Capítulo 2: ¿Qué cara poner cuando te enteras de que Draco Malfoy es tu vecino?

Kaisa tenía que admitir que la primera semana de vacaciones no estaba siendo como la esperaba. Sus planes eran disfrutar en su pequeña casita del Valle de Godric con su padre y su hermano a modo de despedida antes de viajar todo un mes a Helsinki. Sin embargo, allí estaba, cocinando galletas de chocolate como su Mummo le había enseñado, sin magia, y esperando a que su hermano llegase de ver a sus amigos Cormac McLaggen y Lucas Prewett en el Callejón Diagon. Estaba acostumbrada a la soledad en su vida, desde bien pequeña ignoró la estrella fugaz que era su hermano gemelo mientras ella era un pequeño asteroide que volaba solo por el espacio. Sus compañeros de clase se quedaban en eso, compañeros de clase con los que convivía durante su estancia en Hogwarts y poco más, la palabra amistad le quedaba grande.

El horno moderno que había instalado su padre emitió un pitido avisándola de que sus galletas ya estaban listas y las sacó usando las manoplas. Las galletas tenían una pinta deliciosa, y las depositó junto a la humeante bandeja en la encimera de la cocina. Miró el reloj colgado en la pared de la cocina y arrugó el cejo. Las 17:45, su hermano llegaba tarde.

Le puso de comer a Fin, el perro de la familia, un ejemplar de Jack Russel que hacía compañía a su padre cuando no estaban en casa y a Riki, su gata mestiza. Recogió la cocina, de nuevo sin magia, así estaba entretenida con algo, y cuando se estaba secando las manos la puerta de la cocina se abrió y Kilian apareció por ella.

-Hola, hola, hermanita.-La besó en la cabeza y se llevó una galleta a la boca.-Wow, te has superado, están deliciosas. ¿Me pones un vaso de leche?

Kilian se sentó en uno de los altos taburetes después de quitarse la chaqueta y dejarla en el perchero. Fin apareció por la puerta que conectaba con el salón moviendo la cola y se puso a dos patas para que le rascara la cabeza, como le gustaba. Kilian le acarició con ganas.

-Hola, chico, ¿me has echado de menos?

Kaisa le sirvió un vaso de leche de la nevera y le miró.

-¿Qué? ¿Tengo chocolate en la cara?-Le preguntó su gemelo.

-Llegas tarde.-Refunfuñó su gemela.-Llevo todo el día sola…

-Te dije que vinieras conmigo, sabes que eres bienvenida.-Dijo tranquilamente Kilian, untando otra galleta en la leche y poniéndole caras a Fin.-Tampoco te has perdido gran cosa, ha llovido.

-No me apetece ser el bicho raro de tu grupo.

-Princesa, tú nunca serás el bicho raro.-La riñó Kilian con la boca llena, tragó y añadió:.- Lucas trajo a su hermana Dotti, preguntó por ti…

-Dotti me odia.-Espetó Kaisa, cogiendo una galleta y llevándose un trozo a la boca. Sí, estaban muy buenas.

-No digas eso, es mentira. Solo estaba celosa de que Cormac te hiciera un poquito de caso en Navidad.

-¿Y tengo yo la culpa de que lo hiciera? Cormac ni si quiera me cae bien.

-Y por eso no le he roto los dientes. Skál.-Kilian alzó el vaso de leche y lo apuró de un largo sorbo.-Voy a darme una ducha. ¿Isä viene a cenar?

-Sí.

-Genial, ¿vemos la tele luego?

Kaisa se encogió de hombros mientras metía las galletas en un cuenco y recogía el vaso de Kilian. Así como había aparecido su hermano, desapareció. Kaisa tiró a la basura las migas del plato de Kilian mientras Fin remoloneaba a su lado y lamía el suelo donde habían caído algunas y sacó la basura. Luego se daría un baño relajante y quizá se hiciera la pedicura, tenía pensado salir al día siguiente a comprarse algo de ropa, pues todo su armario le había quedado grande aquella temporada. Aún no estaba acostumbrada a las miradas que había atraído en Hogwarts aquel año, siempre pasaba desapercibida para todos, hasta ahora. Y sí, comprendía que su cuerpo había dejado de ser el de una niña rellenita, pero no le hubiera importado quedarse un poco más así si la dejaban en paz.

