Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
Capítulo 20
Sasuke estaba esperando por ella en el balcón de su apartamento. Ella sintió el momento en que el edificio quedó a la vista. Los nervios hicieron sus dedos temblar mientras sacó sus llaves y entró. La primera cosa que un Nephilim debe hacer después de cometer cualquier delito sería llevar rápidamente su trasero de vuelta al Santuario e informar de inmediato a Kakashi. Lo peor que podía hacer era darle espalda e ir a la clandestinidad.
Era demasiado tarde ahora, mientras cruzaba la sala. Abrió la puerta del balcón, y se apartó.
—Hola —murmuró.
Sasuke entró, su brillante mirada posándose en ella.
—Sakura...
—Lo sé —Levantó una mano— No debería haber detenido a Guy, pero lo hice —Le devolvió la mirada— ¿Puedes darme unos minutos? Siéntete como en tu casa —Hizo un gesto hacia el sofá— Volveré enseguida.
Se dirigió hacia el dormitorio, rápidamente desechando la ropa de caza y cambiándose en unos pantalones cortos de algodón y una remera ancha del gran armario. Sasuke se había movido hacia el sofá, sentado inmóvil con los ojos cerrados. Se acercó a él lentamente, preguntándose qué hizo con todo esto. ¿Estaba feliz de que ella lo hubiera defendido? ¿Culpable? ¿O es que él también pensaba que cometió un error? Mordiéndose el labio, se sentó a su lado. De inmediato se dirigió a ella, una suave sonrisa en su rostro.
—Lo admito. Estoy sorprendido.
—¿Estás sorprendido de que detuve a Guy?
—Sí. —Le pasó la punta de los dedos por el brazo.
Hizo un forzado encogimiento de hombros casual.
—Parecía lo correcto a hacer en ese momento.
—¿Y ahora? —preguntó él.
—Todavía lo parece —Se rió de su expresión dudosa— Tú te detuviste cuando te lo pedí. A diferencia de Guy, tú te alejabas. No merecías ser apuñalado cuando no lo estabas atacando.
Pareció considerar su razonamiento.
—Pero sí lo ataqué.
—Y te detuviste —le recordó suavemente.
—Sólo porque tú lo pediste. Si no hubieras estado allí, no lo habría hecho —Se apoyó en el cojín— Lo habría matado.
Sus ojos se abrieron, necesitaba oírselo decir en voz alta otra vez.
—Pero no lo hiciste.
Echó un vistazo a la televisión.
—¿En cuántos problemas estarás metida?
Ella suspiró.
—Una cantidad decente, me imagino. Quiero decir, no creo que Kakashi me saque a patadas ni nada, pero no va a estar contento.
—Estás aquí —Frunció el ceño, pensativo— ¿Eso no significa que estarás en aún más problemas, ya que no fuiste hacia él?
Era raro cuánto sabía sobre el Santuario y sus reglas. Lo miró con curiosidad. El pelo rubio caía hacia adelante, curvándose contra su mandíbula. Estaba cómodo en su sofá, a pesar de que su sola presencia lo tragaba todo.
—Más aún cuando no aparezca en la mañana, pero es lo que es. Necesito tiempo para pensar... todo esto.
Echó la cabeza hacia un lado.
—¿Estás aquí por mí?
Esta no iba a ser una noche en la que podría simplemente mentir a través de sus dientes. Aspirando suavemente, respondió con honestidad.
—Sí.
Una sonrisa maravillosa apareció, y se inclinó hacia adelante, capturando sus labios en un beso profundo. Pensó que seguramente se derretiría en los cojines si seguía besándola así. Cuando se retiró, ella estaba respirando fuerte y los ojos de él brillaban como zafiros.
—¿Van a venir a buscarte? —preguntó.
—No lo creo. Tienden a darme mi espacio si lo pido.
Miró a través de sus oscuras pestañas.
—Gracias, Sakura, por arriesgar lo que tienes para defenderme.
Tomada por sorpresa por su agradecimiento, se rió tímidamente.
—En realidad no eres como ellos.
—Tampoco tú.
Sakura se movió, estirando las piernas hacia fuera delante de ella.
—No soy diferente.
—¿No es un problema de blanco y negro con los Nephilim? —preguntó mientras agarraba sus muñecas. Pasó sus pulgares por las esposas de plata que ella siempre llevaba, las dagas ocultas dentro se ampliaron— ¿No es tu deber matarme?
