Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
Capítulo 23
Todo pareció detenerse, incluso el corazón de Naruto. Él la miró, estupefacto.
—¿Qué has dicho?
—Tu madre no se suicidó —repitió— Tenía heridas defensivas en las manos que indican que opuso una buena pelea.
Él no podía pensar. Toda su vida negó lo que le decía todo el mundo: que su madre se había suicidado. Nunca pudo conciliar los recuerdos de ella con el cuerpo que había encontrado en el suelo del baño. Esa no había sido su madre. No fue hasta que se convirtió en oficial de policía y vio una víctima de suicidio tras otra que se tragó su orgullo. La gente cometía locuras, y nadie sabía por qué. No siempre había respuestas, y algunas veces, los problemas de las personas llegaban tan profundo que nadie más podía verlos. Ahora Sakura estaba allí de pie y le dijo que ella no lo había hecho. Había sido asesinada.
Todavía no podía pensar. Moviéndose a ciegas, la agarró del brazo. Él ignoró la advertencia que relampagueó en sus ojos.
—¿Quién mató a mi madre?
Le miró fijamente.
—No lo sé.
—No te creo —Su agarre se estrechó. El conocimiento del verdadero destino de su madre encendió una guerra de emociones: felicidad, desesperación, tristeza y furia— ¿Lo sabes todo excepto quién la mató? Eso es mierda.
Sakura sacudió su brazo, pero él lo aferró.
—¿Por qué te mentiría sobre eso? No lo sé. Nadie lo hace. Y lo he investigado, créeme.
Él sabía que le hacía daño, pero no podía conseguir que su mano la liberara. Su pecho estaba apretándose.
—Dime quién mató a mi madre, Sakura.
Yamato y Bee entraron justo entonces. Los dos Nephilim se ralentizaron cuando sintieron la tensión en la habitación.
—Oye, ¿qué demonios está pasando? —exclamó Yamato, deteniendo su paso.
Sakura forzó una sonrisa.
—Nada —dijo de modo forzado— Sólo estaba enseñándole un movimiento —En una voz mucho más baja— Déjame ir o te romperé la cara.
Los labios de Naruto se apretaron, pero dejó caer su brazo. Si todas esas terribles emociones no hubieran estado rodando a través de él, se habría sentido avergonzado por las furiosas marcas rojas que le había dejado en el brazo.
—Esto no ha terminado —susurró.
Ella arrojó su cuchillo; la hoja se hundió a través de la alfombra. Se encaminó hacia la puerta y vio a Sai revoloteando allí.
—Gracias por defenderme antes —dijo mientras pasaba a toda prisa.
—Oye, hombre, ¿qué fue eso? —preguntó Bee mientras sacaba el cuchillo de la alfombra.
Naruto miró hacia la puerta. Sakura se había ido.
—Lo que ella dijo.
Bee arqueó una ceja, pero no presionó. Yamato se lanzó a una nueva ronda de entrenamiento, pero esta vez Naruto fue a por ello con toda la fiereza que nunca había mostrado antes. Su ira y frustración le dieron una ventaja que no tenía antes. Era la primera vez que derrotaba a Yamato, y Sakura ni siquiera se encontraba allí para verlo. Tampoco sabría nunca que ella era la causa de ello.
—¿Qué está pasando? —demandó Sai en el momento en que llegó junto a Sakura.
Ella se frotó el brazo distraídamente. Iba a tener moratones. ¿Por qué había tenido que decirle la verdad a Naruto de esa manera?
—¿A qué te refieres? —preguntó con voz cansada— Hay muchas cosas.
—No seas una listilla —dijo mientras le lanzaba una mirada oscura a uno de los Nephilim— Sabes exactamente de qué estoy hablando. ¿Qué demonios está pasando?
Ella suspiró mientras caminaba a su lado.
—Tú sabes lo que sucedió. Estabas allí, durante una parte, al menos.
—¿Es con eso con lo que estuviste todo el día ayer?
No respondió. En cambio, pasó a su lado.
—Estabas con él, ¿verdad?
