Disclaimer: Los personajes no me pertencen, son creación de Rumiko Takahashi. FF creado sin fines de lucro.
* Publicación: 06-12-12
129 DÍAS JUNTO A TI
Capítulo 7: Cómo tocar un cubo de hielo. Volumen II
Día 56: 20 de Mayo de 2012
Kagome daba vueltas en la cama, intentando dormir, pero su cabeza no se lo permitía. Estaba perdida entre recuerdos dolorosos del tiempo en que ella e Inuyasha terminaron y las cortas e infructuosas relaciones que vinieron después. ¿Qué pasaba entre ella y Sesshomaru? ¿Sentía él algo por ella? «"Imposible..."», se dijo convencida mientras las palabras de Kikyo acerca de la reputación de Sesshomaru y su eterna soltería retornaban a su mente. Frunció el ceño al darse cuenta que, obviamente, esa noche tampoco dormiría.
Se colocó una bata y bajó las escaleras. La casa estaba en completa quietud. Con cuidado abrió la puerta principal y se sentó en los primeros escalones del pórtico. Abrazó sus piernas y hundió la cabeza entre sus brazos. No quería pasar por todo esto de nuevo. Ella había superado -más bien, había huído- de todos aquellos malos ratos, buscando una manera en la cual focalizar todas sus energías e intentando llevar una vida tranquila... Y, de un momento a otro, todos sus peores temores se hacían notar. Se secó las lágrimas que caían por su mejilla cuando escuchó el portón principal abrirse, dejando pasar el automóvil de Sesshomaru.
¿Él no estaba en la casa?
Al verlo bajar del lado del conductor, decidió que su pregunta era más que innecesaria. Por supuesto que él no estaba en la casa. Kagome levantó los ojos para observarlo, pero él no se atrevió a dirigirle la mirada. En lugar de eso, continuó su camino escaleras arribas, ignorándola por completo. Sin embargo, Kagome no pudo apartar su mirada de él, observando cada uno de sus movimientos. Ella no se esperó que Sesshomaru pasara al lado suyo fingiendo no notar su presencia, como bien lo había hecho desde que se conocieron. Después de algunos segundos, Kagome escuchó cómo la puerta de la entrada se cerraba.
Tras un breve silencio. Se levantó de las gradas, furiosa, y lo siguió.
Al abrir la puerta, lo vio subiendo las escaleras hacia el segundo piso. Kagome ascendió algunos escalones y, entonces, le habló—: ¿Eso es todo?
Sesshomaru detuvo sus pasos, pero no volteó a mirarla.
—¿Qué demonios pasa contigo?
Esa era la misma pregunta que él se había repetido una y otra vez durante varias semanas.
Él tampoco tenía una respuesta.
—¿Te estás burlando de mí? —cuestionó finalmente, temiendo saber la verdad.
—No sé a que te refieres, mujer.
—¡Sabes a qué me refiero! —respondió Kagome dejando salir toda la ira que nacía en medio de su pecho.
Le dolía.
—Lo único que buscaba era callarte.
Ella bajó un escalón de la sorpresa. Sesshomaru giró la cabeza lo suficiente como para observarla de reojo.
—¿Acaso esperabas una propuesta de matrimonio? En verdad eres estúpida —dijo él fríamente.
¡Kagome quería matarlo!
—No es un secreto para nadie que cuando me miras —continuó—, te imaginas a mi hermano.
Ella dejó caer su mandíbula en un gesto de completa perplejidad. «"¿Acaba de decir eso?"», se preguntó arraigando más su enojo.
—No planeo seguir siendo parte de tus fantasías frustradas —terminó de decir y volvió a mirar hacia el frente.
—¡¿Estás borracho o qué te pasa?! ¡No sabes lo que dices! —masculló Kagome— ¡Fuiste tú el que empezó... todo esto!
Su flequillo cubrió la oscura y melancólica mirada que ahora ensombrecía su rostro.
—Me besaste...
La voz de Kagome pareció desaparecer al final de la línea. Tragó saliva mientras se ruborizaba de la vergüenza y su mirada se endurecía.
—¿Qué buscabas con eso? —preguntó ella—. ¿Reafirmar tu posición como el soltero más codiciado?
Sesshomaru contrajo la mandíbula, sus músculos se tensaron visiblemente.
