Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
Capítulo 16
Sakura se soltó a reír a carcajadas.
—Como sea. Me dices que te pregunte lo que sea y luego mientes.
La piel entre las cejas de Sasuke se arrugó.
—No estoy mintiendo.
Su sonrisa se desvaneció. O tenía un rostro imperturbable o decía la verdad. Pero no había manera de que él no hubiera procreado a un Nephilim. Era sólo… lo que hacían. Como una y otra y otra vez. Pero la miró con esta expresión seria y de alguna manera ofendida en su cara.
—No puedes estar hablando en serio —siseó Sakura.
—¿Por qué mentiría sobre eso?
Habían parado de caminar. Debajo de un viejo puente de piedra que ya no estaba en uso, retiró sus manos de las de él.
—¿Ni un Nephilim?
Suspiró.
—Si hubiera sabido que estarías decepcionada por eso, te hubiera mentido.
—No —se mordió su labio— no estoy decepcionada. Sólo estoy sorprendida. Quiero decir, ¿qué Caído no produce un Nephilim? Somos como su primer "en tu cara" para Dios.
Sasuke se echó a reír.
—Supongo que soy un Caído muy pobre.
—Guau —murmuró. Estaba lleno de sorpresas, y su última hablaba por sí misma. Había pensado que su inexplicable cariño por ella y su manera frívola de destruir a las creaturas que su especie creaba era extraña, pero esto estaba más lejos— ¿Los otros son como tú?
La agarró, desdoblando sus brazos.
—Imagino que hay algunos que se han cansado de este camino que hemos escogido. Quienes han forjado una vida diferente, dejando atrás lo que los hizo caer.
Eso no se asentaba bien con Sakura. Todos los años de entrenamiento y educación de los Caídos comenzaba a aclararse. Las líneas entre ellos siempre eran un problema de blanco y negro. Aun así, Sasuke era la prueba de que no era siempre la verdad. ¿Y podía haber más como él? ¿Afuera? ¿Caídos pero no completamente malvados? ¿Y su especie los mataba? Necesitaba alejarse, para pensar. Todo esto la confundía.
Sasuke frotó las manos sobre sus brazos.
—¿Te molesta, no es cierto?
—¿Qué?
Sonrió un poco.
—Saber que todo lo que te han enseñado no es siempre lo correcto. Ni un montón de entrenamiento podría prepararte para el conocimiento de que hay muchas áreas grises.
Demonios, era bueno. No significaba que lo admitiría, sin importar cuánta razón tuviera.
—¿Por qué no eres como ellos?
Una mirada oscura pasó por su cara mientras miraba hacia el cielo.
—¿Quién dice que no lo soy?
Está bien entonces. Decidiendo que había pasado un buen tiempo para volver a la ciudad y cazar, se alejó.
—Sasuke, tengo que volver…
Sus palabras fueron cortadas por la intensidad pura en la manera que reclamó sus labios con los de él. Deslizando los brazos alrededor de su cintura, la levantó en su contra... Maldición, era increíblemente caliente cuando hacía eso.
Levantó su cabeza.
—Lo sé. Sólo dame unos cuantos minutos.
—¿Unos cuantos minutos? —murmuró, mareada por su pasión.
Tenía unos cuantos minutos. Unos cuantos minutos no harían daño. Luego comenzó a besarla otra vez. Supongo que no responder es un sí por respuesta. ¿A quién demonios quería engañar? Le gustaba cuando la besaba como si el puro sabor de ella fuera lo suficiente para que viviera. Sasuke estaba tan equivocado y aun así tan acertado.
Se giró y la presionó contra los ásperos bloques de piedra. No era la posición más cómoda, pero había algo sobre el frío bloque a su espalda y el calor de Sasuke al frente. Fuego y hielo, así era él. Un brazo se apretó a su alrededor mientras deslizaba una mano por debajo del dobladillo de su falda. Hacia arriba y arriba, hasta que sus dedos rozaban la curva de sus nalgas. Gimió en su boca, la necesidad que su toque trajo era repentina y poderosa, pero cuando deslizó sus dedos debajo de sus bragas, sus ojos se abrieron de golpe.
