Ni la historia ni los personajes me pertenecen.

Capítulo 22

El filo de las palabras de Kakashi persiguieron a Sakura mucho después de que salió del Santuario. Tomó aire bruscamente mientras se alzaba detrás de una gárgola de piedra. Inquieta y todavía energizada por la ira, se dejó caer hacia la cornisa de abajo, y luego al callejón. Al primer esbirro con el que se encontró lo cortó sin siquiera una palabra. Con el segundo jugó. El tercer esbirro intentó huir, pero ella lo derribó con fría malicia. Continuó hasta altas horas de la madrugada. La ira cambiando a culpa, culpa de nuevo a furia, lástima a hipocresía, y finalmente, con la última muerte decidió que debía de ser bipolar. Ninguna cantidad de volar de un edificio a otro apaciguó el tumulto de emociones dentro de ella. En algún punto, reconoció que la ira estaba dirigida a ella. Lo había hecho mal. Sin importar lo mucho que había visto lo bueno en Sasuke, los demás nunca lo verían, y no debería esperar que lo hicieran.

Cuando Sasuke se encontró con ella, no fue en su lugar de siempre. Ella evitó el Hilton, insegura de si podría enfrentarlo en ese momento. Pero él la encontró de todos modos en lo profundo del Rock Creek Park. Caminó hacia ella con la cabeza baja. Mechones de cabello oscurecían casi todo su rostro, ocultando sus ojos. Su interior se tensó. La emoción y la ansiedad se arremolinaron.

Ella levantó un brazo inestable.

—No… no puedo hacer esto ahora.

—Te dije que no quería que regresaras aquí. —Él ni siquiera perdió un latido.

¿Cómo supo lo mal que había ido? No estaba segura, pero cuando se detuvo frente a ella, cada músculo en su cuerpo se bloqueó. Luego se dio la vuelta, alejándose. No podía lidiar con él ahora mismo o con lo que le hacía sentir. Demonios, ni siquiera podía lidiar consigo misma. No llegó muy lejos. Sasuke la atrapó por detrás y la volteó, presionándola hasta que su espalda golpeó la áspera corteza del árbol. Agarrando sus muñecas en una mano, las fijó sobre su cabeza.

—¿Por qué huyes de mí? —gruñó— No soy el enemigo.

Si él no era el enemigo, ¿entonces quién lo era? ¿El Santuario? ¿Ella? Mientras la observaba, una mirada de fiera posesividad se disparó por su rostro. Ella se estremeció. Y cuando la atrajo hacia él, esperaba que la tomara allí mismo. Pero no lo hizo. Sasuke la acunó contra él, envolviendo un brazo fuertemente a su alrededor y hundiendo la otra mano profundamente en su cabello. Y estaba desesperada por estar más cerca de él. Lo acarició con la nariz, extendiendo las manos en su espalda. Con él, era sólo Sakura, no estaba atada ni al Santuario ni a nada, y sólo podía ser eso con Sasuke.

—Lo siento —susurró ella.

—¿Por qué te disculpas? —Bajó la cabeza, besando donde su cuello se encontraba con su hombro— No has hecho nada malo. No te disculpes por ellos. No puedo… No te dejaré.

Sakura cerró los ojos.

—No quiero que lo hagas.

Él estuvo en silencio por un largo tiempo, sosteniéndola.

—¿Piensas en mantenernos juntos?

Inclinando la cabeza hacia atrás, ella encontró su mirada.

—Sí.

Una pequeña sonrisa tiró de sus labios mientras con la mano le acariciaba la cabeza.

—No será fácil, Sakura.

Nada era fácil, pero eso no significaba que fuera a rendirse. Podía lidiar con esto. Y lo haría. No había otra opción, a menos que quisiera perderlo todo —incluyendo a Sasuke.


Naruto aterrizó con fuerza sobre la espalda por lo que parecía la centésima vez en la última hora. Sin embargo, fue un poco más inteligente esta vez. Inmediatamente bloqueó el talón de la bota de Yamato antes de que conectara con su garganta.

Bee rió desde el otro lado de la colchoneta.

—Está atrapándolo.

—Finalmente —murmuró Yamato, quitando la presión.

Quería decirles a dónde podían irse, pero ya había intentado eso antes. Y no terminó bien. Probablemente estaría orinando sangre por la próxima semana. Trepando lentamente a sus pies, estiró la torcedura de su espalda.

—Una vez más.