Su pregunta explotó a través del pasillo como un disparo. Varios Nephilim de camino a la sala de entrenamiento se detuvieron. Algunos estaban boquiabiertos, mientras que otros les miraban con morbosa fascinación. Esta no sería la primera discusión entre Sakura y Sai de la que eran testigos. Sus disputas eran legendarias.
—Jesús —murmuró ella, conteniendo el paso.
—¿Qué demonios están mirando? —le gritó él al grupo de Nephilim cautivados— Sakura, ¿qué estás pensando? —preguntó, y esta vez su voz era, por suerte, mucho más baja— Maldita sea, Sakura, más despacio.
Ella se detuvo completamente.
—¿Es esto mejor?
Se alzó sobre ella.
—Se supone que debo llevarte ante Adrian, pequeña idiota. Me gustaría saber qué sucedió exactamente antes de eso.
—Sí, me dijo que quería hablar antes —respondió con suavidad. Presionó el botón del elevador— ¿Vas a decirme dónde tenemos que ir?
—A la azotea —respondió— Sakura, no creo que entiendas cómo de serio es esto.
Ella empezaba a captar la indirecta. De verdad que sí. Simplemente estaba tan malditamente molesta que no podía reunir la preocupación para que le importara. Espero con una expresión hosca en su rostro.
—Por encima de todo lo demás, Shino volvió esta mañana con su hermano —explicó él, la oscuridad asentándose en su rostro mientras pulsaba el botón para cerrar el elevador— Dos niños Nephilim fueron secuestrados.
Ella se frotó las manos por los muslos.
—Mierda.
—Exactamente. Así que puedes entender por qué el círculo está un poco enfadado ahora mismo. —Pulsó el botón de parada de emergencia.
—¿Sai? —Se giró hacia él, exasperada.
—Ahora vas a decirme qué hiciste para enojar a Kakashi, y quiero decir, además del hecho de que atacaste a Guy sobre un Caído.
—Su nombre es Sasuke. Tiene un nombre. Él no responde a "ese Caído" o lo que sea. Es Sasuke.
Sai la miró con fijeza.
—¿Te oyes siquiera a ti misma? —No esperó una respuesta, lo cual era bueno, porque iba a ser una respuesta inexacta propia de un listillo— ¿Tiene un nombre? Bueno, ¡jodidamente ge-ni-al! Eso no cambia que él era el enemigo la última vez que lo comprobé.
Su irritación creció.
—Sai, lo sé. Sé que estás preocupado, pero no me preguntes nada acerca de él. No te gustarán las respuestas… y en realidad no es nada de tu incumbencia.
—¡Mierda! ¿Me estás tomando el pelo, Sakura? —Colocó las manos en los hombros de ella— Vas a hablar conmigo… Sai. No soy el enemigo aquí.
Apretando los labios, ella se movió de un pie a otro. Un destello de culpabilidad la atravesó. No tenía por qué ser una idiota con Sai. Él no había hecho nada.
—Lo siento. Lo sé. —Se pasó una mano por la cabeza, alisando los finos mechones de pelo que escapaban del moño— No me preguntes acerca de él. ¿Está bien? Entiendo que no le verás como yo lo hago, y no estoy lista para intentar convencerte de nada diferente.
Sai se humedeció los labios.
—Está bien. Olvídate… de Sasuke, por ahora —Sus pálidos ojos brillaron— ¿Qué sucedió entre tú y Kakashi? Nunca le he visto tan enfadado. Estuvo a punto de arrancarme la cabeza esta mañana cuando me detuve en la oficina.
—Perdón por eso —murmuró— Está un poco enfadado conmigo.
—¿Un poco? —preguntó con una carcajada seca— Después de echarme una bronca a mí y a un nuevo idiota por permitirte salir corriendo, se lanzó a una diatriba acerca de cómo tenemos que encerrarte.
—¿Encerrarme? —Contuvo la cadena de maldiciones que no iban a mejorar nada— ¡Kakashi tiene que encerrar a Guy! Él ciertamente estaba siguiéndome. Le atrapé husmeando alrededor de la oficina de Kakashi. Nadie parece preocuparse por eso.
—Oh, Sakura —gimió— Estaba siguiéndote para mantenerte a salvo y porque piensa que eres el traidor.
