Ni la historia ni los personajes me pertenecen.

Capítulo 11

Habían pasado años desde que besó a alguien. En ese entonces, era sólo una adolescente, antes de Danzo y antes de aceptar el Contrato. Había olvidado cuánto placer podía traer un beso, pero no recordaba nunca antes haber sido besada así.

Sasuke reclamó sus labios como si estuviera reclamando su alma. La posibilidad de que ya lo hubiera hecho le debería haber servido como una advertencia calamitosa, pero se encontraba demasiado inmersa en los sentimientos que Sasuke estaba explotando en ella. Sus labios eran demandantes, y cuando tiró de su labio inferior con los dientes, le cedió el paso. El beso se profundizó, y su lengua se deslizó sobre la suya. Dejó escapar un pequeño y jadeante gemido contra su ardiente boca. Su sabor, su olor… todo la invadió, quemándola. Estaba tan caliente, tan húmeda. Sus labios comenzaron a explorar pausadamente los suyos mientras su mano finalmente se posaba sobre su pecho. La tocaba como si se hubiera estado muriendo por hacerlo. Sus hábiles dedos tiraron de su pezón, lo que la hizo hacer algo que nunca había hecho antes.

Gimió en su boca. Su pecho retumbó en su espalda cuando dejó sus labios.

—No voy a obligarte. A pesar de que cada célula de mi cuerpo me dice que te tome ahora. Tienes opción, Sakura.

¿Qué opción le estaba dando, cuando sus dedos se estaban moviendo hacia su otro pecho, a la deriva sobre su pezón? El fuego líquido en su interior era demasiado potente para ser ignorado. Le faltaba el aire, sabiendo que ya había ido demasiado lejos. Todavía quedaba una opción. A pesar de que estaba excitada, podía recuperar el control de sí misma, pero era más que sólo lo físico. Se encontraba tan increíblemente sola y él... él la había salvado dos veces. Y sus caricias, no había nada parecido. Su respuesta era más profunda que tratar de aliviar un poco la soledad, pero no estaba dispuesta a profundizar demasiado en eso.

—Quiero darte placer —dijo Sasuke, moviendo su pulgar sobre el labio inferior de Sakura mientras el otro hacía lo mismo con su pezón. La combinación era enloquecedora— Eso es todo, Sakura. No haré nada más.

—¿No?

Duda coloreó sus palabras.

—Oh, quiero hacer mucho más. Mucho, mucho más. Quiero hundirme profundamente en tu interior. Quiero llenarte mientras gritas mi nombre.

Su cuerpo se estremeció.

—Todo lo que tienes que hacer es decirme que no —Su mano izquierda soltó su pezón, cayendo hacia donde la bata estaba anudada— ¿No?

Se mordió el labio. Su pecho dolía por la pérdida de contacto. Rápidamente, Sasuke deshizo del nudo que ella había hecho, y la bata se abrió de par en par.

—Tan hermosa —susurró de nuevo.

Sus ojos se estrecharon levemente por el placer mientras los dedos de Sasuke se abrían paso hacia el suave montículo entre sus piernas. Contuvo la respiración. Un dedo rozó sus húmedos labios, casi sin tocarla, pero Sakura se sacudió contra su mano. Nadie, nadie la había tocado sin algún tipo de barrera entre su piel y ellos. Y sin pensarlo, separó los muslos, dándole más acceso. Él exploró suavemente su carne caliente, y ella rápidamente se fue perdiendo a sí misma, respirando como si hubiera corrido cinco tramos de escaleras. Cuando su pulgar presionó contra el pequeño manojo de nervios, gimió.

—¿Me detengo? —preguntó.

