-Me parecía que tenía que ser suave - confiesa mientras le acaricia delicadamente los mechones de pelo rubio - pero no me imaginaba que tanto.

Draco se estaba quedando dormido mecido por esas manos cálidas y fuertes…

-Mmmhh…

Es todo lo que quiere añadir a su comentario. Bueno no, sí hay algo.

-Un gran halago viniendo de alguien que no se peina desde los noventa.

Draco nota la risa floja del pecho de Nilak contra su cara seguido de una respiración profunda. El pecho subiendo y bajando. Eso también era agradable.

-Idiota. No hay manera de arreglarme el pelo. Es como si estuviera hechizado. Incluso cuando lo corto, al día siguiente lo vuelvo a tener así.

-¿En serio? - Draco levanta levemente la cabeza para mirarlo a los ojos - Eso es digno de estudio. ¿Te lo has hecho mirar?

-No es algo que me haya quitado el sueño. No todos somos pijos presumidos.

-Gracias por el cumplido. Pero seguro que hay alguna loción mágica para arreglar ese nido de pájaros.

Nilak hace un gesto parecido a encogerse de hombros, dando por zanjada la conversación. Pero Draco aún no había acabado. El pelo era un tema muy serio para él. Si Nilak iba a ser su novio (o algo así), algo tendría que hacer con esa cabecita suya.

-¿Sabes la marca Cabello de plata? Gané mi primera pequeña fortuna vendiendo los derechos de uno de sus pociones alisantes - no puede evitar mostrar su sonrisa presuntuosa marca Malfoy -.

-¿En serio?, ¿cuándo fue eso? - dice riéndose y sinceramente interesado.

-Tenía ocho años. Mi padre me abrió una cuenta en Gringotts con el doble del oro que me había dado, de lo orgulloso que estaba por mi hazaña. - Nilak estaba encantado oyendo la historia dramatizada por Draco - Lo que no contarán los Anales de la Historia sobre mí es que también me castigó una semana sin volar en escoba.

-¿Por qué? - pregunta indignado pero riéndose.

-Un pequeño reajuste sin importancia. Durante las pruebas para hacer el suavizante acabé dos días con el pelo verde.

Nilak estaba desternillándose y así estuvieron unos minutos entre lágrimas de risas y sonrisas cómplices que pasaron a ser caricias cariñosas y sensuales.

Llevan ya unos minutos en silencio. Uno de esos silencios pacíficos, cómodos, que solo pueden predecir la calma antes de la tormenta.

-Draco… - Ahí estaba. Ese tono no auguraba nada bueno. El aludido intenta hacerse el dormido para no contestar a lo que sea que venga a continuación. Había muchas posibilidades y ninguna era buena. - No te hagas el dormido. Te he visto dormido lo suficiente como para saber que estás despierto.

Aunque ha sonado un tanto acusador, Nilak está como acariciando las palabras. Intenta ser sutil.

-¿Por qué no te quitas la camisa? - ¡Bum! Ahí estaba, sin anestesia - ¿Es por la Marca? - pregunta entre seguro y dubitativo, ese punto intermedio que caracteriza al moreno.

-Diez puntos para Griffyndor. - suelta con cierta acidez.

Ya le había explicado sobre las casas de Hogwarts y su sistema de puntos así que podía entender la broma.

Vuelve a hacerse el silencio entre ellos. Esta vez algo más incómodo. Ninguno se mueve. Permanecen en la misma posición.

No es que esperase que Nilak no lo notase pero hubiera preferido evitar la conversación algo más. Hasta la segunda noche, por lo menos.

-No me molesta.

Ahora sus palabras no concuerdan con su tono, más duro que antes. A Draco se le empieza a cerrar el estómago y hace el gesto de erguirse. Nilak lo imita quedándose ambos sentados sobre la cama uno frente al otro. Draco observa las sábanas húmedas y removidas de hace solo un rato, cuando el mundo parecía haberse ordenado, cuando había creído, por un instante, que era posible.

-Es imposible que no te moleste. No es como si fuera un tatuaje inofensivo.

-Lo es. La guerra ha acabado. Ya no estás en su bando. En realidad, ya no hay bandos. Solo personas.