El primero problema lo tuvo con Cormac, siempre le había parecido un idiota, pero desde que se vieron en las compras de antes de su regreso a Hogwarts, le había tratado diferente. Por suerte, Kilian le había dejado las cosas claras y ella también, antes besaría a un escorbuto de cola explosiva que a Cormac. El resto… prefería no pensar en ello y sus miradas curiosas. Sin embargo si que pensó en como Harry y Ron le habían saludado en el Expreso a Hogwarts y la sorpresa en los ojos verdes del Niño que Vivió.

Recorrió el camino hacia la verja que su hermano se había dejado abierta y refunfuñó por lo bajo, al menos Fin era muy casero y no se había escapado, algo que no compartía con Riki que seguro que habría aprovechado el momento para explorar el nuevo vecindario. Metió la bolsa de basura en el contenedor con esfuerzo.

El cielo estaba encapotado de nubes grises, y la brisa le traía el olor de la lluvia. Pronto volvería a llover, y había dejado la ropa tendida en la coladuria. Buscó su varita en el bolsillo trasero de sus vaqueros y se dijo que esa tarea la haría rápido. Recogió algunas latas que se habían caído del contenedor y escuchó voces no muy lejos de allí.

-No camines arrastrando los pies, hijo.

-No lo hago, madre.

Kaisa se volteó hacia sus vecinos para saludarlos y se quedó muda.

-Oh, que encantadora chiquilla.-La mujer que se había detenido ante ella era alta y esbelta, con el cabello muy rubio e inteligentes ojos azules que la miraban con sorpresa. Su piel resultaba pálida por la ropa oscura que llevaba, y Kaisa tuvo que admitir que iba muy elegante pese a eso y la hizo sentir fuera de lugar con sus vaqueros gastados y su jersey.-Tu debes ser la hija de Christopher, ¿verdad?

Kaisa asintió en silencio, mirando a la figura que acompañaba a aquella elegante señora. Podía decir que la sorpresa de su cara era igual a la del chico allí plantado. Pero claro… ¿qué cara poner cuando te enteras de que Draco Malfoy es tu vecino? Cuando se lo contara a Kilian iba a alucinar… o blasfemar, puestos a decir.

Draco la miraba en silencio, alto como su madre, su cabello rubio platino y aquellos profundos y penetrantes ojos grises.

"¿Grises? ¿Por qué me resultan familiares?"

-Hola.-Saludó Kaisa, tímidamente. Pese a la sorpresa, no quería ser desagradable. Su relación en la escuela no era cordial, pero tampoco podía decir que era mala, simplemente no se acercaba a él y otros Slytherins y lo único que intentaba es que su hermano no acabara metido en problemas con ellos.

Draco alzó la cabeza a modo de saludo y miró a su madre.

-¿Continuamos, madre?

-No seas irrespetuoso, Draco, déjame presentarnos a nuestra nueva vecina…-Le riñó Narcissa Malfoy, frunciendo el cejo.

-Yo ya la conozco,-aquello la sorprendió, pero trató de que no se le notara-es Kaisa Evans, estudiamos en el mismo año en Hogwarts, pero ella está en Gryffindor.-Draco parecía aburrido cuando decía aquello.

-Oh, Kaisa, querida, un placer conocerte. Solo había tenido el gusto de conocer a tu hermano, el apuesto Kilian. ¿Sois gemelos, verdad?

-Igualmente, señora Malfoy. Y sí, somos gemelos.

Quiso el destino que un trueno se oyera en la lejanía y comenzaran a caer lentas y esporádicas gotas.

-Vaya, se acerca una tormenta. Draco, es momento de volver a casa.-Dijo la señora Malfoy, volviéndose por donde había venido.-Espero que nos veamos pronto de nuevo, Kaisa Evans.

-Por supuesto… que tenga una buena tarde, señora Malfoy.