Cuando no dijo nada, Sasuke aumentó la presión hasta que sus caderas comenzaron a moverse, meciéndose contra su mano. La temperatura ambiental subió, eclipsando todo lo que había sentido antes. Construyéndose y construyéndose hasta que temía que la fuera a consumir. Sasuke pasó perezosamente un delgado dedo sobre su raja húmeda. La tensión creció en su interior mientras se apretaba contra su mano, buscando frenéticamente lo que fuera que le ofrecía.

—Mírame, Sakura —le ordenó bruscamente— Dime lo que quieres.

Una respiración entrecortada escapó de sus labios entreabiertos, y sus ojos se encontraron con los de Sasuke. Se apretó contra ella, su gruesa y dura polla contra la parte baja de su espalda. .

—Dime que me detenga.

Todo pareció venirse abajo en este momento. Sus caderas seguían empujándose contra su mano, girando hasta que los afilados picos de placer la atravesaron.

—¿Qué será? —Apretó sus labios en la herida de su sien— ¿Quieres que me detenga?

—No —jadeó.

Sasuke hizo un sonido triunfante y la levantó en sus brazos. Sus movimientos fueron un borrón, y luego la puso en su cama. Quitó la bata de donde había quedado atrapada alrededor de sus brazos y la besó. La besó hasta que sus dedos se hundieron en su pelo, tirando. Gimiendo de placer, alzó la boca y arrastró sus labios por su cuello. Ella quería, no, necesitaba sentir su piel contra la suya. Con dedos temblorosos, agarró su camisa y se levantó. Sin decir ninguna palabra, Sasuke se detuvo y levantó los brazos. Arrojó la camisa a un lado. Cada plano duro y rizado de su pecho le rogaba que lo tocara. Y lo hizo, pasando sus manos sobre él.

Maldición, era absolutamente magnífico. Su piel era como seda estirada sobre acero. Cada parte era dura y lisa.

Entonces sus labios se asentaron sobre su pezón, succionando profundamente.

—Sasuke —suplicó en un susurro climatizado.

Respondiendo a su petición, apretó su mano contra ella, deslizando un dedo en su humedad. Su espalda se arqueó en la cama mientras apretaba sus caderas contra su mano. La sensación de Sasuke, su dedo en su interior, la tuvo apaleada. Él deslizó dos dedos y el fuego en su núcleo se encendió. Su nombre era como una oración pecaminosa en sus labios, animándolo. La boca de Sasuke se deslizó de un pecho a otro y luego de vuelta a sus labios. Sakura sintió la gruesa longitud de su pene contra ella y las chispas saltaron. Sus dedos se clavaron en su piel mientras presionaba todo su cuerpo contra el de Sasuke.

La tensión comenzaba a crecer en su interior y su mano bajó a la banda de su pantalón. Más, quería más.

—Por favor —rogó— Por favor, Sasuke.

—No lo hagas —gruñó él contra sus labios mientras bombeaba lentamente sus dedos.

Haciendo caso omiso, movió el frágil material. Los botones se rompieron, esparciéndose a través del cuarto oscuro. Tiró de él por encima de sus caderas, y su polla saltó hacia adelante. Iba a comando. Y maldita sea, era enorme.

Envolvió su mano alrededor, y Sasuke se sacudió como si lo hubiera quemado. Gimió, arqueándose en su mano.

—¿Qué estás haciéndome? Ah, Sakura, no.

No hizo caso. Pasó la mano por él, maravillándose de la longitud y anchura. Su aliento salía en cortos jadeos, y estaba asombrado de lo que ella podía hacer con tan sólo su tacto. Pronto, se estaba empujando a sí mismo en su mano mientras metía cuidadosamente sus dedos en ella. Presionó su pulgar contra su clítoris.

—Córrete para mí, Sakura —le ordenó.

La bobina en su interior comenzó a girar locamente. Su agarre se apretó contra él.

—Quiero sentirte dentro de mí. Por favor.

