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Se había levantado temprano, ya era una rutina para él, salió a correr, observo el sol salir e ir iluminando paso a paso, de vuelta en su casa realizo otros ejercicios, cuando termino se dio una ducha, se arregló y se preparó un desayuno, solo cuando se había sentado en su mesa, dejo que su mente pensara en todo lo que había pasado en la noche anterior.
Mientras se llevaba a la boca un poco de su desayuno, pensó en los viajeros del futuro, su mejor amiga, su hermana tendría dos hijos, el padre de estos era Draco Malfoy, había imaginado que Hermione regresaría con Ronald y juntos harían una familia, pero ella terminaría haciendo una familia con Draco Malfoy, dos, la niña, la hija de Hermione iba a morir maldita por mortifagos, solo de pensarlo, le hervía la sangre de coraje, desde que se terminó la guerra él había estado trabajando con los aurores siendo parte de ellos para atrapar aquellos que aún seguían siendo fieles a Voldemort, o para evitar que alguien igual o peor que este naciera, incluso pensó que ya había capturado a todos, pero se había equivocado.
—Ese error causara la muerte de la hija de Hermione— dejo los platos en la tarja.
Debía evitarlo, pero aun no sabía cómo y ni dónde buscar, habían quedado de reunirse entrando la noche, así nadie interfería en sus horarios y ellos, los viajeros podrían descansar.
Tomo su blazer del sillón, tres, él tenía hijos, no con Ginny, no con la mujer que él amaba, pensaba que en algún momento iban a regresar, ambos se habían dado un tiempo, tanto él como Ginny habían decidido por sus carreras profesionales, él no estaba dispuesto a dejar que ella dejara su vida profesional por él y ella tampoco deseaba eso para él, no fue fácil tomar la decisión pero ambos sabían que había sido lo mejor, así que, pensó que cuando todo estuviera en su lugar ambos se darían otra oportunidad, cuatro, la madre era Daphne Greengrass, no tenía ningún recuerdo desagradable de ella, de hecho no tenía ninguno de ella, sabía que era Slytherin, compartía con ellos clases pero jamás estuvo en su foco de visión así que se le hacía tan extraño que se hubiera quedado con ella, porque para tener dos hijos era que se había enamorado de esa chica.
Llego al ministerio y fue a su oficina, no sabía cómo se enamoraría de la chica, no conocía nada más que sería padre y estaría con ella, una parte de él quería averiguar todo y otra simplemente quería dejar que todo pasara tranquilamente y ser un espectador más.
Ella nunca fue como las demás chicas que se la pasaban en compras y fiestas de sociedad, ella era más una chica simple, prefería pasar su tiempo tocando el piano, pintando o algo relacionado con las artes, calmaba su mente e incluso la ayudaba para pensar y aterrizar ideas.
Aunque no fue participe de los mortifagos e incluso en los ideales de estos, si había crecido con una familia con esos ideales, sus padres se encargaron de educar a su hermana y a ella con el odio hacia los hijos de muggles e incluso a los mismos muggles, pero tanto su hermana como ella no creyeron en las palabras de sus padres, los respetaban pero no los apoyaban en ese lado, su padre había sido una persona astuta, se había declaro neutral y aquello les permitió a ella y su hermana desarrollarse después de la guerra como personas respetables.
Ningún hijo de mortifago e incluso los mismos mortifagos eran bien recibidos en la comunidad mágica, así que ese movimiento de su padre fue astuto, de esa forma empezó a caminar en una línea central, respetaba a los muggle e hijos de estos, pero tenía amigos que fueron mortifagos obligados hacerlo y hacer cosas que no les gustaba recordar y que se avergonzaban cada día de su vida, recientemente se había vuelto amiga de Draco.
El respeto que les tenía a la comunidad no mágica y sus hijos que nacían con magia se había dado un día de mera curiosidad, aún estaba en Hogwarts en la época del torneo de los tres magos, ahí en el callejón diagon comprando los útiles que utilizaría para el año decidió desviarse un poco para ver cómo eran los muggles, ¿serian como sus padres le decían?, monstruos malvados; cuando ingreso en la parte no mágica se sorprendió de ver una sociedad completamente diferente de la suya, la ropa era tan diferente que le gusto como vestían, había vehículos diferentes a los carruajes que se manejaban solos como en Hogwarts, empezó a caminar con completa curiosidad, la gente la voltea a ver por la ropa que llevaba y porque parecía una turista, se detuvo en una tienda de ropa, agradecía que antes de salir del callejón había decidió cambiar su dinero por dinero muggle así no tendría problemas si algo se atravesaba.
Salió de ahí con varias bolsas, ahora entendía porque muchos chicos no les gustaba ir con las chicas de compras, ella estaba cansada pero feliz de toda la ropa hermosa que se había comprado, desde pantalones, faldas, vestidos, zapatos de diferente tipo, suéter, bolsas y accesorios, saco una bolsa de las que había comprado, metió su dinero y en un callejón vacío llamo a su elfo doméstico, al que pidió que llevara lo que había comprado a su habitación y repitiendo más de una vez, que nadie que no fuera ella y él, debían de saber.