—¿Qué... qué haces?
Trató de apartar sus manos, pero él se aferró. Las llevó al punto vulnerable bajo sus costillas, justo donde ella se había dirigido por primera vez, pero había errado por un centímetro. El mismo punto por el que Guy había ido. Sus ojos se abrieron cuando presionó la punta de la muy mortal cuchilla contra su carne.
Él encontró su mirada.
—¿Por qué no eres como el resto de los Nephilim?
¿Por qué no lo era? Esa era una buena pregunta. Podría matarlo ahora mismo. Era lo que tenía que hacer. Lo que se suponía que debía hacer. Para lo que había sido criada y lo que había impedido anteriormente. Sin embargo, aquí sentada a su lado, no podía. Nunca sería capaz de hacerlo. Lo sabía al igual que sabía que el sol subiría en una hora o así.
Él quitó sus pulgares y las cuchillas se retractaron.
—Nada es simple, ¿verdad?
Su mirada cayó sobre sus manos, que se deslizaban por sus muñecas. Su toque, calmante y desconcertante a la vez, la consumió.
—No.
La tiró en su regazo. Sus piernas cayeron a través de las largas de él, y sus manos descansaron contra sus hombros.
—Creo que tienes un poco de tiempo libre.
El fuego del rayo caliente en sus venas ya estaba hirviendo.
—¿Tú?
Sasuke tomó su mejilla.
—Tengo todo el tiempo para ti, Sakura.
Su corazón dio un pequeño vuelco extraño. Ella subió lentamente una pierna para apoyarla al lado de su cadera.
—¿No hay monjas que corromper?
—No.
Su mirada se posó en sus labios curvados.
—¿No hay políticos que influenciar para provocar un escándalo?
Sus manos cayeron a sus caderas, sosteniéndola.
—No. ¿Estás de acuerdo en dejar que un esbirro vea otro amanecer?
Ella sonrió.
—Ahora, ¿qué tipo de Nephilim me haría eso?
—Mi tipo favorito —respondió.
—¿Es así? —Se rió, sintiéndose muy diferente de sí misma.
Él rozó sus labios sobre la curva de su barbilla.
—Tenemos todo este tiempo. ¿Qué deberíamos hacer?
Podía pensar en una docena de cosas, pero sólo una que realmente quería. Llevó una mano por su vientre plano. Su sonrisa se volvió traviesa mientras ella lo sintió endurecerse bajo su núcleo caliente. Se movió de manera que su parte más íntima estaba apretada contra él. Sasuke gruñó suavemente. Una mano tomó la parte posterior de su cuello, guiando sus labios a los de él. Su beso estaba preguntando al principio, de naturaleza suave. Luego se profundizó, cada vez más exigente. Mientras su lengua logró entrar y se apoderó de la de ella, lo sintió en todo su cuerpo. Pronto sus manos estaban por todas partes, deslizándose bajo su camisa, acariciando las cimas duras de sus pechos, curvándose sobre su trasero y deslizándose debajo de sus pantalones cortos. Sakura gimió en su boca, mientras un dedo se deslizaba dentro de ella. Ya estaba tan caliente y húmeda que casi la envió por encima del borde, pero quería más. Mientras el dedo bombeaba dentro y fuera de ella, pasó su mano por debajo de la camisa y sobre la piel lisa y dura. Su respiración se aceleró, y cuando pasó los dedos por encima de su vientre bajo, su cabeza cayó hacia atrás.
Quería sentirlo dentro de ella, necesitaba que lo estuviera. Era un deseo salvaje, uno nacido de lujuria desenfrenada y otra emoción en la que no estaba dispuesta a profundizar demasiado.
—Sasuke, te deseo.
Ella desabrochó el botón de sus pantalones vaqueros.
—Me tienes —Él gimió.
Eso provocó una sonrisa de satisfacción en su rostro mientras ella envolvió sus dedos alrededor de su muñeca.
—No así.
Su dedo se quedó inmóvil, su mirada líquida se encontró con la suya y se encendió seductoramente.
—No sabes lo que estás pidiendo —dijo, su voz ronca y gruesa con la necesidad.
Con un sentido de voluntad que no sabía que tenía, Sakura apartó la mano.
—Yo sé que quieres.
—Más de lo que nunca sabrás, pero... —Su voz se desvaneció mientras ella frotaba su dura longitud a través de los pantalones vaqueros. Tragó saliva— Sakura, eso lo cambia todo.