Sasuke gruñó, girando su dedo pulgar sobre su clítoris. Sakura lo sintió hincharse en su mano. La fuerza del torbellino en su interior se retorció fuera de control, y la primera ola de pura felicidad se estrelló sobre ella. Gritó, tensándose contra su mano. Espasmos se acumularon en su cuerpo, y los dedos de sus pies se curvaron. Con los ojos muy abiertos, vio a Julián poniéndose rígido y sintió su polla saltar en su agarre apretado. Entonces, también se unió a ella en la liberación, su corazón corriendo mientras sus cuerpos se liberaban.

La fuerza de su orgasmo la dejó sin habla, y mientras su corazón volvía lentamente a la normalidad, Sasuke sacó suavemente sus dedos. Él soltó una especie de risa temblorosa, presionando sus labios en su frente húmeda.

—Esto no es lo que tenía en mente —dijo con voz ronca.

Sakura se dio cuenta de que su mano seguía envuelta alrededor de su longitud, y que ya se estaba endureciendo bajo sus dedos. Apartó la mano, sonrojándose.

—Lo siento —susurró— Supongo que me dejé llevar.

Sasuke se acomodó a su lado y tomó suavemente su mejilla.

—No te disculpes. —Se inclinó y la besó suavemente— Dulce Sakura, me sorprendes.

Su mano cayó en el pecho de Sasuke. Se sentía cálida por todas partes, y sus huesos parecían haberse fundido en algún momento con su cordura.

—¿Lo hago?

Sasuke asintió con la cabeza, deslizando un brazo debajo de ella, y Sakura se acurrucó contra él. El silencio se estableció y ella trató de conciliar todo lo que sabía acerca de los Caídos con lo que sabía de Sasuke. Lo que acababa de hacer, lo que habían compartido, había sido verdadera felicidad. ¿Cómo podía alguien tan malo ser tan paciente, tan suave? ¿Y traerle tal placer? La inquietud se apoderó de ella. Por primera vez desde que sabía lo que era, dudaba de lo que sabía. Todos los caídos eran malos. Carecían de compasión y eran totalmente inmorales, eso es lo que le habían enseñado. Pero no se atrevía a pensar en Sasuke de esa manera.

Sasuke se inclinó, dándole un beso en la mejilla.

—¿Qué estás pensando?

Sakura echó la cabeza hacia atrás, mirándolo. No había manera de evitarlo.

—¿Por qué caíste?

Su mirada no vaciló.

—¿Por qué crees que lo hice?

Se encogió de hombros.

—¿Dormir con jóvenes doncellas?

Por favor, no digas que mataste a toda una familia sólo porque querías, rogó en silencio.

Se quedó en silencio por un momento, y luego se inclinó y besó el pulso en su cuello.

—Creerías eso, ¿no? —Levantó la cabeza, mirándola fijamente— Fue hace mucho tiempo, Sakura. Fui tonto y demasiado orgulloso.

Sakura se mordió el labio. Esa no era la respuesta que esperaba. Lo presionó.

—¿No mataste a una persona inocente o algo así?

Su mirada se estrechó y sus cejas se levantaron.

—¿Qué fue lo que Kakashi te enseño? No, no he matado a nadie… que fuera inocente.

Sakura le sostuvo la mirada por un momento.

—Está bien —susurró— Te creo.

Decirlo la hizo sentirse ridícula, teniendo en cuenta que no le había dicho nada, pero lo hizo. Sasuke agarró suavemente su barbilla, llevando sus labios a los suyos. Cuando terminó, la tomó en sus brazos.

—Será mejor que no te vea en Deuces Wild de nuevo —dijo con voz ronca, apretando su mejilla contra su pecho desnudo.

Saciada y extrañamente más feliz de lo que se había sentido en años, sonrió adormilada mientras su corazón retumbaba bajo su mejilla.


