Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
Capítulo 15
Los dedos de Sakura picaban para liberar sus cuchillas. Su aversión a Guy desde que había regresado desde el departamento de Naruto no era un secreto. El sentimiento era mutuo, pero nunca esperó encontrarlo husmeando en la oficina obviamente vacía de Kakashi. Sus ojos pálidos se estrecharon en ella.
—Estaba esperando a Kakashi.
Ella se movió, bloqueándolo.
—¿Solo en su oficina?
—Sí, ¿cuál es el gran problema?
—Ninguno —dijo— ¿Quieres que le deje un mensaje o algo?
—No —Trató de dar un paso a su alrededor— ¿Te importaría?
—¡Lo siento! —dijo inocentemente— No te voy a retener, Guy.
Sus cejas color oscuras le fruncieron. Con un leve movimiento de cabeza, dejó el nivel siete bajo su mirada. ¿Lo había pillado con las manos en la masa? Abrió la puerta de la oficina de Kakashi y entró. Nada parecía fuera de lugar, pero no había forma de saber cuándo tiempo él había estado allí sin interrupción. Cerrando la puerta, observó la habitación en la que había estado más de mil veces. Dio un paso adelante, con los labios apretados. Sí, totalmente reconoció la hipocresía de culpar a Guy por husmear en la oficina de Kakashi y luego hacer precisamente lo mismo.
Sin embargo, soy diferente, razonó. Soy Sakura.
Fue a su mesa y abrió el cajón donde guardaba las llaves del gabinete y sacó uno que desbloqueaba los archivos del personal. Tardó sólo unos segundos para agarrar el archivo de Naruto y otros cuantos. Rápidamente hizo una copia de cada uno, los puso de nuevo y bajo llave. Pensó que sería una gran espía algún día. Tomando la pila de archivos copiados, se fue a su habitación. Después de leer el de Naruto, no sabía si debía reír o sentir lástima por él. Su vida había sido cuidadosamente aburrida. Con la excepción del suicido de su madre, nada remotamente emocionante había sucedido en su vida, no es que su mamá matándose fuera emocionante.
Frunció el ceño.
Tenía que ser menos cruel. Pensar un poco antes de permitir ciertos pensamientos para procesar frases coherentes. Si ella tenía un alma, y quién sabía, se estaba condenando a sí misma al Infierno con algunos de sus pensamientos. No había nada notable en él que el hecho de que no estaba en El Libro de los Nombres. Dejó a un lado su expediente, agarrando el de Guy. Nunca le había hecho nada a ella, pero la idea ardió en su estómago. Tal vez era la forma en que su cabello estaba peinado en un estilo desordenado. Sí, el estilo de su cabello era una razón válida para no confiar en él. Tenía que haber estado haciendo algo en la oficina de Kakashi y dudaba que fuera algo bueno. Hojeó sus papeles, encontró reseñas numerosas por no obedecer órdenes. Bueno, maldición, Sakura tendría a un montón de estos idiotas. Ella dio vuelta la página, encontrando algo que hizo que sus cejas se alzaran. Otro Nephilim se quejaba de que Guy mostraba demasiada fuerza brutal cumpliendo su deber. Su trabajo era bastante excesivo y brutal. Mataban cosas. No se podía ser más brutal que eso. Pero para ser considerado excesivo y brutal en su línea de trabajo, tenías que hacer un daño realmente importante. Generalmente involucraba la tortura o algo así. Los Poderosos fruncían el ceño ante cosas como esa. También lo hacía Kakashi. Los Esbirros y los Caídos eran malos, pero todavía eran criaturas que vivían y respiraban gracias a la gracia de Dios. Su trabajo consistía en disponer de su compasión, lo que significaba que eran lo más rápidos y limpios posibles. A veces eso no siempre era posible, especialmente con los Caídos. Eran desordenados. Señor, lo fueron alguna vez. Sin embargo, la tortura nunca estuvo en la ecuación. Era incorrecto. Esta revelación le dejó un mal sabor en la boca. Pasó a través de algunas páginas más. Lo único inusual era una nota sobre el tiempo libre excesivo. Sakura lo encontró extraño. Tenían tiempo libre, al igual que los humanos pero incluso aún más tiempo. Los Nephilim tenían un ambiente de trabajo más estresante que el de las granjas.