—¡Sasuke! —siseó— ¡Alguien podría vernos!
No era una puritana, pero no se sentía con ganas de darles un espectáculo gratis a los desamparados y a los guardabosques.
Se rió profundamente entre dientes, presionándola más contra la pared.
—Nadie nos verá.
Devolvió sus dedos a donde habían estado.
—¡Sasuke!
Comenzó como una orden para soltarla, pero terminó en un gemido mientras deslizaba un dedo sobre su húmeda hendidura. Sakura se sacudió contra su mano mientras bajaba su boca contra la de ella. Sus besos eran intoxicantes. Coordinando el ritmo del empuje de su lengua con la gentil zambullida de sus dedos, sus protestas se evaporaron. Que se joda la indigna moral. Cuando su pulgar se presionó contra su pequeño bulto de nervios, se meció contra su mano. Era implacable, y no tomó mucho tiempo. No cuando se desplazó y puso su rodilla entre sus muslos. La presión entre el abundante cordón de músculos y su mano la llevaron sobre el borde. Su boca tragando el sonido de su orgasmo.
Temblorosa y sin aliento, tomó unos cuantos minutos para que regresara a sus sentidos. Cuando Sasuke la bajó con cuidado a sus pies, sintió su agitación. Se movió, presionándose en su contra. Su cabeza hundida en su cuello.
—Pequeña descarada.
Sus dedos se pasaron por su suave cabello.
—Quiero hacer eso por ti.
Gruñó.
—Sigue hablando así y lo harás.
Podría hacerla una mala persona, pero sus palabras sin embargo la excitaron. Sus manos serpentearon entre ellos, ahuecándolo a través de su pantalón.
—No me importaría.
Levantó la cabeza, fijándola con una mirada salvaje. Casi sacó el aire de sus pulmones. Estaba atrapada en su derretida mirada. El líquido ardiente que corría por su cuerpo era demasiado potente para ignorar. Su sexo aumentando con anticipación. Haría todo lo que le pidiera… cualquier cosa que demandara. Algo oscuramente posesivo parpadeó por sus rasgos, afilándolos.
—Entonces hazlo.
Sin aliento, lo miró desabotonarse sus pantalones y sacar su hombría. Estaba grueso, completamente hinchado, y su corazón saltó a su garganta.
—Tócame —ordenó bruscamente.
Un malvado entusiasmo pasó por ella mientras lo alcanzaba.
—No —La detuvo— Así no —Acunó sus mejillas, inclinándose para colocar su boca sobre la de ella. El beso era profundo, intenso. Succionó su lengua en su boca expertamente— Así —dijo, con voz ronca y no dejando lugar a la desobediencia— Chúpame.
Un afilado estremecimiento pasó sobre ella. ¿Haría esto, aquí afuera donde todos los podían ver? El malvado entusiasmo la llenó. Con piernas tambaleantes, cayó en sus rodillas en frente de su sobresaliente estructura. Un profundo gruñido de triunfo salió de él mientras enredaba su mano alrededor de la base. Se sacudió en sus manos mientras corría sus dedos a la punta, pasando su pulgar sobre el líquido adornando ahí. Inhaló su esencia de almizcle mientras lo tomaba con su boca, rozando sus dientes todo el camino hasta la raíz. Él gimió, enredando su mano en su cabello mientras flexionaba sus caderas. Trabajándolo duro y rápido, estaba asombrada por cómo se estremecía ante ella, fascinada de cómo se hinchaba dentro de su boca, listo para explotar. Después estaba empujándose tan profundamente, sus movimientos convirtiéndose más erráticos mientras su boca lo tomaba más profundamente.