Draco le lanzó una última mirada y siguió a su madre. Kaisa sintió un escalofrío y se frotó los brazos, cerrando la verja tras ella y dirigiéndose con rapidez hacia la coladuria, donde con un movimiento de varita recogió la ropa y la dobló.

-¡Kilian!-Exclamó subiendo las escaleras de dos en dos hacia el piso de arriba. La bola de pelo multicolor que era Riki salió de su habitación y corrió entre sus piernas. Abrió la puerta de la habitación de su hermano y entró en tromba.- ¡Kilian, no te vas a creer lo que…! ¿Qué haces?

Kilian estaba desnudo frente al espejo y hacía poses de gimnasta musculado. Pegó un brinco y cogió lo primero que vio por el suelo, un cojín, y se lo puso para tapar sus partes nobles mientras enrojecía de vergüenza por haber sido pillado así y por la rabia contenida.

-¡Toca a la puerta antes de entrar!-Exclamó.- ¡Se lo voy a decir a papá!

Kaisa se encogió, pero una sonrisa burlona bailaba en sus labios.

-¿Estás practicando para seducir a Hermione? No creo que eso le guste…-Kilian le lanzó el cojín con todas sus fuerzas y ella estalló en carcajadas mientras cerraba la puerta.

-¡Te juro que esta me la pagas, enana!-Oyó la voz amortiguada de su hermano y se dirigió hacia su habitación intentando no reírse de lo imbécil que le había parecido frente al espejo.

Se tumbó sobre la cama y se puso a leer hasta que su hermano irrumpió en la habitación al cabo de media hora después, evidentemente no tocó a la puerta. Llevaba el pelo rubio mojado y revuelto y masticaba lo que parecía una de las galletas que había horneado.

-¿Tenías algo que decirme?-Dijo, mientras gateaba en la cama hasta tumbarse a su lado y le robaba el libro.- ¿Otra vez Buenos Presagios?

Kaisa se incorporó y le miró.

-Adivina quién es nuestro vecino…-Kilian la miró y pasó un par de hojas sin mucho interés.- ¡Draco Malfoy!

Kilian la miró de nuevo, alzando las cejas.

-¿En serio? ¿Cómo lo sabes?-Kilian dejó el libro a un lado, incorporándose para mirar a los ojos a su hermana. Riki saltó a la cama ronroneando y la cogió para acariciarla.-Ese imbécil…

-Le he visto a él y a su madre cuando estaba tirando la basura.

-Pues no te acerques a ellos… Lucas me ha dicho que su padre está en Azkaban por mortífago, se lo ha contado su padre. Tiene la Marca Tenebrosa, son seguidores de Tu-ya-sabes…

Kaisa se sorprendió, llevándose una mano al pecho.

-¿Son seguidores del Señor Tenebroso?

-No puedes fiarte de ellos… No entiendo cómo Isä nos ha traído a vivir aquí, ¡al lado de mortífagos!-Kilian se sentía indignado, sabía que esa información tenía que haber llegado a su padre de alguna manera, y no entendía cómo sabiéndolo estaban allí, conviviendo en el mismo vecindario.

Kaisa se había quedado pensativa mientras miraba a su gemelo. ¿Significaba eso que Draco Malfoy era un futuro mortífago? Siempre había defendido la pureza de sangre y se había metido con los nacidos de muggles o mestizos, y era por todos conocido que El Señor Oscuro tenía las mismas opiniones. Se le revolvió el estómago de pensar en eso.

-Su madre no parecía mala persona…-Comentó la joven, rememorando el encuentro con madre e hijo. Riki saltó a su regazo y la acarició.-Me ha parecido… simpática.

-Yo la conocí hace un par de años, y sí, lo parece… pero se ha casado con Lucius Malfoy y está en Azakaban… y su hermana está loca, ¿lo recuerdas?

Kaisa sintió un escalofrío al recordar a la mortífaga Bellatrix Lestrange y las historias que contaban de ellas.

-No me gusta nada de esto… Tenemos que hablar con Isä cuando llegue.