La cabeza de Naruto iba a explotar. Estaba lleno de conocimiento y era demasiado. Había pasado la mayor parte de la jornada de clausura con Sai, y ahora Bee. Era como estar en la escuela de nuevo. Salvo que lo que estaba aprendiendo era mucho más extraño e interesante de lo que cualquier universidad podría haberle enseñado. Por lo que le había entendido a Sakura la primera noche, lo que había aprendido de los Caídos y lo que aprendió ese día, decidió que estaban jodidos.

Eran simples estadísticas.

Sai había explicado que sólo nacían unos pocos Nephilim al año. El ahora infame Kakashi, con el que aún no había hablado personalmente, recibía el distintivo de alguna manera. Había dicho que era mentira, lo que le ganó una dura mirada de su maestro improvisado. Fuera de los Nephilim nacidos, sólo alrededor del cincuenta por ciento en realidad sobrevivía a los primeros años. Al parecer, su especie eran bebés necesitados. De ese cincuenta por ciento, los Nephilim salvaban sólo el veinte por ciento. Los Caídos conseguían al resto.

Una vez más, eran simples estadísticas. Así que sí, estaban jodidos.

Se preguntó por qué todavía se encontraba sentado allí, en vez de estar empacando todas sus pertenencias y saliendo de la ciudad. Estaba en el bando perdedor, pero no se fue. Y, honestamente, ¿no se pondría todo al día con él eventualmente? Pensando en las razones por las que había dejado su cómodo trabajo y se había unido a las fuerzas de policía, comenzó a entender una parte de él que había permanecido en estado latente. Todo este tiempo, había estado buscando algo que faltaba en su vida. Los propósitos elusivos de los que siempre hablaba la gente. Pensó que ser un oficial de policía llenaría el agujero en su interior. Pero sólo había sido un paso en la dirección correcta.

Un paso que lo había llevado a Sakura, y a la verdad sobre sí mismo. Exploró el Santuario, perdido en sus propios pensamientos. Aprendió que la parte de seguridad del Santuario era una de las mejores. Ofrecía protección a algunas de las personas más ricas del mundo y proporcionaba un software de seguridad a las empresas más importantes. Vio más de una súper compañía registrada en los documentos que eran portados por uno u otro humano. Jodidamente irreal.

A lo largo del día, se dio cuenta de que era capaz de sentir a otro Nephilim, al que se mezclaba entre la mano de obra humana. Una extraña sensación crecía en su interior cuando un Nephilim salía de un ascensor en frente de él o pasaba por delante de la puerta. Después de vagar por los niveles superiores, bajó al primer piso. Sin preguntar quién era, los guardias se hicieron a un lado, lo que le permitió acceso al Santuario real. Bajo tierra, sus sentidos se disparaban de un lado a otro. Había Nephilim por todas partes. Sobre el nivel de la tierra, los seres humanos al menos le sonreían, pero los Nephilim ni siquiera lo miraban. Aún más extraño era el hecho de que no había visto ni a una sola mujer Nephilim.

El primer nivel era como una escuela. Tenía varias aulas ocupadas. Oyó risas silenciosas y una voz joven femenina callar a los estudiantes, y su curiosidad sacó lo mejor de él. Se asomó en la habitación. Era como cualquier clase de jardín de niños normal, con una docena de niños correteando por la habitación llevando cartulinas y lápices de colores. Una profesora delgada estaba a la cabeza de la clase, una paciente sonrisa fija en su cara bonita. Fue entonces cuando se dio cuenta de una pequeña Nephilim niña, con pintura manchando sus regordetas manos. Así que ahora conocía a dos Nephilim femeninas. Pero de la profesora no estaba seguro.

