Jueves: Veterinaria
—¡Mierda, mierda, mierda!... contesten por favor… que conteste alguien…
—Isla del Templo Aire ¿En qué puedo ayudarle?
—¡Pema, por Raava! ¿Eres tú?
—¡Oh! ¡Hola Asami! ¿Cómo estás, cariño…?
—Pema, disculpa, ¿Está Kya por allí?
—Ella iba a salir con Lin, pero creo que todavía no se ha ido…
—Magnífico, dile por favor que venga de urgencia a la mansión. Si es necesario que Lin la traiga volando con los cables de metal, que lo haga, ¡Pero que se apresure por favor!
—¡Espíritus! ¿Estás bien, Asami?
—Luego te explico, pero es urgente ¡Por favor ve a buscarla!
—¡Rauda y veloz como el aire!
Acto seguido Asami escuchó el típico sonido de la línea cortada. Colgó el teléfono y se mordió el labio mientras con preocupación volvía a aquella habitación donde por su descuido se había desatado la desgracia.
Sí, ella estaba bien… pero lastimosamente su peluda compañera no parecía tener el mejor día de su vida y eso la preocupaba.
Todo comenzó hace una media hora, a las 8:30 de la mañana…
-Flashback-
Se había despertado un poco tarde, supuso que por el cansancio de la jornada de ayer no había escuchado el despertador que previamente había puesto; sin embargo, estuvo satisfecha de que el sentido de la responsabilidad con su peluda hija, así sea un poquito pasada de la hora, la había sacado del plano onírico para traerla a la realidad…
Una realidad vacía, sin la presencia de Naga.
Pensando que la mascota estaba nuevamente ensañándose con su calzado, fue al vestidor… pero no estaba allí y se fijó que su "par dispar" de botas babeadas había quedado al pie de la cama, abandonadas.
Extrañada de que la cánida dejara sus improvisados (e inesperados) juguetes favoritos, comenzó a salir de la habitación y a avanzar por el pasillo, cavilando dónde estaría la mamífera, hasta que un quejido la sacó de sus pensamientos.
Era un gemido lastimero, uno que denotaba dolor.
Bajó corriendo las escaleras, como irónicamente tantas veces había instado a su pareja a que no lo hiciera, y trató de rastreas de dónde venía el sonido.
No provenía del recibidor ni de la sala…
En el comedor se escuchaba mejor pero tampoco estaba allí…
En la cocina se escuchaba más pero aún no la veía… solo debía seguirlo un poco más… parecía provenir del cuarto de almacenamiento de víveres, pero eso era extraño porque ella lo había dejado cerrado…
No…
No, No, No
¡Mierda!
Se había olvidado de cerrarla ayer, tras decidir no darle una cena debida a Naga por sus travesuras en la cocina de Industrias futuro.
Sus sospechas se confirmaron al encontrarla en aquel cuarto, panza arriba, gimiendo de dolor mientras restos de fundas de alimento rotas y de comida yacían regados a su alrededor.
Intentó hacer que se pusiera de pie, pero la acongojada bestia no se levantó; por lo que procedió consolarla con caricias y palabras tranquilizadoras. Sin embargo, aunque ayudaron a calmar al animal, era visible para cualquiera que este aún tenía dolor.
Su cuerpo y mente a estas alturas se habían olvidado por completo la incomodidad que había sentido meses e incluso un par de días atrás alrededor del animal; ahora la abrazaba y acariciaba tratando de transmitir cariño y seguridad, queriendo hacerla sentir que era tan importante para ella como lo era para Korra…
—Oh, Korra…
¡Korra la mataría!… okey tal vez no, su ojiazul la amaba mucho para hacer eso…
¡Pero estaría furiosa, triste y decepcionada!
Aunque quizás no más decepcionada que lo que de sí misma estaba.
Naga era su responsabilidad, Naga era parte de su familia.
Amaba a Naga y no quería que siguiera sufriendo más.
Salió de su estupor y se disculpó con la gran mascota para ir a por el teléfono, pero estando asustada y no queriendo quedarse sola, Naga intentó retenerla con una pata. Muy diferente a días atrás, Asami no se erizó por la enorme extremidad de filosas garras, mas bien la tomó entre sus manos y besó el mullido dorso de la misma.