-No lo dudes, princesa. Me imagino tu cara de sorpresa al verlos.

-Dime tu qué cara tengo que poner al enterarme de que Draco Malfoy es nuestro vecino.

/

Su padre no tardó en llegar, y tras escuchar las quejas de sus hijos estoicamente, más bien de Kilian, Kaisa se mantuvo a su lado callada, les habló de la presunción de inocencia y de que no debían juzgar sin saberlo todo. Kilian refunfuñó hasta que su padre le ofreció cenar pizza y pareció que nada hubiera ocurrido aquella tarde.

La cena fue como si estuvieran en Helsinki, se llevaron los platos y las dos cajas de pizza al salón y comieron viendo la televisión, como si de una familia muggle se tratara. Aquello aplacó un poco el corazón de Kaisa, que se sintió en casa gracias a ello. La velada fue muy divertida y llena de cariño por parte de Christopher, que pese a ser un padre que trabajaba muchas horas en el Ministerios, les daba a sus hijos el cariño de un padre y de una madre que no estaba. Hablaron sobre su día, sobre todo Kilian, que les contó que almorzó con los padres de Lucas en un restaurante muggle muy rico y que visitaron el Callejón Diagon donde Cormac se compró una nueva lechuza. El postre fueron el resto de galletas que Kilian no había devorado, y Kaisa se sintió bien cuando su padre alabó la nueva receta de chocolate.

-Bueno chicos,-su padre se levantó del sofá, donde habían estado sentados viendo un programa cómico-me voy a dormir, estoy cansado y mañana tengo una reunión muy importante en Glasgow.

-¡Buenas noches, isä!-Se despidieron los gemelos.- ¿Vamos a pasear a Fin antes de dormir?-Añadió Kilian una vez su padre se perdió por la puerta de la cocina.- ¿Verdad que quieres pasear, Fin bonito?

Kaisa asintió con una sonrisa mientras observaba a Fin saltar emocionado por el paseo.

-Voy a por mí chaqueta.

-Te acompaño.

Echaron una carrera para ver quien llegaba el primero por las escaleras, seguidos por los ladridos de Fin, que movía la cola emocionado, y Kilian ganó, pero porque en el último momento saltó y cayó de bruces sobre a alfombra.

-¡Eso es trampa!

-Pero he ganado.-Kilian sonreía triunfante mientras se levantaba, quitándose a Fin de encima que le había lamido toda la cara y entraba en su habitación.

Kaisa se dirigió a la suya y cogió una chaqueta con capucha por si volvía a llover mientras pensaba que su hermano era un niño grande. Miró a través de la ventana, el oscuro cielo seguía encapotado, parecía que se avecinaba una tormenta.

-¿Estás lista?-Su hermano apareció por la puerta que conectaba sus habitaciones abrochándose la cremallera de la chaqueta.-Odio este clima…

-Estoy lista.-Respondió Kaisa, y fue a añadir algo, pero un repentino repiqueteo en la habitación de Kilian la interrumpió y se miraron extrañados, Fin comenzó a ladrar y corrió hacia allí.- ¿Qué es eso?

Kilian volvió sobre sus pasos y se apresuró a correr hacia la ventana.

-Una lechuza…-Abrió la ventana y una hermosa lechuza de color canela aterrizó sobre su escritorio y se sacudió la lluvia de las plumas.-Lleva una carta... Hola, amiga. ¿De quién eres?

Kaisa se acercó a su hermano y acarició la lechuza, que era muy servicial y tranquila.

-Creo que ya la he visto antes.

Kilian la miró y se encogió de hombros, se había sentado en la cama y abría la carta.

-No me suena mucho, Lucas tiene una negra y Cormac suele usar la de sus padres.

-¿De quién es?-Kaisa, que siempre llevaba algo en los bolsillos, le estaba dando miguitas de galleta y la lechuza de color canela las agarraba con delicadeza y se las comía agradecida.

-Es de… Hermione.

-¿De Hermione?

-Sí… voy a leerla… ¿por qué no te adelantas tú y luego voy a buscaros? El pobre Fin está esperando.