Por supuesto que sí. Ya no sería virgen. Sasuke, de hecho, sería su... primero, y el conocimiento de eso la emocionó.
—Lo sé. Yo quiero esto —Se bajó de él y se levantó— Te deseo.
Él estaba de pie en cuestión de segundos, los pantalones vaqueros colgando bajos en sus caderas.
—Tienes que estar segura. No habrá vuelta atrás.
Envalentonada, cerró los dedos alrededor de los suyos.
—Creo que pasamos esa parte hace un tiempo.
La miró fijamente, con los ojos entusiastas y ardientes. Sasuke pareció vacilar, peleó una batalla desconocida en su interior.
—Lo digo en serio, Sakura, esto no se puede deshacer.
No era estúpida. No era como si su virginidad podría volver a crecer si lo deseaba. Haciendo los irritantes pensamientos a un lado, se sintió conmovida por su preocupación. Era evidente que le preocupaba que ella lo lamentara. El sexo era sólo sexo, y eso era lo que ella quería desesperadamente.
Con una suave sonrisa, tiró de su mano.
—Estoy segura.
Él dejó escapar un jadeo entrecortado antes de descender y reclamar sus labios en un beso febril. Había tanta pasión y poder en ese beso que se preguntó en qué se había metido, pero luego se echó hacia atrás y la inmovilizó con una mirada fundidora. Ella jadeó.
—Está bien.
Su sonrisa era torcida.
—Está bien.
Había sido la que inició esto, pero Sasuke rápidamente se hizo cargo. La llevó al dormitorio poco iluminado. Su corazón se agitó vacilante, y su estómago se anudó en la anticipación. La parte posterior de sus rodillas rozó la suave colcha, y sin decir una palabra se quitó la camisa gris que llevaba. El mismo aire que estaba tan cargado de tensión sexual se apoderó de sus pulmones.
Sasuke era absolutamente magnífico. Desde la expansión dura de su pecho dorado hasta el estómago rasgado que suplicaba que lo tocaran. Los pantalones vaqueros desabrochados se deslizaron más abajo en sus caderas, dejando al descubierto una fina capa de pelo dorado. Ningún mortal podría estar constituido de tal manera. Él era divino, un producto de la perfección. Levantó los brazos en silencio cuando él metió las manos bajo el dobladillo de su remera. Rápidamente se la quitó, y podía sentir su mirada ardiente a la deriva por su piel desnuda. Respondió de inmediato. Sus pezones se endurecieron y su estómago se ahuecó.
Luego vinieron los pantalones cortos, y entonces estaba completamente desnuda. Toda ella, las finas cicatrices que llenaban su cuerpo y las marcas que se habían quedado atrás eran visibles. No se podía ocultar mientras él la observa. Su mano revoloteó sobre una delgada cicatriz que cortaba el borde de sus costillas hasta su ombligo. Danzo le había dado eso, junto con la marca en su muslo. Sasuke tiró de esa mano a sus labios. Primero besó la parte superior de su mano, luego el interior. Luego se llevó la palma de su mano contra su pecho, por encima de donde descansaba su corazón. El gesto simple y dulce trajo un torrente de lágrimas a sus ojos. Tragó saliva, incapaz de decir nada.
—Eres tan hermosa —murmuró Sasuke contra sus labios. Envolvió un brazo alrededor de su cintura, levantándola contra él. Su beso encendió fuego en ella— Perfecta para mí. Nunca sabrás lo mucho que lo eres.
Lo miró mientras él daba un paso atrás, quitándose los pantalones vaqueros. Absolutamente maravilloso y grande... muy grande. Una parte muy ingenua de ella dudaba de que esto fuera a funcionar. Una cosa era tener la mano o la boca alrededor de él, y otra totalmente diferente era considerar eso dentro de ella. Pero luego se sentó, empujándola de nuevo contra la cama, recorriendo con sus labios sus piernas y su estómago. Se acomodó sobre sus pechos, donde succionó y mordisqueó. Se tomó su tiempo, moviéndose lentamente sobre ella, lamiendo cada centímetro de su piel. Era como si él tratara de memorizar cada parte de su cuerpo. O reclamarlo. Fuera lo que fuera, a Sakura no le importaba. Lo dejaría hacer esto para toda la eternidad.
