6
Era ya Lunes, su alarma se lo recordó.
"Hoy es el día"
Fue su primer pensamiento antes de abrir sus ojos.
Había leído hasta altas horas de la noche todo lo que se sabía de él.
Había aprendido todos los trucos que el usaba contra los Psiquiatras para confundirlos. Incluso estaba abierta la posibilidad de que se inventará nuevos trucos.
No se sentía lista para enfrentarlo, pero al menos, quería fingir que lo estaba.
Caminó a su vestidor y buscó algo que no llamará la atención demasiado.
Aunque realmente nada de su armario llamaba la atención.
No podía creer que de verdad tenía que pensar en algún maldito color, buscaba y rebuscaba, pero no había nada que la convenciera. Debió de haber previsto eso al menos la noche anterior.
No fue hasta que encontró algo que no recordaba que tenía: Encontró una blusa roja que cubría su cuello y una falda negra, la más corta de todas las que tenía.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había usado ese conjunto. Y nuevamente se tentó a usarlo.
Pero no. Guardó todo, y decidió usar un vestido azul y zapatos bajos.
Empezó a maquillarse, usando de nuevo un maquillaje que no llamará tanto la atención, y mientras buscaba algún color para sus labios volvió a encontrarse el labial rojo tinto que tanto anhelaba usar.
Lo tomaba entre sus dedos.
Tampoco era la ocasión para usar ese labial, pero llegó a ella la sensación de que "Debía de usarlo", así que lo guardó en su bolsa, por cualquier cosa que fuera a pasar.
Saliendo de su habitación, buscó a su madre, estaba mirando la televisión de nuevo. No quería tener un último mal recuerdo con ella (Sólo por si acaso), así que sólo la vio fijamente.
Que pesar el de Harleen, que su propia madre no la amará.
Salió de su casa, era hora de ir a Arkham.
Estuvo en trance por todo el recorrido, él subterráneo iba demasiado rápido y lento a la vez, todo lo veía en cámara lenta.
Así fue hasta llegar a Arkham.
Estuvo un par de segundos afuera del imponente edificio, mirándolo fijamente.
¿Qué le podía deparar la vida esta vez?
Entró al hospital, y justo en recepción estaba Joan con una cara de angustia que no había visto antes.
—¡Harleen por el amor de Dios! — Llegó Joan corriendo a con la chica castaña —¡¿Por qué no me dijiste nada?! ¡Harleen! ¡Debiste de llamarme para decirme todo lo que te estaba pasando!
Harleen miraba a Joan con cierto sosiego y decepción, pero la decepción era para ella misma.
—No quería molestarte en tus vacaciones Joan— Sonrió de forma nerviosa. Su compañera se llevó las manos a la cara.
—No puedo creerlo Harleen, debo de detener lo que el Dr. Jeremiah tiene en mente contigo. Espera aquí y no te muevas
Joan corrió por los pasillos mientras que Harleen se quedó sola en recepción. Ella sólo la vio correr. Una parte de ella quería que todo lo que Joan tenía en mente funcionará. Pero otra parte de Harleen era realista, así que se sentó y esperó a que pasará lo que tenía que pasar.
—Dra. Harleen Quinzel— Volteó hacía arriba, dos guardias de seguridad la estaban esperando —Es hora
—Es hora…
Harleen se levantó y siguió a los guardias. Caminaban por los pasillos hasta llegar al elevador.
Los guardias apretaban los botones, su paciente se encontraban en los últimos pisos subterráneos del edificio, nunca le habían mostrado esa parte de Arkham.
El elevador abrió sus puertas, y al instante en que lo hicieron los ojos de Harleen notaron la diferencia entre esa zona en específico del resto del hospital
Los pasillos eran más angostos, claros y a la vez lúgubres, sólo había luz artificial. Ni una sola ventana. No caminaron mucho hasta llegar a la celda indicada.
Llegaron a la celda 8181.
Y justo afuera de la celda estaba la segunda persona que menos quería ver en ese momento.
