Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
Capítulo 13
Sakura se arrastró detrás de Sai y Guy, sólo medio escuchando la discusión. Habían estado así desde el momento en el que habían subido al Escalade. Lo único que había captado era que Guy estaba molesto porque Sai le había sacado de una misión. Él había estado cazando más tiempo que Sakura, pero para nada cerca de la cantidad de tiempo que lo había estado haciendo Sai. Ella reconocía lo peligroso que era Madara, y porque Sai era más adecuado, pero también entendía cómo de frustrado se sentía Guy. Se sentía de la misma manera después de aprender acerca de Naruto y el Libro de los Nombres. Nunca se sentía bien ser puesto en duda… o dejado de lado.
Apretando la pequeña caja de zapatos en sus manos, dejó salir un suspiro de cansancio. ¿Volví aquí para esto? Deseó saber dónde tenían escondido a Naruto, así no tendría que escuchar el festival de quejas que no terminaría nunca. El viaje había sido lo suficientemente malo, pero la incomodidad en el elevador era algo que no quería repetir nunca. Se detuvieron en el nivel siete, lo que la sorprendió. Sólo Kakashi y el círculo tenían habitaciones en este nivel. Naruto simplemente era súper especial, ya que era "tú no puedes ser nombrado" en el Libro. Guy lanzó el bolso de artículos que había empacado sobre el hombro. Era alto, como lo eran todos los varones Nephilim, con cabello rojo y tez pálida. Había incluso unas pocas pecas salpicadas por su nariz. Probablemente era uno de los pocos hombres que podía agitar bien su pelo rojo, y también tenía el temperamento para acompañarlo.
—Esto es una mierda, hombre. Si piensan que no puedo manejar a los Caídos, ¿entonces por qué demonios me permiten cazarlos solo? —dijo, volviéndose hacia ella— Sakura, no has dicho ni una palabra. ¿Sabías acerca de esto?
No había forma de mantenerse al margen de la discusión. Se centró en el alto pelirrojo, forzando un encogimiento de hombros casual.
—En realidad no.
—No la metas en esto —Sai cambió de sitio el bolso que había recogido del apartamento de Naruto— Una orden es una orden. Así que lidia con ello.
Ah, Sai tenía tal comportamiento con la gente. Guy se enderezó, alcanzando su máxima altura.
—¿Perdona? —pronunció peligrosamente.
No había duda de que llegarían a las manos si se les daba la oportunidad.
—Guy, tampoco tengo permitido acercarme a Danzo o Madara —dijo ella, dando un paso entre los dos— No es nada personal. Relájate, ¿de acuerdo?
Guy miró el vendaje que había alrededor de su brazo.
—Puedo entender por qué no lo tienes permitido. Has sido marcada dos veces, Sakura. Él está cazando tu trasero. Sin mencionar que no puedes ir a ninguna parte sin que el monstruo, Sasuke, aparezca.
Deteniéndose a mitad de un paso, ella lo miró. Sus propios dedos picaban por hundirse en él.
—¿Quieres reconsiderar lo que acabas de decir, amigo?
Sai se alejó un paso, pareciendo más bien divertido con el repentino giro de los acontecimientos. Unos cuantos Nephilim que estaban de camino a sus cacerías les esquivaron con miradas curiosas.
Guy suspiró.
—Sakura, no quise decir nada con eso.
Inclinó la cabeza hacia un lado.
—¿Quieres saber cómo quedé marcada? Luché con él. Lo cual es más de lo que puedo decir que has hecho jamás, ¿y ese monstruo? Confío en él para salvar mi trasero más de lo que confío en ti.
—Sakura —advirtió Sai, inmediatamente a su lado.
Se giró hacia él, lista para tumbarlo también, cuando se dio cuenta de lo que había hecho. Había defendido a Sasuke enfrente no sólo de dos Nephilim, sino de los dos de más confianza de Kakashi. Defender a un Caído era una cosa bastante impropia. Y cayó como una tonelada de ladrillos. Guy apretó los labios, dando un paso atrás. Su labio se curvó con disgusto cuando se giró y se dirigió a la habitación de Naruto sin otra palabra.