Camino y camino viendo aquella ciudad, las casa, los edificios, los vehículos, todo le era fascinante y de repente se detuvo en un parque, observo una familia muggle, los padres observaban a su hija jugar con un niño, repentinamente la niña hizo magia involuntaria, asustando al niño e hiriéndolo, espantando a sus padres y ella misma, de inmediato apareció un escuadrón de magia accidental, que auxilio a los padres, a la niña y al niño herido, al niño solo le modificaron un poco la memoria, la niña no estaba lejos de tener 11 años o incluso rondaba en los 10 así que le explicaron lo que había pasado tanto a los padres como a la hija.
Fue ahí que comprendió lo increíble que era la magia, la fortaleza que podían tener algunos a lo desconocido, ella estaba acostumbrada a la magia, venia de una familia pura, pero a partir de ahí, de ese accidente, empezó a creer que algún antepasado fue en algún momento muggle y la magia había aparecido en él.
Con la guerra y los mortifagos tomando el ministerio muchos niños mágicos, hijos de muggles no recibieron sus cartas e incluso habían muerto o habían quedado huérfanos, al término de la guerra eran más niños mágicos sin padres, tanto hijos de traidores a la sangre, mestizos e hijos de muggles, sabiendo esto, decidió crear una fundación para ayudar a estos niños a pagar sus estudios y crecer como ciudadanos respetables, incluso ayudarlos a encontrar una familia, muchos hijos de mortifagos arrepentidos de sus acciones, ya fuera por voluntad propia o porque habían sido obligados, decidieron ayudarla dando donaciones para darles una vida digna, ella sabía que lo hacía para pedir disculpas y hacerse responsables de sus acciones, fue así que empezó a caminar en aquella línea central, en lo que muchos aun veían como oscuridad y luz.
A la hora del almuerzo había ido a una cafetería cerca del ministerio, fue ahí donde se encontró a Daphne recibiendo un café para llevar, se detuvo a verla, no podía negar que era una mujer bellísima, pero para él en ese momento Ginny aún era la más bella.
Ella volteo, él la observo, la vio viéndole ahí parado como si algo impidiera su camino, ella le daba una mirada de confusión.
— ¿Potter?—Greengrass— saludo
— ¿Te encuentras bien?— pregunto mientras se acercaba a una distancia prudente
—Sí, me quede pensando en lo que paso ayer y en el trabajo con los aurores— respondió mientras se quitaba sus lentes para limpiarlos
—Te entiendo, aún me cuesta creer lo que nos dijeron— se acomodó el cabello detrás de la oreja sin verlo para después darle una suave sonrisa.
No sabía porque, no lo comprendía ¿Por qué ese simple gesto le gusto? Ese condenado movimiento lo desarmo, sintió su corazón latir como un caballo desbocado y se maldijo internamente.
—Estoy igual que tú—le sonrió
— ¿Estás en tu descanso?— pregunto Daphne al voltear a ver la cafetería
El asistió con un leve movimiento de su cabeza — ¡Oh!, lo lamento, te estoy quitando tu tiempo valioso para comer— se disculpó y se hizo a un lado para que Harry caminara a una mesa —bien, tengo cosas que hacer— mintió.
Cuando estaba a punto de salir, él volteo —espera— la vio detenerse, ella medio volteo a verlo, mientras se preguntaba si no habría sido mejor ignorarlo — ¿te gustaría acompañarme almorzar?
No lo pensó dos veces cuando respondió —claro— sonrió y se volvió acercar a Harry
Ambos tomaron asiento en la primera mesa que los dos vieron, esperaron solo un segundo a que un mesero los atendiera, pidieron algo ligero, comieron mientras conversaban de ellos.
Harry supo que ella manejaba los negocios de la familia y algunos propios, que pasaba su tiempo libre en el arte y que además de todo tenía una organización que ayudaba a hijos de muggles que en el tiempo de la guerra no había recibido su carta y por ende no recibido su educación mágica a adaptarse a su nuevo mundo, también a los hijos de traidores a la sangre, mestizos e hijos de muggles que habían quedado huérfanos.
El postre había llegado —Cuándo nos dijeron que éramos sus padres note que te pusiste serio— tomo un poco de su pastel.
No sabía a qué quería llegar ella con ese comentario pero supuso que en algún momento esa conversación se debía de dar —No lo tomes a mal, pero no podía dar saltos de alegría cuando mis hijos no son de la mujer que amo— dijo observando su reacción.
Supo que mencionar aquello había sido estúpido pero tristemente estaba enamorada, le dolió la respuesta —no lo tomes a mal, pero mis hijos si son del hombre que amo— se levantó, lo vio, estaba sorprendido —me retiro, se detuvo en la caja y pago la cuenta.