Fin le miró ladeando la cabeza mientras Kaisa reprimía una sonrisa pícara.

-Claro… porque quieres leerla en privado y así contestar pronto, ¿verdad, Fin?

El perro ladró a modo de respuesta.

-Bah, no tenía pensado contestar… pero ya que está su lechuza aquí…

Kaisa soltó una risa y silbó para que el Jack Russel la siguiera.

-No te pongas muy romántico…

-¡Oh, cállate!

Mientras Kaisa abría la verja y paseaba por la calle iluminada por las farolas, no pudo evitar pensar que su hermano estaba coladito por Hermione. No le importaría que se hicieran pareja, siempre la había tratado muy bien y era una estudiante modelo. Su trato a lo largo de los años era cordial, le parecía muy simpática y agradable, y solían comentar los libros que leían cuando tenían ocasión. Y si se hacía novios, ella podría pasar más tiempo con Harry Potter, del cual estaba un poco colada desde el Torneo de los Tres Magos. Suspiró, era muy guapo y siempre la sonreía cuando se veían por los pasillos… Pero no era tonta, él nunca se fijaría en alguien como ella, sin autoestima y confianza.

La calle estaba desierta, y en alguna que otra de las mansiones que rodeaban la suya había luces encendidas. Fin iba delante, olisqueándolo todo y disfrutando del paseo mientras ella se abrochaba la chaqueta y disfrutaba de la soledad que siempre la acompañaba.

Una rama de la hojarasca se le enredó con el bajo de los pantalones y se detuvo para quitársela, cuando hubo acabado, no veía a Fin por ninguna parte.

-¿Fin?-Lo llamó, tratando de ver al perro por algún lado.- ¡Fin!

No era un perro que se escapase, siempre caminaba al lado suyo cuando paseaban y por eso no lo llevaba sujeto con la correa, ahora se arrepentía de ello. Sin embargo, era muy aventurero y explorador, y ahora mismo se abría ante él un jardín enorme que querría explorar. Volvía sobre sus pasos por si se hubiera escondido en algún rincón oscuro, pero no fue así, echó a correr mientras gritaba su nombre, aunque parecía que servía de poco.

-Maldito chucho… ¡Finral, como no aparezcas te voy a…!-Kaisa apresuró el paso y buscó la bola blanca que era su perro de nuevo, mientras recobraba el aliento.

Diez minutos después el perro seguía sin aparecer y Kaisa empezaba a desesperarse. ¿Y si le había pasado algo malo? Nerviosa como estaba, continuó subiendo y bajando la calle sin dar con el perro. Giró en una esquina y se topó de bruces con alguien, cayendo de culo sobre el frío suelo y cerrando los ojos por el susto.

-¡Perdón!-Dijo desde el suelo, con un chillido.

-¿Estás bien?

Kaisa abrió los ojos y vio a Draco Malfoy ofreciéndole la mano para ayudarla, iba vestido tal cual le había visto esa misma tarde, pero con el cabello rubio platino revuelto por el viento. Irremediablemente se sonrojó sin poder evitarlo.

-Oh… yo… sí…-La aceptó y el chico la ayudó a levantarse. Se sacudió la tierra de los pantalones tímidamente y le miró.-Esto… ¿no habrás visto a un perro blanco, verdad? Tiene las orejas marrones y… mueve mucho la cola.

Draco la miró alzando una ceja, confuso.

-¿Has perdido a tu perro?

-Sí… somos nuevos en el vecindario y puede que se haya desorientado. Normalmente no hace estas cosas, pero…-soltó un suspiro nervioso- no sé dónde está.

-¿Te ayudo a buscarlo?

Kaisa no podía evitar que por su mente vagara la conversación que había tenido con su hermano aquella misma tarde. Lucius Malfoy en Azakaban… el padre de Draco en Azkaban… Draco defendiendo la pureza de sangre… Sin embargo, el chico que tenía plantado frente a ella no le pareció en absoluto nada de eso, solo un chico paseando por el barrio tan solo como ella. Quizá, y solo quizá, las apariencias engañaran.

