Sintió las cuerdas del bajo entre su mano, el sonido acústico le agradaba, tan apagado como agradable al oído. Cerró los ojos y se dejó guiar por el sonido que desprendía sus dedos y la partitura con sonido de una vieja canción que le solía recordar sus primeras veces con el bajo entre su mano.

El sentimiento del vacío espacio de su nueva habitación le acompañó. Ahora era él solo, se sentía un poco perdido y su mejor amigo ya no estaba. Hace exactamente nueve meses se había ido para siempre.

Hacía poco había sabido que su exnovia se encontraba en hokkaido cumpliendo sus deberes como la hija de una maestra de ikebana, ella se dignó en llamarlo y desearle suerte en su nueva vida. Finalmente habían hablado después de que ella se hubiera despedido de su compañera.

Quedaron antes de que viniera a vivir a San Francisco, cerca de la universidad de Stanford, donde había logrado una buena beca en la carrera de ingeniería espacial. El programa que les ofrecía era muy bueno, costaba un poco por ser una universidad privada, pero se sintieron impresionados con su notas tan elevadas y su trabajo de final de carrera en ingeniería que le ofrecieron una buena beca.

Durante todo este tiempo se había dedicado tanto a los estudios que no había parado ni un momento para sacar su bajo del estuche y deleitarse con una canción que apenas lo dejara fluir y aquello fue, pero tantas cosas en su cabeza para dejarlas fluir que volvía a su mente.

- ¿¡Yamato-san que no escuchas!? - sus dedos deslizaron de una manera desagradable por el bajo, se quedó perplejo mirando a la dueña de la voz.

Mimi Tachikawa, su vieja amiga de infancia y con la cual compartió sus vivencias en el Digimundo estaba frente a él, parada con una cara que demostraba enfado y el mal sabía lo que había hecho.

-¿Oye se puede saber qué haces aquí de entrometida? - Se había dado cuenta de que no la había abierto y ni sabía que ella estaba por la zona.

-¡Te enfadas cuando yo he estado picando el timbre mucho rato! Encima que he venido a traerte comida y a ayudarte a arreglar tus cosas. - Ella se hizo la víctima y eso le molestó muchísimo.

-Nada responde a que entraste sin avisar… - Ergui una de sus cejas mirándola tan descaradamente después de lo que acababa de hacer.

-Entre con la llave de repuesto, estaba preocupada contigo ya que no respondías y resulta que estabas tocando el bajo… - Ella miró el lado no sintiéndose culpable ni avergonzada solo algo molesta.

- El que tiene que estar molesto soy yo no tu, se que no lo haces por mal y que me has dejado vivir en uno de los pisos de tu familia, pero ¿entiendo que tengo que tener algo de privacidad? - Él la miró en los ojos. Ella parpadeo los suyos y no respondió. - Mimi…

-Pero… - Insistió con su mirada que finalmente le hizo sentir culpable. - Lo siento es solo que… Bueno, ¿quieres comer?

Hacía mucho tiempo que había convivido con Mimi, recordaba que ella era una niña mimada cuando la conoció, reclamaba por todo que no fuera de su gusto y decís muchas veces las cosas sin pensar, pero a pocos con las circunstancias en las cuales ellos vivían fue cambiando y nunca le dijo claramente pero si admiro muchas de las decisiones siguientes de la castaña y al final fueron buenos amigos por todo lo que pasaron en el Digimon.

Cuando ella se vino a vivir en Estados Unidos perdió un poco el contacto, pero por la forma que en que ella era siempre estaba presente de una forma o otra, se hacía notar desde el extranjero con sus diversos mails en todas las épocas del año recordando algún cumpleaños o la festividad de tal cosa, cada año conseguía un billete para venir a celebrar el uno de agosto como todos se reunían y recordaban los viejos tiempo, pero él nunca entendió el por qué pero después de que Davis y los demás se uniera al equipo ella faltó dos años siguientes de su aniversario.