Su cuerpo se arqueó contra él, dolorido y tenso. Dibujó cada aliento de ella, cada gemido. Sus dedos arañaron su pecho y brazos. Él se levantó, deteniendo su progreso. Capturó sus manos y las sujetó junto a su cabeza.
Deseo, abundante y poderoso, se extendió a través de ella. Nunca se había sentido así antes, y cuando él empujó sus muslos, casi gritó. Lo sintió en contra suyo, caliente y duro. Muy cerca de donde anhelaba que estuviera. Sasuke llevó sus labios a los suyos, liberando sus manos y moviendo la suya a descansar sobre su húmeda hendidura. Él se apoyó con su brazo, sin dejar de profundizar en su boca mientras trabajaba suavemente un dedo y luego dos. Pronto la tuvo dando sacudidas contra su mano y su miembro. La llevó hasta el borde, su respiración errática. Sus manos apretaron sus brazos, y los sonidos que estaba haciendo deberían haberla avergonzado. Pero no le importaba. Quería más.
Levantó la cabeza, mirándola fijamente. Había algo muy aterrador y un poco intoxicante en su mirada salvaje. Reflejaba lo que ella sentía por dentro, pero no podía vocalizar. Lo sintió por todos lados, llena de anticipación y cerca de enloquecer de deseo. Retiró lentamente los dedos, provocando un fuerte gemido de ella. Mientras mantenía la mirada fija en sus ojos fuertemente nublados, guio su erección para que descansara contra su sexo. Pensó que había acabado con el primer toque perverso, pero se había equivocado. Fue cuando él avanzó lentamente su camino, que su cuerpo cobró vida.
Sasuke se acercó, poniendo una mano en su mejilla. Su pulgar se desvió hasta su labio inferior.
—¿Confías en mí? —preguntó en voz baja.
Envolvió un brazo alrededor del que él usaba para apoyarse.
—Sí.
Inclinó la cabeza hacia ella.
—Esto puede doler. Lo haré rápido.
No estaba muy segura de lo que quería decir con que lo haría rápido, pero estaba realmente más allá del pensamiento coherente. Con una última caricia sobre su mejilla, su mano bajó a su cadera una vez más, y se metió en su interior. Dolor agudo y punzante se disparó a través de ella. Se congeló ante la increíble presión de plenitud.
—Relájate —susurró, sus ojos brillando como joyas de ónice— Va a mejorar. Te lo prometo.
Se mordió el labio y asintió. No estaba segura de cómo iba a mejorar. Se sentía como si se fuera a romper en dos. Él no se movió. A pesar de que su brazo temblaba alrededor del suyo, se quedó quieto, enterrado profundamente dentro de ella. Finalmente, la picadura se desvaneció hasta convertirse en un dolor sordo, y la plenitud comenzó a sentirse un poco... bien. Tentativamente, Sakura se movió, y el fuerte latido que sentía no era de dolor.
—Oh —susurró.
Lo intentó de nuevo.
—Oh, sí —gruñó Sasuke.
El fuego que el simple movimiento evocó en ella la impulsó aún más. Sacudió las caderas contra él, y las manos de Sasuke se apretaron en puños.
—Creo que estás entendiendo esto —dijo con voz rasposa.
Inclinó las caderas una vez más, y la moderación de Sasuke se rompió. Él comenzó a empujarse a sí mismo más profundamente en su cuerpo. Sakura nunca se había sentido tan llena antes y sin poder sobre su propio cuerpo. Y sin embargo era tremendamente erótico.
Pareciendo como si él ya no estuviera contento con sus movimientos tentativos, acunó sus caderas, empujando en ella una y otra vez, aumentando en intensidad hasta convertirse en un ritmo febril que casi la destrozó con placer. Levantó las piernas y las envolvió alrededor de sus caderas, trayéndolo más profundo. Le daba vueltas la cabeza mientras la dicha se construía en su interior. De alguna manera, en este momento, se sentía unida a él. Era algo más que sexo, más que dos cuerpos que se beneficiaban mutuamente. No podía explicarlo, pero sabía que esto era más. Se suponía que debía serlo, y siempre lo había sido. Sasuke se movió más rápido, moviéndose contra ella. Mientras ella, caliente y húmeda, lo envolvía. Su toque estaba en todas partes, al igual que el suyo. Soltó sus caderas, ahuecando su pecho. Su boca bajó a un pezón tenso y lo chupó. El perforante trazo sobre su pecho y el incesante golpeteo fue demasiado. Echó la cabeza hacia atrás y gritó mientras se estremecía a su alrededor. Fue un momento increíble en su vida. Finalmente se soltó de las cadenas que llevaba en el abandono sin sentido, era libre. Y se sentía tan condenadamente bien. Los espasmos sacudían su cuerpo apretado, olas sensuales, lanzándola tan alto que no quería volver a bajar.