Supuso que si estuviera a escondidas reuniéndose con los Caídos necesitaría mucho tiempo. Cerró el archivo de Guy, y tomó el de Yamato. Bien, realmente no sospechaba de Yamato. Además del hecho de que tenía el atractivo sexual de un ángel caído y probablemente conquistaba demasiado, era un buen Nephilim. Un buen tipo de sonrisa fácil y con una mano que ayudaba. El tipo de mano amiga que te animaba cuando necesitaba una palmadita amistosa en el trasero. Ella había recibido unas cuantas. No había nada en su expediente que le llamara la atención. Pasando la mano por la cara, tomó otra pila de papeles. Los gemelos: Damon y Shino. La única razón porque los tomó, era porque tenían acceso a todos los jóvenes Nephilim. Más a menudo que no, fueron enviados a recuperarlos cuando sus nombres recibían una marca. Eso justificaba la sospecha. Pero ella conocía a Shino bastante bien. Había visto más parte de él que de cualquiera de los otros. Y era demasiado tranquilo como para ser atrapado en tal traición. Eso dejaba a su gemelo. Idéntico al punto que ni siquiera podía diferenciarlos, Damon y Shino eran material sexy. Cuando los dos estaban juntos, se comunicaban en silencio entre ellos. No era una cosa probada, pero ella lo creía. Los había visto muchas veces mirarse en silencio, luego actuar de la misma manera. Damon era demasiado serio. Fuera de cualquier Nephilim que conocía, era el más reservado, lo que era gracioso considerando que Shino era todo lo contrario. Demonios, ella no había estado con Deuces Wilds en días, y tenía la sensación de que no volvería por un tiempo. Eso era algo que no quería examinar muy de cerca.
No había nada en sus archivos, tampoco.
Se puso de pie, tomó todos los papeles y los colocó en el cajón del escritorio. Sacó su celular y marcó a Sai. Por supuesto, no le iba a decir lo que había hecho. Sólo quería ver si respondía. Si lo hacía, sabía que tenía un compañero de caza por la noche. No respondió. Sonriendo, deslizó su teléfono en el bolsillo de su falda y salió del Santuario. Eran las doce y cuarto, las calles de la ciudad todavía llenas de gente. Sakura se mantuvo en las aceras, escuchando y observando. Dobló una esquina y escuchó el misterioso zumbido de un alma caer en un cuerpo vivo. Sal, ¡sal dónde quiera que estés! No pasó mucho tiempo para que se concentrara. Fuera de Rock Creek Park. ¿Que demonios? ¿Desde cuándo las almas van a la tierra salvaje? Eran más un problema urbano. Maldita sea, tenía que tomar un ritmo. Quizás podría pasar por el zoológico después. Amaba ver caer la noche y ver los animales.
Se fue por los callejos para realmente poder alcanzar el tipo de velocidad que le daría a los seres humanos un sobresalto o dos, corrió hacia el parque. Se encontraba a menos de diez kilómetros, pero fueron unos muy poblados diez kilómetros de las avenidas más importantes de DC, y con el tiempo ya no podía esconderse en las sombras. Disminuyó la velocidad a lo que se podía considerar una velocidad normal, tiró su falda y deseó haberse puesto algo que podría ser más pasable como ropa para trotar. La pequeña falda que llevaba probablemente le hacía parecer más como una prostituta corriendo de su proxeneta que cualquier otra cosa. Sakura corrió por la rampa de Beach Drive. Una vez dentro del parque nacional de casi dos mil hectáreas, se vio rodeada por la naturaleza del centro de DC. Era como estar en un mundo diferente. Siguiendo por la línea de árboles gruesos, dejó que sus sentidos la llevaran. Dobló una curva y vio al poseído. Maldición. Era un guardaparques. A ella le gustaban los guardaparques y sus sombreros. A éste le faltaba su sombrero. Era joven y se sentía un poco mal por tener que matarlo. Hizo una mueca mientras se tambaleaba sobre el camino de las bicicletas, levantando su rostro al cielo. Él tenía la boca abierta en un ángulo extraño. Era como un grito silencioso. El tipo de grito que comenzaba antes de comenzar a realmente gritar y a molestarla.