Hizo un sonido ronco y trató de alejarse, pero lo sostuvo, poco dispuesta a dejarlo ir. Pasó sus manos sobre su trasero, y eso lo completó. Su liberación llegó, y gruñó su nombre mientras sus manos le agarraban la nuca. El agarre era casi doloroso, pero algo primitivo se elevó en ella, revelándose en el sentimiento de sus espasmos interminables. Cuando finalmente soltó su agarre, estaba un poco estupefacto. Aún en sus rodillas, corrió su lengua sobre su labio inferior. Mirándola, sus ojos negros resplandecieron.
—Dulce Jesús —dijo.
Luego se agachó, la tomó por sus hombros, y la levantó. Presionó su espalda contra la pared, besándola con tanta ferocidad que sus dientes se clavaron en su labio inferior. Saboreó un poco de sangre mientras tomaba su cabeza, besándolo de vuelta con la misma hambre. Sasuke la levantó de vuelta, envolviendo sus piernas sobre sus caderas. Lo sintió, ya duro y grueso otra vez, presionándose contra el centro de sus empapadas bragas. Apretando sus tobillos juntos, molió sus pelvis contra la suya. Pequeños gemidos escapaban entre besos. Podía tomarla ahí mismo, y no lo habría detenido. Estaba tan cerca de rogar. Lo quería, lo quería demasiado que lo anhelaba de maneras más allá de lo físico. Su espalda golpeó la pared otra vez, y sintió sus manos ir debajo de su falda, deslizándose debajo de la banda de sus bragas. Su sangre hirvió. Quería que arrancara sus bragas y entrara… se puso rígida, los ojos abriéndose de golpe y muy abiertos.
Sasuke se alejó, sus ojos arremolinándose con lujuria.
—Sakura…
No había ni un error sobre el sentimiento deslizándose por debajo de su columna. Un humano acababa de ser poseído, y era en algún lugar cerca.
—Tienes que estar bromeando.
La miró como si pensara lo mismo. Sonrojada, caliente, y lista para desgarrar su ropa y saltar sobre él, cerró sus ojos.
—Lo siento. De verdad. Tengo… tengo que irme.
O querido dios, no quería hacerlo… Sacándose por lo que probablemente eran siglos de limitaciones, lo cual estaba completamente carente, desenredó sus piernas de sus caderas y la bajó gentilmente.
—Lo entiendo —su voz era ruda y ronca— Te hice una promesa. Ve.
Ajustándose la falda y blusa, no tenía ni idea de que decir. Así que se decidió por algo simple.
—¿Te veo por ahí?
—Sakura —la llamó— Sé cuidadosa. Por favor.
Le lanzó una sonrisa arrogante sobre su hombro.
—Ahora, creo que estás comenzando a agradarme, Sasuke. No te preocupes, siempre soy cuidadosa.
Luego se apresuró hacia el frente del parque. Esperando que la carrera de alguna manera le aclarara sus intensos pensamientos hasta el punto que podría pelear exitosamente, corrió rápido y fuerte. El alma estaba en algún lugar en el camino delantero del parque. No le tomó tanto tiempo. Aparte del hecho de que le pareció como si hubiera corrido en un círculo gigante, se sentía bien. Está bien, se sentía malditamente muy bien. Aun después de que lidió con el poseído, no había perdido su fulgor.
Maldita sea, de hecho se sentía viva. Su piel hormigueaba, la sangre zumbaba. Su buen humor permaneció después de que el resultante juego del gato y el ratón, comenzara entre ella y el esbirro que había entrevisto cerca de Verizon Center. Persiguió al cobarde a través de DC y de vuelta. Le dio al pequeño bastardo una cosa: seguro podía correr como un esbirro. A mitad de la persecución, Sai llamó y quería conversar, aun después de que le explicara que estaba algo ocupada. Luego tuvo que explicarle exactamente porque estaba ocupada. Siguió riéndose. Aparentemente, perseguir a un pequeño esbirro alrededor de la ciudad era divertidísimo si no era su trasero haciendo la carrera. Finalmente le colgó.