Draco sigue con la vista fija en esas sábanas. La Marca empieza a quemarle como hacía meses que no le quemaba. Ojalá pudiera borrarla. O borrar el sentimiento que le provocaba. Su mayor error y a la vez lo mejor que podía hacer para salvar a su madre. Era imposible que Nilak entendiera todo eso. Lo que había tenido que hacer para sobrevivir, para proteger a su familia.

Nilak le coge con suavidad por la barbilla para levantársela.

-Draco, mírame… Hay algo que quiero decirte…

-No, -responde con brusquedad - tú no lo entiendes. No entiendes lo que significa para mí esta Marca. Lo que me ha hecho sufrir. Lo que nos ha hecho sufrir a toda mi familia. Por culpa de ese… bastardo inútil lo hemos perdido todo. - hace una pausa, colo recordando cada una de las cosas que implica ese "todo". No sabía por qué pero ver la compasión en esos ojos verdes que no paraban de mirarlo como si fuera lo más importante del mundo lo estaba destrozando por dentro - Tú no lo entiendes…

-Pues explícamelo. Quiero entenderlo, Draco. Quiero saberlo todo de ti, hasta el más mínimo detalle. Sé que no eres perfecto. Yo tampoco. Pero me gustas. De verdad que no sé cómo ha pasado - hace un suspiro rápido, mirando al techo - y Dios sabe que lo he intentado pero me gustas mucho, demasiado incluso.

En algún punto de la confesión, han acabado erguidos y con las manos entrelazadas.

Nilak abre la boca para decir algo pero duda y la cierra. Draco está aún analizando todo lo que le está diciendo Nilak. Si le hubieran lanzado un Petrificus no se habría quedado más pillado. Eso era una declaración en toda regla y Draco no tenía ni idea de qué hacer con todos esos sentimientos que lo lanzaban al aire para después dejarlo caer en picado. Era una locura.

-Yo… ya sabía quién eras cuando llegaste aquí. Sabía qué habías hecho y lo que decían de ti. Pero no te conocía de verdad. Gracias a que llegaste aquí, tomando todas las decisiones que tomaste, pude ver más que eso - le coge con la mano el antebrazo, acariciando suavemente con el pulgar, por encima de la camisa, justo donde está la calavera, y añade - Por eso, no me importa lo que hayas hecho en el pasado. Estás aquí, conmigo. Si supieras… - se muerde el labio - No me importa tu Marca, de verdad.

Esta vez había sonado más sincero, menos forzado. Vaya una escenita acababan de montar. Una parte de él quería creerle, de verdad que sí. Pero todo su ser le gritaba que era imposible, que algo fallaba en esa ecuación. Que ni en mil años él podría tener aquello que Nilak le estaba ofreciendo en bandeja. Uno no se convertía en un ser confiado después de vivir lo que él había vivido, más bien al contrario. Y cuanto más se acercaban, más crecían sus miedos y su sentido de supervivencia. Pero no podía decirle todo eso a Nilak. No después de haber compartido saliva, cama y pesadillas. No cuando él le acababa de abrir el corazón. O algo así.

Por eso hace lo único que puede y quiere hacer en ese momento: sellar esos labios que ya han hablado demasiado, que aún tienen el regusto al alcohol de hace unas horas, que ya no se distingue en esa boca el sabor de Draco y el propio de Nilak. Y se entrega a ellos como nunca se ha entregado a nadie. Al menos eso sí puede hacerlo. Puede hacerle creer que es posible. Hasta él se lo cree. Y hace el amago de quitarse la camisa, gesto que Nilak secunda con pasión y responde mordiéndole el labio inferior, algo más fuerte que las veces anteriores, más posesivo.

-Olvida lo de que no eras perfecto. Lo retiro. Tus manos, tu cuerpo, tu pelo… todo tú eres perfecto, Draco.

Definitivamente, eso le gustaba. Nilak era capaz de follarle el cuerpo y el alma y Draco lo iba a disfrutar hasta el último momento que fuera posible.

-Tú tampoco estás mal. - consigue balbucear. Su tono tampoco concuerda con sus palabras.

Ambos frenan un poco la intensidad de las caricias, acoplándose a un ritmo más pausado. Esta vez quieren hacerlo durar.

-¿Tienes la habilidad de decir siempre lo contrario a lo que piensas? - le pregunta mientras le acaricia el suave mentón del rubio.

