Capítulo 7 - Segundo trato

El graznido de las gaviotas era un sonido irritante que Dabi odiaba. Lo había escuchado día tras día desde su subconsciente. Le recordaba a aquel maldito psiquiátrico. Si bien en su mente el sitio estaba desfigurado en su memoria aquel sonido era lo único que le hacía recordar el paso del tiempo. O más bien la sensación inquebrantable de estar estancado mientras todo a tu alrededor era… se desdibujaba.

Darse cuenta de que llevaba cuatro años en estado casi vegetativo por gracia de su familia no le había entusiasmado demasiado. Tenía ganas de quemar el mundo hasta los cimientos. Tenía ganas de derramar sangre de la familia Todoroki. ¿Cómo demonios su padre seguía respirando después de tanto tiempo? ¿Cómo su familia podría haber perdonado a Endeavor con tanta facilidad?

Touya Todoroki odiaba su familia. Odiaba su vida.

Asique su forma de afrontar el mundo sería haciendo de su existencia un problema para los demás. En cuanto recuperase su movilidad estaría dispuesto a hacerles recordar al mundo cuál era su nombre. Cuáles eran los pecados que acarreaba y cuáles eran las cadenas que lo ataban. La carga que su padre había impuesto a la familia. Eso haría.

Pero ahora mismo tenía que luchar contra la rabia y la impotencia. Sus músculos se habían deteriorado. Apenas era capaz de moverse por sí mismo. No lo había hecho en años. Y ahora tenía que entrenar su cuerpo desde cero otra vez. Eso llevaría tiempo, un tiempo que carcomía de impaciencia a Dabi.

La promesa, la esperanza, llegó con su extraña salvadora. En su primer día en la isla, Ochaco había preparado un desayuno en la terraza exterior. Tal vez no había cocinado ella, pero sí lo había ordenado. Al igual que Toga, bajo la piel de Uraraka, había llevado al nuevo integrante a la mesa. Poder compartir dones era algo muy útil. Sobretodo cuando necesitas una coartada y cualquiera podría asegurar que Uraraka había estado en lugar opuesto justo bajo una cámara de seguridad que pudiera comprobarlo.

Dabi devoró el desayuno. Habría llorado de no ser porque sus lagrimales habían sido quemados hace tantos años atrás. Tenía su vida de vuelta. Y Ochaco tan solo se sentó a tomar un café en silencio. Toga no dejaba de parpadear datos aleatorios sobre sucesos desde que la gran guerra terminó. Al parecer, con el don de la joven rubia le permitió escapar y esconderse de los proheroes. Bueno, al menos de aquellos que sí querían detenerla. Un dato que le llamó la atención, entre tantas noticias, fue el hecho de que la heroína Uravity llevaba al menos dos años sin estar de servicio. Toda no pudo decirle más dando a que, en realidad, Ochaco prefería mantener su vida para sí misma.

La sorpresa llegó en cuanto Dabi terminó su plato de comida. Uraraka no lo miró hasta que el mayordomo recogió toda la mesa. Fue en ese momento en el que la antigua heroína se giró en la silla dejando el mar a la espalda para mirar al villano.

—Me gustaría formar una alianza.

Si quedase algo de chispa dentro de Dabi hubiera abierto los ojos como platos. Hubiera bromeado. Hubiera… Pero no tenía fuerzas.

—¿Y si no quiero?

Uraraka se encogió de hombros y dio un pequeño sorbo a su taza de café.

—No te voy a obligar. Tú eres bueno para mis planes pero no por ello irreemplazable— habló la castaña con claridad—. No me malinterpretes. Valoro tu… fuerza y tu experiencia en el campo de la villanía.

Dabi hizo un intento de carcajada que sonó apenas como un monosílabo monótono.

—¿La princesa quiere jugar a los villanos ahora?

Uraraka lo fulminó con la mirada.

—No me llames eso. Tengo preparado una serie de ataques. Y la verdad es que contar con tu ayuda nos beneficiaría. A ambos.

—¿Cómo?

—Yo quiero venganza, tú quieres venganza. Todos aquí la quieren. Eso, o el caos, como Toga. Yo prometo cumplir ambas— su tono cambió radicalmente dejando entrever su ambición.

Dabi, en otra épica, habría soltado una gran carcajada. Abría golpeado la mesa y abría encendido sus llamas azules de la excitación. Pero ahora tan solo había agotamiento. ¿Qué podría hacer él?

—Quiero venganza— admitió Dabi sin tapujos antes de suspirar con cansancio. Tenía un semblante derrotado—. Pero no puedo tenerla. Ya lo intenté. Más de una vez. Mi cuerpo no aguanta más llamas. No puedo apenas ni mantenerme de pie. Dime, ¿cómo sería de ayuda? Tan solo soy una especie de tullido.

Ochaco no compró esa fachada de lástima. Su plan no tendría fisuras y un treintañero con depresión no pararía todo lo que iba a ocurrir en los próximos meses. Todo se podía solucionar menos la muerte, ¿no? Pues era hora de atajar el problema.

—Serás de ayuda. Voy a arreglarte— sentenció la castaña con decisión.

—¿Qué?

—Voy — señaló toda la cara quemada de Dabi— a arreglarte. Luego vamos a hacer muchas cosas malas. Muy malas. Y tú me vas a ayudar. No es una obligación sin embargo a cambio te prometo la sangre de Endeavor corriendo por las calles. ¿Te parece lo suficientemente atractiva la idea?

Dabi tragó saliva. Su corazón se aceleraba ante la sola idea de la muerte de Endeavor. Tener al fin su ansiada venganza después de tantos años. Después de tanto dolor.

—Si me curas…

—Lo haré— aseguró tajantemente.

Dabi rodó los ojos.

—Si me curas…— repitió—. Prometo que daré lo mejor de mi para cabrear a Endeavor y a cualquier persona que quieras.

Ochaco asintió ante el trato y extendió la mano. Ambos se miraron por unos segundos antes de que Dabi accediera a estrechar su mano. El tacto de la piel de Dabi parecía rugoso y al mismo tiempo como si estuviera hecho de una especie de plástico pero tan solo eran sus cicatrices.

Ochaco le sirvió más zumo al nuevo miembro de la banda.

—¡Ah! Se me olvidaba. En unos días llegará un invitado. Agradecería que no lo mataras en cuanto lo veas. Descansa, mira la tele o lo que quieras… para la semana que viene serás un nuevo hombre.

Dabi trató de fruncir el ceño. No confiaba en la heroína. Stain estaría que se subiría por las paredes de ver a una figura pública como Uravity tejiendo complots en la sociedad de los héroes. Un héroe debía ser… alguien quien protege y no alguien quien daña. Lo que no sabía Dabi es que Uravity ya no era ninguna heroína.

Tampoco sabía que no era él el Todoroki que más ansiaba tener en su equipo.

Nota de la autora: Hola! las cosas empiezan a moverse. Como estos caps son más pequeños postearé más seguido. Luego volverá a la usual de una vez a la semana. Me gustaría saber qué creéis que ocurrirá. Los Todoroki siempre acaban estando por medio de todo. Es inevitable.