Lunes: ¿Qué tan difícil puede ser?
—Veamos, veamos… ¡Ah! ¡Aquí está! ¡El paquete de lunes en la mañana!
Asami se acuclilló analizando el peso del paquete de croquetas de Foca-tigre mientras pensaba "¿Qué tan difícil puede ser?"; tras su inspección tomó aire y levantó el paquete de 10kg en el hombro, lo acomodó bien, abrió de nuevo la habitación de víveres y salió dejándola debidamente cerrada.
La ojiverde caminó hasta el salón comedor donde se encontró con el enorme perro oso polar, que previamente había sacado de su cuarto especial y dejado entrar a la casa, debidamente sentado con su gran plato en el hocico.
—Mira Naga, no solo Korra tiene músculos -le dijo la pelinegra a la canina, jactándose de su fuerza muscular que a veces era subestimada (No por Korra, pero sí por otros miembros del Team Avatar). La gran perra blanca dejó su enorme plato, prácticamente una lavacara, en el suelo y afirmó el comentario dando un ladrido contento mientras agitaba su blancuzca cola.
Sin embargo, Asami se espantó ante el sonido, dando unos pasos atrás y dejando caer el paquete sin querer al suelo, rompiéndose este y soltando el contenido por doquier. Soltó un suspiro al ver el desastre, pensando en cómo le tocaría recoger todo y refunfuñando internamente por su decisión de que el personal de limpieza solo viniera una vez a la semana… que justamente fue ayer domingo.
No obstante, su expresión cambió al ver que Naga comenzaba a comer el contenido del suelo.
—Muy bien, supongo que esa es una forma de limpieza… -Habló para ella misma mientras ponía el restante contenido en el enorme plato y doblaba la funda en sus manos.
Se alejó con cuidado de no pisar el alimento y se internó a la cocina para botar el plástico, lavarse las manos y buscar su propio desayuno que previamente había hecho. Lo llevó al comedor caminando con igual cuidado y se sentó en la mesa para hacerle compañía a Naga. Después de todo cada mañana Korra, Naga y ella comían juntas (sin el desastre en el piso, cabe recalcar), por lo que le pareció adecuado continuar con esa rutina diaria.
—Buen provecho niña… -Indicó mientras procedía a ingerir sus huevos revueltos y café.
Naga por su parte solo la observó moviendo la cola y volvió a su comida, recolectando curiosa cada croqueta que estuviera esparcida, cual si fuera un juego, antes de dirigirse a su plato nuevamente a ingerir el resto del alimento.
Tras unos veinte minutos de lectura de periódico mientras ambas terminaban sus desayunos, Asami recogió su plato y el de Naga, que yacía ahora descansando gustosa panza arriba, y fue a lavarlos.
Había superado el desayuno del lunes, un punto a su favor. ¡Y sin inconvenientes! (Lo de regar la comida no cuenta porque tuvo solución) Además comer sola con Naga no fue tan malo, cuando la bestia blanca no ladraba y se mantenía a cierta distancia era una agradable compañía y la hacía extrañar un poquito menos a su novia. Incluso le habló de vez en cuando comentándole las noticias que leía, como si entendiera, como lo haría Korra.
Tras secarse las manos volvió al comedor y no vio a Naga por lo que salió a la sala y la encontró acostada en su gran cama de perro.
El perro oso polar había sido aleccionada a que solo podía deambular en ciertas zonas de la mansión, como el comedor, la sala, la piscina y el cuarto (solo si Korra se lo permitía de antemano), mientras que otras como los baños, el estudio de Asami, el cuarto de almacenamiento de víveres, y la cocina estaban estrictamente prohibidas (Esta última entró recientemente a la lista después de que Naga abriera el refrigerador y se comiera todo lo que estuviera a su paso). Normalmente la cánida obedecía, pero si el bichito de la curiosidad le picaba, no perdía la oportunidad de hacer travesuras, por lo que era bueno chequearla de vez en cuando o de plano sacarla a los amplios terrenos verdes de cuyos límites sabía no debía salir.
—¿Quieres salir Naga? ¿O prefieres dormir un rato?
Un resoplido perezoso vino del can que se acomodó panza arriba y gimoteo. La CEO enarcó una ceja al verla "¿Estará muy llena?" pero al ver que la perra oso polar ladeaba la cabeza observándola y movía la cola de un lado al otro, supo lo que quería.
Ella normalmente desayunaba y partía a las oficinas de Industrias Futuro, pero los fines de semana se había fijado que era costumbre de Korra acariciar el estómago de Naga después del desayuno.