Una vez que arrinconó al esbirro, sólo le tomó treinta segundos para eliminarlo. Derrotar poseídos le molestaba más que derrotar esbirros. El pobre cuerpo en el que el alma se había deslizado no tenía opción. Su vida había sido robada. Sakura no podía sentir nada de lastima cuando eran los esbirros. ¿Tendría lastima de un Caído que se había mezclado con los humanos? Sus labios se fruncieron. No podía contestar la pregunta, y le preocupaba. Moderó su ritmo. Muriéndose de hambre, estaba felizmente sorprendida cuando Sai apareció con dos bolsas de comida rápida. Casi se le aventó encima.
—Oh mi dios, te adoro.
Se rió entre dientes.
—Se me ocurrió que te lo ganaste después de tanto correr.
Caminó a su lado, ansiosamente abriendo la bolsa. Toda su felicidad se disolvió, y su voz salió chillona.
—¿Me compraste un Cajita Feliz?
Simplemente inaceptable. Esta chica tenía un apetito, y una Cajita Feliz no lo iba a llenar. Se rió a carcajadas. Varias personas se detuvieron a mirarlos, y quería golpearlo. Abrió su bolsa para ella.
—Oye, también te compré una Big Mac.
Sakura entrecerró sus ojos.
—La comida no es un asunto para bromear. ¿Cuántas veces tengo que decirte eso? —Le arrebató la bolsa de cartón— Te amo Sr. Big Mac. Me casaré contigo si me prometes un suministro interminable. ¿Crees que conseguiría un suministro interminable si salgo con Ronald McDonald? El maquillaje de payaso me hace cagarme de miedo, pero valdría la pena.
—A lo mejor si le das sexo oral.
Sus mejillas se sonrojaron, pero forzó a que esos otros pensamientos se alejaran. Ladeó su cabeza, mirando a la magnífica creación.
—Doble.
—Eres extraña.
—Pero me amas —le recordó sobre un bocado de hamburguesa.
Sakura atacó su comida con la misma ferocidad que mostraba en sus batallas. Y aparentemente otras cosas. Se comió la Big Mac, la hamburguesa con queso, y las papas fritas en tres minutos. No era su mejor tiempo, pero dado al hecho que caminaba, era muy bueno.
—¿Cuántos mataste esta noche? —preguntó Sai mientras tomaba su bolsa vacía y la enrollaba en una bola. La tiró en el piso, junto con la suya.
—¡Sai! —Se inclinó, recogiendo las bolsas desechadas.
—¿Qué? —preguntó inocentemente.
Lo fijó con una mirada que decía que él lo sabía mejor, luego tiró las bolsas en el bote de basura más cercano. Decidió que podía contar al que Sasuke le arrancó la cabeza. Sai no sabría la diferencia.
—Seis.
—Maté a ocho, holgazana.
Sakura lo empujó hacia el ocupado caminó. Por poco falla en ser golpeado por un taxi. El chofer le tocó la bocina, y él le sacó el dedo medio.
—Tuve que perseguir a uno a través de siete distritos. Ese debería de contar por dos más por lo menos.
Sabía que se estaba quejando, pero ya ni modo. La empujó enfrente de algún rufián callejero. Algo en la manera que ella le sonrió al adolescente, lo advirtió de que no tuviera problema con ello.
—La noche todavía es joven, a lo mejor te puedes emparejar conmigo, pero probablemente no —se burló Sai.
—Fanfarrón —murmuró.
—Tonta —contestó de vuelta— Está bien, te veo después.
—Oye, espera un segundo —le gritó— Encontré a Guy en la oficina de Kakashi. Creo que estaba husmeando.
Sai frunció el ceño.
—¿Por qué estaría haciendo eso?
Le dio una mirada de incredulidad.
—Alguien nos está traicionando.
—¿Así que crees que es él? —Sai frunció el ceño más profundamente— Mierda, Sakura. No lo sé. Guy es un buen tipo.
—Quien sea que nos está traicionando en un muy buen actor, ¿verdad? Si no, ya hubieran metido la pata.
Él dio un paso hacia atrás mientras una mujer joven caminaba entre ellos. Era una morena alta y bonita. En sus pantalones de mezclilla apretados y su blusa colorida, hacía que las cabezas giraran a mirarla. Sai la miró dos veces.