—¿Lo hiciste porque nunca me fijé en ti? —Kagome hizo una pausa—. Dime… ¿Tanto te dolió que alguien prefiriera a tu hermano?
Él optó por seguir en silencio. Escuchando.
—¡Todo esto es culpa tuya! —exclamó ella.
Kagome odiaba la manera en la que su garganta parecía contraerse y dejaba pasar sólo una fina línea de voz.
—Inuyasha y yo fuimos novios hace más de 7 años. Tuve suficiente tiempo como para superarlo… ¡un millón de veces! —dijo mientras movía sus manos de una manera exagerada y nerviosa—. ¡Tú y él son completamente diferentes! ¡¿Por qué razón alguien querría estar con una persona como tú?! Eres egoísta, frívolo, piensas que estás por encima de todo el mundo, te comportas como un imbécil todo el tiempo —suspiró—. Eres incapaz de sentir algo por alguien más que no seas tú mismo.
Kagome bajó los brazos y la cabeza, intentando calmarse. La ansiedad de ambos crecía a medida que el ambiente se hacía más sólido.
—Sólo... déjame en paz —rogó por último antes de girarse y bajar las escaleras corriendo.
Ni bien se escuchó el sonido de la puerta principal cerrándose, Sesshomaru continuó su camino.
Una vez afuera, por segunda vez, Kagome dejó que sus piernas se deslizaran hasta quedar sentada en los fríos escalones del pórtico. Si él la quería callada… se mantendría callada. Si todo salía bien, muy pronto ella volvería a su antigua vida y no tendría que volverlo a ver en nunca… o al menos en un buen tiempo.
Un brillo azul resplandeció en medio de la noche, era una lágrima que resbalaba por su mejilla.
Día 57: 21 de Mayo de 2012
Sesshomaru, como todos los días, bajó del automóvil y abrió la puerta del lado del copiloto. Sin embargo, esta vez no la esperó para entrar. Kagome bajó del vehículo con desgano, mientras lo seguía. Al ver a Sesshomaru subiendo al ascensor, repentinamente se sintió con suficiente energía como para subir 24 pisos a la manera antigua -escalón por escalón-. Él entrecerró los ojos cuando las puertas empezaron a cerrarse con ella del otro lado.
—Sube —le ordenó mientras pasaba su mano por el sensor de las puertas, haciendo que éstas volvieran a abrirse.
El autoritario tono de su voz traspasó la piel de Kagome y, habiéndolo pensado mejor, decidió no llevarle la contraria -por esta vez-.
La tensión entre ambos era tan palpable, que todos aquellos empleados que subieron en pisos posteriores llegaron a jurar que ese día habría recorte de personal.
Sesshomaru fue el primero en salir, pero observaba a Kagome por el rabillo del ojo. La pequeña chispa que cada mañana lo perturbaba y molestaba, volviéndose un problema para el resto de los empleados de la empresa, no amaneció ese día en su mirada. Aquello lo perturbaba y removía aún más que ella hablando y hablando y hablando hasta volverlo loco.
Él se detuvo y ella levantó la cabeza para mirarlo extrañada.
Cuando sus ojos se encontraron, Sesshomaru sintió unas ganas tremendas de-
—Buenos días, Sr. Taisho —interrumpió una mujer, haciendo reverencia—. Es un placer trabaj…
Los ojos dorados se desviaron de Kagome para observar a la mujer de cabello negro que ahora volvía a erguirse.
—Apártate —le exigió a la mujer
Ella no pudo hacer más que abrir la boca mientras se colocaba a un lado para dejarlo pasar.
—¿Por qué tienes que ser tan grosero? —preguntó Kagome con disgusto.
Ahí estaba la chispa.
—No sabes el esfuerzo que nos tomó elegir a una nueva secretaria para que la trat-
—Estás hablando demasiado, Higurashi —la interrumpió.
Sesshomaru casi sonrió. «"Victoria…"», se felicitó a sí mismo mientras observaba a su asistente acercarse con su teléfono celular al oído.
—Sango.
—¡Vaya! ¡Estamos de buen humor hoy! —dijo la castaña con sarcasmo y solo consiguió una mirada fastidiada de parte de su jefe—. De acuerdo, de acuerdo. Sesshomaru, tienes una llamada en la línea 3 que querrás contestar.
Él asintió y las tres chicas lo vieron desaparecer tras las grandes puertas.