-Por favor… estoy muy nerviosa.-Se sinceró.-Es el perro de la familia y si le pasara algo… no quiero ni pensarlo.

Draco negó con la cabeza y la tomó de la mano, guiándola por la calle desierta.

-No pienses en ello, vamos a encontrarlo.-Le dijo sin mirarla.-Cerca de aquí hay un parque donde la gente suele pasear a sus perros. Puede que se haya dirigido hacia allí.

Kaisa asintió, mirando su mano unida a la de Draco, era suave y cálida. ¿De verdad aquel era el Draco que martirizaba a todos en Hogwarts? ¿El que siempre buscaba una excusa para molestar a Harry Potter? ¿Por qué, en aquel momento, le parecía tan gentil y amable? ¿Acaso siempre lo era y había creado un personaje en el colegio? Sacudió la cabeza, y desconfió, no podía fiarse de nadie… Kilian le había dicho cientos de veces que las Serpientes y los Leones debían odiarse y llevarse mal. Y vale, no solía hacer mucho caso a su hermano sobre eso, porque siempre estaba sola y pasaba desapercibida, evitaba los conflictos a toda costa. Aunque en aquel momento, junto a él, quiso darle un voto de confianza por la ayuda que le estaba brindando.

El camino fue silencioso y corto, cuando menos se lo esperaba, Kaisa vio la entrada a un parque al final de la nueva calle por donde habían girado, tal como había dicho Draco, no había mentido en eso. Entraron y Kaisa se percató de algunas parejas en bancos de un modo muy cariñoso y al fondo, un grupo que veían jugar a perros.

-Puede que esté allí.-Draco tiró de ella hacia el sonido de ladridos.- ¿Cómo se llama el perro?

-Finral… Fin…

Draco la miró y la sonrió, haciendo que Kaisa desviara la mirada y se sonrojara. ¿Siempre había sido tan guapo? Y esos ojos grises… ¿por qué le resultaban familiares? Estaba muy confusa y nerviosa, no debían pensar en nada más que encontrar a su perro y volver a casa antes de que estallase la tormenta.

Draco se detuvo a unos metros de un grupo de jóvenes que hablaban entre ellos animadamente mientras observaban a un grupo de perros jugar. Les saludaron dándoles las buenas noches y siguieron a lo suyo. Kaisa, aún unida a la mano de Draco, dio unos pasos y notó como al mano de Draco se aflojaba y la soltaba.

-¿Fin?-Llamó tímidamente, esperanzada de encontrarlo.- ¿Finral?

Un ladrido conocido la contestó y una bola de pelo salió del grupo de perro y corrió todo lo que sus cuatro patas le permitían para llegar hacia la rubia.

-¡Finral!-Kaisa lo cogió al vuelo y lo apretó contra su pecho.-Oh, Fin… me tenías tan preocupada.

-¿Está bien?-Preguntó Draco, que se había acercado y le acariciaba detrás de las orejas. Kaisa sonrió y asintió.

-Perdona, ¿es vuestro?-Uno de los chicos se había acercado a ellos.-Apareció de repente y se puso a jugar con mi perra.

-Sí… es mío.-Respondió Kaisa.-Me ha dado un susto de muerte.

El chico la sonrió.

-Me veía empapelando el vecindario con carteles de perro encontrado. Me alegro de que haya quedado en un susto. Buenas noches.-Y silbó para que una preciosa Golden Retriever apurara el paso hasta llegar a su lado.

Kaisa se despidió y bajó a Fin, le enganchó la correa y miró a Draco.

-Muchísimas gracias.-Le dijo.-De verdad… no sé qué hubiera hecho sin ti.

-No hay de qué…

Kaisa miró el parque, era muy bonito y parecía que a Fin le había gustado. Podría enseñárselo a Kilian para venir por las tardes a pasearlo.

-¿Sabrás volver a tu casa?

La pregunta de Draco la sacó de su ensimismamiento y le miró.

-Oh… no creo, no me he fijado en el camino por los nervios.-Sonrió nerviosa.