La cabeza de Sasuke se inclinó hacia atrás, y sus brazos se apretaron a su alrededor. Rugió su liberación, enterrando su cabeza en el hueco de su cuello. Un último espasmo envió su cuerpo sacudiéndose contra el suyo, y luego bajó los brazos a los costados. La cabeza le daba vueltas mientras yacía debajo de él. Él quería permanecer dentro de ella para siempre. Pasaron los minutos, y luego mordió su suave carne, riéndose cuando ella gimió. Se levantó sobre sus antebrazos. Ella sintió un tirón en su interior una vez más y se estremeció.
—Sabía que iba a ser así —dijo.
Arqueó una ceja perezosamente.
—¿Lo sabías?
—Sí —Le dio un ligero beso en sus labios— ¿Estás bien? ¿Te duele?
Bajó la mirada hacia donde sus cuerpos estaban todavía unidos. Estaba dolorida, pero todavía en una pieza. Después de eso, esperaba que tuviera que volver a unirse.
—Estoy bien.
Sasuke puso otro beso en su mejilla.
—Quédate aquí. Voy a conseguir algo.
Cuando se retiró lentamente, sintió el delicioso tirón. Se mordió el labio, cerrando los ojos. Demasiado saciada como para de verdad importarle lo que él estaba haciendo, Sakura se dejó llevar hacia el resplandor cálido. Lo oyó hurgar en su baño y luego brotó agua del grifo. Volvió, un paño húmedo en la mano. Ella frunció el ceño mientras se sentaba a su lado y colocaba la mano entre sus piernas. Sakura se sonrojó.
—No tienes que hacer eso. Puedo…
Sasuke se centró en sus ojos.
—No.
Y entonces comenzó a limpiar suavemente todos los rastros de su virginidad. No estaba segura de cómo se sentía acerca de él cuidando de ella de esa manera. Esto era más íntimo que lo que acababan de compartir, y la hizo sentirse de mal humor. Una vez que terminó, se puso de pie y dejó la toalla en la cesta junto al armario. Sakura se sentó e hizo una mueca. Bueno, un poco más dolorida de lo que originalmente pensaba.
—¿Estás bien? No debí dejarme llevar de esa manera. Podría haberte lastimado.
Sus ojos se abrieron, pero no fueron sus palabras o el dolor lo que causó su reacción. Esa primera noche, cuando él había llegado a su apartamento, ella nunca había puesto los ojos en su espalda. De hecho, siempre había mantenido la espalda oculta de ella, y ahora vio por qué. Cómo nunca se había dado cuenta de que esto se le escapaba. La piel tensa sobre cada uno de sus omóplatos descubiertos por las marcas inflamadas de donde habían estado las alas. La carne abierta y vuelta a coser. Se veía arrugada y dolorosa. Cada corte vicioso por lo menos de quince centímetros de largo y cinco centímetros de espesor.
Sasuke se puso rígido.
—¿Te molesta?
—No. Es que... no sé —No era como si viera a los Caídos en un estado de desnudez a menudo. Por lo general, los mataba o los echaba— ¿Te duele? —preguntó, sintiéndose tonta por haberlo hecho.
Negó con la cabeza.
—No desde hace muchos años.
—Oh —Sakura tenía esta extraña necesidad de tocar su piel. Para llegar tan cerca de lo que hacía de los caídos lo que eran— ¿Será capaz de curarse?
—Voy a llevar la marca de mi caída por toda la eternidad.
Eso era mucho tiempo para que recordara su desgracia. Por otra parte, cayó, y dudaba que fuera el peor de sus castigos. Tan mal como estaba, sintió pena por él. Lo que debía haber sido cometer un error y perder todo lo que había conocido o apreciado. ¿Había sido su elección, incluso si se hubiera dado cuenta de las consecuencias y lo amplias que serían? Mirando hacia él, se dio cuenta de que nunca había considerado el dolor de los Caídos antes, su pérdida. Si fuera expulsada del Santuario por un error, ¿no se volvería más amarga? ¿La soledad que su especie enfrentó durante siglos era lo suficientemente grande como para convertirlos en las creaciones que ella cazaba?