—¡Cielos! A ese hombre le falta sexo —dijo Sango cruzándose de brazos.
Kagome comenzó a toser sorprendida de lo directa que su nueva amiga podía ser.
—Debe tener de sobra —dijo la nueva secretaria.
—¿Bromeas no? —preguntó Sango entre risas—. Ese hombre hace años que no toca a una mujer. Puedo apostártelo.
La chica negó con la cabeza.
—Seguramente estuvo con alguna el sábado —dijo Kagome distraída.
—¿Sábado? —preguntó Sango y llevó su dedo índice hasta su labio inferior, presionándolo un poco—. No, el sábado estuvo en una reunión de emergencia con los abogados de su empresa. ¡No me digas que volvió de madrugada!
Kagome lo afirmó con un ademán de la cabeza.
—Créeme, Kagome. Ese hombre lo único que hace es trabajar. Llevo su agenda desde hace años y tiene citas de negocios hasta en domingos —aseguró.
El celular de Sango empezó a sonar y, antes de contestar la llamada, dijo finalmente—: No creas todo lo que dicen los medios. Bajo toda esa fachada de "Perfección asesina", hay un hombre muy solo.
Se despidió con la mano mientras se perdía en el pasillo.
—Jin, ¿lo tienes en la línea? —respondió a la llamada mientras Kagome miró a la nueva secretaria y suspiró.
Capaz tenía razón.
Luego de algunas horas, Kagome llevaba en una manos los folios que Sesshomaru debía revisar y firmar, mientras que en la otra sostenía una taza de café.
—¿Está libre? —preguntó Kagome.
Sango asintió y cubrió tuvo del teléfono para hablarle.
—Sí, te está esperando —respondió.
Kagome tomó una bocanada de aire y entró a la oficina, pensativa.
—Te retrasaste —dijo él sin levantar la mirada.
Ella asintió y dejó el café sobre su escritorio mientras le entregaba los papales.
—Necesito que los revises y que los firmes si está todo en orden.
Sesshomaru asintió y comenzó a leer uno a uno los párrafos de los contratos. Kagome se sentó en silencio, esperando que él terminara. Unos minutos después, su celular comenzó a sonar.
—¿Diga? Habla Kagome.
Por dentro, agradecía a quien la hubiera llamado para cortar el incómodo silencio que había entre ambos. Tras escuchar a la persona del otro lado, bajó el celular tapando la entrada de voz.
—Es la secretaria del Sr. Nisegi, quiere saber si has reconsiderado la idea de asistir al baile de mañana en la noche.
—Sí, de hecho —dijo Sesshomaru—. Confirma nuestra asistencia.
Kagome levantó una ceja. Después de la conversación que habían tenido semanas atrás, ella no se esperó que él aceptara asistir. Sin ganas de ahondar en el asunto, le comunicó a la joven su respuesta y colgó el teléfono.
Al terminar de firmar los papeles, Sesshomaru amontonó las carpetas en una pila y los sostuvo con una mano hacia Kagome..
—Buen trabajo, como siempre, Higurashi —dijo él sin mucha emoción.
Ella frunció el ceño al oírlo.
Sesshomaru reposó su codo sobre el gran escritorio mientras la miraba, esperando a que ella los tomara. Kagome desvió los ojos hacia el gran ventanal que estaba tras él. El sol se reflejaba en los otros edificios y, particularmente, en toda la oficina. Finalmente, se estiró para agarrar los documentos, pero Sesshomaru no los soltó al instante.
—Estás muy callada, Higurashi —recalcó.
Se encogió los hombros y jaló los papeles con más fuerza, soltándolos de las manos de Sesshomaru. Eso no le agradó. Mientras ella terminaba de salir de su oficina, él decidió que prefería el ruido que provocaba cuando estaba cerca a su silencio.
Kagome prácticamente corrió hasta su oficina y, una vez dentro, cerró la puerta. Su torso subía y bajaba con estrepitosa velocidad por la carrera. Llevó los folios hasta su pecho y los apretó con fuerza, como si con eso detuviera el choque de su corazón contra su esternón. Una mano delicada y temerosamente escapó hasta sus labios, tocándolos, extrañando el calor que una vez reposó sobre ellos. Aunque habían pasado días, podía recordar el olor de él arremolinándose alrededor de su cabeza, el tacto de su cuerpo pegado al de ella y la calidez que no pensó encontrar en ese frío pedazo de hielo.