—Tranquila bebé, volveré pronto, solo iré a pedir ayuda ¿De acuerdo? Espera un poco, sé valiente y confía en mí, volveré.
Lloriqueando un poco, pero pareciendo entender, Naga la dejó ir y Asami corrió hacia el teléfono de la sala, tomando de antemano el papel con el número de la Veterinaria que Korra había dejado. No obstante, para su desgracia, nadie contestó a sus 10 llamadas seguidas.
—Es muy temprano, aún no deben estar trabajando…-murmuró la CEO.
Tras pensar rápidamente, como solía hacerlo en situaciones de estrés, decidió que la siguiente mejor ayuda que podría obtener era la de algún maestro agua… más exactamente de una en particular que era amiga desde hace ya algún tiempo y que era muy buena sanando.
-Fin del Flashback-
Tras aproximadamente 20 minutos de espera con ella consolando a Naga en el suelo, Asami vio entrar al cuarto de almacenamiento de víveres a unas angustiadas Kya y Lin.
La verdad sea dicha, en primera instancia se asustó. Por la premura de la situación se había olvidado completamente de dejar la puerta entreabierta o decirle a Pema en qué parte de la amplia mansión estaría… todo por llegar pronto a Naga y que no se sintiera aún peor por la soledad. Sin embargo, la sorpresa fue opacada por la alegría de verlas al fin.
—Kya, Lin ¡Gracias por venir tan pronto! - exclamó la pelinegra, mientras hacía ademanes para que ambas mujeres se acercaran.
—Por el amor de Raava ¿Qué le pasó? -preguntó la sanadora, haciendo a un lado con el pie un poco del pienso del suelo para poder hincarse frente a la joven mujer y a la bestia albina. Una parte de ella estaba aliviada de ver a Asami sana y salva, pero los lloriqueos de la perra oso polar eran angustiantes.
—¿Y por qué aquí luce como si hubiera estallado una bomba alimenticia? - Lin, enarcando una ceja ante el desastre de comida canina y otros alimentos más mordisqueados y parcialmente comidos. - Además si no fuera por los sonidos del perro y por mi sentido sísmico no sabríamos donde siquiera encontrarte en con todos los cuartos que hay aquí.
—Lo siento por eso, pero Naga se comió como 5 fundas de alimentos y también varios alimentos de Korra y míos; ha estado con muchos dolores… y la veterinaria no me contestaba y... y… ¡Todo esto es mi maldita culpa! Me olvidé de dejar cerrada la despensa… Korra me lo dijo y yo soy tan estúpida…
—Tranquila querida, vamos, respira… respira… eso… -Calmó Kya a la mujer más joven que estaba entrando en crisis mientras las lágrimas salían como torrentes de sus ojos. Cuando esta estuvo un poco menos exaltada, continuó- Eres un genio Asami, pero un error y un olvido lo comete cualquiera. Podemos solucionarlo ¿Vale? -al ver un ligero asentimiento de la ojiverde, sonrió- Bien, debe una fuerte indigestión… Debemos llevarla con el veterinario, pero primero trataré de calmar su dolor con agua control. ¿Puede pararse?
—No creo. He intentado que lo haga, pero al parecer está demasiado incómoda como para poder caminar.
—Entiendo, espérenme aquí que ya vuelvo.
Mientras la maestra agua salía de la habitación, Lin suspiró.
Secretamente se había asustado de que hubiese ocurrido otra tragedia como lo que sucedió hace años con la mamá de Asami. La joven Sato no lo recordaba, pero ella había estado allí para supervisar el peritaje forense cuando los Maestros agua bomberos apagaron el fuego y descubrieron que el incidente era producto de un atentado relacionado a las triadas.
Aquel fue uno de los primeros casos bajo su administración tras la salida definitiva de Toph… sin duda una noche terrible porque ver a aquella pequeña, con quemaduras, llorando desconsoladamente por la pérdida de su madre y queriendo aferrarse al cuerpo calcinado que habían metido en una lona…había sido una imagen tan fuerte que nunca la podría olvidar.
