-¿Sabes que me pone a cien que puedas mantener el hechizo para calentar la habitación y hacer otros y todo eso sin varita y sin despeinarte? O quizá debería decir sin peinarte. Tu pelo parece ahora mismo un perfecto nido de cacatúa.
-Eh, ¿gracias? Admiro tu habilidad de halagar e insultar al mismo tiempo.
-Es algo natural, no intentes imitarme.
Ambos se ponen a reír tumbados en la cama, con la luz y el calor de la chimenea de fondo y las sábanas hechas jirones. Así llevaban dos días (¡y qué dos días!) con sus dos noches. Habían salido de la cabaña lo justo y necesario para compartir regalos con los demás, como habían quedado. Sialuk y Seth le habían regalado un teléfono móvil a Draco, como si fuera a rebajarse a utilizar más cachibaches muggles de los necesarios ¡Ilusos ellos! Que ahora viviese entre muggles no significaba que fuera uno de ellos. Sin embargo, agradeció el detalle. Sería un bonito recuerdo como pisapapeles. Draco le había regalado a Nilak una cazadora mágica, gracias a la compra por catálogo y un colgante con una lágrima negra con la que podías avisar a otro mago en caso de encontrarte en peligro simplemente diciendo su nombre. Draco había desarrollado una cierta paranoia con Nilak, pensaba que tarde o temprano descubrirían dónde se escondía y lo usarían como señuelo para llegar a él. No se lo había contado a él, por supuesto. Sin embargo, el regalo de Nilak había superado con creces sus expectativas. Una escoba. Pero aquello hubiera sido una broma con poca gracia si no fuera porque Nilak sabía que Draco no podía hacer magia, por ende, no podía volar en escoba sin ser detectado automáticamente por el Ministerio de Magia Británico, por lo que no era una escoba cualquiera. El moreno se las había ingeniado para que esta estuviera hechizada de tal manera que fuera indetectable, es decir, que Draco podía usarla sin ser enviado a Azkaban al momento. Aquello sí era un regalazo. Ni la primera escoba que le compraron sus padres con seis años le había hecho tanta ilusión.
Tras aquello, se habían encargado de fingir un dramático resfriado muy muy contagioso que les impedía irremediablemente ir a trabajar. Seth y Sialuk no se habían creído ninguna de sus actuaciones, por supuesto, pero habían hecho la vista gorda. Solo Seth le dijo a Nilak, por lo bajito, que más les valía estar listos y sanos (ejem) para la boda de Sialuk. Puesto que habían pasado 48h desde entonces, sólo tenían unas horitas más que debían invertir en dormir un poco, para estar decentes el día señalado.
Menos mal, a todo esto, que existían los hechizos de limpieza porque Draco no tenía tantos juegos de sábanas limpias. No había previsto ese uso intensivo. Y eso que se consideraba una persona de lo más pulcra. Crecer entre lujos exige el mismo nivel de higiene. Pero, en ese momento, Draco no puede prestar atención a esos detalles, pues Nilak está jugando con el lóbulo de su oreja, dejando mordisquitos y lengüetazos aquí y allá, lo que le está provocando escalofríos y una semierección.
-¿Sabes? También llevo un hechizo encima para no llevar gafas - dice dejando besitos poco inocentes por su piel.
-Mmmh... – suena como un ronroneo - ¿En serio? Me gustaría verte algún día con ellas. Seguro que estás de lo más interesante.
-Interesante seguro que sería - Nilak lo mira algo serio, fijamente a los ojos. El silencio solo se ve roto por las caricias de Draco en la espalda del otro, que sigue encima suyo, mirándolo intensamente. Draco empieza a preocuparse - No puedo perderte. – suelta a bocajarro.
No sabe a qué ha venido eso. Quizá esté pensando en sus enemigos, en la lista demasiado larga de gente que quiere verlo muerto, torturado o ambas. Nilak a veces se ponía dramático cual damisela.
-No es tan fácil deshacerse de mí, bomboncito.
-¿Bomboncito? - se carcajea - Esa palabra ha hecho que pierda media erección.
-Veremos qué puedo hacer al respecto - dice moviéndose un poco para alcanzar con la palma de su mano toda la extensión de Nilak, que se ha retorcido y ha soltado un gemido ante la intrusión directa. Draco empieza a masajearle la zona mientras disfruta oyendo el ronroneo de Nilak.