—Una excusa probable —se quejó— ¿Qué pasa con la oficina?
—¿Quién sabe? Vamos. Adrian nos está esperando.
Presionó el botón de emergencia, pero no dijo nada más. No mientras el elevador se puso en marcha o mientras ascendía un par de pisos. Su silencio no la calmó como ella pensó que lo haría. La estaba preocupando más.
—¿Sai? —preguntó finalmente.
Él la estudió, sus ojos oscuros y turbulentos mientras doblaba los brazos sobre su camiseta negra. Parecía alguien que guiaba a un condenado a muerte en su último paseo. Ella tragó saliva.
—¿Qué está pasando?
—¿Tú qué crees, Sakura?
No sabía qué decir ante eso, y no había tiempo para responder. El elevador se detuvo. Sai dio un paso adelante, ajustando el tirante caído de la camiseta de ella. Luego le acarició el pelo. Sus actos fraternales realmente la hacían sentir como si estuviera dando su último paseo. Mientras la puerta del elevador se abría, ella intentó convencerse de que sería capaz de aclarar las cosas. Tenía la esperanza de que se le ocurrieran un par de buenas razones que explicaran su reciente comportamiento, porque ahora mismo no tenía nada por lo que supiera que ellos se preocuparían. Al menos ninguno de ellos lo apreciaría.
El brillante sol de verano caía sobre ella y se cubrió los ojos del resplandor. ¿Por qué habían elegido la azotea bajo el caliente sol de agosto? ¿Planeaban lanzarla desde la azotea?
Su estómago se agitó con nerviosismo cuando vio a Adrian. Cuando se volvió para mirarla, no pudo evaluar qué pensaba por su expresión. Estaba tan impasible como siempre. Siendo casi tan viejo como Kakashi, Adrian era un misterio para ella. Todo lo que realmente sabía de él es que no era alguien con quien querías meterte. Por otra parte, todos los Nephilim sabían eso. Alto, con el pelo a la altura de los hombros, Adrian le recordaba a Sakura a un señor de la guerra, uno de esos de la portada de una novela romántica basura a punto de asaltar un pueblo y llevarse a la princesa virgen. Estaba vestido con pantalones de cuero negro y una camiseta de manga larga. Pensarías que estaría sudando a mares tal y como ya lo estaba Sakura, pero Adrian nunca parecía lo suficientemente cálido. Cualquiera que fuera el frío y sombrío país del que era originario, le había dejado con orina en la sangre para siempre.
Sai colocó una mano en la parte baja de su espalda, haciéndola avanzar. Ella no se había dado cuenta de que había dejado de caminar. Adrian no iba a ser como Sai, o siquiera Kakashi. No había lazos personales entre ellos que la salvarían el culo o le permitirían librarse con comentarios sarcásticos e improvisados. Si él le hacía una pregunta, iba a tener que responderla. Le gustara o no.
Cuando se acercó más, se dio cuenta de que Adrian no estaba solo y Sai no había sido completamente comunicativo con ella. Al otro lado de la azotea, escondido en las sombras de las temibles gárgolas, estaban Azuma y Kakashi. Mientras se acercaba a Adrian, ellos se aproximaron a ella todos a la vez. En ese momento, reconoció completamente la gravedad de la situación. Y quiso correr, y correr muy rápido, pero no era una cobarde. Además, una chica cruzando el cielo de mediodía plantearía muchas preguntas.
Maldición. Adrian inclinó la cabeza ante Sai antes de volver su mirada helada hacia Sakura.
—Ha pasado mucho tiempo desde que hablamos. ¿Cómo has estado?
Entrecerró los ojos hacia él.
—Dudo que estés realmente interesado en cómo he estado.
Desde algún lugar por detrás de ella, oyó a Kakashi suspirar, pero su respuesta trajo una sincera sonrisa a los bien formados labios de Adrian.
—Veo que no has cambiado nada. Todavía la incorregible niña unida a la cadera de Sai con Kakashi envuelto alrededor de su pequeño meñique.