Ella cerró los ojos con fuerza, su corazón martilleando. ¡Mierda! Eso fue simplemente perfecto. Se encogió de hombros para escapar de la mano de Sai y siguió a Guy. Sai maldijo, recogiendo los bolsos.
—Sakura —siseó entre dientes— Me lo prometiste antes.
Se volvió hacia él.
—Lo hice. Sólo déjalo pasar, ¿está bien? ¿Por favor?
La miró con dureza y luego gruñó su desaprobación. Alcanzaron a Guy, y mientras el trío iba ralentizándose, podía oír el sonido de las risas infantiles mezclado con el profundo rugido de la voz de Naruto.
—¿De verdad consigues dispararles a los tipos malos? —preguntó uno de los Nephilim más jóvenes.
—Intento no hacerlo —respondió Naruto.
—Pero son malos, y las cosas malas merecen morir —declaró otro niño.
Sakura se encogió ante esa declaración, pero Naruto se rió suavemente.
—No todas las cosas malas merecen morir. A veces las personas malas sólo están confundidas y necesitan a alguien para hablar o para que les ayuden. Intentaría eso antes de…
—¡Matarlos! —chilló el niño.
Oh, chico. Sakura rodeó a los dos matones, que de repente habían apartado sus diferencias en diversión mutua.
—Está bien, enanos, ¿qué están haciendo aquí?
Naruto y dos pequeñas cabezas se volvieron hacia ella. Un niño de cabello oscuro llamado Konohamaru, en nada menos que su pijama de Scooby, se puso de pie de un salto y corrió hacia ella.
—¡Sakura! ¡Sakura!
Cambió de lado la caja de zapatos bajo su brazo y se preparó a sí misma.
—Konohamaru, ¿qué estás haciendo fuera de la cama?
El niño le envolvió los pequeños brazos alrededor de sus piernas y se aferró.
—Donnie dijo que había un policía aquí, y no le creí y… él me obligó.
—¡Nah, no lo hice!
El otro niño se levantó de golpe, plantando los pequeños puños en sus caderas. Ella alzó una ceja hacia Donovan. Era alrededor de un año mayor que Konohamaru, por lo tanto el cabecilla no oficial.
—Dudo que alguien pueda obligarte a hacer algo que no quieres hacer —le dijo a Konohamaru mientras le separaba los brazos de su pierna—. ¿No es así?
La miró con curiosidad.
—No. Nadie puede obligarme a hacer algo que no quiero hacer.
Le acarició la parte superior de la cabeza.
—Es bueno oír eso, pero ustedes dos realmente tienen que ir a dormir. Es demasiado tarde, y no quieren que el viejo gruñón Kakashi les atrape. ¿Verdad?
Sai resopló en algún lugar por detrás de ella, pero las cejas del pequeño Konohamaru volaron hacia arriba y sus ojos se abrieron como platos.
—No. No. —Volvió a mirar al pálido Donovan—. Deberíamos volver a nuestros dormitorios.
Donovan asintió, corriendo al lado de Sakura. Ella se arrodilló, inclinando la cabeza hacia delante.
—¿Beso?
Ambos chicos colocaron un beso húmedo en cada una de sus mejillas antes de salir corriendo de la habitación. Oyó a Donovan chillar cuando uno de los hombres hizo un juguetón intento de agarrarle. Sakura se levantó, secándose la mejilla con la parte posterior de su mano.
—¡Qué asco!
—Eso fue malo —dijo Sai mientras arrastraba los pies pasando por delante de ella.
Soltó risitas.
—Están tan asustados de Kakashi —le explicó a Naruto—. En realidad no debería usarlo contra ellos, pero funciona.
Guy pasó junto a ella, dejando caer las cosas de Naruto en el centro de la habitación. Ni siquiera reconoció la presencia del hombre sentado en la cama. Le disparó a Sakura una mirada mordaz antes de salir de la habitación. Sai negó con la cabeza mientras dejaba los bolsos.