—Buenos días Harleen
—Dr. Jeremiah… Buenos días… No lo esperaba por aquí
—Tengo que desearle mi buena suerte antes de que entre por esa puerta,
—Oh, creía que ya me la había deseado desde el jueves pasado— El Dr. Jeremiah se burló de Harleen al escuchar él sarcasmo que ella intentó formular.
—Espero que estés lista, Quinzel
—Lo estoy
—Bien… Muchachos…
Los guardias se pusieron a los lados de la puerta y miraron al frente.
Harleen se confundió más de lo que estaba.
—Esperen… ¿Los guardias no entrarán?— Harleen preguntó un poco embrollada. Y recibió de respuesta una burla del Dr. Jeremiah.
—¿Quieres que los guardias entren? Pero Harleen, sabes que en una terapia sólo pueden existir dos: El terapeuta y el paciente. Recuerda que debe de existir una atmósfera de confianza entre el paciente y su terapeuta, y no puede haber terceros, ¿Cómo pudiste olvidar algo importante Harleen?
Harleen lentamente se dio la vuelta, dándole la espalda a los tres hombres y caminó un poco. Recargó su brazo contra la pared e intentó no hiperventilarse enfrente de los demás. Se estaban burlando de ella, y lo estaban disfrutando.
"Mi vida es una broma" Pensó para sí misma.
—¿Todo bien Quinzel?
—Sí… Sí… Todo bien… Es solo que… —Respiró profundamente antes de continuar —Creía que la seguridad iba… Iba a entrar también…
El director dio una risa burlesca.
Que le quedaba de dignidad a la pobre de Harleen, sólo era burla tras burla en ese maldito lugar.
—Bien, entraré primero y le explicaré todo al Joker, después saldré y tú entrarás
Casi de forma instantánea, el Dr. Jeremiah abrió la puerta de seguridad y entró a la celda, Harleen a lo lejos escuchaba atentamente la conversación el Dr. Jeremiah con su futuro paciente.
Apenas podía escuchar como el director hablaba al paciente sobre su mejoría en la mayoría de sus trastornos, y por lo cual era necesario cambiar de psiquiatra. Harleen escuchó una ligera risa después de que el director de Arkham le mencionara eso al paciente.
El Dr. Jeremiah salió de la celda, Harleen miró fijamente su rostro. Podía ver la burla y la satisfacción de tener el poder.
—Su turno, señorita doctora— Las últimas dos palabras las dijo en voz alta a propósito. Harleen miró a su superior con odio. Había olvidado cómo se sentía el odio cuando miraba a alguien realmente desagradable.
—… Gracias…
Dirigió su mirada al fondo de la celda, a la silla donde iba a sentarse. "Este es el cuarto encuentro… Espero que no sea el último…"
Inhaló y exhaló profundamente.
Era hora.
Entró a la celda, intentando no hacer contacto visual con el Joker. Pero apenas había entrado a la celda, cerraron la puerta detrás de ella, sobresaltándose un poco.
Pretendiendo no caer al nerviosismo, se sentó en la silla, se acomodó sus lentes y, finalmente, se atrevió a ver su cara de nuevo.
—Buenos días, mi nom—
Ni siquiera pudo presentarse, pues fue interrumpida por la risa del Joker. Él la veía y sólo reía.
Ella no dijo nada al respecto, sabía que esa risa era involuntaria, por esa contusión en su cabeza, por la epilepsia gelástica.
Sin embargo, parecía que cada carcajada que daba al aire estaba llena de ironía. Harleen esperó pacientemente hasta que el ataque terminará y él pudiera controlarse.
Eran las emociones fuertes lo que provocaban que la risa maldita apareciera, y a veces en los momentos menos indicados.
Aunque era algo que a Arthur no le interesaba realmente.
Sí, él estaba sorprendido. Harleen Quinzel, esa chica que le había sonreído la primera vez que se vieron, la que había espiado a lo lejos por meses, la que dibujó en su rostro una sonrisa, esa chica ahora era su psiquiatra. Que irónica era la vida, pero así es la vida.