Kakashi se puso rígido detrás de ella. Azuma se movió, incómodo. Adrian fue dolorosamente contundente, y siempre parecía necesitar que se le recordara que Kakashi era en realidad su jefe y no al contrario. Doblando los brazos sobre el pecho, se negó a ser intimidada por él, por ninguno de ellos, para el caso.
—Veo que tú sigues siendo un idiota.
—Sakura —suspiró Kakashi exasperadamente.
Adrian hizo un además desdeñoso.
—Vamos a ir al grano, ¿de acuerdo? Tenemos un traidor entre nosotros. Alguien ha estado trabajando con los Caídos para exponer los nombres y las localizaciones de los Nephilim. Esa persona tiene que tener acceso al Libro y una conexión lo suficientemente fuerte con un Caído para ser capaz de moverse entre ellos y no verse perjudicado.
Ella no creía que el traidor, el cual realmente creía que era Guy, necesitara confiar en los Caídos en absoluto. Mientras les estuviera dando algo que les interesaba, estaría a salvo. Eso es lo que les dijo, y fue recibido con cuatro cínicos pares de ojos de un pálido azul. Lo que sea…
—Los Caídos no funcionan según ningún código —intervino Azuma— No importa lo que se esté haciendo por ellos. Son tan propensos a matar como lo son a saludar. Tiene que haber algún tipo de relación existente.
Miró a Azuma. Debía de haber estado trabajando cuando fue convocado al Santuario ya que iba vestido con un traje, a excepción de la chaqueta.
—No creo que todos los Caídos operen de la misma manera.
Sai dejó escapar un largo suspiro de sufrimiento.
—Lo que ella quiere decir es que no cree que una relación con los Caídos sea necesaria ya que la información que se comparte es literalmente inestimable.
La mirada de Azuma parpadeó hacia Sai.
—Eso no es lo que yo estaba entendiendo.
Inconscientemente, ella se acercó más a Sai. Maldita sea, estaba atascada. No había nadie en su rincón excepto Sai, y les superaban en número. Se volvió hacia Kakashi y Adrian.
—Todos ustedes sospechan de mí debido a Sasuke.
Allí; lo había dicho. Ahora podían continuar por su plataforma y decidir si iban a echarla de la isla o no. Las cejas de Adrian se alzaron, pero no mostró ninguna otra reacción.
—Atacaste a un compañero Nephilim para proteger a un Caído.
Pensó que en este punto necesitaba responder lo más rápido posible, sin mucho detalle, o pedir un abogado. Lamentablemente, los Nephilim no conseguían abogados en sus contratos. Eso era algo que alguien tenía que sugerir, y pronto.
—Sí.
—¿Por qué harías algo así? —preguntó Adrian.
Ya se lo había explicado a Kakashi, pero no parecía que fuera a defenderla. Su falta de comunicación, y el hecho de que no la miraba, le escocían. Sabía que le había disgustado, pero no había traicionado a ninguno de ellos. Y Kakashi la conocía, ¿verdad? Quería creer que sí, pero la conversación con Sasuke días antes acerca de que nadie realmente sabía quién era ella, parecía dolorosamente cierta.
—Sasuke se había alejado de él, y él trató de apuñalarlo por la espalda.
—¿Y?
—¿Y? —repitió ella tontamente, como si debiera ver lo que estaba mal con eso sin tener que explicarlo— Guy lo provocó intencionadamente. Sasuke se fue solo, pero Guy fue tras él. Estaba desarmado y no atacó a Guy.
—Los Caídos nunca están desarmados —dijo Kakashi, su mirada perdida en el cielo con los ojos entrecerrados— Ya se trate de su fuerza, su inteligencia o su manipulación. Siempre están armados.
—¿Hasta qué punto ha progresado tu relación con él? —preguntó Adrian.
Todo su cuerpo se puso rígido. No se inmutó ni dudó.
—Somos amigos.
—Amigos —repitió— Sakura, tú sabes que eso es imposible.
—Obviamente, no lo es. Lo considero un amigo, como cualquier persona normal.
Azuma dio un paso adelante. La expresión de su rostro decía que trataba de entenderla, tratando de averiguar cómo pasó de Sakura súper Nephilim a Sakura la que estaba de pie delante de él.