—En verdad eres una bebé peluda gigante -suspiró mientras se acercaba con cautela y estiraba de a poco la mano para acariciar la panza blanca del animal.
Para agrado de ella al parecer Naga había entendido que no debía ser tan enérgica con ella como lo era con Korra, por lo que solo demostraba su felicidad agitando la cola y no intentando abrazarla o lamerla como si lo hacía con el Avatar.
Aunque comenzó despacio y con algo de miedo, pronto se acostumbró y se dejó llevar por la suavidad y calidez de la mansa bestia. Sin embargo, tras unos minutos de caricias, Naga estiró las patas desperezándose; esto provocó que Asami, se asustara y se retirara un poco, pero al ver que el animal simplemente se acomodó para dormir un rato, le dio unas cuantas palmaditas en la cabeza.
—Buena niña, duerme un poco.
La CEO cogió un libro que había dejado a medias en un estante cercano, acomodó los cojines del sofá en uno de los brazos y se acostó relajándose en su lectura.
Ayer había llamado a su asistente para indicarle que no volvería hasta el lunes siguiente por lo que tenía la semana libre tal como le había indicado a Korra. Se sentía extraña al no estar en su oficina o taller rodeada de trabajo; pero, pese a que una parte de su mente estaba gritando internamente por la falta de productividad, no estaba nada mal este tiempo de relax (aunque hubiese preferido que su novia estuviera también para disfrutar).
Entre lecturas y pensamientos varios, la CEO se quedó dormida por un tiempo indeterminado; mientras soñaba con una morena castaña y musculosa con un traje de baño muy pequeño y ajustado, una sensación cálida y húmeda golpeó su rostro…
—Hmm… Korra… Te he dicho que los labios de arriba no me los lamas así….
Nuevamente esa sensación le chocó el rostro.
—Hmm… No cariño, estamos de vacaciones, durmamos un poco más…
Pese a que ella solía tomar la iniciativa, Korra a veces era juguetona e insistente cuando estaba con ganas… pero… espera un momento Asami Sato… Se supone que Korra no estaba aquí y por eso es que tienes estos días de descanso... entonces qué es lo que…
La sensación cálida y húmeda volvió a chocarla y es allí cuando tuvo un flashback de hace un par de semanas… cuando Naga estaba tan feliz por su cama nueva que le dio un lengüetazo en toda la cara.
—¡Iuuuk! ¡Nagaaa! -Asami gruñó, mientras intentaba quitarse al perro oso polar que volvió a lamerle el rostro para luego acercarse a la puerta y señalarla con el hocico.
En la CEO podía más el asco y la sorpresa que el enojo por el intempestivo despertar, mas cuando escuchó un gimoteo, se giró y observó a Naga con sus ojitos de cachorro mirando la puerta. ¿Cómo enojarse con ella por una necesidad?
—Ya voy chica, ya voy -indicó con voz resignada, sin molestia alguna mientras le iba a abrir la puerta- disculpa por el grito y por estar tan profundamente dormida que de seguro no te hice caso antes, seguramente está desesperada por hacer pipí o popó.
La cánida simplemente le dio un choque leve con su cabeza a la mano de la ojiverde indicándole que todo estaba bien. Algo reacia, pero sin poder negarle un gesto de cariño, acarició brevemente la gran y peluda cabeza para luego observar como la bestia salía por la puerta a hacer lo suyo.
Cerró la puerta para darle privacidad en sus cosas. Sabía que Naga tocaría el timbre con la nariz, si necesitaba entrar (Korra la había entrenado para eso tras que derrumbara una puerta y otras dos las dejara severamente afectadas al rasgarla con sus enormes garras). Camino de vuelta a la sala para ver el reloj que estaba cerca de la chimenea y observó la hora.
—Wow ¿Dormí una siesta de 3 horas entre semana? Ese es un nuevo récord.
Tras lavarse el rostro, manos y brazos debidamente (E incluso cambiarse la blusa… por si acaso), la pelinegra decidió ir a su despacho a realizar algunas llamadas pendientes, aprovechando que desde el mismo se podría vigilar a Naga. Cada cierto tiempo le dio chequeo por la ventana viendo como un nuevo montículo de tierra había aparecido en el patio (Korra cuando viniese seguro lo arreglaría con su tierra control) y como la blancuzca bestia estaba bajo la copa de un árbol, siendo rodeada por pequeños espíritus que la instaban a jugar con ellos. Naga jugueteaba dócilmente con los traviesos entes, al igual que lo hacía con Pabu.