—Descansa un poco, Naruto. Tienes un largo día por delante mañana. —Luego a Sakura y mucho más bajo—: Realmente lo has hecho ahora.
Ella observó a Sai marcharse, con la esperanza de que se las arreglara para detener a Guy antes de que fuera a Kakashi. Esa era una lección que le gustaría evitar esta noche.
—¿Qué pasa con eso? —preguntó Naruto mientras hurgaba en los bolsos.
Hizo una mueca.
—No quieres saber.
Se pasó una mano por su corto cabello.
—Eres buena con los niños.
—Tú también.
—Sistema de acogida —ofreció—. Pasé mucho tiempo con niños.
Ella se sentó en el borde de la cama, apoyando la caja de zapatos en su regazo.
—Pasó un largo tiempo antes de que estuviera rodeada de niños. Cuando vine aquí, había sólo unos pocos niños, y era una de ellos. Solamente en el último par de años hemos sido capaces de ofrecerles una escuela y mantenerlos aquí. Supongo que pienso en ellos como míos. No podemos reproducirnos, o al menos ninguno ha sido capaz de hacerlo. Así que son lo más cercano a hijos que tendré jamás. —Se rió, tímidamente—. Y estoy divagando. Lo siento.
Se sentó junto a ella con el ceño fruncido.
—No sabía eso.
Encontró su mirada. Parecía… triste por ella. Apartó la mirada, incómoda. ¿Él quería niños? Bueno, acababa de explotar su burbuja.
—De cualquier forma, trajimos algunas de tus cosas.
—Ya lo veo. —Se frotó las manos por la parte delantera de sus muslos cubiertos con los vaqueros—. Entonces, ¿tengo que quedarme aquí para siempre?
—Sólo hasta que estés mejor preparado para lo que hay allí afuera. —Se metió un mechón de pelo detrás de la oreja—. Sin embargo la mayoría de los Nephilim se quedan. Les gusta. Todo está establecido para ellos, y es seguro. En realidad no está tan mal.
—¿Te quedas aquí?
—La mayoría del tiempo —respondió, bajando la vista a la caja.
—¿Y el resto del tiempo? —espoleó.
—Tengo mi propio lugar lejos de aquí. —Golpeó con los dedos a lo largo de la tapa—. A veces me gusta alejarme de todos.
—Puedo entender eso. He estado aquí únicamente veinticuatro horas y ya me siento claustrofóbico. —Hizo un gesto hacia la caja en sus manos—. ¿Mío?
—¡Oh! —Se lo entregó—. Pensé que podrías querer tus objetos personales. Nosotros… um… agarramos lo que pensamos que podrías usar hasta que decidas si quieres quedarte aquí o no.
Pareció sorprendido por eso.
—¿En verdad tengo elección?
Ella sonrió. ¿Él pensaba que eran la mafia?
—Tienes elección. Si quieres marcharte una vez que estés entrenado, puedes. Es cosa tuya —Hizo una pausa— Aunque creo que deberías elegir un apartamento diferente.
Sus cejas se alzaron.
—Me he dado cuenta de eso. Ya sabes, yo era normal hasta que…
—¿Me conociste? —Se rió suavemente—. Confía en mí, estabas lejos de ser normal. Sólo aparecí por casualidad.
Le observó mientras abría la caja y rebuscaba en ella. Volvió a ponerle la tapa.
—Gracias por traer mis cosas.
—Ah, no me agradezcas. Me sentí como una fisgona teniendo que revisar tus cosas.
Dejó la caja en el suelo.
—Este ha sido un infierno de día. Solía pensar que mi primer día en el trabajo sería el día más extraño de mi vida, pero en realidad no tenía ni idea. —Se frotó una mano por el pecho, sacudiendo la cabeza ligeramente— Supongo que ya no tengo que preocuparme acerca de los días en las fuerzas, ¿uh?
—¿Por qué?
Su expresión se volvió dudosa.
—No es como si fuera a volver al trabajo después de esto. Con suerte, el Santuario paga bien.