Dio un paso adelante pero se detuvo, mirando atónita, mientras tres poseídos salían de la ruta junto al guardabosque. Uno parecía sin hogar, otro era un corredor, y el tercero era… realmente asqueroso. Una vez fue una persona. Sin embargo, no podía estar segura. El pelo se le había caído, la piel se había vuelto marrón, se estaba descomponiendo, y los oídos se habían agudizado. Este no era fresco. Oh no, había estado montando en un cuerpo humano hasta convertirse en lo que la gente llamaría un monstruo. En realidad, a Sakura le recortaba los dibujos primitivos que los seres humanos hacían de los poseídos. No tenían idea si los esbirros eran realmente atractivos, lo que habían dibujado era un poseído con fecha de caducidad. Era un tipo diferente de problema. En algún momento, el cuerpo se endureció y el mal en ellos se hizo más oscuro. Eran feroces, al menos casi tan malos como un esbirro. Y, Dios, olían horrible. Rodó los ojos. Por supuesto, tenía que ser ella quien escuchara la llamada. No debería ser tan perra al respecto, pero este tipo de poseídos apestaban. Moviéndose una vez más, no caminó muy lejos. Inclinó la cabeza a un lado y sintió que un escalofrío le recorrió la espalda.
Antes de que pudiera decir Mississippi, la cabeza del trotador bruscamente la movió a un lado. Ella se desplomó como un saco de piedras, con espasmos y gemidos. Luego el guardaparques voló en el aire y después de varios rebotes, cayó a la izquierda del camino. Él crujió de forma repugnante cuando aterrizó. Se retorció, también.
Sasuke apareció frente del poseído, arrugando la nariz.
—¿Quieres manejar este?
Ella salió de los arbustos, ignorando la repentina sensación de calor que la recorrió. No era momento para eso.
—Oh no, lo estás haciendo bien. Adelante. No dejes que detenga tu diversión.
El poseído inclinó la cabeza hacia atrás y gimió. El sonido, una mezcla entre un coyote y lince, fue suficiente para hacer que los oídos de Sakura sangraran. Sasuke lo consideró con disgusto.
—Oh, cállate.
Giró la cabeza de la cosa a un lado.
—Guau —Sakura hundió su espada en el corazón del trotador. La convulsión se detuvo— Eso fue… guau.
Sasuke miró sus manos con disgusto.
—Volveré enseguida.
Sakura se dirigió hacia el guardabosques. Díos mío, era joven. Su etiqueta decía Oficial Joel Curry.
—Lo siento, Joel —susurró.
El poseído que fue una vez Joel la miró con los ojos marrones en blanco. Ella hundió la espada en el pecho. Para el momento en que Sasuke había regresado, todos los cuerpos se habían desvanecido. Ella notó manchas de humedad en los pantalones negros de Sasuke. Aparentemente, estaba lo suficientemente disgustado como para lavarse las manos. Se puso de pie a unos metros del camino, mirando la luz pálida de la luna. Esta noche llevaba un traje muy caro. La camisa estaba desabrochada por debajo, exponiendo su perfecto estómago cincelado. Ella suspiró.
—Te extrañé, Sakura. —Su voz se convirtió en baja y sensual.
Oh, su interior se acurrucó. Le recordaba lo que había pasado entre ellos en su departamento hace una semana, pero tenía que jugar esto bien.
—Lo dudo. Estoy segura de que has tenido un grupo de mujeres para ocupar tu tiempo.
Él sonrió y dio un paso adelante.
—Sabes que eso no es verdad.
Ella dio un paso atrás, decidiendo cambiar el tema.
—Ya sabes, lo tengo manejado. No tienes que entrometerte.
Se encogió de hombros.
—Iba a tomar mucho de tu tiempo. Ahora, te tengo para mí.
En la semana pasada había hecho lo posible para no pensar en él, por no estar en su pequeña cama en el Santuario recordando como se sentían sus labios en su boca, en su carne. Le había hecho una promesa a Sai.
—Sasuke, no podemos.
Se acercó.
—¿No podemos hacer qué?
Se agachó, y tomó su cabello con su dedo. Su calor la inundó, y cuando colocó su mechón de pelo delante de ella, se quedó mirando sus dedos. Esto no era una buena idea. Echó su pelo hacia atrás.
—¿Por qué no vas a hacer… cosas de… Caídos?
