Capítulo 11: Recuerdos rotos

Más allá de Appleloosa e incluso, más allá de las Badlands en el reino cambiante, se encuentra un territorio inexplorado. Lo llaman el Sur Misterioso, un lugar al que tan solo la intrépida Daring Do ha logrado ir y regresar. Es un secreto a voces en la Guardia Real que la Princesa Celestia había creado una brigada anti monstruos, y muchos confían en que varios de los miembros se encuentran en ese lugar, pero nadie puede confirmarlo.

Lamentablemente, el Sur Misterioso no está abandonado. Solía haber una aldea de ponys terrestres apenas un par de horas de camino del borde sur de las Badlands. En ella había una familia. Un padre, una madre, un hijo mayor y una hija menor. Todos reían y eran felices.

Pero un día un ser aterrador rompió la puerta, acompañado por varios seres como él. Cuatro patas de corcel, dos cuernos prominentes en la cabeza, pegada a un torso de simio con la piel roja o negra.

Padre - ¿¡Quienes son ustedes!? ¡Aléjense de mi familia!

Pero los monstruos no escucharon, mataron al padre, vendieron a la madre, separaron a los hermanos, y la hija menor estaba sola. No podía ser asesinada, podía ser útil. No podía ser violada, no sobreviviría.

Podía ser esclavizada, durante dos años ella vivió un tormento casi eterno, sin permiso no podía comer, beber o dormir si no se le daba la orden de hacerlo. Ella lloró en los brazos de la soledad por mucho tiempo, a pesar de su nombre, ella estaba viendo cómo, poco a poco, la luz que cuidaba su vida se apagaba. Pronto entendió, ella debía escapar.

Una noche, mientras sus captores no miraban ella corrió, toda la fuerza que nunca tuvo pronto se manifestó en su cuerpo, logró desaparecer entre el bosque, pero entonces empezaron a buscarle.

Escuchaba los galopes, los gritos, pero no se detuvo. Continuó corriendo, sus patas sangraban, nunca supo si golpeó algo o si solo era su sangre aferrándose con fuerza a la libertad, presumiendo el camino que tomó.

Ya para varias horas de carrera sus captores la dieron por comida para los seres del bosque. Pero uno no se rindió, investigó hasta dar con el sendero sangriento. Apenas unas gotas cada varios metros le bastaron, y empezó a seguirla.

La pequeña estaba tratando de escapar, no se detuvo, y nunca lo intentó apenas se dio cuenta de que le siguieron. Las ramas abofeteaban su cara, las piedras sueltas lastimaban sus cascos, Podía saborear la libertad tan cerca y tan lejos, por lo que continuó corriendo.

Sus esfuerzos fueron en vano, pronto el bosque se acabó y un enorme precipicio se presentó ante ella. Se giró, miro al cielo con desespero, incluso pensó en regresar por donde vino, pero era tarde, una enorme bestia de seis extremidades estaba a menos de diez metros de ella.

Ojos del color del oro, largas hierbas de carbón caían de su cabeza y de su cara, siendo ésta de un color tan oscuro que pareciese que los ojos flotaran. De su boca emergió una horrida sonrisa, llena de dientes sin forma con puntas llenas de sarro amarillento.

Aquella criatura se acercó. Ella conocía su nombre, así como el mundo alguna vez lo hizo. Geyron, anteriormente, esa palabra simbolizaba heroísmo, un Centauro dedicado a la paz, la justicia y el honor. Pero un alma oscura le había arrebatado eso, y sabía perfectamente que la única cosa que podía hacer era desquitarse, en especial contra aquella esclava que compró y que ahora ya no le importaba su vida.

El ser tomó a la pequeña del cuello, la golpeó sin remordimientos algunas veces, pero no la mató, no quería hacerlo, no todavía. Ella chillaba del dolor y el miedo, no quería seguir viviendo para cuando él hiciera lo que tenía planeado.

Pronto el monstruoso centauro sujetó a la pequeña, no tendría reparos en romperla por la mitad, ella chillaba con fuerza, rogaba por una vida que no le pertenecía desde hace mucho. Pronto vio su vida empezar a pasar al frente de sus ojos ¿hizo algo que estuviera mal? ¿Tal vez no había sido una buena hija? Esas preguntas rondaron su cabeza antes de escuchar una voz.

- ¡Detente!

No lo podía ver, pero sabía que no era un centauro ¿será algún otro pony? Tal vez con suerte algo así. Simplemente ella cerró sus ojos con fuerza mientras ellos discutían. No entendía de lo que hablaban, solo sentía un pequeño rayo de esperanza, ¿tal vez escabullirse y volver a correr? Imposible, no tenía tanta fuerza, pero parte de la nueva voz le reconfortaba.

Tras dos minutos de una intensa discusión, sintió el peso del monstruo retirarse, eso le bastó para poder huir detrás de un roble. Asomó su mirada, vio a un ser que nunca había visto, una larga melena monocromática en la punta de una cabeza pequeña y, de cualquier otra forma, lampiña; Su cuerpo se parece al del monstruo, pero erguido solo en dos patas, sin cuernos, con una vestimenta extraña que cubre gran parte de su cuerpo.

Aquella criatura se mueve rápido, blandiendo un arma muy larga con forma de garra que estrella y logra hacer retroceder al monstruo más aterrador, quien por la prisa solo pudo armarse con dos hojas anchas antes de dejar su hogar.

La batalla se prolonga, los aceros chocan pero eventualmente, casi como si fuese nada, aquel monstruo de seis extremidades había caído. Su cuerpo estaba herido y desangrándose en el suelo mientras el ser de melena blanca solo le miraba con cansancio, aquella batalla le habia quitado del aliento.

Ser – ¿qué le pasó a ella?

El ser se queda en silencio y entonces mira hacia el lugar dónde ella está oculta. Camina sin vacilar mientras de sus pies aparece una criatura idéntica a él.

Ser – vamos. No sientas miedo, ya estás a salvo.

Tal vez fue por su sonrisa, o incluso por la forma en la que lo dijo, pero ella no sentía temor. Solo tenía una pequeña oración guardada, misma que provenía de lo más profundo de su corazón.

- Mi nombre es Little Sun, gracias por salvarme.

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tomó un poco más de tiempo porque no estoy acostumbrado a mantener este estilo de narración, espero que les guste.

JXS fuera.