Mimi era el tipo de persona con la cual no parecía fácil relacionarse pero para él cuando las cosas se ponían serías ella tenía maneras similares de apoyar sus ideales y el los de ellas. Por raro que fuera, ella se había ganado su respeto por estas cosas incluso no huyó de la lucha en la última vez que estuvieron en el Digimundo.

-¿Qué te parece la zona? ¿ya has ido a visitar la playa? Se ve preciosa, y si sientes añoranza por Japón hay una gran parte asiática en San Francisco. ¡¿Te puedo hacer un tour?! - Y siguió hablando en cuanto su fideos con gambas y una extraña cantidad de salsa mexicana se enfriaba.

- De veras Mimi estoy muy agradecida por todo lo que has hecho y lo que me hiciste en ofrecerme este piso, ayuda con los papeles y en la universidad, pero ¿no crees que te tienes que ocupar de lo tuyo? Tienes muchas cosas que hacer con la tienda ¿no? - Él no mintió, estaba muy agradecido, era por estos factores que aún la admiraba más, ella se prestaba a ayudar a lo grande si alguien la necesitaba, aunque él nunca quiso molestarla ella al enterarse de su beca fue quien sib él al menos tené otras opciones le ayudo y hizo todo lo que estuvo en sus manos para arreglar su cosas en San Francisco, el solo le había enviado un mail preguntándole por cosas muy básicas y ella no siquiera pestañeo en todo lo que hizo.

-No te preocupes con esto, las tecnologías me ayudan a lo grande a estar más en contacto con mis trabajadores y no para de hacer negocios esté donde esté, mirá la aplicación que me ayudó a crear Kou-chan!

Y allí la tenía, yéndose por las ramas de otra conversación sin parar de hablarle ni un minuto. Él observó que ella no comió mucho, seguramente por qué su comida se había enfriado.

Luego de aquello Mimi estuvo un buen tiempo hablando por teléfono, en cuanto se encargó de recoger y reciclar había sobrado.

Mimi se escuchaba veces muy preocupada otras más animadas, hablaba tan fluido y rápido que le costaba entender todo lo que decía, él sabía lo que había aprendido escuchando canciones y cantando las, en el colegio, pero ahora le tocaba practicar mejor su acento inglés.

Al finalizar la tarde, Mimi había hablado con 7 personas diferentes y no le había ayudado mucho, en realidad no le importo, prefería arreglar sus cosas él solo, ya le debía demasiado y ella estaba ocupada.

Cuando dejó el teléfono y percibió que no había ayudado en casi nada a Yamato, parecía que se le había caído el mundo en cuestas.

-Que vergüenza no te he ayudado en nada he venido aquí y solo te he dado más trabajo… - Caído de rodillas de un modo dramático en el suelo. Yamato se preguntó si era necesaria pero se preocupó por lo cansada que parecía.

-Ya te he dicho que es suficiente, tu solo descansa, creo que te han dado guerra en el trabajo… Ves como no es tan fácil como lo pintas, aún con las aplicaciones y tecnología? - El la juzgo con severidad según él, era su forma de ser algo un poco más forma y a lo sangre oriental.

- Ya se, es que Josh me llamó por qué el pedido de un restaurante de manteles y posavasos se retrasó pero yo lo había mandado envía ayer y el almacén no lo recibió y resulta que aquella mañana Jaqueline bajo al almacén a envía un paquete por qué era urgente y se equivocaron de cargamento y entonces Elsa dijo que los zapatos de Mickey no estaba en la moda y Mickey se ofendió se olvidó de contabilizar la carga y Josh había dicho que… - El más viejo no sabía cómo encajar lo que decís la castaña estaba sorprendido en todo lo que ella tenía que hacerse cargo y no entendía como unos zapatos fuera de moda se había colado en la historia y que tenía ellos de muy importante para la misma.