Fue tanta su sorpresa que no pudo evitar la risa. No sabía si era su trastorno o era real, no le importaba, pues todo era tan gracioso para él.
Pasaron al menos 5 minutos hasta que Arthur finalmente se calmó, aunque esta vez no paraba de sonreírle a Harleen. Ella luchaba contra el instinto de no corresponderle la sonrisa.
—Soy la Dra. Harleen Quinzel, a partir de hoy seré tu psiquiatra. La razón por la que me vuelto su nueva terapeuta es porque ha tenido una mejoría en su salud mental y el hospital ha considerado el cambio. He leído su expediente, pero mi forma de trabajar es un poco diferente al resto de doctores en Arkham, iniciaremos de esta forma: Quiero que usted me cuente todo desde el principio. ¿Cuál es tu nombre?
Arthur no dejaba de sonreírle, pues la forma en la que se le presentó le recordaba a él a sus primeras citas psicológicas.
— Arthur…— Harleen casi sonreía al escuchar el nombre. Aunque ya sabía como se llamaba, ella siempre le había gustado el nombre de Arthur. Después se imaginó a si misma dándose una cachetada, recordándole que no debía de caer en el encanto —Arthur Fleck…
—Arthur, ¿Cuántos años tiene usted?
Justo ahí Arthur quedó en silenció y desvió su mirada, concentrándose en la respuesta.
—Creo que 42 o 43… No recuerdo…
—No se preocupe Arthur, es normal que usted no pueda recordar algunos detalles de su vida—
—Doctora, puedes tutearme, puedes tratarme de "Tú"— Arthur volvió a interrumpirla, pero ahora de forma intencional —No me gustan los formalismos en las terapias, creo que provocan una distancia entre el terapeuta y el paciente
Lo que acababa Harleen de escuchar era uno de los trucos que usaba el Joker, no podía creer que había empezado tan pronto.
—Prefiero tratar a mis pacientes con respeto. Esa es mi forma de trabajar
—¿Aunque nos conociéramos antes?
—Sin excepciones…— Harleen abrió una libreta y sacó un bolígrafo de su bata —Arthur, ¿Cómo te has sentido hoy?
Era la pregunta que menos le gustaba a Arthur, y a la vez la pregunta favorita del Joker.
Su respuesta fue una risa. O más bien, la risa acompañaba a la respuesta.
—Hoy tuve un recuerdo…— Volvía a reírse con más fuerza.
—¿Qué fue ese recuerdo?
Arthur, sin contener la carcajada, decidió abrirse con Harleen.
—Era… Era…— Su propia risa lo interrumpía —Es que era…— Volvía a reírse con más fuerza.
Harleen esperaba, algo dentro de ella le decía que esa consulta iba a ser muy larga.
—Es que… Recordé un chiste…
Harleen en ese instante sintió un mal presagio, recordó las pláticas con sus compañeros de trabajo.
—Un chiste, eh…— Disimuladamente, dejaba su bolígrafo sobre la mesa y fue metiendo su mano por debajo de la mesa. Llegó hasta el bolsillo de la bata y tomó la navaja —¿Por qué no me lo cuentas?
Arthur notó como Harleen dejó el bolígrafo de lado y la miró fijamente.
Harleen estaba segura que en cualquier momento el iba a levantarse a atacarla. Empuñó la navaja, tenía que estar preparada.
Arthur se detuvo finalmente. Y decidió contar su chiste.
—Erase una vez la historia de un niño, un niño que sus progenitores lo abandonaron, y ese niño fue adoptado, pero su mamá se volvió loca y el novio de su mamá abusaba de él— Apenas terminó el chiste, empezó a reír con más fuerza.
Harleen al escuchar eso, decidió dejar la navaja en paz y empezar a escribir en la libreta.
—Es…— Arthur intentaba hablar en medio de la risa —¡Es un buen chiste!...
—Es triste, de hecho
Arthur dejó de reír cuando escuchó esas palabras salir de Harleen.
—¿Crees que es triste?