—¿Cómo puedes superar lo que es?
—Me salvó la vida varias veces, y nunca ha hecho nada para ponerme en peligro, o a cualquiera de ustedes, tampoco. Confío en él —explicó con seriedad.
Azuma negó con la cabeza lentamente.
—¿Y no es más que eso? ¿Al igual que con Ino? Ella había sido manipulada en una relación seria.
Ella no sabía si Ino había sido manipulada o no. Sai sabía más sobre las circunstancias de lo que nadie sabía, y no iba a hablar de eso. Nunca.
—No veo cómo esto tenga algo que ver con Ino.
—Y si exigimos que dejes de verlo como un amigo hoy, ¿serías capaz de hacerlo? —preguntó Azuma.
Se quedó boquiabierta. Infierno, en este momento no le importaba si su preocupación era aún válida. Era principal. ¿Cómo podría alguno de ellos decirle de quien podía ser amiga, por quien podría preocuparse, o quién...?
—¿Sakura?
Levantó la barbilla.
—Nadie tiene el derecho de decirle a cualquiera de nosotros con quién podemos entablar amistad.
—¡Es un Caído, Sakura! —dijo Azuma bruscamente, perdiendo su habitual fachada fría— No debería haber ningún problema. No debes tener que pensarlo.
Adrian inclinó la cabeza hacia un lado, buscando con la mirada a Kakashi.
—Kakashi y yo creemos que hay mucho más en esto que una simple amistad. Eso explicaría muchas cosas. ¿Se ha convertido en una relación de carácter sexual? Responde a la pregunta, Sakura.
Ella miró a Kakashi, sintiéndose horriblemente expuesta. Él le había hecho esa pregunta ayer, y ella le había dicho exactamente lo que sentía. Escuchar que había discutido sus actividades sexuales con Adrian la mortificaba. No tanto como saber que iba a tener que responderlas. Se movió incómodamente, cerca del pánico. Era una mujer adulta, pero este era un asunto personal, íntimo, y estos eran sus compañeros de trabajo. Sus amigos. Y Kakashi era como su padre. Simplemente era... asqueroso.
—Adrian, no creo que sea necesario —Sai dio un paso adelante. Su mirada encontró la de Kakashi— No lo hagas —pidió, suplicante.
Él parecía ser el único que entendía cómo le afectaba, y el único al que le importaba. Los labios de Kakashi formaron una línea apretada, dura.
—Sakura, responde a la pregunta.
Esto era horrible. Se sentía mal del estómago, y no era por el sol. Sintió su cara enrojecer, y estaba a punto de llorar. Tan enojada que pensó que su piel haría hervir sus huesos.
—Sakura —ordenó Kakashi, quedándose sin paciencia.
—¡Sí! ¡Sí! ¿De acuerdo? ¿Eso les hace a todos felices? —Estuvo a punto de chillar.
La mandíbula de Kakashi se apretó, pero no hubo ningún destello de emoción en el rostro de Adrian. Él ya había asumido que su relación había progresado a una sexual. Por alguna razón, sólo esperaba oír a Sakura admitirlo. Quería vomitar, allí mismo, en sus botas de cuero. Dios, hubiera estado feliz si realmente hubiera tomado más que un bocado de su almuerzo. En cambio, se tragó el sabor de la bilis.
—¡Así que mientras se preocupan sobre si estoy teniendo relaciones sexuales y con quién, la persona que en realidad nos está traicionando lo está haciendo sin un ápice de atención!
Azuma levantó la cabeza.
—¿Y quién podría ser?
—Guy —respondió ella— ¡Estaba husmeando en la oficina de Kakashi, y es un completo idiota arrogante!
La última parte no era una razón válida para sospechar, pero no podía dejar de decirlo.
—¿Y qué hacías en la oficina de Kakashi? —preguntó Adrian casualmente— Siento mucha curiosidad.
El corazón le dio un vuelco. Todo era surrealista. Estaba en el exterior, pero sentía como si las paredes se cerraran sobre ella. Tanto Sai como Kakashi le habían dicho que empezaba a ser sospechosa. Guy lo había confirmado, pero en realidad no creía que realmente pensaran que era ella. Incluso durante esta reunión, pensaba que estaban molestos con ella acerca de Sasuke, y no que realmente pensaran que estaba ayudando a los Caídos a obtener acceso a los Nephilim.