Cuando llevan unos minutos así, el bomboncito ya ha dejado los murmullos para pasar a sollozos de placer.
-¿Qué opinas ahora del apelativo, bomboncito?
Nilak abre un poco los ojos y le devuelve a Draco una media sonrisa, pero está demasiado ocupado retrasando el orgasmo.
-Ahora... Puedes llamarme... Oh, Merlín... Como quieras...
-Eso está mejor - le susurra en la oreja, provocando que todo el cuerpo del otro se arquee.
-Oh, Draco... Dios... - esas son las últimas palabras de Nilak antes de caer exhausto. Parece que pueda dormirse en dos segundos. Draco estaría igual si no fuera por la dureza de su entrepierna.
Nilak abre los ojos y lo secuestra con sus brazos. Draco no puede evitar restregarse un poco.
-Dame un minuto y te devuelvo el favor.
-No sabía que estuviéramos intercambiando favores.
La ceja alzada de Draco dice más que esas palabras. Es algo que quería aclarar en algún momento. Parecía que había algo intenso entre ellos, pero quería saber si también era fuerte, si Nilak estaba dispuesto a comprometerse como él.
Pero la charla iba a tener que esperar porque Nilak lo había vuelto a tumbar, acomodándolo con cariño sobre unos cojines para que estuviera cómodo y se estaba poniendo manos a la obra. O boca a la obra, mejor dicho. Y Draco estaba perdiendo el hilo de sus pensamientos por momentos. Solo podía pensar en calor, sudor, piel y en esos labios que lo estaban succionando como si de un dementor se tratase. En plan bien, por supuesto.
-No aguantaré mucho si... Oh, por Merlín... Eso... Si haces eso, quería decir.
Nilak deja su trabajo oral pero sin descuidarlo, usando la mano que le acariciaba segundos antes las pelotas.
-¿Quieres que vaya más lento?
-Si fuera por mí, podrías estar toda la vida así, pero no, lo estás haciendo genial.
-Si aún puedes hablar, tendré que esforzarme más.
Habían entrado en un estúpido juego que consistía en competir picarse el uno al otro para ver quién resultaba mejor amante, quedando en un deportivo empate debido a que, la mayoría de ocasiones, ambos acababan demasiado exhaustos para seguir con la farsa.
Poco tardó Draco en darse cuenta de que sus palabras no habían sido en vano. Se había implicado con todo el arsenal, usando ambas manos y la boca. Cuando empezaba a rozar su entrada con un dedo gratamente lubricado, Draco se catapultó al orgasmo. Ni todo el oro del mundo podría hacerlo sentir más feliz de lo que se siente ahora mismo. De nuevo, intenta ahuyentar las nubes de su cabeza que le recuerdan que no puede ser que todo vaya tan bien. No resulta difícil porque se está quedando dormido por momentos.
-Ven aquí y apaga la luz.
Nilak se ríe por lo bajo. Hace un Accio varita para limpiarlos rápidamente con un hechizo y lanza otro para apagar la luz mientras se acurruca con el cuerpo de Draco.
-¿Sabes que eres un mandón? - pero su sonrisa sigue ahí, aunque no pueda verla.
-No eres la primera persona que lo dice.
Nilak empieza a acariciarle el pelo. Draco intenta hacer lo propio en la espalda del otro pero ni la mano le responde de lo agotado que está.
-Déjame dormir. Mañana no quiero parecer una banshee.
Nilak suelta un medio suspiro de satisfacción mezclado con una risa cansada.
-Buenas noches, Draco.
Pocas horas después aparece un Draco recién duchado, aseado, peinado y con un simple traje que le queda como un guante. Por supuesto, está frente al espejo observando su esbelta figura y el porte elegante que tiene. Solo le falta hacerse el nudo de la corbata. Suerte que el novio se parece a él y estará igual de deslumbrante porque, si no fuera así, lo eclipsaría. Draco se había ocupado de escoger su atuendo y todos los detalles para que eso no ocurriese. Sería de una mala educación espantosa.