Entonces lo recordó: Él estaba jugando.
¿Qué demonios había sido todo eso?
Dejando los benditos papeles sobre su escritorio, se quitó la parte superior de su traje, sofocada. Comenzó a masajear los músculos de su cuello. «"Estás muy callada, Higurashi…"», imitó con desdén la gruesa voz de barítono de Sesshomaru.
—Es un idiota…
—Hn.
Kagome giró la cabeza y lo vio caminar hacia ella para nada tranquilo. Podía escuchar hasta su respiración.
—¡¿Acaso no sabes golpear antes de entrar?!
—YO no necesito golpear —dijo él.
Los ojos de Sesshomaru estaban firmes en ella. Bajo su atenta mirada, las mejillas de Kagome se encendieron y sus ojos —tan azules y profundos como la noche— tenían la ardua labor de intentar NO desviarse hacia sus labios. Pero cuando irremediablemente lo hicieron, un jadeo nació en su garganta y murió fuera de sus labios. Él dio un paso hacia ella y, cuando Kagome instintivamente retrocedió, él frunció el entrecejo.
No le gustaba que ella se alejara.
Él la había seguido porque quería que ella le hablara, que lo molestara, que buscara discutir con él.
Ahora estaban parados frente a frente, ella se mantenía firme con los brazos caídos al costado. Y él... ÉL... Sesshomaru Taisho no sabía qué decir o qué hacer.
—Será mejor que te vayas —sugirió Kagome, rompiendo la magia al bordear su escritorio con toda la intención de continuar trabajando.
Pero, Sesshomaru la tomó de la muñeca y la obligó a voltear.
—No me toques —exigió ella, intentando zafarse.
—No voy a lastimarte.
La voz de Sesshomaru sonaba tan monótona como siempre, pero la urgencia, la demanda que se arraigaba en lo profundo de sus ojos llegaba hasta la piel de Kagome y la erizaba.
—Ya hiciste suficiente —dijo ella en un susurro, elevando sus ojos hacia los de él con súplica.
Él aflojó el agarre pero no se alejó, sin dejar de mirarla, atrajo a Kagome hasta él.
Ella sintió el fuerte torso de Sesshomaru chocar contra su mejilla, tragó saliva al sentir las manos de él reposar sobre su espalda. Esos finos y elegantes dedos ahora se entrelazaban tras ella, aprisionándola contra él. Ella cerró los ojos y hundió la cabeza en la delicada camisa, dejando que sus manos se aferraran al saco sastre. Aspiró la varonil esencia que escapaba de él.
—Deja de jugar conmigo —rogó.
Sesshomaru hizo una mueca de disgusto que Kagome no llegó a ver.
—No estoy jugando, Kagome —le susurró al oído.
Los fríos dedos de él levantaron con suavidad su mentón. La mano que aún reposaba en su espalda de pronto subió por su espina en un toque tan íntimo que envío una corriente eléctrica a todas partes de su cuerpo. Sesshomaru rozó los labios de Kagome con los suyos repetidas veces sin llegar a unirlos por completo. Se desvió de su camino, dejando casi imperceptibles besos mientras bajaba por la suave línea de su mandíbula, siguiendo el rastro de sus venas. Ahí, con el rostro hundido en medio de su cuello pudo percibir mejor el embriagador perfume que la caracterizaba. Lo envolvía, lo seducía… Kagome reprimió un suspiro mientras su cabeza instintivamente se volcaba hacia el costado, pidiéndole en silencio que continue. Las caricias de Sesshomaru se repartían por encima de su cintura, dejando un rastro de calor y piel sensible a su paso.
En ese momento, la voz de la secretaria de Kagome sonó a través del intercomunicador. Ella giró la cabeza escuchando lo que decía.
El encanto se había roto, una vez más.
—Yo… Debo encargarme de esto—dijo ella separándose de él.
Sesshomaru asintió.