-A veces soy sincero. Por ejemplo, si te digo que quería manosear tu culo prieto desde que lo vi subido a mi tejado, ¿te lo crees?

-¿No? - pregunta incrédulo- ¿En serio? ¿Incluso antes de saber que era mago?

-Digamos que venía de una época de sequía importante. Tanto como para dejar pasar ese pequeño detalle. Aunque reconozco que tu permanente corriente mágica me la ha puesto dura más de una vez.

¿Qué estaba diciendo Draco? Iba a dejar de exponerse de esa manera ya. Por más agradable que resultase la reacción emocional y física de Nilak.

-Draco, quiero que me folles y quiero follarte. Pero nunca he sido el pasivo y, por lo que me has dicho, tú nunca has sido el top. ¿Qué te parece si empezamos en territorio conocido? Te prometo que iré con mucho cuidado. Haré que lo disfrutes, te lo aseguro. - Draco puede notar el anhelo en los ojos de Nilak. El mismo que el suyo propio.

-Me parece lo más sensato que he oído en años - había conseguido no decir que lo estaba deseando. Por poco.

Seguían sentados en la cama, aunque ahora eran un enredo de piernas unas encima de otras. Draco, que era un poco más bajito y más delgado, estaba sentado a horcajadas sobre Nilak que, en ese momento, lo levanta con facilidad y lo tumba sobre la cama poniéndose encima frente a frente. Se están mirando fijamente a los ojos, diciéndose más de lo que eran capaces de articular con palabras. Draco perdido en un oasis verde brillante, Nilak bebiéndose ese océano plateado que le daba significado a todo.

Había tanto por decir y tanto por callar…

-Si quieres que pare en cualquier momento, sólo dilo. De verdad. - le ruega mientras acaricia su mejilla.

Draco se remueve como respuesta, haciendo notar su semierección al otro. Listo para la acción.

-Lo digo en serio, Draco. Pararé si quieres que pare.

-Vale. Lo capto. Pero ahora mismo no quiero que pares. Quiero que empieces.

Nilak le da un último beso profundo antes de sonreírle con picardía. Empieza un circuito descendente con la boca. Era un buen principio, desde luego que sí.

Nilak se entretiene unos momentos tortuosos en los pezones del rubio, pues había descubierto ese punto sensible en el anterior revolcón, cuando Draco había gemido más fuerte de lo normal, entregado a la causa. Como ahora, exactamente.

El moreno parece suficiente satisfecho y Draco suficiente extasiado y este empieza a lamerle las ingles, acercándose a la zona de la endurecida polla pero sin rozarla. Eso era nuevo y muy excitante.

De repente, Draco nota un giro de muñeca de Nilak entre sus nalgas. Ha pronunciado un hechizo sin varita que lo ha dejado todo húmedo. El muy cabrón tenía un as en la manga como ese. Hacer magia sin varita, excitado y para prepararlo… Joder, ¿se podía ser más… más…? No tiene adjetivos ahora mismo para calificarlo. Da igual. No era momento para la retórica.

Draco había decidido disfrutarlo. Y por eso dejaba ir todos los gemidos que su cuerpo necesitaba y más al sentir cómo conseguían aumentar la excitación de Nilak que no cejaba en su empeño dándole placer, chupándosela con una succión deliciosamente perfecta.

En algún momento su culo había empezado a palpitar de puro deseo. Necesitaba más contacto, pasar al siguiente nivel. Estaba a punto de hacérselo saber a Nilak cuando nota una intrusión en él.

Merlín, piensa. Es la primera vez que está así con alguien. Y que sea Nilak el primero le parece estupendo. Porque encajan a la perfección. Porque tiene experiencia. Porque está demostrando ser un amante entregado y detallista. Porque, sencillamente, es él el que tenía que ser.

Nunca hubiera imaginado que su primera vez sería así. Era mejor de lo que se esperaba.

Y con ese pensamiento irrumpe un segundo dedo que lo sorprende y duele por un instante. Draco se contrae instintivamente.

Nilak hace el gesto de apartar la mano pero Draco es más rápido y lo atrapa con la suya por la muñeca, reteniéndolo.

-Ni se te ocurra. Sigue. - gruñe más que pronuncia.