Una vez más, sólo una vez más, hasta Naruto lo entendió. Yamato asintió, y el orgullo brilló en sus ojos antes de atacar. Se movió con series de golpes rápidos y patadas que Naruto fue capaz de esquivar y luego patear. Las patadas eran siempre su fuerte. Ningún hombre debería ser capaz de patear tan fuerte y rápido.

—Más lento. No es sobre lo rápido que te mueves, sino sobre lo bien que puedes anticipar su próximo movimiento.

Sorprendido por el suave consejo, Naruto no fue capaz de bloquear la creciente patada que dio Yamato, y fue al suelo. Sakura no había hablado desde que había llegado esta mañana para observarlo entrenar. Entró, levantó la barbilla cortésmente hacia ellos, y luego se sentó en las colchonetas. Cada poco tiempo, él la había mirado. Ella los observó intensamente, pero en ningún momento pudo leer su expresión. Lo único que podía decir era que se veía exhausta. Sombras tenues brotaban bajo sus ojos verdes, y había un tirón de cansancio en sus labios.

Bee se inclinó hacia ella, varias rastas gruesas oscurecieron lo que fuera que le susurró al oído. Naruto se puso de pie.

—Una vez más —dijo entre dientes.

Sakura se levantó de la colchoneta. Su largo cabello estaba recogido en un moño desordenado y llevaba unos holgados pantalones de chándal. Incluso despeinada y agotada, sabía que no debía subestimar lo que ella estuviera haciendo.

Yamato se volvió hacia ella.

—¿Quieres intentarlo?

Ella asintió mientras daba un paso a un lado.

—Te mueves demasiado rápido. En el combate cuerpo a cuerpo, moverte más rápido que tu oponente es sólo un beneficio cuando eres el atacante. —Su mano se deslizó, golpeándolo en el pecho. Se tambaleó hacia atrás con el ceño fruncido— Sin embargo, la defensa no es más que anticipar el siguiente movimiento. Él te dirá dónde disparará el siguiente golpe sin palabras.

Naruto se frotó el pecho con la palma de la mano.

—¿Eso era necesario?

Ella esbozó una pequeña sonrisa.

—Míranos.

Sakura se volvió hacia Yamato con una pequeña inclinación de cabeza. Se lanzó al ataque con la misma cantidad de ferocidad que usó cuando iba tras él. Naruto cruzó los brazos sobre el pecho. En lugar de que Sakura terminara sobre su trasero, esquivó los golpes. Todo el tiempo mantuvo los ojos en Yamato. En cuestión de segundos empujó hacia adelante, y para irritación de Yamato, desvió fácilmente cada patada y golpe que envió en su dirección.

—¡Brazo! —dijo ella una fracción de segundo antes de que Yamato lanzara un puñetazo— ¡Pierna! —gritó de nuevo. Una y otra vez, gritaba cada método de ataque al mismo tiempo que Yamato lo hacía. Él se movió más rápido, pero ella se las arregló para atraparlo un segundo antes que él— ¡Observa su cuerpo! Mira cómo el área se tensa antes de que la utilice. Los músculos se contraerán o temblarán.

Bloqueó una feroz patada de costado que habría dolido como el santo infierno. Sus ojos se estrecharon en Yamato, eventualmente viendo lo que señaló. Fue un temblor leve. Sin importar cuánto intentara cambiarlo Yamato, su cuerpo delataba su próximo movimiento. Después de absorber eso y que su confianza creciera un poco más, su atención cambió a Sakura. Era bastante increíble de ver. Fuerte y con rápidas piernas, se movía como una bailarina experta. También estaba realmente metida en ello. Tal vez un poco demasiado. Había un aire de violencia en ella. Una parte suya debía de haber crecido con ello porque, eventualmente, sus labios se curvaron en una sonrisa de satisfacción mientras Yamato se agitaba cada vez más con la habilidad de ella superándolo. La pequeña ninja se estaba divirtiendo.

Una sonrisa tiró de sus labios mientras deslizaba la mano debajo de su camisa, sobre el crucifijo que ella le había traído. Sakura se echó hacia atrás, y Naruto tomó su lugar con Yamato. Después de unos minutos, fue capaz de anticipar los movimientos. No tan rápido como ella lo había hecho, pero no terminó sobre su espalda de nuevo. Eso era un infierno de una mejora. Incluso Yamato parecía pensarlo. En lugar de detenerse para el almuerzo con la rutina habitual de correr por los túneles subterráneos, permitió a Naruto ir directamente a la cafetería. Sintió como si hubiera ascendido un grado.