Kagome tomó su blazer y deslizó sus brazos dentro. Sintió las manos de él sobre sus hombros. Se giró para observarlo y cuando lo hizo, Sesshomaru tomó sus labios sin aviso. Robándole el aliento y la noción del tiempo y espacio. Podría jurar que las manos de Sesshomaru ardían sobre ella, la consumían y la devastaban. Se sentía desprotegida frente a él. Kagome sintió la desesperante necesidad de tocarlo, de saber que era real. Así que llevó una mano por encima de la impecable camisa blanca, sintiendo bajo ella la suavidad de la tela. Cuando llegó hasta la corbata, la agarró y, con la otra mano, se abrió camino hasta llegar al nudo y lo desató con un ligero temblor en sus dedos. Él se separó ligeramente, para observarla. Kagome tragó saliva e intentó desabotonar los primeros botones con bastante torpeza. Sus dedos rozaban la piel de Sesshomaru en su intento. Él casi -CASI- sonrió cuando percibió el roce de estos sobre su piel desnuda. Llevó sus manos hasta las de ella para ayudarla a desabotonar la camisa.
Cosa que para Kagome en ese momento parecía la tarea más difícil del mundo.
Cuando lo consiguió, ella se perdió en la realidad que sentía bajo su piel en contacto directo con la de él. Sesshomaru la observó atento y lentamente la hizo retroceder, hasta que la espalda de Kagome tocó el borde del escritorio. Apartando la mirada de ella por unos segundos, apretó el botón del intercomunicador y habló mientras Kagome lo observaba agitada. Sus labios estaban hinchados y rojos por el frenesí. Podía sentir como su pecho subía y bajaba chocando dócilmente contra su torso una y otra vez.
La fina tela de su blusa fracturaba su autocontrol.
—Koharu, pasa la cita para otro día —dijo él—. La Srta. Higurashi y yo tenemos asuntos que atender.
Kagome negó con la cabeza, empujándolo levemente.
—No, no —dijo rápidamente, pero Sesshomaru depositó un beso en sus labios, para evitar que siga hablando.
—Per…
El botón rojo del intercomunicador se apagó tras tocar un botón y Sesshomaru retiró su mano para continuar con sus asuntos.
—¡Tu padre está afuera! —exclamó Kagome alarmada, guiando sus ojos hasta la puerta de la oficina.
Sesshomaru bufó y se apartó prendiendo los botones de su camisa. Kagome, parándose en la punta de sus pies, lo ayudó a anudar su corbata nuevamente. Él pasó una mano por el oscuro cabello de Kagome, acomodándolo.
—Kagome, ¿qué pasa aquí? —escucharon decir a Toga tras la puerta.
Las mejillas de ella se sonrojaron. Cuando entró, los encontró parados uno frente al otro. Podía notar el rubor en las mejillas de la joven y la incomodidad de su hijo.
Sonrió de lado.
—Padre —saludó Sesshomaru.
—Sesshomaru —dijo Toga sonriente—, me alegra que se estén llevando mejor.
Kagome comenzó a toser terriblemente mientras buscaba sentarse detrás de su escritorio. Sus mejillas se encendieron aún más frente a ellos y sus manos comenzaron a temblar. Sesshomaru respiró profundo, orgulloso de su obra. Ella deseó la cabeza de Sesshomaru en una bandeja. Tomó unas carpetas que estaban y se las entregó a Toga.
—Aquí está la información que me solicitaste por la tarde. Todo está ahí: números de teléfono, dirección, incluso una lista de trabajos anteriores. Hablé con sus referencias profesionales y personales, las cuales fueron bastante buenas —explicó Kagome.
Toga sonrió moviendo la cabeza hacia abajo, hojeando la hoja de vida.
—Muy buen trabajo Kagome —felicitó—. Mañana por la tarde te haré saber mi respuesta.
—La estaré esperando —respondió ella sonriendo.
Kagome se excusó y empezó a organizar su escritorio para el día siguiente. Toga la observó de reojo y, sin apartar su vista de los papeles, le preguntó a su hijo con voz divertida —: ¿Y? ¿Qué asuntos tenían que atender?
Ella casi se ahoga con su propia saliva. Él gruñó.
—Supongo que del viaje a Nueva York —dijo finalmente Toga.
Tuvo que aguantarse las ganas de reír frente a ellos al ver que Kagome soltó todo el aire que había retenido. ¿De verdad pensaron que no se había dado cuenta?
—Ayame lo arregló todo —respondió Sesshomaru sin mucho interés—. Estaré de vuelta el sábado por la noche.
—Muy bien —dijo Toga levantándose del sillón—. Iremos a visitarlos hoy.