—Lo es
—¿No te da risa mi chiste?
Harleen estaba a punto de decir algo, pero quién debía de abrirse en esa sesión de terapia era Arthur a ella, no ella a Arthur.
—¿Qué le parece si continuamos? Tenemos mucho que trabajar hoy
—¿Por qué no te gusta mi chiste? — Arthur insistía en saber porque a Harleen no le daba gracia su chiste —Creía que eras una chica espontánea y carismática, lo puedo ver en tus ojos
Tomó Harleen esas palabra como un cumplido, pero se recordaba a si misma que tenía al Joker enfrente de ella.
—Arthur, podemos discutir eso después, hoy hay mucho trabajo que hacer y necesito de su apoyo
—Sólo dímelo
Viendo que Arthur estaba encaprichándose con eso, Harleen decidió responderle su pregunta con una respuesta maquillada.
—No me gustan esos chistes de humor negro, sobre todo los chistes donde hay niños y abusos…
—Oh… Lo tomaré en cuenta, estoy trabajando en material para chistes, y siempre es bueno recibir criticas constructivas como la tuya
Harleen maldecía cada vez que Arthur le dedicaba una sonrisa.
—Bueno, continuemos. ¿Cómo se ha sentido desde su reingreso a Arkham?
—No me quejo. A veces extraño fumar. A veces me aburro y salgo por ahí, buscando que hacer, aunque odio que me descubran, cuando lo hacen siempre me golpean y me duele todo el cuerpo. Pero eso ya lo sabe
—Sí… Algo así…— Harleen recordó ese día que no quería recordar, por cierto.
Seguía la consulta. Arthur solo daba respuestas ambiguas a las preguntas de Harleen, cosa que era normal en un paciente como él, además de que era la primera cita psiquiátrica, a veces se necesitaba de muchas consultas para ganarse la confianza del paciente.
A veces avanzaban bien y de repente Arthur tenia un ataque. Harleen lo esperaba hasta que Arthur podía controlarlo, y continuaban como sí nada.
A mitad de la consulta, Harleen empezó con una pregunta.
—Arthur, ¿Puede contarme cómo fue su vida antes de volverte el Joker?
Arthur desvió la mirada, no pudo evitar adentrarse a sus recuerdos.
Parecía que lo había olvidado, que todos sus años siendo el Joker habían enterrado por completo los años en los que había sido Arthur Fleck, que siendo Joker sólo sería locura y felicidad.
No fue así. Recordó cada horrendo momento de su vida. Las palizas, el rechazo, la traición, la decepción.
¿Por qué? ¿Por qué todo eso tenía que seguirlo atormentando?
Recordó en ese momento un episodio de su vida que realmente le avergonzaba y trataba de olvidarlo, pero ni siquiera las píldoras o su demencia le ayudaban a dejar de lado.
Fue el "fugaz romance" que tuvo con su vecina, Sophie. Si la vida le estaba matando en esos momentos decisivos, descubrir que todo lo que vivió con Sophie era una mentira fue como el tiro de gracia.
Y seguía vivo.
Necesitaba un cigarro en ese momento, pero había perdido muchos derechos en Arkham después de todo el caos que había provocado.
Volvió a dirigirle su mirada a Harleen.
Ni siquiera estaba seguro de que ella fuera real. ¿Lo era? ¿Harleen era real? ¿Si era real? ¿Cómo podía asegurarse de eso?
—Era una comedia… Y sigue siendo una comedia— Arthur terminó de hablar. Harleen notó que había una sonrisa diferente en su rostro y la evitaba con la mirada.
Un ataque más.
Esta vez, la risa empezó de forma brusca. Harleen estudió esa risa en especial, que era diferente al resto. Lo miró a sus ojos.
Había algo que abrumaba a Arthur, y lo notó cuando una lágrima salió de su ojo izquierdo.
No estaba preparada para eso.
Este ataque duró más que el resto, parecía que no iba a tener fin. Harleen veía como su rostro cambiaba de color, como intentaba tomar el control y no podía, como las lágrimas empezaron a salir de sus ojos.