—¿Cosas de Caídos? —repitió con una risa— Que tontas nociones tienes.
Ella hizo una mueca y comenzó a caminar hacia la entrada.
—Tengo una gran cantidad de caza que hacer —le dijo— Es temprano.
Se puso a caminar a su lado.
—Entonces iré contigo.
Sakura se detuvo.
—No puedes venir conmigo.
—¿Por qué no?
—No puedes ayudarme a cazar, Sasuke. Lo aprecio, pero no. No puedes.
Frunció el ceño. No alejó su belleza del todo.
—Entonces estamos en un punto muerto.
Cruzando sus brazos, lo miró.
—¿Entonces qué? —demandó.
—Quiero pasar tiempo contigo —explicó muy serio— Si no puedes cazar conmigo, entonces me temo que no puedo permitir que caces.
—Sasuke…
—Por cierto, me gusta la falda. ¿Qué es lo que los humanos dicen? ¿Fácil acceso o algo así? —dijo con un guiño coqueto— De todos modos, no tengo nada más que hacer que atormentarte.
Sonrojada, miró los pliegues negros. A ella le gustaba también.
—Um, gracias. Creo —Se aclaró la garganta— En serio, Sasuke, tengo trabajo que hacer.
Sonrió más angelical, lo que era totalmente incorrecto.
—Dije que trabajaría contigo. Creo que tu lucha es increíblemente sexy. Realmente seductor, la forma en que te mueves —se calló. La mirada angelical se desvaneció en algo parecido al pecado— Estoy obsesionado. Muéstrame tu vida nocturna, bebé.
Luchando contra una estúpida sonrisa, ella sabía que no debería estar disfrutando esto. Había cosas que hacer, cosas para matar. Cosas como él. Sin embargo, allí estaba, bromeando con él. Y se estaba divirtiendo. Estúpida Sakura… y estúpidas hormonas… Estaba tan perdida. Sakura suspiró. Tenía que cazar, pero no importaba en qué parte de la ciudad estaba, ella podía oír a un poseído si se ponía juguetón y había otro Nephilim por allí. Así que, ¿qué pasaba si estaba algún tiempo en el parque con Sasuke? Se mordió el labio. Soy egoísta, totalmente egoísta.
—Está bien —acordó— Pero si escucho a un poseído, me iré, y no puedes seguirme. No harás preguntas. Es la única oferta que haré.
—No hay trato.
Sus ojos se estrecharon en él.
—¿Qué?
—Dame tu mano. Haremos esto como la gente normal.
Lo miró con curiosidad.
—¿Hacer qué, exactamente?
—Una cita —dijo— Un paseo en el parque es considerado una cita para los estándares humanos. Es algo malo, pero no es como si te pudiera llevar a cenar sin tener a todo el Santuario sobre nosotros.
—¿Una cita? —repitió tontamente.
—Sí.
—¿No nos hemos saltado eso antes?
Sasuke se inclinó, rozando sus labios sobre los de ella.
—Podemos pasar directamente a eso otra vez, pero estoy tratando de ser un caballero.
¿Qué era más divertido, la idea de ir a una cita con él o él tratando de ser un caballero? No podía decirlo.
—No vamos a citas. ¿Nuestras razas? De ninguna manera, amigo —Ella le dio la mano de todos modos— Tómala, si eso te hará feliz.
Sasuke sonrió ampliamente. Con su cálida mano agarró la suya.
—¿No tenemos citas? Ahí va mi idea de una película.
—Ja, ja —Sakura dejó que la dirigiera hacia la boca del parque. Observó su mano agarrada en la suya— Esto es por lejos la cosa más rara que he hecho.
—¿En serio? —preguntó— Encuentro eso difícil de creer.
Ella lo pensó por un momento.
—Sí, lo es. Hombre, si uno de ellos me encuentra, estaría tan muerta.
Sasuke la llevó fuera de la ruta habitual, al bosque.
—¿Te importa tanto lo que piensan?
—No —contestó inmediatamente— Sí, quiero decir, ¿qué es esto? Ni siquiera sé que es, pero no está permitido. Pensarían lo… peor.
Sus ojos brillaban con diversión.
—¿Y qué sería eso?
Sus labios se fruncieron.