Sakura desapareció cuando se dirigieron a almorzar, pero regresó a los pocos minutos viéndose... desconectada. Naruto la observó con curiosidad mientras tomaba un poco de comida. Todo el tiempo mantuvo la cabeza baja mientras observaba los montones de carne para el almuerzo.

—¿Qué sucede con ella? —preguntó con la boca llena de carne asada.

La mirada de Bee parpadeó hacia Yamato.

—Nada.

—Eso es mierda.

—Si crees que eres lo suficientemente valiente para abordar esa pregunta con ella, por favor házmelo saber con tiempo —dijo Yamato— Me gustaría estar fuera del rango de oscilación.

Naruto soltó un bufido, pero no respondió. Sakura se sentó a su lado con un plato lleno de carne, pero sin pan. Levantó la comida con indiferencia, y ninguna cantidad del esfuerzo que Bee o Yamato hicieron para entablar una conversación con ella pareció funcionar. Le dio un codazo a su brazo cuando Yamato y Bee se levantaron para tirar sus platos.

—¿Estás bien?

Levantó la vista, su expresión inescrutable.

—Síp.

—No lo parece. ¿Sucedió algo ayer cuando te fuiste?

El controlado exterior se agrietó un poco, pero no fue ira lo que asomó a través de él. Fue agitación. Ella lo miró por un momento, sus ojos se cerraron.

—No, no pasó nada ayer.

Él bajó la mirada hacia la mano que descansaba junto a su plato sin tocar. Se estremeció por unos segundos antes de detenerse. Sakura pareció no darse cuenta del movimiento.

—Oye, ¿necesitas alguien con quien hablar? —ofreció— Aunque no sé de cuánta ayuda sería. Estoy loco como la mierda desde que estoy aquí.

Sakura rió suavemente. Abrió la boca, pero alcanzó a ver la puerta y se quedó inmóvil. Él siguió su mirada. Dos Nephilim entraron. Reconoció a uno de ellos como Guy, y no era muy fanático del arrogante hijo de puta. Entrenó un par de veces con él, y al chico parecía gustarle mucho cada error que Naruto cometía. Nunca había visto al otro Nephilim, pero parecía importante. Caminaba con un aire de autoridad. Una arrogancia que rogaba que alguien intentara meterse con él. Su cabello largo y negro estaba recogido en la parte de atrás de su cuello, y tenía los mismos ojos azul claro que todos los Nephilim masculinos parecían compartir. Era más alto que Guy y mucho más amplio.

El recién llegado miró expectante a Sakura mientras pasaban, como si pensara que ella iba a decir algo. Guy, por otro lado, le mostró su dedo medio y articuló:

—Puta.

Sakura empezó a levantarse, pero Naruto fue más rápido. Sin pensar en las consecuencias, como conseguir que su trasero le fuera entregado a él, hizo crujir el dedo ofensivo hacia atrás. Guy dejó escapar un aullido de dolor que hizo a Naruto muy feliz.

—Intenta actuar como un maldito caballero.

—Oh, déjalo —rió Sakura.

El otro Nephilim sólo lo miró fijamente.

—Bueno, hola, novato.

Tenía un acento extraño. Eslavo o ruso, algún lugar donde hacía frío y que Naruto no tenía la intención de visitar jamás. Una vez que pasó la conmoción, Guy clamaba para llegar a Naruto. Dios debía de haber estado sonriéndole, porque Yamato y Bee aparecieron y contuvieron a Guy.

—¡Rompiste mi maldito dedo!

Los labios de Naruto se retorcieron.

—¿Tal vez deberías aprender cómo hablar con una mujer?

—¿Una mujer? —farfulló— ¿De quién diablos estás hablando?

Comenzó a acercarse de nuevo, pero Sakura lo detuvo.

—Vamos. No vale la pena.

Guy intentó deshacerse del agarre que los otros dos tenían sobre él.

—Hombre, voy a romper cada hueso en tu cuerpo —rió— Puedes contar con eso, pequeño capullo.

—Oye, déjalo ir —Bee empujó a Guy— Es sólo tu dedo. Se curará en un par de horas.

Sakura arrastró los pies.

—Adrian —saludó ella al Nephilim que había entrado con Guy.

—Tú y yo hablaremos pronto —respondió él.

