Temor
Despertó de su sueño con un agradable calor envolviéndola, acompañado de un delicioso aroma familiar y una suave piel, todos hermosos atributos que solo podían provenir de una persona en especial…de su novia y futura esposa… de su Korra.
No supo cuando llegó, pero estaba feliz de tenerla finalmente a su lado por lo que abrió los ojos para ver aquella sonrisa torcida que tanto adoraba y esos ojos de cielo con mirada benevolente que le robaban el aliento… sin embargo cuando por fin observó su rostro, sus alarmas saltaron.
Korra lucía molesta, sus dientes estaban apretados en una mueca de enojo con rasgos faciales tensos y ojos que en vez de ser reflejo de un cielo despejado parecían ahora encerrar el caos de una tormenta… una que por lo visto estaba dirigida a ella.
Cuando sintió los dedos de Korra afianzándose a sus caderas, recién se fijó que aún en su posición acostada, en la cama de ambas, el avatar la estaba sosteniendo firmemente y manteniéndola cerca, como para que no se escape; pero no pudo concentrarse en su posesivo agarre porque la voz de la morena llamó su atención.
—¡Te confié a Naga, a mi mejor amiga y casi la matas!
Asami sudó frío viendo cumplidos sus peores temores. Mentiría si no dijese que, por el resto del día anterior y aunque intentó mentalmente calmarse, su cerebro iba a las posibles reacciones que tendría Korra al enterarse lo que había pasado con Naga.
Ocultarlo estaba fuera de discusión, las mentiras estaban fuera de su relación…
pero el miedo a decir la verdad era abrumador.
¿Korra la dejaría por lo que sucedió?
Si bien la situación no pasó a mayores, igual se generó por un descuido suyo…
¿Se separarían porque no pudo cuidar a su guía espiritual adecuadamente?
¿La consideraría inepta? ¿Inadecuada de ser pareja del Avatar?
¿Incapaz de cuidar de los miembros de su incipiente familia y por ello no apta para el matrimonio ni para adoptar a futuro como lo habían conversado?
La fúrica castaña esta vez se posicionó encima de ella, a gatas sobre su cuerpo como tantas otras noches había sucedido en momentos de pasión… solo que esta vez el odio en su mirada era un claro indicio de la negativa tensión de la situación. Calmar la furia de dicha mirada es lo que finalmente hizo a Asami salir de su estupor.
—Y-yo lo siento Korra… fue un accidente, pero pudimos remediarlo. Amo a Naga, por fin nos hemos unido y estaré más atenta… por favor, perdóname….
La mirada furiosa de Korra amainó, tornándose mas bien pensativa y habló.
—Te perdonaré con una condición.
—¡¿Cuál?! Haré lo que sea…
—Déjame lamerte.
—Para obtener tu perdón… espera ¿Qué? ¿Qué dijiste?
Asami pensó que no escuchó bien al haber sido interrumpida por su novia mientras hablaba. "¿Korra quiere lamerme?... Sé que cuando regresa de algún viaje su líbido está al tope, pero nunca lo había pedido tan de frente…"
Sin embargo, los pensamientos eróticos que estaba teniendo acerca de la petición de su novia se vinieron abajo estrepitosamente cuando vio al Avatar abrir la boca y sacar la lengua. Así supo que su audición había sido correcta pero la forma de interpretar el pedido no.
—N-no Korra… q-qué haces… sabes que eso no me gusta… ¡Para, por favor!…
Sin embargo, ignorando olímpicamente el pánico de la mirada y voz de la CEO, la lengua babosa de Korra comenzó a acercarse peligrosamente a su rostro
Asami amaba las lamidas de Korra… ¡Pero en "otras" partes, no en la cara! ¡Y Korra lo sabía! No por nada a causa de una broma de lamida en la mejilla la había hecho dormir con Naga por un par de días… desde allí había sido lección aprendida para su pareja y no la había vuelto a molestar… Pero por otro lado esto era un ajuste de cuentas ¿No?... Si esto era necesario para que la perdone, en realidad era un precio razonable…
—Espera un momento… ¡¿Desde cuándo tu lengua es tan grande, Korra?!
Los ojos de la pelinegra se agrandaron al fijarse que la lengua de su novia era como 10 veces más grande… y ahora que la veía bien… ¡Su piel de caramelo se estaba tornando blanca y peluda!
—Déjese querer… -habló Korra, a medias, con la lengua babosa a pocos centímetros de Asami.
Una aterradora gota de saliva colgaba peligrosamente, cada vez más cerca, a punto de caer en el rostro de la CEO y…
—¡NOOOOO! ¡QUÉ ASCO!
De repente Asami, exaltada, se despertó del sueño más raro que hasta ahora había tenido… ¡Incluso más que aquel en el que Pabu era el nuevo presidente de Ciudad República! Su corazón latía estrepitosamente en el pecho, pero no tuvo tiempo para calmarse, pues una vez más una lengua pasó por su rostro…
—Qué rayos… ¿Naga?
Aturdida por su sueño no se había fijado que la perra oso polar estaba encima de ella, con las patas delanteras a los lados de su cuerpo para no aplastarla con su potente peso. La mascota dio un ladrido de confirmación ante su nombre y al ver finalmente despierta a su segunda madre, bajó su torso de la cama y se sentó a los pies de la misma.