Vio el momento en que ella suspiro y parecía agotada, su camisa se hizo a un lado en su hombro y los pelos parecía desaliñado, nada esperado de la castaña que siempre había sido tan perfeccionista con sus propios modelos, ella vestía muy simples para ser Mimi, no que no estuviera bonita como siempre, pero llevaba un simples moño despeinado, simples jersey y unas jeans claras, combinado con dos medias raramente de diferentes colores, una azul y la otra rosa.

- Hace cuánto tiempo que no duermes un poco señorita emprendedora…? - él fue hasta ella y la levantó sin mucho esfuerzo, Mimi estaba muy ligera y más delgada de costumbre.

-Sinceramente, me han obligado a pillar vacaciones en la empresa, pero me fui y todo es un desastre… - dijo con voz llorosa.

Ella no abrió los ojos, Yamato la vio cansada tanto que ella no se dio cuenta que él la llevó en dirección a su habitación ya arreglada. La tumbó en la cama que no era bien de matrimonio pero tenía suficiente espacio como para que cupieran dos personas perfectamente y estuvieran bien.

Mimi no se dio cuenta pero su cuerpo lo necesitaba y al sentir el colchón y la almohada bajo de sí agradeció tanto.

-Vaya que confortable es tu cama… no entiendo por qué me trajisteis aquí pero…

-Descansa Mimi lo necesitas. Buenas noches… - Él la cubrió con la manta. Aquel enero en especial hacía un poco más de frío que el anterior.

Miro el reloj y eran las ocho y media. La ciudad de San Francisco tenía un lado peculiar americano, que nunca parecía dormir o descansar siempre había sonido y mucha gente por todos los lado, el aún no se acostumbraba a aquello, pero hacía día e media que estaba allí y empezaba a ver qué su vida tendría que encajar en aquel país, al menos por aquel año.

Miro a Mimi dormida y sonrió. Ella ya era parte de aquel mundo, había crecido tanto y si el Yamato de 11 años viera a la Mimi de 21 años no se lo hubiera creído. Más sabiendo que ella tenía vacaciones y para colmo en vez de descansar en Nueva York pillo el primer vuelo para venir a verlo e intentar ayudarlo después de todo lo que había hecho ya por él.

- Que torpe te has vuelto Mimi Tachikawa.

Escucho como Mimi empezaba a roncar, no era fuerte pero se podía escuchar fácilmente, el intentó no reírse pero, si se lo dijera seguro la princesa del equipo se negarían.

Lo único que pudo hacer después de eso fue recoger su estuche arreglando el bajo en el, sacó su pijama y agarró un libro que leía sobre la relatividad del espacio el cual llegaba a las páginas finales sobre su aprendizaje.

Se cambió después de una ducha y tuvo que acomodarse en el sofá. El cual para sorpresa era más cómodo de lo que pensaba.

El piso en realidad era muy acogedor, era un piso para dos personas como mucho, parecía una especie de ático de un famoso, muy bien arreglado, se notaba que quien lo había diseñado sabía mucho de arquitectura y diseño. La cocina era americana pero le separaba una media pared donde había objetos diversos de decoración y el balcón tenia vistas muy bonitas de la ciudad, el mueble de la tele y el sofá estaban situados paralelamente. En la tele había un gran librero de par en par de la pared con una gran cantidad de libros y películas en DVD, VHS y Blu-ray, y Yamato vio CDs de vinilo y cintas de casete. Sintió curiosidad pero no era el momento para aquello, se sumergió en su lectura e intentó no pensar tanto lo raro que le resultaba aún su nueva vida.

Mañana sería otro día.


Nota de la autor: buenas vengo por aquí después de un mesesito, a tocado ahora un capítulo de Mimi y Yamato, se irá formando la historia según los elegidos, cada uno tendrá un capítulo con su punto de visión.

Tengo ganas de escribir más, y esta historia me ayuda a hacer algo diferente, espero que lo tengan disfrutado y que disfruten aún más de lo que propongo de cara a futuro