Ella le dedicó una breve inclinación de cabeza antes de volverse hacia Naruto.

—Vamos, Superman. Él va a empacar algo de kriptonita en su puño.

Detrás de ellos, Guy se quitó a Bee y Yamato de encima, todavía maldiciendo hasta por los codos. Naruto rió, sintiéndose un poco como un tipo duro.

—Sabes, no me gustaba ese idiota antes. Nunca tuve una verdadera razón, pero ahora la tengo.

Sakura no respondió mientras lo llevaba de regreso a la sala de entrenamiento. Tenía que caminar rápido para mantener su ritmo.

—Ya sabes, un gracias estaría bien —dijo después de unos momentos.

Ella frunció el ceño.

—No te pedí que hicieras eso. Me hubiera ocupado de él.

Está bien, entonces no importa.

—Así que, ¿cuál es su problema? —preguntó una vez que entraron a la sala de entrenamiento. Tenían que matar algo de tiempo antes de que Bee y Yamato regresaran.

Sakura se encogió de hombros mientras se alejaba.

—Es un idiota. Tú mismo lo has dicho.

La siguió.

—La mayoría de los hombres no llaman puta a una mujer sin ninguna razón.

Su expresión se agrió.

—Um, gracias.

—Eso no es lo que quise decir —Rodeó los muñecos con los que había practicado técnicas de puñaladas— Obviamente tiene un problema contigo.

Ella cogió una hoja de aspecto siniestro.

—Realmente no es asunto tuyo —Empujó la hoja hacia él, el mango primero. Gracias a Dios— Ponte a rasgar y desgarrar.

Movió la hoja en su mano.

—Así que... ¿qué harás luego?

Se detuvo a la mitad de un paso.

—¿Qué?

—Estoy preguntándote qué harás luego. ¿Cazar? ¿Ir a clubs? —preguntó— Lo que sea que los Nephilim hacen cuando estoy encerrado en mi celda… oh, quiero decir habitación.

Suspirando, ella le hizo un gesto desdeñoso.

—Practica.

Él hizo una mueca hacia su espalda rígida.

—Estoy tratando de hacer una pequeña charla.

Cortó al maniquí. La piel sintética era perturbadoramente realista. Se partió como la mantequilla.

—Por favor, detente.

—No te lastimaría ser amable —la reprendió.

—No te lastimaría callarte.

—¡Jesús! —Tiró la hoja hacia el maniquí. Se hundió profundamente en la carne falsa, el mango vibrando por el impacto— ¡Estoy intentando tener una maldita conversación contigo! Tú sabes, una normal que la gente tiene todos los días. Oye, cómo estás y toda esa mierda. ¿Es eso tan difícil?

Ella levantó una delicada ceja. Ahora se sentía con ganas de maldecirla, pero eso lo haría un hipócrita. Con un gruñido malhumorado, se dio la vuelta.

—Sabes, desde que estoy aquí no he hablado con una sola persona de afuera. Mi teléfono no funciona aquí. No se puede obtener cobertura en ningún lugar a donde vaya en este maldito lugar.

—No lo harás —contestó ella.

Él se dio la vuelta. Ella se puso de pie con los brazos cruzados.

—Sí, me di cuenta de eso —Arrancó la hoja del muñeco. Hizo un asqueroso sonido de succión. Lo apuñaló de nuevo— Sabes, ni siquiera sé si alguna vez me permitirán salir de aquí.

—Lo harán.

—Y si lo hago, ¿tendré algún amigo? ¿Voy a ser siquiera capaz de tener amigos? ¿Cómo podría cuando soy este... Nephilim?

—No necesitas amigos —respondió sin rodeos— Nos tienes a nosotros. Eso es todo lo que necesitas —Su rostro se apretó.

—Sí, ¿ustedes son mis amigos? No lo creo —Dio otro golpe al pobre muñeco— Sales a tomar unos tragos con amigos. En realidad, mantienes conversaciones con ellos.

—¿Tenías muchos amigos?

Naruto se detuvo. Además de ser una pregunta muy extraña, no estaba seguro de cómo responderla. Él consideraba a Cole un amigo. Había un par de tipos en la fuerza que consideraba compañeros. Algunas mujeres que eran un poco más que amigas, pero ninguno al que llamaría sólo para pasar el rato.

—Tenía amigos —respondió finalmente.

Sakura se acercó.