Por ello estaba aliviada de verla bien, de saberla a salvo, pero eso no significaba que menospreciara la salud del animal. Si bien no era una mujer de mascotas, sabía que esta tenía un vínculo espiritual importante con el Avatar; además Naga solía portarse bien a su alrededor y por ello tenía escondido un tarro de premios en su oficina para darle en secreto cuando ella y Korra venían por alguna misión (y anónimamente también había repuesto el balón que hace tantos años le destruyó).
La policía vio de reojo a Asami, aun sollozando abrazada al can, por lo que decidió darles algo de privacidad y a la vez ayudar. Ubicó con la vista una escoba y acto seguido puso a barrer y a recoger los restos de comida y fundas mordisqueadas, concentrada en su labor hasta que la quebrada voz de la chica la sacó de su actividad.
—N-no tienes que hacer eso… -susurró entre sollozos la CEO.
—No tengo, quiero. -declaró Lin, observándola sin dar lugar a reproches.
—Gracias… - atinó a decir Asami, sintiendo que esta era la forma de la maestra metal de demostrar tanto preocupación como apoyo.
Al escuchar un ruido en la puerta ambas se giraron y vieron a Kya con una gran lavacara con agua. Lin dejó la escoba y se apresuró a ayudarla y colocarla a los pies de Naga, en una zona ya barrida, mientras su pareja se sentaba al lado del recipiente y comenzaba a maniobrar el agua.
—Muy bien Naga, ¡Manos a la obra!
Aunque quisiera, la mente de Asami estaba tan dispersa que no supo calcular cuánto tiempo transcurrió. La CEO solo pudo concentrar su mente en abrazar a su gran mascota, susurrarle palabras cálidas en la oreja, acariciarla y ver a la vez el hipnótico color luminiscente del agua sanadora que Kya aplicaba con sus manos sobre el estómago de Naga.
Tan embelesada estaba que no notó cuando la habitación quedó limpia del desastre del suelo y arreglados los estantes que ni siquiera se había fijado estaban volteados. Tampoco notó que los lloriqueos de dolor habían disminuido y que una voz le estaba hablando, solo la mano de Lin en su hombro la sacó de su trance.
—Hey niña, ya terminó.
—¿Terminó? ¿Naga ya está bien? -preguntó la pelinegra, intentando espabilase.
Observó a la perra oso polar, lucía mucho más tranquila, en algún momento había dejado de estar panza arriba para acurrucarse de lado aún con la cabeza sobre el regazo de su segunda madre. Luego observó a Lin y finalmente a Kya para obtener una respuesta, esta última sonrió levemente y con cariño habló.
—De eso te estaba hablando, querida. He calmado su dolor y aunque está algo cansada ya debería estar mucho mejor del empacho que tuvo, pero…
—¿Pero qué…?
Como respuesta, en su periferia visual, Lin se acercó. Asami miró extrañada a la otra ojiverde que portaba un frasco de metal que decía "Galletas".
—Ordenando encontré este frasco vacío… solo para confirmar… ¿Qué tipo de galletas guardan ustedes aquí?
—¿A qué te refieres? ¿Qué tipo de…? Oh no.
Tener de amiga a la Jefa de policía en verdad era una gran ayuda.
Una muestra de ello era ver a la propia Lin Beifong conduciendo como si Vaatu la estuviera persiguiendo, mientras abría paso con la sirena a todo volumen para que pudieran llegar más rápido a la veterinaria.
La pelinegra, mientras conducía veloz el auto adaptado que tenía para los casos en que querían transportar a Naga, pensó que de seguro se había levantado con el pie izquierdo. ¡Eso tenía que ser! ¡No había otra explicación para tanta mala suerte!
Para su mala suerte las galletas que guardaban en aquella maldita lata eran de chocolate, las favoritas de Korra y Asami.
Para su mala suerte la CEO no recordaba si la lata estaba con o sin galletas al momento en que Naga irrumpió en la cocina.
Aunque si era justa, no todo era malo…
Para su buena suerte la veterinaria ya había abierto y contestaron inmediatamente, indicando que trajeran a Naga sin hacerla esforzarse mucho.