No sabía si había tocado algún tema que no debió de tocar, pero a ese punto, Harleen no pudo evitar sentir por Arthur lo mismo que sentía por todos sus pacientes: Empatía.
Arthur tenía sus manos esposadas sobre la mesa mientras seguía carcajeando, Harleen lo dudó por unos segundos, incluso llegó a pensar si era poco profesional lo que tenía en mente, pero no pudo soportar más verlo así: Estiró su brazo y tomó una de las manos de Arthur.
Al sentir ese contacto, Arthur miró la mano de Harleen y después observó su rostro. Poco a poco, el ataque empezó a apaciguarse, y al hacerlo, entrelazó su mano con la de Harleen.
Ella se dio cuenta en ese momento que cometió un error. Y más cuando ella se dio cuenta que estaba sonriéndole a él.
Tocaron con fuerza la puerta. Los dos se separaron al instante.
—¡La consulta ha acabado! — Escucharon ambos la voz del Dr. Jeremiah. Harleen se molestó, pues aun no era la hora, y a la vez, agradeció que los interrumpieran.
Para Arthur, fue suficiente, esa era la respuesta a la pregunta que le estaba atacando.
—Bueno, Arthur, hemos terminado por el día de hoy. Dentro de una semana continuaremos con esto…— Harleen se levantó de la silla y tomó todo, sintiéndose avergonzada.
—Dra. Quinzel…— Harleen se detuvo al escucharlo.
—¿Sí, Arthur?
—… No me dijo nada acerca de las flores
Harleen intentó no volver a sonreír. Casi era inevitable.
—No salgas de la celda de nuevo, por favor, o me veré obligada a decirle a los guardias de que escapaste
—Si de verdad estuvieras obligada a decírselos ya lo hubieras hecho
Él tenía razón. Ella sólo hizo una mueca.
—… Nos vemos en una semana Arthur. Que tengas buen día…
Tocó la puerta y abrieron, Harleen salió de la celda, intentando no mirar atrás.
—Vaya Harleen, yo ya te imaginaba hecha picadillo por el Joker, me sorprende que siga viva
—¿Sabe algo? Tiene razón, no debo estar arriba de vuelta. Esta es mi área, la zona criminal, y me podré desarrollar mejor aquí
Esto hizo que la poca felicidad en la cara del Dr. Jeremiah se esfumará.
—Oh… No esperaba que te acoplaras pronto
—Bueno, no me gusta ser fanfarrona, pero no debe de subestimar a las personas, a veces puede darle sorpresas. Ahora, ¿Cuál es mi nueva oficina?
El Dr. Jeremiah, boquiabierto, sacó unas llaves de su bolsillo.
—Su oficina estará en el tercer piso. La dirección esta escrita en el llavero
—¡Perfecto! Nos vemos pronto— Harleen caminó al ascensor sola. Sentía felicidad, pues era la primera vez que triunfaba en Arkham.
Una vez que el ascensor cerró, Harleen miró su mano.
Estaba en gravísimos problemas, pero ¿Qué otra cosa podía hacer para ayudarlo?
Sólo cerró sus ojos y sonrió. Eran contadas las sonrisas que no eran fingidas desde que había entrado a Arkham, y todas esas sonrisas estaban relacionadas con el Joker.
Recordó de nuevo sus ojos tristes y su sonrisa.
—Tenías razón Susanne… Tenías razón…
…
"Ni una simple sonrisa, ni un poco de luz
en sus ojos profundos
Ni siquiera reflejo de algún pensamiento
que alegre su mundo
Hay tristeza en sus ojos hablando y callando
y bailando conmigo
Una pena lejana que llega a mi alma
y se hace cariño
El muchacho de los ojos tristes
vive solo y necesita amor
como el aire, necesita verme
como a él solo necesito yo
El muchacho de los ojos tristes
ha encontrado al fin una razón
para hacer que su mirada ría
con mis besos y mi gran amor"
— Jeanette – "El muchacho de los ojos tristes".