—Nunca he tenido un amigo fuera del Santuario —Sostuvo su palma hacia afuera. Él le entregó la hoja— Todos los que conozco viven aquí... o lo hacían —Giró la muñeca, mostrándole cómo sostener correctamente la hoja— Va a ser difícil para ti mantener tus amistades.

Asustado de responder y tenerla callada o insultarla, permaneció en silencio mientras le entregaba la hoja de nuevo. Él la sostuvo de manera correcta esta vez.

—Los esbirros son un grupo difícil. Si te ven con un humano, los usarán en tu contra. Los humanos que tenemos aquí toman un gran riesgo. Supongo que es el dinero y la intriga lo que los mantiene aquí —Se encogió de hombros— Los esbirros no pueden venir aquí o a cualquier lugar cercano. Los túneles que corren bajo la mitad del Triángulo Federal han sido bendecidos y consagrados. Ayuda a proteger a los humanos que van y vienen. Tierra Santa y todo… los esbirros lo odian.

Él no lo sabía, pero tenía sentido. También le hacía querer reír, porque en lo único que podía pensar era en lo absolutamente estereotipado que era.

—De todos modos, tienes que tener cuidado con tus amigos, o probablemente los verás morir.

Los ojos de Naruto se agrandaron. Lindo. Le dio otro golpe fuerte al muñeco. Sostener la hoja correctamente parecía hacer un corte más eficaz. Huh, a saber.

—Así que me has dicho que no estaré obligado a quedarme aquí. ¿Cuándo podré irme?

—Comenzarás a cazar tan pronto como pensemos que es más una ventaja que una desventaja. Al principio cazarás en parejas o más. A partir de ahí, decidirás si quieres quedarte aquí o arriesgarte por tu cuenta.

—Tú haces eso.

Se encogió de hombros.

—Sabes... he investigado tu pasado.

Sus cejas se fruncieron.

—¿Por qué?

—Soy entrometida —admitió— No pude encontrar nada extraordinario sobre ti.

—Bueno, gracias. —Hizo una pausa— ¿Así que has estado husmeando?

—Sí.

No parecía en absoluto preocupada.

—Entonces, ¿qué has averiguado?

—Tu madre era una cristiana devota que enseñaba a los niños discapacitados. Ibas a la iglesia todos los miércoles y domingos. Ella enseñó en la escuela dominical.

Naruto se quedó inmóvil. No había nada que decir.

Ella continuó alegremente—: Después de su muerte, fuiste enviado a cuidados adoptivos. De todos modos, destacaste en los deportes. Jugaste fútbol y baloncesto, eras mejor en fútbol. Saliste con la reina del baile de graduación en la secundaria. ¿Puedo añadir que es totalmente cliché?

—Sí —dijo. Era un poco desconcertante escuchar a alguien recorriendo su vida.

—Fuiste a la universidad y obtuviste un título en finanzas. Aburrido. Luego obtuviste tu maestría. Aún más aburrido. Fuiste a trabajar para alguna empresa que te pagó muchos dólares. Tuviste alguna epifanía que te cambió la vida y que te hizo decidir ser un oficial de policía.

—Sabes, eso es realmente espeluznante.

Sakura le hizo un guiño.

—¿Me he olvidado de algo? Oh, sí. Fuiste arrestado por pelear cuando estabas en la universidad. Tu amigo borracho decidió pelearse con un bar entero. Quedaste atrapado en el medio. Apesta estar sobrio, ¿no es así? Por cierto, un Nephilim no puede emborracharse.

Él parpadeó.

—Bueno, eso explica ese misterio.

Ella continuó:

—Pero está esta planta que es totalmente equivalente a diez tragos de tequila, pero que no está ni aquí ni allá. Nunca has estado comprometido. Te has acercado a una pequeña y linda rubia, pero se acostaba con su compañero de cuarto.

Dejó caer la hoja.

—¿Cómo demonios sabes estas cosas?

Sakura esbozó una sonrisa.

—Yo lo sé todo… soy omnificiente.

La observó por un minuto.

—Quieres decir omnisciente.

—Lo que sea. —Su sonrisa se mantuvo.

Sacudió la cabeza, recogiendo la hoja.

—¿Algo más que quieras decirme sobre mi vida? ¿Intensificar ese factor espeluznante un poco más?

Ella lo miró directamente a los ojos, y con tanta naturalidad como si le hubiera estado pidiendo que le pase la sal, dijo—: Tu madre no se suicidó.