—Maldita sea.
La chica se giró, dándole una sonrisa. Por supuesto que sí. Sakura rodó los ojos. La mayoría de las mujeres pagarían buen dinero por obtener esa clase de atención de su parte. Con sus rasgos cincelados y amplio cuerpo, él también hacía girar algunas cabezas.
—Um, presta atención a la cosa importante a manejar —le recordó secamente.
Sai quitó su mirada de la morena.
—¿Qué?
Suspiró.
—Alguien nos está traicionando, bla, bla, bla.
—Se lo mencionaré a Kakashi y veré lo que opina —Sai miró detrás de sí— Buena atrapada, por cierto. Estoy orgulloso de ti. —Ligeramente la golpeó en la barbilla con un gran puño— Me tengo que ir. Sé cuidadosa.
—Adiós, mi buen amigo.
Le rodó los ojos y desapareció por el callejón. Ella se dirigió hacia el estadio Washington Nationals. Estaba segura que se encontraría a algunos poseídos, esbirros o gente mala común en su camino. Al final de la noche había conseguido tres más. Sai consiguió cuatro y a la chica. Se sintió con ganas de compartir eso, y con gran detalle. Era tan cretino. Mientras se dirigía de vuelta al Santuario, su teléfono sonó. Sacó la cosa. Era Azuma, contestó.
—¿Sip?
—Conseguí la información para ti.
—Oh genial —reaccionó— Suéltalo.
—Cualquier sospecha que tengas, tienes razón —le dijo Azuma— No sé como el forense se le pasó esto. Tenía varias cortadas en sus dedos y manos. Había también moretes en ambos lados alrededor de su muñeca que ocurrieron antes de su muerte.
—Heridas de auto defensa —declaró mientras bajaba del techo del edificio de Contaduría General hacia el borde más bajo.
—O el forense era un idiota o fue pagado —dijo—. No creo que la mamá de Naruto se suicidara. Nunca había visto un suicidio con tantas marcas de vacilación, especialmente la de los dedos.
La inquietud formó pequeñas bolas de hielo en su estomago.
—¿Así que no se suicidó?
—Espera —comunicó por radio una instrucción— Lo siento. No. Mis instintos profesionales me dice que no.
—Maldita sea.
Eso era realmente raro.
—¿Qué te hizo chequear esto?
—Vi algunas fotos de su mamá —admitió— Sabes cómo eran todas nuestras mamás, ¿verdad?
Había un silencio. Después respondió—: Frías de corazón y sin alma.
—Exacto —respondió— Y en cada una de las fotografías de su mamá, estaba sonriendo. Quiero decir, realmente sonriendo. No lo sé. Sólo me pareció raro.
—De verdad no sé qué es lo que esto puede significar. Si la mamá de Naruto fue asesinada, ¿entonces los Caídos están detrás de esto?
Sakura deseó poderle preguntar a Azuma por qué Naruto no estaba en el Libro, pero se suponía que no debía saber eso.
—¿Y porque matarían a su mamá? —terminó por él.
—Deberías de decírselo a Kakashi. Nunca sabes. Podría ser una coincidencia, o podría significar algo.
Sakura asintió y luego frunció el ceño. Como si pudiera verte asentir, idiota.
—Sí, lo haré —Empujó las puertas del vestíbulo— Gracias, Azuma. Ten cuidado por ahí.
—Lo mismo para ti —respondió.
Una vez dentro, fue en busca de Kakashi pero no fue capaz de encontrarlo. Se dirigió de vuelta a su habitación, excavando otra vez en el expediente de Naruto. Al revisarlo por una segunda vez, seguía sin encontrar nada que sobresaliera para ella. Sentada en la cama, trató de darle sentido a la conexión entre la muerte de la mamá de Naruto y el hecho de que su nombre nunca apareciera en el Libro. Sai probablemente le diría que no había ni una conexión, pero no podía descartar el sentimiento de que había más, y de alguna manera lo pasaba por alto.