Antes de salir de la oficina, le dedicó una mirada pícara a su hijo. Sesshomaru resopló. Tan pronto como la puerta se cerró dejándolos solos una vez más, la tensión volvió. Kagome no se atrevía a verlo y Sesshomaru no podía dejar de mirarla. Cuando ella terminó de organizar sus cosas, se levantó tomando su bolso en el proceso. Él se levantó también y esperó que Kagome fuera delante de él.
La tarde apenas caía cuando ambos volvieron a la casa. Rin los esperaba ansiosa en la sala de estar. Kagome corrió a abrazarla, preguntándole todo lo que había hecho en el día. La niña tenía mil y una historias sobre el pequeño engendro que Sesshomaru tenía como mayordomo. Él, por su parte, se encerró en su estudio.
Luego de algunas horas en compañía de su adorable sobrina, Kagome comenzó a sentirse pesada, por lo que decidió tomar una ducha. Dejó a Rin dibujando en el piso del despacho de Sesshomaru y subió a su cuarto hecha añicos.
Media hora después, bajó las escaleras con bastante desgano y tuvo que reprimir una carcajada al ver a Rin. Sesshomaru estaba con Toga e Isayoi al pie de las escaleras, observándola correr alrededor del lobby.
—Esto… —dijo llamando la atención de los tres adultos que se giraron a mirarla.
Isayoi le sonrió con resignación.
—¿Por qué Rin está disfrazada de esquimal? —cuestionó.
La fina ceja de Kagome comenzó a mostrar signos de un pequeño tic. En ese momento, una molestia empezó a nacer en su seno nasal, el suave picor de un estornudo.
Sesshomaru frunció el ceño.
—Ve a reposar —le ordenó.
La casa volvía a apestar a escarcha. Bueno, en realidad lo presentía, porque su irritada nariz no le dejaba percibir olores. «"Espero que no sea un resfriado."», suplicó mentalmente.
—La llevaremos a patinar —comentó Isayoi mientras tomaba la mano de Rin—. Sesshomaru tiene razón, hija, deberías ir a la cama.
—¡Rin quiere patines nuevos! —exclamó con entusiasmo la pequeña.
Rin tiraba de la tela del pantalón de Toga con insistencia. De su pequeño cuerpo, sólo se podían ver sus ojos y una pequeña nariz que sobresalía de una bufanda.
—¡Vamos a comprarte diez! —le dijo un divertido Toga.
—Deberías quedarte con ella, Sesshomaru. Rin debió contagiarle el resfriado.
Kagome se tornó roja desde el cuello.
—¡Achuu…! —fue todo lo que pudo decir, antes de que Toga e Isayoi se llevaran a Rin.
—Ve a la cama… —repitió Sesshomaru.
Ella se cruzó de brazos.
—¿O prefieres que te lleve yo? —preguntó.
Al levantar la mirada, la vio desaparecer en el tope de la escalera.
Esto se ponía divertido.
Muy bien... Sras y SRES... Todavía me emociona saber que los hermanos de setsuna me lean también! -rueda por los prados con flores-. Estoy muy en deuda con ustedes ahora mismo... pero por problemas tanto personales, como universitarios e inspiracionales no me permitieron traerles ESTO antes.. MIL DISCULPAS por la espera... No me olvidé de ustedes... era mi musa.. la que creaba cosas del futuro y no lo esencial!
Me costó MUCHO mucho hacer esta parte, luego del gran y esperado beso. -cheers- Sinceramente no me lo imagino a Sesshomaru dando el brazo a torcer taaaan rapido.. Esto aún no termina... el proximo capitulo (escrito ya hasta la mitad mas o menos) me parece más prometedor... Por favor, si encuentran errores etcetc cosas que no se entiendan.. haganmelo saber.. cosas que no les gustan también... :(
PS1: En la página de mi perfil en ... coloqué una serie de informaciones. Cuando no pueda actualizar o no tenga segura una fecha, estaré informado por ahí. Dado que está prohibido publicar un capítulo sin capitulo... valga la redundancia..
PS2: Me creé una cuenta de twitter! Pueden encontrarme por ahí tambien (no estoy muy activa, pero todo me llega al celular) Respondo preguntas y demas (twitts no es lo mismo que un buen review (?))
PS3: Un enorme abrazo para todos.. Cuidense mucho... y nos estamos leyendo!
-adicta a los reviews-
* Re-edición: Corrección de errores ortográficos y gramaticales, entre otros.