—Es una ternura- suspiró Asami-una enorme y mortal ternura- agregó al ver como daba zarpazos juguetones a la distancia y dejaba una marca sin querer en el árbol.
La CEO continuó con sus llamadas por aproximadamente hora y media y luego fue a preparar el almuerzo para ella y Naga.
Dada su falta de pericia al cocinar (Korra normalmente lo hacía o pedían comida para llevar), lo hizo de forma lenta demorándose más de lo necesario, pero terminando igual a la hora del almuerzo. Sirvió su comida, trajo la de Naga siguiendo el mismo protocolo de la mañana (pero esta vez sin regarla) y una vez estando todo preparado escuchó justo el timbre de la puerta.
—Eres muy puntual, chica, justo te iba a llamar. -Exclamó la CEO dejándola entrar y cerrando la puerta a su paso. Vamos, ya el almuerzo está servido.
Ambas comieron sus respectivos alimentos sin incidentes y una vez que Asami recogió y lavó todo, volvió a la sala donde encontró a Naga acostada, pero con la cabeza en alto, esperándola.
—Muy bien chica, descansemos la comida un momento, pero de allí nada de pereza; el clima está lindo, así que saldremos las dos.
Asami prendió la radio para relajarse y leer un poco más mientras Naga Jugaba con un hueso de juguete que su mejor amiga le había comprado. Tras unas cuantas canciones que les permitieron bajar la comida, se desperezó y apagó la caja musical. Cogió un bolso con el logo de su empresa y metió un paquetito con bocadillos de carne seca de nutria koala, dos botellas con agua, pañitos húmedos y un frisbee; acto seguido se dirigió nuevamente a la Sala encontrándose con la gran mamífera sacando la lengua ansiosa por salir, casi parecía estar sonriendo.
—Veo que alguien está animada -la cola de Naga respondía por ella, agitándose de un lado al otro- Hoy solo estaremos por los terrenos de la mansión, pero si te portas bien podremos ir mañana al parque Avatar Korra. ¿De acuerdo?
Naga ladró como respuesta y aunque asustó un poco a Asami, esta sonrió al saber que la enorme mascota estaba de acuerdo.
Ambas chicas salieron, Asami abrió su garaje, cogió el modelo más reciente de moto que había creado, se colocó el casco y la encendió haciéndola retumbar.
Lejos de asustar el sonido a Naga, la animó más. Una de las pocas cosas que ambas compartían era la adicción a la velocidad y ya en veces anteriores habían hecho carreras (Con Korra montando a Naga, obviamente) para ver quien podría ganar.
—Esta es una nueva moto, Naga, no me ganarás como la otra vez -se jactó de forma juguetona la CEO- A la cuenta de tres iremos al mismo punto de la otra vez -señaló a lo lejos una bandera que Korra había puesto meses antes como meta, justo al inicio del campo de Rosas de fuego - Uno… dos… ¡Tres!
Un ladrido y el retumbar del escape de la moto llenó el aire mientras ambas avanzaban velozmente hacia la meta. Normalmente una moto sería más rápida (especialmente esta última que había creado), pero en ese terreno de césped, subidas y bajadas, la tracción de las patas de Naga le daba gran ventaja.
Tras unos minutos, ambas llegaron al objetivo a la vez.
—¡Eso estuvo genial! -Mencionó muy animada la CEO mientras la jadeante perra parecía increíblemente feliz -Fue empate, lo hicimos muy bien chica -elogió la mujer mientras varios espíritus aparecían a su alrededor saltando alegremente celebrándolas a las dos. - ¿Quieres jugar más?
La perra blanca comenzó a dar saltos alegres, que Asami tomó como un Sí; aunque el movimiento ligero de la tierra ante el choque del peso de Naga la perturbaba un poco, no podía negar que la estaba pasando bien.
Sacó el frisbee y comenzó a lanzarlo, lo más lejos que pudo, viendo como Naga corría entre las flores para atraparlo, y regresaba alegremente con el disco en las fauces a devolvérselo para que lo volviera a lanzar.
Al principio había optado por, cada ve que Naga traía el disco, limpiarse las manos de la saliva del perro, con los pañitos húmedos, tras arrojarlo; después de todo, aunque era muy lindo el juego, resultaba algo desagradable la sensación de humedad en el platillo al recibirlo del hocico de Naga. Sin embargo, sin darse cuenta, llegó a un punto en que no le importó y siguió sin limpiarse jugando con Naga, sonriendo, viéndola correr, sentándose y esperándola con los espíritus a su alrededor y algunos sentados en su regazo jugueteando con ella también. Cuando se dio cuenta de su cambio, se encogió de hombros pensando que ya cuando se cansaran los usaría para limpiarse y limpiar el disco antes de guardarlo.