La ojiverde finalmente tuvo el tiempo y el espacio para calmarse y poner en marcha los engranajes de su cerebro. Era obvio que lo que había tenido era una pesadilla y si tuviese que adivinar Naga había presentido que algo andaba mal y la había despertado, tal como Korra le había contado que hacía con ella cuando estuvieron en el sur por esos dos años y medio; por lo que, aunque no estaba precisamente contenta del método para despertarla y sentía el rostro desagradablemente mojado, no tenía el corazón para enojarse, pues de cierta manera Naga la había salvado y la cachorra crecida estaba educadamente sentada dándole su espacio y a la vez esperando un elogio por su acto.
—Gracias Naga -Susurró Asami, sentándose y dándole una sincera sonrisa mientras se estiraba a coger una caja de tisúes del velador. Naga dio un leve ladrido de gusto mientras movía la cola y se acomodó de tal manera en que su gran y peluda cabeza quedó en el regazo de la pelinegra, observando como esta, usando los tisués, se secaba la saliva canina con una mano y con la otra la comenzaba a acariciar detrás de la oreja. Mientras Asami hacía ambas acciones, retomó la palabra. -Me salvaste de una pesadilla horrible… Digo, imaginar a Korra con tu lengua fue perturbador, pero lo que en verdad me aterra es que se cumpla la parte en que Korra esté furiosa conmigo por lo que pasó contigo…
La bestia albina dio un gemido lastimero y Asami tiró los tisúes usados al tacho de basura junto al velador, para proceder a dejar la cajita en su lugar y con ambas manos acariciar al animal.
—Lo sé, sé que no fue adrede pero aún así me siento culpable. Tú estás a mi cargo y si Korra se molesta por lo sucedido y me quiere dejar… yo… yo no sé qué haré… Sí, sé que sueno fatalista; después de todo soy un ser autónomo y puedo vivir sin ella como lo hice en sus años de ausencia… pero el punto es que no quiero volver a hacerlo. Ella es mi familia ahora… ustedes lo son y las amo con todo el corazón.
Los ojos de la mujer comenzaron a arder y las lágrimas comenzaron a surgir de sus entristecidos orbes. Se sentía desconsolada ante la posibilidad de haber hecho algo imperdonable para su novia, además de muy decepcionada de haber puesto en peligro a aquel noble animal… pero repentinamente, su tristeza comenzó a amainar.
La cánida se había puesto nuevamente de pie y acercado su gran cabeza al hombro de la CEO mientras que una de sus zarpas delanteras, con una delicadeza impresionante para un animal tan fiero, la atrajo a una especie de abrazo alentador.
Korra tenía razón, Naga era asombrosa, un animal muy especial.
No solo entendía su idioma (Raava sabrá cómo), sino que también se lograba comunicar, si bien no con palabras, con acciones que denotaban la nobleza de su inmenso corazón.
Ese abrazo era reconfortantemente cálido y transmitía la seguridad que le hacía falta para confiar tanto en ella, como en Korra y en su relación en conjunto.
Korra no la dejaría por algo así, ella tenía un corazón muy grande y sabría ver que había sido un error y que estaba arrepentida por ello. Su novia la disculparía e incluso estaría orgullosa por haber aprendido de la situación, solventarían el problema y seguirían juntas con su amoroso proyecto de vida… por supuesto, con la linda Naga incluida.
—Tienes razón, gracias Naga, esto es justo lo que necesitaba. Eres una buena niña. -susurró gustosa Asami, mientras se abrazaba al mullido pelaje de su amiga.
La enorme mascota dio un sonido de felicidad y se alejó lo suficiente para lamer otra vez a la CEO.
—Sí, definitivamente aún debo acostumbrarme a esto…- exclamó, con un tic en el ojo al sentir su rostro nuevamente babeado. No se quejó y simplemente suspiró y sonrió con resignación mientras daba unas cuantas palmaditas a la blanca cabeza que estaba ahora frente a ella y que la miraba con alegría. - A todo esto… ¿Qué hora es, niña?
La mujer observó el reloj de la mesita de noche. Por suerte recién eran las 4 de la mañana, así que aún quedaban un par de horas para que ambas descansaran. Consideró levantarse para lavarse las manos y la cara, pero la gran bebé peluda que tenían por mascota, al verla ya feliz y calmada, se había vuelto a acurrucar en el suelo, dejando su cabeza en la posición perfecta sobre la cama para que Asami la abrace y dándole ligeros empujones exigentes con la nariz para que se apresure y volver a dormir ambas.
Korra siempre decía que a veces la limpieza estaba sobrevalorada, y ella como ingeniera solo lo había aplicado a su entorno laboral, con la grasa y el aceite siempre manchándola producto de algún interesante proyecto, o también en la intimidad con su amada novia cuando los néctares de ambas se mezclaban por la pasión… pero supuso que esta situación también se sumaría a la lista de momentos en los que limpiarse no valía la pena a riesgo de romper el momento.
La joven se volvió a acostar, acomodándose para abrazar a la fiel mascota a la cual inicialmente temía, pero que en menos de una semana había robado su corazón.
—Buenas noches niña bonita, nos vemos en un par de horas.
Tras un beso en la punta de la fría y húmeda nariz seguido de un sonido placentero por parte del animal, ambas durmieron plácidamente, ahora con buenos sueños a su favor.