-Puedo acompañarte… si quieres…

-Sería maravilloso, gracias.

Caminaron hacia la salida del parque en silencio, Fin iba a la cabeza moviendo el rabo, parecía que se lo había pasado muy bien en su aventura en solitario. "Menos mal que está castrado… ya me veía una caja repleta de cachorros en la puerta de casa."

La noche, más oscura que cuando toda la odisea había comenzado, empezaba a ser más fría. Kaisa se arrebujó en su chaqueta y vio como Draco metía las manos en los bolsillos de sus pantalones.

-Parece que va a llover otra vez.-Comentó Draco por lo bajo, como para él mismo. Se había adelantado un poco y caminaba al lado de Fin, que parecía cómodo a su lado.

Kaisa le observaba en silencio. Minutos después llegaron a su casa y se detuvieron frente a la verja.

-Muchas gracias, de verdad, me has salvado dos veces esta noche.-Se apresuró a decir. Se sentía muy agradecida con el chico, había encontrado a su perro y vuelto a casa sin un rasguño, y eso que la desesperación la había llenado por completo y la negatividad la acompañaba.-Si puedo hacer algo para agradecértelo… sé hacer galletas y…

-Podemos vernos otro día.-Aquello cogió desprevenida a Kaisa que miró a Draco sorprendida.-O sea… te he ayudado a encontrar a tu perro, es lo menos que puedes hacer.

Ese Draco ya le sonaba un poco más, arrogante y orgulloso. Kaisa frunció el cejo y fue a replicar cuando oyó la voz de su hermano:

-¿Kai? ¿Estás ahí?

La chica tragó saliva, si su gemelo la encontraba con su peor enemigo podría estallar una guerra que no le apetecía empezar. Kilian podía ponerse muy pesado, y Kaisa no estaba de humor para aguantarle de aquella manera.

-Está bien… nos veremos otra vez.-Susurró, abriendo la verja para entrar.

-Mañana por la noche.-Dijo Draco, cerrando la verja para que la chica no se escapara.-Como hoy.

Kaisa miró el brazo que la impedía entrar en su hogar.

-¿Mañana?

-Sí, mañana por la noche.-Repitió Draco, insistente, mirándola a los ojos.

-¿Princesa?-La voz de su hermano empezaba a sonar impaciente.- ¿Qué haces?

-¡Ya voy, Kil!-le dijo Kaisa a su hermano.-Está bien… mañana por la noche en el parque.

Draco apartó el brazo y se alejó en dirección a su casa.

-Buenas noches.-Se despidió sin mirarla.

Kaisa bufó.

-Buenas noches.-Y atravesó la verja, encontrándose a su hermano a unos metros de allí. "Por Merlín que no haya visto a Malfoy…"

-¿Hablabas con alguien?-Preguntó Kilian, frunciendo el cejo y tratando de otear entre la oscuridad.-Me ha parecido que decías algo…

-Con Fin.-Respondió Kaisa tranquilamente, tratando de serenar su nerviosismo. El perro caminaba a su lado tranquilamente.- ¿Has escrito ya tu carta de amor?

-Sí… ¡Digo no!-Se apresuró a corregir Kilian.-No era una estúpida carta de amor.

Kaisa estalló en carcajadas y su gemelo la empujó.

-Ya, claro, seguro que no lo era.

Cuando Kaisa se acostó mucho rato después a solas en su cama con Fin a su lado durmiendo a pata suelta, no pudo evitar maldecir al perro por el lío en el que la había metido. Había quedado con Draco Malfoy, que era su vecino y el enemigo número uno de todo Hogwarts, a escondidas de su hermano, que parecía estar tonteando por carta con Hermione Granger, una de las mejores amigas de Harry Potter, que le gustaba… mucho, aunque nunca lo admitiría delante de su hermano. ¿Y si escribía ella a Harry? ¿Le parecería raro? "Más raro es verte mañana con Draco Malfoy…"

Kaisa se dio cuenta en aquel momento de que tenía que empezar a echarle valor a su vida, ¿no era Gryffindor? Pues que se notase.