-¿Seguro? - Nilak estaba hablando con la boca llena. Habría sido gracioso si no fuera porque la vibración de la voz había sacudido a Draco desde su polla hasta la punta de los dedos de los pies, pasando por su culo, que se había abierto por sí solo.

Nilak no había perdido detalle y había aprovechado el momento para tantear el tercer dedo.

-¿Estás bien? - Ahora sí había hablado como una persona normal, aunque sin descuidar su erección, que masajeaba suavemente de arriba abajo, manteniendo a Draco entre el cielo y la agonía.

-Sí, hazlo ya.

-¿No te he dicho antes que conozco tu obsesión por decir lo contrario de lo que piensas?

-Te aseguro que ahora mismo no puedo ser más sincero. Me estás torturando, Nilak.

-No me llames Nilak. Por favor… - Una petición un tanto extraña, dado que era su nombre. Pero no iba a entrar ahora a discutir sobre gustos sexuales. - Ven - Nilak le coloca un cojín cuya existencia Draco desconocía hasta ese momento - Ponte esto debajo. Estarás más cómodo.

¿Ves? Lo dicho, le había tocado en suerte el mago más apasionado y cuidadoso del mundo. No iba a quejarse. Era cierto que estaba cómodo, aunque con Nilak era demasiado fácil.

El reajuste no había durado mucho. Ahora Nilak volvía a estar frente a Draco, sosteniéndole la mirada mientras seguía atendiendo su entrepierna. Draco quería hacer algo también. No iba a ser Nilak el único con algún truco escondido y, con un movimiento instintivo, había entrelazado sus piernas por encima de la espalda morena del otro, acoplando sus cuerpos a través de su sexo.

Como si lo hubieran ensayado, Nilak empieza a moverse, restregándose por toda la zona sensible de Draco. Ambos estaban boqueando de pura anticipación.

-Draco…

-Sí, vamos. No me hagas rogar. Te quiero dentro y te quiero ya.

Nilak parece haberse quedado aturdido un segundo, seguramente por el doble sentido de las palabras de Draco, que no había sido consciente ni de pronunciarlas, tan perdido que estaba entre sollozos de puro placer. Pero se recompone rápido y presenta la punta en la entrada de Draco. Es el momento de la verdad.

La primera embestida es suave y Draco nota como se empieza a introducir, aún de manera agradable. Se mueve para sentir más de eso.

-Me estás matando…

Era increíble el poder que tenían las palabras durante el sexo. Eran mágicas. Hacían que todo funcionase mejor y que las dudas y los miedos desaparecieran.

La tercera y cuarta embestida fueron bien. A partir de la quinta Draco estaba perdiendo la cuenta y los famosos pinchazos habían hecho acto de presencia. Pero aún podía manejarlo.

Por puro instinto se contrae un poco y Nilak lo nota.

-¿Paro?

-No, bésame, - lo atrae hacia él - y dame más - le susurra al oído, mordiéndole el lóbulo.

Nilak no tarda en obedecer la orden, ni la Imperius era tan efectiva. Sobre todo, porque Nilak se estaba entregando con toda su artillería, ya casi completamente dentro.

-Necesito moverme. Te dolerá al principio pero…

-Me sé la teoría, profe. No hace falta que me des lecciones.

-No pretendía…

El tono de Draco había sido quizá demasiado seco, intentaba manejar el dolor y no se había dado cuenta. Nilak ahora debía sentirse como la mierda. Joder. No iba a estropear el momento.

-Eh, ven. Lo siento. Me está gustando mucho. Solo que es la primera vez y… aún me estoy acostumbrando. Pero muévete, por favor.

-Iré despacio.

Y dicho y hecho. Pocos minutos después era Draco quien lo estaba incentivando para ir más rápido. Por fin se había relajado lo suficiente como para disfrutarlo. Nilak también parecía estar perdido en su propio placer.

Draco lo estaba disfrutando pero no sabía si sería capaz de correrse solo con eso. Sobre todo, teniendo en cuenta que ya se había corrido un par de veces esa noche. La primera había sido una mamada rápida, la segunda se habían corrido rozándose como adolescentes. Esta era la tercera y sin duda la mejor hasta ahora.