Repitió la tarea tantas veces que perdió la cuenta y solo paró cuando Naga, ya notablemente cansada se acostó prácticamente a su lado.
Se estremeció un poco ante la cercanía… pero sería que el ambiente, tan lindo, las flores por doquier, los espíritus ahora tranquilos igualmente descansando y el día con un cielo lleno de esponjosas nubes y fresco viento, hicieron que se relajara de inmediato ante el contacto cercano con el can cansado.
Tomó aire y con una mano temblorosa comenzó a acariciar la cabeza del animal, viendo como esta se movía levemente colocándola en su propio regazo.
Era cálida, pesada pero no demasiado, sentía incluso la respiración de aquel majestuoso ser. La inquietaba, pero en realidad no le desagradaba.
Quizás esto era lo que necesitaba. Acercarse sola a Naga, bajo sus propios términos y tiempos. Sonrió pensando en que Korra estaría encantada de verlas así.
Pasaron otro tiempo más en esa situación, sin embargo, cuando la can pereció inquietarse y querer acercarse aún más la CEO paró sus caricias y la instó a sacar su cabeza de las piernas.
—C-creo que fue suficiente descanso… Vamos a darte el agua y los bocadillos.
Asami sacó la botella, la abrió y se maldito por no haber traído un plato para poner el agua de la mascota; sin embargo, esta la sorprendió haciendo inclinando la cabeza hacia arriba y abriendo el hocico para que la CEO vertiera el agua.
La mujer tragó grueso, daba un maldito miedo ver tan de cerca esas grandes fauces de dientes afilados que prácticamente le podían arrancar un brazo…. No obstante, mantuvo la calma y respirando hondo no dejó que el miedo la dominara. Vertió con cuidado el agua en el hocico de Naga, cual cascada, y esta al ya no sentir que caía nada, simplemente cerró el hocico tragando y reposó la cabeza tranquilamente en la hierba, descansando.
Asami suspiró contenta de mantener sus extremidades intactas y a la vez avergonzada de pensar mal y desconfiar de la mascota del Avatar… parecía un retroceso después de estar avanzando… pero no se dejó desanimar. Era un paso a paso.
—Buena chica- Sacó los bocadillos y los arrojó frente a Naga, la cual no perdió tiempo en comerlos. No sé qué hora es, pero ya está oscureciendo, volvamos a casa.
La pelinegra se levantó, sacudió el césped de sus pantalones y volvió a su moto emprendiendo el camino seguida por Naga, esta vez ambas a una velocidad moderada, sin competencia alguna.
Cuando llegaron Naga fue a su área especial y Asami ingresó a la mansión para guardar lo que había llevado y darse un buen baño. Tras descansar un poco se hizo un emparedado y sirvió la comida y agua de Naga para la cena.
Justo a tiempo la perra oso polar tocó el timbre con su húmeda nariz y ambas fueron a cenar juntas. Tras la comida, la limpieza y el debido periodo de reposo en la sala con Naga jugando con sus juguetes y Asami leyendo y escuchando música, dio la hora de dormir. Asami comenzó a indicarle a Naga que era tiempo de descansar, y esta no pareciendo muy animada, se dejó guiar hasta la estancia fría donde solía dormir.
—Buenas noches, Naga- Indicó Asami, dándole un par de palmaditas torpes en la cabeza- nos vemos mañana, sueña bonito.
La perra oso polar la observó, con una mirada de cachorra de esos grandes y profundos ojos negros, mientras Asami lentamente cerraba la puerta del cuarto aclimatado.
La CEO se fue extrañada, Naga había parecido feliz hasta antes de irse a dormir… "Quizás solo es cansancio, después de todo jugó mucho hoy", pensó. Sin darle mayor importancia al asunto, por su propio cansancio, cerró bien la mansión y se encerró en su cuarto para arrojarse a la cama.
El día no había sido tan malo como en un inicio lo había pensado, de hecho, creía haberlo hecho muy bien para ser la primera vez cuidando sola a la gran mamífera.
Con la conciencia tranquila por una buena labor y pese a aún extrañar el calor de su pareja a su lado, se dejó llevar en los brazos de Morfeo hacia el mundo de los sueños.
Si las cosas seguían igual de bien que el día de mañana, la semana pasaría volando.