Nilak aparece por detrás, también recién duchado, pero en calzoncillos, despeinado y desgarbado. Cómo se podía estar terriblemente sexy así era un misterio que Draco aún no había logrado descubrir. Esos músculos, esa piel tersa y morena y esa seguridad que emanaba de todo él seguro que tenían mucho que ver.
Se miran a través del espejo, Draco con la sonrisa más vanidosa y Nilak con la mirada más arrobada de sus respectivos repertorios.
-Estás increíble...
-¿Te sorprende? – bromea.
Nilak suelta una risita mientras el otro se acerca para abrazarlo por detrás.
-Vas a arrugarme el traje. – reniega intentando sonar serio, sin mucho éxito. En realidad daba igual, Nilak podía dejarlo de nuevo reluciente con un golpe de varita. Era pura formalidad.
-¿Qué? - Pregunta escondiendo el rostro entre el cuello y el hombro de Draco, fingiendo que no lo ha oído. – Me encanta tu olor...
-¿Me estás olisqueando como un perro? - La burla queda en saco roto porque la verdad es que le está haciendo cosquillas con la barbilla recién afeitada y el aliento detrás de la oreja. Justo en esa zona tan sensible que parece que Nilak ha descubierto. Aunque para Draco también ha sido un descubrimiento. Su polla da un salto sin querer.
-Yo seré un perro pero tú estás ronroneando como un gatito.
Draco intenta zafarse haciéndose el ofendido pero sin demasiado esfuerzo. Nilak lo agarra rápidamente de las muñecas y le sube los brazos, al tiempo que le da media vuelta, quedando a su disposición, frente a él.
-Mmmmh... - susurra apreciativamente mientras repasa la imagen de su amante de cabeza hasta la cintura.
-¿Te gusta lo que ves? - resalta Draco poniendo su cara más seductora y acercándose más, hasta rozarse, para que Nilak note el bulto que acaba de provocar. Draco se sorprende al palpar que el moreno está peor que él.
-Me encanta lo que veo. Y pienso borrarte esa cara de arrogante a lametones.
-Pues tu varita va a tener que esperar. Vamos a llegar tarde. – Nilak lo mira haciendo un puchero – Y no queremos llegar tarde a la boda de nuestra dulce y querida Sialuk, que debe de hacer solo un par de horas que se ha enterado que se casa.
El plan era que solo las chicas despertaran de sorpresa a la novia para prepararla. Al principio a Draco le había fastidiado un poco, pues quería ver la reacción de la chica, pero le habían asegurado que iban a inmortalizar el momento con uno de esos artilugios muggles, el fantástico teléfono móvil.
Además, la cara de lujuria que tenía Nilak ahora mismo bien valía la pena. La boda iba a tener que esperar un poco más, piensa, mientras empiezan a besarse. Al principio de manera casta pero Nilak no tarda en tirársele encima haciendo que ambos caigan sobre la cama con precisión. Draco dedica un instante a lamentar que sí, se le acababa de arruinar el esmoquin.
-Gírate.
Draco duda un segundo. No le molesta seguir instrucciones sexuales de Nilak pero no quiere que lo empalen sin miramientos.
Nilak se le acerca a la oreja y deja un mordisquito húmedo en el lóbulo.
-Te va a gustar, te lo prometo.
Ese susurro sí va directo a su entrepierna y parece como un resorte que le hace darse media vuelta al momento. Nilak lo desviste de cintura para abajo en cuestión de segundos y le agarra de las nalgas con determinación. Al sentirse así de expuesto... De repente, Draco es demasiado consciente de lo que va a hacer. No era lo que se esperaba. Tenía curiosidad, sin duda, y creía estar limpio para la ocasión, pero igualmente, en ese momento, le daba cierto corte.
Ladea la cabeza, mirando a Nilak, para asegurarse. Pero antes de poder decir nada, una lengua muy muy suave le recorre de arriba abajo.
-¡Por las barbas de Merlín! - grita Draco, con los ojos muy abiertos y una voz más aguda de lo normal. Nilak sigue trabajando, moviendo esa lengua descarada por toda la zona, sin dar tregua a Draco - ¿Estás... Nilak... seguro... Merlín... Por favor...?
-Estás adorable cuando balbuceas.