Pasando de esa habitación, miró en un par más. Había estudiantes de todas las edades, y algunos parecían cerca de la edad para graduarse. Ese nivel tenía su propia cafetería, parque infantil, y lo que supuso era una cancha de baloncesto por los ecos de la puerta cerrada. El segundo y tercer piso eran los niveles de vivienda para los estudiantes, y uno parecía una tienda gigante de juguetes. Rápidamente se retiró de allí. Suspirando, se trasladó al cuarto nivel, y fue como encontrar el cielo. La cantidad de armas almacenadas allí habría hecho que a la milicia que se le aguara la boca. Naruto caminó lentamente por el pasillo. Cada habitación era del tamaño de un gimnasio y tenía un tema. En una habitación, armas de todos los tamaños se alineaban en las paredes. Todas ellas tenían escrito un críptico grabado en el mango o en sus barriles. Algunos eran modelos que nunca había visto antes. Otra sala estaba llena de explosivos y detonadores. A Naruto no le gustaba lo que veía, por lo que encontró otra habitación con cuchillos afilados y espadas samurái que comenzaban desde las pequeñas dagas que Sakura llevaba. Todas estaban pulidas y, como las armas de fuego, tenían extrañas imágenes talladas en ellas. Quería tocarlas, todas ellas, pero el sonido de un combate le llamó la atención. Al final del pasillo, se encontró con varias salas de formación de gran tamaño. Dentro de una, inmediatamente reconoció a Bee combatiendo con un Nephilim más joven. Él claramente le ganaba al adolescente demasiado bronceado, pero fue muy paciente mientras el muchacho titubeaba sobre sus pies o dejaba caer su espada.

En otra esquina, varios Nephilim mayores estaban enseñando jiujitsu brasileño a un público absorto. Más atrás, hombres estaban luchando. A primera vista, Naruto pensó que estaban realmente luchando por la intensidad de la forma en que iban uno tras otro. Se sorprendió cuando un Nephilim de pelo castaño se levantó y se echó a reír mientras utilizaba la parte de atrás de su mano para limpiar la sangre de su labio partido.

El Nephilim de piel morena sonrió.

—Tu gemelo lucha mejor que tú.

—Lo que sea —El otro hombre se echó a reír de nuevo— Soy mejor que él en todos los demás niveles. Los que cuentan fuera de la sala de entrenamiento.

Ambos hombres sonrieron y volvieron a sus posturas defensivas. Naruto se retiró al siguiente nivel antes de que pudiera ser visto. En el quinto piso eran cuartos adicionales de vivienda, cada una bajo llave. Su llave estaba segura en su bolsillo. Sabiendo que sólo había un nivel más para investigar, tuvo curiosidad cuando encontró guardias apostados en el sexto nivel. Al parecer, no tenía autorización para ese piso y se dio la vuelta. Volvió a la séptima planta, donde estaba su cuarto, y decidió hurgar allí. Sabía que había cámaras destinadas para la vivienda, una biblioteca, y un gran laboratorio de computación.

Caminó a través de la biblioteca, explorando las pilas. Varios de los libros eran en idiomas que no podía leer. Había muchas biblias de diferentes edades y versiones. En el estante inferior en la parte de atrás, se encontró con algunos volúmenes de mitología. Uno en particular le llamó la atención.

—El Libro de Enoc —dijo, y se puso en cuclillas—. Tienes que estar bromeando.

Sacando el antiguo libro, lo abrió. Un penacho de polvo golpeó el aire. Hojeó algunas páginas.

—Y se quedaron embarazadas y dieron a luz a inmensos gigantes, cuya altura era más grande de tres mil metros: que consumieron todas las adquisiciones de los hombres. Y cuando los hombres ya no podían sostenerlos, los gigantes se volvieron contra ellos y devoraron la humanidad. Empezaron a pecar contra los pájaros bestias, reptiles y peces, y devoraron la carne de los demás y bebieron la sangre.

—Whoa.

Naruto negó con la cabeza, pero estaba morbosamente fascinado por todo. Mientras leía un verso acerca de Dios, Uriel, y Noé, como en El Arca de Noé, alguien se aclaró la garganta detrás de él. Miró hacia arriba, encontrando a Kakashi parado entre las dos pilas.

