy bueno en Oclumancia, ¿verdad?
-Digamos que tuve una mala experiencia. Un profesor con poco tacto…
Draco se acerca. Una vez aclarado el asunto…
-Yo puedo tener mucho tacto - sugiere alzando las cejas sugerentemente, medio en broma, medio en serio.
-Ja! Seguro que sí.
Puede que nunca se canse de provocar esa risa en el moreno. Draco le aguanta la mirada y Nilak carraspea.
Draco decide dar un paso más hacia el otro. Están como siempre, en esa distancia demasiado incómoda para un amigo pero demasiado fría para una pareja.
- Lo he dicho en serio. Podría enseñarte Oclumancia. No es prudente ir por ahí con las barreras mentales tan bajas. Ni te enterarías de que entro dentro de ti. Y hasta puede que lo disfrutes.
-Yo… Necesito una ducha. - dice escapando por la tanjente y encaminándose al baño.
-Que sea fría- susurra Draco, con una sonrisa ldeada. No sabe si lo ha oído porque el otro estaba huyendo a grandes zancadas pero el mensaje ha quedado claro: de esta noche no pasa.
….
Casi 4000 palabras de capítulo! Toma!!! Cada vez los hago más largos pero cada vez se me hacen más cortos. Qué tipo de magia negra es esta? Jajaja
Nessie-sars: gracias por todos tus comentarios! Me hicieron sonreír mucho!! Yo también sufro por Draco. El golpe va a ser descomunal. Suerte tiene Nilak de que no tenga varita. Lo matará con sus propias manos? Ay no sé. Sólo sé que me lo estoy pasando en grande y sufriendo mucho con estos dos.
Cristine Malfoy: a mí también me gusta este Draco. Sigue siendo él pero ha tenido que madurar y cambiar. No es fácil sobreponerse a una guerra que aún está tan reciente….
Quería decir que sin vuestros comentarios no seguiría. A veces siento que a nadie más le interesa. Así que GRACIAS GRACIAS GRACIAS por comentar!! Aunque lo ponga difícil para responder. Aquí seguiremos.