—Lo siento.
Los ojos de Sasuke se agrandaron.
—¿Te disculpas por mi caída?
No estando segura de sí había cometido un error al pronunciar esas palabras, se encogió de hombros. Él había sido relativamente evasivo cuando se trataba de la razón por la que cayó, pero parecía injusto que la lujuria lo hubiera traído a la Tierra.
Qué traidora línea de pensamiento, se dio cuenta. Él se quedó mirándola un momento y luego sonrió.
—Eres un extraño Nephilim
Casi se rió.
—Eres un extraño Caído.
—Probablemente lo soy, pero no tienes nada de qué disculparte. No para mí. Además, ninguna parte de mí se lamenta por mi elección ya. Es lo que es. —Se quedó a su lado, apoyando su cabeza en su mano, mirando con curiosidad, completamente a gusto en su desnudez.
Extendió la mano y guio la de ella por su costado. Una vez que la tenía en su contra, continuó—: Ven conmigo.
—¿Qué?
—Ven conmigo —Repitió— Podríamos irnos muy lejos de aquí.
Sakura lo miró por un momento y luego se echó a reír. Era una combinación de incredulidad y sorpresa.
—No es en serio.
—¿No lo es? —Los dedos de él se deslizaron sobre su caja torácica— Podríamos ir a cualquier parte del mundo. Hay lugares tan lejos que incluso tu deber con el Santuario no puede alcanzarte, Sakura.
Él hablaba en serio. Oh, maldita sea. Se apartó para poder mirarlo.
—Sasuke.
—No tendrías que preocuparte de estar en problemas —señaló de forma más casual. Como si lo que estaba sugiriendo no fuera nada del otro mundo— No tendrías que responder ante nadie. Podrías ser libre.
Sus palabras tenían un cierto atractivo. Era algo más que la idea de no estar atada al Santuario, sino el hecho de que quería que se fuera con él. La idea hizo cosas tontas en su corazón y nubló sus pensamientos. Había días en que no quería nada más que desaparecer. El exceso de trabajo y el síndrome subestimado, pero ella nunca consideró seriamente irse. Tuvo que recordarse a sí misma que no era una opción mientras él arrastraba sus ágiles dedos sobre las puntas de sus pechos. Su boca se hizo agua.
—No puedo, Sasuke.
Sus dedos se deslizaron al otro pecho, que ahora estaba dolorido y pesado.
—Podrías hacer lo que quieras.
Se humedeció los labios.
—Puedo hacer lo que quiero ahora.
Sasuke levantó una ceja, dudoso.
—Eso no es cierto. Estás encadenada a tu deber —Su dedo se enroscó alrededor de su pezón endurecido mientras hablaba— ¿Crees que tu Kakashi permitiría que esto continúe?
Sakura se erizó.
—Kakashi no tiene ningún control sobre mí de esa manera.
—¿No lo hace? —Sasuke rió suavemente, su sonrisa tierna— Él lo controla todo. Tiene tu Contrato, ¿eso no significa que debes obedecer cada uno de sus decretos?
—Sí, pero…
Su voz se desvaneció. No había manera bonita de ver esto. Sasuke tenía razón.
—No hay peros, cariño —susurró mientras su mirada se quedaba fija en sus picos rosados.
—No lo entiendes —argumentó— Tan agradable como suena lo que ofreces, no es posible.
Se movió contra ella.
—Ya veremos.
Miró hacia abajo, donde su cuerpo rozó el de ella. Estaba duro, y todos los pensamientos de obligarlo a entender que nunca podría ser una opción fueron arrojados por la ventana.
—¿Sasuke?
Hizo una pausa, sonriendo diabólicamente hacia ella. Luego apretó hacia abajo mientras se colocaba sobre su cuerpo.
—Creo que podría hacer esto todo el día.
Un suave empujón le prendió fuego. Ella se agachó y agarró su parte trasera.
—Creo que estoy de acuerdo.
Y Sasuke lo hizo una y otra vez hasta que se derrumbaron uno en brazos del otro. No mencionó su huida de nuevo, y Sakura estaba agradecida. Ellos eran capaces de crear un pequeño capullo en su habitación, donde no existía el mundo exterior. En sus brazos, podía olvidarse de su deber y de lo que iba a enfrentar a su regreso al Santuario. No importaba que sólo fuera temporal.