¿Le ha dicho adorable mientras se lo está follando con la lengua? Draco ha notado la vibración de su voz entre sus piernas y casi se ha corrido. Porque Nilak no se contenta solo con la zona anal, le está haciendo un repaso a todo el perineo y a sus pelotas. Había que reconocer que el chico era un amante entregado y apasionado. A estas alturas, iba a dejarse de remilgos y disfrutar.
Un roce del pulgar sobre su entrada es señal suficiente para que Draco arquee su espalda, pidiendo más. Más contacto, más de esa lengua y esos dedos que lo están llevando al límite.
Tiene que recordar todas las enfermedades infecciosas que conoce por orden alfabético para mantener el orgasmo a raya. Es consciente de que está gimiendo como un animal pero a esas alturas poco le importa y parece que a Nilak, sus incoherencias lingüísticas le están poniendo bastante, a juzgar por lo que atisba a ver por el rabillo del ojo.
...
Ahora sí, poco más de una hora después, se aparecen en el callejón trasero de Lemmini. Comparten una mirada cómplice y se alisan el traje el uno al otro.
-Vamos allá. – anima Draco, más entusiasmado de lo que quiere transmitir.
...
La boda ha sido perfecta.
A los hombres nos ha tocado colocar el altar tallado en madera con rosas malvas engarzadas, que se alzaba en medio de la nieve frente a un camino cubierto de pétalos del mismo color. Sialuk ha aparecido con una capa increíble, de color blanco marfil, con capucha, y de una tela con una caída que resbalaba por sus hombros y ondeaba como si estuviera encantada. Por dentro estaba cubierta de pelo, parece tan calentita que daban ganas de envolverse en ella y no soltarla. Parecía una princesa de las nieves.
La ceremonia ha sido interesante, diferente al rito de Unión Mágica. Bonito, aunque menos espectacular. La mirada de amor infinito que se profesaban es algo que no se ve todos los días. Sialuk, además de preciosa, ha sido una anfitriona de lujo.
El bar había quedado de lo más vistoso y elegante. Guirnaldas de luces, farolillos anaranjados y el ambiente navideño por todas partes. Será una Navidad que no olvidarán jamás, eso seguro.
El pastel había sido finalmente de frutos secos y arándanos morados, lo que suponía una tragedia para Draco. La nata estaba buena, pero a la tarta le faltaba un ingrediente básico e importantísimo: chocolate. Nilak le pasa una barrita de Twix por debajo de la mesa, como si le hubiera leído la mente. No podía ser tan atento y observador.
Ya le estaba costando quitarle los ojos de encima, con ese esmoquin con detalles de terciopelo negros que daban ganas de acariciar constantemente. Lo acompañaba con una camisa un par de tonos más oscuro y una pajarita marfil con una filigrana del de antelina. Iba guapísimo. Era evidente que Nilak había conseguido ayuda de alguien para vestirse, no de él, porque no se lo había pedido, lo cual le hubiera dolido en el orgullo si no hubiera sido por la carita que había puesto al preguntarle ¿te gusta?. Draco se había ablandado muchísimo en esos meses, sin duda, pues había caído cual pececillo en la trampa de esos ojos ilusionados y le había dicho que estaba casi tan guapo como él.
Por eso ahora mismo necesitaba respirar un poco de aire fresco que le enfriase las ideas. Se escabulle con un "ahora vuelvo" hacia una zona oscura del jardín. Todo está nevado, pero, a estas alturas, ya se ha acostumbrado al clima de Alaska.
Le da vueltas al anillo familiar. Lo hace siempre que se siente ansioso o triste, como ahora. Por más que su padre hubiera intentado quitarle ese vicio, había sido en vano. Es un signo de debilidad, decía. Pero ahora no está para darle lecciones. Ni para indicarle qué camino seguir. En parte era una alivio, en parte se sentía perdido. ¿Qué diría su padre si supiera dónde estaba?, ¿qué diría su madre sobre Nilak?