—Buscaba a Kakashi para ver si podíamos darle a Naruto un descanso de fin de semana, pero no estaba en su oficina. Guy sí.
Dejó de lado la parte en que había copiado un par de los expedientes personales. Eso definitivamente no funcionaría a su favor.
—No sospechamos de Guy —respondió Adrian, y ese fue el final.
Se volvió hacia Sai. La crisis salvaje que sentía debía estar escrita por toda su cara, porque Sai negó con la cabeza hacia ella. Sus manos se cerraron en puños mientras una gota de sudor goteaba entre sus pechos. Se volvió hacia Kakashi, creyendo que era la única persona, además de Sai, que siempre la apoyaba.
—¿Qué está pasando? —susurró.
—Habrá una investigación sobre el ataque contra Guy y si ha tenido algo que ver con la información que se le ha entregado a los Caídos —contestó. Él, al menos, tuvo los cojones para mantener el contacto visual con ella.
—¿Una investigación? —tartamudeó— ¿Qué significa eso?
Adrian dio un paso atrás, entregándole el control a Kakashi completamente. En esta parte, la que venía, era el deber de Kakashi. Él manejaba los asuntos de personal: los reportes, los castigos, las suspensiones, y el incumplimiento de todos los términos del Contrato. Sin embargo, nada de esto tenía sentido para ella. Su cabeza giró bruscamente de Kakashi a Sai. Entonces lo vio venir como un tren de carga que no podía ser detenido.
Y estaba a punto de correr directamente sobre ella.
—Tus derechos de caza han sido suspendidos hasta nuevo aviso.
—¿Qué? —explotó.
La gente en las calles de abajo tenía que haberla oído.
—Tu acceso al Santuario se ha restringido a los niveles sobre el suelo y el nivel cuatro. No tendrás ningún otro acceso. Sólo se te permitirá continuar tu formación con Naruto, pero una vez que finalice el entrenamiento del día, se te pedirá que abandones el local.
—¿Todo el círculo está de acuerdo al respecto? —preguntó Sai, volviendo a la vida a su lado— Esta es la primera vez que he oído hablar de esto.
Los ojos de Kakashi se volvieron fríos.
—No necesito el acuerdo del círculo.
Su pecho subía y bajaba con cada respiración pesada que daba.
—¿Qué pasa si yo no tuviera un lugar para ir? ¿Me tirarías a la calle, Kakashi?
—Si no tuvieras un lugar a donde ir, serías recluida en una de las celdas de aislamiento. Eso sigue siendo una opción —advirtió fríamente.
¿Se suponía que tenía que decir gracias a eso?
—¿Así que no confías en mí para cazar, pero confías en mí para entrenar con Naruto? ¡Eso no tiene sentido!
Adrian, quien ya no podía permanecer en silencio, volvió a hablar.
—Tu indiscreción no debe interrumpir tu entrenamiento. Ha sido bueno para ti y Yamato, y no podemos correr el riesgo de deshacer todo lo que has aprendido.
—En otras palabras, no confías en mí para ir por ahí cazando y corriendo frenéticamente por el Santuario en caso de que eche un vistazo al libro, pero quieres ser capaz de mantener los ojos en mí en cualquier momento. Oh, y ninguno quiere interferir con la formación de alguien.
—Sakura —la voz de Kakashi se levantó— La suspensión comienza inmediatamente, y te aconsejo que dejes todo contacto con los Caídos.
—Espera, voy a tomar la responsabilidad total por ella —objetó Sai— Si ella caza, yo cazo. Eso también va a resolver el problema de los Caídos. Él no viene cuando estoy con ella. Nunca lo ha hecho.
Kakashi negó con la cabeza.
—Ya se tomó la decisión. La suspensión se mantiene como está.
—¿Alguno de ustedes entiende lo que esto le va a hacer a su reputación? —preguntó Sai— Esto no va a permanecer en secreto por mucho tiempo. Los otros Nephilim se enterarán. No habrá nada que detenga el daño.