Esperaba que fuesen muchas más. Quería más noches como esa. Quería más pelis y palomitas con él. Quería saber que se sentía a hundirse dentro de otra persona, y penetrarlo hasta el fondo, como lo estaba haciendo ahora Nilak con él.

En algún momento el moreno había empezado a masturbarlo y le estaba haciendo enloquecer.

-Más… más fuerte…

-Draco, estoy a punto…

-Un poco más, por favor. Yo también…

En ese momento Nilak se había movido y había encontrado el punto glorioso de la puerta de atrás.

-Oh, Merlín! Sí!

Pocos segundos después Draco se estaba corriendo y Nilak gritaba algo mientras también se derramaba dentro de él. Joder, ¡qué morbo! Nota mental: Draco, eres un marrano porque te gusta notar el semen en tu culo.

Qué bien se sentía. No había manera de describirlo. Había sido su primera vez. Y si esa había sido la primera, no quería pensar en las demás. Nilak era muy buena pieza. Encajaban perfectamente, nunca mejor dicho.

-Esto… Lo siento. - Nilak rompe la burbuja en la que se había metido Draco.

Alza una ceja, escéptico, aunque le cuesta horrores con lo cansado que está.

-¿Por qué? Creo que ya iba siendo hora de desvirgarme…

-No, idiota. Porque creo que no he encontrado ese punto. Ya sabes.

-Tranquilo, te dejaré practicar más veces. - Draco hace una pausa dramática - ¡Pero esta noche no! - grita exagerando.

La risa de Nilak invade la habitación y atraviesa el pecho de Draco, dejándole una sensación calentita.

-Qué majo eres, oye.

-Todo candor. Ese soy yo.

-Ya lo creo. - responde Nilak levantándose ligeramente para coger su varita. Hechizo de limpieza. El mejor invento del mundo. El mago que lo creó sabía lo que se hacía. Te dejaba una sensación agradable y fresca en aquellas zonas íntimas que habían recibido mucha atención.

Nilak parece tan cansado como Draco y ahora es él quien se acurruca en los brazos del rubio, en la posición más íntima que han compartido hasta ahora. Siente el cuerpo relajado de Nilak sobre él, su respiración acompasándose a un ritmo superficial y periódico.

Draco se queda dormido poco después, mecido por los ruiditos de Nilak en sueños.

….

La estampa era tierna y bonita. Un chico moreno abrazado a otro con la piel demasiado blanca y el pelo imposiblemente platinado. Nilak descansa sobre su pecho cuando Draco abre un momento los ojos, con la modorra del sueño de madrugada. Aún no ha amanecido y se deja mecer por la soledad de los pensamientos nocturnos.

Puede ver a su amante gracias a un reflejo de luz que se cuela por la ventana y le ilumina el rostro. Los párpados relajados, las pestañas largas y extendidas, los labios húmedos, tentadores, y un poco abiertos. Lo ve guapo, tranquilo, suyo. Una sombra le crea una marca extraña en la frente. Visto así, se parece tanto a Harry Potter que incluso dicha sombra le recuerda a la famosa cicatriz. Esa idea le hace gracia y lo remueve por dentro. ¿Él, Draco Malfoy, en la cama con Harry Potter? Nilak se remueve y arruga el rostro, como si le hubiera escuchado y respondiese disconforme. Pero en dos segundos recupera la calma característica de la persona que está teniendo un sueño reparador, que se encuentra a gusto, a salvo. Draco se mantiene muy quieto, para no despertarlo.

Harry y Draco, juntos. Esa idea suena tan absurda como imposible y se le dibuja una sonrisa triste.

Porque, quizá, donde sea que se encuentre ahora, Harry Potter se siente tan roto y perdido como él.

Y quizá, sólo quizá, si las cosas hubieran sido diferentes, si él no hubiera sido tan rencoroso, podrían haber sido amigos.

Entonces, quizá Draco habría tenido la oportunidad de escoger otro camino. De evitar la Marca. De lograr que su padre no pasase el resto de sus días en el Infierno. De salvar a su madre de la muerte en vida que sufre.

Draco se permite llorar después de meses sin hacerlo. Un par de lágrimas silenciosas que se esconden detrás de sendas orejas y le hace cosquillas. Llora por él, por su familia, por tanto dolor.

Y también por Harry, por entenderlo demasiado bien, aunque él jamás llegue a saberlo.

….