En Inovik podía ser él mismo. Había hecho amigos y el destino le había servido en bandeja a un apuesto moreno de ojos verdes que besaba de maravilla. Pero aquello era una tapadera. En ocasiones, se sentía un impostor en su propia piel. Su vida real estaba en Inglaterra, en Malfoy manor, entre mortífagos (y con su madre, claro). Sabía que ella quería limpiar el apellido familiar y él quería cumplir ese deseo (con la esperanza de que no lo matasen por el camino, a poder ser). Cada día, especialmente desde que había estado con Nilak, tenía más claro que debía volver. Había sido bonito, pero no era para él. Su sitio no estaba ahí. Y cómo cuadraba Nilak en todo ese asunto era un rompecabezas del que aún no había encontrado una solución. Sólo había dos opciones: o le contaba toda la verdad (y que no se asustase y se largara, que también era una posibilidad) o lo abandonaba. Arriesgarse o marcharse. Y no era capaz de tomar una decisión.
-Draco, ¿va todo bien? – Aparece el aludido.
-Sí, solo quería tomar un poco el aire. – Nilak lo mira con una interrogación silenciosa- Estaba pensando.
-¿Quieres hablar?
Draco agacha la cabeza y la apoya en el pecho de Nilak, que se ha puesto a su lado. Este le agarra de la mano instintivamente, con ternura. Draco aún necesita un par de suspiros antes de hablar.
La música de fondo del bar se para y alguien anuncia el inicio del baile nupcial. Los novios van a iniciarlo con una canción especial para ellos. Whatever you will go de The calling. Draco la ha escuchado en el bar mil veces. Y ha visto otras mil veces cómo Seth y Sialuk se la cantaban (o más bien se la gritaban) el uno al otro. Muy apropiada para la ocasión, piensa.
-¿Quieres bailar?
-Ya te he visto bailar. En el concierto, ¿recuerdos? Y esos movimientos espasmódicos pueden enviar a alguien al hospital.
-Eres un encanto. – suelta con ironía mientras bufa – Se me da mejor bailar lento -le pasa el brazo por debajo de la cintura y lo aprieta contra él - y pegados.
-¿Vas a llevarme tú? – pregunta con sorna.
-Si seguimos aquí hablando ni bailaremos ni veremos el primer baile de los novios.
Draco se encoge de hombros y se deja guiar hasta el interior del local. Han apagado las luces y solo están encendidos los farolillos. La música lo envuelve todo y parece realmente mágico. Los recién casados están en su burbuja particular, diciéndose todo lo que se aman en el más absoluto silencio. Sobran las palabras cuando dos personas se quieren así.
Hay más parejas que han empezado a bailar alrededor, así que ellos no llaman la atención. Todo son amigos o desconocidos y nadie se sorprende de verlos juntos. Draco ha estado un poco en tensión toda la boda al estar rodeada de gente que no conocía, desconfiado por naturaleza (y por costumbre), aunque ahora que lo envolvía la magia de Nilak se sentía más seguro. Era un alivio. Había perdido la práctica en eso de estar constantemente alerta. Aunque sus barreras seguían siendo igual de impenetrables. Ese siempre era un buen truco.
Nilak tenía razón. Bailar lento se le daba algo mejor, pero ya era hora de que Draco sacase todos esos años de lecciones de baile a relucir. En un cambio de ritmo, sin que Nilak tuviera tiempo a reaccionar, cambia las tornas con él y ahora es Draco quien lleva el baile. Al principio Nilak trastabillea un poco con los pies. Draco le da tiempo y espacio para que vuelva al tempo correcto y vuelven a acoplarse.
-Ahora vamos a bailar de verdad.
-¿Y cómo llamas a lo que estábamos haciendo hasta ahora?
-Me estabas meciendo al ritmo de la música, como si quisieras dormir a un niño. En un baile hay que ser más pasional, los movimientos más firmes, los pies más ligeros.
-No sabía que fueras profesor de baile.
-Hay muchas cosas que aún no sabes de mí.
Nilak va a abrir la boca cuando los interrumpe Naaja, visiblemente azorada.
-Siqiniq, una llamada – hace una pausa para coger aire - Del doctor ese inglés. Tiene noticias sobre tu madre. No me ha querido decir nada más.
Le ha empezado a dar vueltas la cabeza pero se recompone rápido. Mira a Nilak con una súplica velada. Nilak reacciona al instante.
-Te llevo. Vamos a buscar un sitio para aparecernos.
...
Hasta aquí la parte más sexual del fanfic (de momento). En el capítulo 19 veremos por fin a Narcissa en acción. Un encuentro madre-hijo muy muy esperado. Y una sorpresa final que desestabilizará a Draco por completo...