—Que estamos… ya sabes, haciéndolo
Sasuke echó la cabeza hacia atrás y rió profundamente. Frunció el ceño
—No es gracioso.
—Pero no lo estamos haciendo. —Se detuvo bajo un gran árbol de roble y la atrajo hacia él.
El aire quedó atrapado en sus pulmones, y su cuerpo traidor rozó el de él, volviendo a la vida.
—¿Qué estamos haciendo? —susurró.
—Realmente no lo sé.
Su respuesta parecía sincera, y no se apartó cuando inclinó sus labios en los de ella. Tampoco lo detuvo cuando el susurro de un beso se convirtió en algo más. Él abrió los labios, profundizando el beso. Las manos de Sasuke se deslizaron debajo del dobladillo de la falda, burlándose y tocando. Levantó la boca unos centímetros.
—¿Sabes lo mucho que te he echado de menos esta semana?
Sus dedos se cerraron sobre su pecho mientras lo miraba fijamente a los ojos. Una pequeña elevación de sus labios suavizó su dura belleza.
—Ese Nephilim ha estado en todas las partes que has estado. No me gusta.
Ella deslizó su mano por el cuello de su camisa.
—Sai se preocupa por mí.
Él rozó su mejilla en la de ella.
—Es la única razón por la que tolero su presencia.
Abrió su boca para responder, pero él se aprovechó del momento, colocando su lengua profundamente en su boca. Cuando rompió el beso, dio un paso atrás para capturar su mano otra vez. Sakura frunció el ceño. Le dio una sonrisa de complicidad y comenzó a caminar.
—Pregúntame lo que quieras.
—Um —dijo, pasándose una mano temblorosa por el pelo— Está bien… ¿Qué haces en tu tiempo libre?
—¿Además de seguirte?
Bueno, consiguió puntos por honestidad.
—Sí, además de seguirme.
—Bueno, no duermo todo el día en mi guarida, si eso es lo que piensas —La llevó alrededor de un pequeño arroyo alimentado por el río Potomac— En realidad tengo un par de negocios en Maryland y unos pocos en la ciudad: clubes y bares.
Eso no es lo que esperaba. La sorpresa debió ser transparente, porque Sasuke se rió.
—Me aburro fácilmente, sobre todo después de siglos. No es algo raro para nosotros adquirir ciertas cosas. Te sorprenderías.
Sakura realmente necesitaba compartir eso en el círculo.
—¿Qué tipo de clubs?
—Del tipo del que vas —dijo con una sonrisa— Los clubes están de moda entre los estudiantes ricos de Georgetown y jóvenes profesionales buscando un buen rato.
—Así que esto es una cosa ilegal o una manera de…. ¿llegar a más humanos?
Se refería a corromper más humanos explotando sus vicios. Era algo en que los Caídos eran muy buenos. Sasuke la miró con cara de interrogación.
—A veces, sí. En su mayor parte, es sólo un club de moda para ir a divertirse. No me aprovecho de todo el mundo que entra por las puertas de mis establecimientos. Aunque algunos de mis clubes son privados. Lugares para gente que va a pagar un buen dinero para relajarse y no ser visto.
¿Políticos y celebridades? Al parecer Sasuke siempre fue oportunista.
—¿Tú? —dijo después de un momento.
—No hago nada emocionante —dijo secamente— No hay empresas secretas o intrigas —Hizo una pausa— Fui a la American University.
—¿Universidad de posgrado? —preguntó— Caliente.
Sakura se rió suavemente.
—No me gradué. El trabajo se puso en el camino...
Parecía que digería esa información.
—Tu trabajo es todo. Es todo lo que tienes.
Cuando lo puso de esa manera sonaba deprimente. Pero ella amaba su trabajo. Demonios, era más que un trabajo. En realidad no había mucho de ella para contarle. Además de ser un Nephilim, vivía una vida aburrida. Él no parecía pensar así. No por la gran atención que le daba.
Pasaron unos minutos y la belleza del parque se instaló alrededor de ellos. Fue entonces cuando Sakura se le ocurrió preguntar lo más inapropiado que podía preguntar.
—¿Cuántos Nephilim has tenido?
—¿Niños? —Inclinó la cabeza hacia un lado y un mechón de pelo cayó sobre su ancha mejilla— Ninguno.