—El Santuario paga extremadamente bien, pero todavía puedes conservar tu trabajo de día si quieres. —Ella esperó mientras una lenta sonrisa se extendía por su rostro. Por alguna razón, ella también sonrió—. Sólo necesitas encontrar alguna buena razón por la que tuviste una emergencia familiar cuando tus cuatro semanas se hayan acabado.
—Genial —bromeó— Eso debería ser fácil. Tal vez debería decirles que tuve un brote psicótico con la realidad.
Ella se echó a reír.
—Sí, no sé si eso sería muy buena idea.
—Bueno, después de toda la mierda que he aprendido hoy sobre tu… ¿mi especie? De cualquier forma, ¿los Nephilim y las cosas de ángeles? Siento que necesito ver a un loquero.
—¿De qué te habló Sai?
Cruzó los brazos sobre el pecho y se quedó mirando el techo, recordando todo lo que había aprendido mientras Sakura escuchaba con atención lo que Sai había divulgado. Era todo lo básico, nada demasiado espectacular. Para el momento en el que Naruto había terminado, sus hombros se habían desplomado hacia delante y se frotó los ojos con cansancio.
Sakura se sentó y le ofreció una sonrisa genuina.
—Descansa un poco. Mañana empezaremos la formación. Van a ser un par de semanas largas para ti.
También lo serían para ella. Sólo porque estuviera entrenando a Naruto no significaba que no tuviera que cazar. Estaría quemando la vela por los dos extremos. Asintió, aparentemente perdido en sus pensamientos. Ella llegó a la puerta antes de recordar el marco en su bolsillo y los collares.
—Oh, casi lo olvidé. —Sacó la foto junto con los dos pequeños crucifijos—. Pensé que podrías querer esto.
Tomó la foto y los collares, su garganta se movió.
—Esta era mi imagen favorita. Yo tenía cuatro años —murmuró.
Sakura colocó una mano en la puerta. No podía leer su expresión, pero sonaba triste.
—Tu madre parece realmente feliz.
Él alzó la vista.
—Lo era. Era realmente feliz. —Dejó la foto en la mesita de noche, junto a un libro hecho jirones—. Supongo que ese es el por qué nunca entendí… —Se apagó.
—¿Por qué se suicidaría? —preguntó en voz baja.
—Seh, supongo que nunca conocemos a la gente.
Ella se centró en la imagen. La mujer de la foto les sonreía felizmente. Una vez más, fue golpeada por la diferencia entre la madre de ella y la de él. Sakura detuvo ese profundo pensamiento y después de un momento se excusó. Salió corriendo de la habitación, esperó hasta salir del elevador antes de sacar su teléfono móvil. El teléfono sonó dos veces.
—Hola, Sakura, es bueno ver que todavía estás viva. ¿Qué pasa?
Frunció el ceño.
—Azuma, ¿puedes hacerme un favor?
Suspiró ruidosamente.
—Tengo miedo de preguntar después del último.
—No, no es nada parecido. ¿Quería ver si podrías conseguirme una autopsia y decirme qué piensas?
—¿Tienes una muerte sospechosa?
—No estoy segura —admitió—. Es una tal Kushina Uzumaki. Creo que podría haber muerto en Hillsboro, Virginia.
—Espera. ¿Esta es la madre de Naruto?
—Seh. —Abrió la pesada puerta de acero y salió a la terraza— ¿Puedes buscarlo por mí?
Hubo una pausa antes de que respondiera—: Claro. Te haré saber en poco tiempo.
—Gracias.
Sakura volvió a deslizar el teléfono en el bolsillo y se dirigió al borde de la azotea. No podía quitarse la sensación de que algo no estaba bien. Por lo que sabía, todas sus madres habían sido mujeres destrozadas y miserables, pero la imagen de la madre de Naruto resultó diferente. Había más. Estaba segura.
La resonancia de un alma deslizándose en el cuerpo de un humano captó la atención de Sakura. Cerró los ojos, ralentizando su respiración. Alerta, se concentró en la localización del poseído en la saturada ciudad. Girando con gracia sobre los talones, tomó vuelo sobre el tejado. Otra noche, otro ser humano inocente perdido.
En verdad tenía que pedir un aumento de sueldo.