—Tendría que haber pensado en eso antes de acostarse con el Caído, colocándose en una posición comprometida —replicó Adrian.
Sakura dio un paso adelante, acercándose a él, pero Kakashi la tomó del brazo.
—Todo el mundo ha jurado silencio. El conocimiento de que hay un traidor no saldrá del círculo, ni el conocimiento de por qué se te ha suspendido.
Azuma resopló.
—Hay tantas razones por las que finalmente estás suspendida, Sakura. Asumirán que puede ser cualquier cosa. Lo único que se sabe ahora es que tú y Guy pelearon.
—Cállate —Estaba enojada, con ganas de plantar el puño en su cara.
El agarre de Kakashi se apretó.
—Todos váyanse ahora. Esto se acabó.
Con la paciencia de Kakashi llegando a su fin, y su temperamento cerca de niveles explosivos, los otros Nephilim se fueron, a excepción de Sai. Se volvió hacia Kakashi, su dolor claramente visible para que él lo viera.
—Dijiste…
—No importa —le interrumpió, dejando caer su brazo— En el momento en que Guy le dijo a Adrian lo que pasó, no había nada que pudiera hacer para detener esta reunión. La única razón por la que no fuiste suspendida ayer fue porque yo tenía la esperanza de que esto no se esparciera. ¡Deja de mirarme como si hubiera pateado a tu cachorro, Sakura! Durante demasiado tiempo he dejado que mi afición por ti me obstaculice, y tu comportamiento se ha vuelto cada vez más fuera de control.
—¿Mi comportamiento? —preguntó en voz baja.
Tenía curiosidad sobre a qué se refería que era tan malo. Levantó la mano, cortando cualquier otra cosa que hubiera querido decir.
—La suspensión es más para tu beneficio que para alguien más.
Lo miró como si le hubieran crecido quince cabezas.
—¿Cómo es esto para mi beneficio?
Kakashi dio un paso hacia adelante, causando que Sai se moviera inmediatamente hacia ella.
—No confían en ti, Sakura. ¿Qué crees que sucederá si vas por ahí cazando y te acorralan o si tienes que pedir ayuda? ¿Crees que vendrán en tu ayuda?
—Kakashi, vamos.
El desagrado de Sai emanaba de él en oleadas.
—No, tiene que escuchar esto. Necesita saber lo mucho que ha metido la pata. Estará ahí por su cuenta, y no puedes estar con ella cada segundo.
Sakura se quedó estupefacta, incapaz de creer eso.
—Los otros me van a ayudar.
Kakashi soltó una risa áspera.
—Los otros seguirán su camino. Sakura, no puedo tenerte ahí fuera y desprotegida si algo sale mal. No hasta que esto se aclare.
Ella dio un paso atrás. Sus palabras se sintieron como una bofetada en la cara. Se dio la vuelta antes de que pudieran ver cuán fuertemente la afectó.
—¿Supongo que no esperas que termine el entrenamiento con Naruto hoy?
—No. Puedes irte. Obtén lo que necesites de tu habitación. No voy a exigirle a nadie que vaya contigo. Repórtate aquí el lunes para formación.
Ella asintió, sin atreverse a hablar. Empezó a alejarse, pero Kakashi la detuvo.
—Sakura, querían que te encerraran, pero no podía permitir eso. No creo que seas tú —dijo, y por primera vez su voz reflejaba el deber que pesaba sobre él— Por lo menos, no creo que lo sepas. No sé si te ha manipulado, o estás bajo algún tipo de coacción, pero hasta que lo sepamos a ciencia cierta, esta es la única manera.
Sus ojos se cerraron, y ella respiró profundamente. No sabía qué le dolía más. El hecho de que no podía confiar en ella, o que después de todos estos años, realmente no la conocía en absoluto.
—¿Sakura? —la llamó Sai.
Forzó una sonrisa y se enfrentó a ellos.
—Está bien. Cuídate. —Ella miró a Kakashi, con el corazón en la garganta— Tú también —agregó.
Y antes de que se rompiera frente a ellos, se volvió y corrió de vuelta al edificio.