Para su buena suerte, Naga pudo caminar sola al auto sin contratiempos.
Y para su buena suerte sus amigas habían estado para ayudarla en todo…
E incluso seguían estando con ella, ahora, mientras estaba en la sala de espera, pendientes de la respuesta de la veterinaria de Naga.
Cada minuto era una tortura para la joven. Korra había especificado que Naga no podía comer chocolate y por más que Asami se devanaba los sesos, no recordaba si el tarro había tenido galletas o no… De ser así tendrían que hacerle un lavado estomacal, pero eso la dejaría adolorida y no quería verla sufrir más…
—¿Señorita Sato y compañía?
Escuchar su nombre sacó a Asami de su esfuerzo mental por recordar. La Veterinaria estaba frente a ella con una algo cansada pero visiblemente feliz perra oso polar que se acercó a Asami y la lamió.
—Sí, dígame por favor que Naga está bien… -preguntó la CEO, abrazándose al mullido pelaje de su amiga.
—Sí, no se preocupe, la buena Naga está bien.
—¿Entonces no ingirió chocolate? -cuestionó Lin.
—No Jefa Beifong. Encontramos restos de unas cebollas y de nueces pero la parte de oso de Naga impide que estos alimentos sean tóxicos para ella. La única prohibición alimenticia para un perro oso polar es el chocolate y por suerte no lo consumió.
—¿Cómo sabe qué consumió? Yo no lo pude detectar… ¿Le hicieron el lavado estomacal? – preguntó Kya, algo preocupada, pues ella no pudo sentir eso a diferencia de si lo hubiese hecho en humanos.
—No señorita Kya, no hubo necesidad de ese nivel de invasión en el cuerpo del animal. Al igual que usted usamos agua control para ciertos tratamientos, solo que la de los veterinarios es especializada en animales. Debo admitir que el tratamiento que usted le dio fue casi perfecto, solo faltó ahondar un poco en la curación, pero es difícil por el grosor de las capas de grasa y pelo. Aún así, con práctica, usted sería una excelente veterinaria. -al ver que Naga se acercaba a lamer la cara de Kya, la veterinaria sonrió- Y al parecer ella piensa lo mismo.
—¿Entonces ya está bien la peluda?
—Sí Jefa Beifong, no tienen de qué preocuparse. Su reacción de ayudarla en un principio pero también de traerla fue adecuada, siempre es adecuado llevar a los animales con un especialista de forma rápida ante casos así.
Naga se acercó a Lin con intención de lamerla en agradecimiento, pero al ver la mirada amenazante de esta se conformó con empujarla levemente con la nariz, ganándose así una leve caricia de la avergonzada Jefa de policía… después de todo nadie debía enterarse que la cánida y ella ya estaban en buenos términos. Acto seguido la mascota volvió con su segunda madre y esta, sonriendo la abrazó con fuerza.
—Gracias… ¡En verdad muchas gracias! ¿Debe tener una dieta especial o algo?
—No. Solo por hoy en la noche dele de comer la mitad de lo que normalmente le dan, pero ya mañana todo normal y no se preocupe, que para eso estamos… y tú Naga, deja de ser tan glotona y obedece a tus mamás ¿De acuerdo?
La veterinaria recibió un ladrido de confirmación y tras darle a Asami una cartilla con un recordatorio para Korra sobre las siguientes vacunas de Naga, se marchó a atender a su siguiente paciente.
Asami pagó la cuenta con la secretaria del lugar y, tras despedirse, el perro y las tres mujeres salieron del lugar; todas visiblemente aliviadas de que esta travesía tuviese un buen final.
Tras ser escoltadas a casa y después de despedirse de las mujeres mayores, Asami y Naga entraron finalmente a la mansión, donde pasaron el resto del día. La pelinegra colmando de amor a su bebé peluda y la bestia albina contenta de ya sentirse mejor y de percibir que finalmente su segunda dueña le daba sin barreras de miedo todo su amor.
¡Hola!
No soy Veterinaria, así que si algún/a asociado a dicha carrera lee esto y el conocimiento no es acertado, pido disculpas e insto a que recuerden que solo es ficción.
Saludos,
Le chat et l'abeille.