—Veo que has descubierto la biblioteca —dijo Kakashi.

Asintió.

—No he oído hablar de la mitad de estos libros. ¿Y esto? —Agitó el volumen lleno de polvo—. Es una locura.

Kakashi sonrió.

—No, no lo habrías hecho.

—Por supuesto que no… —Miró a su alrededor—. ¿Así que tú eres Kakashi?

—Lo siento, no he tenido la oportunidad de presentarme. He estado muy ocupado, y esperaba que Sai te mantuviera de la misma forma.

—Lo ha hecho, pero supongo que pensaba que necesitaba un descanso.

Kakashi sonrió.

—Sobrecarga sensorial, ¿no?

Se echó a reír, pero su risa sonaba áspera.

—No tienes ni idea.

Observó a Kakashi lentamente y se sorprendió de lo alto que era. Naruto de ninguna manera era pequeño, pero de pie junto a Kakashi, se sentía como una hormiga. Un viejo acento que no podía ubicar se aferraba a las palabras del hombre. Quizás Mediterráneo, por el aspecto de su piel naturalmente bronceada y el color rojizo de su pelo.

—¿Cómo está Sakura?

—Está bien. No hay necesidad de preocuparse por ella. Es una chica muy fuerte.

Naruto podía pensar en muchas palabras para describirla. Ninguna de ellas era la palabra chica.

—¿Tú lideras este lugar?

Arqueó una ceja.

—Todo lo que puedo. Aunque parece que me sobrepasa muy a menudo.

Naruto se estaba poniendo más incómodo a cada momento. La mirada del hombre le hacía sentir como si Kakashi pudiera ver en su alma y ver todos sus secretos. No era que tuviera algún secreto que rivalizara con lo que ocupaba el Santuario. Se movió, cruzando los brazos sobre su pecho.

Kakashi ladeó la cabeza hacia un lado.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Cuando Naruto asintió, continuó—: Todos estos años has pasado delante de nosotros, y los Caídos ni siquiera te notaron. Es una situación muy curiosa. ¿Alguna vez has notado a uno de nosotros antes?

—No lo creo —respondió con sinceridad—. Si lo hubiera hecho, lo habría ignorado, o lo hubiera atribuido a una mala alimentación. Ahora, no puedo explicarlo. Yo puedo… sentir… a otros Nephilim.

—Supongo que parte de ti ha permanecido en estado latente. Sin embargo, me han aconsejado porque ha trabajado estrechamente con Azuma. Estoy perdido para explicar cómo no sentir lo que eres, y viceversa.

—Bueno, ¿no estaba mi nombre en ese libro? Supongo que alguien dejó caer la pelota. —Mirando hacia atrás, Naruto hubiera estado agradecido si el equipo de Kakashi lo hubiera encontrado. Vivir aquí habría sido mucho más fácil que mudarse de un hogar adoptivo a otro.

Una extraña sombra brilló en el rostro de Kakashi.

—Ese es el misterio, Naruto. Tu nombre nunca apareció en el libro.

No estaba seguro de cómo tomar eso. La idea de que había un libro en el que aparecían al azar los nombres de los Nephilim parecía absurda para él. Por otra parte, todo esto lo hubiera golpeado de esa manera hace una semana.

Kakashi ladeó la cabeza como si escuchara algo.

—Creo que Bee te llama. Tienes mucho que aprender por delante. —Hizo una pausa y sonrió levemente—. Tu entrenamiento será intenso. Pero tengo fe en ti. Vas a tener que luchar como todos los Nephilim lo hacen al principio, pero saldrás adelante. Ya ves, Naruto, eres muy especial.

—Especial —repitió. No estaba seguro de si era un insulto o no, pero Kakashi ya lo había dejado solo. Suspirando, miró el libro.

Probablemente era el material de lectura más frívolo que podría haber encontrado nunca, pero se lo puso bajo el brazo y salió de la biblioteca.